Alguien dijo una vez...
Monkey D. Luffy
Digamos que hay un pedazo de carne. Los piratas tendrían un banquete y se lo comerían, pero los héroes lo compartirían con otras personas. ¡Yo quiero toda la carne!
[Común] [C-Pasado] Plumas de Ébano | Priv. John
Alistair
Mochuelo
89 de Primavera, Año 724

Hay quienes dicen que no existen dos aves con el mismo patrón de colores, sin importar cuán lejos o minucioso busques a lo largo de tu vida. Una imposibilidad matemática que muchos habían intentado probar una y otra vez, y que otros tantos por pura experiencia lo afirmaban; no había nacido la persona que pudiera desmentirlo por experiencia propia sin mentir en el proceso. Pero no por ello faltaba gente dispuesta a intentarlo aunque se dejaran los días, las semanas y las temporadas en ello. Pero quizá, solo quizá, en alguna parte de los extensos Blues donde el cielo y los mares se difuminaban hasta convertirse en uno solo, dos aves con el mismo plumaje tendrían la oportunidad de encontrarse, y de reconocerse. Después de todo, el vasto cielo no era tan grande como para que tales seres volaran sin algún día toparse con el otro por mero azar. 

Desde hace poco tiempo, Kilombo había servido para el Lunarian de cabellera rubia como un lugar para tomar refugio y descansar cuando no pudiera más, además de un asentamiento descartable mientras hacía deberes de reconocimiento para la Armada Revolucionaria. Todo lo dicho, la verdad es que todavía era un pequeño mochuelo en las filas de la organización, ingresado hace menos de 30 días tras toda una odisea de buscarles, ser rechazado, entrenar hasta dejarse la piel de las manos en el mango de su espada, y finalmente reubicarlos para poder dar su corazón y cuerpo a la causa. No había sido una tarea fácil, y por esa misma razón era que se sentía orgulloso de los resultados que había obtenido. Pero no acababa ahí. Aún quedaba la parte difícil: Hacer una diferencia en el mundo como un revolucionario.

Seguramente, sus tareas de reconocimiento eran solo una manera de aprovechar sus ventajosas capacidades para moverse de isla en isla y pasar desapercibido; sin una historia, sin un hogar el cual extrañar al mirar hacia atrás, lo único que le impedía de pasar a ser una entidad más capaz de difuminarse con el fondo de un cuadro era su prominente descendencia Lunarian, las prominentes alas negras que en el pasado habían halagado en repetidas ocasiones. Estas también tenían un papel en su ventajosa movilidad entre islas; con su libre movilidad dominando los cielos, era relativamente sencillo no solo atravesar controles de la Marina sino también desplazarse de un lugar a otro relativamente desapercibido. Siempre que supiera mantener baja notoriedad, todo salía a pedido de boca. 

Una lectura al periódico de camino fue lo primero a resaltar, con la primera pagina ocupando un fenómeno especial que ocurría cada 15 días, y que estaba a un día de coincidir con el día en el que se encontraban; parecía que una luna llena estaba destinada a manifestarse en el cielo el día de mañana, un hecho que le encantaba presenciar desde que tenía memoria y libertad para levantar la mirada hacia los cielos. Era uno de esos pequeños momentos especiales que dedicaba para sí mismo, y nadie más. 

Finalmente, tras una corta caminata, llegaría al sitio que planeaba visitar: Bluewave, un gastrobar con una envidiable cercanía a la playa pero diametralmente opuesto al faro de Rostock y el puerto adyacente, lo que hacía que pudieras disfrutar de la vista de la playa y los movimientos de las embarcaciones entrantes y salientes sin verte consumido en el ruido que hacían con su sola presencia, ni mencionar la bocina que algunos navegantes usaban por pura diversión y que seguramente había provocado profundos pensamientos homicidas en más de un turista. 

Por dentro, el lugar contaba con la clase que esperarías de un lugar con tan buen posicionamiento estratégico: Luces tenues en el punto perfecto, madera tallada y con excelentes cuidados para que pudieran relucir, y juegos de muebles en perfecta armonía con los tonos que envolvían las paredes del bar. Sin mencionar la pared del bar, que contaba con bebidas de nombres impronunciables a lo largo de cada estantería. Si tenías el dinero para financiarte la anoche, era un lugar más que digno de visitar. ¿Y la música? Hasta tenían su propia banda de músicos tocando en todo momento, así que el deleite no se limitaba al gusto sino también comprendía la audición. Toda una experiencia.

Y una descripción que valía para poco más que absolutamente nada, pues Alistair nunca llegó a entrar al lugar. Tanto como le gustaría estar allí, no era una persona que contara con tanto dinero como para despilfarrar en lujos completamente innecesarios como lo era una visita al sitio. Pero el chico si llegó hasta allá, sentándose en su azotea tras elevarse gracias a sus alas, sentado en el borde mientras observaba el atardecer caer lentamente, adornando el cielo de preciosos tonos anaranjados que harían babear a cualquier artista que contara con una mínima reputación, mientras sus oídos se deleitaban con la musica residual que escapaba como vibraciones por las paredes y ventanas, y los apetitosos aromas que conseguían marcharse por los espacios más pequeños que pudiera imaginar. 

Tan escasos como fueran, quizá pronto llegaría el día en que se encontraría con otro Lunarian.
#1
John Joestar
Jojo
Nunca me imaginé que un bar estuviera tan jodidamente concurrido, sinceramente, odio estas cosas, cuando habia entrado no habia ni un solo alma en todo el local, y, de repente, de un momento a otro, estaba hasta arriba de conversaciones sin sustancia machacandome los oidos y martillandome la cabeza; además cabe añadir que las dichosas sillas no eran lo más cómodo del mundo, al menos no si tienes un par de alas como yo, todo el rato se me atascaba alguna en los pequeños huiecos del decorado del respaldo, o me clavaba pequeñas astillas que asomaban del asiento, no era el mejor sitio para relajarse sin duda.

Saqué mi pequeño block de notas para apuntar todo lo que habia descubierto hasta el momento, no era mucho, pero las piezas del puzzle empezaban a encajar, lo cual ya era algo mejor que nada, o llegar a rincones sin salida como me ha estado ocurriendo hasta ahora. Leia pacientemente mientras disfrutasba de una buena jarra de cerveza fria, intentaba sosegarme y apretaba constantemente los puños para evitar impactarlo en la cara de un soplapollas que habia cerca presumiendo sobre sus conquistas la noche anterior; que no era ese el problema obviamente, el problema residia en que el muy gilipollas hablaba cada vez más alto y se reia golpeando su mesa con el puño, el ruido de los vasos dando pequeños brincos era sumamente infernal.

Decidí relajarme encendiendome un cigarro, saqué la cajetilla del bolsillo interior de la chaqueta y pude comprobar que, muy a mi pesar, ya no me quedaba tabaco, me cago en todos mis muertos, dadme un puto respiro... Me levanté con decisión, buscaba con la mirada alguna estanteria con tabaco que pudieran venderme, pero alli se fumaba el tabaco más mierdero de los mares, pero supuse que tendria que valer, asi que suspiré para calmarme, y me acerqué a la barra.

-Tu, dame una cajetilla de las rojas por favor, aunque si puede ser, que sea para hoy- dije mirando fijamente a la camarera; recuerdo que era una Mink coneja, llevaba un vestido rosa ajustado y un mandil azul por encima, se notaba que estaba muy usado, tenia ciertas manchas de grasa que ya no le salian y varios bordes deshilachados, además, si no me falla la memoria, tenia un par de agujeros provocados por el sobrelavado. Su pelaje era marrón oscuro, con unas motas blancas en la cara, en la zona de los ojos y del labio, y un sombrero con agujeros para las largas ojeras.

-Primero tengo que atender a esos marines de allí al fondo, es una fiesta muchacho, tendrás que esperar- no recuerdo que le dije o que cara puse, pero si recuerdo que mis llamas se prendieron al instane, normalmente intento no usarlas en público, pero mi paciencia tenia un limite muy pequeño en ese momento, y me sobrecalenté de sobremanera. -Eh eh eh eh, vale vale vale, no he dicho nada, pero no le prendas fuego a todo esto-

Un borracho se me acercó en ese momento, sus palabras fueron algo asi como -Ey amigop, no te enfadesh con ellap porque....- y en ese momento, ladeé ligeramente la cabeza hacia él y, bueno, hice lo mio -¿Sabes?- le dije -Ya me teneis harto; ORAAAA- y descargé mi puño contra su cara, el tio salió volando hacia atrás e impactó contra la pared, lo cual seria muy común, ya que nadie le hizo ni el más mínimo caso, ni la más mínima reacción.

La coneja me dió la cajetilla, me la guardé y le dejé el dinero sobre la mesa, apagué mis llamas y volví a mi mesa; encendí el primer cigarro y me apoyé sobre el respaldo, dí una profunda calada y le siguió un buen trago de cerveza, mi mente se despejó un poco tras eso; Proseguí con mi lectura.

Al cabo de un rato me levanté y me fui del roñoso bar, el sol estaba cayendo en el horizonte y el sueño empezaba a vencerme, me puse a pasear dandole vueltas a la cabeza buscando un buen sitio donde pasar la noche; La busqueda me llevó un buen rato, pues la gente me recomendaba varios sitios y todos tenian una pinta de mierda, sobretodo por las malas reseñas que otros ciudadanos me daban...parece una gilipollez pero si tengo sueño tengo aún más mala leche, y si, eso era posible.
Mientras caminaba observaba el cielo, me fijaba en las nubes, mi mente les daba formas de muchisimos tipos, era entretenido, un juego de niños pero, siempre es bueno volver a la infancia de cuando en cuando; Todo iba bien hasta que...cuando mis ojos observaron los edificios cercanos...una figura me llamó la atención, uno de los mios, observando el cielo, un Lunarian
#2


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