¿Sabías que…?
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[Aventura] El terror de Goza [Raid] [T4]
Tofun
El Largo
60 de Verano del año 724
Taberna del Teniente Smith, Isla de Goza.



La noche estaba oscura y tormentosa en la isla de Goza. Las gotas de lluvia caían con fuerza, golpeando el tejado de La Taberna del Teniente Smith, resonando como un tambor en medio de la penumbra. El fuego crepitaba en la chimenea, proyectando sombras danzantes sobre las paredes de madera, donde viejas historias de marineros y aventureros se susurraban en la penumbra.

Los aldeanos se apiñaban alrededor de las mesas, conversando en murmullos sobre el mal tiempo y la buena pesca, mientras algunos marines, de pie en una esquina, se reían de las bromas entre ellos, ajenos a la creciente inquietud en el aire. Entre las mesas, un par de marines bromeaban, uno de ellos, un joven de pelo castaño claro llamado Kazu, llevaba una bandana en la frente, mientras su compañero, un robusto marine de piel morena llamado Garou, se reía a carcajadas, mostrando una dentadura amarillenta. La taberna estaba llena de aromas cálidos: guisos de pescado y mandarinas, entremezclados con el olor del alcohol. Pero, de repente, la puerta se abrió de golpe, dejando entrar un torrente de agua y viento.

Un joven gyojin campesino, de piel azul y escamas iridiscentes, apareció en el umbral. Su cuerpo temblaba de frío, y sus ojos, normalmente llenos de vida, estaban desbordantes de miedo. Exhausto, avanzó hacia el centro de la taberna, donde todos los rostros se volvieron hacia él, sorprendidos por su llegada repentina.

¡Por favor! —gaspó el joven, su voz entrecortada. — ¡Ayuda! La bestia… ¡se ha llevado a mi amigo Namiro!

El murmullo de la taberna se apagó. Un silencio tenso se instaló, y los rostros de los aldeanos se palidecieron. Algunos se cruzaron de brazos, mostrando desconfianza. Otros, especialmente aquellos con orejas y rasgos gyojins, miraban al joven con profunda preocupación.

Siempre con sus exageraciones, ¿no? — comentó Kazu, esbozando una sonrisa burlona.— Un campesino asustado y ya se cree que hay un monstruo en el agua.

Sin embargo, Garou, un viejo marine con cicatrices en el rostro y mirada sabia, alzó la mano para callar al más joven. Él había visto suficiente para saber que la naturaleza no siempre era un lugar seguro.

Es el tercer ataque en una semana, —dijo, su voz grave y seria.— No podemos ignorar esto. Debemos investigar.
Los murmullos se reanudaron, esta vez mezclados con preocupación genuina. La atmósfera cambió, y la risa se desvaneció rápidamente. El joven gyojin se obligó a mantener la mirada firme.

Estaba pescando con él… — su voz temblaba, pero había una determinación en su mirada.— La bestia se lo llevó ante mis ojos. ¡Era enorme! No podía hacer nada.

Los aldeanos comenzaron a recordar la reciente ola de desapariciones. Un viejo gyojin llamado Tadashi, conocido por su sabiduría, se acercó y habló con voz profunda:

— Hemos oído rumores de una criatura legendaria, un Leviatán que se dice que habita en las cuevas. No es un simple pez; es un monstruo que se alimenta del miedo de los incautos.

La mirada de los presentes se dirigió hacia el gyojin. Algunos comenzaron a murmurar, recordando antiguas leyendas de seres marinos que habían sido olvidados por el tiempo.

El tabernero, un hombre robusto con una barba gris y una cicatriz que cruzaba su rostro, sirvió un trago de ron al joven gyojin, intentando calmarlo.

Bebe esto, muchacho. Necesitas recuperarte. Pero debemos hacer algo antes de que se cobre más vidas.

Mientras el joven gyojin aceptaba el trago, Garou se levantó, mirando a su alrededor. La determinación brillaba en sus ojos.

A partir de mañana, iniciaremos la caza de esta bestia. No podemos permitir que más personas sufran. La marina se encargará de esto.

Los murmullos de aprobación recorrieron la sala, y aunque algunos todavía dudaban, la idea de una cacería comenzaba a tomar forma en la mente de muchos.

¡Habrá un anuncio oficial! —continuó Garou — Se ofrecerá una recompensa por la cabeza de la criatura. ¡No dejaremos que el miedo se apodere de esta isla!

El joven gyojin respiró hondo, sintiéndose un poco más aliviado al ver que su mensaje había resonado entre los demás. La taberna, que antes había sido un refugio del mundo exterior, se transformaba en el centro de una nueva misión. Con la tormenta rugiendo afuera, las llamas del fuego iluminaban la determinación en los rostros de los presentes, mientras los planes de una cacería comenzaban a tomar forma.

La noche se adentraba, pero el destino de la isla de Goza apenas comenzaba a revelarse.

Información e Instrucciones
#1
Balagus
-
Personaje

Datos relevantes

Inventario

Ficha a rellenar


Las olas habían estado batiendo contra el Hope durante horas sin término. Balagus aborrecía la interminable monotonía de la navegación, sólo interrumpida brevemente para realizar mantenimientos al barco, preparar las comidas a la tripulación, y lanzar la caña para ver si algún que otro pez picaba de tanto en tanto.
 
Llevaban tantos días de viaje, que ni siquiera los ejercicios marciales con el hacha, o las voces que daba a los escasos tripulantes bajo su supervisión para que no holgazanearan, conseguían mantenerle entretenido ya. Estaba aburrido. Muy aburrido.
 
La repentina aparición de un náufrago se encargó de animar tan mortal calma. Por supuesto, ver náufragos en mitad del mar no era una sorpresa, por muy lamentable que resultara su suerte, pero todo rastro de normalidad se desvanecía en cuanto uno encontraba que el pobre diablo era un gyojin, nada menos, y uno con las piernas severamente malheridas.
 
Tras rescatarlo y sanarlo, los Bizarre Pirate Adventures descubrieron que aquel desdichado era un humilde pescador de la isla Goza, en el archipiélago Conomi. Allí, una bestia sin parangón, un leviatán, había estado acosando a los que se arriesgaban a adentrarse más de la cuenta en las aguas. Él se había lanzado para buscar nuevas capturas junto con un amigo suyo, cuando el monstruo atacó, destrozando su bote, sus piernas, y condenándole a una muerte lenta y dolorosa.
 
La oportunidad parecía caída del cielo para el oni, y, a pesar de que no le gustaba apartarse de su capitán, al cual consideraba un genio loco y desquiciado, no podía ignorar la oportunidad que se le había presentado por delante. Silver tampoco lo hizo, por lo que contramaestre y capitán mantuvieron una larga conversación, analizando los riesgos y los beneficios de aquella pequeña empresa, para luego comunicarles la decisión al resto de sus compañeros y pedirles su opinión.
 
La mayoría de los presentes en el barco estaban contentos de quitarse al fiero oni de la vista durante unos pocos días, por lo que no hubo mayores discusiones: Silver torcería ligeramente su ruta marítima para que Balagus pudiera desembarcar junto con el tullido superviviente, y allí ofrecería sus servicios como cazador de bestias al pueblo local. Tras acordar que volverían para buscarle tan pronto como hubieran finalizado con los asuntos más acuciantes de la banda, y con el recuerdo de la no tan lejana derrota de ADVERSIDAD en su memoria, el gigantón se adentró de nuevo en la civilización: aquel endiablado concepto que tanto odiaba.
 
Los lugareños se mostraron altamente cooperativos en cuanto vieron a uno de sus paisanos desaparecidos retornar a ellos, y no tardaron en darle al extranjero las direcciones del lugar desde el que partiría la caza: la taberna local.
 
Con un seco y gutural “gracias”, Balagus dejó atrás a la gente para encaminarse, con el hacha en su hombro y una mirada férrea y decidida, hacia el edificio al que le habían dirigido. Allí dentro, las cosas parecían estar bastante agitadas, entre preparativos y aprovisionamientos, pero siempre solía ser fácil encontrar a los tipos encargados de todo aquel bullicioso ir y venir: aquellos que permanecieran lo más quietos posible, observando y evaluando todo lo que ocurría a su alrededor. Él lo sabía bien, pues era su estado habitual en cubierta.
 
- Tengo entendido que tenéis problemas con una bestia marina gargantúa. Y, por lo que puedo ver, aún no tenéis brazos fuertes para enfrentaros a ella. – Se apartó el hacha del hombro y dejó caer el brazo con ella, sin soltarla, hasta que la hoja casi tocó el suelo, permitiendo que su mera visión reforzara su atrevida bravata. – Tal vez yo pueda ayudaros con ello. Tengo experiencia matando esas cosas. –
 
El oni estaba plenamente seguro de que podía vencer a cualquiera de los allí presentes en un duelo de pura fuerza bruta, por lo que no le preocupaba mucho si alguno se ofendía y le retaba. Aún más: su mirada recorrió el improvisado centro de operaciones, desafiando a todos con los que se la cruzaban a que le hicieran comerse sus palabras.

Resumen
#2
Octojin
El terror blanco
Personaje

Virtudes y defectos relevantes

Inventario

Datos a rellenar


Octojin se encontraba en el cuartel de Loguetown, donde el bullicio usual de los marines llenaba el ambiente. Entre despachos urgentes y entrenamientos, una nota fue deslizada en su mesa, llevada por un joven mensajero jadeante. El gyojin tomó el papel, viendo que tenía ese particular sello oficial de la marina que solían usar en documentos importantes. Al desdoblar la carta, sus ojos recorrieron las líneas rápidamente, pero como de costumbre, se veía en una tesitura que no le gustaba. La de tener algo en las manos que debía leer sin saber, así que de nuevo, le pidió al mensajero que la leyese por él, ejerciendo de nuevo un exceso de poder que respondía a la jerarquía entre el mensajero y él.

Antes de nada, el tiburón le ofreció un vaso de agua. Estaba jadeando, así que debía ser algo importante. Y cuando se dispuso a leerla, unas palabras se repitieron continuamente en su mente.

—Se solicita apoyo urgente en la isla de Goza. Una bestia marina está causando estragos en la aldea. Necesitamos refuerzos para detenerla.

Octojin soltó un gruñido, dando un par de palmaditas al joven y dándole las gracias. No le gustaba la idea de enfrentarse a una criatura sin saber exactamente de qué se trataba, pero no podía dejar pasar la oportunidad de ayudar. Al fin y al cabo, el mar y él eran uno, así que nadie mejor que él mismo para llevarlo a cabo. Se levantó de su escritorio y fue directo hacia la oficina de la capitana Montpellier.

Por el camino fue saludando a los marines con los que se cruzaba. Era increíble el nombre que se había hecho en lo poco que llevaba en la marina. Quizá que fuese el único gyojin que había visto en el cuartel tuviese algo que ver. Pero todo el mundo allí le reconocía, o como mínimo, le saludaba. No tardó en llegar hasta el despacho de la capitana y, tras un par de toques en la puerta la abrió con determinación. Se sorprendió al ver a Montpellier despierta, algo que no solía ocurrir.

—Capitana, han solicitado ayuda en Goza. ¿Puedo disponer de un barco? —preguntó con firmeza, sintiendo la urgencia de la situación.

Montpellier, una mujer de ojos agudos y gesto severo, lo miró por encima de los informes que revisaba y parecían no tener fin en su mesa.

—No tenemos unidades disponibles ahora mismo, pero justo hay un barco que está por zarpar —respondió sin apartar la mirada de los papeles—. Haré una llamada para que te esperen, pero tendrás que darte prisa.

Sin perder tiempo, Octojin asintió y salió corriendo hacia su habitación. Rápidamente recogió sus pertenencias esenciales: sus nudilleras, la armadura, el dial de luz, el de viento y el dial marino. Guardó cuidadosamente el den den mushi en su mochila junto con otros pequeños objetos que podrían serle útiles y se marchó. No hubo tiempo ni de despedirse de su brigada, a la cual llamaría tranquilamente desde el barco. No le gustaba separarse de ellos, pero en ocasiones debía hacerlo. Ya preparado, se dirigió a toda velocidad hacia el puerto, donde el barco le esperaba.

Saludó a los marines, que le estaban esperando y le metieron algo de prisa, ya que de no haber sido por la llamada, ya habrían zarpado. Tampoco es que hubiera sido un problema, pues el tiburón hubiera ido a nado hasta alcanzarlos. Pero mejor así, porque podría reservar fuerzas para vencer a aquella bestia.

Realizó la llamada y habló con Ray, contándole que se iba unos días a pelear contra una bestia. Tampoco entró en muchos detalles más, ya que el humano le pidió que volviese de una pieza y poco más.

El trayecto en el barco fue tedioso, y la emoción inicial de la misión pronto se desvaneció en un aburrimiento casi palpable. Las horas pasaban lentamente mientras el gyojin, acostumbrado al movimiento y la acción, se retorcía en su asiento. Empleó unas cuantas horas entrenando mientras el sonido de las olas golpeaban el casco en un sonido más que monótono, y ni siquiera el ruido del viento en las velas rompía la rutina. Miraba a su alrededor, viendo a los marines en sus propios quehaceres, y por más que intentaba distraerse, el tedio se afianzaba cada vez más. Sus pensamientos vagaban de un lado a otro, y aunque sabía que el peligro acechaba en Goza, el viaje se hacía interminable.

Finalmente, tras varias horas de un viaje que parecía interminable, la isla de Goza apareció en el horizonte. A lo lejos, las luces de la aldea brillaban tenuemente bajo la oscura noche tormentosa. Cuando el barco atracó en el puerto, Octojin bajó con determinación, respirando profundamente el aire salado y húmedo. Como ya era costumbre cada vez que viajaba, se despidió de todos los marines, que por lo visto tenían una misión entre manos. Tampoco quiso preguntar, ya que si lo hacía, corría el riesgo de querer ir con ellos y abandonar su tarea principal. El punto de encuentro, según el joven había dicho, era la taberna de la isla, así que se limitó a caminar por la zona en su búsqueda. Tampoco es que fuera la tarea más difícil del mundo dar con una taberna en una isla.

El gyojin fue avanzando por las empedradas calles hasta llegar a "La Taberna del Teniente Smith", donde ya lo esperaban todos los marines. O quizá no a él, pero le gustaba pensar eso.

Al entrar, los ojos de todos los presentes se volvieron hacia él. La atmósfera era tensa, y los aldeanos se congregaban en grupos, murmurando entre ellos. Los marines presentes parecían más concentrados, preparando lo que sería la cacería de la bestia. Por su parte, un imponente oni, que estaba de pie en un rincón, observaba a todos con una mirada dura, como si los estuviese retando. El escualo le devolvió la mirada, sin apartarla hasta llegar al centro de la sala. Sin titubear, Octojin le retiró la mirada para llevarla al resto de marines que se reunían.

—Soy el alférez Octojin —dijo con una voz grave resonando en la sala—. Estoy aquí para ayudar con la misión. He sido notificado de que hay una bestia marina causando estragos, ¿verdad? Solicito que me pongáis al tanto del operativo.

Uno a uno, tras sus palabras, estrechó las manos de los marines presentes en un gesto que llamaba a la cordialidad. Incluso se acercó a Balagus para ofrecer le la mano también. Sus ojos se cruzaron con los del oni, en lo que parecía una batalla de medir la determinación del otro sin necesidad de palabras. Finalmente, Octojin se giró hacia el resto, preparado para lo que venía.

La noche era densa, y la tormenta no ayudaba a que la sensación de peligro desapareciese. El joven gyojin que había pedido ayuda estaba sentado en una esquina, todavía temblando. Octojin se acercó a él, apoyando una mano en su hombro.

—¿Qué te pasa hermano?
#3
Ray
Kuroi Ya
Personaje

Virtudes y Defectos relevantes

Inventario


Datos a rellenar


El joven peliblanco tomaba el sol tranquilamente, tumbado sobre la verde hierba a las afueras del Cuartel General, cuando su Den Den Mushi sonó. Sobresaltado, tardó unos segundos en contestar, encontrando al otro lado de la línea la voz de la Capitana Montpellier.

- Alférez Shun, vamos a mandar una pequeña unidad con urgencia a la isla de Goza, donde hemos recibido noticias de que una bestia marina está asolando la aldea. He decidido enviarte entre ellos.

El joven marine odiaba que se refirieran a él de una manera tan formal, por su rango y su apellido. Le hacía sentir un venerable anciano. Así que, ni corto ni perezoso, contestó a su superiora:

- Buenos días, Capitana. Iré encantado, pero por favor, prométeme que no me vas a seguir llamando por mí apellido. El señor Shun era un hombre a quien no conocí, yo soy Ray.

Tras unos momentos de incómodo silencio, la capitana le contestó amablemente, llamándole por su nombre e indicándole dónde tenía que dirigirse. Debía hacerlo rápido, pues apenas quedaba menos de una hora para que el navío que se dirigía zarpara, así que fue directo a sus aposentos. Allí cogió todo lo necesario. Sus armas, su mochila, un par de raciones ya preparadas, un kit de primeros auxilios... Lo suficiente para asegurarse de no echar nada en falta durante el transcurso de aquella misión.

Estaba ya llegando al puerto cuando su Den Den Mushi sonó de nuevo, esta vez escuchando la profunda voz de Octojin. No le sorprendió nada enterarse que el tiburón también estaba entre los efectivos seleccionados para aquella tarea, al fin y al cabo pocos marines eran más adecuados para enfrentarse a un monstruo marino que otro monstruo marino.

Al llegar al barco dio un abrazo a su amigo, feliz de tener su compañía en ese viaje, y se dispuso a descansar mientras alcanzaban su destino. El viaje fue más largo de lo que esperaba, pero finalmente vislumbraron la isla de Goza en el horizonte.

Tras desembarcar se dirigió junto al gyojin al punto de encuentro que se les había indicado: la Taberna del teniente Smith. Allí les esperaban unas cuantas personas, por lo que cuando llegaron lo primero que hicieron fue presentarse. Sus nombres eran conocidos tras lo acontecido un mes antes en el faro de Rostock, por lo que varios de los presentes se dieron cuenta rápidamente de quienes eran al oír sus nombres. Cuando Octojin solicitó que se les pusiera al tanto sobre el operativo, el peliblanco se limitó a asentir en apoyo a lo expresado por su compañero y escuchar lo que tuvieran que decirles. Estaba deseoso de comenzar.
#4
Tofun
El Largo
La noche se oscurecía y los primeros truenos resonaban en el horizonte cuando Balagus llegó a la Taberna del Teniente Smith. Su imponente figura, casi sobresaliente en la penumbra, atrajo las miradas de los presentes. Murmullos de sorpresa y admiración recorrieron la sala, y la tensión en el aire se hizo palpable. La gente sabía que la situación era crítica y que su llegada significaba esperanza. Poco después, los dos marines, Ray y Octojin, hicieron su entrada. La rapidez con la que había llegado la marina dejó a todos boquiabiertos, un testimonio de la eficacia de su organización. Los lugareños apenas podían creer que la marina ya tuviera conocimiento de la amenaza que acechaba su aldea.

En el interior de la taberna, el ambiente era a la vez acogedor y tenso. La luz de las velas danzaba sobre las paredes de madera, creando sombras que se movían al ritmo del viento. El aroma a estofado caliente y pan recién horneado llenaba el aire, y el sonido de los vasos chocando y las risas nerviosas de los aldeanos intentaban ahogar el temor que los invadía. Pronto, el tabernero sirvió a los nuevos llegados un plato humeante de comida caliente, acompañado de jarras de cerveza local. Este gesto simple, pero reconfortante, les recordó que, a pesar del peligro, la camaradería y la unión eran esenciales en tiempos de crisis.

Garou, el veterano marine, observó a los recién llegados. Sin dudar, se acercó a Balagus, reconociendo su importancia en la situación.

Quiero agradecerte, Balagus, por rescatar a uno de los nuestros. Tu valentía y fuerza serán cruciales en lo que se avecina. — Dijo Garou, su voz grave resonando en la sala. — Esta bestia marina ha causado estragos en su aldea y no podemos permitir que siga haciéndolo.

La tormenta rugía afuera. Garou se volvió hacia el grupo, su expresión seria.

Necesitaran un plan. La cueva donde se oculta la bestia se encuentra al este de aquí. Para llegar, deberán seguir el camino que serpentea hasta el acantilado. Una vez frente a este, tomen la senda hacia el norte hasta llegar a un pequeño faro en ruinas. Tras él, podrán ver la entrada de la cueva. Pero deben tener cuidado; los caminos están resbaladizos y pueden encontrarse con peligros en el camino. 

Garou continuó, su mirada fija en cada uno de ellos.

— Una vez lleguen a la cueva, tendrán que avanzar con cautela. El interior es amplio, con estalactitas colgando del techo. Hay varias estancias, pero donde han ocurrido más accidentes es en un gran claro de arena que hay al final. Este claro se abre hacia una cala interna, atechada por la roca, pero desde la que se puede ver el mar, pues este entra en la cueva formando una especie de lago. 

La lluvia continuó, y los truenos resonaban cada vez más cerca, como un recordatorio de que la noche traía consigo peligros que debían enfrentar juntos. Garou respiró hondo y se despidió de lo que estaba por venir, sintiendo que la tormenta no era nada comparado con el desafío que les aguardaba en la oscuridad de la cueva.



La ruta hacia la cueva donde se ocultaba la bestia marina comenzaba en el este de la aldea, donde un camino serpenteante se adentraba en la oscuridad. A medida que avanzaban, el camino se tornaba más angosto y pedregoso, flanqueado por altos acantilados que ofrecían vistas dramáticas del océano embravecido. La brisa marina traía consigo el olor salado del mar, mientras los truenos retumbaban a lo lejos.

Después de unos minutos de marcha, los aventureros llegarían a un pequeño faro en ruinas, un antiguo faro que servía como un punto de referencia. Desde allí, el sendero giraba hacia el norte, descendiendo por una pendiente resbaladiza que se precipitaba hacia una entrada oscura en la roca. Al acercarse, el sonido del agua chocando contra las paredes de la cueva resonaba, anticipando la inminente confrontación con la criatura.

Finalmente, la cueva se abría en un amplio espacio, donde estalactitas colgaban del techo y formaban una atmósfera casi mística. Al fondo, un claro de arena los conduciría a una cala interna, donde el mar se filtraba en el interior, creando un lago en calma, en contraposición a la tormenta que rugía en el exterior. Era el lugar que había descrito Garou. Tenía aproximadamente, desde la entrada al mar, unos 25 metros de radio.

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#5
Ray
Kuroi Ya
Un marine entrado en años y con el rostro surcado por multitud de cicatrices fue quien tomó la palabra. Se presentó como Garou, y al parecer había sido quien emitió la petición de ayuda para lidiar con la bestia marina que asolaba la isla. Lo primero que hizo fue agradecer a un tipo de gran tamaño, casi tan grande como Octojin, su ayuda rescatando a uno de los habitantes de la zona. Eso llamó la atención de Ray, que no tardó en darse cuenta de que probablemente aquel tipo fuese también un feroz combatiente, aunque su rostro no le sonaba ni lo más mínimo. Probablemente su ayuda a la hora de capturar a la bestia resultaría inestimable.

Seguidamente el veterano militar comenzó a contarles que su objetivo se ocultaba en una cueva situada en dirección este, tras un faro en ruinas en los acantilados de la costa. Les indicó también que dicha cueva era sorprendentemente amplia, y que aunque había varias estancias en su interior la mayoría de ataques se habían producido una especie de cala interior, una zona con el suelo de arena localizada en lo más profundo de la misma.

Antes de partir el peliblanco quiso presentarse al tipo de gran tamaño. Su aspecto le recordaba un poco al de Camille, así que tal vez fuese también un oni, pero tenía una peculiaridad. En su cabeza, a diferencia de en la de su amiga, no había cuernos. Se dirigió hacia él y, con voz calmada y una amigable sonrisa en su rostro, le dijo:

- ¡Buenas! Yo soy Ray. Tengo entendido que quieres ayudarnos a dar caza al monstruo que está aterrorizando a los habitantes de Goza, y que has salvado a uno de ellos en tu camino hacia aquí. Yo también te doy las gracias por eso. ¿Cómo te llamas?

Por último, advertido por los lugareños del frío que hacía, Ray decidió aceptar la invitación por parte del dueño de la taberna y degustó una ración de su especialidad, el estofado. Aunque podría perfectamente haber aguantado sin comer toda la expedición, ya que a fuerza de costumbre durante sus años en las calles de Oykot se había hecho por completo a ello, tenía que reconocer que el plato estaba delicioso. Y no solo eso, sino que el calor que emanaba resultaba tremendamente reconfortante en una gélida y lluviosa noche como aquella.

Finalmente partieron en dirección este. El viaje fue largo y difícil debido a la oscuridad, la lluvia y el frío, que junto al viento procedente del mar dificultaban el moverse por los acantilados. Cuando avistaron el faro giraron hacia el norte, como Garou les había indicado. Desde allí el camino descendía por los acantilados, en un sendero que en unas condiciones climatológicas como aquellas podía resultar mortal, pues el suelo resbalaba considerablemente y cualquier despiste podía acabar en una caída hasta el mar. Salvo que, como en el caso de Ray, tuvieses alas, claro.

Al terminar de bajar la entrada a la cueva se hizo visible para ellos, una grieta en la sólida roca lo suficientemente amplia para que incluso Octojin pudiera pasar sin problema alguno. Y en su interior la sobrecogedora sensación provocada por el sonido del agua reverberando por las paredes del la estancia tras chocar contra las mismas dotaba al lugar de un extraño misticismo. Las estalactitas, hermosas a la vez que evidentemente peligrosas, contribuían a ello, así como la oscuridad reinante. Aunque la certeza de que en cualquier momento el temido monstruo marino podía aparecer hacía que el peliblanco no terminase de estar tranquilo. Activó su Haki de Observación, enfocado en intentar sentir la presencia de la bestia si se encontraba cerca de su posición o si en algún momento se movía hasta estar lo suficientemente cerca.

Y al fondo, una vez pasada aquella zona, estaba la cala de la que Garou les había hablado. Era un lugar enormemente tranquilo y de un tamaño sorprendente para encontrarse en el interior de una cueva. Dado que la visibilidad era reducida el joven marine adoptó otra precaución además de su Haki para compensarlo: adoptó su forma híbrida. De esa manera las antenas detectarían estímulos que ni sus ojos, ni sus oídos ni ningún otro de sus sentidos podían percibir. Por último, mientras esperaba a sentir algo que le hiciera ponerse en marcha, empezó a calentar. Si la bestia llegaba, debía estar preparado para combatir contra ella.

Resumen
#6
Balagus
-
Ninguno de los presentes se opuso a la participación del oni, por lo que se retiró, sin decir palabra, al rincón desocupado más cercano a esperar. De reojo, pudo comprobar cómo los marines no sólo no le dedicaban miradas desconfiadas o temerosas, sino que, cuando creían que el guerrero no miraba, demostraban bastante confianza y buen ánimo con la presencia del recién llegado.
 
Aunque esto alimentó su ego y fortaleció su orgullo, no se permitió relajarse tan fácilmente. Silver le había contado alguna que otra cosa sobre la Marina cuando él le preguntó, y, aunque todavía le faltaba mucho que oír, no tenía la intención de dejar que le atraparan con la guardia baja. Mucho menos que hurgaran entre sus tatuajes en los antebrazos, siempre ocultos por sus brazales de cuero.
 
Tras unos momentos algo tensos, con sólo algún cuchicheo ocasional rompiendo el silencio junto al repiqueteo de las gotas y el tronar de los rayos que empezaban a construir la inminente tormenta, aparecieron dos personas más: un enorme gyojin tiburón, y un chaval alto y flacucho, que atrajeron reacciones mucho más esperanzadas y cómplices entre las fuerzas del orden locales.
 
“Más marines. Qué suerte la mía.” Razonó para sí mismo, con un remate amargo.
 
El chico no le llamó la atención en lo más mínimo, pero el hombre escualo sí le mantuvo tercamente la mirada. Ambos se siguieron mutuamente con los ojos, hasta que el recién llegado tuvo que retirarla para presentarse.
 
Aquel ser había despertado su interés y sus simpatías. Balagus creía firmemente que podía conocer a fondo a cualquier guerrero a través de sus ojos, o a través de un combate, y aquel gyojin rebosaba valor, determinación y orgullo en su mirar. Se permitió fantasear durante unos segundos sobre cuánto deseaba poder luchar contra aquel marine algún día, en el futuro, hasta que el llamado Octojin se acercó para tenderle la mano.
 
El oni aguardó un par de segundos para estrechar con fuerza el brazo que se le ofrecía, momento el que relajó la dureza de su rostro levemente. No estaba acostumbrado a encontrarse con gente más alta que él, y ello le llevaba a respetar un poco más a aquel sujeto.
 
Desde allí, la comida en una mesa y la presencia de un veterano los llamó a sentarse juntos. El estofado estaba realmente bueno y calentaba cuerpo y espíritu por igual, más si cabe que la cerveza, muchísimo mejor que la que había estado teniendo que beber hasta la fecha. Aunque había ciertos matices en el plato que no le convencían del todo, no podía negar su calidad, y se impuso una nota mental para hablar con el cocinero de la taberna cuando la cacería hubiera acabado para intercambiar consejos de cocina con él.
 
El marine veterano que les reunió se dirigió primero al oni, agradeciéndole profundamente el haber traído a un superviviente. Balagus le devolvió la mirada durante unos momentos antes de responder.
 
- No hay nada que agradecer. Toda vida debe de tener la libertad y la oportunidad para luchar por su final. –
 
“Un náufrago no es sino un prisionero del mar, listo a esperar su cruel sentencia de muerte.” quiso decir, pero se mordió la lengua para no seguir por ese tema. Si la Marina era realmente la principal fuerza del orden en el mundo civilizado, y sus funciones eran similares a las de las guardias de los reinos que había visitado, y a las de los ejércitos de los nobles que había conocido, hablarles de prisioneros y condenas a muerte no mejoraría su situación con ellos.
 
De inmediato, comenzó a exponerles el plan de ataque, con sus riesgos y posibilidades. Balagus consideraba demasiado arriesgado salir a cazar en aquella noche de tormenta, pero no lo compartió, pues entendía que, si aquella bestia era de hábitos nocturnos, la mar embravecida le estaría impidiendo salir de caza, y tendría hambre. Lo cual era tan bueno como malo.
 
Con todo dispuesto, el oni se permitió unos momentos para comprobar sus posesiones y el filo de su hacha, y que el joven alto de pelo blanco aprovechó para presentarse y saludarle. El guerrero le escuchó sin inmutarse ni interrumpirle, dedicándole su clásica mirada indiferente y penetrante hasta que acabó.
 
- Balagus. – Respondió, secamente, dejando de nuevo unos instantes de silencio antes de hacerlo. – Y, como le dije al hombre al mando por aquí, no hay nada que agradecer. –
 
Con todo listo, el oni se dispuso junto a la salida y, cuando los tres estuvieron listos y reunidos, abandonó el lugar con ellos. La lluvia, que caía y azotaba inclemente, apenas se sentía como un masaje vigorizante y ligeramente inoportuno para él, que recordaba haber sobrevivido a azotainas y latigazos cien veces más duros que el clima de aquella noche.
 
La primera parte del camino, aunque más larga, fue muy llevadera. Los relámpagos se sucedían con tanta recurrencia que Balagus apenas tuvo problemas para seguir el sendero con sus compañeros. No fue hasta llegar a la segunda parte, en el faro costero y su giro hacia los acantilados al norte, que se encontró con su primer traspiés.
 
Antes de que pudiera darse cuenta, la oscuridad reinante, el agua que se derramaba entre las piedras, y el barro resbaloso acumulado en sus botas de pieles, aunaron fuerzas para derribar al oni, con mayor efectividad que la que habrían tenido muchos hombres a la vez. El guerrero maldijo, cayendo por la pendiente varios metros hasta que pudo frenarse. Aun magullado y algo dolorido, no tenía heridas ni traumatismos, salvo un fuerte dolor punzante en el pie que le había fallado. Con cuidado, y usando su hacha como muleta, apoyó el pie en el suelo, comprobando que, aun con una desagradable y dolorosa respuesta, podía apoyarlo sin miedo.
 
Los compañeros llegaron, aunque en la oscuridad no pudo distinguir los cambios físicos en Ray. Por primera vez, Balagus tuvo verdadera envidia de la capacidad de su capitán para expandir sus sentidos más allá de aquellos con los que los mortales habían sido agraciados por su nacimiento.
 
- Estaré bien, aunque va a serme complicado correr por un rato. – Repuso para tranquilizar a los otros dos en caso de que se hubieran preocupado por su caída. – En cuanto empecemos a luchar, mi cuerpo recordará cómo funcionar bien. – Dedicó unos minutos para estudiar la entrada de la guarida, antes de pensar en algo. – Si este es el lugar, la bestia se confiará si el que viene a asaltarlo está debilitado y en desventaja. Yo debería atraer su atención: me verá como una presa débil y más apetecible si cojeo. Vosotros dos deberíais sorprenderla en ese momento. –
 
Un plan sencillo, pero arriesgado para él. A Balagus no le preocupaba ser el cebo en aquella ocasión: era la opción más lógica, y pondría a la criatura a su alcance, en vez de obligarle a correr hacia ella con su pie en mal estado. Además, contaba con su Haki, en caso de que necesitara resistir más o infligir mayor castigo.


Resumen
#7
Octojin
El terror blanco
Octojin notó cómo el ambiente era relativamente tranquilo. Los marines parecían más confiados tras su llegada y la de su compañero Ray. Caminó hasta cerca de aquél misterioso tipo que, posteriormente, se había presentado como Balagus, y se sentó cerca. Justo en una buena posición que le permitiese ver todo lo que sucedía, así como escuchar lo que los marines tenían que decir.

El escualo tomó el plato de estofado, aunque para él la porción parecía escasa, y tenía más hambre, se limitó a ser cordial. Aun así, en cuanto probó la primera cucharada, el sabor lo reconfortó profundamente. Era un plato sencillo, pero la calidez y el aroma a especias y carne tierna le llenaban el estómago y el espíritu. Al terminar, dejó la cuchara con una mezcla de satisfacción y una ligera pena por lo breve del placer. Necesitaría aquella energía para lo que venía.

Los marines debatieron sobre qué hacer y cómo hacerlo. Garou parecía ser el que llevaba la voz cantante, así que el tiburón le hizo algo más de caso, aunque se limitó a escuchar. No sería él quien cuestionase nada de los que eran lugareños de aquél lugar. Otra cosa es que el plan, una vez entrasen en acción, tuviera sentido o no. Pero escucharía atentamente todo lo que tuvieran que decir, eso seguro.

Hubiera pedido otro plato más, pero como nadie más lo hizo, sintió cierta vergüenza en pedirlo. Miró un par de veces al tabernero, intentando atreverse, hasta que al final se levantó y se acercó a él. Le pidió algo de comida, tal cual. Cualquier plato que le diesen le vendría bien. A veces la gente no tenía muy en cuenta que cuatro metros de puro músculo y fibra no se alimentaban como el paliducho de Ray, que podía llegar a estar sin comer días. ¿Cómo podía renegar del placer de la comida con esa facilidad? Sin duda, el gyojin tendría que charlar con él. Una dieta basada en proteínas y un entreno supervisado por él mismo, y Ray pasaría a ser Big Ray. Una versión mejorada, más musculada y mucho más potente de lo que ya había mostrado hasta ahora.

Salió de la taberna junto a Ray y Balagus, observando la imponente figura del que parecía ser oni o un semi-gigante. El temporal afuera los recibió con furia: la lluvia los golpeaba en ráfagas frías, y el viento, que aullaba entre las casas y barrancos, parecía advertirles de los peligros de la noche, que ya de por sí eran bastantes, y unidos a la tormenta, era una ensalada poco apetecible. Tomaron el camino serpenteante que Garou les había descrito, avanzando con dificultad por el terreno resbaladizo y pedregoso. Cada paso requería concentración, pues un simple descuido podía terminar en una caída por el acantilado.

El faro en ruinas les sirvió de referencia en medio de la penumbra. Desde ahí, el camino se volvía más escarpado, y Octojin, atento, observó cómo Balagus, a pesar de su imponente presencia, sufrió un resbalón que lo hizo rodar varios metros por la pendiente. Aunque el oni se reincorporó, apoyándose en su hacha y haciendo gala de su resistencia, Octojin pudo notar la leve cojera que había adquirido. La lluvia seguía azotándolos con más fuerza, y el frío calaba hasta los huesos, pero siguieron adelante hasta llegar finalmente a la cueva. El escualo pensó si debería ofrecerle ayuda a su nuevo compañero de aventuras, pero después creyó que podría ser visto como una ofensa para él, así que se limitó a continuar el recorrido. Se imaginó que, de encontrarse peor, pediría ayuda. O moriría de tener un ego gigante, que también podría ser.

El gyojin tuvo suerte de tener una apertura que permitiese la entrada de su gran cuerpo. Con alguna que otra dificultad entró con agilidad y, ya en el interior, Octojin observó el lugar con detenimiento. Las estalactitas colgaban amenazantes del techo, y el sonido del agua reverberando en la vasta oscuridad de la caverna le daba al sitio un aire místico, como si estuviera entrando en la boca de una bestia ancestral. Al fondo, en el claro de arena que Garou les había descrito, se encontraba una amplia cala donde el mar penetraba formando una especie de lago sereno, en marcado contraste con la tormenta que rugía en el exterior.

El gyojin aprovechó el espacio y comenzó a realizar un calentamiento exhaustivo. Extendió y contrajo los músculos, asegurándose de que cada articulación y cada fibra de su cuerpo estuviera lista para la posible batalla. No sabía si sería inmediata o no, ni siquiera tenían constancia de que fuese a existir, pero por si acaso, había que estar previstos. Los truenos y el sonido del mar chocando contra las paredes de roca eran su única compañía, pero cada estiramiento le daba una certeza renovada de su fuerza y preparación.

Artista Marcial Iniciado
ARM300
ARTISTA MARCIAL
Pasiva
Tier 3
16/9/2024
Podrás realizar un calentamiento durante un post para ganar +5 [Agilidad] y +5 [Fuerza] por el resto del tema. Este calentamiento se considerará como [Canalizar].


Balagus expuso su plan con calma y claridad. Octojin, en silencio, escuchó cada detalle. Aun así, no podía evitar ciertas dudas al respecto.

—La idea es buena —comentó el gyojin, con un tono profundo, aunque aún calmado—. Pero no tengo claro quién debería hacer de cebo. No conozco mucho de ti, Balagus, pero tengo claro que Ray tiene una agilidad excepcional, y su capacidad de ser un mosquito impertinente para los rivales es legendaria —Se frotó la barbilla, mirando hacia el oni y después hacia Ray—. Sin embargo, tu fiereza y tamaño podrían hacerte un objetivo tentador para la criatura. Quizás, la bestia vea en ti una presa más “débil” por la cojera. Aunque tampoco tengo yo muy claro que una bestia razone así. ¿Alguno sabe a qué tipo de bestia nos enfrentamos?

Octojin cruzó los brazos, mirando la oscura entrada al fondo de la cueva como si pudiera ver a través de la roca.

—Sin embargo, eso nos pondría en una situación compleja si el monstruo te embosca de una manera inesperada. Aunque algo me dice que tú puedes resistir un ataque directo. Pero son muchas dudas. A mi no me importa hacer de cebo tampoco. Puedo aguantar los golpes con facilidad. Pero me limitaré a aceptar lo que decidáis.

El gyojin asintió, demostrando su disposición a seguir el plan, aunque manteniendo una postura firme y seria. Octojin sabía que los sacrificios eran parte del trabajo, pero eso no hacía que le gustaran más.

Resumen

stats
#8
Tofun
El Largo
A medida que la tormenta arreciaba en la isla, Octojin, Ray y Balagus avanzaron con cautela por el terreno resbaladizo y pedregoso. La lluvia y el viento dificultaban su trayecto, y pronto se dieron cuenta de que habían olvidado llevar alguna fuente de iluminación, lo que sumaba una capa extra de complicación a su misión. Mientras discutían sobre la estrategia, Balagus se ofreció como cebo, consciente de los riesgos que ello implicaba, mientras sus compañeros evaluaban cómo abordar la inminente amenaza. La determinación de los tres guerreros se mantenía firme, aunque el frío y la oscuridad comenzaban a calar en sus huesos, parcialmente amortiguada por el rico estofado que habían degustado.

Al llegar a la entrada de la cueva, el ambiente se tornó gélido. Ray, activando su Haki de Observación, sintió que una presencia amenazante se cernía sobre ellos, al mismo tiempo que percibía el movimiento frenético de los peces, que abandonaban la zona de agua en busca de refugio. Era como si los instintos de los animales estuvieran gritando que un peligro inminente se acercaba. La atmósfera se volvió cada vez más fría, y un gran sonido de agua desplazándose resonó en la caverna, anunciando la llegada del terror de Goza. Las piedras, comenzando a recubrirse de una capa de rosada por la drástica disminución de temperatura, se convirtieron en testigos silenciosos de lo que estaba por venir. Con cada segundo que pasaba, el agua parecía agitarse con mayor furia, y pronto, la cabeza de una enorme criatura asomó lentamente en la oscuridad de las aguas. Sus ojos amarillos brillaban con un instinto predador, escaneando el entorno con cautela, mientras su maciza figura se iba revelando.

Poco a poco, la criatura se fue elevando del agua, dejando entrever una imponente silueta que alcanzaba los 15 metros de altura, con su cuerpo parcialmente sumergido desde la cadera. Su piel estaba cubierta de una extraña armadura gélida que chisporroteaba con el eco del frío, mientras grandes garras se aferraban a la roca húmeda de la cueva. La criatura se mantenía ligeramente plegada en una postura defensiva, como si estuviera evaluando a sus oponentes antes de lanzarse al ataque. Con un leve movimiento, abrió su boca, dejando escapar un rugido profundo y resonante, un sonido amenazante que recordaba al de un perro antes de atacar. Aquella bestia, envuelta en un aura de terror y misterio, avanzaba con una cautela mortífera, y su mirada fija en el grupo, como si ya los considerara su presa. La atmósfera en la cueva se volvió opresiva, y cada guerrero sintió que el aire se volvía más denso a medida que la criatura se acercaba, como si la propia cueva se contagiara del poder del monstruo.

Información
Mapa

El terror de Goza
#9
Octojin
El terror blanco
Joki no Eikyo
KGY300
GYOJIN KARATE
Pasiva
Tier 3
23/8/2024
Las técnicas del estilo emplean el elemento agua en ellas, con lo cual serán capaces de golpear a los usuarios de Akuma no Mi que normalmente contarán con ciertas inmunidades tangibles con normalidad. Por otro lado, siempre que se encuentre en el agua o tenga una fuente de agua de al menos 10 litros a 30 metros, sus técnicas físicas basadas en la utilización del cuerpo causan +40 de Daño adicional y costarán -5 Energía (Hasta un mínimo de 5 Energía). Obtiene [Colisión] +50 en tus ataques cuerpo a cuerpo con el estilo.

Pasiva Gyojin
RAC002
RACIALES
Pasiva
Tier 1
No Aprendida
Los Gyojin obtendrán +5 de [FUE] y pueden crearse una pasiva racial personalizada acorde con algún rasgo de su tipo de pez, con los cuales podrá hablar con normalidad. Adicionalmente, al hecho de poder respirar bajo el agua, contando con +10 Agilidad bajo la misma. Además, podrán acceder al Estilo Canon Karate Gyojin y el Estilo Canon Jujutstu Gyojin. Obtienen el Estilo Elemental Aqua a nivel 5.
[-3 Puntos de Virtud]


Octojin se tomó unos segundos para reflexionar. A pesar de su argumentación inicial, era cierto que la idea de que un tipo bien voluminoso como Balagus, y temporalmente cojo hiciese de cebo, era más buena idea de lo que le pareció en un principio. Así que a pesar de sus reticencias iniciales, había decidido aceptar la propuesta de Balagus. Dejar que su compañero sirviera de cebo le dejaba un sabor agridulce en la boca, pero comprendía que a veces la estrategia requería sacrificios arriesgados, y no siempre él podría llevar la carga en ese tipo de situaciones. A veces había que saber dónde y cómo ceder en un plan y dejar que el resto de los aliados hagan lo que saben hacer. O lo intenten, al menos. En la mayoría de las ocasiones, acaparar la atención solía ser un sinónimo de fracaso.

Con un gesto de asentimiento, observó cómo Balagus se adentraba hacia el carril central, perdiéndose casi su silueta en la penumbra, lista para atraer a la criatura que se cernía en las aguas gélidas de la cueva. Mientras tanto, él, por su parte, se dirigió al carril superior, donde la oscuridad y el eco de la tormenta parecían intensificar cada sonido y movimiento. Era un sitio perfecto donde poder tender una emboscada a la bestia. Donde atacar sin ser visto, al menos la primera vez. Y, quién sabe, si poder vencer a la bestia de manera relativamente rápida. La comodidad que sentía al estar en un ambiente húmedo era inversamente proporcional a la dificultad que encontraba al moverse entre la neblina.

Mientras avanzaba, Octojin comenzaba a preparar sus músculos para el combate. Sabía que el frío extremo podía entumecerlo y reducir su agilidad, especialmente cuando dependía tanto de sus reflejos en el agua. Porque... La bestia era marina, ¿no? Así que la batalla se podría dar allí. O eso quería pensar el tiburón. En una posición segura cerca del borde de la plataforma rocosa, comenzó su rutina de calentamiento, enfocándose en cada grupo muscular con precisión. Primero, empezó con los hombros, girándolos en círculos lentos y amplios, sintiendo cómo el calor se extendía a lo largo de sus brazos y su pecho. El movimiento era metódico, sin apresurarse; al fin y al cabo, el combate con esa bestia requeriría toda la preparación que pudiera reunir.

Pasó luego a estirar sus brazos y realizar movimientos de sombra, lanzando golpes al aire con puños firmes, sin ser excesivamente ágiles. Marcando lentamente y con gran ímpetu. Cada impacto ficticio era un recordatorio de la fuerza que iba a necesitar para enfrentarse a una criatura que, según los rumores, había conseguido vencer a numerosos habitantes del mar. A medida que terminaba con los brazos, comenzó a flexionar sus piernas y a alternar sus pies en un movimiento de trote ligero. La velocidad en sus pies era crucial; las criaturas de agua tenían una agilidad asombrosa, y aunque Octojin era un excelente nadador, sabía que aquel monstruo no sería una presa fácil. Aquello de no saber qué estaban esperando exactamente le hacía maldecir continuamente.

Durante un par de minutos, continuó con su rutina de calentamiento, acelerando los movimientos hasta que sintió la sangre correr caliente bajo su piel. La adrenalina haría el resto, y el sentimiento de la frenética batalla que se avecinaba era también un alivio para él en ese sentido. El viento y el frío parecían menos intensos, y su cuerpo estaba ahora listo para la batalla. Con un suspiro hondo, Octojin encendió su dial de luz y lo apuntó hacia el agua, tratando de penetrar la oscuridad que se extendía como un manto sobre el propio agua. La luz del dial se proyectó en haces irregulares, dibujando sombras que se retorcían sobre la superficie de la caverna. Aquello empezaba a parecer una película de terror, solo que la parte más gore aún no había empezado. A lo lejos, algo rompía la quietud del agua, y una sensación de tensión eléctrica invadió el ambiente. Todo parecía estar listo para que la función empezase. Y con ello se desatase toda la emoción contenida. Para bien o para mal.

La bestia, el temido terror de Goza, comenzó a asomar su imponente silueta en la superficie. Octojin observó cómo un cuerpo colosal y cubierto de hielo emergía con una calma siniestra. Un susurro gélido pareció envolver el lugar, y la temperatura descendió drásticamente, como si la misma presencia de la criatura drenara el calor del entorno. Un suceso lo suficientemente importante como para que el escualo activase todos sus sentidos. El gyojin notó un escalofrío en su piel, y sus músculos, ya calentados, se tensaron en anticipación. La bruma que salía de la criatura envolvía la cueva, y el suelo bajo sus pies comenzó a recubrirse de una fina capa de escarcha.

Refuerzo III
BUSO601
BUSOSHOKU
Haki intermedio
Tier 6
3/10/2024
10
Costo de Haki por Turno
2
Enfriamiento
Permite al usuario recubrir medio cuerpo y múltiples armas con haki, tornándose estos de un color oscuro y brillante como el metal, siendo capaz de golpear los cuerpos de todo tipo de Akumas. Obteniendo un bono de +30 en los daños que aplique el Haki y +15 [Resistencia] ante daños y efectos. (En caso de querer recubrir solo pequeñas zonas del cuerpo, inferiores a la mitad del recubrimiento máximo el coste bajara a la mitad)
+30 en los daños físicos desde área afectada y +15 [Resistencia] ante daños y efectos en el área recubierta.


Los ojos de Octojin se endurecieron al ver los movimientos calculados del monstruo. Con los puños envueltos en haki, dio un paso hacia adelante y, sin pensarlo dos veces, se lanzó al agua. Allí, en su ambiente, el tiburón podría ejercer de aquello que era, un depredador. La temperatura helada lo rodeó de inmediato, pero no lo detuvo. Al contrario, el contacto con el agua parecía intensificar su poder, haciéndolo sentir más fuerte, más conectado con su entorno. Su cuerpo cortó las olas como un proyectil, y el agua misma pareció vibrar al paso de su figura. Entonces, notó cómo el agua le daba una energía que necesitaba mientras se sentía mucho más ligero de lo que realmente era en la superifice.

Unami
KGY602
GYOJIN KARATE
Utilidad Mantenida
Tier 6
25/10/2024
64
Costo de Energía
46
Costo de Energía por Turno
3
Enfriamiento
Siempre que el usuario se encuentre bajo el agua puede aprovechar su gran fuerza para impulsarse con mayor [Agilidad] y golpear más fuerte. Si estuviera bajo la lluvia o en un entorno que el agua le cubra medio cuerpo puede obtener la mitad de los efectos por la mitad de la energía.
+10 [Agilidad] y +85 de [Daño]


Al acercarse a la bestia, Octojin dirigió toda su energía a un primer golpe devastador. Con su puño recubierto de haki, canalizó el impacto a través de las partículas de agua y el aire que rodeaban al monstruo. La fuerza de su golpe fue tal que el agua vibró a su alrededor, y el sonido del impacto resonaría en la caverna como un trueno sordo. El golpe directo en el cuerpo de la bestia tenía la intención de ser el primer trueno sobre la tormenta que se avecinaba sobre la bestia. La intención era que la criatura retrocediera, derribada por la onda expansiva que la empujaría con una fuerza avasalladora, y podría llegar a desplazarla al menos diez metros hacia atrás. Al menos ese efecto solía tener en alguien relativamente normal. Pero teniendo en cuenta el tamaño y la envergadura de la bestia, que un golpe como aquél consiguiera desplazarla era algo que podía catalogarse como absurdo. Pero... No vamos a menospreciar la fuerza de un soldado del mar, ¿no?

Senmaigawara Seiken
KGY402
GYOJIN KARATE
Ofensiva Activa
Tier 4
3/9/2024
50
Costo de Energía
2
Enfriamiento
Un fuerte impacto que se transmite a través de las partículas de agua presentes en el cuerpo y aire que rodea al objetivo logrando que el golpe del usuario lo [Derribe] y [Empuje] hasta 10 metros.
Golpe Básico + [FUEx2,9] de [Daño Contundente]


Tras el contundente golpe, el escualo intentaría realizar un combo de dos ataques, uno por puño, sobre el cuerpo de la bestia, intentando así complementar a su poderoso gyojin karate, e intentando que la bestia sufriese aún más daño por su parte. Si aquél golpe le pillaba por sorpresa, seguro que era más dañino aún.

Tras la sucesión de golpes, Octojin observaría los resultados de su ataque, manteniéndose en posición defensiva mientras evaluaba la reacción del monstruo. La criatura era majestuosa. Tanto su tamaño, como apariencia como aquél halo que desprendía lo hacían algo único, algo que el tiburón jamás había visto. En ese momento, Octojin comprendió que el enfrentamiento estaba lejos de terminar y que no sería nada sencillo.

Notas

Resumen

Matemáticas

stats
#10


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