Alguien dijo una vez...
Iro
Luego os escribo que ahora no os puedo escribir.
[Aventura] T2 - ¡Corre desplumado!
Octojin
El terror blanco
Isla de Kilombo, 51 de Verano de 724.

El sol brilla intensamente sobre la isla de Kilombo en una tarde que parece haberse detenido en el tiempo. El cielo, despejado salvo por algunas nubes dispersas que se arrastran perezosamente a una velocidad que parece negativa, deja caer una luz cálida y acogedora sobre el pueblo de Rostock. Las sombras formadas por el propio ente de luz hacen que los pocos animales que hay cerca se muevan lentamente en su búsqueda, intentando disfrutar un poco más de la siesta que se están echando. No viven nada mal, por cierto.

Los transeúntes caminan a su propio ritmo, sin mayores preocupaciones, absortos en sus quehaceres cotidianos de una manera que parece casi mecánica. Algunos van en silencio, mirando al suelo, mientras que otros charlan entre ellos de una manera discreta, como si estuviesen susurrando.

Los mercaderes, sin embargo, discuten precios con risas relajadas, los niños corren entre los puestos del mercado jugando a distintas cosas mientras tiran alguna que otra mercancía de algún puesto y son regañados por varios comerciantes. La brisa del mar, por su parte, trae consigo el fresco aroma de la sal y las algas, acariciando las velas de los barcos anclados en el puerto.

Todo parece estar bastante tranquilo, la verdad. Mires donde mires no hay nada que te llame la atención. Es posible que incluso te aburras por un momento. Tu cabello púrpura ondea al ritmo de tus fluidos pasos, pero entonces... Entonces algo parece diferente. A pesar de tu más que llamativa presencia, la gente del lugar no parece prestarte la atención que tanto ansías.

Los ojos que comúnmente sueles atraer como un imán, ahora están ocupados con otras cosas distintas: un nuevo cargamento en el puerto acaba de llegar. Notarás cómo el ruido empieza a aumentar, y las órdenes de quien parece estar al mando se hacen notar, con gritos por aquí y por allá y más aspavientos que energía. También, cerca de allí, verás una discusión acalorada entre pescadores, no sabes el motivo, pero puedes observar que poco a poco se empiezan a envalentonar y, es muy probable que si nadie interviene, lleguen a las manos. Son un total de cuatro, y no parece haber bandos entre ellos porque todos discuten entre todos. Incluso se han puesto de pie, y acaban de soltar las cañas... Eso solo quiere decir una cosa...

Vaya día te espera... Todo parecía tranquilo, y en cosa de cinco minutos ha empezado a alterarse de una manera que quizá no te esperabas.

En cualquier caso, el clima es ideal para pasear, y como ves, tienes varias opciones por delante: quizá una buena idea sea explorar la zona del muelle, puede que encuentres algo interesante o la gente esté comentando algún rumor que te sea útil. O puede que decidas evitar que los pescadores se peleen entre sí. O puedes ignorar todo aquello e irte en busca de un sitio donde descansar, o donde tomar algo. ¿Qué hay mejor que una visita a la bulliciosa taberna? Seguro que alguien allí estará dispuesto a rendirte la admiración que mereces.

Las posibilidades son muchas, pero solo tú puedes decidir qué hacer. ¿Quieres reclamar el centro del escenario que, sin duda, está destinado a ti? No sé, quizá puedas. Aunque de momento, el público parece estar distraído. ¿Qué hará nuestro querido Mayura?

Datos
#1
Mayura Pavone
El Pavo Real del Oceano
Personaje


El sol brillaba intensamente sobre la isla de Kilombo, pero a pesar del calor que bañaba las calles, la mente del Pavo Real del Océano estaba completamente en sintonía con el caos que estaba por desatarse a su alrededor. Los pasos fluidos del elegante pirata parecían ignorar el zumbido de la vida cotidiana a su alrededor, concentrado en sus propios pensamientos y en cómo retomar el control de la atención que usualmente capturaba. Aquellos transeúntes que normalmente caerían bajo su hechizo ahora estaban absortos en el bullicio del puerto, dejándole entender que algo estaba claramente en marcha y, como siempre, Mayura sentía una mezcla de irritación y curiosidad cuando no era el centro de atención, sentimientos que le servían como motivación para hacer frente ante cualquier situación.
 
Su larga cabellera púrpura con destellos de verde azulado ondeaba al compás de la ligera brisa marina mientras deambulaba por las calles empedradas próximo al puerto, hasta que no pudo evitar detenerse un instante, aquellos sentimientos ya estaban al tope. El bullicio aumentaba, y los pescadores que anteriormente reían y charlaban entre sí ahora parecían estar al borde de una disputa. “Interesante…”, pensó mientras observaba cómo las tensiones subían de tono entre los hombres. Sus manos ya habían soltado las cañas de pescar, y eso solo podía significar que la situación estaba a punto de escalar rápidamente. — ¿Y ahora que sucede? Si que ha sido un día movido en esta isla. — musitó para sí mismo, recordando el encuentro breve y agitado que tuvo con dos mercantes esa misma mañana.
 
Pero el elegante no era alguien que simplemente se entrometiera en cualquier situación de la que no pudiera sacar algún beneficio. Podía haber drama, pero la verdadera pregunta era, ¿qué ganaba él? Su estilo siempre había sido más de observar, analizar y, si era necesario, intervenir cuando la oportunidad era lo suficientemente jugosa. A fin de cuentas, su objetivo había cambiado esta mañana, deseaba partir de Kilombo y continuar su aventura por lo que simplemente saltar a una pelea de pescadores no le traería ni calma, ni admiración ni berries que necesitaba en el momento.
 
Llevándose una mano al mentón, se permitió un breve momento de contemplación mientras el sol acariciaba su piel. "Podría irme hacia el puerto", pensó, observando el cargamento recién llegado y los gritos que resonaban mientras los trabajadores luchaban por organizar el caos que era inevitable con cada nueva descarga de mercancías. Los rumores en los muelles siempre podían ser útiles, y quién sabe, quizá entre los hombres de mar encontraría una forma de lucrar con la información que obtuviera. Mayura, como buen pirata interesado en cosas que definía como valiosas, siempre había tenido una habilidad para oler la oportunidad antes de que otros pudieran siquiera identificarla.
 
Pero mientras sus ojos seguían la línea de los barcos, un pensamiento más travieso cruzó su mente. “O quizás debería dejar que esos pescadores se golpeen un poco antes de intervenir…”. La idea de ver cómo se desarrollaba una pelea y luego intervenir como el héroe que separa a los alborotadores también le resultaba tentadora. ¿Qué mejor manera de asegurarse que la atención volviera a centrarse en él? Además, el espectáculo sería gratuito, y si algo le gustaba casi tanto como ser el centro de atención era disfrutar del drama y conflictos ajenos.
 
Decidiendo que, al menos por ahora, su diversión estaba en esos cuatro pescadores a punto de liarse a golpes, Mayura se acercó al lugar con su clásica sonrisa de despreocupación, fingiendo que simplemente pasaba por ahí. Se mantuvo a una distancia prudente, lo suficientemente cerca para escuchar las ofensas lanzadas entre los hombres, pero sin intervenir de inmediato. "Veamos cómo juegan este pequeño drama", pensó emocionado, ya maquinando todo lo que podría hacer para intervenir.
 
Mientras esperaba el inevitable estallido, no pudo evitar recordar cómo, hace unos días, había reducido a unos bandidos que habían tenido la mala suerte de cruzarse en su camino. Fue una jugada maestra, una danza de precisión y elegancia, y aunque había logrado sacar algo de dinero de aquella situación, sabía que aún le quedaba mucho camino por recorrer. Cada oportunidad que se le presentara debía ser utilizada al máximo; y aunque aquellos bandidos le habían ofrecido un respiro financiero, aún estaba lejos de la seguridad económica que anhelaba. A veces, le molestaba tener que preocuparse por cosas tan mundanas como los berries, pero sabía que incluso los más grandiosos piratas debían jugar el juego del dinero para sobrevivir.
 
Los pescadores, mientras tanto, ya habían pasado de las palabras a los empujones. Era solo cuestión de tiempo antes de que el primer golpe volara por los aires. Mayura observaba con creciente interés, listo para intervenir en el momento adecuado. “Si las cosas se salen de control, siempre puedo reclamar el crédito de haber detenido una pelea antes de que alguien salga herido…”, reflexionó, mientras acariciaba las katanas que llevaba consigo atadas cada una en un lado de su cintura, confiado en que su filo podría ser suficientes para poner fin a cualquier disputa que se saliese de control.
 
Mientras las nubes comenzaban a deslizarse perezosamente por el cielo, y las voces de los pescadores aumentaban en volumen y agresividad, Mayura decidió caminar por la zona, investigar un poco de lo que pasara en el muelle, tratar de escuchar algún que otro cotilleo de los presentes y entender un poco del alboroto inusual que había hoy. No obstante, no perdería de vista, ni se alejaría de la distancia prudente de los pescadores, pue su prioridad como siempre era estar en el escenario y, en esta ocasión, Kilombo le había brindado la oportunidad de jugar el papel que más le convenía.

Ahora con su mente calculadora dividida en captar tanto como podía de sus alrededores, el pirata encontró como pararse en el punto perfecto para captar detalles de lo sucedido en el barco que desembarcaba mercancía captando más atención de lo que normalmente veía, los pescadores que probablemente debería controlar y el cotilleo de los presentes y transeúntes de la escena. Sin duda alguna, querer el protagonismo era un arduo trabajo, pero estaba dispuesto a dejar su marca en la isla antes de partir y todo pintaba a que se convertiría en el escenario perfecto. Lamentablemente, su plan de relajarse un poco y calmarse en una taberna debía esperar un rato en lo que verificaba y terminaba de decidir si todo este alboroto se convertiría en un espectáculo digno de su intervención.

inventario
#2
Octojin
El terror blanco
El sol seguía bañando el puerto de Rostock, y entre los murmullos de los trabajadores, Mayura logró captar una conversación interesante entre dos estibadores que descargaban cajas de un barco y se tomaban un merecido descanso tras lo que ya era casi media jornada de llevar cajas hasta el muelle.

Parecían trabajar para una empresa de transporte, por lo que seguramente eran subcontratados por la empresa que quería mandar toda aquella mercancía a otro lado. Y se notaba porque seguramente cobrasen por cajas. Eso o les encantaba a su trabajo. Ambos eran unos tipos fornidos a los que le sobraba la fuerza, desde luego.

Los dos humanos hablaban en un tono bajo, como si estuvieran compartiendo un secreto que no debía salir del muelle, pero tú agudeza le permitió escuchar cada palabra.

—Te digo que ese tipo de cabello verde está loco —murmuró uno de ellos—. Ya lleva dos días liándola en la taberna. Ayer la Marina llegó tarde otra vez. Se les escapa por los pelos, siempre se va antes de que puedan echarle el guante.

—¿Otra vez? —respondió el otro estibador mientras dejaba una caja en el suelo— ¿Qué se traen con ese tipo? ¿Por qué no pueden atraparlo? Siempre parece que saben que van a llegar.

—Quien sabe, pero la cosa está candente. Si sigue así, va a armar una de las gordas antes de que se largue de la isla —dijo el primero, mientras ambos volvían a su trabajo, dejando a Mayura con esa intrigante información.

De repente, un estruendo se oyó en el puerto. Uno de los pescadores, en un arrebato de furia, empujó a otro que, tras perder el equilibrio, cayó directo al agua con un gran chapoteo. El puerto, que hasta ese momento había sido un remanso de calma, estalló en caos. El resto de los pescadores, quizá por viejas rencillas o simplemente por la naturaleza competitiva de su oficio, se unieron a la trifulca. Los gritos se alzaron mientras puños volaban por el aire. Un hombre lanzó un cubo lleno de pescado a la cara de otro, mientras otro intentaba detener la pelea solo para acabar siendo derribado por un empujón. Lo que estaba claro es que no sabían pelear y se estaban guiando por la ira que sentían en el momento.

La escena rápidamente degeneró en una batalla campal. Redes de pesca fueron arrancadas de los botes y usadas como armas improvisadas. Uno de los pescadores, tras recibir un golpe en la mandíbula, intentó arrastrar a su agresor al agua con él, mientras las risas nerviosas de los espectadores mezclaban con los gritos de los que intentaban poner orden. El puerto de Rostock, tan tranquilo unos momentos antes, se había convertido en un verdadero campo de batalla.

Y lo peor es que nadie intervenía. A la gente de los alrededores le pesaba más el morbo de la pelea que el daño que se estaban haciendo aquellos pobres pescadores. ¿Qué diablos habría ocurrido entre ellos para acabar así?
#3
Mayura Pavone
El Pavo Real del Oceano
Mayura captó una conversación que, a primera vista, parecía irrelevante, pero que, al prestar atención, destapaba algo más intrigante. Entre el bullicio de los estibadores que descargaban cajas del barco, el Pavo Real del Océano afiló sus sentidos, permitiendo que las palabras sobre el hombre de cabello verde le llegaran nítidamente. “Interesante...” pensó Mayura mientras una sonrisa pícara se dibujaba en sus labios.
 
Hace unos días había tenido un encuentro con un joven con descripción similar en una de las tarbernas, aquel chico al que le había dado una lección parecía haber iniciado sus jugadas sucias otra vez. Sin embargo, no se precipitaría a sacar conclusiones, debía confirmar sus sospechas antes de actuar bruscamente. Recordaba perfectamente la pequeña rencilla que tuvo con ese chico, y lo cauteloso que este podía llegar a ser. El joven parecía tener la habilidad de escurrirse justo antes de que la Marina pudiera atraparlo. "Siempre es bueno conocer a alguien con esa clase de destreza... pero si está causando tanto alboroto, quizás no sea tan inteligente como aparenta." Pensó como ultima excusa para si mismo, ya sea que fuera la misma persona o no, Mayura había decidido estudiar la situacion, ver si podía aprender un poco o en el peor de los casos simplemente deleitarse de volver a ver ese hermoso rostro y ser el que le venciera nuevamente, solo que ahora sería publico para poder saciar su sed de atención.
 
Sin embargo, antes de que pudiera decidir su siguiente movimiento, un estruendo lo distrajo de sus pensamientos. Uno de los pescadores había empujado a otro al agua, y lo que parecía un altercado menor ahora se había convertido en una batalla campal. El puerto, que había sido un escenario de paz unos instantes antes, era ahora un caos absoluto de redes volando, cubos de pescado y puños alzados en el aire. La escena, si bien grotesca y con un olor peculiar, le ofrecía una oportunidad. Mayura se detuvo, analizando la situación con calma. No era un héroe ni mucho menos deseaba serlo, pero la idea de intervenir de manera dramática, tomando el control de la situación con su usual elegancia, era tentadora. Además, detener el conflicto podría garantizarle un momento más de protagonismo antes de dirigirse a la taberna.
 
Con una respiración profunda, avanzó hacia el centro del tumulto, sin prisa, pero con paso firme, siempre pendiente a que su ropaje no se fuera a ensuciar dentro de la trifulca. — Esto no puede continuar así... — musitó para sí, mientras se abría paso entre los curiosos. — ¡Señores, señores...! — alzó su voz, lo suficiente como para imponerse sobre el caos. Su tono no era autoritario, pero tenía esa calidad que llamaba la atención por su pura confianza. Con su porte erguido y sus ropas ondeando ligeramente con la brisa, parecía un actor tomando su lugar en el centro del escenario. — ¿Qué ganan con esto? — preguntó, su voz clara pero melódica. — Nadie está ganando aquí, excepto el espectáculo para estos curiosos. — señaló a los espectadores que los rodeaban.
 
Se acercó a uno de los pescadores que parecía el instigador, y con una mirada que no admitía discusión, añadió — Si alguien se lesionara seriamente, ¿cuánto tiempo creen que pasará antes de que la Marina intervenga, y ustedes terminen en problemas? — Sus palabras fueron dichas con una calma imperturbable, pero con el peso suficiente como para hacer que los hombres se detuvieran por un momento, confusos por la presencia de este forastero que intervenía en su disputa. Con un gesto elegante, hizo una leve inclinación de cabeza. — Ahora, si no tienen más interés en seguir comportándose como niños... sugiero que retomen su día o se verán en serios problemas. — Finalizó, observando sin miedo a los ojos de cada pescador, dejandoles sentir que a pesar de su histriónico, melodioso y calmado tono su mayor problema no era la disputa que tenían, ni si quiera la marina, sino el elegante pirata que ahora sobaba con cada mano las katanas que llevaba envainadas en la cintura.
 
Un pequeño acto para los presentes... y ahora, a la taberna.” pensó mientras mantenía su postura hasta ver la respuesta de los pescadores. Si estos se calmasen tras la interrupción Mayura iría a hacer un poco de tiempo antes de irse a la taberna para terminar de pasear por el muelle y confirmar que mas nada requiriera de la intervención de alguien capaz y habilidoso como el Pavo Real del Océano, o si quiera encontrar algo interesante por aquí o por allí, después de todo, ya era de tarde, pero seguía siendo muy temprano para ir a atender sus asuntos en la taberna. En caso de que los pescadores no se calmasen, Mayura se encargaría de la situación de acuerdo con la respuesta de estos.
#4
Octojin
El terror blanco
La tensión en el aire comenzó a disiparse cuando decides intervenir con tu habitual elegancia y dominio del escenario. Los pescadores, que minutos antes se habían enzarzado en una pelea caótica, parecían ahora recuperar el sentido al escuchar tus palabras. Por alguna razón te hacen caso, quizá se han dado cuenta de que todo aquello ha llegado muy lejos. O puede que impongas más de lo que pienses, y crean que sino te hacen caso, se cobrarán un castigo algo más severo. En cualquier caso, parece que has hecho bien en frenarles.

El pescador que había caído al agua fue el último en abandonar el conflicto, y justo cuando todo parecía calmarse, decidió lanzar un cubo lleno de peces que había cerca de la orilla hacia vuestra posición. El rebote contra el suelo fue sonoro, y a la par desastroso. Una cantidad significativa de pequeños peces y tripas ensangrentadas cayó directamente sobre tu inmaculado calzado, manchando no solo tus botas, sino también parte del bajo de tus pantalones. El olor pronto te llegará e impregnará tu ropa. Sin duda no se irá fácilmente, y la mancha quizá sea permanente. Inmediatamente después el pescador te pide perdón y se ve visiblemente preocupado y nervioso, argumentando que no tenía intención de darte a ti. Oyes alguna risa lejana, seguramente procedente de algún espectador, y el ambiente parece tensarse un poco de nuevo.

Uno de los pescadores, el primero en calmarse, intenta devolver el aura de tranquilidad que se había disipado con tanta facilidad. Alza las manos en señal de paz y, con un tono de voz arrepentido, te lanza una explicación que está en tu mano dar por buena o no, aunque a juzgar por sus gestos, se ve bastante sincera.

—Lo siento mucho, amigo. Todo esto empezó porque él —señaló al pescador que aún estaba en el agua— quiso pasarse de listo y vendernos pescado en mal estado. Ya llevábamos días notando que sus capturas no estaban bien, y hoy explotamos. No fue correcto, lo admito… — Luego, dirigiéndose a los demás, añadió—. Mis disculpas a todos. Esto no debió pasar.

El ambiente se relajó, pero a lo lejos, puedes distinguir a un grupo de soldados de la marina que se acercaban. Vaya, estos marines siempre llegan tarde... ¿verdad? No eran muchos, quizá cuatro o cinco, pero su presencia era clara. Si decides moverte, todavía tendrías tiempo para alejarse antes de que llegaran. Los aplausos de algunos curiosos resonaron, aunque otros se marchaban con descontento por haberse quedado sin el espectáculo que esperaban.

Si al final decides ir a la taberna, a medida que te acerques, los ruidos provenientes de las inmediaciones y la gente huyendo en estampida sin un rumbo aparente te confirmarán que algo no va bien. Un tipo se tropieza justo delante tuya, y empezará a gatear con el rostro totalmente aterrorizado. Si decides entrar, lo primero que verás será un gran destrozo. Taburetes y mesas tirados en el suelo, algunos incluso partidos en varios trozos que dejan a su paso un montón de astillas de madera que lucen bastante peligrosas, el suelo lleno de líquidos y cristales rotos, y tus ojos se encontrarán con una escena alarmante: el hombre de cabello verde, aquel al que te habías enfrentado antes —si es que aquello se podía llamar enfrentamiento—, sostenía una katana contra el pecho del tabernero, exigiendo el dinero de la caja con una seriedad que no admitía bromas. El destino, al parecer, volvía a cruzar vuestros caminos. ¿Qué harás?
#5
Mayura Pavone
El Pavo Real del Oceano
Mayura observó cómo el ambiente comenzaba a calmarse tras su intervención, pero lo que había sido una victoria breve y tranquila rápidamente se transformó en una pesadilla personal. El pescador que había caído al agua, en un arrebato infantil, lanzó un cubo lleno de peces y tripas directamente hacia su dirección, manchando su impecable calzado y ensuciando el borde de sus pantalones. Mayura, que siempre se preciaba de su apariencia impecable, sintió una oleada de molestia apoderarse de él mientras el olor desagradable comenzaba a impregnarse en sus ropas.
 
Con una expresión que destilaba peligro, Mayura observó al pescador responsable, quien intentó disculparse, pero en este estado una disculpa era lo último que le importaba al elegante pirata, solo quería hacerle pagar. Las risas de los espectadores a lo lejos no hicieron más que avivar el enojo latente en el pirata, aunque aún mantenía su postura calmada y controlada, apretaba sus dientes con fuerza de manera discreta mientras trataba de mantener aquella sonrisa relajada. El elegante pirata ni siquiera pudo concentrarse en escuchar al otro pescador hablar.

En ese momento, sus pensamientos estaban divididos entre tomar una represalia contra aquel que había arruinado su vestimenta y evitar que la situación se saliera más de control gracias a él, especialmente con la Marina acercándose. Viendo cómo los soldados de la Marina comenzaban a marchar hacia el lugar, Mayura decidió que no valía la pena gastar más energía en este asunto. A fin de cuentas, había tenido la oportunidad de poner fin a la pelea con estilo y había logrado captar la atención que tanto le gustaba, aunque este último detalle de su día había dejado un mal sabor de boca, o peor aún, un mal olor en su ropa. Se sacudió las manchas con gesto despectivo, consciente de que no sería tan fácil deshacerse de ellas, y decidió no perder más tiempo.
 
Considero que ya he cumplido con mi buena obra del día. — murmuró, con una sonrisa sarcástica. Sin darle más importancia a los pescadores ni a los curiosos, comenzó a caminar en dirección a la taberna. Su siguiente parada le prometía algo más interesante, y esperaba que la escena que le aguardaba allí le ofreciera una mejor oportunidad para recuperar el control del día.
 
Mientras se acercaba a la taberna, algo extraño llamó su atención. La gente comenzaba a salir en estampida, algunos tropezando y cayendo en su huida. Uno de ellos, con una expresión de terror grabada en su rostro, se arrastró cerca de los pies de Mayura, incapaz de recomponerse. El pirata no se detuvo para ayudar, simplemente continuó avanzando, mientras una sensación de expectativa comenzaba a formarse en su mente. Algo estaba ocurriendo dentro de la taberna, algo que, a juzgar por la reacción de los presentes, no era precisamente un espectáculo de comedia.
 
Cuando finalmente cruzó las puertas de la taberna, el caos le recibió. Mesas volcadas, astillas por todo el suelo, cristales rotos y el hedor a alcohol mezclado con el aire denso de violencia que todavía impregnaba el lugar. Pero lo que captó su atención inmediatamente fue la figura que se encontraba en el centro del desastre: el hombre de cabello verde, aquel mismo que había cruzado caminos con Mayura hace unos días, ahora sostenía una katana apuntando directamente al pecho del tabernero. La escena era tan seria como violenta, y las exigencias del hombre de cabello verde eran claras: quería el dinero de la caja, y no estaba para bromas.
 
Vaya, vaya… — murmuró Mayura para sí mismo, con una mirada traviesa. "El destino realmente disfruta cruzarnos de nuevo." Pensó, mientras empezaba a planear su próximo movimiento.
 
Sin perder el ritmo, avanzó unos pasos más, haciendo que sus katanas rocen suavemente contra el suelo para asegurarse de que su presencia fuera notada por todos. — ¿Otra vez tú querido? — su voz, tan melodiosa como siempre, resonó en el destrozado salón. — Parece que estás haciendo una costumbre de buscar problemas por donde pasas. ¿Qué no eras discreto... Ren? — Mayura dejó que la burla flotara en el aire mientras su mano izquierda, con una elegancia casi casual, se deslizaba suavemente hacia la empuñadura de su katana atada en el costado izquierdo. El gesto, aparentemente despreocupado, era en realidad una advertencia silenciosa, un recordatorio de que el Pavo Real del Océano no dudaba en actuar cuando la situación lo requería.
 
Si el ambiente ya estaba tenso, se tornaría aún más pesado con la presencia del elegante pirata. Por ahora, aguardaba la respuesta de su inesperado acompañante, con una sonrisa que delataba lo mucho que disfrutaba de estos encuentros que la vida pirata le ofrecía, teniendo en cuenta que los marines andaban merodeando por la zona, querría terminar con esto rápido y evitar problemas innecesarios, lo último que necesitaba era que aumentaran el wanted por su cabeza.
#6
Octojin
El terror blanco
El aire en la taberna se vuelve denso mientras Mayura observa el violento desenlace que se está gestando en el interior de la taberna, que luce como una casa abandonada en ese momento. El hombre de cabello verde no parece que fuese a darte ni un respiro. Su mirada luce impasible, y, sin dudarlo ni un instante, descarga un fuerte golpe en la cabeza del tabernero con el pomo de su katana, dejándolo inconsciente de inmediato. Aquél golpe te hace ver que quizá es un luchador más digno de lo que lo había sido antes. Con una sonrisa, el tipo te mira mientras el cuerpo del pobre hombre cae como un saco de papas al suelo, quedando justo donde algunos cristales rotos amenazan aún más su integridad.

Mientras el sonido sordo del impacto reverbera por el establecimiento, un silencio momentáneo envuelve la taberna, roto únicamente por las palabras amenazantes de Ren, que parece sentir una confianza mucho mayor de la que te mostró aquella primera vez que luchaste contra él.

—Prepárate, pavito. Esta vez no saldrás de aquí con esa cara intacta —escupe con una voz cargada de odio mientras se prepara para la acción, desenfundando su katana y lanzando la funda en la dirección donde el tabernero había caído.

Antes de que puedas siquiera formular una respuesta, el joven de cabello verde se lanzará hacia ti con una técnica brutalmente agresiva. En un solo paso, Ren avanzará con una velocidad fulminante, cerrando los pocos metros que os separan en un parpadeo. Su katana, al frente, brilla con intención mortal mientras busca trazar un corte oblicuo y llevarte con él hasta el final del recorrido. Un golpe demasiado ofensivo para empezar una contienda, ¿no? Quizá quiere acabar tan pronto como tú.

El ambiente de la taberna, que había comenzado como caos, ahora es un escenario cargado de adrenalina. Ya no queda nadie observando la repentina violencia que nace en su interior, os han dejado el campo libre para el enfrentamiento, aunque tenéis algún que otro imprevisto en el suelo o en las paredes en forma de cristales, estacas y diversos objetos.

Es el momento de demostrar si la astucia y la elegancia del Pavo Real del Océano son suficientes para esquivar esa amenaza y, tal vez, poner fin a este desagradable reencuentro.

Daños
#7
Mayura Pavone
El Pavo Real del Oceano
Mayura no perdió el tiempo respondiendo a las provocaciones de Ren. Sabía que las palabras no ganarían este combate, sino la destreza y el cálculo preciso de cada movimiento. Cuando el hombre de cabello verde se lanzó hacia él con un ataque frontal cargado de brutalidad, el elegante pirata ya había anticipado su estrategia.
 
Sin girarse por completo, Mayura movió su brazo izquierdo con la misma gracia con la que solía hacer cualquier cosa, desenvainando su katana sin voltear, con la punta hacia abajo. En un solo y fluido gesto, la hoja interceptó la katana de Ren en el ángulo justo, generando un choque controlado que envió una vibración hacia ambos combatientes.

Cizaña
ESP101
ESPADACHíN
Ofensiva Activa
Tier 1
10/10/2024
22
Costo de Energía
1
Enfriamiento
Se trata de un simple pero rápido tajo con el arma buscando encajar un corte con la mayor profundidad posible, causando +10 de daño de [Colisión].
Golpe Basico + [FUEx2] de [Daño cortante]


Utilizando el momentum generado por el impacto, Mayura no se quedó estático. Con un paso hacia adelante, posicionó su pierna izquierda en un ángulo de 90 grados y flexionó la derecha, acercándose lo suficiente a Ren sin exponer su defensa. Su movimiento, aunque rápido, tenía la precisión de un artista al delinear su obra maestra.
 
Con la katana en su mano izquierda aún vibrando por el choque, aprovechó el reposicionamiento para lanzar una estocada directa hacia el pectoral derecho de Ren, apuntando a deshabilitar su brazo dominante. No buscaba matarlo, sino romper su capacidad para seguir atacando con la misma agresividad. Si lograba impactar en el lugar correcto, dificultaría el uso de su katana, dándole una clara ventaja en el duelo.

Cuchillada
ESP201
ESPADACHíN
Ofensiva Activa
Tier 2
12/10/2024
33
Costo de Energía
1
Enfriamiento
Una estocada que el usuario realiza al mismo tiempo que realiza en un solo paso un [Dash] de hasta 8 metros en los que busca ensartar a todo lo que encuentre a su paso con la punta de su arma, llevando consigo a su víctima con un [Empuje] en caso de conectar hasta el final del recorrido del Dash.
Golpe Basico + [FUEx2,2] de [Daño perforante]

 
La hoja de Mayura se movía con la misma elegancia que lo caracterizaba, buscando más que herir: quería imponer su dominio en este escenario, recordarle a Ren que, aunque brutal, aún no estaba listo para medirse contra él. — Has mejorado querido, pero aún no estas a mi nivel. — su tono seductor y sonrisa traviesa fueron mas obvios que el uso que le había estado dando a su mano derecha durante todo este tiempo, la cual reposaba sobre sus katanas envainadas en el lado derecho, listo para actuar por simple instinto y desenvainar en cualquier instante.
 
Todas estas acciones fueron instantes que pasaban como un fotograma, la fluidez de ambos era evidente, y eso solo provocaba enfoque y éxtasis en el Pavo Real del Océano, quien no buscaba matar, sino deshabilitar a su hermoso oponente. No obstante, no le temblaría el pulso para responder con movimientos fatales si la integridad de su rostro se vería amenazada ante cualquier movimiento, y para ello guardaba su mano derecha y demás katanas.

Pasivas


Estadisticas


calculos
#8
Octojin
El terror blanco
Apenas parpadeas cuando la estocada de Ren se aproxima a una velocidad vertiginosa. En el último segundo, haces bien en mover la katana con una precisión calculada, encontrando el filo de la espada de Ren. El choque entre ambos aceros produce un satisfactorio ―al menos para ti― sonido que poco a poco va muriendo. Consigues desviar el golpe de tu rival con ese sonido metálico que reverbera por toda la taberna. El impacto hace que Ren pierda el equilibrio momentáneamente, y en ese instante, no dudas en aprovechar la apertura que has conseguido con tu primer ataque.

Con una fluidez casi teatral, das un paso hacia adelante y lanzas un corte limpio hacia Ren. Este intenta reaccionar, pero su defensa se abre justo cuando el segundo ataque de Mayura impacta con fuerza contra su katana, enviándola volando por los aires. La espada de Ren gira por encima de ellos y cae a unos dos metros a la izquierda de Mayura, dejando a su oponente desarmado por un breve instante.

Jurarías haber notado cómo tu katana toca ligeramente la carne de tu rival, pero no estás del todo seguro. Quizá, si tienes un breve instante durante el combate y ojeas tu katana, puedas ver que la punta del filo tiene algo de sangre, alrededor de dos o tres centímetros. Bien hecho, creo que Ren se lo pensará un poco más antes de chocar de nuevo los aceros.

Pero nadie dijo que esto fuera a ser fácil. Con una gran agilidad, el peliverde da un par de rápidos pasos hacia atrás, manteniendo la distancia necesaria, y en un solo movimiento, lanza dos cuchillos que saca con destreza de su cinturón. Las pequeñas hojas cortan el aire con precisión, dirigiéndose rápidamente hacia el pecho del pavo real. Yo que tú intentaría que no te tocasen, por alguna razón huelen un poco... Raro. ¿Será que están oxidados? ¿O han sido impregnados en algún tipo de sustancia?

En cualquier caso, tu rival sigue ejecutando los movimientos con una fluidez envidiable. Nada más lanzar los cuchillos, se desplaza hacia su katana, que está ubicada a apenas dos metros de distancia sobre el suelo, cerca de una pata de madera que seguramente fuese parte de una silla anteriormente. Ren está claramente determinado a recuperar su arma. Si llega a tiempo, la agarrará y dará de nuevo dos pasos hacia atrás, adoptando una pose defensiva.

El enfrentamiento está lejos de terminar, y en ese juego de elegancia y brutalidad, ambos están dispuestos a jugar hasta el final. Ren está visiblemente cansado, pero aún entero. Quizá esté guardando sus mejores ases para cuando llegue el momento.

Daños
#9
Mayura Pavone
El Pavo Real del Oceano
Mayura observó cómo la katana de Ren volaba por el aire, aterrizando a un par de metros a su izquierda. Un pequeño destello en la hoja de su propia katana le llamó la atención: sangre. Sonrió para sí mismo, satisfecho de haber dejado una marca en su oponente que demostraba su superioridad en el manejo de espadas. Sin embargo, no tuvo mucho tiempo para regodearse en su logro, ya que la agilidad de Ren se puso nuevamente de manifiesto cuando este, al este alejarse un poco realizó un rápido movimiento, lanzando dos cuchillos directamente hacia el pecho del elegante pirata.
 
El Pavo Real del Océano solo se preocupaba de su integridad física, no le interesaban los detalles innecesarios y no estaba dispuesto permitirse que lo tocaran con algo tan degradante como cuchillos lanzados. Con la elegancia que lo caracterizaba, Mayura se mantuvo apoyado en la misma pierna izquierda y espero a que cada cuchillo llegará hacia la distancia necesaria. El primero fue desviado con la espada derecha que desenvainó en el momento justo para chocar su filo con el cuchillo e inutilizar el ataque. Mientras, el segundo fue deviado de la misma forma con la espada izquierda que había llevado a posición normal mientras su oponente se había alejado de él.
 
No había tiempo de jugar, si bien el pirata hubiera preferido no continuar con un combate que estaba destinado a su victoria, le era claro que la determinación de su contrincante no permitiría que esto acabara antes de que alguno quedara fuera de combate. Con el caos que habían armado, era solo cuestión de tiempo para que la marina llegara y ambos se vieran envueltos en problema. No podía darle de larga al asunto y por ende, no podía permitirse que Ren recuperara su katana.
 
Observó de reojo cómo el peliverde se desplazaba hacia el arma caída. — Parece que vas a necesitar algo más que cuchillos y esa espada, querido. — pronunció con su habitual tono burlón con una sonrisa traviesa que ocultaba su creciente hambre de atención, mientras se impulsaba en dirección hacia Ren esquivando los restos de los objetos que yacían en el suelo. Tras acortar la distancia, utilizaría su katana izquierda para buscar herir sus extremidades dominantes y ver si podía dejarlo lo suficientemente herido para evitar continuar con el combate.

Impacto Ratero
DIL301
DILETANTE
Ofensiva Activa
Tier 3
23/10/2024
39
Costo de Energía
2
Enfriamiento
Empuñando su arma el usuario buscará siempre golpear a los puntos clave de la fisonomía de sus adversarios con el fin de que deban soltar sus armas provocando un [Desarme] y se queden indefensos durante la batalla, su buena habilidad y manejo le permiten impactar en un instante a todas las extremidades que porten un arma casi simultáneamente.
Golpe Básico + [FUEx2,5] de Daño a Determinar

 
Mayura, siempre un maestro de la elegancia y el cálculo, mantenía su segunda katana lista, esperando el próximo movimiento de su oponente. De haber fallado o acertado ese ultimo ataque, el pirata buscaría nuevamente ganar distancia con un salto de tres metros hacia detrás, el pirata empezaba a sentir el cansancio y ganar distancia le serviría para recuperar un poco el aliento y mantenerse en el combate hasta el final.

Estadísticas


cálculos
#10


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