Alguien dijo una vez...
Iro
Luego os escribo que ahora no os puedo escribir.
[MT] [Misión de Temporada] Por una botella de sueños.
Drake Longspan
[...]
Cuando el grupo había sobrellevado temporalmente la "dulce borrachera" gracias a la ayuda del médico de a bordo, Marvolath, prosiguieron su camino hasta la bodega del barco.

Las escaleras soltaban un crujido infernal mientras el grupo bajaba por los tablones de madera. Una vez en la puerta, solo se escuchaba silencio...
Y luego, un golpe.

El capitán Syxel percibió un aura extraña, un sufrimiento extremo mezclado con ansia de asesinato; las dos auras estaban entrelazadas por un ligero instante, como si estuviesen abrazándose...

Cuando el cuarteto abrió la puerta de la bodega, Syxel notó cómo un aura comenzaba a perderse. En completa oscuridad, el grupo solo pudo intuir figuras en un largo pasillo junto a cajas de madera, posiblemente con todavía más vino envenenado. Las figuras eran aterradoras: maniquíes femeninos cuyas piernas parecían tener malformaciones, como si no terminasen de desarrollarse del todo.

Aquellos piratas debieron preguntarse si quizá todo esto era fruto del veneno, pero solo el médico de ellos podría intuir la respuesta; posiblemente no tendrían más remedio que creerle a él. 

Justo al lado de la entrada, un maniquí pudo llegar a sobresaltarles...

Un rostro inerte, con las cuencas vacías; habría que tocarlo para darse cuenta de que era de madera y no un esqueleto. Los detalles de su supuesto cabello daban escalofríos. De sus manos colgaba una carta abierta y manchada de una sustancia viscosa; debido a la oscuridad, costaba discernir qué era.

"L... Costa... s... Des...o
"L...aya... libertad"
"Gu... de... ella..."
"... Morirás."
[Imagen: eL9ZLDp.png]
El humo parecía haberse disipado; sea lo que fuera que estuviese ocurriendo ahí abajo, había parado. Todo parecía demasiado frío como para ser real; cualquiera dudaría de su sano juicio en ese lugar. Entonces, aquel usuario de Haki de Observación percibió que algo se movía al fondo.

Era esa aura, esa dichosa aura tan específica y posiblemente poderosa. Se deslizaba al final de la bodega, tras todas esas criaturas de madera pesadillescas...

El aura que pertenecía a dos personas era ahora solo la de una, y no parecía haber sentimientos, solo el mayor y más profundo de los bloqueos, como si alguien hubiera quedado en shock.

El sonido de golpes de madera comenzó a reflejarse en el eco de la bodega. Alguien o algo intentaba escapar, y posiblemente lo lograría si no intentaban algo o corrían lo suficiente.

Desde aquí abajo, el retintineo de la quilla con el agua, las botellas de cristal chocándose unas con otras y el golpeo de la madera inundaron el lugar.



Resumen
#21
Silver D. Syxel
-
La atmósfera en la bodega inferior era aún más opresiva que en la sala anterior. El aire viciado, casi gélido, parecía apretar el pecho de todos con una sensación de asfixia. Cada paso sobre los tablones de madera hacía crujir las escaleras siniestramente, como si pudieran colapsar en cualquier momento. A medida que descendían, el capitán sentía cómo su cuerpo se iba recuperando lentamente de los efectos del veneno. La rigidez en sus músculos comenzaba a ceder, aunque el rostro seguía adormecido y el sabor amargo persistía. El último trago de su petaca no había disipado del todo la náusea, pero su mente ya estaba más clara, y con ello, su determinación.

Al llegar al último peldaño, algo cambió. La bodega no solo estaba cubierta por la misma oscuridad que antes, sino también impregnada de una energía extraña y casi palpable. El pirata se detuvo, percibiendo claramente con su haki cómo la presencia que antes había detectado mutaba. Solo quedaba una, y lo más perturbador era la ausencia total de emoción en ella: ni odio ni furia, solo un vacío aterrador.

El capitán observó las figuras deformes que se extendían por el pasillo. Los maniquíes, con cuerpos inacabados y grotescos, parecían estar colocados como guardianes silenciosos. Por un instante, se preguntó si el veneno seguía afectando sus percepciones. Cada maniquí parecía un cuerpo incompleto, con piernas deformadas y cuencas vacías donde deberían estar los ojos.

Una mezcla de desconcierto y repulsión recorrió el cuerpo de Syxel. Sin embargo, la verdadera amenaza que percibía no eran esos horribles maniquíes, sino lo que se escondía más adelante, en la profundidad de la bodega.

Espera... —susurró, extendiendo una mano para detener a Dharkel, quien avanzaba en primer lugar, confiando en su papel de explorador. La oscuridad lo rodeaba todo, pero no iba a permitir que avanzaran a ciegas. — Déjame ir primero... —agregó, con un tono tan firme como sus pisadas al avanzar al frente.

Con un movimiento decidido, desenvainó ambas espadas, y en cuanto el metal salió de sus fundas, las hojas se envolvieron en llamas danzantes. La luz que emitían era cálida y reconfortante, pero también intensa, haciendo que las sombras retrocedieran a lo largo de las paredes de la bodega. A su alrededor, los detalles antes ocultos de los maniquíes ahora eran claramente visibles, revelando los grotescos detalles de sus cuerpos. Sin embargo, eso solo hacía que el lugar se sintiera aún más tétrico. Las llamas de sus espadas iluminaban las paredes cubiertas de cajas y barriles, donde probablemente se almacenaba más vino... quizás incluso más veneno.

A cada paso, sentía el crujir de la madera bajo sus pies, acompañado del eco de las botellas de cristal entrechocando a su alrededor. El aire era frío, pero el calor de sus espadas mantenía a raya esa sensación. Sus sentidos estaban en alerta, pues no podía relajarse ni por un segundo.

De repente, algo en el suelo captó su atención. La luz de las llamas reflejó un brillo casi imperceptible. A medio camino, justo entre las cajas y maniquíes, un fino hilo se tensaba de un lado a otro, cruzando el pasillo. Era una trampa.

Quietos —advirtió en voz baja, levantando una mano mientras sus ojos seguían la línea con precisión. — Parece una trampa... —murmuró, señalando el hilo que parecía perfectamente colocado para activar algún mecanismo oculto si alguien lo tocaba.

Con cuidado, se giró ligeramente para asegurarse de que todos sus compañeros lo habían visto. No quería que nadie tropezara con aquello, pues cualquier error en ese momento podría costarles caro.

Una vez que se aseguraron de evitar la más que probable trampa, siguió avanzando, con sus ojos y sentidos fijos en el fondo de la bodega. A medida que se acercaban, el sonido de los golpes de madera se hacía más claro. Alguien... o algo... estaba allí, esperando. El capitán podía sentir la presencia en la distancia y, fuese lo que fuese, pronto se revelaría. La tensión en el aire era palpable.

Sigamos... —susurró, con ambas espadas encendidas en llamas, listo para lo que les aguardara en las profundidades de la bodega.

Percepción II
KENB401
KENBUNSHOKU
Haki básico
Tier 4
1/10/2024
7
Costo de Haki por Turno
2
Enfriamiento
Permite al usuario percibir con precisión la presencia de otros seres vivos en un área, siendo capaz de apreciar las emociones muy fuertes que exterioricen como un sufrimiento fuerte o un gran instinto asesino, etc. Si lo activa puede anticiparse a un ataque obteniendo para ello un bono de +5 [Reflejos].
Área: [VOLx12] metros. +5 [REF]

Resumen
#22
Dharkel
-
El entumecimiento poco a poco fue desapareciendo. Dharkel analizó brevemente a sus compañeros, quienes a mayor o menor ritmo iban terminando de recuperar la compostura. Dictaminó que efectivamente se había equivocado al desnudarse, pues a pesar de tener las ropas húmedas estaban dejando de presentar los síntomas del envenenamiento. Pero ya era tarde para dar marcha atrás.

El crujir de los tablones dio paso a un profundo silencio cuando la puerta se abrió. Todos permanecieron callados, intentando discernir qué misterios se ocultaban en la fría oscuridad que poco a poco iba calando en sus huesos. Al rato un solo golpe resonó en la bodega. El espadachín tragó saliva. Pensó que las dos auras restantes que previamente había indicado su capitán habían apagado las luces, preparando una mortal emboscada por lo que no tuvo problemas en que Silver se pusiese a la cabeza de la expedición cuando así lo requirió.

El silencio y las tinieblas fueron rápidamente intercambiadas por el sonido del metal al desenvainar y un fogonazo de luz que le cegó momentáneamente. Dharkel fue a maldecir aquella idea que ponía en peligro el simulado sigilo, haciéndoles un objetivo fácil. Al ver que nada salía ardiendo ni explotaba ladeó ligeramente la cabeza.

- Ahora vuelvo… - murmuró al aire. Hizo un par de movimientos con la lengua al darse cuenta de que había recuperado el control de la misma.

Rápidamente volvió sobre sus pasos. Notaba como la ansiedad, sin llegar a estar en su punto más álgido, se iba acrecentando. Si el capitán, una cerilla “humana”, no había ocasionado ningún incendio tampoco lo haría encenderse un cigarrillo. Al llegar donde había dejado su equipo cogió tres cigarros y volvió corriendo hasta las escaleras, sin pararse al sol. No tenía tiempo que perder. Puso un cigarro en cada oreja y el tercero lo fijó entre sus labios, todavía apagado.

Jadeante, volvió a parar en las escaleras donde vio que sus compañeros habían avanzado un trecho del pasillo. Gracias a la luz que irradiaba Silver, notó en la distancia como las macabras estatuas poseían rasgos distintivos en las extremidades inferiores. Sumado al ambiente tétrico parecía un escenario sacado de un libro de terror. O de una mente enferma.

Dio un paso al frente y un escalofrío le recorrió el cuerpo al notar como alguien o algo le “miraba” con unas vacías cuencas. Tragó saliva nuevamente e inspeccionó el falso cadáver con cuidado. Al ir a coger la nota con cuidado de no tocar la sustancia que tapaba el escrito haciéndolo inteligible y, que colgaba de sus manos, notó el tacto de la madera. El artista de tan realista obra era digno de admirar.

- L… costa… ¿ladear costado? s… suelo… descenso… ¿Lacaya libertad? Gu… ¿guiar detrás de ellas o morirás? – murmuró para sí mismo, pensativo. - ¡Esperad! – gritó a sus compañeros dando por perdido el factor sorpresa cuando el capitón iluminó la estancia. La palabra “Morirás” de la nota era lo suficientemente alarmante como para no tenerla en cuenta. No sabía si sus compañeros la habían llegado a ver. – ¡Puede haber una trampa!


Resumen
#23
Balagus
-
El macabro y siniestro escenario dispuesto para ellos hizo que Balagus frunciera el ceño con una mezcla de desaprobación e inquietud, mientras comprobaba cómo su lengua y sus mandíbulas ya volvían a estar de nuevo bajo su control, más o menos.
 
- Sólo quienes car… carhecen de fuerza y honor… disp… disp… dissponen de trampas para la mmmente… para deb… para deb… para debilitar el ánimmo de sus enemmigos. – Trató de afirmar a sus compañeros, luchando por hacer obedecer a sus entumecidos labios. Por un lado, necesitaba despreciar aquel tétrico ambiente y ofrecer un apoyo moral al resto de la tripulación, un contramaestre al que pudieran mirar y sentirse seguros y protegidos; por otro, necesitaba también reunir tanta fuerza de voluntad como pudiera para no ceder él mismo, y poder ayudar y dar valor a los suyos. – No tendremos problemas más adelante. –
 
Con todo, Dharkel, como era costumbre, pareció no verse apenas inspirado, y se dio la vuelta tan pronto como pudo, dibujando un gesto de profunda decepción y disgusto en la cara del oni. Sabía bien que no sería por miedo que hacía aquello, sino para poder encenderse un cigarro como ya solía hacer comúnmente, pero la imagen que daba a sus observadores no era precisamente digna.
 
Balagus le esperó, avanzando muy lentamente en la oscuridad pero sin perder de vista al capitán, que apenas andaba unos metros por delante de él. A punto estuvo de aferrar por el cuello aquella amenazante figura esquelética de madera y de arrojarla al suelo para poder convertirla en astillas a gusto, pero, una vez más, Dharkel le tuvo que importunar con sus inoportunas investigaciones.
 
Más aún: el historiador de la banda gritó que podía haber una trampa en aquel lugar, justo en el momento exacto en el que el propio Silver encontraba un cable dispuesto con nefastas intenciones.
 
La mirada que el oni le dedicó al solarian podría haber derretido metales, probablemente.
 
- No jodas, ¿una trampa? – Replicó, con una voz claramente más iracunda que sarcástica. - ¿En qué momento te diste cuenta? ¿Fue cuando leíste la nota que sostenía un cadáver tallado en madera, o fue en cuanto entramos en este agujero infecto y oscuro, o cuando probamos vino envenenado, o cuando vimos un puto barco abandonado en mitad del mar con una PUTA COLUMNA DE HUMO?
 
El gigantón ya apenas podía contener su rabia e impaciencia, y la quemazón del vino aún extendiéndose y perdurando en sus entrañas. Con una mano enorme tomó a Dharkel por el brazo y lo hizo avanzar con él por el pasillo, evitando el cable trampa que les mostraba Silver.
 
- Por esto entramos como lo hicimos, joder: para no tomar los caminos más habituales y evitar trampas puestas en ellos. No sé por qué no hemos hecho lo mismo para saltarnos todo esta mierda. –
 
Estaba tenso, enardecido, deseoso de descargar su ira y frustración contra quien fuera que les había puesto tantas dificultades por delante. Balagus se compadecía un poco del pobre desgraciado que fuera a probar su hacha, y pensó en que tendría que preguntar a fondo a Silver y… a su historiador, sobre la naturaleza de la familia Blackmore.

Resumen
#24
Marvolath
-
El improvisado tratamiento estaba surtiendo efecto. Con los pocos recursos de los que disponía no podría mitigar del todo el veneno, que seguiría atacando su sistema. Pero al menos habían recuperado el habla, la movilidad, y parte de la dignidad. La próxima vez iría más preparado, y se guardó unas botellas intactas en su mochila, para estudiarlas cuando tuviera tiempo.

Dharkel, dispuesto a no recuperarla del todo se había desnudado, y se encaminaba a las escaleras por las que habían llegado los dos guardias llevando tan solo sus armas. Marvolath no pudo evitar notar las grandes cicatrices que tenía en la espalda. Demasiado grandes y simétricas como para ser cortes, y la cicatriz no parecía ser de una quemadura. Conocía ese tejido cicatricial, pues él mismo había causado la lesión en más de una ocasión: eran amputaciones. La amputación de algo que no debía de estar ahí junto con la sorprendente regeneración le llamaban poderosamente la atención. Se mordió la lengua, figurada y literalmente por el remanente de parálisis y por saber que no era el momento apropiado para conversaciones.

Los peldaños crujían ruidosamente en el silencio de la embarcación mientras la tripulación descendía a la bodega, adentrándose en una oscuridad que parecía más propia de una cueva o un sótano que de un barco. Silver susurró algo a Dharkel, que Marvolath apenas pudo distinguir a la distancia que se encontraba. Trato de agudizar el oído, pero sólo pudo escuchar el metal de las espadas desenvainando antes de quedar cegado por la luz de las llamas que las envolvían.

Instintivamente, sin saber qué peligro les acechaba, se puso a cubierto tras unas cajas en un lateral y observó. Unas grotescas estatuas flanqueaban el pasillo en el que estaba a punto de adentrarse, tan reales que más que madera tallada parecían personas transformadas. Vio pasar a Dharkel a su lado, que regresaba al nivel superior. La turbulencia en el aire le trajo un atisbo del calor que emanaban las espadas, haciéndole consciente por primera vez del frío que hacía en aquella bodega. ¿Sería intencionado? ¿Alguna clase de nevera para conservar la mercancía?
El retorno de Dharkel interrumpió sus pensamientos. Seguía desnudo, a excepción de un cigarro que le vestía la boca. Consideró recomendarle dejar ese vicio, pero con la vida que llevaba esa era la causa menos probable de muerte.

Balagus y él aguardaban mientras los demás parecían investigar algo, llegando a la misma conclusión: era una trampa. Un sencillo hilo que habrían cruzado de no ser por la luz de Silver, o que jamás habrían buscado de no ser por la advertencia de Dharkel, a pesar del sarcasmo del contramaestre. Siendo evidente que Silver y Balagus tomarían la ruta más directa decidió intentar seguir la ruta de Dharkel: ¿ir por el lateral?

Se acercó a la nota, tratando de aprovechar la nueva iluminación para leer la nota, en busca de nuevas pistas. Para su decepción, unas manchas difíciles de identificar emborronaban el escrito.

- ¿Quién habrá dejado esta nota aquí? ¿Y para qué? - pensó con un susurro.

Examinó las cajas de respaldaban a los maniquíes, en busca de un camino seguro que pudiese tomar para emboscar a un probable rival. Si había una trampa podía haber más, y no podía arriesgarse a adentrarse en la oscuridad. De no encontrar un camino, no le quedaría otra que avanzar por el evidente pasillo.

Resumen
#25
Drake Longspan
[...]
Dharkel vuelve sobre sus pasos para recoger unos cigarros, sin dejar que el ambiente tétrico le distraiga. Al notar una advertencia en una nota en un maniquí, alerta a los demás sobre la posibilidad de otra trampa. Su comportamiento relajado contrasta con la situación, aunque su experiencia se vuelve útil para identificar posibles peligros, cuando recoge el tabaco, percibe un extraño ruido en cubierta... Como si un pequeño bote chocase contra la madera.

El capitán Syxel avanza al frente con ambas espadas en llamas, usando su luz para revelar los detalles de los maniquíes de madera en la bodega y descubrir una trampa. Un dial bien colocado el cuál podría recoger con sumo cuidado si así lo desea, la trampa parece preparada de forma rudimentaria e improvisada, como si no hubiese estado planificado. El pirata no sabía que clase de Dial era, pero parecía seguir en funcionamiento, por lo qué era más que utilizable. Gracias a la luz, se da cuenta de que los maniquíes, en sus piernas deformes, parecen explicar de manera extraña y evolutiva el paso de pez a humano.

Aunque sigue recuperándose del veneno, lidera con determinación, concentrado en la amenaza que percibe al fondo y preparado para enfrentarse a lo que sea que les aguarda.

Mostrando frustración digna de un Oni, Balagus ironiza sobre el ambiente siniestro, intentando continuar hacía delante. A pesar de su enfado, apoya a sus compañeros manteniendo una actitud alerta.

Desde la retaguardia, el médico de la tripulación, Marvolath, estudia la escena con cautela, analizando los detalles de los maniquíes, el veneno, y los patrones en la distribución de la bodega. Su intuición y preparación lo llevan a buscar rutas alternativas para esquivar trampas. Aunque tampoco logra descifrar por completo el mensaje de la nota, permanece atento a señales que puedan revelar más sobre el propósito del veneno y de la trampa... Gracias a su percepción, encuentra una granada de humo junto a restos de dos ya explosionadas, dando a entender la causa de la humareda previa. Junto a ella, un hombre con apariencia similar a sus antiguos enemigos yace sobre sobre el suelo, parece seguir con vida, pero está completamente inconsciente.

¿Era una trampa, o un accidente?

El grupo, a excepción de Dharkel que se encontraba un poco más atrás, continúa en dirección final de la bodega. Mientras corría en dirección inferior escuchó unos gritos de auxilio.

¡SEÑOR K! ¡AYÚDENOS POR FAVOR! ¡UNOS PIRATAS NOS HAN ATACADO!

Dharkel discernió la voz, era uno de aquellos bribones que habían mandado a volar hace escasos minutos.

Mientras tanto, en la bodega...

El grupo consigue llegar hasta el final de la sala de la bodega sin mayor contratiempo que lo mencionado con anterioridad. En el momento en el cuál Syxel acompañado por Balagus y seguidos por el doctor atisban las grietas de la pared de la bodega, el fuego de las espadas iluminan un rostro azulado dentro de uno de los barriles, los cuales también parecen contener más botellas de vino Flamingo.

Agarrada a una red de pesca que sostiene una botella cristalina con un papel en su interior. Sus nudillos estaban dañados, como si hubiera golpeado la pared que se agrietaba frente a vosotros, intentando escapar. Por culpa del ruido, había intentado esconderse de vosotros sin éxito, sus escamas estaban manchadas de un pringue extraño, similar al mensaje que vieron en la entrada. ¿Tinta de calamar? ¿De dónde la...? Mejor no preguntar.

Unos ojos desesperados, como quien sabe que está a punto de morir, se clavan en el capitán, el cuál, gracias a su haki de observación, reconocería esa aura tan fuerte y emocional que había percibido antes de subirse al barco. Sus palabras, de terror absoluto resonaron en los oídos del trío que llegaba primero...

El saqueador... ya viene...

[Imagen: KsIwoYo.png]
   

Silver D. Syxel no pudo percibir nada con su haki de observación, pero un escalofrío recorrió su espalda. Como si, de alguna manera, comprendiese las emociones de esa sirena, su terror en parte era el suyo ahora. No muchas veces un aura se podía escapar de un poder como el suyo, por lo que pudo intuir algo: Era exponencialmente mucho más poderoso que cualquiera de los que estaban ahí abajo.


Dharkel bajaba de nuevo por las escaleras cuando escuchó algo aterrador.


N-No puede ser... Señor K, lo sentimos señor K, lo- ¡GYAAAAAAAAAA!

Un golpeo de cadenas chapoteó el agua, seguidos de ruidos de ahogamiento y asfixia.

Idiotas. ¿Cómo permiten qué cuatro basuras sin fuerza toquen la mercancía de la Familia? Escuálido inútil... ¿Es qué tengo que hacerlo todo yo?

Frente al grupo, una pared agrietada, cajas de botellas de vino envenenado, una sirena y una botella de sueños.

Arriba, una posible muerte, abajo, el vasto fondo marino.

Tocaba mover ficha.

Resumen

Datos

Señor K.
#26
Silver D. Syxel
-
La atmósfera en la bodega era tan sofocante que parecía intensificarse con cada crujido de los tablones. A medida que avanzaba, el capitán percibía cómo el aire enrarecido y el eco de las botellas golpeándose al ritmo de sus pasos hacían que el espacio se sintiera cada vez más cerrado. Cuando el fino hilo de una trampa improvisada se reflejó entre las sombras, y tras desmontarla con cautela, un dial apareció. Un artefacto rudimentario, sin etiquetas ni pistas sobre su funcionamiento. El capitán lo guardó, reconociendo que quizá fuese útil en el inminente enfrentamiento.

A medida que se internaban en la oscura bodega, el capitán pudo ver mejor las figuras en medio de la penumbra, humanas en apariencia, pero deformes; parecían estatuas de transición entre formas de pez y humano, un extraño y macabro tributo al cambio y la evolución, supuso. Su repulsión hacia aquellos a quienes enfrentaban crecía, pero algo entre las sombras llamó aún más su atención. Oculta entre barriles, una sirena los observaba, aterrada. Con el rostro manchado de tinta y manos ensangrentadas, se aferraba a una botella como si de su última esperanza se tratara. Era evidente que había luchado desesperadamente, y que cada segundo en ese oscuro y frío calabozo la había acercado a la rendición. El pirata comprendió con claridad que no era solo una cautiva; para sus captores, era un objeto, un exótico tesoro destinado a quienes solo valoran lo que pueden comprar.

Con pasos mesurados y una voz firme, el capitán se acercó a la sirena, intentando calmar el miedo que aún reflejaban sus ojos.

Tranquila, no te haremos daño. Soy Silver, capitán de esta tripulación —se presentó en un tono bajo y seguro. Con la intención de ganar su confianza, mostrarle que estaba ahí para ayudar. La neutralidad de su voz no ocultaba el profundo desprecio que sentía por quienes la habían reducido a un simple trofeo—. Dime, ¿quién eres? ¿Qué te han hecho?

De pronto, una intensa vibración recorrió su cuerpo, como si una presencia mucho más oscura y poderosa hubiese entrado en escena. El aura que se desplegaba ahora desde la cubierta era imponente, de una intensidad amenazante que superaba cualquier otra fuerza que hubiesen enfrentado hasta entonces. Dirigió una mirada a sus compañeros, y sus palabras fueron tan resueltas como el desafío que los esperaba.

Hay alguien más en el barco, y no tardará en alcanzarnos. Su presencia es... peligrosa —no se extendió mucho en detalles, pues no quería perder tiempo y confiaba en que sus compañeros le entendiesen sin necesidad de muchas palabas—. Balagus, Marvolath, aseguraos de vigilar las escaleras. Revisad cada rincón de esta sala; cualquier cosa pueda servirnos. —indicó, entregando a continuación el dial a Marvolath—. Échale un vistazo a esto; tus conocimientos quizá nos den una ventaja.

Mientras sus compañeros seguían las instrucciones, el capitán volvió dirigirse a la sirena. Las heridas en sus nudillos y el temblor de sus manos le revelaban la brutalidad de su cautiverio. Silver tomó aire y, manteniendo la vista fija en ella, insistió con firmeza.

Te sacaremos de aquí —su voz fue más suave, aunque con una preocupación sincera—. ¿Que llevas en esa botella?

Se arrodilló lentamente, mientras en su mente la cuenta regresiva para el encuentro con el recién llegado resonaba con fuerza, obligándolo a mantenerse listo y alerta a cada movimiento y cada palabra.

Percepción II
KENB401
KENBUNSHOKU
Haki básico
Tier 4
1/10/2024
7
Costo de Haki por Turno
2
Enfriamiento
Permite al usuario percibir con precisión la presencia de otros seres vivos en un área, siendo capaz de apreciar las emociones muy fuertes que exterioricen como un sufrimiento fuerte o un gran instinto asesino, etc. Si lo activa puede anticiparse a un ataque obteniendo para ello un bono de +5 [Reflejos].
Área: [VOLx12] metros. +5 [REF]

Resumen
#27
Marvolath
-
Que el enemigo supiera de su presencia no significaba que no pudiesen sorprenderlo, por lo que Marvolath trató de deslizarse sigilosamente entre las cajas de un lateral. La parpadeante luz de las espadas del capitán, el balanceo suave aunque irregular del barco, y el silencio que reinaba, roto sólo por los crujidos del navío y el ligero crepitar de las llamas, complicaban su avance, y centraba toda su atención en cada paso.

El corazón se saltó algunos latidos ante la inesperada visión de un marinero escondido entre las cajas, y tuvo que contener un grito ahogado, temiendo haber caído en una emboscada que ninguno supo ver. Para suerte de la tripulación, el marinero no reaccionó en absoluto. Con cuidado, Marvolath se acercó al cuerpo, comprobando sus constantes. Respiración lenta y rítmica, frecuencia cardíaca baja pero dentro de los parámetros, nula respuesta a los estímulos. Estaba vivo, aunque inconsciente.

Pasada la sorpresa, se permitió estudiar la escena. A su alrededor encontró restos, que por su forma y olor reconoció como granadas de humo que habían explotado. La misma suerte que les permitió divisar el navío desde lejos también les había evitado a un guardia, que aturdido por la explosión de las granadas no había acertado a huir antes de desmayarse al respirar humo en un espacio cerrado. Y, la suerte les volvía a sonreír, pues una de las granadas estaba intacta.

Ahora que el humo se había despejado era de esperar que recuperase la conciencia, y era un peligro que no podían asumir. Lo arrastró junto a una de las estatuas, tanteando si serían lo suficientemente resistentes y firmes para sujetar al marinero. A falta de cuerdas, le quitó la camisa y la usó para atarlo con fuerza de manos, rasgando un jirón para improvisar una mordaza.

Cuando estuvo satisfecho y seguro de que no causaría problemas, se reunión con Silver, quien se había adentrado en la bodega y parecía estar hablando con una caja. Al acercase lo suficiente tuvo que ponerse de puntillas y sujetarse al borde para mirar en su interior, y poco le faltó para caer de espaldas por la impresión. Contusión e inflamación de los nudillos, con laceraciones superficiales y abrasiones, compatibles con...

Silver interrumpió su examen, notificando a la tripulación la presencia de un nuevo peligro, y entregándole a él el dial que había recogido de la trampa para que lo investigara. La sirena parecía, a excepción de los nudillos, sana, y su vida no corría más peligro que la de todos los que estaban en aquella bodega. Asintiendo a la orden del capitán, buscó un lugar cerca de las llamas de Silver donde poder estudiarlo. Fue entonces cuando notó que aquel lugar estaba... vacío.

- Silver - llamó en voz baja - Quizá no estemos solos aquí abajo. Es extraño que dos guardias fueran a investigar el ruido dejando a la sirena a solas. Aquel - dijo señalando con la mirada al marinero atado y amordazado - parece estar inconsciente desde antes de nuestra llegada.

Sin bajar del todo la guardia, empezó a estudiar el dial encontrado. De joven había aprendido conceptos básicos, y hacía unas semanas había profundizado en sus estudios de ingeniería, pero los diales eran escasos y misteriosos. Como poco, si quien preparó la trampa sabía el uso del dial podía asumir que haría daño, lo que descartaba unos pocos, como los sonoros o de movimiento. Observó su forma y colores, y pasó la mano con cuidado estudiando su tacto y temperatura. Podría ser defensivo si había sido cargado previamente, y tanteó la respuesta con unos toques delicados. Tenía algunas ideas, pero estaba claro que necesitaría algo más de tiempo para confirmar sus sospechas.

Resumen

Nota
#28
Dharkel
-
Mientras volvía sobre sus pasos tras recoger algunos cigarrillos escuchó un extraño ruido proveniente del piso superior, de cubierta, similar a un golpe de madera contra madera. Estaba acostumbrado a los misteriosos ruidos que se dan en un barco cuando se está en alta mar, por lo que en un principio pensó que sería un barril o caja mal colocada que había caído con el incesante vaivén de las olas. Quizás algún gancho suelto que bajo el acoso del viento finalmente se había rendido, cayendo con violencia sobre la maltratada madera. O simplemente el golpe de su propio navío debido a la proximidad entre ambos.

Reanudó su marcha a buen ritmo con el objetivo de llegar cuanto antes junto a sus compañeros, quitándole importancia al golpe que escuchó hasta que se frenó en seco. Recuperando el equilibrio perdido momentáneamente puso más atención, reconociendo una voz que venía de fuera, del mar. Se trataba de uno de los dos marineros que minutos antes habían sido expulsados de su propia embarcación debido a una brutal ofensiva sorpresa.

<< Siguen… ¿VvViiIvvVooOossS? >>, pensó tras tragar saliva un par de veces al recordar donde estaba realmente.

El pánico volvió a inundar su cuerpo, dejándole paralizado durante unos segundos que parecieron una eternidad. Su respiración se aceleró y sus extremidades comenzaron a temblar a la par que sus sudorosas manos se apoyaban en una de las paredes, con la cabeza gacha e intentando recuperar la compostura. No sentía miedo por la amenaza que aquellos dos individuos suponían, sino por el hecho de pensar en encontrarse en su situación, abandonado a su suerte en mitad del mar, rodeado de agua sin un atisbo de escombro que hiciese de flotador ni esperanza.

<< Tienes que empatizar sin contagiarte de los sentimientos… Hasta ahora no te ha pasado nada. Estás pisando en firme, ¿qué diferencia hay con tierra? >>, se repetía una y otra vez en su cabeza intentando autoengañarse, aunque el oleaje no parecía ayudar.

Dio un fuerte golpe a una de las cajas con intención de que las astillas se clavasen en su piel y poder redirigir así sus pensamientos hacia algo real, hacia un dolor que le permitiese pensar en otra cosa, pero sin llegar a sufrir unas consecuencias severas que le impidiesen usar sus manos con efectividad. Más centrado, se puso nuevamente en camino.

Se encontraba ya descendiendo por las escaleras, intentando quitar de su cabeza la idea de que a cada paso que daba estaba más cerca del nivel del mar, a mayor profundidad, e incluso cuando completase el descenso podría llegar a estar por debajo del mismo, cuando volvió a oír las voces. Esta vez la petición de ayuda fue sustituida por una súplica de perdón seguida de un grito. Le pareció también percibir un golpe sobre el agua antes de escuchar una voz que no reconocía.

Recordando las palabras de Silver, había cuatro personas en bodega. Dos de ellas presumiblemente ahora se encontraban flotando en el agua, muertas. Las otras dos seguirían en la bodega, de lo contrario quería creer que su capitán les habría advertido sobre los movimientos enemigos. Cayó entonces en la cuenta de que el golpe que había escuchado previamente en cubierta podía ser de otro barco, ocasionando que hubiese un invitado no deseado por la tripulación pirata. Tragó saliva nuevamente, apretó los puños con fuerza y reuniendo fuerza de voluntad continuó su camino.

Al fondo de la cubierta el grupo parecía estar preparándose, relativamente tranquilos y sin aparentes signos de pelea. Las insólitas figuras captaron su atención, pero ahora no era el momento de satisfacer su curiosidad y ansia de aprendizaje. No cuando la misión no había terminado y todas sus vidas estaban en riesgo. Ya habría tiempo más delante de estudiarlas en profundidad. Quizás incluso le dejasen llevarse alguna de ellas al barco a modo decorativo.

Cuando finalmente alcanzó al grupo posó su katana sobre una caja, agarró la muñeca de Silver sin dar ninguna explicación y acercó la cara a la flamígera espada enderezando el cigarro con sus labios. Dio una larga calada y liberó su mano mientras expulsaba una enorme bocanada de humo de sus pulmones.

- Oh, sí. – Fue todo lo que alcanzó a decir extasiado de placer antes de vislumbrar el azulado rostro de la sirena. Miró ligeramente confundido a cada uno de sus compañeros, en busca de una explicación. ¿Balagus se habría sobrepasado nuevamente con la intimidación? Estiró la mandíbula, liberándose de los últimos vestigios paralizantes del veneno antes de continuar hablando. Marvolath había hecho un excelente trabajo y se encargaría de hacérselo saber, si salían con vida de aquella situación. – Supongo que estaréis al tanto, pero… - hizo una pausa dramática no intencionada. Llevaba demasiado tiempo sin fumar y su necesidad de calmar la ansiedad prevalecía sobre el resto de cosas. – Nos han abordado.


Resumen
#29
Balagus
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Balagus resoplaba con fuerza para tratar de aplacar su enfado mientras acompañaba a su capitán a las profundidades de la siniestra bodega. Las deformes estatuas de madera no le ayudaban para nada, y entre el tintineo constante de las botellas desperdigadas por el suelo, el olor penetrante y desagradable que despedía un artefacto hallado junto a un cuerpo que tuvo que sortear, se sentía como una olla a punto de desbordar.
 
Dicho y hecho: dispuesto a descargar parte de su frustración con el desagradable mobiliario local, armó un brazo para descargar un pesado revés contra una de las tallas, pero se detuvo al ver a su capitán detenido, observando algo con atención. Algo a lo que intentaba de calmar, y a lo que se estaba presentando.
 
El oni arqueó una ceja y, por arte de costumbre, tomó, sin darse cuenta, uno de los pedazos de carne seca que guardaba en un saquito en el interior de su enorme cinto de piel, para echárselo a la boca de inmediato. Allí, bien resguardados, parecían no haberse estropeado por culpa del vino envenenado, y a Balagus le calmaban levemente sus nervios. Al final, sólo consiguió que estuviese a poco de atragantarse al ver la supuesta mercancía.
 
Una sirena, no había duda. Incluso alguien tan iletrado y tan desconocedor de la cultura común y popular del mundo había oído de criaturas así antes. Su primera reacción, por supuesto, fue de desconfianza y alerta, pero todo en aquella joven parecía gritar a los cuatro vientos la palabra “terror”.
 
Pero había allí algo más. Mientras Silver trataba de sacarle alguna información, su contramaestre se fijó brevemente en los nudillos de la chica, y su mirada se tornó automáticamente hacia la pared. Moviéndose para no interponerse con nadie, estudió con interés la pared que debía de haber sido golpeada, usando sus conocimientos de carpintería para tratar de entender si era una salida oculta, si daba a otra parte del barco o al mar, y cuánto les podría costar derribarla.
 
No fue un análisis exhaustivo: pronto fue interrumpido por su capitán, quien les mandaba a él y a Marvolath de vuelta para hacer guardia, bajo la advertencia de que alguien más había entrado al barco, y que era peligroso. Sólo por la inflexión de su voz y por la breve mirada que cruzaron, el gigantón supo que Silver estaba genuina y sinceramente preocupado por lo que estuviera por venir. Y el contramaestre había aprendido que, si su capitán se mostraba abiertamente preocupado con él sobre alguna cuestión concreta, es que realmente algo terrible estaba por ocurrir.
 
Con un asentimiento, Balagus se levantó y retrocedió hasta las escaleras que les habían traído, buscando mientras tanto una posible, aunque improbable, falla estructural o decorativa que pudiera servirle allí como ruta de escape alternativa, o arma para golpear, o derrumbar, mejor, a quien fuera que viniera. Una viga debilitada, una reacción en cadena de las tallas de madera… incluso una posible vía de agua bien dirigida hacia las escaleras le serviría para rechazar un ataque y ganar tiempo. En ningún momento soltó su fiel hacha de guerra, que aferraba con fuerza, incluso al ver pasar de nuevo a Dharkel, todavía desnudo, frente a ellos, con unas nuevas muy similares a las que ya sabían.

Resumen
#30


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