Alguien dijo una vez...
Crocodile
Los sueños son algo que solo las personas con poder pueden hacer realidad.
[C-Pasado] La edad del pavo
Octojin
El terror blanco
Octojin se sintió ligeramente abrumado ante la intensidad de Airgid. Aunque había prometido "bajar las revoluciones", el tiburón sentía que la humana seguía siendo un torbellino incontrolable de energía. Quizá era la edad, o puede que simplemente su forma de ser fuese así. Era una chispa constante de preguntas y comentarios, gesticulando de manera tan exagerada que, pese a estar acostumbrado a un entorno diferente, no pudo evitar sentirse desbordado a todos los niveles. Sin embargo, la forma en que Airgid gesticulaba y explicaba sus ideas lo desarmaba un poco. No podía evitar que una gran sonrisa se le escapara al verla hablar con tanta pasión, especialmente cuando empezó a escenificar su idea de una moto voladora.

Aquellos sonidos, gestos y escenificaciones parecían ser sacados de un sketch de humor. Lo tenían todo realmente. Y lo mejor de todo es que situaban al oyente en el mismo sitio sitio en el que simulaba estar la humana —o eso creía el gyojin, ya que estar en la mente de Airgid debía ser sumamente complicado—. Aún así, no pudo evitar irse a su pasado con aquella improvisada obra montada por la joven.

—Me recuerdas mucho a un tipo que vivía en la Isla Gyojin —comentó mientras la veía mover las manos con entusiasmo—. Era un humorista que solía actuar en un sitio llamado "La Chocita del Pez Loro". Contaba monólogos y hacía reír a todos. Tú tienes ese mismo toque —añadió con una risa que resonó en todo el lugar. La carcajada del tiburón fue sincera y profunda, algo que pocas veces permitía salir, pero la intensidad y energía de Airgid lo hacían imposible de contener.

Asintió cuando la humana comentó lo de la moto, y sin dudarlo, le respondió que ambos oficios podían casar bien. Él, como carpintero, había trabajado en muchas cosas relacionadas con la construcción y la reparación de navíos, pero siempre había sentido curiosidad por los inventores y los ingenieros que trabajaban con metal y máquinas. Aquello le parecía mucho más complejo. Había que usar más el intelecto, hacer pruebas y ver cómo funcionaban, fallar muchas veces hasta acertar, y aquello le daba una pereza absoluta. Su trabajo era mucho más rutinario, quizá, pero siempre iba a lo seguro.

—Puede que tengamos una buena combinación aquí —comentó mientras la observaba—. Tú inventas y yo trabajo la madera, podríamos crear cosas interesantes.

Sin embargo, lo que lo dejó atónito fue cuando Airgid propuso una competencia de levantamiento de peso. La sonrisa de Octojin se congeló un segundo, y luego sus ojos se abrieron ampliamente en una expresión de sorpresa genuina. No esperaba que la humana, tan menuda y delgada en comparación con él, tuviera semejante confianza en sus capacidades. No pudo evitar soltar una carcajada, aunque esta vez de incredulidad. La ojeó varias veces de arriba a abajo, algo atónito, y esperando que realmente tuviese una inmensa fuerza y no simplemente un exceso de autoconfianza.

—¿De verdad crees que puedes ganarme en una competencia de fuerza? —le preguntó, aún con una sonrisa en el rostro, aunque con un toque de desafío.

Decidido a demostrarle que no hablaba en vano cuando decía que era capaz de levantar toneladas, Octojin caminó unos metros hasta un bidón gigante de metal que había visto desde su posición y se encontraba entre los montones de chatarra del Gray Terminal. El bidón, oxidado por el tiempo y visiblemente pesado, parecía un desafío considerable para cualquier humano, pero no para Octojin. Parecía haber sido un contenedor de gasolina o cualquier otro líquido infamable, ya que aunque estaba oxidado, se veían varios símbolos de peligro por material inflamable.

Flexionando sus rodillas, el escualo se colocó en posición para levantarlo y, con un potente impulso y un leve esfuerzo, lo alzó con una sentadilla perfecta, manteniéndolo sobre sus hombros por unos segundos antes de dejarlo caer con suavidad. Esos segundos le valieron para hacerse a una idea de lo que el bidón pesaba.

—Vamos, tu turno —le dijo mientras señalaba el bidón, con un tono desafiante pero sin perder el humor. No sabía qué esperar de Airgid, pero la competencia le parecía entretenida—. Eso debe pesar entre trescientos y seiscientos kilos, está bien para ir calentando.

Airgid, con esa energía inagotable, parecía más que dispuesta a intentarlo, y Octojin la observaba con curiosidad. El tiburón, aunque imponente, empezaba a sentir algo más que respeto por esa humana tan decidida y llena de pasión. Le estaba despertando un lado de ternura que habría dado por imposible cuando la conoció. Puede que después de todo no fuese tan sencillo ganarle.

Y con una sonrisa en los labios, se preparó para ver el intento de su nueva compañera en esa inusual competencia, a la par que ojeaba el lugar para ver si había algo más pesado que aquél bidón en los alrededores. Si la humana levantaba aquél bidón... ¿Cuál sería el siguiente intento?
#11
Airgid Vanaidiam
Metalhead
La comparación que hizo Octojin la pilló por sorpresa, dijo que le recordaba a un tipo de la isla Gyojin que hacía monólogos y que, al parecer, debía ser bastante gracioso, porque dijo que hacía reír a todo el mundo. La risa del tiburón al recordar aquel humorista fue potente, acompañando su apariencia, pero también agradable. La rubia la acompañó con una risa un poco más leve, como de cierta vergüenza. Puede que otra persona no se lo tomara así, pero para ella acababa de lanzarle un halago muy bueno, además. Y Airgid no llevaba bien eso de aceptar los halagos, siempre se quedaba un poco cortada sin saber bien qué decir o cómo reaccionar. — Me... me lo apuntaré, quizás algún día pueda ir. — Le respondió al final, saliendo del paso un poco e intentando que no se notase su repentino cambio de actitud. Una que no tardó en relajarse cuando su acuático compañero hizo la misma observación que ella acerca de sus profesiones. Puede que al final acabaran siendo más parecidos de lo que parecía en un primer momento. La carpintería era un oficio que respetaba, aunque le pareciera un poco aburrido -sin ofender, claro-, aún así le gustaba. Ella misma tenía un amigo que es como si fuera su hermano, que se dedicaba a ello, gracias a él Airgid tenía un techito sobre el que poder dormir. Y la madera siempre quedaba mejor con una placa de metal reforzándola. Se mordió ligeramente la lengua al escuchar sus palabras, imaginándose la gran cantidad de combinaciones que podrían hacer. — Me gustaría. Aunque trabajá en equipo siempre é un reto, y encima los dó tenemo la mecha má corta que un deo chico. — Soltó una risilla. — Seguro que acabamo diciéndono de tó. Pero eso sería divertío, también. — Al final ella estaba acostumbrada a trabajar sola, él seguramente también por lo que había visto, y ya hemos visto lo fácil que salta la chispa. Pero también lo fácil que se apacigua. Desde luego, verles trabajar mano a mano en un mismo proyecto sería todo un espectáculo.

Airgid notó el interés en la voz de Octojin cuando preguntó acerca de esa competición de fuerza. La rubia correspondió su sonrisa con una muy parecida. — ¿Quién sabe? No me subetime, nene. — Le guiñó un ojo, antes de que el tiburón se levantase de su lado y buscara algo lo suficientemente pesado como para levantarlo. Airgid le observó con curiosidad, mordiéndose suavemente una uña, como con cierta impaciencia o inquietud. Estaba deseando ver qué demostración le hacía. Cualquiera podría pensar que Airgid estaba loca, retando a un tipo así a una competición de ese tipo. No era tonta, sabía que perdería contra alguien como él, pero eso no lo haría menos divertido. Últimamente la rubia estaba planteándose tomarse su forma física más en serio, de hecho, ya había empezado a entrenar más intensamente, interesándose en conseguir un aspecto más... musculoso, no tan flaco. Quería sentirse más fuerte, más poderosa, no depender únicamente de su puntería y su pistola. Quería saber defenderse cuando los matones intentasen darle una paliza.

Finalmente, el tiburón decidió que era buena idea tratar de levantar un enorme bidón con pinta de peligroso. Lo bueno es que ya estaba vacío, lo malo es que se veía pesadísimo, oxidado y en definitiva, imposible para ella. El tío, por su parte, lo levantó mientras le dedicaba una sentadilla, sosteniéndolo unos segundos sobre sus hombros antes de dejarlo caer con suavidad de nuevo en el suelo. ¿Seiscientos kilos? ¿Perdón? Sí, era claramente un reto imposible para ella. Pero no iba a dejar que eso la intimidase. Con una sonrisilla confiada se levantó de su asiento y se acercó a Octojin. — Se supone que tenía que elegí algo un poquito menos pesao y luego ir aumentando, ¿sabe? ¡Pero vale, vale! No me voy a achantá. Sújetame esto. — Le dejó su cinturón de herramientas y su pistola, lo llevaba a la cintura pero sabía que le incordiaría durante su intento. Tomándose su propio tiempo para prepararse, tomó una de las gomas de su muñeca y se hizo una coleta alta para apartarse los mechones de la cara. Luego tomó otra y le hizo un nudo a su holgada camiseta, recogiéndola para que quedase a modo de top. La zona de su abdomen quedó ahora al descubierto, mostrando la ligera sombra de unos abdominales que aún estaban luchando por marcarse. Ahora sí, estaba preparada. Lista para perder, ¿a la primera? Airgid no temía al fracaso ni a quedar en ridículo, le ocurría muchas veces, sabía que la verdadera pérdida era no intentarlo siquiera.

Imitando el mismo gesto que había hecho Octojin, flexionó las rodillas, realizando una sentadilla. Tomó aire un par de veces, tratando de concentrarse, y posando las manos en el bidón. Vale, es fácil, Airgid, solo tienes que tirar con todas tus fuerzas, como si te fuera la vida en ello. Una... dos... ¡y tres! La rubia puso todo su empeño, todo su ímpetu en tratar de levantar aquel bidón. No, en el primer intento no lo conseguiría. Pero eso no le hizo perder la esperanza. Tomó aire de nuevo y lo volvió a intentar una vez más, siendo el segundo intento, ya sabía más o menos a cuánto peso se estaba enfrentando. Una burrada, sí, pero... De nuevo, puso todas sus ganas, tiró y tiró, poniendo una cara de frustración al ver que pasaban los segundos y no era capaz. Tenía ganas de liarse a decirle barbaridades al puto bidón, pero eso solo le haría perder aire, algo que necesitaba. Dio un último impulso antes de rendirse, y entonces ocurrió. Pudo separarlo unos centímetros del suelo. Sujetarlo en el aire, a ras de la basura, pero en el aire al fin y al cabo. Con una nueva sonrisa en la cara, intentó levantarlo aún más. Pero eso ya era pedir demasiado, el bidón cedió y Airgid casi se deja los dedos al dejar el objeto de forma brusca en el suelo.

No se sentía los brazos, tenía ganas de tumbarse y quedarse dormidita, pero no, tenía que celebrarlo, coño. Vale, puede que no hubiera ganado, pero... había conseguido mucho más de lo que se había imaginado. — ¡Lo hice! ¡Lo has visto, eh! ¡Lo he levantao! — Dio un par de saltitos hacia Octojin, pero estaba tan cansada que le temblaron las piernas y acabó cayéndose contra él. La rubia no le dio importancia, de hecho, empezó a descojonarse ante su propia torpeza y estupidez. — Taba claro que no iba a ganá. Pero ha sío divertío. — Continuó riéndose, con los músculos tan agotados que era como si estuviera borracha.
#12


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