Alguien dijo una vez...
Iro
Luego os escribo que ahora no os puedo escribir.
[Aventura] [A - Autonarrada T1] Escapar de la jaula
Gretta
La Devoramundos
Día 83 de verano del año 699
Gretta estaba en su celda del barco como siempre, una celda de grandes dimensiones en la que no había nada más que un poco de paja que usaba de cama y un cubo con agua, no había conocido otra cosa y había hecho de eso su vida como podía, pero llevaba unos días que se inquietaba y se ponía mas nerviosa de lo normal conforme pasaba la semana, como si se acercase algo malo, no sabía bien porqué ya que creía que al final se acostumbraría al hambre y al sufrimiento físico, pero eso eran ilusiones, esperanzas banales, el mundo no le daba el lujo de morirse, ni siquiera sobre su muerte tenía decisión, y lo había intentado, la celda, el cubo, la paja y una rata sabían que lo había intentado, pero siempre había alguien que la detenía o que la devolvía a la vida en el último momento.

La rata era la que hacía que aguantase la soledad, ya que estaba en su celda desde hacía años, casi los mismos que ella llevaba allí. Hablaba siempre con ella; la rata con el tiempo parecía que hasta la entendía y se pasaban horas haciendo trucos, incluso alguna vez le traía comida que el pequeño roedor robaba de la cocina del barco. No era mucho, pero eso había hecho que Greta pasase la depresión de una forma un poco más llevadera, aunque los años empezaban a pesar ya una barbaridad.

La secuestraron de los brazos de sus padres hará ya 15 años; lo sabía porque siempre se lo recordaban sus captores; cada vez que pasaba un año de su secuestro entraban donde la tuviesen y le hacían algo una vez por cada año que tenía. Al principio eran pequeñas agresiones; con el tiempo pasaron a palizas y estos últimos años habían sido violaciones.

Escucho unas voces, seguidas de unas risas. —¿20 ya? Hoy va a ser una noche movidita, algunos van a repetir incluso, jajajaja. Entonces supo por qué llevaba unos días mala y sin ganas; su cuerpo la estaba avisando; ella no sabía cómo medir el tiempo; había días que ni siquiera veía el sol, pero su instinto, como el reloj biológico de cualquier otro ser vivo, había encontrado un patrón fijo. La llegada de la comida, el agua y las visitas eran inciertos, ya que había días que tenía y días que no, pero había un día al año a lo largo de 15 años en el que pasara lo que pasara siempre se repetía y su cuerpo había aprendido a calcularlo. Se puso muy tensa, no tenía fuerzas para esto, ni siquiera tenía la suficiente agua en el cuerpo para llorar, así que se fue a un rincón a esperar su destino.

Con la luz de antorchas llegaron las primeras siluetas, no sabía decir cuantas porque no sabía contar pero eran bastantes, todas de diferentes alturas, aunque para ella todas eran pequeñas, se arrinconó aun más, a los ojos de la rata que miraba desde una rendija en la madera, la escena era a todas luces contradictoria, una decena de hombres, que entre todos no equiparaban el peso de la bestia arrinconaban a un jabalí de más de cinco metros que se hacía un ovillo temerosa en una esquina de la pared —Venga Cerda que no te vamos a hacer nada, ven puerquita sal oink oink— dijo el primero de ellos, lo llamaban Fred no era el jefe pero era el más cabrón de todos, era el que se encargaba todos los días de su cuidado y aprovechaba siempre para pegarle, el jefe entraba siempre el último cuando los demás ya no estaban, para poder explayarse lo que le diese la gana.

—O vienes o ya sabes lo que hay— dijo mientras hacía un estallido en el suelo con un látigo. Ante el impacto, Gretta se movió por instinto hacia el lecho de paja, como un animal de circo. Fred se bajó los pantalones y después de él, otro, y lo que siguió fueron unas horas de sufrimiento, dolor y vejación; Gretta solo miraba hacia arriba y dejaba el cuerpo como un muerto. Pasaron 19 en total; cuando hubieron acabado, salieron y entró el jefe.

Prest era un hombre muy mayor y se jartaba de ser un hombre duro y bromista. Entró con una bandeja enorme de comida recién hecha; no era la primera vez, todos los años lo hacía. —Mira, cerdita, son tus papás, han venido a felicitarte— levantó la tapa, y se vislumbraron dos cerdos asados muy grandes con manzanas en la boca. —Adelante, ya sabes que no hay que hacer esperar a los invitados— Dijo con una sonrisa, ofreciéndole a los cerdos para comer. Gretta rompió a llorar, sacando líquido de dónde no había, pero algo sucedió. —AGHHHHHHH— Gritó Prest de dolor, agarrándose el pie. Gretta se asustó y pudo ver cómo la rata le estaba mordiendo a Prest; había ido por detrás de él y ahora este estaba luchando por deshacerse de ella. La rata acabó lanzada de un patadón e iba camino de su rendija para salvarse cuando se escuchó un —¡BUM!—. La estancia se llenó de olor a pólvora y cuando se desvaneció el humo, Prest blandía un trabuco que aún tenía la boca roja y en la dirección que apuntaba yacía la rata reventada en mil pedazos a escasos centímetros de su rendija, apunto de salvarse.

El ambiente de repente se volvió oscuro, una presencia densificó el aire y cuando Prest se giró a ver a Gretta, esta estaba de pie frente a él con un aura oscura a su alrededor. Erguida totalmente con sus más de cinco metros, su cabeza tocaba el techo teniendo que agacharse y aunque estaba muy delgada, su presencia llenaba la sala como si fuese una montaña. Prest sintió el miedo por primera vez en mucho tiempo y no era para menos; Gretta lo cogió por los hombros y lo levantó como si nada. Prest le apuntó con el trabuco como pudo y disparó; el impacto le abrió un boquete al monstruo en el hombro, pero este ni se inmutó. —Otro dolor, otra herida, nunca más, ninguna más— Dijo Gretta mientras partía por la mitad al hombre y salía de la celda, arramblando con la puerta y arrastrando con las manos las dos partes de Prest.

Cuando la tripulación notó las vibraciones de los pasos y vio subir por las escaleras a Gretta con los trozos de su jefe chorreando sangre, se quedaron inmóviles. La escena era terrorífica y para cuando quisieron reaccionar, Gretta había reventado contra el suelo a uno de ellos con el tronco superior de Prest. Todo explotó en sangre, miembros y vísceras… En el mar se escucharon disparos y gritos; todo lo que quedaba de noche, rincón por rincón y camarote por camarote, Gretta buscó a cada uno. Cuando salió el sol no se escuchaba ya nada y la escena a la que dio luz era una auténtica salvajada. El barco estaba lleno de sangre y trozos de personas; Gretta estaba en medio de todo sentada, sujetando un cuerpo decapitado que aún portaba un látigo mientras se comía la cabeza de Fred.

Ahora tocaba la libertad y eso la asustaba, pero jamás volvería a pasar este miedo.
#1
Moderador OppenGarphimer
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