¿Sabías que…?
... existe una isla en el East Blue donde el Sherif es la ley.
[Aventura] [A - T1] Reencuentro, reunión y recuerdos de Los Piezas
Umibozu
-
El desconcierto de la situación jugaría en vuestro favor. Vuestro pequeño, diminuto, casi imperceptible tamaño también. El golpe seco que le propinaste en la base del cráneo fue certero, pero no suficiente para noquearlo. Sin embargo, la lluvia de puñetazos de tus compañeros que siguieron al tuyo sí. La unión hacía la fuerza. El Chino salió de las fauces del cadáver del cuadrúpedo y presa de la adrenalina y neuroactivadores de la sustancia decidió que aquello no era suficiente diversión. Con esfuerzo movió al animal que casi lo había devorado y puso sus mandíbulas en la entrepierna del, ahora inconsciente, vigilante, creando así una escena tan cómica como perturbadora. Un perro fallecido por haber mordido unos genitales humanos y un hombre inconsciente a causa del mordisco.

Nada había ya os detuviera hasta la bodega de los Blackmore, más allá de unos cuantos metros de distancia que fácilmente salvaríais en poco tiempo. Sin embargo, la gracia de El Chino alertó al hombre que había salido de la habitación y ahora regresaba con compañía.

-¡Pero qué mierdas es eso! ¡Aquí hay alguien, ese chucho estaba muerto cuando me he ido!

Ambos humanos comenzaron a buscar por toda la sala. Al no descubrir a nadie, continuaron la búsqueda en la estancia más cercana: la bodega.

El resto de lo ocurrido, aunque tergiversado, fue publicado y por todos conocidos. Unos pocos escaparon sin que nadie supiera de su existencia y otro fue descubierto y encarcelado por sus muchos y terribles delitos.




-Es agradable volver a verte, viejo amigo.

-Han sido muchos años, pero nos alegra que sigas igual que ayer.

-Los nuevos reclutas ahora…

–... Ahora sabrán lo que es bueno.

Los cuatro tontattas buscarían fundirse en un abrazo con su antiguo amigo. El primero después de unos largos y fugaces treinta y cinco años. El Ejército Revolucionario ahora contaba con un nuevo miembro de manera oficial. Y quizás, tan solo quizás, fuera el más grande que tuvieran jamás, sino de cuerpo, sí de leyenda. ¿Qué otro habría de conseguir reclutar a un pseudo Rey Marino para la causa?

Fin

#11
Tofun
El Largo
Qué día había sido aquel, lo habíamos logrado, habíamos llegado a la bodega de los Blackmore, una hazaña envidiable que ahora cosecharía sus frutos. Mis compañeros recogían el objeto de la misión y comenzarían con la fase de huida, pero yo... yo tenía otros menesteres. ¡Menuda barrica había allí! Por lo menos tenía doscientos litros, y de vino de la mejor calidad. Tenía que meterme, tenía que probarlo, seguro que nadie se daría cuenta, así que... ¡eso hice! Subí de un salto y me metí en su interior.



Ese día me pillaron, y eso tuvo duras consecuencias. Los Blackmore no tuvieron mano blanda; fueron a por todo, aplicando una condena desmedida por mis actos. Fueron años duros, años llenos de recuerdos y temores, pero hoy, hoy había salido. El grupo me habló con sinceridad y todos nos fundimos en un abrazo. Eran unos cracks, estaban como maracas, pero eran unos cracks. Una hora después, fuera de la taberna, con una botella en la mano y rodeado de los muchachos, celebrábamos la libertad. El "Máquina" estaba sentado en un barril, balanceando una pierna, con esa sonrisa de satisfacción que nunca desaparecía de su cara. A su lado, los gemelos Piqui y Miqui discutían sobre quién había sido más útil en la última misión, como siempre. Y ahí estaba "El Chino", callado, observando, como si midiera cada palabra, aunque todos sabíamos que era el que más disfrutaba de estas pequeñas victorias.

¡A tu salud, Tofun! —gritó el Máquina, levantando su vaso improvisado. Lo llenó hasta el borde y me lo pasó, una muestra más de lo mucho que valorábamos estos momentos de camaradería. Le di un buen trago, sintiendo el ardor del licor recorrerme el cuerpo. Era el sabor de la libertad, de la victoria. El ambiente estaba cargado de humo, risas y el sonido de los brindis. A la distancia, dentro de la taberna, la música comenzaba a sonar más fuerte, pero nosotros preferimos quedarnos fuera, disfrutando de la brisa marina.

¿Y ahora qué, jefe? —preguntó Piqui, con una sonrisa cómplice. Me encogí de hombros, fingiendo que lo tenía todo planeado, aunque, sinceramente, lo único que me importaba en ese momento era disfrutar del presente. Había sido un largo camino, y aunque el futuro aún era incierto, lo que sí sabía era que no importaba lo que viniera, mientras lo enfrentáramos juntos, todo iría bien.


¡Buen rencuentro con los piezas! Gracias por el tema, me permite ir enlazando la historia. Recuerda pedir lo del cofre.
#12
Moderador OppenGarphimer
Nuclear Impact
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Recompensas Tofun.
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Nota importante.
#13


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