¿Sabías que…?
...oficialmente el aniversario del manga One Piece es el 22 de Julio, dado que ese día en el año 1997 fue cuando se publico el primer capitulo.
[Común] [Pasado] La Cereza del Pastel
Ubben Sangrenegra
Vali D. Rolson
El peliblanco se encontraba casi fuera de la pastelería mientras acompañaba a Akari, la sonrisa en su rostro era apenas una sombra sutil y cálida que cualquiera que observase la situación pensaría que el bribón de ojos dorados estaba embobado con la chica de oscuros cabellos, sin embargo era el reflejo del pequeño triunfo que había logrado en su intercambio con Akari. La chica de oscuros cabellos había respondido de manera encantadora, mencionando que aún estaba aprendiendo y que, algún día, él debería cantar para ella. Ante sus palabras, el moreno de cabellos blancos simplemente inclinó ligeramente la cabeza, sonriendo con una mezcla de ternura y verguenza calculada. Aquella sonrisa era un arma más en su arsenal, usada en los momentos precisos para saltear las defensas de personas desprevenidas a su alrededor.

Cada gesto, cada palabra de Akari era como una melodía embriagante para el bribón de ojos dorados. La manera en que aceptaba sus avances sutiles lo tenía fascinado. Era como si cada pequeña grieta que lograba abrir en su fachada la acercara más a él, y eso lo llenaba de una satisfacción que ocultaba detrás de su calma aparente. Mientras caminaban, el peliblanco soltó un comentario que fue su golpe final antes de que llegaran a la panadería, un comentario que pareció derrumbar por completo las murallas de Akari, dandole paso directo a su corazón. La observó tartamudear, tragar saliva con nerviosismo, y en ese momento supo que tenía el control de la situación. Sus movimientos fueron delicados, cuando avanzó un poco más y tomó su mano suavemente con su diestra. La piel tersa y dedos delicados de la pastelera contrastaba con sus dedos fríos y firmes. Mientras ella balbuceaba algo sobre no ser extraño olvidar el rostro de alguien que le agradaba, el moreno de ojos dorados movió su mano izquierda hasta tocar la de Akari, sus dedos rozando suavemente su piel, antes de acariciarla con ternura.

No lo sé— murmuró el peliblanco, su voz baja y envolvente —Simplemente no pensé que nuestro sorpresivo encuentro hubiese sido tan especial para ti, como para recordarlo.— Sus palabras parecían casi inocentes, pero estaban cargadas de intención. Mientras hablaba, no solo acariciaba la mano de Akari, sino que, con una timidez perfectamente estudiada, la sujetó con un poco más de firmeza, envolviéndola en su toque como si temiera perder esa conexión. Era un gesto íntimo y, al mismo tiempo, controlado. —¿Te gustaría salir hoy por la tarde... o tal vez por la noche?— preguntó el bribón, apartando la mirada como si estuviera avergonzado, aunque era una vergüenza muy bien ensayada. Sin mirarla, añadió en un tono más suave —Me gustaría invitarte a cenar... quizás dar un paseo.

Cuando volvió a mirarla, sus ojos dorados brillaban con una intensidad que contrastaba con la delicadeza de sus gestos. Los rayos del sol de la mañana acariciaban su rostro moreno, haciendo que sus ojos parecieran aún más hipnóticos. Su propuesta fue directa, pero la pasión contenida en su mirada daba un toque de vulnerabilidad que solo hacía que Akari cayera más en su red. —Así me das tiempo de buscar mi guitarra.— añadió, con una sonrisa pequeña pero cargada de promesas —-Y podríamos tocar algo juntos... Tengo un par de partituras para violín y guitarra... Así tendría una excusa para volver más seguido a Shimotsuki.

Bajó la mirada, esta vez hasta los labios de la chica y ladeó la cabeza con una falsa verguenza que dejaba expuesta su mandíbula y cuello, sabiendo que Akari no podía apartar la vista de ella.  —Entendería si no quieres...— añadió, dejando un pequeño espacio de duda, aunque ambos sabían cuál sería la respuesta —Pero en caso de que aceptes... estaré en el restaurante mediterráneo al lado del puerto desde el atardecer... Es un lugar un poco formal, pero tiene un buen ambiente.— El peliblanco había lanzado su propuesta de manera cuidadosa, dejando suficiente espacio para que ella se sintiera en control de su decisión, aunque la verdad era que él estaba dirigiendo el ritmo de la conversación desde el principio. Al inclinarse ligeramente hacia Akari, el bribón susurró. —Un placer conocerte, Luz Radiante.

Sin esperar una respuesta, se inclinó para despedirse de ella, acercándose lo suficiente para besar su mejilla. Pero, con una sutileza propia de un maestro en el arte de la seducción, desvió el beso de manera que la comisura de sus labios rozara apenas la de Akari. Un toque mínimo, casi accidental, pero lo suficiente como para hacer que incluso su propio corazón latiera un poco más rápido al sentir el electrico roce de su piel, y el sutíl perfume de la chica. Soltó su mano con lentitud, como si no quisiera dejarla ir, aunque la despedida ya estaba sellada. La observó mientras ella se alejaba, sus ojos siguiéndola con una mezcla de deseo y expectativa. Se volteó en más de una ocasión, esperando que ella también lo hiciera, como si esperara una última mirada, una confirmación de que su propuesta había calado profundo en el corazón de Akari.

Ya de vuelta en la posada, el peliblanco se permitió un pequeño suspiro de satisfacción. Sabía que había jugado bien sus cartas esa mañana. Ahora solo quedaba esperar si la jugada final sería tan exitosa como anticipaba. Después de una ducha rápida para relajarse, se permitió recuperar las horas de sueño perdidas, sabiendo que necesitaría toda su energía para lo que podría ser una noche interesante. Al despertar, la tarde ya había avanzado, fumó un cigarrillo y comenzó a arreglarse. Se preparó con meticulosidad, tomando su tiempo para ducharse de nuevo, perfumarse con esmero y aplicar un maquillaje ligero que resaltara sutilmente sus facciones. Nada demasiado llamativo, solo lo suficiente para mejorar su aspecto sin que pareciera que lo había intentado demasiado. En lugar de su habitual abrigo y tricornio, optó por un elegante traje negro con detalles en dorado, acompañado de una chaqueta café que complementaba el conjunto. Todo cuidadosamente seleccionado para causar una impresión duradera.

Ya en el restaurante, solicitó una mesa para dos y se sentó, dejando su guitarra descansando en su funda rígida a su lado. La espera comenzó, y aunque su rostro mantenía una expresión relajada y tranquila, su mente estaba alerta y su pie repetía un constante movimiento de talón, provocado por la ansiedad de no saber si la chica vendría, además de su mano, que sobre la mesa, digitaba rápidamente cada uno de sus dedos contra su pulgar. Cada segundo que pasaba alimentaba su expectativa. ¿Llegaría?

Vestimentas de Ubben





Defectos


Virtudes
#11
Akari
Aka
La joven se encontraba acalorada por la vergüenza y sonrojada realmente el la estaba cautivando y no podía evitar que su corazón latiera tan rápido por los tantos sentimientos que sentia en el momento, despues de un rato más el sujeto su mano, esta se tenso un poco pues no se lo venia llegar aquel tacto luego su otra mano rasaron haciendo que sintiera una electricidad recorrer su cuerpo, está se sentía realmente cautivada por el, lo miraba a los ojos y solamente miraba sus ojos dorados.

-y-ya veo...entonces...para usted no fue bueno..especial como para recordarme? -dijo con timidez mientras bajaba la mirada y visualizaba sus propios zapatos, los nervios se la estaban comiendo viva..sentía la mano del joven acariciar la suya, después de eso este la sujetó un poco firme haciendo que lo mirara a los ojos y le propuso salir haciendo que se sorprendiera un poco, sabia que no debia salir con alguien que apenas conocia pero se veia buena persona- salir?..bueno..no tendría problema salir con usted... supongo que por la noche estaría bien -dijo mientras con su mano libre acomodaba un mechon de su pelo detras de su oreja asi almenos tendría tiempo de arreglarse un poco afinar bien su violín.

Sonrió con nerviosismo, cuando miro al cielo noto como ya amanecía, miro al joven y la luz hacia que su rostro resaltará más, ahora con más claridad podía visualizar sus facciones- realmente sentía divertido cantar y tocar juntos algunas partituras -sonrio con un poco de emoción - enserio?..aunque supongo que es alguien ocupado pero si tiene la oportunidad de volver a Shimotsuki ya sabe dónde venir a verme -dijo con timidez- 

Cuando le dijo la dirección del lugar trato de recordarlo y ya sabía dónde era, siempre pasaba por eso lugar cuando salía de compras por lo que asintió con la cabeza y luego escucho su despedida llamandola "Luz radiante" y después de eso un beso en la mejilla aunque fue casi a la comisura de los labios sintiendo una electricidad de casi sus labios tocarse, despues de eso este se fue y esta a paso lento caminaba hacia la pastelería volteando de vez en cuando para ver al joven de nuevo, suspiro para tranquilizarse y entrar ahora sí a su trabajo, permaneció asi hasta la tarde por lo que después de terminar su turno aviso a sus padres que saldria para subir a su cuarto asearse, maquillarse de forma natural y ponerse un vestido color carmesi junto a otro camisón de un color negro, junto con unos tocas tamaño muñeca (pequeños) para mas comodidad, guardo su violin en su estuche (donde se guarda el violín) y salir de casa en dirección hacia el restaurante.

Entro acomodando su pelo detrás de su oreja y logro reconocer al chico en una mesa, lo noto desde la entrada y parecía nervioso...un poco ansioso a decir verdad por lo que está trato de actuar con tranquilidad una vez se acercó a él lo saludo con la mano- Buenas noches Hyugül espero no haberte hecho esperar mucho -dijo con una sonrisa mientras dejaba su violin alado de lo que a simple vista parecía la guitarra del joven.

Realmente se veía muy guapo por como estaba vestido, era muy forma ahora pensaba que debió ponerse otro vestido y no ese que cargaba puesto..tal vez era un poco revelador por su corset y por la falda que estaba un poco más arriba de sus rodillas, pero seguramente con su camisón podría disimular lo primero, después procedió a sentarse frente al joven y le sonrió - como estuvo su tarde? 
#12
Ubben Sangrenegra
Vali D. Rolson
El peliblanco de dorados luceros no necesitaba contestar verbalmente cuando Akari preguntó si ella había sido tan especial como para recordarla; la respuesta estaba en su firmeza al sujetar sus manos, en la cálida sonrisa que le dedicaba mientras sus ojos ardían con una intensidad que bien podría derretir el hielo más frío. Aunque todo formaba parte de su jugada meticulosamente planeada, Ubben no podía ignorar la realidad... Akari era realmente hermosa. Compartir una cena con ella no era solo una táctica más en su repertorio, sino un placer que, aunque disfrazado de estrategia, lo mantenía inquieto.

Para el bribón de cabellos blancos y dorados ojos, estaba claro que la joven no había caído en su trampa como una presa inocente. Más bien, Akari había aceptado su red de seducción con una sutileza encantadora. Cada mirada furtiva, cada suave ajuste de su cabello oscuro, cada rastro de rubor que se filtraba en sus mejillas eran señales inequívocas de que, en cierto modo, ella también participaba en el juego. Sin embargo, a medida que pasaban los minutos, la idea de que esta mujer pudiera ser más que una simple conquista comenzó a agitar sus pensamientos, aunque lo mantuvo oculto tras su enigmática sonrisa. La conversación sobre la música fluyó con naturalidad, pero había algo más en el intercambio de palabras. Las risas compartidas entre ambos, los breves roces de las manos, y las miradas profundas que se prolongaban un segundo más de lo habitual, creaban un ambiente cargado de promesas silenciosas. —Hacer música con alguien es algo realmente mágico— dijo Ubben con una sonrisa que parecía surgir de un rincón más sincero de lo habitual. La magia, sin embargo, no estaba solo en la música, sino en el vibrante vaivén que se formaba entre ambos, una melodía compuesta de insinuaciones y anhelos no expresados.

Al llegar al restaurante, el bribón, normalmente sereno, se encontró inquieto, moviendo repetitivamente su pierna en el lugar, tamborileando los dedos sobre la mesa mientras esperaba, y de vez en cuando digitandolos contra su propio pulgar en un raudo conteo. Su mente, por más que quisiera controlarla, volvía una y otra vez a la imagen de Akari. No habían pasado más de veinte minutos cuando ella finalmente hizo su entrada. El corsé y la falda que llevaba no se alineaban exactamente con el código de vestimenta del lugar, pero eso no importaba. De hecho, su apariencia ligeramente desentonada le daba un aire de frescura y autenticidad, algo que, por mucho que intentara controlarlo, comenzaba a seducir al bribón de una manera inesperada. 

Ubben la recorrió con la mirada, apreciando cada detalle de su atuendo, hasta que sus ojos se encontraron con los de ella. —Te ves hermosa— dijo con un tono que parecía completamente embelesado, mientras su mirada se dirigía lentamente hasta sus avellanos ojos, que destacaban enormemente iluminados bajo la luz de las velas del restaurante. —Para nada... no llevaba mucho rato esperando. pero temía no fueses a venir...— añadió, acompañando sus palabras con una sonrisa y una mirada hacia el estuche que cargaba Akari.

Cuando ella le preguntó sobre su tarde, el peliblanco dejó escapar una pequeña risa. —Bueno, ha sido una tarde... larga. Mi cabeza ha estado en este momento todo el día— dijo, sabiendo que lo único que había hecho realmente durante la tarde fue dormir y prepararse para esta cena. A pesar de la falsedad de sus palabras, la sinceridad en su deseo de compartir este momento con Akari era real. —Me alegra mucho que hayas venido— confesó, y esta vez, la sinceridad en su tono era innegable. Mientras ambos conversaban, un refinado mesero de voz aguda se acercó, interrumpiendo momentáneamente la conversación con una presentación formal y una pequeña reverencia hacia ambos. Colocó una canasta de ciabatta recién horneado en la mesa, acompañada de cuatro pequeñas cazuelitas con una selección de embutidos caseros. —Cortesía de la casa— añadió el mesero, con una sonrisa servicial antes de retirarse para dejarlos en su intimidad.

Ubben tomó un trozo de pan, sonriendo para sí mismo. —Puedes pedir lo que quieras, yo invito. Es lo menos que puedo hacer después de... bueno, ya sabes, el accidente— Una risa ligera escapó de sus labios, pero enseguida retomó la seriedad cuando añadió —Y también para agradecer tu compañía— Su mirada se clavó en la de ella, sus ojos dorados brillando bajo la tenue luz de las velas, haciendo que el ambiente se sintiera casi etéreo. El moreno cerró la carta del menú después de unos minutos, ya habiendo decidido lo que quería. —Creo que ya sé qué quiero esta noche— dijo, aunque su tono y la forma en que sus ojos se desviaron hacia Akari revelaban que sus palabras no solo se referían a la comida. —¿Y tú? ¿Tienes alguna idea de lo que te gustaría probar hoy?— añadió, inclinándose ligeramente hacia adelante, haciendo que la línea de su mandíbula quedara perfectamente marcada bajo la luz suave, un gesto calculado para atraer su atención.

Por cierto— comenzó, cambiando ligeramente el tema mientras desviaba su mirada de los labios de Akari a sus ojos avellana. —Esta mañana me preguntaste si nuestro encuentro había sido lo suficientemente especial como para recordarte— Ubben hizo una pausa, como si estuviera buscando las palabras adecuadas, y luego, con un suspiro, añadió —Fue tan especial, que me gustaría revivirlo una vez más, solo para disfrutarlo de nuevo... creo que no hay forma en que vaya a olvidar tu rostro.— Su voz había bajado de tono, volviéndose casi un susurro, y su sonrisa tímida al final de la frase fue la flecha final disparada hacia el corazón de Akari. La confesión cayó sobre la mesa como una suave caricia, el peliblanco sonrió con una timidez que sabía fingir a la perfección, pero una pequeña parte de él no podía evitar sentir que, esta vez, el juego no se trataba solo de manipular. Algo en Akari había despertado una curiosidad genuina, un deseo de ver qué pasaría si él también decidiera dejarse llevar, aunque solo fuera por una noche.



Defectos


Virtudes
#13
Akari
Aka
Akari realmente se sentía atraída hacia el joven aunque tampoco quería hacerse ilusiones, sentía que realmente estaba en uno de sus tantos libros de romance que ya hacían guardados en su estantería repleto de libro de romance, fantasía como de medicina y música. Aquel choque aún se le venía a la mente cuando estaba en la pastelería trabajando estando un poco más distraída que de costumbre pero lo disimulaba cuando estaban sus padres, luego antes de salir tocó una pieza en su violín quería que saliera perfecto, una vez estuvo en el restaurante saludo al chico y se sentó frente a el, la mesa era para dos y sentido una leve emoción cuando vió el estuche de una guitarra realmente el había cumplido su palabra no pudo evitar sonreír, este la elogio haciendo que se sonrojara un poco- gracias..usted igual se ve muy bien, bastante guapo, seguramente ya llamo la atención de muchas señoritas -dijo sonriendo mientras acomodaba su camisón- eh? Si pensaba venir y ya estoy aquí -sonrio con nerviosismo sentía que decía cosas sin sentido y solamente puso sus manos sobre la mesa.-

Está pregunto como había estado su tarde y este solamente dijo había sido una tarde larga lo entendía para ella también lo fue, más aún pensando en que se pondría aunque ahora sabía que debió venir un poco más elegante pero penso que sería algo más casual, pronto llegaría el mesero con una cortesía de la casa por lo que ambos agradecieron, el tomo primero un trozo pan y está también lo agarro para comer un poco- ya veo jeje, no debe preocuparse tanto por ese "accidente" -dijo riéndose levemente- y no...no se que debería comer, a decir verdad es mi primera vez en este lugar habia pasado un par de veces por aqui pero nunca entrado, me recomendarías algo? -dijo con una sonrisa un poco más coqueta mientras acomodaba su mechon de pelo detrás de su oreja, esta cuando le habló lo miro a los ojos dorados que tanto le llamaba la atención seguramente sus descendientes tambien tendrían aquel color de ojos, lo dicho después por el joven hizo que sus nervios aumentaran y sus mejillas se pusieran mas rojas por el sonrojo.

-y-ya veo...aunque estuve en shock.. realmente si quisiera volver a revivir esa situación igualmente como usted -dijo con nerviosismo mientras desviaba la mirada y visualizaba otro lado, su corazón latía mas rápido de lo normal y sentía como volaban mariposas en su estómago, después volvió a mirarlo a los ojos y mantener el contacto visual-
#14
Ubben Sangrenegra
Vali D. Rolson
El sonrojo que teñía las mejillas de Akari no pasó desapercibido para el bribón de ojos dorados, quien respondió con una sonrisa suave y astuta. Sus ojos dorados brillaban con esa chispa característica mientras, con un tono despreocupado, alzaba la mirada y fingía examinar los alrededores con aire de confusión. Luego, regresó la vista a ella, como si estuviera completamente absorto en su presencia. —Mmm, no sé... tampoco puse mucha atención; solo podía pensar en verte cruzar esa puerta— dijo, dejando que sus palabras fluyeran con un toque de coquetería en su tono.

Era una mentira, por supuesto. Ubben, en su constante paranoia y necesidad de control, había captado las miradas y susurros dirigidos hacia él, pero los había desestimado, considerándolos insignificantes. Su mente, mucho más calmada que durante la mañana, había dejado de lado las prisas. No había necesidad de acelerar el plan, pues entre más orgánico se dieran las cosas, mejor le resultaría. Quería dejar una huella duradera en Akari, con esa sutil y juguetona seducción que le caracterizaba. Además, si todo iba bien, quizás conseguiría un poco de diversión antes de abandonar la isla, y con ello, una excusa para regresar pronto.

Cuando ella mencionó que no debía preocuparse por el accidente anterior, Ubben sonrió con mayor naturalidad. Sus ojos brillaron con ese peculiar encanto que solo emergía cuando bajaba sus defensas ligeramente. —Puedes tratarme de tú, no es necesario ser tan formal— dijo en un tono relajado, buscando acortar cualquier distancia innecesaria entre ambos. Al escuchar la pregunta sobre qué le recomendaría, Ubben fingió una breve pausa para pensar, aunque en realidad ya había planeado su respuesta, con platos que probablemente el pediría. Con una seguridad que apenas parecía merecida, pero que le otorgaba un aire de experto, respondió con naturalidad. —Te recomendaría los ravioles de pollo, espinaca y mozzarella a la tinta de calamar, acompañados de un vino blanco, de preferencia uno ligero— sugirió, manteniendo una sonrisa. No era un gran conocedor de la alta cocina ni de vinos, pero había aprendido lo suficiente en sus travesías como para sonar convincente.

Yo, por mi parte, pediré risotto con champiñones y cerdo salteado, acompañado de un Merlot— añadió con la misma seguridad que antes. La mención de su preferencia por repetir el momento en que se conocieron pareció intensificar el sonrojo en las mejillas de Akari, y Ubben no pudo evitar sentir una sutil satisfacción al ver cómo sus palabras la afectaban. Cada pequeño gesto de ella, como acomodar un mechón de cabello tras la oreja, le daba a Ubben más oportunidades de disfrutar ese tira y afloja silencioso que se desarrollaba entre ambos. Y entonces, como si estuviera esperando el momento perfecto, dejó que el mechón rebelde volviera a caer sobre el rostro de Akari. 

Con un gesto cuidadoso, deslizó su mano hacia ella y, con la excusa perfecta, fue él quien acomodó el mechón tras la oreja de la joven, permitiendo que la punta de sus dedos rozara con suavidad la piel de su rostro. El mesero llegó poco después, y Ubben se encargó de hacer el pedido, manteniendo una postura relajada, pero siempre atento a la reacción de Akari. Cuando el mesero se retiró, trayendo consigo las bebidas, Ubben tomó un sorbo de su vino, fijando sus ojos dorados en los de ella, sosteniendo su mirada con un destello coquetón.

Bueno, supongo que si ambos queremos repetirla, solo tenemos que volver a encontrarnos, ¿no crees?— dijo, inclinándose ligeramente hacia ella, dejando que sus palabras llevaran el peso del deseo implícito. En ese momento, el peliblanco notó algo peculiar en los labios de Akari. Unas migas de pan que habían quedado en ellos ofrecían la oportunidad perfecta para su siguiente movimiento. Ubben, siempre astuto y calculador, sonrió para sus adentros mientras decidía cómo proceder. Con una naturalidad que rozaba lo atrevido, se inclinó hacia ella, su diestra se movió lentamente hasta rozar su mejilla. —Con permiso, Akari... —murmuró suavemente mientras usaba el pulgar para limpiar las migas de sus labios, en un gesto que combinaba cuidado con coquetería. Ubben retiró la mano lentamente, sonriendo al verla un tanto desconcertada, aunque con una leve sonrisa en los labios. 

Tenías unas miguitas en los labios— dijo entre risas suaves, sus ojos dorados achinándose ligeramente mientras inclinaba la cabeza, sabiendo que su gesto había surtido efecto. Con un vistazo al estuche del violín que ella había traído consigo, Ubben añadió —Me alegra que hayas traído tu violín. Me gusta la idea de compartir un momento tocando música juntos— comentó, su tono genuino reflejando un interés real en la joven. —¿Tienes algún género que prefieras tocar más que otros?— preguntó, cambiando hábilmente de tema para mantener la conversación ligera y entretenida, pero sin dejar de lado la conexión que había establecido.

Mientras hablaban, el mesero volvió con los platos, y con un gesto respetuoso, colocó las comidas en la mesa. —Que lo disfruten, esperamos sea de su agrado— dijo con cortesía antes de retirarse. Ubben tomó su cuchillo y tenedor, pero antes de empezar, alzó su copa hacia Akari. —Por nuestra pequeña coincidencia y por las que vendrán— dijo con una sonrisa antes de brindar, aprovechando cada momento para mantener la tensión entre ellos, jugando entre la cordialidad y el coqueteo que había establecido desde el principio.



Defectos


Virtudes
#15
Akari
Aka
Esta se río levemente ante las palabras del chico pues desde la entrada noto su ansiedad con los movimientos que este hacia pero trato de ignorar y disimular - ya veo con que eso ah es no? -sonrió mientras se acomodaba en su asiento para apegarse un poco más a la mesa, sentía que estaba muy lejos, deberían ser los nervios ya que por así decirlo era su primera vez en un cita. 

Este le dijo que no debía ser tan formal pero al trabajar en una tienda siempre trataba a las demás personas de "usted" y ya era su costumbre por lo que seguramente se le haría difícil- podría intentarlo..estoy acostumbrada a ser formal ya sabes, uno como trabaja debe ser lo mas respetuoso con sus clientes -dijo con una sonrisa- y ya se que no estoy en mi trabajo pero me acostumbre a tratar así a las demás personas- explico con una sonrisa y luego este le dio su recomendación sobre el plato y asintió con la cabeza aceptando, realmente no se escuchaba mal y tal vez si le gustaba podría recrearlo en su casa  con ingredientes fresco ya que además de pastelera también era cocinera, era cosa que le apasionada igual que la medicina.   

Escucho el plato que el iba a pedir y también sonaba bien, realmente se sentía bien con el en ese lugar, de cierta forma todo parecía mágico y seguramente cuando ambos tocaran sus instrumentos serian mucho mas, su mechón rebelde le estorbaba en su rostro y a cada rato se lo tenia que acomodar pero en uno ya rendida ya no se lo acomodo, sin poder reaccionar el chico le acomodo su mechón rozando su mano con mi mejilla, no pudo ponerse roja y sonreír levemente- gra-gracias...-tartamudeo mientras bajaba la cabeza avergonzada, pronto llego el mesero y el fue quien ordeno los platos esta se encontraba bastante nerviosa y luego alzo la mirada para ver un vino sobre la mesa y el vaso de ella también servido del mismo, noto la mirada del chico sobre ella con un contacto directo a sus ojos, alzo el vino y le dio un pequeño sorbo, realmente no era alguien que tomara mucho por lo que no pudo evitar hacer una mala cara aunque trato de disimularlo y luego lo volvió a dejar en la mesa.- 

-s-si..pero supongo que esta vez ya no será con un "accidente" -dijo sonriendo de forma nerviosa cuando noto que se acercaba mas a ella y luego el llevo su mano derecha casi rozando su mejilla este le pidió su permiso y solamente asintió con la cabeza, cerrando los ojos de los nervios y sintió como su pulgar paso por sus labios limpiando y ya cuando este quito su mano y tomo su distancia abrió los ojos y lo miro con una leve sonrojo- gracias...no me había percatado de eso..-dijo sonriendo un poco nerviosa pero poco después se le paso cuando este hablo de su violín- si! claro que lo iba a traer, a mi igualmente me agrada la idea de que toquemos algo juntos y cantes  -dijo con una sonrisa- me gusta mucho la música clásica, eh practicado mucho ese genero pero también podría tocar otro tipo de música si quieres, ya que ese tipo de música no se canta -dijo recordando las partituras de cada canción que se sabia- las as escuchado? realmente esa música te envuelve y los sentimientos que transmite es realmente maravilloso...-hablo con mucha pasión, pero cuando vio el mesero dejo sus plato le agradeció y miro su plato, tenia una buena pinta y ojala su sabor también fuera igual de sabroso- gracias por la comida -dijo junto sus manos para luego agarrar un tenedor y un cuchillo, agradecía que sus padres le hayan enseñado a como comer adecuadamente en la mesa.- 

Noto como el iba a hacer un brindis por lo que dejo acomodando sus cubiertos y alzo la copa de vino sonriendo- salud -dijo chocando levemente sus copas para luego darle un sorbo pero esta vez si controlo su expresión. ahora llegaba la parte favorita de Akari, la comida por lo que espero a que el empezara a darle el primer bocado para luego esta agarrar sus cubiertos y también darle un bocado a su comida, tenia curiosidad de saber cual seria la explosión de sabores que contenía aquel plato.
#16
Ubben Sangrenegra
Vali D. Rolson
El peliblanco dejó escapar una ligera risa ante la respuesta que Akari le dio sobre cómo trataba a las personas con tanto respeto debido a su trabajo en la pastelería. La risa, breve pero genuina, iluminó su rostro, y sus ojos dorados se entrecerraron con una expresión de suave diversión. —Oh, entiendo— dijo con una voz amistosa. —Entonces, puedes tratarme de la forma que más te acomode— agregó, manteniendo un tono cálido y sereno. No era prudente presionarla, no tenía intención de forzar una cercanía artificial, y prefería dejar que el ritmo de la conversación fluyera de manera natural. Las cosas, hasta ese momento, estaban yendo bastante bien, y si realmente deseaba dejar un impacto duradero en ella, sería mejor no apresurar las cosas.

Cuando sus dedos rozaron la piel de Akari al apartar el cabello, deslizando el mechón detrás de su oreja, el contacto fue breve, pero suficiente para sentir la calidez y la suavidad de su piel, como la seda bajo sus dedos. La reacción de la joven no se hizo esperar; un rubor encantador se extendió por sus mejillas, y sus ojos avellana brillaron con un nerviosismo que la hacía ver aún más adorable a los ojos del bribón. El peliblanco se sintió embriagado por aquella mezcla de timidez, agrado y sorpresa que se reflejaba en el rostro de Akari. En ese instante, supo que podría pasar toda la noche realizando pequeños gestos caballerosos solo para ver esa expresión que combinaba gratitud, simpatía y una pizca de vergüenza. Cuando llegó el momento del brindis, Ubben no pudo evitar notar la mueca que hizo Akari al probar el vino. La ligera arruga que apareció en su frente, el pequeño fruncir de sus labios, todo indicaba que no estaba disfrutando el sabor del vino tanto como él esperaba. El peliblanco guardó ese detalle en su memoria; saber los gustos de la persona con la que compartía la velada era un paso crucial para conectar a un nivel más profundo.

Sin embargo, la atmósfera se tensó un poco cuando, en un gesto más atrevido, Ubben usó su pulgar para limpiar unas pequeñas migas que habían quedado en los labios de Akari. El contacto, tan íntimo y personal, pareció congelarla. El brillo en los ojos de la pelinegra cambió, reflejando un torbellino de nerviosismo y sorpresa que el peliblanco supo reconocer al instante. —Demasiado rápido— pensó, dándose cuenta de que había cruzado una línea que, si bien no estaba marcada, era claramente perceptible para ella. Retiró su mano con suavidad y esbozó una expresión de aparente vergüenza, bajando la mirada por un momento como si estuviera genuinamente apenado por su atrevimiento. —Perdón si te incomodé, no fue mi intención— dijo con un tono avergonzado, aunque en el fondo sabía que era una actuación perfectamente ejecutada.

Poco a poco, la tensión se disipó cuando la conversación giró hacia la música, y la reacción de Akari fue inmediata y revitalizante. Sus ojos se iluminaron, el brillo nervioso fue reemplazado por una chispa de entusiasmo que contagió incluso al peliblanco. —A mí también me gusta la música clásica— respondió, permitiendo que su voz se suavizara, como si acariciara las palabras con cada sílaba. —Principalmente conozco piezas de guitarra y de cello, pero...— Hizo una pausa, y un dejo de melancolía pasó por sus ojos dorados. —Desde que se rompió mi cello, no he tenido tiempo de comprar uno nuevo— confesó, permitiendo que la honestidad se colara en sus palabras. Era raro que el peliblanco se mostrara tan sincero, pero la música siempre había sido un refugio, un espacio donde podía ser él mismo sin las máscaras que solía usar.  —En cuanto a cantar... bueno, soy más de los cantos de marinero, esos que se cantan para pasar el rato en alta mar –dijo con una sonrisa que destilaba humildad— pero si tengo una guitarra conmigo, puedo interpretar casi de todo –añadió, encogiéndose de hombros de manera casual. No pretendía impresionar, simplemente compartía una parte de sí mismo que, en circunstancias normales, mantenía oculta.

La verdad, sí— continuó, llevando la copa a sus labios y disfrutando un sorbo de vino —Disfruto bastante las emociones que la música puede evocar. Pero lo que más me gusta...— Hizo una breve pausa, buscando las palabras adecuadas, y cuando las encontró, su voz se volvió más suave, casi como un susurro —Es cómo conecta corazones al compartirla. Como si cada ligado en la melodía fuese una pequeña hebra de lana que nos envuelve, como si cada silencio en la partitura fuese una mirada cómplice que se entrecruza...— Sus ojos se clavaron en los de Akari, y en ese momento, todo lo demás dejó de existir. —Como si cada trino fuese un delicado y tímido beso secreto entre los pentagramas...— culminó, dejando que sus palabras resonaran en el aire. Era raro que dejara ver su lado poético, pero en esta ocasión, había algo en la mirada de Akari que lo invitaba a ser genuino, aunque solo fuera por un instante.

El mesero regresó con los platos, y el segundo brindis fue conciso. Akari chocó su copa con la de Ubben, lo que le arrancó una sonrisa complacida. Sin embargo, él no había olvidado la mueca que ella hizo al probar el vino por primera vez. —Quizá un vino blanco ligero no fue la mejor opción para acompañar los ravioles...— comentó, llevándose una mano al mentón en un gesto pensativo. —Tal vez algo dulce, como tú— agregó con un tono travieso —¿qué te parece un Late Harvest?— preguntó, sugiriendo cambiar su vino por algo que pudiera disfrutar más. No todo el mundo tenía que compartir su amor por el vino, y lo entendía perfectamente. A medida que ambos disfrutaban de la comida, la conversación seguía fluyendo de manera natural. Los gestos de Akari, sus pequeñas sonrisas, y la forma en que sus labios se movían mientras masticaba eran detalles que el peliblanco absorbía con atención, como si estuviera tratando de memorizar cada uno de sus movimientos. —¿Sabes si hay algún luthier o tienda que venda instrumentos musicales en la isla?— preguntó Ubben de repente, buscando un nuevo tema de conversación que pudiera ser de interés para ambos. —Podríamos ir a echar un vistazo. Con un poco de suerte, podría comprar un cello y algunas partituras para tocar juntos— añadió con naturalidad, como si comprar un instrumento no fuera algo extraordinario o costoso. 

Finalmente, el peliblanco se inclinó un poco hacia ella, con una sonrisa calmada y sugerente. —Conozco un claro en el bosque, bastante bonito, donde podríamos relajarnos y tocar música después de cenar— propuso, su voz era un susurro que prometía una experiencia más íntima y personal. Esperaba poder compartir un momento en el que no tuvieran que preocuparse por la mirada de los demás, un momento donde ambos pudieran dejarse llevar por la magia de la música.
#17
Akari
Aka
El ambiente era cómodo, tranquilo y todo parecía ir a la perfección, con algunos momentos un tanto incómodos en el buen sentido como cuando el joven limpio sus labios de restos de pan y acomodo el mechon de ella detras de su oreja, ante lo dicho por el esta solamente nego la cabeza rápidamente solo la tomo desprevenida, su rubor típico ya habia hecho que sus mejillas estuvieras rojas, pero pronto se iría su vergüenza al empezar a hablar de la musica cosa que Akari amaba y era uno de sus hobbies favoritos. 

-tenemos mucho en común! -dijo con entusiasmo y juntando sus manos- y la verdad nunca había escuchado del cello...como es y como es su sonido? -dijo con curiosidad al nunca haber escuchado aquel instrumento, notando también la nostalgia en sus ojos, luego este comentó más sobre que era más de cantos de marinos, se imaginaba a el cantando y tocando la guitarra y varios mercaderes o piratas bailando a su alrededor ebrios celebrando alguna cosa o simplemente disfrutando de ma vida- entonces...usted es como un pirata? -dijo con curiosidad mientras sonreía. 

Las palabras siguientes del joven toco su corazón, tanto que sentía que se le iría a salir del pecho, realmente le gustaba mucho con oeste expresaba sus sentimientos cosa que la dejo maravillada, nunca había escuchado a alguien hablar de tan forma de la música con un toque de poesía, lo hacía ver a el como alguien muy romántico y sabio de cierta forma a la perspectiva de la joven. 

Luego chocaron sus copas y tomo un poco del vino está vez controlando su expresión pero el dijo otra cosa de vino que no sabía- Late Harvest? Supongo que es algún tipo de vino..la verdad no acostumbro a tomar..por lo que no se de ese mundo -dijo un poco nerviosa, tampoco quería que el gastará en otro vino cuando aún tenían uno en la mesa- pu-puedo tomar este vino tranquilamente, solo debo acostumbrarme al sabor...no quisiera ser una molestia.

Dijo con nerviosismo, después de eso siguieron comiendo, intercambiando sonrisas un poco coquetas y mirándose a los ojos por breves segundos, hasta que el habló- claro que si, hay muchos artesanos que te harían uno sin problema oh creo que dónde mi papá me compro el violín debe haber...no queda tan lejos solo a un par de cuadras -dijo sonriendo mientras le daba otro bocado a su comida, realmente estaba delicioso y en un futuro vendría a comer de nuevo está vez sola con su familia.

Este propuso la idea de ir a un bosque solos a tocar sus instrumentos, sin interrupciones o algún ruido molesto -Claro! Es realmente una buena idea ya estoy esperando con ansias esa hora de tocar música -sonrio emocionada con un brillo en sus ojos mientras visualizaba los ojos dorados del joven.-
#18


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