Alguien dijo una vez...
Bon Clay
Incluso en las profundidades del infierno.. la semilla de la amistad florece.. dejando volar pétalos sobre las olas del mar como si fueran recuerdos.. Y algún día volverá a florecer.. ¡Okama Way!
Tema cerrado 
[Común] Resaca de bodas [ Asradi/Galhard]
Galhard
Gal
Mientras Galhard flotaba en el agua, sintió que Asradi lo observaba con una intensidad que iba más allá de la simple curiosidad. La sirena, con esos ojos azules que reflejaban las olas, parecía tan ansiosa por saber más sobre Octojin que el propio Galhard se vio contagiado por esa sensación. Había conocido a Octojin, el gyojin tiburón, de forma breve pero inolvidable. Aunque no sabía detalles, intuía por la energía de Asradi que el vínculo que tenía con él era profundo y especial.

—Octojin... Sí, lo recuerdo, le conocí en el baratie en uno de mis días libres y ahora puedo asegurar que se trata de él —dijo, sonriendo mientras observaba cómo la sirena esperaba cada palabra —Es fuerte, reflexivo e impresionante, uno de esos tipos que captan la atención al instante. Seguro que él también tiene en mente todo lo que ha compartido contigo.—

Las palabras de Asradi resonaron en su mente: “Si le ves, dile que estoy bien.” Comprendía la importancia de un mensaje tan simple y, a la vez, tan cargado de significado. Sabía lo que era no poder dejar todo en claro con quienes importan, y al ver cómo la esperanza y la alegría iluminaban el rostro de la sirena, decidió que haría lo posible por cumplir su petición.

—Y, si hay algo más que quieras transmitirle, cuéntamelo y haré lo que pueda para decírselo. Creo que entiendo lo que Octojin significa para ti— dijo Galhard, intentando ser tan sincero como le era posible.

Luego, cuando Asradi le preguntó si había alguien en su vida que le importara de esa forma, Galhard se quedó en silencio por un momento, mirando al horizonte. Aunque sabía que era una pregunta sencilla, las respuestas no lo eran tanto. Sonrió, no porque fuera una pregunta incómoda, sino porque el mar se lo había llevado en muchas direcciones, pero no hacia alguien en particular.

—No hay nadie así, no por ahora. Aunque, bueno, la verdad es que no estoy cerrando las puertas —dijo, soltando una leve carcajada —He tenido la suerte de rodearme de buenos amigos, gente leal y con quienes me siento en casa. Creo que eso me basta por el momento.—

Dejó que la brisa marina acariciara su rostro y miró a Asradi con una expresión de complicidad. No necesitaba grandes romances para sentir que tenía un propósito, y se sentía afortunado de poder compartir esos momentos con ella, en paz y con la sensación de que el mundo, al menos en ese instante, estaba en equilibrio.

—Tal vez algún día algo más llegue a mi vida. Pero por ahora, estoy bien así —concluyó, dejándose llevar por la calma del mar y la compañía de alguien con quien podía ser completamente honesto.
#11
Asradi
Völva
Hubo un alivio inmediato en la sirena cuando Galhard le dijo que, efectivamente, lo había conocido en el Baratie. Había escuchado de ese lugar, aunque todavía no se había animado a asomarse por allí. Y eso que era uno de los barcos-restaurantes más famosos de la zona, según tenía entendido. Pero eso no era lo que le importaba ahora, sino saber que él estaba bien. Asradi negó suavemente con la cabeza cuando el pelicastaño se ofreció a transmitirle más cosas si ella lo deseaba.

No, está bien así. Él lo entenderá. — Sabía que lo haría. Además, que cualquier otra cosa que pudiese querer decirle, prefería hacerlo en persona cuando se volviesen a ver. Anhelaba ese encuentro como una rápida corriente marina.

Por otro lado, tampoco quería molestar a Galhard con algo, quizás, tan incómodo como eso, así que también había decidido cambiar de tema. Quizás a algo tampoco menos incómodo, pero tenía curiosidad. Y también lo hacía un poco por picar al marine. Ese hombre le caía bien, se había ganado parte de su confianza rápidamente con su carácter y su buen estar. Sentía que tenía la cabeza bastante bien amueblada con respecto a otros humanos que había conocido. Aunque fuese de la Marina y, por ende, un potencial peligro para ella de darse ciertas circunstancias.

Gracias por todo, Galhard. — Sí le agradeció de manera sincera, y con una ligera sonrisa de la misma índole.

Fue ella quien, ahora, se dispuso a escucharle. Por otro lado, también permanecía cerca de él para que la corriente no lo arrastrase demasiado. Como una forma de cuidarle, por así decirlo. Se le escapó una risa muy breve en consonancia con la carcajada de Galhard.

Nunca se deben cerrar las puertas, pero tampoco es bueno obsesionarse. — Asintió de manera sutil. Mientras, continuaba flotando al lado del marine, con movimientos fluidos y continuos de su aleta caudal. Algunos pececillos nadaban un poco más por debajo de ellos, ajenos a la conversación que estaban manteniendo. — Pero te entiendo, y yo también estoy empezando a hacer eso. He encontrado buena gente. Y nos cuidamos mutuamente.

Se le notaba en la expresión cuando pensaba en ellos, sobre todo en Airgid, Ubben y Ragnheidr. Como que se le iluminaba un tanto el rostro. Eran peculiares y todos chocaban un poco en carácter entre todos. Pero les estaba cogiendo mucho cariño. Asintió quedamente a las últimas palabras de Galhard. Estaba de acuerdo con él. Todo iba bien, solo había que dejarse llevar y no nadar contra corriente en algunas ocasiones.

De momento, disfrutemos del día a día. Y, por ahora, se está muy bien aquí. — Con el arrullo del mar y la quietud por el momento. — Tarde o temprano tendremos que volver a ese desmadre de fiesta.

Y, la verdad, es que no estaba saliendo todo tan mal.
#12
Galhard
Gal
Galhard observaba cómo Asradi flotaba a su lado, sus movimientos fluidos y naturales, perfectamente sincronizados con la marea. El ambiente relajado que compartían, el vaivén de las olas y la conversación ligera que fluía entre ellos, parecía casi perfecto. Pero a medida que hablaban, algo en su mente comenzaba a agitarse.

Había algo en Asradi que no terminaba de encajar con esa fachada de serenidad. Sus palabras sobre “encontrar buena gente” y “cuidarse mutuamente” habían sonado genuinas, pero Galhard no podía ignorar una intuición que crecía en su interior, como una corriente subterránea. Había un contraste extraño entre la calma que mostraba y la leve tensión que parecía habitar en ella, una sensación que Galhard no lograba sacudirse.

La mirada de Galhard se endureció levemente, y por un momento, su mente retrocedió a las veces que había visto a personas actuar de forma similar. Había conocido a muchos en la Marina que escondían más de lo que dejaban ver, marines endurecidos por el deber, que habían aprendido a protegerse con una máscara de tranquilidad, pero que bajo la superficie llevaban consigo historias de dolor y sacrificio. ¿Acaso Asradi estaba haciendo lo mismo?

Galhard apartó la mirada del agua y la dirigió hacia Asradi. La sirena seguía flotando a su lado, su expresión tranquila, pero había algo en su postura que parecía demasiado controlado. Como si cada movimiento estuviera medido, como si ella misma estuviera protegiéndose de algo, o de alguien.

La duda comenzó a arraigarse en su mente. ¿Qué era lo que realmente preocupaba a Asradi? No podía evitar pensar que detrás de esa calma se ocultaba una tormenta, algo que ella no estaba compartiendo. Galhard sabía reconocer cuando alguien estaba a la defensiva, y aunque no podía decir con exactitud qué era lo que Asradi ocultaba, había aprendido a confiar en su intuición.

El silencio entre ellos se volvió más palpable, mientras la suave brisa marina seguía acariciando sus rostros. Galhard contempló el horizonte, dejando que el sonido de las olas lo ayudara a ordenar sus pensamientos. No era su lugar presionar a Asradi, ni era su estilo entrometerse demasiado, pero la preocupación se asentaba en su pecho. La pregunta flotaba en el aire, pero no la pronunció. No quería que su curiosidad o su deseo de ayudar hicieran que ella se cerrara.

"Cada uno tiene sus secretos," pensó Galhard, con una mezcla de comprensión y frustración. Él mismo llevaba consigo las cicatrices de decisiones difíciles, de momentos en los que tuvo que actuar por el bien mayor, dejando partes de sí mismo en el proceso. Tal vez Asradi no era tan diferente. Tal vez ella también estaba lidiando con algo que prefería mantener oculto, algo que, por ahora, no estaba lista para compartir.

Con un suspiro, Galhard decidió dejar el tema en reposo. A veces, lo mejor que podía hacer era estar presente, permitir que el tiempo y la confianza hicieran su trabajo. Sabía que, si Asradi quería compartir algo más con él, lo haría cuando estuviera lista. Mientras tanto, se contentaría con disfrutar de la paz momentánea que ofrecía la compañía de la sirena y las aguas tranquilas de la Isla Kilombo.

Miró a Asradi una última vez, con una sonrisa más suave y menos inquisitiva.

—Es un buen lugar para dejar que las cosas fluyan, ¿no crees? —dijo finalmente, rompiendo el silencio, como si su pregunta anterior no hubiera sido más que una brisa pasajera —Tal vez, como dijiste, lo mejor que podemos hacer es disfrutar del presente y dejar que el resto se acomode cuando deba hacerlo pero... Creo que no me equivoco al pensar que hay más en tu vida de lo que has compartido ¿Qué es lo que te mantiene en guardia, Asradi?.—

Dejó que sus palabras flotaran en el aire, sabiendo que no necesitaba una respuesta inmediata.
#13
Asradi
Völva
Era verdad que, ahora mismo, se sentía tranquila y relajada. O, al menos, en parte. En realidad nunca bajaba la guardia en su totalidad. Sobre todo cuando estaba cerca de asentamientos humanos. Y, a pesar de todo, a veces en el mismo mar. Solo se sentía medianamente segura a grandes profundidades, donde sabía que su mano no podría llegar hasta dicho lugar. O eso esperaba. Ahora, aunque confiaba en Galhard, siempre tenía esa espinita de preocupación en el fondo de su cabeza. Como un incesante y amargo recordatorio. Ahora, Galhard y Octojin eran de la Marina. Si ya se le hacía complicado abrirse a la gente, esto dilapidaba muchas cosas para ella. No sabía cómo sacar ese tema a la luz o, más bien, si debía hacerlo. El recordatorio en su espalda anulaba cualquier posibilidad al respecto. Y más al pensar en las posibles consecuencias. Tanto para ella, como para los demás. Fue consciente, solo a medias, de la mirada que Galhard le dedicaba, así como del repentino silencio que se instauró durante unos minutos que, a Asradi, le parecieron demasiado largos. Desvió la mirada hacia el horizonte, sintiendo esa culpabilidad que se arraigaba todavía más al respecto. Galhard tampoco la miraba ya, pero aún así podía sentir como si todavía lo hiciese. ¿La juzgaría? No le podría culpar si lo hiciese. Al fin y al cabo, no la conocía demasiado, y ella no sentía que estuviese siendo demasiado honesta, aunque nunca ese tema de conversación hubiese salido a la luz entre ellos.

A veces, en realidad, le gustaría contar con alguien con quien hablar de eso. Pero era una locura y no deseaba arrastrar a nadie más con ella. Sin mencionar que era también un riesgo para sí misma. Primaba, ahí, una mezcla de egoísmo con el terror más absoluto.

Finalmente, fue Galhard quien rompió el incómodo silencio que se había puesto sobre ellos. Y con un cambio de tema que, aunque no lo dijo, Asradi agradeció con una pequeña sonrisa que se dibujó en sus sonrosados labios.

El mar siempre es un buen lugar para evadirse en ocasiones. — A ella le ayudaba en ocasiones. No tanto como le gustaría, pero era su lugar seguro en cierto sentido. Lo que no se esperó fue que, de repente, Galhard retomase aquel tema del que, hacía unos minutos, no había salido ni una sola palabra.

Asradi sintió como si se quedase sin aire durante unos momentos, y por inercia se mordió el labio inferior. Acto seguido, negó ligeramente con la cabeza. ¿Qué decirle? No quería mentirle, pero tampoco estaba preparada para abrirse en canal. No con ese tema.

El movimiento de su cola, que hasta ahora era fluido y tranquilo, se agitó de manera breve como un acto reflejo, aunque no era nada exagerado, sí había habido un pequeño cambio. Los ojos de Asradi se habían apartado del rostro de Galhard. No era capaz de mirarle ahora mismo.

¿Qué era lo que le mantenía en guardia? ¿El Gobierno? ¿Los Dragones Celestiales? Era un poco de todo, porque todo se enlazaba de alguna forma que no comprendía.

El mundo. O yo misma, quizás. — Murmuró al final. Era, quizás, algo demasiado grande y generalizado.

Y no pretendía tampoco mentir o confundir a Galhard. Ella sabía la presencia física, aunque no estuviese ahí, que le mantenía en guardia. Pero también el resto de las personas. No sabía si había más como él, o si eran todos buena gente. O los que creía que eran sus amigos la terminarían traicionando si descubrían lo que realmente era. Y no se refería, ahora, a la raza a la que pertenecía.

Que también. El sacar tajada de una sirena joven no era mal visto en muchos lugares.

Al final, esbozó una sonrisa un poco más desangelada.

— Todos tenemos algo que no queremos contar, Galhard. Nadie es transparente del todo, al fin y al cabo. — Fue ella la que, ahora, se alejó levemente. Como si retrocediese un par de pasos, o ese sería el símil de haber estado en tierra.

Entendería que, después de eso, el pelicastaño no confiase en ella o tuviese más dudas. No podía culparle.
#14
Galhard
Gal
Galhard escuchó con atención, sintiendo cómo Asradi se retiraba, no físicamente, pero sí emocionalmente. Sus palabras eran vagas, pero cargadas de un peso que Galhard podía percibir claramente. El movimiento nervioso de su cola y la breve pausa en su mirada, antes de apartarla, lo confirmaban: había algo que la mantenía en guardia, algo mucho más profundo de lo que ella dejaba ver en sus palabras. Y él no iba a forzarla a compartirlo, pero tampoco podía ignorar la sensación de que, en el fondo, ella quería hacerlo, aunque no estuviera lista.

La tensión en el aire era palpable, pero Galhard decidió no presionar más. Sabía cuándo dar espacio y cuándo retroceder. A veces, forzar a alguien a abrirse solo creaba más distancia, y él valoraba lo suficiente la confianza que habían construido hasta ahora como para no romperla por un impulso.

"Todos tenemos algo que no queremos contar." Las palabras de Asradi flotaban en el aire entre ellos, y Galhard supo que lo que ella ocultaba iba más allá de simples inseguridades. Había peligro real, miedo, una barrera que ella levantaba para protegerse. Pero él también entendía ese sentimiento. Todos cargaban con secretos, y algunos eran más difíciles de compartir que otros.

—Es cierto... nadie es completamente transparente —respondió Galhard, con una sonrisa suave, aunque había un dejo de melancolía en su mirada. Miró el horizonte, como si también él estuviera buscando un refugio en el vasto océano frente a ellos —Cada uno de nosotros lleva una parte de su historia que prefiere mantener oculta. A veces, es por protección, a veces es por miedo... y otras, simplemente porque no sabemos si estamos listos para enfrentar lo que implica revelarlo.—

El viento marino acariciaba su rostro, refrescante, pero también pesado, como si compartiera la misma carga emocional que flotaba entre ambos.

—Todos hemos pasado por cosas que preferiríamos dejar en las sombras, donde nadie más pueda verlas.— Hizo una breve pausa, dejando que el sonido de las olas rompiera el silencio, antes de añadir— Pero... creo que hay momentos en los que el peso de lo que ocultamos se vuelve tan grande que empieza a aplastarnos por dentro.—

Se volvió hacia ella, su mirada más directa, pero no intrusiva.

—No te voy a preguntar qué es lo que llevas dentro, Asradi. No quiero que sientas que debes abrirte solo porque yo lo pida —dijo, su tono serio, pero con una suavidad que intentaba disipar cualquier tensión —Pero lo que sí te diré es que... no siempre tenemos que cargar con todo nosotros mismos. A veces, compartir el peso con alguien puede ser la única manera de seguir adelante.—

Sabía que no era sencillo para ella. Asradi vivía en un mundo que no siempre era amable con quienes eran diferentes. Las sirenas, especialmente, tenían que cuidarse en lugares donde el valor de su libertad se medía en monedas, y la traición podía acechar en cualquier esquina.

—Tú conoces tu camino mejor que nadie —continuó Galhard — Y si alguna vez decides que quieres compartir esa carga, sabes que estaré aquí. No importa lo que sea. —Hizo una pausa, sonriendo brevemente —No soy de los que juzgan por lo que uno ha sido o ha hecho en el pasado. Todos tenemos derecho a decidir quiénes somos hoy, sin importar de dónde venimos o lo que hayamos hecho.—

Galhard dejó que sus palabras flotaran, sin esperar una respuesta inmediata. Asradi no necesitaba decir nada, y él no la forzaría. Sabía que su oferta de apoyo podía ser suficiente por ahora, sin necesidad de más. Ella tenía su propio tiempo para enfrentarse a sus demonios, y Galhard respetaba eso.

—Supongo que... a veces es suficiente saber que alguien está ahí cuando lo necesites —añadió finalmente, como quien lanza una pequeña cuerda al vacío, sin saber si será tomada—. Sea lo que sea que te preocupe, el mar sigue aquí. Y yo también.— Finalizó sonriendo plácidamente mientras flotaba en el agua. 

El silencio volvió, pero esta vez no era incómodo. Ambos sabían que había cosas que no se podían decir, no aún, pero también había una promesa implícita de que, cuando llegara el momento, no estarían solos para enfrentarlas.
#15
Asradi
Völva
No podría negar que, efectivamente, se sentía bastante mal por tener que ocultar ciertas cosas. Con Octojin había pasado exactamente igual, y le dolía en el alma. Pero se estaba encontrando con gente buena, demasiado buena, y con la que comenzaba a crecer un sentimiento de cariño y fraternidad. No deseaba ponerles en peligro, aunque en ocasiones pudiese ser inevitable. Pero, aún así, si podría esquivar ciertas cosas, prefería cargar ella con ese peso. Lo único que necesitaba... Era saber que estaban ahí, que estaban bien y que eran felices. La sirena no precisaba nada más. Y, aún por otro lado, Galhard tenía razón. A veces ese peso se le hacía terriblemente grande. En su fuero interno deseaba compartirlo, pero siempre ganaba el miedo.

Sé que tienes razón, pero siento que todavía no estoy preparada para ciertas cosas... — Le confesó con una suave sonrisa.

Galhard tenia razón en la mayoría de las cosas, pero todavía era complicado para ella. No era tan fácil abrirse en ese tema, por lo que también agradeció que, al final, el pelicastaño lo entendiese. Una de las manos de Asradi se posó en la de Galhard, en un gesto cariñoso y de confianza también.

De todas manera, te agradezco mucho que te preocupes por mi. — Le miró con un brillo dulce, antes de suspirar para quitarse todo aquel sentimiento de desazón.

Estaban en una fiesta, lo suyo era pasárselo bien. Era el momento y el lugar perfecto para desconectar de todo lo que le preocupaba. Galhard, como bien habia dicho, estaba ahi. Y eso era lo que a Asradi le bastaba.

Lo sé, Galhard. Y yo también estaré si algún día me necesitas para algo. Para cualquier cosa. — Acto seguido, se desperezó levemente, antes de dejarse caer de espaldas en la arena, con una sonrisa un poco más amplia. — Pero, de momento, todo está bien, así que disfrutemos de esto. La fiesta todavía va a continuar y no es plan de perdérsela o de amargarse con otras cosas.

Asradi ladeó ligeramente la cabeza, con el cabello desperdigado en la arena solo para mirarle, esta vez con una sonrisa un poco más animada. Quería pasarlo bien y, simplemente, olvidarse de todos sus problemas durante un rato. Agitó levemente la cola en la arena, de manera muy muy suave, en un acto reflejo y relajante al mismo tiempo.

¿Y a donde te irás después de que todo esto termine? — Preguntó, refiriéndose a la fiesta y a la boda que había tenido lugar. — ¿Te quedarás por aquí unos cuantos días, al menos?

Estaría bien compartir algún momento o alguna copa, más de tranquilos, en los dias posteriores si fuese posible.
#16
Galhard
Gal
Galhard sonrió al escuchar la pregunta de Asradi. Aunque la vida de un marine rara vez le daba pausas largas, la Isla Kilombo era su cuartel asignado, así que al menos por ahora, no tenía planes de marcharse pronto. Había algo en la energía del lugar, en la mezcla de camaradería y tranquilidad, que le hacía pensar que quedarse en la isla unos días sería más que bienvenido.

—Sí, estaré por aquí —dijo, respondiendo con un tono relajado y amistoso —Mientras no me llamen para alguna misión, me toca quedarme en Kilombo.— Sabía lo valioso que era aprovechar esos momentos en los que podía bajar la guardia, y más aún cuando tenía una buena compañía con quien disfrutar de la calma. La idea de poder compartir ese tiempo con ella le parecía, en su sencillez, perfecta.

—Así que cuentas conmigo para lo que quieras, Asradi—Devolvió la sonrisa, esta vez con un toque de picardía amistosa —Será un placer compartir alguna copa sin preocuparse de más.— Sus palabras cargadas de sinceridad pretendían aliviar cualquier tensión que hubiera quedado entre ambos. Sabía bien que compartir momentos así, aunque fueran breves, era esencial para recordar por qué hacía lo que hacía.

Se dejó caer en la arena junto a ella, sintiendo cómo el calor residual del día se le impregnaba a través de la arena tibia. El ambiente, con las olas suaves y la brisa cálida, tenía un efecto casi sedante. Con la mirada puesta en el cielo, dejó que sus pensamientos fluyeran con más libertad que de costumbre.

—¿Sabes? A veces creo que el mar sabe cuándo uno necesita un descanso—murmuró, más para sí mismo que para Asradi —Hay algo en la calma de este lugar… en saber que, al menos por ahora, no tenemos que estar en alerta.— Galhard agradecía la paz que reinaba en la isla, pues el hecho de no tener que estar en constante vigilancia le permitía poder afrontar las misiones que le encargaban con todas sus energías 

El mar parecía reflejar sus palabras, con su inmensidad apacible extendiéndose hasta donde alcanzaba la vista. Era extraño, pero a veces sentía que el océano también escuchaba, que tenía su propia manera de transmitir calma o fuerza según lo que cada persona necesitaba.

—Creo que esta paz, este tiempo de calma… es tan importante como cualquier entrenamiento o misión, a veces apagar el cerebro y quitarse la armadura emocional y a veces física ayuda a no quemarnos. —Dio una breve pausa, dejando que sus palabras resonaran en el aire. —Es esto lo que nos hace fuertes también, ¿no crees?—

Sus palabras parecían flotar entre ellos mientras el sol se ocultaba en el horizonte, tiñendo el cielo con tonos de rojo y dorado. Miró de reojo a Asradi, viendo cómo la luz del atardecer jugaba en su rostro. La serenidad que reflejaba en ese momento era un contraste perfecto con la fuerza que intuía en ella, la misma que reconocía en sí mismo y en aquellos que dedicaban su vida a enfrentarse a un mundo que no siempre era amable.

—Aquí estaremos —añadió finalmente, como si afirmara una decisión compartida —A veces, saber que tenemos un lugar al que regresar es lo único que necesitamos para seguir adelante. Y por ahora, Kilombo es ese lugar.—

Dejó que su mirada se posara nuevamente en el cielo, respirando profundo. La certeza de que Asradi estaba cerca, de que ambos tenían un espacio de confianza mutua, hacía que el momento fuera aún más significativo. Porque, al final del día, ambos sabían que en cualquier rincón del mar, era la compañía y la paz momentánea lo que les daba fuerzas para enfrentar lo que fuera que el destino les tuviera preparado. 

—Así que... ¿Qué te parece si hacemos una visita furtiva a la cocina para conseguir algo de picar?— Expresó con una sonrisa traviesa tomando con suavidad la mano de Asradi
#17
Asradi
Völva
Era verdad, el mar sabía cuando se necesitaba un descanso o, más bien, te invitaba a ello sobre todo cuando el corazón estaba agitado y la razón nublada por miedos o preocupaciones. Esa mención de Galhard le hizo sonreír de manera suave, al cual miró cuando el pelicastaño también se dejó caer sobre la arena, junto a ella. La sonrisa de la sirena, esta vez, fue una mucho más tranquila y animada al respecto. Claro que continuaba teniendo preocupaciones, de la misma manera que continuaba echando de menos a gente que había dejado atrás. Pero hasta que no solucionase sus problemas, no deseaba ponerles en peligro o arrastrarles con ella a un callejón sin salida.

Es cierto, hacerse fuertes no solo implica algo físico. Si la parte emocional está quebrada o, simplemente, no está en paz, el esfuerzo no sirve de nada. — O, en muchos casos, las intenciones podrían llegar a corromperse. Ya había visto algo parecido en alguna ocasión.

La sirena volvió, ahora, su mirada hacia el cielo azul que coronaba sobre ellos. Había alguna algodonosa nube viajando tranquilamente con el viento. Hubo un deje de añoranza bailando en sus ojos durante unos segundos, antes de espantar ese sentimiento poco a poco. El calorcito de ese día era agradable, bañando su piel y sus ásperas escamas plateadas. La verdad es que se estaba demasiado bien en ese lugar. Era ese momento de paz y tranquilidad el que, seguramente, precedería a la continuación de la fiesta que ya llevaba varias horas largas extendiéndose. Y tenía toda la pinta de que continuaría muchas más horas por delante.

En Kilombo he encontrado gente con la que, quizás, pueda conseguir ciertas metas a futuro. — Quizás, poco a poco, todo estaba comenzando a ir bien. Y aunque echaba de menos a Octojin con todo su ser, el grupo que se había formado ahí eran también invaluables para ella. Esperaba poder generar más momentos con ellos como aquellos. De complicidad y de confianza.

Pensar en ellos le hizo también meditar sobre el carácter y las particularidades de cada uno. Era verdad que se conocían desde hacía muy poco, pero Asradi sentía que ya tenía una conexión especial con ellos. Un sentimiento de confianza que no tenía con todo el mundo. También Galhard se había convertido en parte de esa ecuación.

Cuando sintió la mano contraria tomar la suya, la sonrisa de Asradi se tradujo en una risita que acompañaron a las palabras del marine.

Es una buena idea, se me ha abierto el apetito. — Con suerte podrían pillar algo de picotear y de beber. La fiesta continuaba, así que... ¿Por qué no continuar disfrutando de la misma?

Todavía sujetando la mano de Galhard, la sirena se irguió con soltura, y sacudiéndose un poco los restos de arena que, al estar acostada, se le habían pegado a la ropa y un poco a la cola de tiburón que poseía.

Espero que tengan algo salado. Y que todavía quede algo de beber. — ¿Iba a continuar tomando? Tenía toda la pinta de que sí, aunque esta vez intentaría moderarse un poco más.
#18
Galhard
Gal
Galhard sonrió al ver cómo Asradi se levantaba con esa naturalidad fluida que tenía, su rostro reflejando una paz serena. A pesar de los temas profundos y las dudas compartidas, había algo liberador en cómo podían regresar a la simplicidad del momento. A lo lejos, la fiesta seguía en auge, el eco de risas y música se filtraba hasta ellos, como un recordatorio de que a veces la vida también ofrecía instantes de alegría desenfadada, donde las cargas y los deberes podían quedar en suspenso.

—Es cierto, la fortaleza no está solo en el cuerpo.— respondió, acompañando sus palabras con una sonrisa cálida mientras le sostenía la mano por un momento más. —Si nuestra mente y nuestra voluntad no están firmes, todo lo demás termina quebrándose tarde o temprano.— Había algo muy real en la manera en que lo decía, como si él mismo se recordara constantemente esa verdad en sus propios días de servicio. Era fácil olvidar que la resiliencia no siempre se basaba en músculos, sino en ese lugar íntimo donde descansaban las convicciones, y en tener un círculo de confianza para sostenernos.

Cuando Asradi mencionó la comida y la bebida, Galhard dejó escapar una risa animada. Habían pasado tanto tiempo reflexionando y navegando entre pensamientos que el cambio de tema hacia algo tan terrenal como el hambre y la sed le parecía perfecto. Notaba cómo esa transición ligera entre conversaciones profundas y temas más mundanos era el equilibrio que lo mantenía centrado. Era como si el destino mismo le estuviera recordando que, aunque el deber fuera importante, también lo era disfrutar de la vida en sus aspectos más simples.

—Sabes, creo que estás en lo cierto. —Dijo, levantándose junto a ella mientras todavía mantenían un vínculo de camaradería y complicidad en su contacto —Algo salado y, si hay suerte, una copa de ese vino especiado del que hablabas. Creo que tengo algunas provisiones de las que me hice en la última expedición. Siempre me guardo un buen vino para las ocasiones especiales, y creo que esta lo merece, ¿no te parece?—

Galhard comenzó a guiarla hacia la fiesta, el sonido del tambor y las risas siendo cada vez más claros, envolviéndolos en una atmósfera de celebración. Al acercarse, se encontraron con un par de viejos amigos y camaradas que levantaron sus copas en un gesto de bienvenida, señalándoles con entusiasmo para que se unieran a la celebración. Galhard intercambió miradas con Asradi, y sus expresiones se iluminaron con un entendimiento mutuo; estaban justo donde necesitaban estar, en el tiempo y el espacio correctos para relajarse y compartir la compañía del otro.

Ya en medio de la fiesta, Galhard le ofreció una copa a Asradi, llenándola de un licor que dejaba un suave aroma especiado en el aire. Levantó su propia copa, mirándola con un gesto solemne, pero cargado de humor:

—A los encuentros inesperados, y a la fortuna de encontrar aliados en los momentos menos esperados— dijo, levantando su copa hacia ella, y esperando a que chocaran sus vasos. Con un leve toque, el sonido de vidrio resonó, sellando en ese brindis una promesa tácita de amistad y apoyo mutuo.

Mientras bebían, el ambiente a su alrededor se intensificaba. La música aumentaba su ritmo, las risas eran más fuertes, y la noche prometía extenderse hasta el amanecer. La sirena y el marine se encontraban en un espacio único, uno donde la camaradería y la confianza les brindaban un respiro de sus respectivas luchas.

Galhard, mirándola, sintió que había aprendido algo valioso de esa noche: la fortaleza no siempre era lo que uno hacía solo, sino lo que se compartía en momentos como esos. Y mientras la celebración seguía, él sabía que se llevaría ese recuerdo consigo, uno que le daría fuerzas para las batallas por venir.
#19
Asradi
Völva
Asradi no dudó en acompañar a Galhard de nuevo hacia el bullicio de la fiesta y, de hecho, a medida que se acercaban, de nuevo podrían escuchar la música, las risas y todo el jolgorio propio de una celebración desenfadada y sana. Bueno, tanto como sana... O todo lo sana que podía ser estar hasta las trancas de alcohol. Saludó con una sonrisa a algunos de sus compañeros más cercanos, véase Airgid y Ragn. ¿Aquel era Ubben canturreando a todo pulmón? Sí, definitivamente era él. A la sirena se le escapó una risa divertida, pero continuó con su peculiar forma de caminar acompañando al marine pelicastaño. Con el cual intercambió una mirada de complicidad, así como una sonrisa un poco más amplia. La sirena aprovechó un instante cuando alguien pasó con una bandeja de aperitivos. Y no, no era algo finolis, ni mucho menos. Pero aquellas empanadillas tenían muy buena pinta, así que no dudó en hacerse con un par de ellas.

Ten, bajarán bien con la bebida. — Le ofreció una, con una esplendorosa sonrisa, a Galhard, mientras disfrutaba, de nuevo, con el ambiente del lugar.

La sirena miró un tanto a su alrededor, disfrutando del ambiente festivo y viendo como también el resto lo hacía. Era un situación de tranquilidad mental, de disfrute y para dejar de lado cualquier preocupación que pudiese acaecerle. Al menos por unas cuantas horas. Desinhibirse y no pensar en nada más que en disfrutar completamente de aquel día.

Lo del vino suena muy bien. ¿Es muy especiado? Generalmente he tenido poca oportunidad de probar vinos. — En el pasado le era prohibido el alcohol, durante esa época tumultuosa de su vida. Pero es que casi un mísero vaso de agua estaba vetado también para ella. — No me dejes beber mucho, que no quiero hacer el ridículo. — Añadió entre risas mientras también intercambiaban algún saludo con otros integrantes de la fiesta.

El pelicastaño, entonces, le ofreció una copa de vino poco después, donde Asradi la aceptó con gusto. Tenía buena pinta y buen color. No era una experta catadora de vinos, ni mucho menos. Casi podría decirse que era una virgen, en ese sentido, por lo que no sabría paladear una bebida como esa como era debido. Así que haría lo que todo un novato haría. Simplemente beber. Un brindis y pa'dentro. Chocó, efectivamente, su copa de manera delicada con la de Galhard, uniéndose al brindis de por sí. Se deleitó, incluso, con el delicado tintineo de los cristales haciendo ese suave contacto.

Y, por primera vez en mucho tiempo, se sintió bien. Como si hubiese encontrado una parcela de seguridad. No era la que deseaba en realidad, en su fuero interno, pero su autoestima se había visto incrementado por el ambiente y por la gente que había conocido desde hacía relativamente poco.

Y porque estes encuentros vuelvan a sucederse a futuro. — Añadió durante el brindis, antes de alzar una risa suave animada por el calor de la fiesta.

Fue entonces cuando, tras el brindis, se animó a probar el vino de su copa. Primero hubo una adorable y gracioso gesto al arrugar levemente la nariz. Sí que era especiado, y era algo fuerte para lo que ella estaba habituada en cuanto al alcohol. Pero sabía bien. Y eso se pudo traducir en el brillo extasiado de su mirada.

¡Qué bien sabe...! — Miró a Galhard con una mueca graciosa de genuina sorpresa, antes de dar otro sorbo pequeño pero no por ello menos gustoso. — Ahora, señor, va a tener que enseñarme de vinos. Porque si me terminan gustando, usted será el único culpable. — Bromeó abiertamente.
#20
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