Hay rumores sobre…
... que en una isla del East Blue, hay un prometedor bardo tratando de forjarse una reputación. ¿Hasta dónde llegará?
[Común] [C-Pasado] Dos hermanas [Priv. Anko]
Anmitsu Uguisu
Mitsu- Silencio Nocturno
1 de verano 

La taberna se encontraba sumida en una penumbra acogedora, los murmullos de las conversaciones y el tintinear de las copas creaban una atmósfera cálida que contrastaba con el frío viento que azotaba el exterior en aquella desolada localidad de Demon Toolh. Mitsu se acomodó en una de las mesas apartadas, saboreando el olor a madera envejecida y especias que impregnaban el aire. Allí, rodeada de luces danzantes que parpadeaban desde las velas colocadas en las mesas, la joven de 18 años buscaba despojarse de la carga del día.

Con una altura de 1.75 cm, Mitsu desbordaba una belleza cautivadora. Su cabello largo, de un profundo tono café, caía en suaves ondas hasta la mitad de su espalda, mientras que mechones laterales enmarcaban su rostro y resaltaban su flequillo perfectamente equilibrado. Sus ojos, oscuros y brillantes, reflejaban una mezcla de curiosidad y desafío, invitando a los extraños a descubrir la historia que se escondía tras su mirada.

Esa noche, optó por su habitual atuendo: un abrigo negro de mangas largas que dejaba entrever un elegante vestido del mismo tono. La tela se ajustaba a su figura sutil, con una falda de corte moderno que se abría ligeramente, añadiendo un aire de misterio a su presencia. Mitsu complementaba su look con unos guantes negros que acentuaban su elegancia y le conferían un aura de sofisticación, pero lo que realmente la hacía destacar eran las orejas de gato que asomaban tímidamente sobre su cabello, un toque encantador que la hacía aún más intrigante.

Mientras se acomodaba en la silla, una sensación de nerviosismo empezó a arraigarse en su estómago. Había enviado una carta hacía no mucho, y la espera de la respuesta de Anko pesaba sobre ella como una sombra. Mendigaba la llegada de la joven amiga, deseando que la calidez de su compañía le ayudara a ahogar los recuerdos amargos que empezaban a aflorar en su mente.

Mientras un mesonero se acercaba, Mitsu pidió una botella de alcohol ligero. No era una gran bebedora; de hecho, prefería mantener su mente clara y su cuerpo en forma, pero en ocasiones excepcionales como esta, una copa servía para relajar los nervios y darle un respiro a su corazón. La botella llegó a la mesa, cristalina y fresca, y al servir una medida en su copa, sintió como el aroma del licor se entrelazaba con el aire del lugar.

El primer sorbo hizo que sus pensamientos se detuvieran en seco, llevándola de nuevo a sus recuerdos, a su infancia turbia y los reproches susurrados en las sombras del hogar. El desprecio de su "padre" resonaba en su mente como un eco distante; una hija ilegítima, siempre relegada al papel de la sombra, sin valor ni reconocimiento. Estas memorias la percibían de tristeza, pero también de fuerza, una chispa que había logrado encender en su interior.

Mientras pescaba en su copita, la taberna seguía vibrando a su alrededor, hombres y mujeres compartían risas y cuentos, despreocupados de sus realidades. Mitsu, en cambio, lidiaba con sus propios fantasmas. Sabía que Anko no era su amiga, sino una penumbra en medio de la tormenta. Su presencia sería el ancla que la ayudaría a navegar el océano de sus sentimientos encontrados.

La espera se alargaba y, con cada trago, un retazo de su dolor se desvanecía; sin embargo, la idea de que Anko pudiera entrar por la puerta y con ello derribar las barreras que ella misma había construido, la llenaba de ansias y expectativas. Así, mientras el reloj marcaba el paso del tiempo, Mitsu permanecía sentada, atrapada entre la melancolía y la esperanza, una figura intrigante en medio de la bruma de la taberna, aguijoneada por la expectativa de lo que estaba por llegar.
#1
Anko
Médica Despiadada
Los ojos de Anko se movían de lado a lado de forma sutil y concentrada. Su atención estaba enfocada en aquella hoja de papel con escritos de tinta, en donde una chica solicitaba su presencia, una chica que hasta ese momento solo había visto de lejos, ni si quiera le conocía la voz, denotando cuando alejada estaba de su hermana. Un ligero suspiro se escapó de su nariz mientras la fuerza de su mano cedía y caía sutilmente en aquella mesa de madera, aún con la carta sostenida entre sus dedos.

Tenía sus dudas sobre si aceptar reunirse con ella o no, por un lado, nunca había tratado con ella y desconocía su personalidad, gustos, disgustos, etc. Pero por otro lado, en el fondo de su ser, sabía que eso en algún momento iba a suceder, y si Anmitsu ya se estaba tomando el tiempo para romper esa separación impuesta por su padre, lo más correcto era ceder y reunirse con la chica. Anko se levantó de la silla y tomó su gabardina, colgada en el respaldo de la misma silla, y se enfundó en ella, no sin antes guardar en su bolsillo interno una caja de cigarros junto a un zipo metálico, obvio no iba a abandonar su casa sin llegar su más preciado; y a la vez odiado, vicio.

Su gran sentido de la orientación le facilitó mucho su andar por la Isla DemonTooth, recorriendo las calles de su poblado hasta toparse de frente con aquella taberna, no la más lujosa y cuidada del lugar, pero era útil para una reunión casual como la que se avecinaba para Anko. Sus brazos se acercaron hasta la puerta de madera que daba acceso al interior del lugar, sus manos temblaban levemente, su mente aún recorría la idea de ver a su hermana perdida y hablar con ella, no sabía ni qué tema de conversación abordar con ella, pues no era culpa de ninguna haber sido separadas desde que nacieron.

La puerta se empujó levemente con la fuerza aplicada por la chica, algunas miradas se plantaron en la Marine, pero nada interesante, simplemente una reacción cuando se ve a alguien ajeno a un ambiente ingresar a este ambiente. Su mirada escaneó con lentitud la zona antes de dar con su objetivo; una bella chica de cabello oscuro con unas orejas de gato asomadas sutilmente de su cabellera, así es, su hermana perdida era una híbrida de razas. Suspiró nuevamente por la nariz antes de comenzar a caminar hacia la mesa, en sus pasos relajaba su mente con tal de retomar su porte imponente e intimidante y no por querer verse así frente a Anmitsu, solo era la forma en la que todos la veían.

No pasó mucho cuando finalmente su presencia estaba frente a aquella mesa, apenas iluminada por la luz del fuego latente de una vela. Sus ojos miraban desde arriba a Mitsu fijamente, no quería asustarla ni parecer molesta o similar, pero realmente no tenía mucha experiencia tratando con gente, menos si esa persona era cercana, pero a la vez lejana a ella. La diestra de Anko tomó el respaldo de la silla de enfrente y ejerció fuerza para sacarla y poder sentarse. Una vez ambas estaban a la misma altura, frente a frente, Anko metió la misma mano que había usado dentro de los bolsillos internos de su gabardina marrón, tomando la caja con cigarros y acercándosela a la otra Marine. — ¿Gustas uno? —. No era la mejor forma de empezar, pero tampoco la peor. — Espero no te moleste que fume uno ahora… No puedo evitarlo… —.
#2
Anmitsu Uguisu
Mitsu- Silencio Nocturno
Mitsu observó a su hermana Anko con una mezcla de emoción y ansiedad mientras la joven Marine tomaba asiento frente a ella. La tenue luz de la vela parpadeaba, proyectando sombras que danzaban en las paredes, y el suave crepitar del fuego creaba un ambiente envolvente, casi mágico. A pesar de la cercanía física que las separaba, Mitsu sentía una distancia emocional palpable. Anko había estado en el centro de sus pensamientos, en un limbo entre la familiaridad y la extrañeza.

Los ojos de Anko eran profundos e inexpresivos, y aunque intentaba mostrarse neutral, Mitsu podía leer la incertidumbre que asomaba a través de su mirada. La hermana mayor estaba claramente luchando con sus propias inseguridades, algo que resonaba con Mitsu. La timidez de ambas parecía brillar en el aire, convirtiendo el encuentro en un momento cargado de significado. Mitsu se sintió abrumada por la vulnerabilidad que latía en el ambiente; se dio cuenta de que también estaba ante un ser humano, lleno de dudas y luchas internas, no solo ante una figura de autoridad o una hermana distante.

Cuando Anko le ofreció el cigarro, Mitsu se sorprendió ligeramente, ya que sabía lo que aquel gesto podía representar. El acto de fumar era un alivio para muchos, una manera de liberar tensiones. Sin embargo, para ella, el cigarro y el humo partían de un lugar que prefería no explorar. El cigarro simbolizaba una vida con situaciones que escapaban de su control, un deseo de huir de la realidad en lugar de enfrentarse a ella.

Con una sonrisa amable que enmarcaba su rostro, Mitsu sacudió suavemente la cabeza, sus ojos grandes y sinceros reflejaron su desprecio por el vicio. - No, gracias, Anko...- respondió con una voz suave y melodiosa, casi como un susurro. Su tono dejaba entrever la dulzura que la caracterizaba; no quería que el rechazo se sintiera como una negativa fría o distante. En cambio, era un gesto amable, una forma de expresar su deseo de mantener algo puro y limpio, un refugio en el que evitar que las sombras del mundo exterior se filtraran.

A medida que Anko se acomodaba, Mitsu sintió la necesidad de ofrecer algo a cambio, algo que pudiera reforzar la conexión que tanto anhelaba entre ellas. Se recargó un poco sobre la mesa, inclinándose hacia su hermana casi en un intento de construir puentes invisibles. - Espero que no te moleste que no fume… Creo que es solo que… prefiero disfrutar de los dulces- dijo, y su risa ligera resonó en el espacio, como un canto de aves al amanecer.

Era una verdad a medias, ya que el gusto por los dulces provenía de un deseo más profundo de encontrar alegría en lo simple, en lo puro. Extrañaba los momentos en los que disfrutaba de un tarro lleno de caramelos, riendo sin preocupaciones, en un tiempo que parecía haber quedado atrás. El contraste entre su naturaleza dulce y su aversión a la violencia se veía reforzado ante la presencia de su hermana, quien parecía estar lidiando con los estragos de su propio ciclo de vida.

Esa conversación, trivial en apariencia, seria vital. Mitsu podía tener con Anko ese reencuentro que tanto habia deseado desde hace un tiempo, un intento de abrirse a ella, y cada gesto reconfortante de su parte era el intento de la promesa de una conexión renovada. Sin embargo, también sentía los miedos que persistían en su pecho, saber si tendría la aceptación de su hermana la tenia un tanto preocupada, la forma en la que el mundo externo a su pequeño rincón parecía tan aterrador, casi como una tormenta que acechaba en el horizonte.

 - A veces siento que el mundo es un lugar complicado, ¿no?- musitó, su voz un hilo de vulnerabilidad que se entremezclaba con la fragilidad del espacio en el que se encontraban. Se dio cuenta de que hablaba con honestidad, una parte de sí misma que ansiaba ser escuchada, deseando que Anko, a su vez, pudiera compartir lo que había en su interior. - Digo... hace unos años me entere de que somos hermanas... Es... raro...- El tiempo parecía detenerse, y con cada palabra, la distancia que las separaba parecía ser acortada, sin embargo la Junji no sabia como expresarse, ella habia citado a Anko pero... No esperaba que de verdad asistiera en primer lugar.

 - Tu padre... no se enorgullece de mi existencia... en absoluto- dijo con una pequeña sonrisa un tanto fingida, una antigua herida de hace un par de años... quizás si lo hubiera recordado en ese entonces hubiera empezado a llorar, pero ahora... Simplemente miraba la mesa con una sonrisa fingida, un rostro que claramente ocultaba su tristeza.

El momento se tornó aún más significativo cuando la atmósfera se cargó de una combinación de experiencias compartidas, sueños y miedos que fluían suavemente. A pesar del roce de la timidez, Mitsu sabía que, al final de cuentas, ambas eran más que sus inseguridades; eran hermanas, unidas por vínculos de amor y responsabilidad en un mundo caótico. En ese instante, rodeadas por el fuego suave de la vela y la calidez de sus corazones, solo esperaban que todo resultara en una conexión más profunda, en un lazo tan fuerte que las ayudara a enfrentar cualquier tormenta viniendo hacia ellas.
#3
Anko
Médica Despiadada
— ¿No? Más para mí —. Esbozó la peli marrón en el momento en el que su hermana pequeña rechazaba el cigarro con una mueca visible; para nada grosera, sobre el vicio de Anko. El brazo de la chica se flexionó para volver a acercar la caja de cartón a ella, usando su segunda mano para tomar uno de estos tubitos de tabaco y colocarlo entre sus labios. Con esto aceptando que, si a Mitsu no le agradaba este vicio, al menos no tenía ningún problema en que los demás se perdieran en él.

Lo que dijo después la Jujin después de aquella acción dejó levemente sorprendida a Anko, ciertamente le parecía extraño que Mitsu pensara que a ella talvez le molestara el hecho de que no compartieran el gusto por el cigarro, quedando también algo satisfecha al escuchar la primera información sobre los gustos de su hermana, los dulces. —¿Molestarme? Para nada… Es más, que bueno que sea así. Fumar es dañino para la salud, y no me preguntes porqué lo hago… —. Dijo a la par que se daba fuego con su siempre confiable zipo para encender y dar la primera calada, expulsando el humo desde su boca en otra dirección para no echárselo en la cara a la joven de en frente.

Ciertamente era algo irónico, toda la gente sabe que los vicios como el alcohol, el cigarro o las drogas les hacen mal en su salud a largo plazo, pero lo siguen haciendo, afectando más cuando se sabe que Anko es una Médico. Es como si un nutriólogo no estuviera en buena forma, pero si instruye a los demás para hacerlo. La primera vez que Anko probó un cigarro fue durante el comienzo de su adolescencia en una base de la Marina, producto de una mala influencia, encontrando una especie de refugio en el a los problemas que le iban surgiendo en su vida, pero no todo era malo, tampoco podía negar que le gustaba ese sabor tan extraño.

“- Aveces siento que el mundo es un lugar complicado ¿no? - “. Esa frase llegó hasta lo más profundo en el ser de Anko, alzando su mirada que hasta ese momento estaba fija en la mesa de madera que dividía por unos centímetros a las jóvenes. Su mirada se fijó en el rostro de su hermana, visiblemente dolido por haber dicho aquellas palabras, pero antes de que la peli marrón pudiera pronunciar algo, Mitsu siguió la conversación “- Digo… hace unos años me enteré de que somos hermanas… Es raro… - “. Anko no estaba en una situación diferente, pues era lo mismo. No tenía mucho tiempo desde que ella se enteró por medio del propio Koshiro que tenía una hermana a la que nunca había conocido.

— Eso lo sé… Papá no está orgulloso para nada de tu existencia… —. El tono frío y aveces golpeante de la Marine podría sentirse que lo decía con toda la intención de hacer sentir mal a la otra persona, pero no era el caso, simplemente era su forma de hablar, aunque ella misma se pudo dar cuenta de esto. — No lo digo en mal plan… Mi tono del habla aveces es así… —. Dijo tratando de minimizar lo que posiblemente haya generado en Mitsu mientras sus dos manos se meneaban levemente de lado a lado, claro, con su diestra sosteniendo aquel tubo de tabaco encendido entre sus dedos.

— Pero… es algo que me duele… Tú no tienes la culpa de las malas decisiones de papá… Lo bueno es que nosotras podemos remediar esta situación, destruir esa barrera que él creó entre nosotras… —. El tono en la voz de la Marine se volvió uno mucho más amable y dulce, un tono que se bajó casi a un susurro, y esto era así porque le daba cierta vergüenza hablar de esa forma, pues no estaba acostumbrada a hacerlo, ella era más de reírse de los defectos de los demás, siendo éste el toque irritante de su personalidad. — ¿Eso… te gustaría, Mitsu? —. Dijo la joven antes de dar una calada a su cigarro, nuevamente lanzando el humo en otra dirección, pero con su mirada fija en el rostro de la Jujin, pero ya no era una mirada “amenazante”, esta se había transformado en una mirada más amable, más empática.
#4
Anmitsu Uguisu
Mitsu- Silencio Nocturno
Mitsu observó a su hermana Anko con una expresión de mezcla entre curiosidad y preocupación. La figura de Anko siempre había estado envuelta en una aura de misterio, y ahora, mientras la peli marrón tomaba un cigarro y lo encendía, se le presentaba una imagen que contrastaba profundamente con la dulzura e inocencia que anidaban dentro de ella misma. La Jujin gato, con su naturaleza dulce y su mirada brillante, se sentía atraída no solo por el vínculo que compartían, sino también por la necesidad de comprender a la mujer tan fuerte que tenía frente a ella.

No, gracias... Nyan — respondió Mitsu, con una sonrisa amable, mientras su pequeño rostro reflejaba una sutil mueca de desagrado al ver el cigarro. Lo que para otros podía parecer un simple gesto, para Mitsu era un momento significativo, una prueba constante de los diferentes caminos que habían recorrido en la vida. Su rechazo al cigarro venía de su firme convicción de mantenerse alejada de los vicios que, aunque aun así tenia el propio con los dulces, como sombras amenazantes, podían oscurecer su existencia y alejarla de la pureza que tanto valoraba.

Mientras Anko aspiraba el humo y lo exhalaba con un gesto casi automático, Mitsu se preguntó cómo era posible que alguien tan capaz y comprometida, como su hermana, pudiera sucumbir a una adicción que lastimaba tanto su cuerpo y su salud. El contraste era casi doloroso para la joven Jujin; desde su infancia, siempre había soñado con una vida en la que los lazos familiares fueran lo más importante, donde las hermanas pudieran compartir risas, secretos y dulces, sin interferencias de fardos externos que pudieran empañar su relación. Sin embargo, aquí estaban, cada una con sus propias luchas internas.

Fumar es dañino para la salud, y no me preguntes por qué lo hago… — La frase de Anko resonó en su mente, como un eco de sus peores temores. La naturaleza protectora de Mitsu se agitó en su interior, como un gato que se apercibe de un peligro inminente. Era evidente que su hermana había pasado por muchas pruebas, pero Mitsu muchas veces sentía que no tenía capacidad para sanar las heridas del pasado. En su mundo, había tanto que deseaba entender, tanto que quería proteger.

Al escuchar a Anko hablar sobre el dolor que sentía al saber que su padre no estaba orgulloso de la existencia de Mitsu, un nudo se formó en su garganta. La fría honestidad de su hermana, aunque tal vez no intencionadamente hiriente, la dejó al borde de las lágrimas. ¿Cómo podía ser su padre tan cruel? Mitsu, que había creído que su vida estaba marcada por su pureza e inocencia, o al menos eso queria, hoy en día se sentía un poco despojada de su propia luz, mas aun que recordaba constantemente la muerte de su madre. Anko, con su tono directo y a veces áspero, había expuesto una verdad incómoda que resonaba en su pecho.

No lo digo en mal plan… Mi tono del habla a veces es así… — La aclaración de Anko llegó como un soplo cálido en medio de la tempestad emocional de Mitsu. Con cierta fragilidad, la joven comenzó a apreciar que esta era la única forma en que Anko sabía expresar sus sentimientos. Había un entendimiento tácito, un camino hacia la conexión que ambas anhelaban profundamente. En un momento de vulnerabilidad compartida, Mitsu entendió que el tono de su hermana venía del dolor y la confusión frutos de saber que su propia existencia era solo un eco de decisiones erradas.

Pero… es algo que me duele… Tú no tienes la culpa de las malas decisiones de papá… Lo bueno es que nosotras podemos remediar esta situación, destruir esa barrera que él creó entre nosotras… — La transformación del tono de Anko cautivó a Mitsu. De repente, la severidad inicial se tornó en un susurro de esperanza, en la invitación de un nuevo comienzo. Mitsu sintió cómo su corazón se expandía con cada palabra, como si las cicatrices de sus almas pudiesen realmente comenzar a sanar.

Me gustaría, Anko... Nyan... — respondió, sus ojos brillando con lágrimas que trataba de contener, al final las mismas amenazaban con salir antes de terminar haciéndolo, una burla a sus intentos de contenerlas... Era un deseo puro que emanaba del fondo de su ser; la necesidad de construir un puente que uniera sus almas, que borrara el dolor legado por su padre. — Creo que, juntas, podemos encontrar un camino. Me gustaría poder conocerte mejor y entender todo lo que has vivido. Nyan... — Sus palabras eran sinceras, entre sollozos y lagrimas que buscaban ser contenidas pero al final... salían por si solas, impregnadas de un deseo genuino de conexión. En ese momento, la joven sintió que podía ofrecer algo más que dulces o sonrisas; podía ofrecer un corazón dispuesto a compartir la vida con Anko de ahora en adelante, buscando enmendar los errores del pasado.

Mitsu miró a su hermana con sus ojos cristalinos, parecía una niña llorando... Aunque al final en el fondo lo era. Ahí había una complejidad que la intrigaba profundamente, una lucha que resonaba con sus propias inseguridades y vulnerabilidades. La vida podía ser aterradora, pero ahora sabía que no tenía que enfrentarse a ella sola. Con un leve asentimiento, los ojos de Mitsu reflejaron la luz de una emoción floreciente; una mezcla entre compasión y determinación, al menos entre esas delicadas y visibles lagrimas que se deslizaban por sus mejillas.

A medida que el humo del cigarro de Anko se desvanecía en el aire, parecía que también se desvanecían las viejas sombras que separaban a las hermanas.
#5
Anko
Médica Despiadada
La mirada empática y amable de Anko presenció un momento que talvez solo en sueños habría podido posible observar, pero no, estaba sucediendo de verdad. Su hermana Mitsu aceptaba romper aquella barrera invisible construida por Koshiro entre ambas chicas con el fin de conocerse mejor y recuperar el tiempo perdido. La tenue luz del fuego de las velas iluminó las lágrimas que escurrían por las mejillas de Mitsu, lágrimas de felicidad al saber que finalmente, ambas hermanas podían reunirse, después de tanto tiempo transitando cada una su propio camino.

La Marine sonrió antes de dar una nueva calada a su cigarro, suspiró levemente y volvió a enfocar su mirada en la Jujin gato. — No seas llorona Mitsu… —. Dijo Anko en un tono bromista que denotaba a la vez su felicidad por compartir aquel hermoso momento de “reencuentro” con su hermana menor. — Bueno… ¿Qué sigue ahora? Supongo deberíamos preguntarnos algo… —. La mano zura de la joven se colocó en su barbilla mientras su mirada se elevaba ligeramente hacia el techo del establecimiento. No sabía bien como empezar, o talvez si sabía, pero no con que pregunta, o… simplemente le estaba dando demasiadas vueltas a un asunto que es fácilmente remediable.

— Ahh… Y bueno… ¿A que dedicas tu tiempo libre? Yo en lo personal ocupo mi tiempo pata entrenar con la Katana en el Diente Este de la Isla —. La emoción en la voz de Anko era muy notable, su gusto por el arte de la espada era demasiado y se sentía muy orgullosa cada vez que podía mencionar que era una usuaria de este arte tan refinado pero difícil a la vez. — Fue gracias a papá que pude entrenar… Él arregló todo con Renjiro-Sensei pata que pudiera empezar lo antes posible con mi entrenamiento. ¿Conoces a Renjiro Haswgawa, ¿verdad? —. Cuando se trataba de hablar sobre la espada, la joven peli marrón podía soltarse libremente y hablar como si fuera una experta estableciendo relaciones sociales.

Anko sentía demasiada admiración por el Sensei Renjiro, aquel maestro que se encargaba de entrenar a los aspirantes de la espada en el dojo Jigoku No Tsuno en el Diente Este de DemonTooth. Gracias a él ella hacía todo lo que sabía con la Katana, y aunque sabía que su hermana gato nunca había pisado el dojo, o al menos no cuando ella entrenaba, esperaba que la fama que respaldaba a Renjiro haya servido para que la otra Marine supiera de su existencia. Claro, Anko estaba tan emocionada de hablar sobre espadas que se olvidó completamente de que antes de eso, había preguntado a Mitsu en que gastaba su tiempo libre.
#6
Anmitsu Uguisu
Mitsu- Silencio Nocturno

Mitsu, la joven jujin, observaba la escena ante ella con una mezcla de incredulidad y emoción. Durante años, había anhelado este momento, pero nunca se había atrevido a imaginar que su hermana Anko, con su mirada empática y cálida, la invitaría a derribar la barrera que había crecido entre ellas, una muralla erigida por su padre Koshiro. Las lágrimas que escurrían por sus mejillas no eran solo de tristeza por el tiempo perdido, sino también de una profunda felicidad, de un alivio que se había ido acumulando durante tiempo, como un río que finalmente encontraba su cauce. Al ver a Anko sonreír, esa sonrisa que brillaba incluso en la penumbra iluminada por las velas, Mitsu sintió que su corazón latía más rápido, como si, por fin, estuviera encontrando su lugar en el mundo.

La risa ligera de Anko resonaba en sus oídos, una melodía que la llenaba de calidez. En un momento de nerviosismo, Mitsu se limpió las lágrimas, un gesto automático que la hacía sentir un poco más en control. La broma de su hermana se deslizó suavemente hacia su corazón, sacando una risita nerviosa de sus labios. - No soy llorona... solo estoy emocionada... Nyan- musitó haciendo un pequeño puchero, sus palabras entrecortadas por un pequeño sollozo que no podía sosegar. A pesar de su timidez, había en su voz un destello de determinación. Finalmente, su corazón se había abierto y le permitía ser sincera.

- ¿Ahora?... Nyan- repitió Mitsu, y, aunque la pregunta era simple, en realidad resonaba con profundidades inquebrantables. En esos breves instantes de silencio, Mitsu sintió el peso de su propia historia, de las experiencias que había vivido en la soledad, de los recuerdos que le habían dejado cicatrices invisibles. Pero ahora, en esta luz tenue, ella quería ser más que solo una sombra de su antigua vida. El error de mantenerse alejada de su hermana por tanto tiempo se transformaba en un nuevo compromiso, una promesa de que no volvería a separarse.

Cuando Anko mencionó su entrenamiento con la katana, Mitsu sintió que el aire se llenaba de entusiasmo. La pasión de su hermana era contagiosa; se podía ver cómo sus ojos brillaban al hablar de su entrenamiento, y eso hizo que Mitsu se sintiera también interesada, quizás incluso curiosa. - No, no conozco a Renjiro... Nyan- respondía, dejando que esas palabras emergieran con un ligero murmuro, - Las personas que he conocido han sido pocas y por lo general... quien me da ordenes es... ya sabes... Nyan- sus orejas de gato, y su mirada en general, decaerían un poco... sintiendo que su propio interés despertaba. La chica gato había admirado secretamente la habilidad de las espadas desde la distancia, encontrando belleza en su diseño, en los movimientos fluidos que daba la gente que las empuñaba. Algo dentro de ella anhelaba poder empuñar una, aunque la idea de hacerlo despierta temor. Sin embargo, lo que más le importaba era entender y compartir la vida de su hermana.

- Me encanta escuchar sobre ti, Anko... Nyan- prosiguió Mitsu con un tono tímido pero cada vez más confiado. - Yo, bueno... normal... Nyan...- se sonrojó, sintiéndose un poco tonta ante la expectativa de una respuesta increíble. - Paso el tiempo libre dedicando mis días a ya sabes... ser una Marine Nyan... y a visitar una pequeña dulcería que ha abierto hace un par de días... Nyan. A veces ayudo y hago dulces o golosinas, me encanta ver cómo los rostros de los niños se iluminan cuando prueban algo nuevo... Nyan. Su felicidad es... contagiosa... Nyan, También... participo en pequeñas misiones de espionaje y recolección de información... Nyan- tomó un respiro profundo, buscando la conexión entre lo que estaba diciendo y lo que sentía al vivirlo. El pequeño mundo que había creado era simple, pero le traía paz.

A medida que continuaban su conversación, el ambiente entre ellas se llenaba de una energía un tanto única. Mitsu se dejaba llevar por la música del momento, pues en algún momento comenzó una melodía a escucharse por la taberna. - Que bonita música... Nyan- sus orejas danzaban de un lado al otro con la melodía a la par que su cuerpo se movía ligeramente de un lado a otro al compas de la música. Ambos mundos, tan diferentes pero igualmente hermosos, comenzaron a entrelazarse, estableciendo un puente que había sido construido por la honestidad y la vulnerabilidad compartida. A pesar de sus diferentes caminos, la pasión por crear, ya fuera con dulces o con espadas, le recordaba que la vida estaba llena de posibilidades y que el reencuentro no solo era físico, sino una celebración de todo lo que podrían construir juntas.

Mientras la noche avanzaba, Mitsu sintió una seguridad que no había sentido en años. La niña a la que le daban miedo las arañas y que a menudo lloraba por lo abrumador de la vida ahora podía mirar hacia adelante, hombro a hombro con su hermana. Por primera vez, se vio a sí misma como una parte integral de un todo más grande...
#7
Anko
Médica Despiadada
La emoción en el ambiente producto de la plática entre ambas Marine se podía notar, incluso a distancia. Anko estaba emocionada por contar su gusto por las armas de filo con su hermana Mitsu. Por su parte, la otra joven expresó un gusto intenso por los caramelos y la sonrisa de los niños cuando recibían uno, una sonrisa tan inocente que iluminaba a cualquiera, pues todo es mejor cuando el mundo es observado desde los ojos de un niño.

— Ya veo… La felicidad de los niños debe ser algo hermoso de ver… —. Pero había algo que Anko no ignoró, el hecho de que la Jujin recibía órdenes de Koshiro, y aparentemente, era algo que a Mitsu no le terminaba de agradar. — ¿Quieres mi recomendación? Ignóralo… Mira, lo admiro, pero eso es una estupidez —. Dijo la peli marrón con una sonrisa en su rostro. La mano que sostenía su cigarro se acercó nuevamente hasta sus labios para dar una calada más de su vicio, sintiendo como el humo entraba y luego era expulsado por su boca.

— Sí… La música es… divertida… genera un ambiente agradable —. Los ojos oscuros de Anko se movían de lado a lado, explorando nuevamente la taberna, la música que empezó a sonar hizo que el ambiente se hiciera muchísimo más amigable, ahora, todos los presentes se encontraban más animados y sonriendo, compartiendo de experiencias agradables aun cuando esa taberna no era la mejor del lugar. La mira de la Marine nuevamente se fijó en la joven con orejas de gato. — Dijiste que… haces dulces ¿Eres cocinera? O… ¿Cocinas para los Marines de la base? —. El interés por el pasa tiempo de su hermana por parte de Anko era palpable. En parte, le hacía recordar a su madre, quien también sabía cocinar.

En ese momento, un leve suspiro salió de la chica, los recuerdos de los platillos de su madre fallecida la hacían sentirse extraña, más bien, triste. De pronto, aquellos pensamientos llegaron de nuevo hasta su cabeza, hubiera pasado más tiempo con su madre, talvez hubiera sido menos grosera con ella. Desde pequeña siempre fue muy apegada a Koshiro, y si bien no es mala persona, siempre compartió el carácter de él, siendo aveces mala con su madre, pero claramente estaba arrepentida de aquello. Por esa razón, decidió honrar la memoria de la mujer, convirtiéndose en médico, tal cual como lo era su madre, incluso, minutos antes de morir.
#8
Anmitsu Uguisu
Mitsu- Silencio Nocturno
Mitsu observó el ambiente de la taberna, una combinación de risas, murmullos y música que creaban una atmósfera vivaz, casi mágica, a pesar de la sencillez del lugar. La luz cálida que emanaba de las lámparas parpadeantes iluminaba los rostros de los presentes, que reflejaban un aire de alegría y camaradería. Sin embargo, su atención se centró en Anko, quien parecía irradiante de entusiasmo al compartir su fascinación por las armas de filo. Era evidente que la Marine disfrutaba de su conversación, un contraste refrescante ante la tormenta de pensamientos que a menudo la sobrecogían.

La felicidad de los niños… sí, es algo hermoso de ver... Nyan —susurró Mitsu, aunque sus palabras parecían llevar un peso extra en su corazón. Los recuerdos de su niñez, llenos de risas y dulces, se entrelazaban con la tristeza por la ausencia de su madre. La sonrisa de Anko la iluminaba, pero en su interior había un eco de melancolía. Cuando Anko le propuso ignorar las órdenes de Koshiro, una chispa de duda cruzó por su mente. Sabía que admirar a Koshiro era nocivo para su paz interior, pero la lealtad y el respeto que sentía por él eran difíciles de dejar de lado. Metió los dedos en su cabello oscuro, sintiéndose conflictuada.

La música que comenzó a sonar era como un bálsamo para su alma, llevando consigo aromas de libertad y aventura. Miró a su alrededor y vio cómo los demás se dejaban llevar por los acordes; sus sonrisas eran contagiosas. En ese momento, Anko le dirigió la palabra nuevamente, y la curiosidad brilló en sus ojos. La pregunta sobre su afición por cocinar la hizo sonreír de manera inocente, un destello de alegría en medio de su introspección.

Bueno, me gusta hacer dulces... —comenzó, su voz suave casi se perdió entre la música. —En realidad, soy cocinera oficial, y disfruto hacerlo... Nyan. Los caramelos son algo que siempre he querido compartir, especialmente con los niños.. Nyan. Para mí, es como ver el mundo a través de su felicidad, de esa pureza que todos perdemos al crecer... Nyan —dijo, recordando cada instante en que había compartido uno de esos momentos, observando a los niños sonreír tras recibir un dulce. Era un recordatorio de que todo podría ser más simple y hermoso.

Un suspiro involuntario escape de sus labios. Se encontraba atrapada en el ciclo de recuerdos sobre su madre, quien siempre le enseñó a cocinar con amor. Las recetas llenas de amor y dulzura que se desarrollaban en su cocina habitaban su corazón y su mente. El remordimiento comenzó a abarcarla al recordar su comportamiento hacia ella, la falta de tiempo y las palabras hirientes que había dicho en su juventud inocente. Ser fuerte, como era Koshiro, le había hecho perder de vista esa dulzura que había una vez prevalecido en su vida.

Entonces, un leve tintineo hizo que Mitsu levantara la mirada. Un mesero se aproximaba, sonriendo, y Mitsu se sintió casi como una niña asombrada. La familiaridad del mesonero captó su atención, recordándole de sus visitas anteriores. Se sobresaltó en su asiento, sintiéndose un poco nerviosa a pesar de la sonrisa en su rostro.

Señorita Mitsu, tiempo que no la veía por aquí —dijo el mesero, mirándola con calidez. Sus palabras rompieron la burbuja de nostalgia que la rodeaba, y, por un momento, se sintió como si nada hubiera cambiado: era la misma niña de antes, disfrutando de la compañía y de los dulces. Sintió un ligero rubor en sus mejillas.

—Hola… Nyan —contestó, con una mezcla de alegría y timidez. —He estado un poco ocupada, pero siempre es un placer volver. Gracias por preguntar... Nyan —su sonrisa se amplió mientras intentaba reponerse de aquella situación emocional. La conexión con el mesero fue un recordatorio de que, aunque su vida estaba llena de responsabilidades, aún había espacio para lo simple y lo bonito. El mesero, ajeno a su tormenta interna, comenzó a tomar las órdenes.

Mitsu volvió a mirar a Anko, algo más tranquila. Aunque el peso del pasado seguía presente, había algo revitalizante en esa conversación. Las dos compartían sus gustos, sus pasiones, a menudo colisionando de maneras inesperadas. Su interés por la cocina no solo era un pasatiempo, sino un vínculo con su madre y, de alguna manera, con su propia identidad. Esa mezcla de dulzura y melancolía seguía coexistiendo en su interior, y en medio del ruido y la música de la taberna, sentía que era un poco más fuerte, lista para afrontar lo que vendría.
#9
Anko
Médica Despiadada
— ¿Cocinera oficial? Eso es estupendo, Mitsu. Algún día deberías cocinarme algo, estaría encantada de preparar tus platillos, eso sí, no esperes que te diga que está bueno sólo por ser mi hermana —.  El dedo índice de la mano izquierda de la peli marrón señaló de forma sutil a la Jujin, a la par que una leve sonrisa se volvía a dibujar en su rostro. Era como si Anko estuviera retando a Mitsu a que pudiera cocinar algo realmente delicioso y superarse, claro, la joven no conocía de nada a su hermana y nunca había probado sus platillos, pero nunca era tarde para generar ese sentimiento de rivalidad sana entre hermanos.

Las pupilas oscuras de la marine pudieron captar a la perfección la duda y el conflicto en su hermana luego de haberle dicho que ignorara a Koshiro y ella empezará a tomar sus propias decisiones, fuera de la influencia del Teniente. — Hermana… créeme que quiero ayudarte… Esto no es justo para ti… —. Pensaba la chica mientras su mirada, nuevamente, adoptaba un sentimiento de empatía con su hermana. Anko nunca vivió en la sombra de nadie ni repudiada por algún familiar, en cambio, fue la favorita, siempre procurando su bienestar y su avance como marine, a diferencia de Mitsu, pero, aun así, ella intentaba ponerse en los zapatos de la pelinegra.

El ambiente lleno de conflictos internos empezó a desmoronarse cuando un joven mesero de la taberna se acercó a la mesa en donde reposaban las chicas de la marina. Saludando a Mitsu y ésta última, devolviendo el saludo con su timidez que tanto la caracterizaba. Aparentemente, ese par ya se conocían, muy posiblemente de visitas anteriores a la taberna por parte de la joven con orejas felinas. La peli marrón miraba el saludo de ambos en silencio, mientras le daba la última calada a su cigarro antes de que este se consumiera por completo hasta llegar al filtro. Con un movimiento casi automático para ella, soltó este filtro para que cayera al suelo, una vez ahí, lo aplastó con la suela de su botín, dejando sin oxígeno aquella llama que la había ayudado una vez más en su vicio.

Pero obvio no iba a dejarlo ahí, se agachó levemente para tomar la colilla y guardarla en uno de los bolsillos de su gabardina, posiblemente, esta prenda ya tenía agujeros pequeños de veces anteriores en las que el fuego no se apagó por completo, pero gracias a la tela gruesa, ésta no se prendía en llamas. Anko giró su cabeza para mirar al mesero y poder ordenar algo leve. — ¿Serías tan amable de traerme un vasito de ron? El más leve que tengas… ¡Ah! Y otro para mi hermana… ¿Sabes qué? Mejor la botella completa… —. En ese instante, su mirada se volvió a enfocar en la Jujin pelinegra. — Ya me rechazaste el cigarro, un trago no podrás rechazarlo, ¿verdad? —. El tono de la marine era burlón y divertido, pero casi obligando a su hermana a tomar con ella.
#10


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