Hay rumores sobre…
... que en una isla del East Blue puedes asistir a una función cirquense.
[Aventura] [T1] Hay deudas que saldar
Silver
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El sonido de las olas chocando contra los muelles de Loguetown aún resonaba en los oídos de Airok mientras atravesaba las abarrotadas calles de la ciudad. El calor del mediodía se sentía denso, y los mercaderes que intentaban atraer a los marineros sedientos a sus puestos no hacían más que añadir a la confusión. Con cada paso que daba, las miradas curiosas caían sobre ella. No era para menos. La imponente figura de la pirata, con su sombrero adornado y la melena pelirroja ondeando al viento, no pasaba desapercibida en una ciudad donde la Marina patrullaba constantemente.

A lo lejos, Airok divisó el Trago del Marinero, una de las tabernas más concurridas del puerto, frecuentada por marineros, comerciantes y algún que otro aventurero buscando escapar del calor con una bebida fuerte. La fachada de madera oscura estaba desgastada por el tiempo, pero el sonido de risas y conversaciones filtrándose desde dentro prometía un ambiente animado, perfecto para escuchar rumores o encontrar a alguien dispuesto a pagar por un trabajo rápido.

Al cruzar el umbral de la puerta, el aire cargado de la taberna la envolvió. El lugar estaba lleno, con hombres y mujeres repartidos en mesas de madera rústica, la mayoría con jarras en la mano y miradas cansadas pero relajadas. Al fondo, la barra atendida por un hombre corpulento con barba canosa que limpiaba vasos con una eficiencia que solo los años de práctica podían otorgar. Un grupo de marineros jugaba a los dados en una esquina, mientras otros discutían sobre negocios a media voz.

Sin perder tiempo, Airok se acercó a la barra. No era solo por saciar su sed; en un lugar como este, las palabras siempre fluían más fácilmente con una bebida en la mano. Mientras esperaba a ser atendida, escuchó fragmentos de conversaciones a su alrededor. Rumores de barcos que habían encallado, historias de viejos capitanes, y algunas discusiones sobre el mercado negro de Loguetown.

Fue entonces cuando el hombre tras la barra, sin dejar de limpiar un vaso, le dirigió una mirada astuta.

—No eres de por aquí, ¿verdad? —dijo con una voz grave, aunque sin animosidad. —Se nota por la manera en que los miras. Buscas algo más que un trago, supongo. Aquí la gente siempre tiene algún problema, ya sabes... algunos con mercancías perdidas, otros con marineros revoltosos. Si tienes tiempo y un poco de habilidad... podría haber algo para ti. —El camarero señaló con un leve movimiento de cabeza hacia el fondo de la taberna, donde un hombre de mediana edad, de ropas algo más elegantes que el resto de los presentes, bebía solo. Tenía una expresión severa, y sus ojos observaban con nerviosismo la puerta principal, como si esperara a alguien—. Ese tipo —continuó el tabernero, bajando la mirada al vaso que seguía limpiando—. Es Marlow, un comerciante local. Está metido en un lío. Y, créeme, no es el tipo de hombre que sepa cómo arreglar ese tipo de problemas por sí mismo. Si buscas trabajo, tal vez puedas hacer un trato con él.

El camarero se apartó de la barra, atendiendo a otros clientes, dejando la información flotando en el aire. Airok tenía una decisión que tomar. El hombre llamado Marlow no parecía del tipo que se enfrentara a los problemas de frente, y tal vez eso jugaba a su favor.
#1
Airok
La Reina Rubí
El aire denso de Loguetown siempre traía consigo un regusto a desecho. La mezcla de sal y mugre no era precisamente la más acogedora, y el ambiente pesado parecía pesar sobre mis hombros. Llevaba toda la mañana vagando por el puerto, intentando con sutileza meterme en algún negocio que pudiera reportarme alguna moneda, pero mi presencia ostentosa no pasaba desapercibida. Los ojos curiosos seguían mis movimientos allá donde iba, observándome como a un pez fuera del agua. La discreción no era precisamente mi fuerte en aquel entorno, y eso no facilitaba las cosas.

Sabía que en Loguetown se manejaba bastante dinero y mercancías; al fin y al cabo, muchas de las rutas comerciales del maldito William pasaban por allí. Conocía incluso algunos nombres, pero no me había topado de casualidad con ninguno, y llegar directamente preguntando no era una opción viable. Necesitaba recursos para cuando Silver volviera a recogerme, y así poder comenzar el viaje, al menos, sin deudas o con la menor posible. Aquel tabernero, como si me hubiera leído la mente, me había regalado la clave para ello: “un comerciante tembloroso al fondo de la taberna y encima solo”.

La atmósfera de la taberna era abrumadora: el chocar de jarras, el murmullo constante de conversaciones a media voz y el olor a sal, tabaco y sudor impregnaban el ambiente.

Di dos golpecitos en la barra, como si llamara a una puerta, captando así la atención del camarero. Le dediqué media sonrisa y me despedí con un leve gesto del sombrero, agradeciendo su información y ayuda desinteresada. Aquel hombre no sabía el favor que acababa de hacerme, ya estaba a punto de plantearme vender alguna baratija. Decidida, me dirigí hacia el tal Marlow, dispuesta a tantear el terreno antes de poner todas las cartas sobre la mesa.
Con un aire de confianza y coquetería, me dejé caer en la silla frente a él.

Pareces más sofisticado que el resto. ¿Me invitas un trago? — pregunté con una sonrisa suave, mientras lo observaba con atención, lista para evaluar su reacción.

Imaginé que su problema tenía que ver con dinero: tal vez un trapicheo que salió mal, mercancía defectuosa o una inflación de precios con la persona equivocada. Fuera lo que fuera, su preocupación era palpable, y estaba decidida a aprovecharlo.
#2
Silver
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Marlow levantó la mirada al escuchar la voz de Airok, parpadeando como si hubiera sido sacado de un pensamiento profundo. Su rostro, que antes reflejaba una mezcla de preocupación y nerviosismo, ahora se tornaba cauteloso. Durante un segundo, sus ojos evaluaron a la pelirroja frente a él, observando sus joyas y la altivez con la que se movía. Era evidente que no encajaba con los clientes habituales de la taberna. Luego, como si comprendiera algo, su mirada se desvió hacia el camarero, que en ese momento atendía a otros clientes al fondo del local.

—Ah... ya veo —murmuró, esbozando una sonrisa nerviosa—. Supongo que te enviaron para ayudarme con... mis problemas. Ese viejo siempre ha tenido buen ojo para esto.

Su comentario estaba cargado de una mezcla de esperanza y desconfianza. Marlow parecía más relajado al asumir que Airok había sido enviada específicamente para tratar su situación, aunque su inquietud seguía reflejada en la manera en que tamborileaba los dedos sobre la mesa.

—¿Un trago? —preguntó con un tono algo más seguro—. Claro... claro que sí. ¿Qué tomas? —Llamó al camarero con un gesto rápido y pidió una botella de lo que Airok prefiriese. Aunque trataba de mostrarse más confiado, su mirada seguía desviándose ocasionalmente hacia la puerta de la taberna.

Cuando la bebida llegó, Marlow llenó dos vasos. Bebió de su vaso en un intento por ganar valor, pero el alcohol apenas logró calmar sus nervios.

—No te mentiré, no soy del tipo que maneja estas cosas... —comenzó, con la voz baja—. Tengo... unos problemas. —De nuevo, esa mirada inquieta hacia la puerta—. Unos tipos que no me dejan en paz, unos bandidos. Les presté algo de dinero, y ahora me están tomando por el tonto del pueblo. No he visto ni una moneda de vuelta, y cada día aparecen pidiendo más.

Sus palabras fueron acompañadas por un suspiro profundo, como si el mero hecho de contarlo aliviara parte de su carga. Bebió otro sorbo antes de continuar.

—No soy alguien que pueda enfrentarse a ellos directamente. No me gusta ensuciarme las manos, ¿sabes? —añadió, intentando mantener una fachada de comerciante refinado—. Pero tú... tú pareces alguien que sabe cómo lidiar con esta clase de gente. Si pudieras... intimidarlos un poco, hacerles entender que no pueden seguir abusando de mí, te lo pagaría bien.

Marlow la observó con una mezcla de esperanza y desesperación, sus dedos temblorosos acariciando el borde del vaso mientras aguardaba su respuesta.

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#3
Airok
La Reina Rubí
Personaje

Me resultaba una mezcla entre simpático y enternecedor cómo aquel pobre hombre intentaba aparentar seguridad sin lograrlo. Quizás porque sabía leer demasiado bien a las personas o porque simplemente disimulaba fatal. Lo cierto es que al sentarme tuve claro que hablaría pronto, pero no me esperaba que fuese tan directo tan pronto. Estaba evidentemente desesperado.

Lo observé en silencio mientras hablaba, dándome cuenta de que no sería necesario seguir con el coqueteo. Podíamos ir directamente al grano, sin rodeos. La sinceridad, en este caso, estaba siendo bastante bienvenida, y eso lo prefería. Cuando llegó la bebida, antes de servirme, me quité el sombrero y lo dejé sobre la mesa, acomodándome el cabello. Quería que tuviera la impresión de que la conversación no sería breve y que no tenía ninguna prisa. Tal vez aprovechar su nerviosismo y desesperación me permitiría negociar algo mejor de lo que pretendiera pagar inicialmente. Después de todo, si se encontraba en semejante situación, era obvio que no tenía a nadie que lo defendiera, ni contaba con más apoyo que la recomendación del camarero.

Parece que nuestro amigo de la barra tiene buen ojo para formar equipos —comenté con una sonrisa que mezclaba amabilidad y picardía.

Me incliné ligeramente hacia adelante, apoyando los codos sobre la mesa mientras lo estudiaba con detenimiento, midiendo cada uno de sus gestos para saber hasta dónde podía apretarle.

Necesito el nombre de su jefe, saber cuántos son y una dirección de por dónde suelen moverse. Cuantos más detalles me des, más rápido será todo. —dije, fijando mi mirada en sus ojos y calculando la presión exacta que necesitaba ejercer. Quería que supiera que conmigo se trabaja mejor yendo al grano— La mitad del pago ahora, y la otra mitad al terminar. Además, me quedo con el 75% de lo que te deben.— Concluí.

Mi tono fue firme y sereno, como si no hubiese margen para la negociación. Ni el más perspicaz habría notado que, en caso de obtener una negativa, no tenía un plan alternativo, pero tampoco pensaba conformarme con menos. Lentamente, alcé mi vaso en un brindis, manteniendo mi sonrisa antes de dar un trago. El silencio que siguió a mis palabras era calculado, dejando claro que la decisión de continuar con el trato recaía en él. Había visto esa técnica miles de veces entre mercaderes, y si algo sabía del comercio, era que quien hablaba primero tras exponer un trato, perdía.
Estaba segura de que se sentía acorralado y pronto aceptaría mis condiciones.
#4
Silver
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Marlow observaba a Airok mientras hablaba, intentando ocultar su nerviosismo tras una máscara de compostura. Sin embargo, la sudorosa mano que sujetaba su vaso de ron lo delataba. La propuesta de Airok, aunque directa y efectiva, lo había dejado visiblemente sorprendido. Esperaba una negociación, pero no algo tan agresivo.

Bebió un sorbo largo, tratando de ganar algo de tiempo para pensar. Era evidente que ella sabía lo que hacía, y las opciones que él tenía eran limitadas. Aun así, la suma que había pedido era desorbitada, un trato que lo dejaría con pérdidas. Como comerciante, debía responder rápido, pero no podía permitirse ceder tanto. Se aclaró la garganta, fingiendo una confianza que no sentía del todo.

—Tu oferta es... directa. Y ambiciosa, sin duda. Pero si me quedo sin la mayoría de lo que me deben y además pago por adelantado, ¿de qué me sirve? —Su voz, aunque serena, llevaba un leve tono de desesperación. Airok podía ver que estaba luchando por no parecer completamente acorralado—. Necesito que este asunto se resuelva, pero no estoy dispuesto a perder tanto. Lo último que quiero es quedar aún más endeudado después de que hagas el trabajo.

Marlow apoyó las manos sobre la mesa, buscando parecer razonable, aunque intentaba más bien proteger su dignidad y, sobre todo, su bolsillo.

—Escucha, entiendo que quieras una parte de la deuda, y estoy dispuesto a pagarte bien por tu trabajo. Pero, si te llevas el 75% de lo que me deben, más el pago que estás pidiendo... no me quedará nada. No puedo permitirme eso. Te propongo algo: la mitad de lo que me deben será tuyo. El resto me lo quedo yo, y te pagaré un adelanto ahora, como has pedido. ¿Qué dices? Creo que es un trato más que justo.

Sus ojos buscaron los de Airok, intentando leer su reacción. Sabía que estaba frente alguien con experiencia, y presionar demasiado podría hacer que rechazara su oferta o complicara más las cosas. El silencio en la taberna persistía, denso y cargado de tensión. Airok mantuvo su mirada fija en Marlow, evaluando sus palabras. Ambos necesitaban algo del otro, y ambos eran conscientes de que negociar era parte del juego.

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#5
Airok
La Reina Rubí
Personaje

Airok mantuvo la sonrisa mientras inclinaba la cabeza, evaluando las palabras de Marlow. Sabía que había cedido, como esperaba, pero quería asegurarse de que todo quedara claro antes de dar el siguiente paso. No iba a permitir que Marlow saliera de esa negociación sin ofrecer una señal concreta de compromiso.

De acuerdo, acepto tu oferta —dijo con calma, pero firmeza en su tono—. Pero si vamos a hacer esto, necesito algo más que palabras. Un adelanto, aunque sea pequeño, para demostrar que ambos estamos comprometidos.

Sus ojos se encontraron con los de Marlow, llenos de una seriedad que dejaba claro que no se movería sin algo tangible. La confianza debía ser recíproca.

Llámalo un acto de fe mutua —añadió, haciendo un gesto despreocupado con la mano, aunque su mirada dejaba en claro que no había espacio para dudas.

Luego, su tono se volvió más práctico, más enfocado en los detalles.

Lo segundo que necesito son datos. ¿Cuántos son esos bandidos? ¿Dónde suelen moverse? —preguntó, inclinándose un poco hacia adelante—. Cuanta más información me des, más rápido podré encargarme de ellos. Quiero saber quién es su jefe, cuántos hombres tiene bajo su mando, y si están vinculados con alguna banda mayor. Todo lo que puedas contarme me será útil.

Airok se recostó ligeramente en la silla, relajada, pero sin perder su control sobre la situación.

Y por último... necesito saber qué tipo de solución esperas exactamente —su voz se tornó juguetona, con una chispa de ironía—. ¿Quieres que solo les dé un susto, o prefieres asegurarte de que no vuelvan a molestarte nunca más? — No pudo evitar soltar un pequeño resoplo de carcajada contenida.

La tensión en la taberna seguía presente, pero Airok sentía que el control estaba en sus manos. Solo faltaba que Marlow diera la información y el adelanto que pedía. Una vez lo hiciera, el trabajo comenzaría... a su manera.
#6
Silver
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Marlow soltó un suspiro largo, como si todo el aire contenido en sus pulmones hubiese estado retenido desde el inicio de la negociación. Airok había aceptado sus términos, y aunque el acuerdo no lo beneficiaba por completo, al menos tenía una salida a su problema. Sin embargo, la tensión en sus hombros no desapareció del todo. Era plenamente consciente de que estaba a punto de jugarse mucho, y en manos de una desconocida.

—De acuerdo... Un adelanto, como dijiste —murmuró, mientras sus manos nerviosas rebuscaban dentro de su chaqueta. El leve temblor en sus dedos no pasó desapercibido, pero logró sacar un pequeño saco de monedas y lo deslizó por la mesa hacia Airok, con un movimiento lento y cuidadoso—. No es mucho, pero suficiente para demostrar mi compromiso. El resto te lo entregaré cuando termines el trabajo.

El suave tintineo de las monedas resonó brevemente, rompiendo el silencio que se había instalado entre ellos. La mirada de Airok se posó sobre el saco, evaluando su contenido. Marlow, por su parte, bebió otro largo trago de su vaso, como si el ron pudiera apaciguar el creciente nudo que sentía en el estómago. Ya no había vuelta atrás.

La mirada de Airok se mantuvo fija en Marlow, como si quisiera medir su próximo movimiento antes de seguir. Fue entonces cuando el comerciante, con un leve carraspeo, comenzó a explicar los detalles que ella le había solicitado.

—Esos malnacidos... —comenzó, con la voz aún baja pero más clara—. Son un grupo pequeño, no deben ser más de cinco hombres en total. El que los lidera se hace llamar Rodrik el Flaco, un tipo astuto, pero no te dejes engañar... es más cobarde de lo que le gusta aparentar. —Marlow miró brevemente la puerta de la taberna, como si temiera que alguien los estuviera escuchando—. Normalmente se mueven por los callejones de la zona. A veces se reúnen en un almacén viejo junto al puerto, un edificio rojo. —Hizo una pausa, observando la reacción de Airok, antes de continuar—. No son parte de ninguna banda mayor, solo extorsionadores buscando la siguiente oportunidad fácil.

Marlow vaciló por un momento. Parecía debatirse internamente antes de proseguir con voz más apagada, casi como si estuviera desahogándose en el proceso.

—Sobre lo que quiero que hagas... —desvió la mirada por un segundo, dejando ver la evidente incomodidad en su rostro—. Con asustarlos bastará. No quiero sangre ni problemas mayores... solo que entiendan que no pueden seguir abusando de mí... y que paguen lo que me deben. —Se aclaró la garganta, visiblemente incómodo con lo que estaba a punto de añadir—. Pero, si no hay otra opción... haz lo que sea necesario.

Su voz tembló levemente al final de la frase. Era la primera vez que pedía algo así, y lo sentía casi como un pacto con el diablo. El silencio que siguió era opresivo, y aunque la taberna seguía viva con conversaciones apagadas, para Marlow, todo parecía haberse detenido. Airok, por su parte, permanecía tranquila, analizando cada palabra, cada gesto, mientras se inclinaba ligeramente hacia atrás, adoptando una postura más relajada. Pero detrás de esa calma, estaba claro que su mente ya estaba calculando el siguiente movimiento.

Marlow continuó observando la expresión de Airok. La atmósfera pesada de la taberna no había cambiado, pero en esa pequeña mesa, su reputación y su deuda estaban en manos de la pirata que tenía enfrente. Un peso abrumador seguía colgando sobre sus hombros, pero había una pizca de esperanza al ver que, al menos, el primer paso estaba dado.

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#7
Airok
La Reina Rubí
Personaje


Al concluir el trato, se hizo evidente que la ansiedad de Marlow era más profunda de lo que había calculado en un principio. Aquella preocupación estaba enraizada no solo en su deuda, sino en el temor de verse envuelto en algo más importante que podría salirse de control. Consciente de esto, Airok decidió suavizar el final del trato para él, sabiendo que, aunque la negociación estaba ya cerrada, podía ofrecerle al menos un respiro.

Inclinándose ligeramente hacia adelante, estiró la mano hacia Marlow con un gesto tranquilizador, buscando el contacto para que dejara de temblar.

Marlow, tranquilo —dijo, adoptando un tono más suave y compasivo— Lo importante aquí es que esto sirva de precedente para cualquier otro que quiera aprovecharse de ti. Todo saldrá bien, te lo aseguro.

Aprovechando el gesto de vuelta al incorporarse de nuevo, Airok recogió el saco de monedas y su sombrero con calma, guardando el dinero en su bolsillo mientras se colocaba el sombrero sobre la cabeza. Sus movimientos eran seguros, y aunque mantenía una actitud relajada, había una determinación evidente en ella. Su gesto era claro: el asunto estaba en buenas manos.

No te preocupes, Marlow, de verdad. Los tendré vigilados. Cuando esto termine, te habrás librado de ellos —añadió con un guiño amistoso.

Antes de girarse hacia la salida, se tomó un instante para observarlo con más detenimiento. El pobre comerciante parecía desmoronarse bajo el peso de la decisión, y aunque ahora tenía esperanza, la duda todavía lo asfixiaba.

Confía en mí —le dijo, con una sonrisa que intentaba transmitir más seguridad—Te veré pronto.

Con esa promesa en el aire, Airok se giró con la elegancia de una pirata experimentada y salió de la taberna, dejando tras de sí el suave tintineo de sus joyas. Mientras cruzaba el umbral, las sombras la envolvieron, pero su mente ya estaba enfocada en la próxima jugada.
#8


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