Alguien dijo una vez...
Crocodile
Los sueños son algo que solo las personas con poder pueden hacer realidad.
[Autonarrada] T2 Preámbulo de una Venganza
Byron
Que me lo otorguen
19 de Verano de 724

Paseaba sin rumbo por las transitadas calles de Rostock. Escaso minutos antes había despertado en una habitación desconocida, con una frágil y delicada doncella durmiendo placidamente a su lado, no recordaba siquiera su nombre, algo que por desgracia era común para el joven espadachín. Con la intención de evitar un encontronazo incómodo, no la despertó y simplemente recogió sus anchas ropas que se encontraban desperdigadas por distintos lugares de la habitación. De forma sigilosa, cuál gato salvaje acechando a su presa, se vistió una vez las tuvo en sus manos, y sin despedirse, atravesó la puerta de aquella habitación dejándola a su espalda, y con una sinvergonzonería sin igual, se dirigió a la cocina para llevarse consigo una rebanada de pan de molde, antes de finalmente abandonar aquella vivienda en la que había tenido una noche de pasión.

Así pues, caminaba de forma distraída, aún casi dormido, por aquellas abarrotadas calles que le eran tan familiares. Rumiando la rodaja de pan que había "robado" y rascando sus partes intimas de forma poco disimulada, si seguía con aquellas costumbres, seguramente ese picor acabaría convirtiéndose en algo serio, más estaba bastante convencido de que aquello provenía de no haberse lavado después realizar actos para adultos. Tampoco es que hubiese tenido la oportunidad de hacerlo, después de todo, si se hubiese dado una ducha antes de salir, la mujer a la que había regalado los oídos se despertaría y se vería obligado a desvelar que todo lo que había dicho la noche anterior, no era más que una escusa para abrirla de piernas.

- Un día me van a pegar algo.- Murmuró el muchacho para sí una vez terminó de tragar aquel alimento, siendo plenamente consciente de que seguir con ese tipo de prácticas, sin protección, podría acabar siendo problemas.- Espero no preñar a alguien.- Continuó, pensando que igual en un futuro próximo tendría descendencia en una de las islas del Mar del Este.

Abriéndose camino entre las multitudes apiladas en el mercado, continuó su camino, buscando ahora si un lugar, su pequeña taberna de confianza.

Eran las primeras horas de la mañana, los comercios había abierto hacía dos horas, y era poco probable que alguno de sus compañeros se encontrase despierto, y mucho menos que se encontrasen merodease la ciudad, pues su recién construido barco se encontraba atracado en el puerto, y ya lo estaban usando como vivienda. Era más exacto decir que, casi todos, pues Vesper, su médico, teniendo un domicilio en Rostock aún no había llevado sus pertenencias al barco, y se irritaba con facilidad cuando se hablaba de la fecha en la que volverían a salir al mar, quizás aún tenía ese sentimiento de pertenencia y tenía que prepararse para no sentir la añoranza que se manifiesta en este tipo de situaciones.

Con su cabeza perdida pensando en su querido compañero, llegó frente a su querida taberna. Frente a la puerta, dos individuos, uno de ellos conocido para el muchacho, pues no era más que la madura tabernera que besaba el suelo por el que pisaba el Solarian, el otro no lo conocía, pero por la angustiada expresión de aquella señora sabía que no era alguien que se alegrase de ver. Y al Byron ver sus ropas, no pudo evitar hilar conceptos y recordar a aquellos bandidos con los que peleó junto a Vesper en el pasado.

Aquel hombre con la piel oscurecida por el efecto del sol, con distintas cicatrices en los antebrazos y el rostro. Ataviado con ropajes holgados, con un kimono carcomido por la suciedad y las batallas, de tonos marrones, con una tela verde oscura enrollada en su cintura a modo de cinturón en el que se encontraba agarrado un mugriento y oxidado sable, y una especie de túnica abierta beige teñida en sus bajos por el barro que llevaba meses incrustado en sus hilos. Con una pose intimidante, enseñando claramente que iba armado, apartando aquella túnica en esa zona mientras llevaba su mano al mango del afectado acero.

Con un gesto serio, Byron se acercó a estos, dando unas palmadas para llamar la atención de aquel hombre.

- Creo que no son formas de tratar a una dama.- La mirada del bandido se despegó de la pobre mujer, y miró a Byron extrañado, desenvainando su sable, y apartándose unos cuantos palmos de ella al acercarse un poco al joven espadachín.

- ¿Quién eres? Solo la estoy pidiendo alcohol para saciar la sed de mi grupo, como un favor.- Dijo señalándole con la espada.

- No es de tu incumbencia quien soy, pero creo que es obvio que esa mujer no quiere atenderte.- Aún mantenía el tono serio y calmado.

- Metete en tus asuntos mocoso.

- Son mis asuntos, es obvio que no dudaré en meterme si alguien molesta a la querida tabernera que con su amabilidad ha llenado el estómago de los míos. Marchate por donde has venido caballero, no quiero tener que mancharme las manos como ya hice en el pasado.- Cambió el tono a uno más amenazante, mientras con un rápido movimiento desenvainaba su preciada espada.

- ¿Pasado? ¡Ja! No me digas que estuviste allí, ¿fuiste uno de los que intentó oponerse? ¡Menudo imbécil, ahora sí que me están dando ganas de matarte! Me pregunto como sería aquella niña si no hubiese muerto por vuestra culpa ¡JAJAJA!- Byron no tenía idea de lo que aquel hombre estaba hablando. - Basta de palabras, voy a cortarte el cuello y llevarle tu cabeza al jefe.- Y se abalanzó sobre el muchacho.

- Me temo que... Sobreestimas tus capacidades...

El joven de ojos violetas, esperó el tajo de su patético enemigo, y en el momento justo, realizó su técnica "Primera Rotación Solar", lanzando un poderoso tajo a la punta del filo contrario, haciendo que del impacto, el sable de aquel bandido saliese despedido y su muñeca se torciese al no poder soportar el golpe.

Antes de que pudiese darse cuenta, el bandido sin darse por vencido, sacó un gastado revolver de la cintura contraria, y lanzó un disparo casi a bocajarro a Byron. Sus buenos reflejos no fueron suficiente debido a la cercanía del disparo, y desvió a destiempo la bala con su filo, haciéndole una herida en la frente, dejando caer sobre su ceja derecha un rastro de sangre.

- ¡Despídete idiota!- Dijo volviendo a apretar el gatillo.

Con decisión en su mirada, con un gesto que pocas veces se había visto en él, un aura asesina se extendía por su espalda. Un rápido movimiento, deslizándose un metro a su derecha para esquivar el tiro, y una fuerte zancada para acercarse a aquel malnacido, realizó su técnica "Alineación Solar" atravesó la mano con la que mantenía la pistola y desde esta cortó en dos hasta llegar a apuñalarle el hombro, dejando totalmente su brazo partido en dos. Aquel tipo, moriría desangrando si no encontraba ayuda en minutos, pero para su desgracia no tendría tal suerte.

- Esto no... acabará... así... Los míos... tomarán venganza...- Susurró dolorido, con la sangre brotando de su cuerpo.

Byron sacó la espada y la limpió con un movimiento de su brazo, para finalmente darle la espalda y dejarlo tirado totalmente moribundo. Por suerte para él, en cuanto empezó el conflicto, la mujer se metió dentro de la taberna, y no quedó traumada con tal imagen. Envainando su espada siguió su camino, en busca de su leal camarada Vesper, tenía que hacerle unas cuantas preguntas.
#1
Moderadora Perona
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