Suzuka D. Hanami
Dragón Floreciente
30-09-2024, 03:43 AM
En la ciudad de Loguetown, donde el viento soplaba con fuerza y el aroma del mar impregnaba el aire, Hanami contemplaba el horizonte desde el borde del puerto. Era una ciudad concurrida, famosa por ser el último lugar donde varios piratas habían pasado antes de dirigirse a Grand Line, pero para la joven oni era justo lo contrario, esa fue la primera isla que encontró tras llegar desde el North Blue.
Hanami, dejaba que sus cabellos blancos fueran mecidos por el viento, mientras sus ojos deslumbraban con un brillo profundo y seductor, había llegado al puerto con un objetivo en mente. Después de semanas de vagar por la ciudad, sintió que había aprendido todo lo que podía sobre sus habitantes, sus costumbres e incluso la música que resonaba en sus tabernas. Se volvió incluso un icono del modelismo entre los diseñadores y fotógrafos de la ciudad. Pero quería viajar y para ello necesitaba un barco que la llevara a explorar el resto del East Blue.
Con sus finas rasgos y una figura que capturaba la atención de cualquiera a su paso, Hanami sabía que tenía poderosas armas para conseguir su objetivo. Se acercó al bullicioso puerto, donde unos mercaderes discutían animadamente sobre sus tratos - ¡Mira ese barco en el que acaban de llegar! - Se escuchó decir a uno de los hombres, un tipo robusto con un sombrero de paja que apenas podía contener su codicia - Se siente como si tuviéramos una fortuna esperándonos, seguro podemos hacer algún buen trato - El hombre observaba los navíos majestuosos que llegaban al puerto con los que podría hacer buenos negocios - Ciertamente, amigo, pero primero necesitamos algún gancho para iniciar conversaciones - Respondió el otro, un hombre más delgado, de cabellera rizada y ojos de rata.
Hanami, atenta a la conversación, sonrió con picardía y decidió que era la oportunidad perfecta. Se acercó a ellos con paso firme y una actitud decidida, sintiendo cómo las miradas se posaban en ella, aunque técnicamente era bajo ella, puesto que les sacaba casi un metro de altura. Los dos mercaderes se quedaron boquiabiertos ante su belleza y comenzaron a murmurar entre ellos - Hola, caballeros - Les saludó Hanami, su voz suave como el murmullo de las olas - He escuchado que están interesados en un buen negocio - Comentaría con cierta picardía - ¿Y tú quién eres? - Preguntó el hombre robusto, su curiosidad floreciendo, mientras el otro la contemplaba con ojos casi vidriosos.
- Soy Hanami, viajera y modelo, he llegado a Logetown hace poco, escuché que ustedes son hombres de negocios - Las palabras de Hanami establecieron el tono perfecto para encender la ambición que había en los corazones de esos hombres. Sintiéndose intrigados, los mercaderes intercambiaron miradas cómplices y comenzaron a hacer preguntas - ¿Y qué haces aquí exactamente? - Preguntó el hombre delgado, encantado por la elegancia con la que Hanami se movía, como si bailara al ritmo del viento - Busco explorar más allá de las fronteras de este lugar. Pero, no tengo un barco - Dijo mientras se acercaba un poco más a ellos, su mirada ahora fija en el robusto - Quizás, si ustedes son lo suficientemente amables, podrían ayudarme...
El hombre robusto tragó saliva y por un momento, su mente giró con imágenes de aventuras y riquezas que podrían estar a su alcance. La presencia de Hanami era como una tormenta en calma, atrayéndolos más cerca y envolviéndolos en su encanto - Nos encantaría ayudar, pero... ¿Qué podrías ofrecer a cambio de este... favor? Un barco es algo costoso - Preguntó el delgado, su voz más grave.
La oni sonrió de manera cautivadora y, sin perder un solo segundo - ¿Por qué no me acompañáis a un bar que descubrí? Seguro que allí podremos hacer negociaciones fructíferas - Y así, sin dudar, los hombres aceptaron la proposición. Eran como corderos conduciéndose al redil, todos ellos atraídos por el magnetismo que Hanami emanaba.
Al llegar al bar, la música sonaba alegre y las mesas estaban repletas de risas y historias compartidas. Hanami se acomodó en una mesa junto a los mercaderes, la luz del lugar iluminaba su rostro, haciéndola aún más deslumbrante. Con cada trago que tomaban y cada broma que hacían, ella aprovechaba la oportunidad para acercarse, tocando sus hombros y sonriendo con educación - ¿No les parece que este lugar necesita un poco de entretenimiento? - Sugirió ella, mientras acentuaba cada palabra con un gesto suave y encantador, sus ojos sinceros atrapando la luz - Estoy segura de que podría hacer que esta noche sea inolvidable.
Los mercaderes, ya embriagados no solo por el alcohol, sino por su presencia, la animaron a cantar y bailar. Con sus movimientos sensuales y una melodía cautivadora, pronto el bar entero no tenía ojos más que para ella. Las copas se alzaban, los aplausos resonaban y el ambiente se tornaba de locura alegre mientras la oni maravillaba a todos con su talento. Era algo evidente, su padre un ningyo fue bailarín toda su vida y ella lo vio bailar desde niña, así como algunas canciones para marineros y viajeros.
Hanami no solo estaba ganando los corazones de los presentes, sino también los de sus acompañantes. Sentía su deseo de complacerla crecer con cada pase de baile y cada mirada cómplice. Los mercaderes, animados y entretenidos, comenzaron a hablar entre ellos sobre lo maravillosa que sería esta experiencia, llenando sus copas una y otra vez mientras ella continuaba su espectáculo. Al final de la noche, con los efectos del licor entre ellos, los mercaderes se sintieron invadidos por un sentido de generosidad desmedida. Fue cuando el hombre robusto, con una risa un poco ahogada, se volvió hacia Hanami - Tienes un talento excepcional, hermosa. No puedo dejar que sigas sin un barco. ¡Tómalo, hip! - Dijo, levantando la mano y llamando a su colega - Sí, sí, hip - Agregó el delgado, riendo - Es lo menos que podemos hacer por tan magnífica dama, debes viajar como en tus canciones y seguir descubriendo mundo.
Con una entrega que sorprendió incluso a Hanami, ambos mercaderes levantaron sus copas en un brindis, proclamando a voz en grito que le regalarían un barco. Hanami sintió una mezcla de triunfo y diversión al escuchar sus palabras. Mientras sus corazones se inundaban de euforia, ella asintió, tratando de contener una sonrisa mientras jugaba con su cabello blanco, cautivadora como siempre. Aunque evidentemente les haría firmar un contrato para confirmar la compra y que luego no le reclamaran.
Al día siguiente, mientras los dos mercaderes se despertaron con resaca y confusión, Hanami estaba lista para zarpar en su nuevo barco, que aunque pequeño, era suficiente para llevarla hacia nuevas aventuras y misterios que aguardaban en los mares. La seducción de una oni había resultado ser más poderosa que cualquier tesoro, y ahora, con el viento a su favor, se dispuso a seguir su camino, deseando explorar lo desconocido. Aunque ella no tenia ni la más remota idea de navegación...
Hanami, dejaba que sus cabellos blancos fueran mecidos por el viento, mientras sus ojos deslumbraban con un brillo profundo y seductor, había llegado al puerto con un objetivo en mente. Después de semanas de vagar por la ciudad, sintió que había aprendido todo lo que podía sobre sus habitantes, sus costumbres e incluso la música que resonaba en sus tabernas. Se volvió incluso un icono del modelismo entre los diseñadores y fotógrafos de la ciudad. Pero quería viajar y para ello necesitaba un barco que la llevara a explorar el resto del East Blue.
Con sus finas rasgos y una figura que capturaba la atención de cualquiera a su paso, Hanami sabía que tenía poderosas armas para conseguir su objetivo. Se acercó al bullicioso puerto, donde unos mercaderes discutían animadamente sobre sus tratos - ¡Mira ese barco en el que acaban de llegar! - Se escuchó decir a uno de los hombres, un tipo robusto con un sombrero de paja que apenas podía contener su codicia - Se siente como si tuviéramos una fortuna esperándonos, seguro podemos hacer algún buen trato - El hombre observaba los navíos majestuosos que llegaban al puerto con los que podría hacer buenos negocios - Ciertamente, amigo, pero primero necesitamos algún gancho para iniciar conversaciones - Respondió el otro, un hombre más delgado, de cabellera rizada y ojos de rata.
Hanami, atenta a la conversación, sonrió con picardía y decidió que era la oportunidad perfecta. Se acercó a ellos con paso firme y una actitud decidida, sintiendo cómo las miradas se posaban en ella, aunque técnicamente era bajo ella, puesto que les sacaba casi un metro de altura. Los dos mercaderes se quedaron boquiabiertos ante su belleza y comenzaron a murmurar entre ellos - Hola, caballeros - Les saludó Hanami, su voz suave como el murmullo de las olas - He escuchado que están interesados en un buen negocio - Comentaría con cierta picardía - ¿Y tú quién eres? - Preguntó el hombre robusto, su curiosidad floreciendo, mientras el otro la contemplaba con ojos casi vidriosos.
- Soy Hanami, viajera y modelo, he llegado a Logetown hace poco, escuché que ustedes son hombres de negocios - Las palabras de Hanami establecieron el tono perfecto para encender la ambición que había en los corazones de esos hombres. Sintiéndose intrigados, los mercaderes intercambiaron miradas cómplices y comenzaron a hacer preguntas - ¿Y qué haces aquí exactamente? - Preguntó el hombre delgado, encantado por la elegancia con la que Hanami se movía, como si bailara al ritmo del viento - Busco explorar más allá de las fronteras de este lugar. Pero, no tengo un barco - Dijo mientras se acercaba un poco más a ellos, su mirada ahora fija en el robusto - Quizás, si ustedes son lo suficientemente amables, podrían ayudarme...
El hombre robusto tragó saliva y por un momento, su mente giró con imágenes de aventuras y riquezas que podrían estar a su alcance. La presencia de Hanami era como una tormenta en calma, atrayéndolos más cerca y envolviéndolos en su encanto - Nos encantaría ayudar, pero... ¿Qué podrías ofrecer a cambio de este... favor? Un barco es algo costoso - Preguntó el delgado, su voz más grave.
La oni sonrió de manera cautivadora y, sin perder un solo segundo - ¿Por qué no me acompañáis a un bar que descubrí? Seguro que allí podremos hacer negociaciones fructíferas - Y así, sin dudar, los hombres aceptaron la proposición. Eran como corderos conduciéndose al redil, todos ellos atraídos por el magnetismo que Hanami emanaba.
Al llegar al bar, la música sonaba alegre y las mesas estaban repletas de risas y historias compartidas. Hanami se acomodó en una mesa junto a los mercaderes, la luz del lugar iluminaba su rostro, haciéndola aún más deslumbrante. Con cada trago que tomaban y cada broma que hacían, ella aprovechaba la oportunidad para acercarse, tocando sus hombros y sonriendo con educación - ¿No les parece que este lugar necesita un poco de entretenimiento? - Sugirió ella, mientras acentuaba cada palabra con un gesto suave y encantador, sus ojos sinceros atrapando la luz - Estoy segura de que podría hacer que esta noche sea inolvidable.
Los mercaderes, ya embriagados no solo por el alcohol, sino por su presencia, la animaron a cantar y bailar. Con sus movimientos sensuales y una melodía cautivadora, pronto el bar entero no tenía ojos más que para ella. Las copas se alzaban, los aplausos resonaban y el ambiente se tornaba de locura alegre mientras la oni maravillaba a todos con su talento. Era algo evidente, su padre un ningyo fue bailarín toda su vida y ella lo vio bailar desde niña, así como algunas canciones para marineros y viajeros.
Hanami no solo estaba ganando los corazones de los presentes, sino también los de sus acompañantes. Sentía su deseo de complacerla crecer con cada pase de baile y cada mirada cómplice. Los mercaderes, animados y entretenidos, comenzaron a hablar entre ellos sobre lo maravillosa que sería esta experiencia, llenando sus copas una y otra vez mientras ella continuaba su espectáculo. Al final de la noche, con los efectos del licor entre ellos, los mercaderes se sintieron invadidos por un sentido de generosidad desmedida. Fue cuando el hombre robusto, con una risa un poco ahogada, se volvió hacia Hanami - Tienes un talento excepcional, hermosa. No puedo dejar que sigas sin un barco. ¡Tómalo, hip! - Dijo, levantando la mano y llamando a su colega - Sí, sí, hip - Agregó el delgado, riendo - Es lo menos que podemos hacer por tan magnífica dama, debes viajar como en tus canciones y seguir descubriendo mundo.
Con una entrega que sorprendió incluso a Hanami, ambos mercaderes levantaron sus copas en un brindis, proclamando a voz en grito que le regalarían un barco. Hanami sintió una mezcla de triunfo y diversión al escuchar sus palabras. Mientras sus corazones se inundaban de euforia, ella asintió, tratando de contener una sonrisa mientras jugaba con su cabello blanco, cautivadora como siempre. Aunque evidentemente les haría firmar un contrato para confirmar la compra y que luego no le reclamaran.
Al día siguiente, mientras los dos mercaderes se despertaron con resaca y confusión, Hanami estaba lista para zarpar en su nuevo barco, que aunque pequeño, era suficiente para llevarla hacia nuevas aventuras y misterios que aguardaban en los mares. La seducción de una oni había resultado ser más poderosa que cualquier tesoro, y ahora, con el viento a su favor, se dispuso a seguir su camino, deseando explorar lo desconocido. Aunque ella no tenia ni la más remota idea de navegación...