Alguien dijo una vez...
Bon Clay
Incluso en las profundidades del infierno.. la semilla de la amistad florece.. dejando volar pétalos sobre las olas del mar como si fueran recuerdos.. Y algún día volverá a florecer.. ¡Okama Way!
[C-Presente] IFBB Mr. Universe de peso Sirena / Privado Ragnheidr
Asradi
Völva
Como quien levanta una rama con un par de dedos, Ragnheidr se aproximó a la carreta, la alzó y la volvió a colocar debidamente en medio del camino. El medio de transporte, por fortuna, no hbía sufrido más daños que unos cuantos arañazos en la madera. Ahora solo bastaba con recoger la mercancía que se había desperdigado por la zona y ya estaba. Aunque la mayoría permanecía en el interior del vehiculo de ruedas.

Es verdad. A veces cuando uno es demasiado bueno, lo toman por tonto. — Correspondió a las palabras del grandullón al cual acompañaba. Era verdad. A veces se daba por sentado que por hacer una buena obra, eso no merecía recompensa. Aunque fuese un agradecimiento o una simple invitación a una copa. Tampoco pedía tanto.

Aunque a veces también había que saber a quien cobrarle la ayuda. No le iba a pedir dinero a unos niños o a alguien que ni siquiera tenía una moneda para sí mismo. Pero ese par podían, y los favores que tanto ella como el rubio les habían pedido tampoco conllevaban una gran pérdida o sacrificio para ellos. Por otro lado, menos mal que no estaba dentro de la cabeza de Ragn con respecto al tema sexual. Ya se la habría arrancado de un tajazo, si pudiese.

Oye, oye... — Protestó un poco cuando fue acomodada sobre unos sacos de frutas. Asradi frunció el ceño y arrugó apenas la puntita de la nariz de manera adorable. Uno de los mercaderes, el más joven, le sonrió de manera bobalicona, lo que extrajo un suspiro resignado por parte de la pelinegra.

No le molestaba eso tanto como estar sentada sobre fruta. Menos mal que no eran piñas, o tendrían un serio problema. Sobre todo ella.

Pero... — El otro, el que parecía más experimentado contempló el camino que se extendía ante ellos. Era angosto y poco a poco iba estrechándose, por lo que dificultaría el trayecto. Eso sin contar los baches, subidas y bajadas que pudiese haber. Pero después de eso, no les quedaba más remedio. — Está bien. Fuisteis los únicos que nos habéis ayudado, es lo menos que puedo hacer.

Y también porque no quería que aquel gigantón se enfadase y volviese a tirarlos a la cuneta o algo peor. Una vez estuvo todo acomodado y listo, ambos hombres se posicionaron al frente para ir tirando del carro. Y, con ello, tanto de la mercancía como de la sirena.

¿Y qué os trae por aquí? — Preguntó el mayor, con un deje de curiosidad a medida que iban avanzando. Por ahora Asradi solo tendría que aguantar algunos bamboleos de algunos baches. Algo llevadero.

Mi amigo y yo vamos a una competición que hay por ahí. — No recordaba ni cómo era el nombre de dicho evento. — Algo de músculos.

La mujer se encogió de hombros. Ni estaba puesta en eso, ni le causaba mucho entusiasmo. Pero una promesa era una promesa. Lo único por lo que estaba yendo era por Ragn y por ver si podía encontrar algo de su interés.
#11
Ragnheidr Grosdttir
The Storm
Personaje


Ejercitarse de camino no era una mala idea, de hecho, era bastante buena. Mucho no podría hacer, pero iba dando saltitos, haciendo flexiones y en general, calentando motores mientras avanzaba e intentaba estar al tanto. La mujer trató con los pequeños humanos. Uno de ellos vestía bastante ... ¿Hogareño? Ropajes de pieles de animal, le recordó a Ragn inmediatamente a su gente, por un instante. Quiso preguntar, ya que estaba, pero no pudo hacerlo.

Oh, vamos, vamos. ¡En serio creías que podías escapar! — En mitad del camino un total de cuatro personas les abordaron. Uno de los tipos a los que habían ayudado el vikingo y la sirena, se asustó y de qué manera. Las gotas de sudor le recorrían la sien ... El tipo tenía una extensa sonrisa que generaba cierto temor. — ¡¡El tributooo!! — Alzó las manos, excéntrico. — Sabéis lo que toca. Soltad el dinero. — Comentaría otro hombre, este con un aspecto más sereno. De hecho, despertaba más atención, el aura que emanaba era de peligrosidad y al parecer, efectivamente era el jefe del grupo. — Huir de nosotros no ha funcionado nunca. — Escupió al suelo.

Ragn se puso de pie, ya que estaba haciendo flexiones al tiempo que esto sucedía. Sus manos cubiertas de arena atusaron su cabello, como si no tuviera nada en las mismas, manchándose el rostro de arenilla. Le daba igual. — ¡Eh! — Les señaló con un dedo. — Fuerrra. — La tensión se mascaba. Dos de los cuatro hombres comenzaron a desplegarse por los laterales, cada uno por uno. Ellos tenían ballestas y estos dos, los principales, que se comprendían especiales debido a sus estéticas, tenían particulares armas. El "jefe" una espada de casi un metro, es decir, no muy larga. El loquillo manejaba una especie de hilo metálico que movía con gracia.

Ragn fue a llevarse la mano a la empuñadura de Rompetormentas, pero no había nada. — Dette er din greie, er det ikke Nohsa? Ok, jeg skal øve med akumaen.— Se colocó delante del carruaje, abriendo aquellos eternos brazos musculosos. — No poderrr defenderrr todos los cossstados. — Advirtió, especialmente por su compañera. De ella conocía sus habilidades de curación, pero no de combate. Ni si quiera sabía si tenía de eso segundo.

Te has buscado seguridad personal, bien, lo comprendo. Pero eso solo hará más difícil esta situación, Browl. Con lo fácil que podría ser. Nos das el dinero y nos vamos. ¡Como siempre! — Sentenció aquel líder de grupo, avanzando lentamente. El cuerpo de Ragn ... ¿Parecía estar aumentando de tamaño?
Info
#12
Asradi
Völva
Personaje


Bueno, quizás ir en el carro no era tan malo, si no se tenía en cuenta que iba sentada sobre un saco lleno de frutas. Esperaba que fuesen naranjas o algo parecido, era lo menos malo que le podía pasar. Iba dando algún que otro brinquito gracioso a medida que el carro iba comiéndose algún que otro bache, en lo que durante el trayecto iba charlando con Ragn, quien iba ejercitándose a su manera, y con los dos hombres dueños de toda esa mercancía. Vamos, que todo iba bien hasta que un grupo de cuatro tipos les abordaron a mitad del camino.

Asradi frunció levemente el ceño, quedándose por ahora en un segundo plano mientras escuchaba y analizaba la situación. ¿Tributo, habían dicho? Ah, no, eso sí que no. Tributo sus escamas, pensaría de forma malsonante. Eses eran unos ladronzuelos de tres al cuarto y su dinero era sagrado. Como no, Ragnheidr fue el primero que se adelantó, de forma imponente y llevándose las manos a la cara y al pelo... Solo para impregnárselos de arena o tierra.

El grandullón se puso al frente del carro, con los dos brazos abiertos como si fuesen dos troncos que imposibilitasen el paso.

Ya lo sé. — Fue lo único que respondió a Ragn.

De hecho, pareció que le diese sed de repente, porque abrió uno de los odres de agua que transportaban y le dió un buen trago. Tras cerrar con tranquilidad dicho objeto, y con los mofletes llenos, Asradi miró de reojo.

Uno se aproximaba por el frente, donde Ragn estaba. Los otros dos por los costados. Y ella ahí en medio, sentada cual princesita en el carro sin moverse. Casi se le dibujó una “sonrisa” en la mirada. Se movió ligeramente solo para apoyarse en un borde lateral del carro. Y soltó el agua que tenía almacenada en la boca.

Lo que vendría siendo un escupitajo directo al tipo que se aproximaba por la derecha. Un escupitajo de agua que iba a la maldita velocidad de un proyectil, demasiado fino y demasiado punzante. Era como si le hubiese lanzado una bala o una aguja capaz de perforar.

De momento no cantaría. Prefería tantear el terreno y, además, Ragn necesitaba un apoyo ofensivo en ese instante. Sin mencionar que no le iba a dejar toda la diversión a él, claro.

Técnicas utilizadas

Info Bélico
#13
Ragnheidr Grosdttir
The Storm
El aire se tensaba, cargado con la violencia recién desatada. Asradi lanzó un escupitajo que parecía de ácido, pues había sido devastador, atravesando el cráneo de uno de los asaltantes con precisión mortal. El cadáver aún humeaba en el suelo, mientras el segundo hombre, completamente aterrorizado, decidía que enfrentarse a esos dos guerreros no valía su vida. Ragn permanecía de pie, inmóvil, con su colosal figura proyectando una sombra que parecía devorar todo a su alrededor. Aunque no había movido un solo músculo durante el ataque de Asradi, el estaba alucinando igual que los demás ante las habilidades de la sirena. Su cabello rubio ondeaba con el viento, y sus ojos fríos, como el acero, observaban al hombre que gobernaba ese grupo, Mix Helpy, el líder de aquel grupo que había tenido la mala idea de enfrentarse a ellos.

Mix Helpy no era un hombre ordinario. A pesar de estar claramente superado en número y poder, mantenía una postura firme, con una mano sobre el mango de su espada. Sus ojos mostraban una mezcla de miedo y determinación, pero también una chispa de arrogancia, la de alguien que no estaba acostumbrado a ceder tan fácilmente. Su armadura ligera, de cuero y acero, estaba desgastada, pero aún tenía restos de lo que alguna vez fue una insignia de algún grupo mercenario de renombre. Sorrurss, mientras tanto, daba pequeños pasos hacia él, balanceándose con la fluidez. ¿Qué hacía? Era un hombre con extrañas reacciones a juego con su físico. El hombre apretó la mandíbula, sus dedos tensándose sobre su espada. Sabía que su situación era desesperada, pero tampoco era un cobarde. Lentamente, desenvainó el arma, y el sonido del acero resonó en el silencio. No respondió a las palabras de la sirena, pues sabía que cualquier diálogo con ellos no cambiaría lo que estaba por venir.

Ragn sacó un aparatejo que marcaba la hora con precisión. Ante la incertidumbre que tenían aquellos tipos por las habilidades de Asradi, tuvo tiempo de mirar con calma. — ¡COMPETISSIÓN! — Gritó, exaltado. Estaban llegando tarde, la competición comenzaría en diez minutos y estaban todavía algo lejos. Por un instante se le pasó la idea de abandonar a la mujer, pero se le quitó rápido de la cabeza. La competición no era tan importante, ¿No? Alrededor de Ragn se comenzó a formar pequeñas pompas de gas que rodearon su cuerpo. Si estaba usando la akuma, quería decir que necesitaba terminar ya el combate. — Asrrradi. Serrr cuestión de vida o muerrrte. — Exageró. — Tenerrr que escaparrrr. — Los enemigos darían varios pasos atrás, todavía menos seguros que antes por lo que estaba pasando.

Parecían asustados, ¿atacarían?
#14
Asradi
Völva
Uno de ellos había caído fulminado. Al que le había lanzado el escupitajo. No era el método más femenino, todo sea dicho, pero era útil cuando la concentración de agua a su alrededor era mínima o casi nula. Y podía hacer un buen daño si lograba apuntar a zonas vitales. Como el cráneo, por ejemplo.

El resto había parecido retroceder, sorprendidos, por lo que acababa de pasar, y la expresión de la sirena se había tornado más seria con la situación que se estaba dando. ¿Por qué no podían tener un momento de paz sin que algún idiota se les metiese por medio? Incluso Ragn había tenido tiempo de mirar un... ¿qué era eso? ¿Era un reloj? Bueno, lo que fuese. Y escuchó su exclamación apresurada. Sí, llegaban tarde.

¡Ya lo sé! Vamos malditamente tarde. ¡Y estes idiotas...! — Exclamó, de mal humor, señalando a los bandidos que se les habían puesto en medio. — … ¡No ayudan!

O se marchaban corriendo dejando al par de mercaderes a su suerte o, simplemente, terminaban rápido con todo aquel trabajo. De hecho, no tardó en ver como, alrededor de Ragnheidr, comenzaban a brotar algunas pompas de gas. Asradi arrugó la nariz de inmediato. Ya conocía esa habilidad, para bien o para mal.

Así que o corremos... — Lo que significaría que Ragn tendría que cargarla de nuevo al hombro para correr y llegar a tiempo. — O nos los llevamos antes por delante. O simplemente pasamos por encima de ellos...

Lo último tampoco sonaba tan, tan mal. Incluso se le dibujó una breve sonrisa traviesa al respecto. Pero no tenía la cantidad de agua suficiente como para hacer un ataque de ese calibre. O, quizás...

¡Ragn, nos vamos! ¡Que les jodan! Nos los llevamos por delante. ¡No vamos a llegar a la competición! — Iban terriblemente justos de tiempo.

Y no quería que su amigo se perdiese el evento por el que tantas ganas tenía.

De hecho, volvió a la carga, bajándose de la carreta al mismo tiempo. Un nuevo par de escupitajos rápidos y certeros que dirigió hacia el otro hombre que quedaba, en dirección a los hombros contrarios.

Técnicas utilizadas

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#15
Ragnheidr Grosdttir
The Storm
Asradi atacó de nuevo, pero esta vez el líder de los bandidos logró que no acertara mortalmente, cubriendo a su compañero con su arma, desplazandose previamente a gran velocidad. Ragn asintió con su rostro duro y decidido. Sin decir una palabra, comenzó a transformar la mitad inferior de su cuerpo. Desde la cintura hacia abajo, su carne y huesos comenzaron a disolverse lentamente en una neblina grisácea. Como una ola de humo, su forma corpórea se desvanecía en un gas espeso que se movía con la fluidez de un viento atrapado en un espacio cerrado. Las piernas del gigante desaparecieron por completo, y su torso quedó suspendido en el aire, sostenido únicamente por la niebla que se arremolinaba a su alrededor. El vikingo agarró a la mujer rápidamente. Ragn y Asradi ascendían por el aire, su forma conjunta dibujando una figura fantasmal sobre el campo de batalla. El cuerpo de Ragn, disuelto en niebla desde la cintura, se movía suavemente entre las corrientes del viento. Asradi, aferrada con fuerza a su brazo, probablemente mantendría su mirada fija en el caos que dejaban atrás. Los mercaderes, que antes habían sido compañeros de viaje (por llamarlo de alguna forma), ahora estaban rodeados por los bandidos, su destino sellado por la decisión de Ragn de escapar. ¡Así era la vida!

Abajo, las armas de los bandidos pasaban inútilmente a través de la niebla que formaba la parte baja de Ragn. Los hombres, frustrados, lanzaban proyectiles que se desvanecían al contacto con el aire brumoso. Uno de los mercaderes caía, aplastado por un golpe, mientras otro corría hacia el carro volcado, tropezando en su desesperación. Hubo un momento de tensión incómoda. Estaban a punto de descubrir, si es que lo habían olvidado, que la vida es tan cruda como el campo de batalla, si no más. Ragn, mientras tanto, continuaba elevándose, el viento desplazándose a su alrededor, su rostro imperturbable. Su foco estaba en la supervivencia. De su cuerpo neblinoso surgían remolinos oscuros, llevándolos a mayor velocidad, alejándose del campo de batalla mientras se acercaba ya el medio día. Era increíble la de tiempo que habían gastado allí.

A lo lejos, los gritos y golpes se desvanecían en el silencio. La incomodidad del momento se agrandaba por momentos. Pero peor fue al llegar al punto acordado, el lugar de la competición. Pasaron veinte minutos, tan solo eso. Llegaron gracias al vuelo, pero fueron más lentos que corriendo o en algún vehículo. Al llegar la competición estaba terminando y el acceso, completamente cerrado. — Esto ... No serrr justo ... ¡NO! — Gritó, golpeando tierra firme. No quiso mirar a Asradi. ¿Cómo hacerlo? Después de haber abandonado a los comerciantes ... De escuchar sus gritos en la lejanía ...
#16


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