Alguien dijo una vez...
Monkey D. Luffy
Digamos que hay un pedazo de carne. Los piratas tendrían un banquete y se lo comerían, pero los héroes lo compartirían con otras personas. ¡Yo quiero toda la carne!
[Común] Dos piezas de cuatro. (C- Pasado)
Hunter D. Alpha
Kurogami no Alpha
Verano, atardecer del día 8

La verdad, tu aventura había tomado un pequeño cambio de curso. Uno inesperado si me lo llegas a preguntar. Pero aun así, no eras de los que te molestaran aquellas cosas. La vida era un libro único del cual te podrías encontrar cualquier cosa y, mucho más si se trataba de las aventuras de todos los protagonistas de este universo. Tú eres uno de ellos. Una pequeña mosca en la sopa. Un pequeño pez en un enorme océano. Alguien que apenas está conociendo el mundo. Alguien que decidió salir de la seguridad del bosque que se crio, con el fin de llegar a lograr algo que solo sientes que tú puedes lograr. Algo loco, pero con sentido para ti.

Pero no te preocupes, pequeño pirata. Yo estaré aquí a tu lado, narrando lo que se te ocurra que quieras lograr. Yo, un mero observador de tu travesía en este mundo. Si algo te puedo decir, es que realmente es posible llegar a ser algo. Puedes crecer y dejar de ser ese pequeño pez y convertirte en algo más. Ya en lo que desees convertirte es cosa tuya. Pero a decir verdad, tú ya tienes una imagen de lo que deseas. Una aún muy vaga y sin forma, pero aun así se comienza por algo.

Siempre… se comienza por algo.

- Esto esta delicioso. – Dices a Sowon. Tanto tu como ella se encuentran en un puesto ambulante de comida. Tú disfrutabas de un buen plato de ramen mientras. Adicionalmente habías pedido una gran cantidad de roles de sushi, acompañado de obviamente tu tan amado café. Se te notaba tranquilo pero a su vez pensativo. Dándole vueltas a la cabeza con ciertas cosas. Pero al final de cuentas, sabias que solo necesitabas recursos para poder llegar a obtener lo que hacía falta para continuar.

Y para conseguir recursos, tendría que actuar.

- El sol esta por ponerse. – Dices mientras el cocinero coloca el sushi en la barra. Tomas uno y lo comes de un solo bocado. – Ya se acerca el momento. – Dices mientras crujes tu cuello.
#1
Sowon
Luna Sangrienta
La buena ingesta de carbohidratos y proteinas eran una clave que la rubia llevaba desde muy pequeña. No cualquiera podría blandir con tal destreza y velocidad aquel monstruo de hierro forjado en su espalda, parecía un grotesco monstruo del acero que en manos de alguien como ella solía desplegar cierta elegancia. Pero enfundado, durmiente en su espalda y envuelto en telas parecía una carga pesada, algunos dudaban de que aquello pudiese ser manejado más que por una criatura con cuernos. Sin embargo, la mujer tenía dos cuernos negros, uno a cada lado de su cabeza lo que le hacía parecer más un demonio salido de algún cuento de horror.

—No está mal, me gusta el sabor de la carne, parece que cada vez que muerdo se vuelve mejor. Pero es algo chiclosa, me hubiese gustado algo más firme.—

Comentó sin dejar de masticar, era un gran agujero sin fondo cuando se preparaba para algo exigente. El entrenamiento le había dejado con muchas ganas de pelear, había imaginado algo más extenso no un simple intercambio que buscase educarle o mostrarle una visión del mundo a la cual ella ya se había hecho una imágen con anterioridad. ¿Entonces que le ataba a compartir un momento? Además de que paguen su comida, la promesa de un lugar donde pudiera desatar todo su arsenal, no había mejor manera de ilusionarla que un trabajo en donde no hubiera limitantes. Dudaba que el enano no supiera lo que podía hacer alguien como ella, una guerrera que había descuartizado tal cantidad de oponentes, ella en un principio los contaba pero después del décimo lo dejó de hacer al darse cuenta que no tenía sentido.

—Mi espada está emocionada por ese lugar, si en verdad dan mucho dinero debemos asegurarnos de ganar o al menos retirarnos con el mayor nivel de bajas. Tu puedes encargarte de los rápidos y bajitos, yo barro al resto. Tratemos de ahorrar energía, no has visto todo lo que esta espada puede hacer.—

Bromeó antes de levantarse del puesto y estirar su cuerpo, su mente todavía tenía los borrosos recuerdos de la mañana dando vueltas. Estaba sobria y eso le garantizaba estar al cien por ciento en su siguiente pelea, no había llegado a mostrar realmente sus capacidades. Su espada no había saboreado la sangre del enano, pero pronto toda esa impaciencia se convertiría en euforia. Ambos monstruos, acero y mujer se volverían un tornado caótico, lo único que faltaba era llegar al lugar prometido. A la tierra que se teñiría de rojo, cerró sus ojos para respirar profundamente, fantaseando con el aroma de la futura carnicería.
#2
Hunter D. Alpha
Kurogami no Alpha
Algo te ha llamado la atención de ella. De hecho, te genera cierta curiosidad la manera de la cual ella se refiere a su arma. Pareciera… que fuera su amiga. Curiosa la manera en la que ella habla sobre su espadón. ¿Será que ella tenía alguna habilidad especial con las armas o simplemente estaba algo loca? Quien sabe, pero de igual manera no te dejaba de generar curiosidad ese pequeño asunto.

-¿Cómo sabes lo que desea tu arma? – Preguntaste mientras le mirabas. – Pareciera que tuvieras una conexión  muy grande con tu espada. – Cosa que no era para mofarse. Se suponían que grandes guerreros eran uno con sus herramientas de combate, así como los cazadores eran uno con sus instintos. Cosas que de por si a pesar de tener diferentes enfoques, tenían ciertas similitudes.

- Aún desconocemos como funciona ese lugar pero, ya veremos que podremos sacar de eso. – Dijiste mientras comías otro sushi.- Necesitamos un barco lo suficientemente bueno que nos ayude a llegar a Grand Line. Supongo que lo compramos o lo robamos ¿Tu que preferirías? – Preguntaste, dándole importancia y validación a su opinión. Realmente no querías que ella pensara que tu tomaría todas las  decisiones. Buscabas realmente igualdad en la unión que habías formado con ella. – Personalmente, creo que comprarlo es más aburrido que robarlo. Sería más interesante buscar un grupo pirata y destrozarlos y robarnos su botón y su barco. Quizás tanto a ti como a tu espada les guste más esta idea más que simplemente comprarlo. – Pusiste tu mirada en la espada. – Por cierto ¿Tu arma tiene nombre?

La comida estaba tomando una conversación bastante curiosa. Amena a su manera. Pero si, realmente era curioso como desde esta mañana habían pasado de estar dándose de hostias ustedes dos a centrarse y compartir una cena antes de buscar un lugar donde luchar. Simplemente siguiendo la corazonada de un rumor.
#3
Sowon
Luna Sangrienta
Sonrió ante la pregunta, una sonrisa salvaje casi irrisoria, la verdad que la interrogante le resultaba algo curiosa a su manera. Desde siempre había creído comprender lo que deseaba su arma, era una herramienta que había estado desde hace mucho en sus manos, sin embargo no tenía ningún nombre definido para la misma. Comenzó a pensar para sí misma la respuesta a las tres interrogantes, que tenía una conexión fuerte con el arma era indudable, llegaba a sentirse desnuda sin su espadón cerca y también le dedicaba bastante cuidado para mantenerlo afilado, brillante y disfrutaba bañarlo con sangre para sentir que estaba viva en un extraño ritual de su raza. Desenvainó el acero para verlo brillar a la luz de la luna, las suaves gotas del verano se formaban al chocar el viento cálido de la isla en contra del frío bloque de metal, clavó la punta en el suelo para que Alpha pudiera presenciar las gotas recorrer el acero en una empinada pendiente hasta tocar la tierra.

—No necesito saber lo que quiere, porque una espada es una herramienta, un trozo de acero que absorbe las emociones de su propietario y aprende de este. Simplemente lo sé, puedo notarlo en su hoja cuando retiene la sangre de sus presas, cuando resplandece ante la luz de las estrellas y cuando se levanta encarnizadamente ante mis oponentes. ¿Nombre? Nunca lo he pensado, una herramienta no necesita un nombre, pero si me preguntas el día en que esta cosa mate a un rey marino se ganará el apodo de Matareyes...—

Comentó riendo ante lo último, era un nombre que en su familia le daban a cualquier arma que fuese capaz de rivalizar contra una de esas bestias y no romperse, un sueño que tuvo desde niña el bautizar a un arma con aquel título honorario. Una espada capaz de destrozar a las peligrosas serpientes, lagartos y ballenas que aguardaban en los mares dispuestas a consumir a los incautos. Ella deseaba convertirse en quien acabase con los reyes, en poder colocar su pie sobre su fría cabeza y coronarse como una. Pero no lo consideraba un sueño, si no, un simple anhelo de su espada y que sentía muy posible al corto plazo. Los reyes marinos no tenían un nivel fijo, podía encontrarse a alguno incluso cerca de la costa y eliminarlo bautizando a su arma. ¿Qué era un sueño luego de ser cumplido? ¿Acaso terminaría su aventura sin haberla iniciado? Negaba en convertir algo tan simple como una conquista en su lema de vida.

—¿Robar? Si matamos a los piratas no estaríamos robando, simplemente tomando lo que alguna vez perteneció a alguien más y siempre podríamos devolverlo a su dueño si es que no está muerto cuando ya no necesitemos ese trozo de madera flotante. Si podemos hacer un bien al mundo cuenta conmigo para asaltar esa embarcación, aunque no te ayudaré a limpiar, mejor no matarlos dentro o al menos no con mi arma.—

Envainó nuevamente el acero antes de cruzarse de brazos, matar no le era problema siempre que le pagasen por hacerlo, el pago en aquel caso era un barco que pudiera llevarle lejos cuando se aburriese de la rutina. La moral era algo que nunca le había detenido, mataba por trabajo sin importarle más que el pago, si era malo, bueno o si le hacía un bien al mundo era un motivo colateral. Después de todo, esa era la vida de una mercenaria, el hecho de ver todo en cuestión de números y objetivos. Algo en sus palabras logró captar su atención, volver al Grand Line, a Onigashima era algo que no le resultaba tan malo.

—Ir a un mar donde solo abunda la muerte, la desgracia y que consume con sus fauces a los incautos que creen ser fuertes, suena a un lugar para morir. Aunque, si entrenamos lo suficiente y no te come algún pescado podremos disfrutar un buen sake en mi ciudad natal.—

Comenzó a reír tras sus palabras, no pensaba mucho en su familia o en sus tierras, era algo de lo que se había desprendido para forjar su propio nombre en lugares tan lejanos donde nadie reconocía su apellido. Le encantaba pensar en que regresaría con varios trofeos, con varias cabezas para ofrecer en respeto a sus antepasados, el solo hecho de pensar en volver enmarcaba su hermoso rostro en una tétrica sonrisa carente de otro sentimiento más que el deseo de guerra latente.
#4
Hunter D. Alpha
Kurogami no Alpha
-Creo que eso sería imposible. – Respondiste con calma. – No hay manera de cómo saber dónde roban los otros piratas. Y no creo que en sus últimos momentos estén interesados en contarnos en cual de todas las islas han estado. – Luego ladeaste un poco tu cabeza ante su comentario de hacer bien al mundo. Realmente, eso nunca lo habías pensado. Simplemente haces lo que te place para satisfacerte. No buscabas hacer un bien en realidad, pero si realmente estabas ayudando a alguien con tus acciones, nunca vendría mal un poco de reputación extra.

Ya sea buena o mala, la reputación siempre ayuda de alguna manera.

-Nunca he intentado y tampoco me a interesado hacer el bien. – Estabas siendo honesto. – Simplemente vivo por saciar mis deseos egoístas. Pero supongo que si alguien se ve beneficiado de que elimine a otros grupos piratas, no estará más para ellos ¿no? Pienso que salgo más beneficiado yo que otros.

Bueno, suponiendo que las cosas salieran como se supone que pasasen, tu saldría más beneficiado. – Por otro lado, creo que colocar nombres a las cosas es importante.  Es como nosotros, cada uno es diferente. Pero entiendo que quieras darle un nombre por el logro que haya obtenido dicha arma. Y matareyes no suena nada mal. – El tema de las armas te estaba comenzó a seguir llamando. – Por cierto ¿Crees que es posible funcionar el acero con los componentes de animales? Ejemplo el colmillo de un rey marino con el acero de una espada. Siempre he pensado que el mundo animal es fascinante y, si podemos llevar solo poco de eso a nuestro arsenal, sería de gran ayuda.

En tu cabeza no sonaba mal la idea, el cazar criaturas y poder tomar recursos de ellos para que Sowon pudiera crear nuevos artefactos, no sonaba nada mal a primera instancia.  Después de todo, cazar era lo que más te gustaba a ti. Ya fuera animal o ser humano, te asegurarías de tener un trofeo en tu colección. Claro, siempre y cuando valiera la pena.

- Suena a un lugar donde solo existen demonios lo que describes. – respondiste a su comentario del grand Line. – Supongo que tendremos en cuerpo, mente y espíritu para estar listos.
#5
Sowon
Luna Sangrienta
La mujer no pudo evitar reír, lo que había dicho sobre devolver los bienes era más una broma que una obligación, estaba segura que muchos piratas solían matar para adueñarse de los recursos y sería una tarea imposible encontrar a los dueños de algo en manos de piratas. Tampoco que deseaba actuar como una justiciera, ella conocía que muchas veces había vendido la espada por dinero a gente que la mayoría consideraría malvados, su moral era dudosa y cambiante muy dependiente de su animo sin tener consideraciones por el daño colateral. ¿Bondad? ¿Maldad? En su mente existía más una relación entre respeto y dinero, si no le enfadaban podía trabajar con criminales para costearse alguna cosa. Observó a Alpha, podía llegar a entender que no buscase hacer algo bueno por el mundo, cada quién se movía por deseos egoístas y era claro que ella también lo hacía. Si tenía en consideración el deseo de volverse famosa, a lo mejor querida por cierta isla como aquella en la que estaban, era más para disfrutar de las ventajas que por buscar un legado o una acción de genuina entrega.

—Mientras se pueda matar no debería importar lo demás, si por hacerlo ganamos la admiración de otros mucho mejor, busco beneficiarme de la fama positiva que puede darme hacer alguna acción. Escuché de personas famosas que no las molestan y suelen darle regalos por solo existir, consumen del fruto de su masacre camuflada de buena fé. No me imagino otra vida mejor, poder matar y ser recompensada por lo que mucha gente podría considerar salvaje...—

Comentó antes de escuchar la mención de los nombres, las herramientas eran un instrumento, reemplazable y siempre mejorable. Darles un nombre para encariñarse no estaba en su naturaleza, respetaba tener un valor sentimental a un arma pero un cuchillo de calidad inferior pese a tener un nombre muy bonito seguiría siendo un cuchillo malo. El portador tarde o temprano debería reemplazarlo, fuera por grietas, una fractura o la pérdida de filo, incluso si llegase a repararlo por el mismo artesano ya hubiera cambiado, mutado siendo un arma diferente a la que entró en la forja por primera vez. La idea de Alpha no le resultó extraña, de hecho, en Onigashima existía una larga tradición de herreros, artesanos y carpinteros que podían hacer milagros con cualquier cosa. Ella no se consideraba a su nivel, frente a esos maestros se notaba como una piedra que estaba siendo pulida lentamente, tampoco tenía la profesión como algo central en su vida. Simplemente, era una habilidad que su familia transmitía de generación en generación.

—Un buen artesano hace una obra de arte con cualquier materia prima que pueda ponerse en la forja, he visto collares de dientes de esas criaturas, empuñaduras de hueso e incluso armas que utilizaba sus astillas como puntas de flecha o arietes. Su piel también puede confeccionar ropa bastante resistente y su carne en ocasiones se vende como un buen manjar. Todo depende de la mano del artesano, de momento no podría realizar con mi mano una obra de tal calibre como mi espada. Pero dame unos meses y podremos planificar algo cuando parta por la mitad una de esas bestias.—

Explicó con cierta emoción en sus ojos ante la mención de poder confrontar a alguna de esas bestias, su espada apreciaría tan buena presa y a lo mejor el nombre le aseguraba un poco más de vida antes de necesitar modificarla o ser reemplazada. Su sonrisa no hizo más que ampliarse al escuchar la descripción, un lugar de demonios era una buena manera de ponerlo en contexto, un lugar donde podías perder todo en un segundo si no estabas listo. Golpeó sus puños entre sí asintiendo a las palabras del enano, al fin pareció decir algo que despertó sus ganas de moverse y eso que ya estaba bastante ansiosa.

—Por eso deberemos forjar en sangre nuestro primer trabajo, destrozar ese club de pelea para tener dinero y a la vez comprender que tan lejos estamos realmente del nivel que necesitamos. Puede que aprendamos mucho, que podamos romper nuestros límites y presenciar a algún guerrero que merezca la pena para prepararnos. Si te soy sincera, hasta los habitantes de este lugar, son mucho más débiles que las hormigas que solían contratar a mi familia.—
#6
Hunter D. Alpha
Kurogami no Alpha
Admiración… sinceramente era algo que nunca habías sentido en ningún momento. Tampoco era algo que buscaras directamente, pero eras consiente que era una herramienta que podría llegar a ser útil. Después de todo, esas cosas como el dinero y la fama eran simplemente recursos de los cuales tú podrías abusar de verse necesario. Luego ella te comienza a hablar de un estilo de vida que… no te parece del todo malo. Suena como uno que tú también disfrutarías de verse la oportunidad de vivirlo. Uno no tan diferente, solo que ella lucha por mero placer y fanatismo por la lucha.

Y tú, luchas por simples razones bastante cuestionables.

- Se nota que conoces de la materia. – Dijiste sonriendo. Realmente la podías observar como disfrutaba platicando del asunto. Se notaba a leguas que ella era alguien que disfrutaba con la idea de tomar materia prima de cualquier tipo y forjar algo fuera de este mundo. – Tengo un presentimiento de que forjaras algo que dividirá no solo bestias. Forjaras algo que incluso podrá partir el cielo en dos. – Algo capas de partir el cielo en dos. Incluso algo como eso suena difícil de creer. Aunque algo dentro de ti te decía que no era imposible. Pero en fin, no podías darle más vueltas a aquello, ya que la oni seguía platicándote. Te afirmo sus deseos sobre aquel club de pelea a la cual tú y ella pretendían ir. Aunque lo que ella te mencionaba era la intención de destrozarlo. Algo que no tenías muy claro era sus intenciones en sí.

-Me estás diciendo que en vez de luchar y tratar de ganar un trozo el premio. ¿Prefieres ir a por todo, destrozarlo todo y quedarnos con todo? – La verdad que no pretendías del todo hacer eso, pero lo que ella ofrecía no parecía una mala idea. – La verdad… no suena a un mal plan. – Dijiste mientras dabas un mordisco a lo último de tu comida. Pagaste por la comida de ambo y te levantaste para disponerte a ponerte en marcha. – La verdad es que no suena nada mal. Esta noche suena a que la pasaremos muy bien. – Le miraste nuevamente. Sonreías con amabilidad. – Quien diría que tu tendrías una iniciativa tan grande, Sowon. Eres genial.

La verdad es que la estabas comenzando a pasar bien con ella. No era alguien que ocultara cosas a simple vista y claramente te comentaba lo que pensaba. Era ciertamente alguien que podrías decir, hasta el momento, que es digna de fiar. Ella había pasado de ser mercenaria a pirata.  Aunque no había mucha diferencia, el mercenario era alguien que por un pago, haría el trabajo. Pero en este caso, ella no tenía contratante. Ella misma era su propio jefe y cliente.

Y eso, la hacía un peligro al igual que tú.
#7
Sowon
Luna Sangrienta
No consideraba ser una experta, pero si sabía manejarse con ciertas cosas como la forja. En su clan existía cierta tradición a la manufactura de diversas armas para así no depender de gremios o asociaciones, no depender de nada mas que de uno mismo. La certeza de que un grupo podía ser algo riesgoso, bocas que alimentar, decisiones en las que no se estaría de acuerdo y algún indicio de lealtad que a ella nunca le había atraído. Si bien el pequeño humano parecía muy convencido de unirle a su aventura, la rubia dudaba, claramente seguía al joven por la emoción de poder usar su arma sin que nadie se opusiera pero no estaba convencida de que esa sociedad siguiera existiendo tras el suceso. No le conocía de nada y tampoco lee debía lealtad, pese a sus halagos no encontraba motivos para seguirle más allá de un aventón. Era una mujer que valoraba demasiado su propia independencia, sus propias metas y su necesidad de tener un sueño como para unirse a otro, tampoco deseaba ser una carga para alguien de momento estaba bien sola.

—No veo motivos para dudar de lo que pueda llegar a alcanzar, la artesanía solo es una forma de quemar el tiempo. Mientras mi cuerpo pueda moverse seguiré buscando que mi espada pueda probar la sangre de otros.—

Aclaró con una sonrisa mientras caminaba, las palabras del joven le hicieron levantar una ceja. Ella no deseaba participar en un circuito con reglas, reglas en un sistema ilegal de combates sonaba algo irónico. ¿Por qué reducirse a un sistema gobernado por criminales? Cuando podían entrar y acabar con todo aquel circo, incluso sin tener a nadie molestando al haber acabado con un circuito mal visto por ciertos sectores. 

—Es lo que se debe hacer, acabar con ese circuito y ver lo que encontramos como premio si es que existe. En un mundo gobernado por criminales, no existe la piedad, solo la necesidad de obtener lo que quieres. Y yo busco una buena pelea...—

Declaró casi en una declaración de guerra contra el supuesto lugar, no se detendría ni retrocedería, ella no se mostraría débil frente a un desafío. Desenvainó su espada al llegar al lugar y simplemente esperó para entrar destrozando esa puerta, no dejaría nada al azar, ingresaría como un torbellino de cortes y arrasaría con todo lo que tuviera delante. Puede que ebria no representase mucha amenaza, pero juraría que aquel humano jamás se esperaría lo que la Luna Sangrienta de Onigashima podía desatar si le soltaban. Contó mentalmente los pasos, uno, dos... y entonces se adentró al lugar como un tornado filoso. La puerta de madera fue lo primero en hacerse pedazos, luego el cuerpo de un guardia fue empalado contra la pared y tres más fueron destrozados por la gigantesca espada del demonio que buscaba a sus presas con sus ojos verdes inyectados en sangre.

—Débil, no merecen la pena, si este es el nivel de este lugar creo que me voy a aburrir.—

Suspiró mientras clavaba el espadón entre ceja y ceja de un peleeador que había tenido el valor de intentar acercarse. La carne que colgaba de su espada y la sangre no parecían saciar su apetito, siendo que simplemente la limpió con un rápido movimiento para volver a cortar, esta vez otro luchador con una destreza inhumana. Era el inicio y ya buscaba a peleadores más fuertes con quienes intercambiar más que un único corte.
#8
Hunter D. Alpha
Kurogami no Alpha
La verdad, no sonaba tan mal. Asaltar un ring de peleas clandestino podría ser algo bastante divertido. Al menos para ti, que eras una persona que buscaba algo digno de colgar como un trofeo. Aunque ella tuviera una manera de pensar un poco más radical que la tuya. Para ti era un poco más entretenido jugar con las reglas de tus oponentes y derrotarles en el mismo juego. Aunque declarar la guerra era algo que sonaba bastante tentador.

Quizás, sea momento de ser un depredador.

Ella irrumpe sin pensarlo mucho dentro del lugar. Destajando enemigos por doquier sin siquiera darte la oportunidad de escoger uno. Tu solo te limitas a caminar a unos cuantos pasos detrás de ella. Bueno, era la primera estancia solamente. Estábamos en la entrada y había un montón de puertas por doquier. El lugar era una casa que “aparentemente” estaba abandonada. Una total fachada, ya que de abandonada no tenía nada. Sowon Parece pasarlo más que bien. Tu por otro lado, simplemente ojeaba un poquito el lugar. El segundo piso no parecía ser otra cosa más que un sitio lleno más de habitaciones. Entonces eso dejaba un lugar para sola una cuestión.

Teñían que bajar, ya que todo estaba construido sobre una fachada.

Saca tu pistola y con un rápido movimiento, apuntas a una persona que pretendía atacar a Sowon por la espalda mientras ella luchaba con alguien. – No deberías interrumpir el combate de nadie. – Pistola nuevamente en cinto y poco a poco comienza a salir más gente alarmada. De cierta puerta en particular que parecían dar hacia unas escaleras que descendían. Sonríes al sentir que tu corazonada es cierta. -  Interesante. – Ellos armados con sables y tú a manos denudas. Se abalanzan contra ti, Alpha. Tú simplemente corres hacia ellos con una velocidad implacable. Golpeando a unos cuantos salvajemente, el resto busca rodearte y trata de sujetarte o cortarte. Tú simplemente te agachas y das un gran salto para esquivar. Usas la cabeza de una para apoyarte y saltar lejos.

- Son muy lentos. – Dices mientras das saltos cortos en tu lugar. Luego sacas tu colmillo de serpiente y sin pensarlo mucho te abalanzas contra ellos nuevamente. Atravesando a algunos y haciendo tajos en otros. Ya cuando quedaba uno solo, que preferido salir corriendo antes de vérselas contigo. Tú simplemente apuntaste con tu pistola y le disparaste, acabando con este.

Esto solo había comenzado, pequeño.
#9
Sowon
Luna Sangrienta
Las cosas estaban saliendo relativamente bien, pero el combate era aburrido, los pocos enemigos que aparecían resultaban bastante endebles para el improvisado grupo de dos guerreros. La mujer clavó el espadón y lo enterró en uno de los ya inertes cuerpos que decoraban el lugar, chasqueó la lengua aburrida mientras observaba los alrededores. El enano fiel a lo que había mostrado no escatimaba en fuerza, lentamente habían limpiado la primer oleada y la cosa se mantuvo en un inquietante silencio que la mujer rompió apoyada sobre su arma.

—No parece que estos tipos sean buenos más que como muñecos de práctica. Será mejor encontrar a esos peleadores que se suponía eran poderosos...—

Expresó algo decepcionada por el nivel mostrado de sus oponentes, una cosa estaba clara, ninguno de los dos se había divertido ya que una pelea con tanta desigualdad solo les consternaba. Disfrutaban de un combate igualado, de algo que pudiese equipararse a su técnica o incluso sentirse pequeños por momentos. Eran fieros luchadores que solo progresaban saltando a la boca del lobo y tras una de las puertas encontraron las escaleras para descender a la arena.

—Ahora si parece algo más elaborado, a lo mejor es lo que buscaba al entrar en este lugar.—

Una gran arena de guerra se extendía en el circuito subterraneo, de entre las sombras emergieron a un estadio del bajo mundo, no había barrotes o jaulas, era un escenario similar a un coliseo con una grada y luces artificiales. En el centro de la misma dos hombres se medían a puño limpio, parecían muy concentrados en la encarnizada lucha, Sowon desenvainó nuevamente al ver un grupo de hombres que se aproximaban a detener su avance. 

Otro corte limpio fue el resultado de la escaramuza, los hombres pudieron notar algo extraño pasar cuando la mujer se lanzó a gran velocidad contra uno de ellos, a duras penas pudo frenar el filo con sus nudilleras pero lentamente cedió una de sus rodillas por la abrumadora fuerza de la mujer. La hoja se deslizó con gran sutileza hasta cortar levemente el hombro de aquel luchador, obligado a retroceder para no perder la totalidad de su brazo.

—Eres fuerte, al menos pudiste evitar un golpe, eres lo que buscaba para calentar un poco. No te relajes, no quisiera que mueras por un mal cálculo.—

Se lanzó con una sonrisa mientras su espada se movía cual látigo, el luchador se veía obligado a retroceder y bloquear con cierta dificultad, pero claramente no podía avanzar sin recibir algún corte. El peligro de que la gigantesca espada se enterrase en alguna de sus extremidades era bastante real y un riesgo que no estaba dispuesto a correr pese a estar luchando en un circuito de dudosa legalidad. El coliseo sin embargo, no era infinito, obligado a retroceder el luchador se vio acorralado contra la pared, la mujer levantó el arma y un golpe descendió.

—Hmm... ¿Tantas ganas tenías de morir?—

Otro de los luchadores había interferido como escudo humano, pese a que su intento había dado la sensación de funcionar la mujer solo suspiró para tomar la empuñadura con ambas manos y utilizar una brusca embestida. El filo atravezó al luchador que había estado evadiendo sus cortes a la altura del estómago, había bajado la guardia y dado un paso en falso con la esperanza de atacar tras el sacrificio del otro hombre.

—Te avisé que no bajaras la guardia, si hubieras estado atento sabrías que una espada no solo corta, también puede empalar...—
#10


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