Alguien dijo una vez...
Monkey D. Luffy
Digamos que hay un pedazo de carne. Los piratas tendrían un banquete y se lo comerían, pero los héroes lo compartirían con otras personas. ¡Yo quiero toda la carne!
[Misión de Temporada] El Gato y el Ratón - Grupo B
Ray
Ray
Normas





Día 25 de Verano del año 724.


Según las informaciones que maneja el Ejército Revolucionario desde hace unos meses viene gestándose en la isla de Oykot el germen de un conflicto. La isla, claramente dividida entre los acaudalados habitantes de su parte alta y las gentes humildes que viven en el área cercana al puerto, separados entre sí por un río, siempre ha mantenido un delicado equilibrio gracias a la inestimable labor de los balleneros. Estos sacrificados profesionales llevan desde tiempos inmemoriales arriesgando sus vidas en alta mar para obtener el preciado aceite de ballena que se ha utilizado desde siempre para iluminar toda la isla. Ni siquiera los progresivos aumentos de impuestos y aranceles que la monarquía y los comerciantes más pudientes han ido aplicando a este producto a fin de enriquecerse a costa del duro trabajo de los balleneros ha mermado la capacidad de estos para mantener a flote a las gentes más humildes del reino. Aunque este maltrato ha ido haciendo mella durante los años, generando un rencor cada vez más profundo que se ha arraigado ya en la sociedad de esta isla.

No obstante esa situación parece a punto de cambiar. Desde hace años monarquía, nobleza y burguesía han estado reuniendo dinero para financiar la construcción de una central eléctrica de la más puntera tecnología que ha sido recientemente finalizada y ha abierto sus puertas hace apenas unas semanas. Desde entonces la demanda de aceite de ballena ha caído hasta prácticamente desaparecer, dejando a los balleneros sin trabajo y sin un sueldo que permita subsistir a sus familias. Esto ha dejado al reino en la situación actual, al borde de una guerra civil. Una contienda desigual, pues las fuerzas de los balleneros están muy debilitadas y son claramente superadas en número. Sin embargo el Ejército Revolucionario ha decidido prestar su ayuda a los humildes ciudadanos del Reino de Oykot en estos momentos de crisis, y para ello han enviado a tres grupos de intervención.

Ragnheidr, Asradi y Airgid, habéis sido los elegidos para formar el grupo de acción B. Llegáis a la isla desembarcando en la zona del puerto. Localizado en la parte humilde de la isla, Oykot de Abajo, es el epicentro de la actividad de los balleneros, actualmente reducida a mínimos históricos. Las casas son bajas y de madera, sin adornos y con algunos desperfectos producto del progresivo desgaste provocado el viento y la sal del mar. Alguna taberna se intercala entre las viviendas, dando un toque de variedad al paisaje junto a unos pocos comercios de pequeño tamaño. Vuestra tarea aquí puede parecer sencilla, pero tal vez no lo sea tanto. Y, sin duda, es crucial para el desenlace deseado de los acontecimientos. Tenéis que convencer a la líder de los balleneros, Karina, de que cuando vuestros compañeros hagan salir al ejército real ellos acudan en su ayuda y se sumen a la batalla. Una vez conseguido esto deberéis alterar de alguna forma el caudal del río para que este se desborde e inunde la ciudad. El cómo conseguirlo es algo que tendréis que averiguar por vuestros propios medios, al igual que la manera de persuadir a Karina de que estáis de su lado y debe unirse a vosotros en el combate que se avecina. De cara a encontrar a la líder ballenera, os han informado de que esta suele encontrarse en los muelles del puerto.

El Plan


Info
#1
Asradi
Völva
Personaje

Virtudes y Defectos


tur
Inventario


Aquello no iba a ser fácil para ella.

No tanto por el lugar o la situación en sí, sino más bien por temas morales. Les habían informado de lo que estaba ocurriendo en Oykot y hasta ahí se habían dirigido en el barco que pertenecía a Tofun y Gertrudis. La vieja... Bueno, al principio no sabía si esa señora iba a aguantar tanto trajín pero estaba dando más de una sorpresa. Había terminado por caerle bien, al fin y al cabo. Solo era una ancianita, ¡pero qué mujer! Tenía más vitalidad que casi todos ellos juntos. El grupo, como quien dice, se había terminado por dividir, y ahora Ragnheidr, Airgid y ella desembarcaban en el puerto.

Mientras bajaba la rampa, dando unos graciosos saltitos, Asradi miraba a su alrededor. No tanto con desconfianza, pero sí más bien con comedida curiosidad. Era un pueblo claramente pesquero, que dependían exclusivamente del mar. De las capturas del día y de, definitivamente, la obtención de aceite de ballena. Casas pequeñas, pobres, apenas pudientes algunas. La sirena solo suspiró ligeramente, mordisqueándose apenas el labio inferior. No culpaba ni tenía nada en contra de esas gentes, ya bastantes penurias debían de estar pasando. Pero... ¿Aceite de ballena? Eso era lo que la tenía en ese laberinto moral. No lo aprobaba, el cazar ballenas únicamente para beneficiarse de eso. Podía entenderlo si el animal terminase varando en la costa, por enfermedad o signos de la edad. Pero no si estaba totalmente sano.

Se acomodó la falda que, efectivamente, cubría su cola de sirena, comprobó los útiles de su mochila y miró a sus dos compañeros.

Deberíamos preguntar, a ver si alguien nos puede decir donde encontrar a Karina. — Mencionó, antes de volver a echar un breve vistazo.

El mercado, pequeño y demasiado humilde, se abría ante ellos. En realidad solo eran puestos mediocres hechos con algunos barriles y tablas. Poca cosa, pero suficiente para exponer la mercancía que hubiese a la venta.

Quizás si compramos algo, consigamos algo de información de manera amable. — Y sin tener que recurrir a amenazas o desconfianzas.

Y, al mismo tiempo, ayudaban de una pequeña forma a esa pobre gente.

De hecho, recordaba el día anterior, que había hablado con Lobo Jackson. Tenía apenas un poco de trato con el mink revolucionario, de cuando se conocieron en Gray Terminal. Ambos habían decidido coordinar los Den Den Mushi para estar comunicados por cualquier eventualidad que pudiese pasar durante la misión en concreto. Había sido buena idea esa, y esperaba que todo saliese bien, dentro de lo que cabía.

Resumen
#2
Ragnheidr Grosdttir
The Storm
Personaje

Del día 22 al 24 en Oykot-

El viaje fue largo, pero se haría ameno gracias al grupo de personajes que se había juntado. El barco atracó con relativa calma, de hecho, lo que se respiraba en esa tierra de pescadores, era eso, calma. Tanta que Tofun no dudó en marchar por su cuenta para empaparse de la cultura local, algo que Ragn haría de igual manera por su cuenta. Fueron días interesantes en los que el Buccaneer se codeó con lo mejor de Oykot, sus hermanos pescadores (lo que el considera lo mejor, obviamente). Es increíble lo fácil que es crear lazos con personajes que ocupan el mismo trabajo que uno.

Lo fácil que es entrar en sus casas, en sus temas de conversación. Gracias a estos ratillos conoció de primera mano la situación que estaban viviendo y por supuesto, le hablaron de Karina la líder de todos ellos. Una mujer que definían con un aspecto digno de respetar. Ragn, como buen hombre musculoso, fuerte y alto, validaba y de qué manera a otras personas de ese mismo perfil. Seguramente podrían darse un apretón de manos, tomar dos cervezas y conversar agradablemente. Eso o querer matarse, que también era mucho de personas grandes, fuertes y de porte intimidante. Generalmente esas dos, sí.

Para desgracia del rubio, nadie le terminó dando un paradero concreto, además de que él tampoco quiso meter el pie más profundo en el asunto. Era un turista, uno que había caído bien, sí, pero no dejaba de ser forastero y como hijo de tierras lejanas, cuando llega alguien de fuera, hay que medirlo tres veces antes de permitirle algunas cosas. Estuvo dos días fuera, desde que llegaron prácticamente. Dos días en los que comprendió ciertas cosas, algunas que irremediablemente enlazó con situaciones que uno veía en muchas islas. Luego tampoco le fue complejo empatizar con los balleneros, personas que al terminar de tratar con ellos, dejaron un poso familiar en el descomunal hombre de cinco metros. Por conversaciones como aquellas, Grosdttir adoraba su profesión. Y al mismo tiempo, comprendía mejor que nadie las frustraciones de esos hombres y mujeres.

Desde luego, alguien debía hacer algo.


Día 25, actualidad-

Después de una horita de entrenamiento de peso ... Un cántico peculiar, hablado en la lengua más extraña conocida por los hombrecillos humanos que habitaban el barco (no muchos a decir verdad). Se filtraba bajo una puerta, desplegándose por los lugares de descanso de sus compañeros. Un poderoso vikingo, de rodillas, frente a una estatua, oraba apacible, completamente desnudo. — Nosha, gi meg styrke og mot til å hjelpe disse menneskene. Jeg lover å tjene deg godt resten av livet. — El mantra se repetía como un coro. Nosha era su diosa de la muerte a la que servía en cuerpo y alma. Y a la que debía plegarias cuando una posible lucha se avecinaba. En muchas ocasiones esta le pedía sacrificios ... Otras veces no se le aparecía y Ragn tomaba la propia decisión de que simplemente con palabras, dedicación y honestidad, servía. Esta vez su ente divino no apareció, aunque él notó su presencia.

Se levantó con tranquilidad. Limpió la estatua de metal que Airgid le había logrado replicar de una más pequeña construida en madera. Le servía, el metal no era tan puro como la madera, pero por todos los dioses que le servía y de qué manera. Se vistió con su habitual indumentaria. Cota de malla ... Capa roja ... Casco metálico ... En su espalda sus dos gigantescas armas, Rompetomentas y Colmillo de Garm se cruzaban en X, dándole una imagen imponente incluso de espaldas. En la parte de arriba de su vestimenta, tenía un peto de piel que unía la capa, la cota de malla y algunos objetos que tenía colgados cerca con placas de metal. ¿Por ejemplo? justo en el costado derecho de su pecho, un látigo marrón asomaba. Colgado con un candado a la altura de la cintura, un pequeño den den mushi. Bien amarrada en su hombro, lo que parecía una pequeña mochila (Bajo las armas, para poder sacar las mismas sin problemas) donde portaba comida de sobra [Onigiris] y algunas medicinas varias que Asradi le enseñó como utilizar de manera superficial llegado el momento.

Imagen de Ragn


Al salir de su dormitorio y dirigirse a cubierta, la tensión se mascaba. O al menos, la mascaba el propio Ragn. Puede que incluso más afectado de lo que él podría esperar después de aquellos días. Pudo ver pasar fugazmente el cuerpecito de Tofun, que dejó varias bebidas a la vista. El vikingo identificó a Nosha, el particular chupito de amarillento color que había domado en ese viaje. Solo recordar el primer golpetazo que le pegó aquel chupito la primera vez que lo probó, la virgen. Esta vez se lo metería de una, sin pensar, serio, sereno. Eructó, todo muy elegante. En su mano derecha portaba un trozo de pollo de casi un kilo de la noche anterior que se iba comiendo con calma. Como buen cocinero, tenía varias picapicas escondidos por ahí, como algún bollito, trocitos de carne envueltos en papel e incluso trocitos de coco, que sabía que a las féminas les gustaba el sabor. Nunca salía sin comida.

Hablando de las mujeres, hoy le tocaría al grandullón la tarea de emprender su misión junto a las dos de la tripulación. ¿El problema? Asradi. Ragn adoraba a la mujer a la que le debía la vida, sin embargo ambos tenían conceptos muy diferentes de entender el mercado ballenero y de la pesca. Cómo no entenderlo, Ragn vivía para el mar, pero ella vivía en EL mar. Uno no podía entender el punto de vista del otro y viceversa, lo que les llevó a unas discusiones subidas de tono, paradógicamente hoy compartían espacio y misión. Bajó del barco justo después de Asradi, justamente. — Hoy verrremos a Karrrina. — Confirmó ante las palabras de su compañera. Afirmó con la cabeza ante su idea de ir al mercado más cercano a comenzar la investigación y qué mejor que hacerlo comprando comida local. Ragn se golpeó las manos, dándole inicio al día, sin embargo se daría cuenta de que aún faltaba Airgid. — Adelantarrr nosssotrrros. — Era titánico. Su cuerpo hacía sombra a todo lo que se encontraba por delante, incluida su compañera.

Mostrar Contenido
#3
Airgid Vanaidiam
Metalhead
Personaje



Unos días antes...

Tras repasar el plan varias veces junto a sus compañeros, había quedado más que claro cuales eran las partes más importantes de la misión. Tofun se dedicó a tratar de camelarse un poco a los balleneros, una idea que tanto Airgid como Ragnheidr decidieron también llevar a cabo. Tratando de no relacionarse con los mismos círculos que sus compañeros, Airgid pasó días codeándose con los civiles de la zona. Eran gente humilde y trabajadora, quizás algo cerrados de primeras con los extranjeros, pero la labia, el carisma y la belleza de la rubia le ayudaron bastante a la hora de generar cercanía con los pueblerinos. La confianza creció rápidamente y le contaron las inquietudes y problemas con los que estaban viviendo, una situación que ella ya conocía, pero el hecho de que contaran con ella para explicárselo de primera mano era señal suficiente para saber que estaba cumpliendo bien con su parte del plan.

Acabaron hablándose sobre Karina, la líder de los balleneros. No la había conocido personalmente, pero solo por lo que decían de ella... Airgid se la imaginaba como una mujer increíble, fuerte ya no solo a nivel mental sino que tremendamente musculosa y fibrada. ¿Cuánto peso sería capaz de levantar? Se moría de ganas por conocerla, en su mente ya se veía haciéndose amiga de ella y haciendo press de banca juntas. Pero los balleneros resultaron ser lo suficientemente reservados como para no compartir con ella un dato tan importante como su paradero, tampoco se lo llegaron a contar a Ragnheidr... al parecer eran más discretos de lo que se había imaginado en un primer lugar.

Día 25, actualidad.

Airgid llevaba horas preparádose para lo que se avecinaba aquel día. Había entrenado como hacía todas las mañanas, se había tomado su desayuno que consistía en unos onigiris y medio litro de refresco y dedicó gran parte del tiempo a poner a punto todas las cosas que le serían necesarias. Se había hecho con una mochila un poco más robusta y sobretodo, más espaciosa, que junto a las ropas que había conseguido le ofrecían un montón de bolsillos y recobecos donde guardar sus cosas. Y es que Airgid se había transformado en casi en un tanque. Vestida preparada para la guerra, un top ajustado, pantalones holgados y cómodos, zapatillas todoterreno... Llevaba el cabello suelto, dorado, ondeando como si fuera una bandera a su alrededor, y sobre su cabeza, sus queridas gafas de aviador. Guardó en la mochila varios útiles médicos que le había entregado Asradi, su den den mushi, varias latas de refresco y mucha chatarra. Sí, sí, y no solo en la mochila, en los múltiples bolsillos de la ropa también había guardado pequeños trocitos de metal. Tornillos, engranajes, chinchetas, clavos... todo lo que tuviera que no fuera demasiado grande. En su espalda llevaba aquel rifle de largo alcance que había comprado hacía ya un tiempo, mientras en el cinturón llevaba MÁS latas de refresco, su pistola y sus dos escopetas, una a cada lado de la cintura. También se había equipado con unas punteras de metal en la bota, para hacer más dañito cuando tuviera que ponerse a repartir patadas, y por último, llevaba las balas en diferentes cinturones que había colocado alrededor de su cuerpo. Cualquiera al verla pensaría que se estaba preparando para toda una batalla. No le faltaría razón, tampoco.

Imagen de Airgid


Finalmente salió a cubierta. Su "imponente" apariencia enseguida se volvía divertida al ver cómo tenía que moverse, dando saltitos a la pata coja. Pero para Airgid aquello no era ridículo en absoluto, era de hecho, una forma de seguir entrenándose. Vio los chupitos que Tofun les había dejado sobre la mesa y esbozó una sonrisa al recordar que prácticamente todo el viaje se lo habían pasado borrachos como cubas. Ese Tofun sí que era un grande. La rubia no se lo pensó dos veces, tomando el chupito y metiéndose entre pecho y espalda de un solo trago. Le había llamado "polvazo" en honor a ella, y la verdad es que le pegaba un poco, porque siempre estaba llena de polvo y aceite de motor y porque estaba más buena que el pan, pa qué mentir.

Notando cómo las fuerzas le aumentaban después de aquel chupitazo, se encontró con Ragnheidr y Asradi. Estos habían tenido algunas diferencias los últimos días, pues en cuanto al tema de los ballerenos cada uno tenía su propia opinión... y bastante opuesta, la verdad. Airgid había intentado ser la que calmaba un poco las aguas, manteniendose relativamente neutral solo por no crispar más el ambiente, tratando de quitarle hierro al asunto soltando bromas y tonterías. Solo esperaba que el día de hoy no se viera demasiado incomodado por aquella discusión. — ¡Hey! — Dijo al alcanzarles. — Hoy es el día, ¿eh? La Karina esa es más escurridiza que una salamandra remojá, pero de hoy no pasa. — Lanzó un poco al aire, creando conversación y hablando levemente de la misión que les esperaba por delante. Notaba la tensión, pero intentaba aligerar el ambiente con sus bobadas. — Que se vaya preparando, la vamos a camelar de lo lindo. — Sonrió, echando un leve vistazo a ambos. Asradi era parecida a ella, al menos en el sentido de que también iba dando saltitos, tan graciosa. Llevaba una falda larga para que nadie descubriera su cola de sirena... a ver, no es como si creyera que los balleneros fueran a pescarla ni nada, pero nunca se sabía la verdad. Por otro lado, Ragnheidr era una puta mole de músculos, una montaña imponente, con esas dos enormes espadas a su espalda, su armadura y su bonito casco alado. Cuando iba desnudo era increíble, un portento físico, pero así, equipado hasta los dientes, era todo un espectáculo. Airgid les miraba y se moría de ganas por comenzar la misión, tuvo que morderse la lengua para contener la emoción en su interior.

Off
#4
Ray
Ray
Parece que los tres días de antelación con los que llegasteis a la isla tras asistir a la boda de vuestro compañero Tofun han sido productivos. Por un lado Asradi se ha encargado de asegurar la comunicación con un miembro de otro de los grupos de acción, concretamente del grupo al que debéis ayudar asegurando la colaboración de los balleneros. Y por el otro, tanto Ragnheidr como Airgid han estado relacionándose con los balleneros y con el resto de ha itantes de Oykot de Abajo, tratando de estrechar lazos con ellos para así intentar allanar el camino cuando paséis a la acción.

Por suerte para vosotros, vuestro carisma y don de gentes y, por qué no decirlo, vuestro aspecto atractivo, os han granjeado rápidamente la simpatía de las buenas y humildes gentes de Oykot de Abajo, que han visto en vosotros a unos forasteros amables e interesados por sus problemas. No obstante seguís siendo forasteros, por lo que no han terminado de abrirse con vosotros por completo.

Llegáis al mercado, un lugar lleno de vida y ajetreo. Vendedores y potenciales clientes intercambian palabras, gritos, risas... El bullicio es en ocasiones casi ensordecedor. El buen tiempo ayuda que sea una jornada particularmente activa, pues el sol brilla en un cielo en el que apenas un par de pequeñas nubes del más impoluto color blanco empañan el intenso tono azul del cielo. La temperatura es agradable, calurosa pero no en exceso, y sopla una suave brisa procedente del mar.

Entre los puestos veis a gente conocida, personas con las que habéis hablado y compartido vivencias agradables en los días previos. La mayoría de ellos se encuentran comprando alimentos, algunos de ellos cargando cajas y, los menos, vendiendo sus productos. En particular os fijáis en dos estás personas. Una de ellas es Robson, un ballenero joven e imberbe, aún con muy escasa experiencia, pues según contó ayer a Ragnheidr comenzó a trabajar hace apenas unos meses. Aunque hablando con él fue fácil darse cuenta de que es alguien muy echado para adelante y con ganas de hacer que las cosas mejoren. Por otro lado unos metros más allá se encuentra Jonas, de pie en su puesto del mercado. Jonas es un pequeño comerciante de mediana edad que lleva al menos dos décadas vendiendo aceite de ballena que los balleneros le proporcionan. No vende mucha cantidad, pero cuando Airgid compartió unas bebidas con él y otros habitantes del pueblo dos días antes se vanagloriaba de que solo vendía la materia prima de mejor calidad, proporcionada directamente por los balleneros más expertos. Durante ese rato la rubia también pudo darse cuenta de que la mirada se le iba más a menudo de la cuenta hacia ciertas partes de su anatomía.

Cosas
#5
Asradi
Völva
Personaje


Los últimos días, sobre todo los más recientes, habían sido realmente tensos entre ella y Ragnheidr. Ambos tenían puntos de vista muy diferentes con respecto al tema de los balleneros. En cierta forma, Asradi podía comprender que necesitaban un medio de vida. Pero... ¿Tenía que ser ese precisamente? Era verdad que ella, como subespecie de tiburón azul dentro de las sirenas, se alimentaba a veces de otros peces y criaturas marinas cuando no estaba en la superficie. Pero de ahí a matar ballenas única y exclusivamente por esa substancia de la que extraían el tan conocido aceite... No lograba entenderlo. O, más bien, no lo compartía. Y eso había ocasionado más que una discusión con Ragn en donde Airgid también había intentado mediar un poco entre ambos, sobre todo para que el ambiente no fuese todavía más tenso. Y a ella le reconcomía, porque adoraba a ese par. En pocos días se habían convertido no solo en buenos compañeros sino que, esperaba, en buenos amigos. En alguien en quienes pudiese confiar ciegamente.

La sirena se mordisqueó un momento el labio inferior, en un toque algo inseguro. Se había comido, mientras esperaba, un onigiri que el mismo Ragn había hecho horas antes y que le había entregado por igual, aumentando un tanto ese remordimiento hacia el grandullón. Estaba realmente bueno, para ser un aperitivo de lo más simple y sencillo. Asintió cuando el oriundo de Elbaf desembarcó poco después de ella y sonrió leve cuando Airgid se unió apenas unos segundos después. De todas maneras, se aproximó un momento a Ragn y le dió una palmadita en el costado cercano.

Siento haber sido tan borde contigo antes. No es nada personal. — No lo había sido en ningún momento, pero sentía que todo iría mejor si, al menos, se disculpaba por su actitud insufrible momentos antes.

Luego, asintió conforme a ambos. Debían encontrar a esa tal Karina, exponerle la situación y convencerla de que ella y los suyos les echasen una mano en cuanto el ejército real saliese. No sabía si la tipa sería un hueso duro de roer, pero imaginaba que la situación no iba a ser fácil. Solo esperaba que no tuviesen que llegar a las manos. Al menos, no tan pronto. Comprobó, superficialmente y de nuevo, que llevase todo. El Den Den Mushi también estaba sincronizado y a buen recaudo. Les vendría bien para, posteriormente, coordinarse con el grupo de Lobo. Miró luego a uno y a otro y no pudo evitar una suave sonrisa. Iban equipados hasta los dientes, ese par. Hacían una tremenda pareja, aunque eso no lo diría en voz alta. Al menos por ahora. Y ella... Bueno, ella iba mucho más sencilla.

Así que se encaminó, a saltitos, con ambos hacia el mercado. Y el bullicio no tardó en confundirla un poco, al menos de manera inicial. Asradi parpadeó levemente a medida que miraba a su alrededor. No creía ver caras conocidas, pero eso no importaba.

¿Conocéis a alguien de los que están aquí? — Preguntó, a sabiendas de que ese par había pasado los últimos días congeniando con la gente del lugar. Ella había decidido ser más cautelosa al respecto.

Prefería no arriesgarse demasiado, en solitario, en un lugar como ese y a riesgo de descubrir lo que escondía bajo la falda. Y en su espalda, todo sea dicho. Asradi tomó aire y se percató de que uno estaba mirando a la rubia de una manera... Bueno, más descarada de lo que tendría que hacerlo.

Parece que has captado la atención de alguien, Airg... — Medio bromeó, en un susurro hacia la susodicha, esbozando una preciosa y divertida sonrisa.

El ambiente era cargado, olía a salitre, a humedad, a pobreza y, sobre todo, a humanidad.

Por su parte, la pelinegra se adelantó hacia uno de los puestos, comenzando a curiosear entre varios artículos marítimos que se exponían, tales como orfebrería muy sencilla y humilde hecha a mano. Primero escucharía. Los rumores y las quejas, en un lugar con tanta falta, no debían de ser complicados de captar.

Resumen

Estadísticas con Bonus
#6
Ragnheidr Grosdttir
The Storm
Personaje

Los momentos tensos que Asradi y el vikingo tenían debían solucionarse y al parecer, eso entendió también la sirena, que parecía querer calmar las aguas. ¿Cómo no estar tirantes? Tanto el vikingo como la mujer de moreno cabello defendían su punto de vista desde, valga la redundancia, su punto de vista. Es complicado cuando dos personajes se encierran en sus ideas de esa manera, ¿llegar a un punto medio? Airgid no lo conseguiría en la vida, no con Ragn. El rubio tenía un ego consolidado con años de práctica y un amor propio que viajaba más y mejor que un barco de guerra. Amable, sí, honesto también, pero uno era lo que era. Bufó el gigantón cuando contempló a la pequeña humana acercarse hacia él. — Genial, otra discusión. ¡Pues que sea! No me voy a bajar del burro, mujer. — Preparado para seguir la peleita, las palabras de Asradi iban por otro camino. Momento en el que apareció la última en discordia. Ragn miró hacia la mujer sin pierna, saludando de manera seria bajando la cabeza ligeramente. — Yo saberrr que no serrr perrrsonal, Asrrradi. — Contestó, con la seriedad que le caracterizaba esa mañana. Le endosó otro gran bocado al pollo que sostenía. Estaba perfectamente jugoso y eso que era de ayer. Trucos de cocinillas.

Por mucho que estuvieran peleados, Ragn defendería con su vida a la sardina con patas. Ella no era consciente de la unión que tenían, no lo era ni por asomo. Cuando uno pasaba a ser importante para el Buccaneer no era moco de pavo, literalmente formaba parte de su ser, el dolor de la hembra, sería el suyo, firmado bajo Nosha en muchas de las noches posteriores al cruce que acercó la muerte ante los ojos de Ragn y que tanto Asradi como Airgid ayudaron a que no se concluyera. Él debía morir en Elbaf, no en una tierra pagana como aquella de Kilombo. — Andarrr. — Anunció, dando inicio a su caminar nuevamente. Entre bocado y bocado, Ragn se iba cruzando con balleneros que conoció los días previos. Era gente amable, demasiado quizás. Casi que añoró ser tratado como un extraño, que es lo que le solía pasar casi siempre. Hasta para el cariño ajeno hay que estar acostumbrado.

La imagen de una rubia y una morena a los lados, dando saltitos y un imponente rubio de quinientos quilos de músculo, justo en medio, era la descrpción más demoledora que aquellos humanos verían jamás. Parecían sacados de humor amarillo. Fue llegar al mercado y Asradi comentar si conocían a alguien y un tipejo le estrechó la mano al gigantón, quién la entregó de buena gana. — Algunoss conosserrr. — Contestó, esta vez alargando una apacible sonrisa. — ¿Olerrr? — Respiró profundamente. El olor era de mar, de pescado, de océano. Cómo adoraba el vikingo la sensación. — ¡Rrrob! — Levantó la voz y la mano, con el pollo en ella. Sus ojos captaron al chico con el que tuvo la oportunidad de compartir ideas, sueños e incluso, algún bocado. Era bastante más joven que Ragn o al menos lo aparentaba, pero tenía esa aura que le encantaba al rubio. Se alejó unos pocos metros de las chicas para poder hablar con el muchacho.

Hubo apretón de manos e incluso. Se veía bastante acelerado a Robson. — Buen muchacho, trrrabajando. Eso gustarrr. ¿Cómo estarrrr? — Le golpeó con ligereza el brazo, en un tono de hermandad. Sabía cómo comunicarse con él, en general, le solía pasar con casi cualquier persona, pero más aún si "eran de los suyos" como el catalogaba a las personas que pescaban/vendían sus mercancías. Joder es lo que hacía él desde hace años.
Mostrar Contenido
#7
Airgid Vanaidiam
Metalhead
Para Airgid, moverse en situaciones incomodas no le resultaba demasiado complicado. Era una mujer bastante pasota en ese sentido, y aunque notase cierta tirantez entre el nórdico y la sirena, ella prefería centrarse en su propio rollo sin darle demasiada importancia. Aunque agradeció que Asradi fuera la primera en tratar de aligerar un poco el ambiente. Pero ella realmente no era la madre de nadie para estar haciendo de mediadora eternamente, además de que se trataba de un debate que le daba un poco igual, siendo sinceros. Entendía que para ellos dos era mucho más importante pues tenía cierta relación con sus modos de vida. Ragnheidr se había dedicado muchos años a pesca, y Asradi era literalmente una persona que podía vivir en el mar como un pececillo más. Airgid se sentía un poco ajena al tema, lo suyo era el aceite del motor y el calor de la forja. Entendía que los pueblerinos tenían que ganarse el pan de alguna manera, pero también entendía las reticencias de la morena por matar seres marinos tan maravillosos por un producto tan... común, por así decirlo. En fin.

El caso es que los tres llegaron finalmente al mercado. Tanto ella como Ragnheidr les dedicaron algunos saludos a personas con las que se iban cruzando. Otra cosa no, pero se trataba de un dúo bastante carismático, extrovertido, en apenas un par de días se habían labrado algunas amistades por el lugar. — Sí, algunos, aunque yo estaba buscando a uno en espesial... — Respondió la rubia, afilando la mirada por si lograba encontrar a ese hombre que tenía en mente. Ragnheidr no tardó en cruzarse con un joven con el que al parecer había trazado cierta amistad, acercándose a él y apretándole la mano con fuerza mientras con la otra sujetaba su pollo. Ese tal Rob le sonaba de vista, pero como había intentado no acercarse a las mismas personas que Ragn, no le conocía más allá de eso.

Fueron las palabras de Asradi las que le hicieron volver la mirada. La sirena le había avisado de que al parecer, alguien se había quedado prendado de ella, así que con curiosidad, buscó al susodicho con los ojos. Se le dibujó una sonrisa en el rostro al encontrar a Jonas. "¡Bingo!", pensó de forma casi instantánea, y no tardó en acercarse a él dando unos poquitos saltos más mientras Asradi se dirigía hacia uno de los puestos. Comenzaba el juego. ¿Que por qué Airgid le había estado buscando a él en concreto? Porque era más que consciente de que aquel hombre estaba loquito por ella, al menos físicamente hablando. — ¡Jonas! ¿Qué tal? No paras, ¿eh? — Tenían el trabajo en las venas, se les notaba en sus rostros curtidos por el sol. Aunque Jonas no era uno de los balleneros como tal, sino un comerciante que se ocupaba de mover el aceite que estos le proporcionaban, por lo que tenía grandes amigos dentro del sector, lazos y mucha confianza con ellos. La rubia se inclinó sobre el puesto, buscando proximidad y cercanía con el hombre, y dejándole una mejor vista de aquella anatomía que tanto miraba. — Oh, espera, ven. — Alargó la mano izquierda sobre su rostro, sujetándole el mentón. Humedeció ligeramente el pulgar de su mano derecha y lo usó para limpiarle un poco de sangre que tenía en una de las mejillas. — Una herida, tienes que tener más cuidado, ¿sabes? — Le explicó, aprovechando el contacto para acariciarle un poco antes de soltarle, dedicándole una sonrisa encantadora. Para nada estaba intentando usar sus encantos y la evidente atracción que el hombre sentía hacia ella para su propio provecho, qué va. — Jonas, ¿crees que podrías hacerme un favor? Tengo que hablar con Karina. — Decidió ser directa, no andarse por las ramas más de lo suficiente. Ya había puesto el cebo, y ahora le tocaba recoger el sedal, ver si había conseguido pescar algo de información. — Creo que he demostrado ser una persona en la que puedes confiar... es un asunto importante. Y luego nos tomamos unas cervezas, ¿te parece? — Le guiñó un ojo, sin perder su sonrisa. Solo le conocía de un par de días, pero compartir bebidas hasta las tantas forjaba uniones de forma increíblemente rápida. Con un poco de alcohol encima, las personas se abrían más de lo normal, y era una amistad mutua la que compartían, cimentada sobre confesiones llenas de ron y vodka a las tres de la mañana. Aunque si no le servía, siempre tenía más personas con las que intentarlo, al igual que Ragn por otro lado.

OFF
#8
Ray
Ray
Quién diría que existen tensiones internas en vuestro pequeño grupo al veros en acción. Perfectamente coordinados pese a vuestras diferencias, cada uno de los tres ha asumido con perfecta naturalidad una tarea diferente, pero todas ellas con un objetivo común: descubrir el paradero de Karina.

Asradi, entre los distintos puestos comerciales puedes ver todo tipo de mercancías y materiales. Por la zona te encuentras con pequeños puestos de pescado tanto fresco, recién traído desde alta mar, como conservado en salazón. Se venden toda clase de especies de peces, desde diminutas sardinas a enormes atunes, pasando por merluzas, salmones e incluso meros. No obstante como habitante del mar que también eres no creo que te atraigan mucho estos comercios. También hay puestos de frutas y verduras con una enorme variedad de productos.

Fuera de lo que son los puestos de alimentación hay un par de tiendas de orfebrería que venden pequeños utensilios de cerámica, varios comerciantes de aceite de ballena (con uno de los cuales puedes ver flirtear a Airgid) y otra multitud de distintas tiendas. Incluso ves un diminuto comercio dedicado a la venta de joyas. Resulta sorprendente encontrar algo así en un lugar cuyos habitantes poseen un nivel económico que no puede considerarse precisamente alto, aunque si te fijas sus productos no son ni mucho menos de alta gama. Se trata más bien de bisutería hecha con conchas de diferentes moluscos y algún que otro mineral pobre, no precioso. Pero pese a ello tiene algunos artículos que son bastante bonitos, y parecen estar aceptablemente bien hechos.

En cuanto a las conversaciones no consigues captar nada demasiado interesante a priori, pero sí que puedes oír a dos jóvenes balleneros hablando entre sí. Uno de ellos le está diciendo al otro que ya no puede quedar mucho para que estalle la guerra, ya que están siendo empujados hacia el límite y es solo cuestión de tiempo que lo alcancen, a lo que su interlocutor asiente, mostrando que está de acuerdo con su apreciación.

--------------------------------------------------------------------------------------------------------

Ragnheidr, el joven ballenero se sobresalta ligeramente cuando le saludas, pues no esperaba ser saludado de forma tan efusiva en ese momento. No obstante en cuanto se da cuenta de que eres tú quien se había dirigido a él su rostro se ilumina con una sincera sonrisa. Te devuelve el saludo y, cuando te acercas y le preguntas, te responde con amabilidad:

- Bien, aquí me ves. - Te dice, mientras señala con la cabeza la caja que lleva en las manos. - Llevando algo del aceite que hemos conseguido en el último viaje, a ver si algún comerciante está interesado en venderlo.

Justo después de pronunciar estas palabras la expresión de su cara se ensombrece ligeramente, expresando lo que podría parecer resignación o desánimo.

- Cada vez es más difícil sacar un precio que nos compense los gastos. - Te confiesa. - Esa maldita central no va a tardar en acabar con nuestro modo de vida.

-------------------------------------------------------------------------------------------------------

Airgid, según te vas acercando a la posición de Jonas te fijas en que no es capaz de apartar su mirada de los movimientos de tu busto mientras das saltitos hasta llegar a su pequeño comercio. Cuando le saludas se ruboriza ligeramente, de forma casi imperceptible. Parece algo intimidado por tu presencia, como si no estuviese acostumbrado a que una mujer que el consideraba muy bella fuese a hablar con él de forma tan directa sin que hubiera algo alcohol de por medio que le ayudase a relajarse.

- Ho-hola, Airgid. Espe-pero que vaya to-todo bien. - Te devuelve torpemente el saludo. Acto seguido cuando te inclinas hacia él y le agarras la barbilla para limpiarle la mejilla con tu dedo pulgar de la otra mano puedes ver cómo una gota de sudor desciende desde su frente por el lateral de su rostro. Es imposible no darse cuenta de que está nervioso.

Ante tu pregunta, sin rodeos y directa al grano, los ojos del hombre suben su foco hasta los tuyos. Su expresión es seria, pero el hecho de que tu presencia le altera sigue siendo claramente palpable. Traga saliva y duda un momento antes de decirte:

- Ka-karina se encuentra en el almacén de los ba-balleneros esta mañana. Últimamente pa-pasa mucho ti-tiempo allí. - Por cómo te mira parece sincero, pues da la sensación de querer ayudarte y de preocuparse por ti. - El alma-macén está al final del pu-puerto, yendo hacia el río. Lo reco-conoceréis fácilmente. Es u e-edificio grande de pi-piedra con una ba-ballena tallada sobre la entrada.
#9
Airgid Vanaidiam
Metalhead
Airgid lo había conseguido. A veces incluso ella misma infravaloraba un poco sus poderes de mujer, y es que no es que se trate de una mujer especialmente "femenina" dentro del significado de esa palabra. Aún así, aunque ella no lo supiera o no lo valorase lo suficiente, tenía una belleza inherente que se unía a aquel carisma arrasador y que le daba la habilidad de conseguir casi todo lo que quisiera. Y en esa ocasión, le había servido para hacerse con una información bastante valiosa. La mujer esbozó una sonrisa, completamente satisfecha con su tarea. — Eres el mejor, ¿lo sabías? — Le respondió, dejando sobre el mostrador de su puesto una pequeña propina por haberse portado tan bien con ella, unas cuantas monedas. Dio unos cuantos saltitos para alejarse de Jonas, buscando reunirse de nuevo con Ragnheidr y Asradi. Aunque continuó mirando en su dirección, dedicándole una despedida con el brazo levantado en el aire. — ¡Luego nos tomamos esa cerveza! — Le recordó su propia promesa, antes de girarse hacia sus compañeros y dar por resuelta su tarea.

Con toda la confianza del mundo, tomó a Asradi de la mano y la arrastró con ella hacia Ragnheidr. Estaba entretenida mirando puestecitos, pero ya tendrían tiempo más adelante de comprarse un recuerdo para el viaje. — ¡Ven! Tengo lo que necesitamos. — Le avisó con un tono de voz bajito mientras llegaba hasta Ragnheidr. Al gigantón le dio un toque en el muslo, irrumpiendo en su conversación con el joven imberbe. — ¡Buenas! Siento interrumpir, pero tenemos prisa, ¿a que sí, Ragn? — Le guiñó un ojo al enorme rubio, dándole a entender que efectivamente, tenían que poner pies en polvorosa y comenzar el camino hacia Karina. No quería ni imaginarse en qué situación se encontrarían ahora mismo sus compañeros, tenía ganas de algo de acción, de convencer a aquella mujer y comenzar el asalto. Aunque antes de arrastrar a sus dos amigos con ella, decidió dedicarle unas palabritas al joven que hablaba con el nórdico. — Confía, chaval, huele... como a... — Inspiró con fuerza, tomándose un segundo antes de continuar con la frase. — Revolución, ¿no crees? — Le guiñó un ojo, esbozando una de sus impolutas sonrisas y ahora sí, trató de arrastrar a sus compañeros en la dirección que Jonas les había indicado. — Chicos, sé donde está Karina. — Les informó con un susurro a ambos, tratando de ser lo más discreta posible y que a la vez fueran capaces de escucharla. Según las palabras del comerciante, solo tenían que dirigirse al final de puerto, camino al río. En un edificio grande de piedra con una ballena tallada en la entrada. Estaba claro que pertenecía a los balleneros, pero Karina era tan escurridiza que una nunca sabía dónde podía estar escondida. Aunque resultara a primeras evidente.

Off
#10


Salto de foro:


Usuarios navegando en este tema: 17 invitado(s)