¿Sabías que…?
... Robin y Ussop son los encargados de cortarles el pelo a su tripulación, ya que después de todo, es algo que alguien debe hacer.
[Aventura] [Aventura T4] La Infinita Sabana
Suzuka D. Hanami
Dragón Floreciente
El trabajo asignado era un trabajo de campo. Algo mucho más relajado y gratificante para el espíritu que la caza, por lo menos para Lovecraft, sin duda los años en el templo habían inculcado un amor hacia la tierra y los seres vivos que no eran adecuados para las actividades de caza. Un trabajo que consistía en crear vida y nutrir la tierra, no en arrebatarlas.

Mientras Lovecraft trabajaba podría notar en las proximidades el resto de los miembros de la Tribu Zing trabajando y haciendo un poco su vida. A diferencia de los Naga aquí si que se encontraban espectros de todas las edades, desde niños corriendo cerca de los campos jugando entre ellos, hasta ancianos que aun tener incluso más años que Lovecraft estaban ayudando en los campos, tal vez no con el trabajo pesado, pero si que en la recolección o siembra. 

La fisionomía de la mayoría de la tribu era claramente menos atlética y entrenada que la de los Naga, se notaba quienes eran los que se pasaban el día corriendo y sopesando obstáculos por toda la sabana de forma ininterrumpida, entrenando su cuerpo y siendo maquinas de correr más efectivas que muchas monturas o vehículos que usaban en la civilización.

Como habían llegado por la mañana al mediodía tocaría un pequeño descanso. Lovecraft lo podría notar con el aviso que algunos miembros de la tribu iban dando mientras se pasaban por los campos repartiendo una especie de tortas hechas con una masa en base de legumbres, verduras y alguna especia. Eran bastante nutritivas, tenían diversos nutrientes, entre ellos proteína vegetal y lograban llenar el estomago a la vez que dar energía a largo plazo; a parte que no parecían muy costosos de preparar. Evidentemente acompañarían de agua las mismas para que pasaran mejor dado que muchas podían hacerse un poco de bola en la garganta. 

También le darían a Lovecraft evidentemente, aunque sin mucha conversación dado que aun se le les hacia extraña su presencia. La gente de los campos cercanos se sentaba donde encontraban alguna sombra tranquila para tomar el almuerzo tranquilamente, cada uno tomaba unas cuatro de los que iban repartiendo y se iban a tomar su merecido descanso tras una media jornada laboral muy intensa. Toda la actividad agrícola se había parado en seco. Lo cual hizo muy notorio cierto retumbar y rebuznos que llegaron de no muy lejos. Si Lovecraft revisaba un poco se trataba de Ganesha, el cual estaba haciendo alguna especie de danza en un campo cercano que al parecer estaba listo para ser cosechado. El gran hombre elefante iría realizando una danza mientras agitaba una especie de maracas alrededor del campo mientras procesaba algunos canticos en una lengua la cual Lovecraft desconocía. El paquidermo siguió con eso por lo menos una hora entera, incansable.

La tarde procedió de una forma similar a la mañana. Aunque se hizo más notoria la presencia del ganado que ya había terminado de pastar los prados cercanos y los traían de vuelta al asentamiento para poder protegerlos mejor de los posibles depredadores que aguardaban en la sabana. El campo era grande pero aun así completamente asequible para alguien como Lovecraft dejarlo completamente arado y preparado para realizar al día siguiente una siembra.

Con el sol poniéndose, mientras todos los demás campos irían cesando sus actividades y volviendo al centro de la aldea, quien daría permiso al monje para regresar con todos seria Ganesha, quien se habria presentado a ver el trabajo de Lovecraft - Hiciste un buen trabajo Lovecraft, te has ganado la posibilidad de vivir entre nosotros - Le diría aprobando los resultados de su trabajo en el campo, aunque también insinuando que si no hubiera quedado satisfecho lo habria mandado fuera de la aldea a que pasara la noche en medio de la sabana - Para que te pueda dejar pasar la noche con nosotros y compartir nuestra cena deberás demostrar devoción a los dioses, sígueme - El gran paquidermo comenzaría a caminar sin muchas más indicaciones que esas.
#11
Gautama D. Lovecraft
El Ascendido
Fui labrando poco a poco y de manera ortodoxa el área que me encomendó el líder Ganesha, haciendo una de las cosas que mejor sabía desde qué era bien joven. Mi cuerpo no solo aparentaba estar en forma por el exigente entrenamiento al que estábamos sometidos en el templo, sino también, a las largas jornadas de campo que dedicábamos allí mismo. Era un trabajo que al fin y al cabo también desarrollaba el cuerpo, y sin ir más lejos, la mente y el espíritu, dado que se formaba una sutil comunión con la tierra, el suelo donde pisabas y desde el que comías lo que este ofertaba, iba más allá de lo superficial que podría verse en el mero hecho de la actividad física, era una de las actividades que más nos podría acercar a la naturaleza en el noble arte de dar y recibir.

Y parecía ser algo tan universal que estaba inculcado a todos los niveles sociales, pues desde tiempos inmemoriales, la agricultura ha sido una grata vía de acceder al alimento a través del medio, y los Zing lo tenían sumamente claro y aprendido. Los Zing, a diferencia de los Naga, parecían tener en su seno todo tipo de edades, además de presentar otro tipo de fisionomía más mundana a comparación de los otros. Al medio día parece que daron un alto para un descanso repartiendo algo de sustento para reponer energías, unas especiadas tortas con un toque picante seco, principalmente vegetales que iban acompañadas con agua. No fui menos, y los agricultores cercanos se destinaron a darme algo también de esto, se lo agradecí pronunciadamente, y lo comí bajo una de las sombras cercanas.

Durante el parón, Ganesha volvió entre su particular retumbar danzante a dejarse ver, y en uno de los campos más allá, podía verse agitando sus maracas en una especie de danza tribal que desconocía por entero. A la tarde, pude terminar la tarea que el líder me encomendó, y a la apuesta de sol, el mismo se acercó para comprobar como lo había hecho.

- Tenéis buena tierra. -

Le dije, honrando al fin y al cabo el lugar donde habitaban tras su llegada. El enorme líder, continúo e hizo que le siguiera, no sin antes comentarme o avisarme de que para pasar la noche allí, antes debería de mostrar devoción o respeto por sus dioses. Aquello, para ser sincero, causó algo de inquietud en mí, pues la devoción que yo procesaba no era explícitamente hacia algo parecido a un dios o varios dioses, como dijo el gran elefante, si no más bien, a unas ideas, a una doctrina y a varios mantras que conformaban los pilares fundamentales en el Templo Gautama. Parecía que una vez más, tenía que desviarme de la línea que me conformaba, deconstruirme y volver a adaptarme a las costumbres de los nativos, sin embargo, esta vez estaba mejor preparado para poder llevarlo a cabo. Le dediqué una reverencia tras acabar de hablar el líder en señal de gratitud y lo seguí hasta el centro del poblado, al mismo tiempo que el resto de Zing. Obviaba que tipo de procesos proliferaban hacia sus dioses, no quería hacerme expectativas de ningún tipo, pero fuera lo que fuera, de una manera u otra habría que hacerlo, porque eso también era otro aspecto fundamental del aprendizaje, y era lo que me trajo hasta aquí.
#12
Suzuka D. Hanami
Dragón Floreciente
La noche había caído y la gente se congrego en el centro de la aldea. El cielo nocturno era despejado como la noche anterior y las estrellas brillaban en el firmamento. Todo el mundo se congrego alrededor de una gran hoguera. Y por designios de Ganesha un circulo de paja, plantas secas y algún tipo de sucedáneo de grasa animal se había formado en las proximidades de la hoguera, rodeando la misma.

Los únicos que habían entrado en el interior del circulo eran Lovecraft y Ganesha, mientras que todos los demás aguardaban fuera del perímetro observando con mucha curiosidad - ¡Hoy un forastero ha llegado a nuestra tierra, el hombre conocido con el nombre de Lovecraft se gano el respeto de los Naga y su líder. Y demostró su interés real en conocer nuestra cultura y costumbres, hoy algunos lo habréis podido ver ayudándonos a labrar la tierra y preparar las cosechas! - Iría proclamando resaltando las virtudes del monje a todos los presentes, los cuales en ese momento eran la totalidad de la tribu Zing. Se podían apreciar muchas personas de avanzada edad, algunos guerreros fornidos y fuertes entre la gente joven y de mediana edad, más la presencia de múltiples niños e infantes - No obstante nuestra vida y costumbres no son un entretenimiento para que los forasteros observen y juzguen con sus ideales y puntos de vista, si alguien quiere entender a nuestra gente y tribu deberá participar en nuestros rituales - El elefante humanoide alzaba los brazos incitando a la gente a gritar y procesar canticos y eufóricos vítores.

Con esas ultimas palabras de Ganesha tambores comenzaron a sonar de entre el publico, hombres con antorchas prenderían en llamas el circulo que rodeaba la hoguera a Lovecraft y Ganesha, se empezaron a sumar a la melodía. Se creo un cantico que retumbaba por el lugar mientras el fuego se iba extendiendo por el circulo hasta cubrirlo completamente, elevándose la temperatura en circulo y llenándose todo  de luz - El Hamatoa será en dos días y como es costumbre antes de tal ritual los participantes deben purgar su sus espíritus antes de la ceremonia ¡Y aprovechando la ocasión con nuestro invitado recuperaremos el rito de purificación ante las llamas! - El elefante descolgó de su espalda dos mazos gigantescos, cada uno casi tan grande como Lovecraft, pasando a sujetar su cetro con la trompa que se extendía desde su nariz - ¡Un duelo ante el danzar del fuego purga el espíritu, porque como nuestro dios las llamas lo devoran y consumen todo! - El gigantesco elefante se comenzaba a animar dando unos brincos y movimientos frenéticos mientras agitaba en el aire sus grandes mazas las cuales comenzaron a resonar por los impactos por algún tipo de objetos en su interior agitándose, mostrando que no solo eran mazas, sino también maracas gigantes - ¡Vamos Lovecraft, demuéstrame como es tu alma desatada! - El paquidermo gigante comenzó a trazar frenéticos movimientos al son de la música mientras iba rodeando la hoguera central a su ritmo de forma armónica aproximándose hacia Lovecraft, con el sonido de sus armas resonando y mezclándose con la melodía de los que rodeaban el circulo de fuego.

OFF
#13
Gautama D. Lovecraft
El Ascendido
La llegada de la noche hizo que mis sentidos se estimularan entre la curiosa iluminación que la aldea cogía y los aromas a, paja, hojas secas, madera, ceniza y algo sin concluir, se expandían desde el centro de esta. Los Zing, acudieron hacia el centro del poblado, donde una gran área despejada parecía adaptada para recibir a todos en determinadas citas de sus costumbres, y la de esta noche, iba a ser una de ellas por lo visto. Justo en su centro, se guardó un perímetro para conmemorar algo, de lo que vagamente tenía cierta información, no mucho más de la que pude presenciar de los Naga, y de la que Ganesha me hizo llegar por la tarde cuando me recogió del campo.

Un gran círculo de enorme radio se ubicaba en el espacio y los Zing lo rodearon curiosos y estimulados. El impactante cielo nocturno que presidía el evento desde el firmamento, parecía ser testigo con sus millones de ojos centelleantes de lo que iba a ocurrir, en mi mente, se dibujaban decenas de posibles escenarios, y una respiración comedida comenzaría a tranquilizar el inquietante pulso que tenía, no estaba seguro de que tipo de menesteres eran los típicos para aquella especie de ceremonia, y partir con la gran desventaja del desconocimiento cuando tu vida puede peligrar, era algo difícil de asumir.

Sin embargo, y a pesar de ser marine, gocé de la libertad de elegir esto, de estar aquí rodeado de todas estas gentes y de descubrir su cultura, no me arrepentía en absoluto, a pesar de que mi integridad estaba en juego allí constantemente por la extrañeza que desprendía, pues mi curiosidad y mis ganas de aprender, se veían satisfechas casi a todo momento, ergo, mi alma estaba en paz.

Ganesha, tomó la palabra para presentarme ante los suyos, plantado dentro de aquel círculo escuché con interés las palabras del enorme líder, las cuales, parecían ir dirigidas con cierto agrado y reconocimiento hacia mí. Asentí afablemente en algunas ocasiones, sin interrumpirle con palabras o gestos destacables, y estuve pendiente ante lo siguiente que se venía, pues el paquidermo proclamó que debía de ser también partícipe de sus rituales. 

Unos tambores resonaron por el lugar, parecían ser la antesala de una orquesta tribal con tintes bélicos, ¿A qué se refería exactamente con sus rituales?, de pronto, una cordillera de fuego se hizo presente a través de 2 antorchas que dos hombres empuñaban rodeándonos. Estaba metido en un círculo de fuego con el líder de los Zing, con unos inquietantes tambores de fondo, con la idea de tener que purgar dentro del anillo ígneo mi espíritu de cara al Hamatoa y con la inquietante forma de no saber como purificaban los Zing sus almas. El escenario no invitaba a relajarse, y analizando el contexto en el que me encontraba, tiré de sabiduría, memoria y alma para actuar ante aquella circunstancia.

Tras acabar de hablar Ganesha, cerré los ojos y me ahogué en mí, realizando una introspección hacia todos los recursos que tenía al alcance de mi mano para actuar de una forma y otra. Rescaté de las palabras del joven Hacket datos relevantes del gran elefante, recordé que evitar el combate directo era sinónimo de vivir, supuse que por su rango y físico el volumen de su ego debía de ser par al físico, por lo que descarté el hecho de enfrentarme a él. Hacket, no sé si manera literal, me incitó a que le siguiera el ritmo, abrí los ojos levemente y seguí los movimientos del gran líder, ¿Acaso se refería a esto?

Recordé, la noche en la que estuve hablando con él, algunos de los pasos que los jóvenes Naga realizaban alrededor del fuego que levantaron en aquel campamento improvisado, sin duda, la danza y el fuego, representaban algo más allá de lo meramente terrenal para esta gente, tanto era, que según las palabras de Ganesha purificaban el alma. Adaptarse o morir.

Mis hombros se relajaron, y tirando de los pasos de los Naga, y de los que hacía Ganesha, dejé llevar mi cuerpo al son de las maracas de este y de los tambores de fondo. Me invadieron los brincos y los movimientos frenéticos del líder, comencé a rodear el filo del fuego en el sentido inverso a Ganesha, replicando sus pasos, dejándome llevar por aquello, abriendo la mente, siguiendo el ritmo y purificando el alma a pura danza y puro fuego. El duelo, más que duelo, comenzó a tornarse hacia algo más allá de lo meramente superficial, las expresiones se desligaban de la concepción social que tenía formada en mi mente, si quería entender y sentir lo que vivía esta gente, tenía que deshacerme de lo que traía del exterior, ser uno más y dar rienda suelta a mi lado más silvestre.

Los vítores y jadeos de más allá de las llamas, me ayudaban a entretejer los pasos y los movimientos que hacía en el perímetro del círculo, bailaba casi con las llamas y comenzaba a notar el calor allí dentro. Notaba, que con el paso de los momentos, mi danza se volvía más suelta, intuitiva y casual, copiaba algunos de los frenéticos brincos que Ganesha realizaba, si había captado correctamente el concepto de purificación del alma, aquello literalmente era una iniciación para deshacerme de todo lo que me constituía como forastero, y pronto en mi interior, comencé a notar el calor de un nuevo Lovecraft, más indígena y cercano a la tierra que pisaba.
#14
Suzuka D. Hanami
Dragón Floreciente
La noche se había cernido sobre toda la aldea, las antorchas alumbraban la aldea y servían como una forma de ahuyentar a los deparadores de la sabana. Aunque la mayor fuente de luz provenía de la gran hoguera, rodeada por un circulo de fuego mayor aun. Una gran fuente de luz que escalaba por el cielo estrellado pudiendo ser visible desde casi cualquier lugar de la zona norte de la isla sin muchos problemas, que el punto de reunión donde se hizo tal ritual fuera también la zona más alta de la aldea Zing ayudaba a su visibilidad.

El ritual que se estaba llevando a cabo en el centro de las llamas era el Makai, un duelo entre las llamas. Pero aunque para algún ingenuo que solo pensara en la violencia podría parecer un combate, nada más lejos de la realidad. El Makai era una danza, un duelo entre mínimo dos personas aunque no había limite mientras el circulo fuera lo bastante grande. Allí se buscaba liberar mediante la danza el espíritu, expresar con el cuerpo de la forma más pura y libre aquello que nuestra alma albergara, no era extraño que algunos se dejaran llevar y en este ritual se declararan o confesaran algo. Pero también tenia una serie de normas este ritual; evidentemente iniciar una disputa o agresión sin previa provocación estaba castigado con ser arrojado al fuego, esto era un ritual para purificar el alma no para dejarse llevar por la violencia; quedarse quieto y no danzar era también una ofensa a los dioses, con lo cual también se te entregaba al fuego. Había algunas reglas más pero ya eran matices sin importancia.

Lo importante era que Lovecraft entendió rapidamente en que consistía la ceremonia sin necesidad de explicarle. En si todo eso fue una prueba de Ganesha a ver cuales eran las primeras reacciones o impulsos del monje ante una situación inesperada. Si su primera reacción hubiera sido huir, luchar o esperar a ver que pasaba, el gran paquidermo habria estado profundamente decepcionado ante el visitante extranjero. Pero por contra el individuo entendió que eso era un duelo de baile, una lucha de resistencias donde importaba liberarlo todo, aunque el favorito de los dioses seria aquel que aguantara más. Las llamas no solo purificaban el alma, sino que sumaban el calor a la ecuación, lo cual acababa implicando un mayor desgaste para los danzarines. Y los músicos que rodeaban el fuego, lejos de ayudar, paulatinamente iban acelerando el ritmo de la música de forma sutil, para que los de dentro del fuego fueran acelerando al ritmo de la música sin darse cuenta.

Ganesha estaba muy contento, hacia tiempo que no podía hacer este ritual con nadie, toda la aldea ya no quería hacerlo porque era imposible aguantar más que el gran guerrero. Y eso llevo que este ritual se fuera perdiendo puesto que Ganesha no obligaría a los suyos a realizar una danza para ser libres en contra de su voluntad, seria una incoherencia y más aun, seguro que obligados no danzarían bien. Pero por eso estaba feliz de que Lovecraft no hubiera fallado. Y de hecho el monje estaba imitando bien movimientos típicos de ellos, le sorprendió gratamente al elefante que hiciera algunos pasos que él no había hecho, aunque dedujo rapidamente que debía ser por los Naga.

La gente que rodeaba la hoguera estaba festejando eufórica. Pero finalmente tras una hora larga de danza, la victoria se iría con Ganesha, al Lovecraft no poder más. La diferencia de Resistencia entre ambos fue la clave de la victoria del elefante, el cual aun podría haber seguido danzando entre las llamas una hora más. Pero tras proclamarse vencedor, Ganesha se acerco a Lovecraft y lo ayudo a tenerse en pie y salir del fuego. Así el anciano podría bajar un poco la temperatura corporal. 

Los miembros de los Zing lanzaron tierra para apagar el circulo de fuego, más no la hoguera central. En su defecto llevaron hasta ella unas ollas ya preparadas con verduras, especias y carne, con la que realizarían un estofado en la gran hoguera central para preparar la comida de esa noche, lo cierto es que con lo que demoro Lovecraft en caer algunos empezaban a tener hambre en la tribu - Lo hiciste bien Lovecraft - Diría el paquidermo sentado a su lado - Hacia mucho tiempo que nadie aguantaba tanto contra mí y veo que observaste bien a los Naga - Prosiguió el hombre dejando en el suelo sus grandes maracas - Sus danzas son para agradecer los alimentos que la isla nos da, siempre los hacen antes de banquetes, así que no ha estado mal que los hicieras en estos momentos - El elefante le dio una palmadita en la espalda suave para indicarle que había hecho un buen trabajo, aunque incluso suave el monje pudo notar la fuerza del animal - Te has ganado un hueco en nuestro hogar y has purificado tu alma ante el fuego, definitivamente te permitiré participar en el Hamatoa, uno de nuestros más sagrados e importantes rituales, será en un par de días. Pero por hoy procura comer bien y descansar, mañana tocara sembrar los campos - El elefante volvió a levantarse y se dirigió ha realizar de nuevo danzas rituales alrededor del fuego mientras la comida se preparaba agradeciendo por los alimentos.
#15
Gautama D. Lovecraft
El Ascendido
Dentro del contexto del momento, la danza colmó todos sus pareceres en un conglomerado de espiritualidad, resistencia y devoción. Sentía el calor del fuego con el paso de los minutos, pero aún más al resto de congéneres de Ganesha cuando apretaron el ritmo de sus tambores y vítores. Por una parte, suponía y tenía casi la certeza de que todo fluía bien, mi perspicacia y cautela bien valieron no acabar siendo pasto de un peor destino, pero por otra parte, aunque la anterior latía desde el raciocinio, había abandonado todo lo mundano y ajeno a los Zing, y ahora dentro de la corriente tribal que se había generado me sentía como uno más.

No obstante, el largo tiempo expuesto a las llamas, el frenético ritmo de las danzas y porque no decirlo también, mi edad, fueron mermando mis capacidades físicas para seguir en aquel baile y su dinámica. Yo lo sabía, y desde fuera también se podría apreciar, pero mis movimientos comenzaron a ser más lentos y erráticos, estaba realmente exhausto. Sin embargo, el gran líder Ganesha dio por concluida la purificación, el resto de los Zing apagaron las llamas del círculo y el paquidermo me ayudó a salir de allí reconociendo mi actuación. 

Le contesté a sus primeras palabras devolviéndole una ardua reverencia que bien consumiría mis últimas gotas de energía que me quedaban. Tenía que admitir que su físico era sumamente abrumador, y en un combate real, estaría en un verdadero aprieto si tuviera que batirme contra él. Nos sentamos juntos mientras la comida se cocinaba en la gran hoguera, nos servirían agua para calmar la sed en unos pulidos cuencos de madera. Su palmada, hizo que mis brazos se sacudieran levemente hacia delante moviendo el cuenco y derramando parte del agua de este, solté una sutil risa afectuosa por la cómica situación y le dediqué una sonrisa afable al inmenso líder.

Noté su complacencia hacia mí, y lejos de sentirse decepcionado, me invitó a lo que llamaban el Hamatoa. Aquel desconocido evento latía en alguna parte de mi ser por el misterio que generaba, y entendiendo la dinámica que comenzaba a pillar en la isla, podía hacerme una idea cercana de lo que podría ser, solo que a diferencia de todo lo que había vivido, apostaba de que el susodicho acontecimiento sería algo más formal, serio y ceremonial que todo lo que había visto hasta entonces, aunque quizá ahora que me había ganado la aceptación de Ganesha y por consiguiente, algo de su confianza, podría saber un poco más de él al respecto.

- ¿Cómo es Hamatoa? -

Le pregunté con un tono comedido, aprovechando los momentos de acercamiento y apertura entre ambos, antes de que este se levantara para continuar con su particular cargo, para seguir bailando. Como me dijo Ganesha, comería y bebería lo suficiente para intentar reponer los esfuerzos que el duelo se había llevado de mí, pues al día siguiente había que seguir labrando la tierra y debía de estar al 100%, por lo que además de cenar, tenía que descansar como es debido, con tal de reponerme tanto física como mentalmente.
#16
Suzuka D. Hanami
Dragón Floreciente
- El Hamatoa es un ritual en el que intentamos entrar en contacto con nuestro mayor dios, Akmesh el Devorador - Le indicaría Ganesha a Lovecraft - En algunas ocasiones, nuestro señor se presenta ante nosotros cuando realizamos el ritual, pero no siempre ocurre, la aparición del dios indicaría un año de abundancia y prosperidad - Le contaría de forma resumida y apresurada antes de irse a realizar la danza - Bueno veras los detalles cuando llegue el momento, tu céntrate en descansar - El paquidermo procedió a danzar alrededor las llamas en las que se preparaban las ollas de estofado para la tribu, seria una rica comida para todos y el trabajo del chaman elefante era el de dar gracias a los dioses por esos alimentos que se les habían otorgado.

La noche fue animada al haberse realizado el ritual de la danza. Muchos miembros de la tribu pasaron a felicitar a Lovecraft en lo que descansaba, incluso le sirvieron un cuenco con el estofado. Fue una cena caliente y reconfortante, pero con vegetales que serian asequibles de digerir en la noche. Pero era sin duda una velada agradable para todos en la que al igual que el monje, muchos quemarían sus fuerzas restantes en el día danzando o divirtiéndose por el lugar. El que lograría ser el ultimo en cansarse seria el imbatible Ganesha, que danzo y danzo hasta que se dio por concluida la cena y todos se comenzaron a retirar para dormir.

El día siguiente fue sencillo y humilde. Un nuevo día de trabajo en el campo, esta vez preparando los huecos en la tierra que labro el día anterior Love. Y luego ir plantando las semillas y algunos esquejes en la tierra para que crecieran los arboles sanos y fuertes próximamente. Una jornada de nuevo bajo el sol, en ese lugar no era muy frecuente que el día estuviera nublado. De nuevo al mediodía la gente repartió entre los trabajadores un almuerzo. Para luego volver al trabajo. Como se anticipo un día muy tranquilo y normal, sin ningún ritual extraño o percance. La noche fue tranquila también, ideal para descansar, como el Hamatoa era al día siguiente se opto por acabar la cena antes y no tuvo nada que ver la celebración del día anterior. Le avisaron a Fujitora que la ceremonia seria a primera hora de la mañana, con la salida del sol.

Lovecraft amanecería en la casita que le había asignado, concretamente amanecería de un golpe de bastón en la cabeza  con una extraña criatura a su lado lado que lo observaba. Su cara parecía hecha de huesos y no tenia boca, más se intuían unos brillantes ojos dorados en las cavidades de los ojos. Cuando Lovecraft estuviera despierto y fuera consciente la mujer que portaba el bastón le diría - Nombre, tu nombre - Le indicaría repetidas veces hasta que se lo dijera, su voz era la de una mujer mayor algo grave - Abuela Upaka ya has terminado, ya tenemos todo listo por aquí - Se escucharía la voz de Ganesha desde el otro lado - Sacerdotisa Upaka niño impertinente - Se giraría la criatura furiosa hacia la puerta gritando, para rapidamente volverse a girar hacia Fujitora - Arriba, arriba, mocoso extranjero dormilón - La mujer hacia amagos de que si no se levantaba le volvería a dar con el bastón.

Abuela Upaka

Una vez Lovecraft se levantara la mujer lo instaría a salir fuera de la cabaña con cierto apuro - Buenos días Lovecraft, perdona a la abuela Upaka, pero es que es muy impaciente cuando se trata del Hamatoa - La mujer aunque no se vio por su mascara frunció el ceño y de un brinco alcanzo la cabeza del elefante dándole un golpe con su bastón - ¡Sacerdotisa Upaka! - Le corregiría rapidamente.

Junto a Ganesha había otros ancianos que como la mujer chillona iban muy adonados de telas, abalorios de hueso y diferentes plumas y pieles - No estoy convencida, no lo estoy, el joven extranjero se duerme y seguro que interrumpirá el ritual, no me gusta - Diría la mujer nada convencida - Es alguien que quiere conocer nuestra cultura y nos parece bien que venga tanto a Hacket como a mí, creo que es de fiar - Defendería Ganesha a Lovecraft - Ah cierto, se me olvidaba Lovecraft, te presente a la abuela Upaka, líder y sacerdotisa de la tribu Lagia, donde se reúnen nuestros más sabios y experimentados miembros, ellos se ocupan de los rituales más importantes y sagrados - Le aclararía el elefante presentando tanto a la mujer como a los ancianos que había a su alrededor, casi todos de la quinta de Lovecraft a simple vista.

- ¿Donde esta Hacket, donde esta? - La anciana volvía a montarle un poco de escandalo a Ganesha preguntando frenéticamente - Debe esta al caer, seguro que... Ah mira justo por ahí vienen - Diría señalando a algunos miembros que lucían las túnicas de los Naga acercándose corriendo como el viento como pudo experimentar Lovecraft. Pero cuando llegaron y se quitaron la capucha ninguno de ellos era Hacket - ¿Dónde esta Hacket? - Preguntaría Ganesha cambiando su tono de voz a uno más serio y grave - El líder tenia que vigilar la frontera, los movimientos de los forasteros estaban siendo muy agitados, ha dicho que no podía venir, venimos en su nombre - Indicaría el hombre - ¡Esto es inaceptable! - De golpe el elefante se puso casi de color rojo mientras daba un poderoso pisotón en el suelo que hizo retumbar el suelo haciendo caer a algunos ancianos al suelo por la sacudida - Pequeño niño tener que calmarte - Le diría la anciana que no se cayo para nada, saltando de nuevo para darle un bastonazo en la cabeza - Sera castigado por esto, pero no podemos retrasarnos más, en marcha - Diría la mujer tomando las riendas de la situación.

Ganesha acepto a regañadientes, aunque se le notaba la cara más enrojecida de la frustración. El grupo avanzo hacia uno más grande, pudiéndose integrar Lovecraft cerca de quien quisiera del grupo mientras avanzaban. Se iban sumando algunas personas por el camino, hasta que llegaron a un grupo mayor que estaban rodeando una serie de palanquines, algunos tenían en su interior comida, otros tenían huesos pulidos, otros pieles de animales y uno, el más elegante de todos cargaba una joven mujer cubierta en blancas telas y un velo - En marcha mis niños - Volvería a decir la anciana, haciendo que todos levantaran su palanquín para poner la comitiva rumbo hacia una formación rocosa no muy lejana. No todos los miembros de la aldea estaban marchando, solo unos pocos, al parecer muchos no querían o no podían participar en este ritual. La mayor parte de la comitiva eran los miembros de los Logia, seguidos de un mayor grupo de Zing que transportaban los palanquines o escoltaban a Ganesha, los dos miembros de los Naga que venían en nombre de Hacket y por ultimo Lovecraft.
#17
Gautama D. Lovecraft
El Ascendido
Tal vez por como fuera, porque no pudiera desvelar mucho o por la agitación de la noche, Ganesha tan solo se limitó a decir que el Hamatoa era un ritual dedicado al mayor dios que tenían, Akmesh el Devorador. Indudablemente, el sobrenombre me llevó hasta hace un par de días donde Hacket, el joven líder de los Naga en su brusca presentación frente al grupo de escolta, lo nombró por primera vez. A primera vista, podría dejarme conquistar por los prejuicios y los patrones de la sociedad del exterior y enturbiar la concepción que podría tener hasta el supuesto dios, sin embargo, yo estaba lejos de esas cadenas que a cualquiera en sociedad podrían apresarle, y tanto mi educación en el templo, como el aprendizaje que llevaba junto a esta gente, me han enseñado a ver y sentir cada detalle a mi alrededor desde una perspectiva diferente, más neutra y sobre todo menos en clasificatoria. Fluir con la vida y sus designios era la mejor fórmula para sobrellevarla de la mejor manera.

Y por eso, la noche fluyó entre jolgorio, fuego y rica comida preparada en la enorme hoguera en la que bailamos Ganesha y yo. Le agradecí el aporte del Hamatoa al gran líder, y este, ni corto ni perezoso, continuaría bailando toda la noche mientras yo disfrutaba de un sabroso y especiado cocido que me sirvieron. Tenía que admitir, que la llegada de los Zing para felicitarme por mi actuación me cautivó y uno a uno les fui agradeciendo su reconocimiento, veía en ellos, tanto niños, adultos como ancianos un calor fraternal, así como una humildad inusitada que valoraba profundamente, llegando hasta generar en mi el pensamiento intrusivo de abandonar mis quehaceres de allí a fuera y pedir quedarme allí. Sin embargo, tampoco sería positivo dejarme llevar por aquello, mi cometido personal y con el templo, tenían un mayor peso por mucho que me sintiera cómodo entre ellos y en este paraje.

Al día siguiente, tocó de nuevo labrar la tierra, con esmero y dedicación, trabajé la jornada correspondiente para hacerla próspera y fértil. El día pasó sin pena ni gloria entre los Zing, con mi motivación personal de seguir comprendiéndolos y seguir aprendiendo de sus costumbres. La noche llegó, y a diferencia de la anterior, se presentó tranquila y sin sobresaltos, lo agradecí en parte para dedicarme también a mí un tiempo para atender mis pareceres, que aunque no eran mucho, por mi devoción y lo inculcado en el Templo Gautama del West Blue, la higiene de pies y manos, así como la meditación al dormir y al levantarse siempre que se pudiera, conformaban una importante parte en mi rutina. Y aquella noche, pude cumplir ambas, por lo que mi descanso a nivel físico y mental fueron mucho más satisfactorio que otros pasados.

Al alba, había que despertarse para iniciar los preparativos del Hamatoa, y aunque como buen octogenario que era, madrugar era algo ya intrínseco en mí, no obstante, un golpe en la frente me despertó, sobresaltado en el lecho donde descansaba, una figura hizo que de primeras me inquietara, dios santo ¿Quién era? Su voz estridente me preguntó por mi nombre atropelladamente, gracias a mi fino oído, deduje que una persona mayor se ocultaba detrás de aquella máscara tribal, su voz femenina, aguda y áspera me dijo que una anciana aguardaba esperando que le contestara.

- Lovecraft... para servirla. -

Le dije educadamente mientras me incorporaba, y ya recuperada la verticalidad, comencé a unir cabos, ¿Sería alguien de los Lagia? Aparentemente, era alguien bastante mayor por su voz, y sus vestimentas contrastaban bastante con la de los Zing, al igual que lo hacía con la de los Naga. Ganesha se hizo eco, y gracias a él pude conocer el nombre de la desconocida mujer, Upaka, y por como se había autonombrado consigo misma, se trataba de una sacerdotisa. Si era lo suficientemente perspicaz como para conectar la jerarquía entre esa gente, no descartaba que al tratarse de la sacerdotisa de lo que suponía por su aspecto que era de los Lagia, aquella podría ser ni más ni menos la líder del pueblo restante.

A pesar de su incontinente paciencia y sobresalto, procedí a dedicarle una reverencia con sumo respeto. Por como se estaba presentando, la supuesta Upaka parecía mostrarse con un nerviosismo sin parangón y con un ego extremo, debía de ser cauto con esto último, porque si ya me pareció que Ganesha tenía mucho, aquella pequeña ancianita parecía tener el doble y de manera concentrada, habría que bregar con ello inteligentemente. En silencio, contemplé a un lado todo lo que hablaban. Con un gesto, le resté importancia a la disculpa de Ganesha en nombre de Upaka, comenzaba a conocer ya de primera mano la importancia del evento para todos y sobre todo para ella, la cual, no se fiaba de mí. Comprensible.

Ganesha confirmo mis sospechas, se trataba de la líder de los Lagia, dato importante. Hubo cierto revuelo con la tardanza de Hacket, y finalmente pareció no poder sumarse a la marcha hacia el destino, el cual se presentaba a lo lejos como una formación rocosa de desconocida función. Me ofrecí a llevar uno de los palanquines de la multitudinaria formación, de él, emanaba un olor a cuero fuerte, siendo que desde esa posición, la figura menuda de alguien se presentaba en el interior del palanquín de mayores ornamentaciones, no quise cebar mi mirada hacia lo que parecía ser un contorno femenino envuelto en velos blancos para no causar una posible ofensa o incomodidad de esta o de cualquier otra persona del grupo que se percatase, pero me sirvió para preguntarme acerca de su función y destino, ¿Qué hacía allí?

Me mantuve entre el grupo de los Lagia, atento y dispuesto, observador y contemplativo ante cualquier motivo que surgiera, analizaba sus rasgos y vestimentas, su caminar, gestos y formas de expresión, y principalmente las de la anciana, la cual era la más inquietante de todos. Suponía que debían de tener mi misma edad o al menos la rondaban, desconocía la edad de Upaka, pero podría ser la mayor de todos por el cargo que ostentaba, pues su rol de matriarca dejaba muy claro que, a pesar de que no incidía en las otras tribus de forma directa, entre líneas parecía ser la que más mandaba entre todos los nativos presentes por ser la más mayor y la más sabia.
#18
Suzuka D. Hanami
Dragón Floreciente
Lo que parecía una simple montaña con una caverna en su interior no tardo en transformarse al paso de la marcha de unas tres decenas de personas en una estructura de piedra tallada que recordaba a un edificio, aunque con su deterioro ahora mismo parecían más bien ruinas o catacumbas. Indudablemente alguien había vivido allí antaño, una civilización perdida quizás. Pero era indudable que eso eran las ruinas de un antiguo edificio, aunque seria más correcto decir que era como un gran templo. Conforme el grupo parecía ir avanzando y descendiendo poco a poco, con cuidado de no volcar los palanquines, las salas se tornaban más espaciosas y formadas por columnas muy grandes, casi parecía que un gigante podría andar por aquellos salones. Todo el entorno era visible gracias al eficiente grupo de escoltas Zing que trajo Ganesha con él, que iban ágilmente encendiendo múltiples antorchas por el camino que aguardaba a la comitiva, trazando un camino de luces bailarinas que alargaba sus sombras junto a las  columnas ondulándose por el entorno.

Y finalmente alcanzaron una apertura que parecía volver a conectar la estructura con la caverna, aunque la escena era bastante sorprendente, parecía aquello un puerto submarino. La misma estructura del edificio alcanzaba a encontrarse un gran lago subterráneo, el cual parecía perderse por formaciones cavernosas hacia dentro, el propio lago parecía tener una amplia profundidad y se iluminaba en gran parte por algún tipo de alga o planta bioluminiscente en sus paredes rocosas, lo cual daba una cierta luz natural que permitía contemplar aquella impresionante escena.

Todos se pararían menos los palanquines que irían avanzando hasta la orilla del lago, depositando los mismos al limite de unas rampas que conectaban con el agua y el palanquín con la joven envuelta en velos blancos a los pies de una gran lapida de piedra que estaba también al limite del lago - Todos, a formación, aprisa, el amanecer esta al caer - Al parecer incluso bajo tierra era importante que el ritual se realizara antes de la salida del sol. Como ordeno Upaka todos comenzaron a formarse, Lovecraft fue guiado por Ganesha a su lado. La distribución de todos fue haciendo una media luna a unos quince metros de la losa de piedra, en primera fila un circulo formado por los miembros ancianos del clan Lagia, unos dieciocho, tras de ellos un circulo con los miembros de la tribu Zing, con Ganesha en el centro y el resto desplegándose a su lado, con Lovecraft a la derecha del paquidermo, eran unos dieciséis en total; y finalmente los dos miembros de los Naga en la ultima fila, tras Ganesha.

- Queridos hermanos y Lovecraft - Resalto al monje a parte, como excluyendolo del grupo - Hace pocos años que nuestra deidad regreso entre nosotros, esa buena nueva fue recibida con gran devoción en nuestro pueblo, pensábamos que Akmesh había desaparecido y nos había abandonado, pero tan solo había rencarnado, ahora es nuestro trabajo nutrir su nuevo cuerpo terrenal y brindarle la fuerza de nuestro pueblo, junto a nuestra fe - Indicaría la anciana - Así que ante los dioses y con el fin de convocar al gran Akmesh, el Devorador, damos inicio hoy al Hamatoa - La sacerdotisa Upaka sonaba eufórica a pesar de su avanzada edad, se notaba que la adrenalina por el evento le restauraba las fuerzas.

La ceremonia comenzó con una serie de canticos por parte de la anciana mientras saltaba de un lado a otro sobre sus zancos de madera, era increíble la agilidad de la mujer, cualquiera otro en su edad ya se habria roto la cadera. Mientras la anciana realizaba esas oraciones, otras dos mujeres de los Lagia estaban bañando el cuerpo desnudo de la joven que antes portaba el velo blanco en aceites varios, mientras dos ancianos Lagia estaba danzando a su alrededor con incensarios cubriéndola de los aromas exóticos de las hojas y plantas que habían quemado dentro de ellos. Por otro lado mientras todo ocurría un cuenco cerámico algo grande fue circulando entre todos los presentes uno por uno para que bebieran un poco del liquido en su interior y se lanzaran un poco sobre su cabeza con lo que pudieran tomar con sus manos, Ganesha le enseñaría sin necesidad de palabras a Lovecraft como proceder cuando le llego su turno al monje. El sabor de ese liquido era como amargo y acido, teniendo un fuerte aroma a distintas plantas y hierbas, claramente era un liquido que fue macerado durante un tiempo con plantas en su interior.

Finalmente la anciana se callo por unos momentos haciéndose el silencio en el lugar. Los miembros de los Lagia que estaba rodeando antes a la joven ahora avanzaron hacia los palanquines cortando las cuerdas que amarraban sus cargas con unas cuchillas, soltando la carga al agua dejando que alguna se hundiera y otra flotase a la derriba. Por otro lado la joven avanzo hasta sentarse de rodillas en la losa de piedra, mientras Upaka se acercaba a ella con otro cuenco cerámico, colocandolo frente la joven, tras lo cual la muchacha extenderia sus brazos sobre él recipiente y la mujer procedería a cortar las muñecas de la joven haciendo que la sangre comenzara a brotar sobre el cuenco derramándose en él cayendo con bastante fluidez, una anormal, claramente le habían dado algo a la chica para que su sangre fuera más liquida de lo normar y coagulara peor.

Los cinco miembros de los Lagia, con Upaka incluida regresaron a la formación con la anciana en el centro frente a Ganesha alzando el cuenco - Hoy nuestra querida Huetali pasara a ser una con Akmesh, más parte de ella siempre permanecerá en la tribu en nosotros - Dando un sorbo la mujer al cuenco con la sangre de la joven y procediendo a comenzar a pasar el mismo al resto como el recipiente anterior para que bebieran como una parte solemne del ritual. Mientras comenzaban con eso, la joven aguantando el gran dolor que sentía con una suma entereza, dejo caer sus muñecas sangrantes sobre la losa de piedra, la cual tenia hendiduras en ella, que hasta que la sangre comenzó a fluir por ellas no eran notorias, guiando esas hendiduras como si fueran canales la sangre directamente al agua - Y luego se preguntan porque no vino Hacket - Diría en voz muy baja uno de los Naga tras Lovecraft, aunque no tan bajo como para que el monje no lo escuchara - Quien querría venir a ver a su propia hermana en esta situación - Ganesha dio un leve golpe con su cola paquidérmica hacia el suelo entre ambos, indicando que podía oírlos y que se callaran.

Finalmente el cuenco llego hasta las manos de Lovecraft, evidentemente en su interior había la sangre de un ser humano, la sangre de Huetali, hermana de Hacket, la cual se estaba desangrando ante los ojos de Lovecraft, a la supuesta espera de que ese acto trajera la presencia de algún tipo de deidad. ¿Qué hará Lovecraft?

OFF
#19
Gautama D. Lovecraft
El Ascendido
Tras la andadura cargando y turnándonos para llevar el cargamento de cuero en los palanquines, el gran grupo de indígenas, movido por la matriarca y sacerdotisa Upaka, seguiría sus pasos encabezando el pelotón con una inquebrantable determinación. Todos parecían formar un mismo ser aceptando el destino del Hamatoa, y en sus caras podía ver todo tipo de emociones al respecto. Los más ancianos parecían mostrar con sus gestos un deber insalvable hacia el próximo evento, los rastros de humanidad en ellos se esfumaron, y el hacer imperaba en sus pasos y el habla. El resto del grupo, transmitía una sensación casi par, aunque con algunos matices, pues aún asumiendo lo que fuera que hiciéramos una vez llegásemos a nuestro destino, la inquietud se apoderaba de ellos y capté alguna que otra mirada de complicidad entre algunos de los más jóvenes para comunicar una aparente preocupación. 

Nos internamos en una caverna que fue iluminándose a nuestro paso gracias a unas antorchas que eran encendidas por algunos de los miembros de los Zing. A medida que bajábamos, me daba cuenta de que los espacios se volvían más abiertos conforme nos internábamos en aquella formación subterránea, realizaba algunas conjeturas en mi mente, cavilaciones propias aunque puede que no acertadas para hacerme una idea más aproximada acerca del Hamatoa, y aunque ya tenía algunos datos útiles recopilados, cada elemento de la caverna asentaba algunas de mis suposiciones.

Alcanzamos una gran apertura que daba lugar a una enorme estancia con una estructura que conectaba el propio suelo firme del lugar con una gran entrada de agua al fondo. El brillo de las antorchas que seguían prendiéndose gracias a los Zing, comenzaron a incidir en el agua y la reflexión de esta emanaba sutiles destellos ondulantes hacia todas las superficies que alcanzaba, principalmente en el techo y partes superiores de las paredes que cerraban el lugar. El lago también desprendía por si mismo un fulgor propio debido a algunas algas luminiscentes en su fondo. Si no fuera porque todo comenzaba a tornarse raro en el ambiente, diría que la belleza del sitio no tenía parangón.

El grupo se paró, pero los que llevábamos los palanquines tuvimos que continuar hasta aproximarnos a las inmediaciones del lago, el que continuó algo más allá fue el palanquín de la misteriosa joven, que llegó hasta una voluminosa losa de piedra que daba al agua desde la tierra. A la voz de la vieja sacerdotisa, formamos una gran C envolviendo a los palanquines, a ella, a la losa y a la joven. Upaka comenzó a hablar, afiné mi oído y mi gesto se volvió circunstancial por la evidente escena que podía contemplar, se palpaba en el ambiente una evidente tensión mezclada con la inquietud del ritual, notaba que todos querían que saliera y el conocido Akmesh, El Devorador, aquella especie de entidad que en su día también nombró Hacket días atrás.

Los cánticos se hicieron eco retumbando por todas las cavidades rocosas de la caverna. La pulida roca reflejaba tanto el sonido como el fulgor de las antorchas, la situación comenzaba a cobrar similitudes al pasado ritual nocturno que realicé con el gran Ganesha, el cual me abrumaba pero me gustaba presenciar. La vieja inició también una danza con suma destreza y agilidad, en paralelo, 2 miembros de los Lagia se acercaron hasta la joven retirando los velos que la vestían y embadurnándola en aceites que aromatizaba intensamente el lugar, mientras otros 2 le arrimaban un incienso. Aunque no exterioricé gesto alguno de lo que se removía en mi interior, había que ser muy luso para no darse cuenta de lo que el Hamatoa consistía.

Hasta mis manos llegó un cuenco de manos de Ganesha, estaba tan absorbido por los diferentes escenarios que podían ocurrir y en como actuar que pasé por alto que entre ellos se movía un cuenco de especial interés entre el grupo. El paquidermo me indicó con gestos como proceder ante él, sin embargo, aunque hice el gesto de beber y el líquido tocaría mis labios, este no se introdujo en mí de lo ensimismado que estaba con la escena, el cuerpo del cuenco así como la inclinación de mi cabeza ocultarían la acción de beberlo, pero simularía la succión de este, tocando al terminar, con la yema de mis dedos el mismo y dejando caer unas gotas sobre mí como hicieron el resto, unas gotas que caerían en mi tersa coleta canosa, más no en mi piel, al pasarlo al siguiente Zing, llevé mis manos hacia atrás para dejarlas reposar sobre mis lumbares y bolsillos posteriores.

Y llegó el momento de tensión, sentía el latir del pecho pronunciándose violentamente hacia lo evidente. Los cánticos cesaron, los Lagia que estaban alrededor de la joven se fueron hacia los palanquines, Upaka se calló y la figura desnuda de la joven avanzó por la lápida seguida de la sacerdotisa. En el momento en el que vi que la anciana portaba en sus manos otro cuenco y una daga actué tras estar todo este tiempo meditando en como proceder. Una cosa era regalarle a mi ser todo tipo de aprendizajes y descubrimientos de diferentes culturas, costumbres y sociedades, pero otra muy distinta era permitir que la vida que tanto inculco a respetar en mis congéneres marines, sea arrebatada por cualquier tipo de creencia o devoción, por lo cual, por mis principios no estaba dispuesto a permitir, estuviera en el sitio que estuviera, perteneciera a la unidad que perteneciera o me costase el aliento. Si quería predicar con el ejemplo, aquella era una situación crítica para hacerlo.

Por eso, y aunque por una parte, sintiera que influenciaría de mala sobremanera la cultura de esta gente, debía de ocupar el privilegiado sitio de mando para evitar esas calamidades, pues había que reeducar la impensable forma que tenían de pagar como tributo a Akmesh su devoción. Mi lugar en este mundo pasaba por hacerlo más próspero y humano, y para ello tenía que ocupar con valor el sitio que me correspondía, entre otras fórmulas, siendo el dios o lo que en realidad fuera lo que respetaban.

Dada la amplitud de la estancia, y la ubicación de cada uno de los miembros Lagia y Zing recreando la C, visualicé una ruta imaginaria que debía realizar hasta alcanzar a Upaka, que era la que amenazaba en esos momentos la integridad de la chica desconocida. Tenía ubicados los diales en mis bolsillos, tanto el de corte como el destello. Llegó el momento de actuar.

Deslicé hacia el gran paquidermo mi rostro muy lentamente, con un semblante neutro, pero inquietante e [Intimidante], ya me había percatado en su relación con Upaka, que pese a su gran tamaño, flaqueaba en cuanto a mentalidad. Una de las manos activó el dial de destello orientándolo hacia el techo de la caverna, en aquel momento me impulsé hacia la ruta que previamente hacía calculado sorteando al par de indígenas que tenía por delante. El desconcierto y la conmoción se apoderaría de todos allí dentro, sumado al flash momentáneo que se produciría. En la medida de mis posibilidades, llegaría lo antes posible hasta la sacerdotisa, previo a lo que pretendía hacer con aquella arma.

No tenía la intención de hacerle daño ni mucho menos, pero le dediqué una mirada incisiva que pretendía también intimidarla y persuadirla de sus intenciones. Cerca de ella, cuando con su gesto se disponía acercar la cuchilla a menos de medio metro de la joven, mi mano derecha se interpuso entre ambas, preparé mi voz y tirando de la [Carisma] que por cierta naturaleza me había definido a lo largo de mis días, me pronuncié en el silencio de la caverna, el asombro y la conmoción de los Lagia y los Zing.

- Akmesh soy yo. -

Mis palabras resonaron con autoridad y gravedad por las cavidades del lugar, el cual, gracias a su particular resonancia, se hicieron mucho más notorias de lo que esperaba. No fueron palabras exclamativas, ni mentirosas, tampoco grité, pues la determinación con la que las emití, fueron lo suficientemente profundas como para intentar calar en todos los allí presentes y demostrarles lo que podía ser. Sin arrebatar el cuchillo de las arrugadas manos de Upaka, desvié con tacto su mano. Agarré con la misma a la joven y la levanté para que caminase conmigo hasta el borde de la lápida, pudiendo ver al fondo del agua, metros más allá, una hendidura ancha gracias a la propia iluminación del lago. En ese momento, sentía sobre mis hombros la responsabilidad de mis acciones, y la influencia que podía transmitir a los demás debido a la sorpresa, pero teniendo en cuenta su fe hacia Akmesh, podrían ver reencarnado a la entidad en el anciano que llegó hasta ellos, y convivió entre los mismos días antes, ahora mostrándose como un [Líder nato] que les prohibiría el sacrificio que estaban a punto de cometer en su propio nombre.

En la cornisa de la lápida, hice el amago de saltar al agua con la joven, sin sobresalto ni aspavientos, todo con una calma controlada y el temple que me definía. Cogí una gran bocanada de aire antes de sumergirnos, y dentro del agua, con la mano libre, activaría el dial de corte en la dirección opuesta a la apertura del lago, viéndose desde la posición del resto, como una acción sobrenatural que afianzaría el hecho de ser Akmesh. No era un excelente nadador, pero sí un viejo con ingenio y algunos recursos, por eso, aquella ráfaga de aire del dial ayudaría con una oportuna propulsión a bucear hasta el hueco. El cual una vez los cruzamos daría hasta una corriente que nos arrastraría hacia el interior de la cueva, de la cual esperaba que diera hacia algún apartado donde pudiéramos recobrar el aire, y posteriormente a alguna salida. Si por allí había agua, por algún sitio exterior debía salir o entrar.
#20


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