Alguien dijo una vez...
Donquixote Doflamingo
¿Los piratas son malos? ¿Los marines son los buenos? ¡Estos términos han cambiado siempre a lo largo de la historia! ¡Los niños que nunca han visto la paz y los niños que nunca han visto la guerra tienen valores diferentes! ¡Los que están en la cima determinan lo que está bien y lo que está mal! ¡Este lugar es un terreno neutral! ¿Dicen que la Justicia prevalecerá? ¡Por supuesto que lo hará! ¡Gane quién gane esta guerra se convertirá en la Justicia!
[Aventura] [Aventura T4] La Infinita Sabana
Suzuka D. Hanami
Dragón Floreciente
El ritual ya había comenzado, pero cuanto más avanzaban en la ceremonia y los preparativos más cuenta se daba Lovecraft del autentico significado de aquello. Un sacrificio, una ofrenda, aquella muchacha era una elegida entre toda su gente para tener el gran honor de volverse una con dios. Ser parte de un todo mayor y ese todo mayor aceptar parte del pueblo en si, una relación simbiótica entre ambos según la creencia popular que los sacerdotes iban promulgando en el lugar.

Pero Lovecraft no tenia ninguna piedad por las creencias y costumbres paganas. Sus ideales y ética estaban por encima de todo y la vida de una persona era la máxima prioridad en el mundo. No había deidad, religión o motivo que justificara arrebatar una vida de forma caprichosa y más la de una inocente a la cual se le debe forzar una idea de que esto era lo correcto y si se negaba seguramente seria rechazada por el resto de la tribu y condenada a vivir en el exilio como una paria rechazada por los suyos.

Y ahí es cuando el monje inicio su acto dramático, una jugada maestra que había estado ensayando en su cabeza hasta que vio que el ritual se acercaba a un punto de no retorno. Un movimiento audaz cegando con un artefacto que seria visto casi como mágico ante los ojos de todos los presentes, una audacia sin duda al alcance de unos pocos, pero que logro cegar al ser que realmente importaba, el gran paquidermo. Él era sin duda la mayor amenaza si el plan de Lovecraft salía mal, el mayor y más poderoso guerrero de todas las tribus. Seguido de una ruta y movimientos audaces, el monje logro impedir que la cuchilla cortara el cuerpo de la joven la cual se encontraba confundida, el monje se mostraba serio, furioso, intimidante, apartando dentro de su gran actuación el cuchillo de ellos. Para entonces hacer, proclamarse ante todos como el mismísimo devorador, Akmesh.

El monje logro el efecto deseado en una primera instancia, causar desconcierto y sorpresa entre todos ellos por unos momentos. Más no tardo en romper el mismo el sonido de Ganesha alzándose mientras reía - Una gran broma forastero, más tus actos no tienen ninguna - El elefante parecía estar listo para batallar - Tu no eres el todo poderoso Akmesh, solo eres un mocoso - La anciana centenaria estaba totalmente convencida en sus palabras. Pero Lovecraft había conseguido lo que que quería, ese primer shock inicial fue suficiente para que pudiera tomar bien a la joven y con suma tranquilidad se la llevara al agua, haciendo con su dial estallar la pared del fondo. 

El monje y la joven fueron arrastrados por las corrientes de agua formadas al quebrar el muro. Pero aun así el anciano pudo vislumbrar los destellos celestes que emanaba una inmensa figura que aprovecharía la apertura de la formación cavernaria para adentrarse en la sala donde estaba el lago con todos los miembros de las tres tribus. Era una figura serpentina e inmensa, seguramente podría haberlos devorado de un bocado. La criatura ascendería emergiendo de golpe del lago ante la sorpresa y expectación de todos los presentes - ¡Nuestro señor! - Todos los indígenas reverenciaron a la monstruosa figura de repente - ¡Discúlpenos por haberle ofendido y no haberle reconocido, esperamos que la joven le satisficiera! - Desde el punto de vista de los indígenas Lovecraft había devorado a la joven en el agua regresando a su forma completa de dios la cual ya conocían. Eso seria apenas lo ultimo que lograría divisar el monje antes de ser arrastrado por el agua.

Akmesh


Las corrientes de las cavernas llevarían a los dos al exterior, la joven evidentemente tenia el cuerpo completamente desnudo y para cuando salieron en la orilla del rio, concretamente la del lado Sur de la sabana, estaba aterrorizada - ¿Qué has hecho...? ¿Me van a desterrar...? ¿El señor Ganesha estará furioso? ¿Y esa cosa era el devorador? ¿Debo ir a entregarme? ¿O será demasiado tarde...? - Estaba en pánico, con multitud de preguntas y dudas. Por un lado tenia miedo en su interior por la situación y al ver la criatura más aun. Por otro lado eran las costumbres de su gente, un gran honor compartir cuerpo y sangre con un dios.

Pero entonces una flecha cruzaría el rio de casi cincuenta metros de ancho, clavándose delante de Lovecraft, la flecha llevaba una especie de tela atada. Al otro lado del rio la figura cubierta de telas negras que Lovecraft ya conocía bien, Hecket. La tela de la flecha era un mensaje que decia lo siguiente:

Cita:Lovecraft desde que te conocí supe que tenias algo especial, decidí confiar en ti e integrarte en mi gente porque sospechaba que serias la pieza que rompería el mecanismo del destino que la sacerdotisa visualizo para mi hermana mayor y el cual yo no podía afectar de ninguna forma. He estado intentando lanzar presas por la zona de la caverna desde ayer para social el apetito de dios y que tuvierais una oportunidad, no se como estarán todos con la situación, pero te pido que te lleves a Huetali lejos de aquí y la protegas, por favor.

Todo ahora quedaba en manos de Lovecraft, la voluntad de Hacket, la vida de Huetali. Volvian a estar cerca de la civilización y todos estaban ocupados lidiando con el autentico dios akmesh, orandole y adorandole. La vida entre ellos de Lovecraft termino, si él o la chica volvian todo quedaria desvelado y se sabria la mentira, así que le tocaba al monje vivir lejos de la sabana norte y de los ojos indiscretos.

Huetali


Final
#21
Gautama D. Lovecraft
El Ascendido
Tras la jugada desesperada por salvar a la joven, el estanque colapsó por la abertura y la fuerza a presión del agua nos succionó cual desagüe llevándonos por la corriente hacia dentro de la misma cueva. En eso, un estruendo sin igual retumbó mientras caíamos y caímos, una figura escamosa de dimensiones gigantescas se hizo presente entre el agua, subiendo con autoridad y resquebrajando las cavidades rocosas con su duro cuerpo, ¿Acaso era aquello el verdadero Akmesh? No podía decir que no sinceramente, pues cualquiera en su sano juicio no se atrevería a obviar aquella enorme masa reptil que con un ruido gutural avisaba de su próximo manifiesto. Había que escapar cuanto antes de allí si queríamos salir con vida.

Tras pasar un ligero agobio subacuático, tanto yo como la chica fuimos escupidos hasta un río dentro de un chorro a presión que se llevó por delante parte del orificio rocoso, rompiendo la abertura y saliendo despedidos, cayendo en una capa de pasto y tierra mullida a la orilla del río. Estuvimos tosiendo y escupiendo agua por los evidentes ahogamientos intermedios, pero finalmente nos pudimos recomponer. Comprendía que la escandalizada joven había aceptado su destino y parecía no querer estar allí, la calmé con algunos gestos, entendía su vulnerabilidad y desconcierto. Rápidamente, comprendiendo también de que estaba desnuda, me saqué la camiseta y se la puse, la agarré de la muñeca y justo cuando íbamos a echar a andar hasta la civilización, una flecha se clavó frente a mis pies. Nos habían descubierto.

No obstante, la flecha portaba atada a la misma un trozo de tela blanca, además de que no le sucedieron más. Percibí una silueta familiar a lo lejos, parecía ser ¿Hacket? Tomé la flecha abriendo la tela esperando encontrar respuestas ante la situación. La leí algo inquieto, pues no me encontraba seguro allí, más aún con la joven, sin embargo, aquellas palabras me tranquilizaron tras leerlas, y cuando la terminé se la entregué a Huetali, para que esta, sabiendo que aquella tela era proveniente de su mismo hermano, supiera que él confiaba en mí, y por lo tanto, ella también podría hacerlo.

- Soy Lovecraft, sígueme. -

Le dije, y tiré de ella para que nos dirigiéramos hasta la ciudad más al sur de la que provine días atrás, Ciudad Kuhulu. En ella, le daría ropa, comida y cualquier necesidad básica, podríamos resguardarnos de forma segura, tomando el primer barco que zarpase hasta Kilombo. Siendo marine, podría responder ante la joven como su tutor legal tras explicar la situación en el pertinente informe, inscribirla en la misma Marina para tenerla cerca de mí y pensar en el mejor futuro con ella. No podría volver más, ni vería más a su hermano o a sus seres queridos, pero a cambio de eso, no estaba en el interior de un reptil gigante.
#22


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