¿Sabías que…?
... existe una isla en el East Blue donde el Sherif es la ley.
[Común] Sol, revolución y playa
Lemon Stone
MVP
Miró a Aletas con expresión confusa, cuestionándose si realmente sabía lo que era la Revolución, el ser rebelde, el ser un vándalo que lucha contra el Sistema. ¿Cómo que mear en lugares públicos no es un acto revolucionario? ¿Acaso no se había leído el código penal del Gobierno Mundial? Bueno, Lemon tampoco, pero es de sentido común que mear o defecar en las vías públicas es un acto que va en contra de la moral y buenas costumbres, lo que significa Revolución. ¿Iba a juzgarla? Por supuesto que no, eso sería racista. No iba a juzgar a Aletas solo por ser mitad inteligente, después de todo, la otra mitad es de pescado. Y tampoco nadie era tan listo como él.
 
Eso sí, se sorprendió cuando descubrió que Aletas también conocía a Plumas, el espadachín alado, y también conocía a Latas, la piernuda que había conocido hacía unos pocos días. ¿Había escuchado de los otros? Quizás, pero en ese momento no le figuró ningún rostro en la cabeza, así que posiblemente Aletas solo estaba inventando nombres para parecer más revolucionaria. Espera, ¿ella era revolucionaria? Wow, wow y triple wow. Si la Armada aceptaba a enanos alcohólicos y a monstruos submarinos, ¿por qué no a una sirena atractiva, seductora y agradable?
 
-¡Yo también conozco a Plumas! Es el rubio que va con tres espadas y es súper educado, ¿no? Es un tanto pobre, pero eso está bien. En la Armada aceptamos a los pobres -comentó Lemon, enorgullecido de la institución a la que pertenecía-. A Latas también la conozco. Es esa rubia que le falta una pierna y es rara, pero rarísima. Eso también está bien, en la Armada necesitamos gente que impulse el cambio y luche contra el poder normativo -continuó, ignorando momentáneamente los motivos por los que Aletas se había unido. Era un poco como todos, ¿no? Luchar contra la desigualdad, contra la injusticia social, contra las Fuerzas Opresoras.
 
Lemon no tenía motivos tan nobles como Aletas o cualquiera de los que luchaban a favor del Ejército Revolucionario, solo había escuchado el llamado de la Causa y ya.  Solo quería lucirse un poco, que las páginas recordasen al heroico Lemon Stone que luchó contra la tiranía y la opresión, quería inmortalizar su nombre en la historia.
 
-Entiendo lo que es ser oprimido… Una vez, cuando tenía dieciséis, papá me canceló la mesada porque llegué tarde de una fiesta y no me dejó salir en tres días. ¡En tres malditos días! ¡Era como estar en la cárcel! Fue insoportable, aunque aprendí una valiosa lección -contó Lemon con cierto toque de tristeza y disgusto. No solía abrirse con la gente, lo que acababa de contar era muy íntimo-. A veces extraño la mansión, las sirvientas, la cama con almohadas de pluma y la comida gourmet. Estoy un poco cansado de comer comida enlatada, pero es lo que toca. A veces hay que hacer sacrificios. Renuncié a mi vida anterior, a mis privilegios, a mi herencia, pues me entregué a la Causa.
 
Minutos más tarde, Lemon se introdujo al agua y cayó. Estuvo a punto de morir ahogado, a punto de pasar a las páginas del olvido, a punto de fallar en su propósito de convertirse en el Comandante Supremo del Ejército Revolucionario. Pero no. Había recibido otra oportunidad, una oportunidad divina, y en parte todo gracias a Aletas. Esa mujer era increíble, excepcional, sensacional, y muy amable. Le guiaba como una madre que enseña a su hijo a nadar, solo que no era la madre de Lemon ni tampoco él su hijo. En cuestión de cinco minutos, el revolucionario sintió una sustancia viscosa, resbaladiza y desagradable bajo sus pies. El primer impulso fue soltar un chillido afeminado, pero qué importaba. La Revolución aceptaba a todos por igual.
 
-Yo… Lo siento, ¡puedo sentirlo! ¡Estoy flotando! -dijo con una sonrisa dibujada en su rostro, una sonrisa de genuina felicidad-. ¡Puedo surfear, maldita sea! ¡Puedo surfear!
 
Intentó ponerse de pie en un gesto heroico y valiente, sin temor a caerse al mar. Por un momento pensó que lo había logrado, pensó que la mantarraya soportaría los doscientos kilos que pesaba, pero todo quedó en su imaginación. Había flotado por unos instantes gracias al animal y a que Aletas le sostenía de los sobacos, pero la maldición era más poderosa que toda esperanza. Luego de unos segundos, Lemon cayó en el mar, siendo cubierto completamente por una ola y hundiéndose hacia el fondo marino.
#11
Asradi
Völva
Asradi estaba pendiente de que Lemon no se cayese al mar. Era algo complicado, porque era un tipo grande que le sacaba demasiados centímetros no solo en altura, sino también en físico. Pero al menos así podía sujetarle de manera que ella estuviese detrás, con los brazos alrededor del pecho del enmascarado y bajo sus axilas. Era algo así como un abrazo preventivo. Aunque a veces era algo complicado mantenerlo.

¡Mira que le estaba diciendo que no se agitase! Pues nada. Asradi tuvo que hacer algo de fuerza. En un momento dado miró hacia abajo. De momento la mantarraya estaba haciendo su trabajo como era debido, agitando fluidamente las aletas de los costados para mantener, sobre todo, a Caretas a flote. Ella ayudaba, agitando suavemente también la cola, no solo para mantenerse ella a flote, sino también para ayudar al animal con el peso contrario.

Ahora bien, no había podido evitar reírse un poco cuando, en el inicial resbalón, Lemon había soltado aquel chillido agudo digno de un hombre al que le profanan el trasero por primera vez. A lo mejor Lemon todavía era uno de eses. No le importaría comprobarlo de alguna manera a futuro. Con un buen y adecuado instrumental, claro. Tras un movimiento un poco inesperado por parte de Lemon, la sirena apartó tales pensamientos de su cabeza. No era momento para elucubraciones extrañas o experimentales.

A ver, espera... ¿Caretas? — Asradi se tensó ligeramente cuando Lemon decidió que era buena idea ponerse en pie. La mantarraya era grande, sí, pero Lemon pesaba como una piedra, todo sea dicho. Y ella tampoco tenía tanta fuerza como para soportar aquel repentino peso.

Eso sin mencionar que se estaba poniendo en pie sobre una superficie resbaladiza como era el lomo de un pez plano o semiplano.

¡SI SERÁS IDIOTA! — Fue el exabrupto que soltó Asradi cuando, sin remedio, el cuerpo del revolucionario cayó, y nunca mejor dicho, por su propio peso al mar.

El pobre animal, espantado por todo el movimiento, no tardó en salir por patas, o por aletas en este caso y alejarse en un nado rápido hacia el fondo del océano. Y no para ir a buscar a Lemon, precisamente. Asradi solo soltó una maldición antes de zambullirse en el agua. Tenía que encontrarle.

No debería de ser difícil, sino fuese porque Lemon, literalmente, era una piedra en el mar, hundiéndose rápidamente. La sirena coleteó lo más rápido que pudo para alcanzarle, aunque le llevó algunos minutos debido a que la arena de los alrededores se había agitado y el agua estaba algo turbia en esa misma zona. Maldijo para sí misma una vez más cuando tuvo que detenerse, un par de segundos, para intentar observar a su alrededor.

Una piedra, un cardumen de peces payaso. Otra piedra. Caretas. Una familia de langostinos.

“¿Caretas?”.


Parpadeó en cuanto su cerebro reaccionó. Sin preámbulos, se zambulló más y sujetó a Lemon por debajo de los sobacos, antes de comenzar a coletear con fuerza hacia la superficie. Respiró agitada una vez sacó la cabeza fuera del agua, sobre todo por el esfuerzo, mientras mantenía la del varón también para que tomase aire.

¿Caretas? — Llamó, sin obtener una inicial respuesta. Asradi frunció el ceño, y se apresuró a nadar con él para intentar sacarlo fuera del agua. No sin cierto esfuerzo, logró llegar a la orilla, donde lo dejó tumbado.
No sabía si había tragado mucha agua o no, pero teniendo en cuenta los impedimentos que tenían los usuarios de las habilidades...

Joder... — Musitó para sí. Tendría que aplicar los primeros auxilios. Y eso fue lo que hizo, comenzando a bombear el pecho del contrario, a cierto ritmo y en cierto punto, antes de comenzar a hacerle el boca a boca para que el aire entrase y el agua saliese. El movimiento era rítmico y continuado, cada vez que juntaba sus labios con los contrarios para intentar insuflarle aire.
#12
Lemon Stone
MVP
Por un momento, todo fue oscuridad. No había nada más que negrura y silencio, un vacío absoluto. Entonces, se vio a sí mismo nadando en un río de nubes donde, al final, había dos grandes cerros que se abrían y daban paso a un paraíso. Se sentía… bien, como si las preocupaciones pesaran poco más que una bolsa de aire. Querías seguir nadando, quería…
 
Cuando abrió los ojos vio a Aletas dándole un beso. Vaya, no sabía que la sirena era una de esas… Rápidamente, cerró los ojos para aprovecharse convenientemente de la situación que, dependiendo del punto de vista, él mismo había creado. Sentir los labios de Aletas era agradable, pero sus mejillas y pecho inflados… No, eso no era para nada rico. Quiso jugar al desmayado un rato más, pero su cuerpo se movió solo.
 
Lemon se incorporó de golpe y tosió como si hubiera contraído neumonía, o como si casi hubiera muerto ahogado. Volvió a toser, miró a Aletas y tosió otra vez, más por gusto que por necesidad. Giró otra vez la mirada, esta vez hacia el mar. Antiguamente, pasaba horas en la playa, surfeando y sintiendo la brisa playera en su rostro, pero ahora estuvo a punto de morir. Ya no es que estuviera gordo ni maldito, sino que estaba viejo: se había hecho mayor. Lo mismo le pasaría a un anciano con artritis que intentase patinar como en sus tiempos mozos, ¿no? Una caída y listo, para el patio de los callados.
 
-Intenté nadar, quise surfear y confié en el pez… ¿Qué obtuve a cambio? Nada, solo una promesa de muerte. Creo que es un buen momento para replantearme las cosas. -Lemon volteó la mirada, encontrando los profundos ojos de su compañera-. Me salvaste la vida, Aletas. Cuando estuve nadando en el río de nubes, cuando estuve cerca del paraíso, sentí tus golpes en mi pecho. Jamás olvidaré que me rescataste de esas aguas traicioneras… Ni que me besaste sin mi consentimiento. Tranquila, no te pongas nerviosa. Me llevaré este secreto a la tumba.
 
Lemon era un hombre apasionado, alguien que sentía todo a flor de piel, un tipo complejo que no se entregaba físicamente a una mujer sin antes desearla con fervor. ¿Que a veces se aprovechaba de las situaciones para tantear límites? Puede que sí, pero era un hombre de sentimientos intensos. Si iba a besar a alguien, necesitaba que hubiera una conexión profunda como la hay entre una pizza y un gordo.  Sin embargo, no se iba a mostrar desagradecido con su salvadora; es más, tenía pensado hacerle una foto y guardarla en la página treinta y tres del MANUAL como gesto de reconocimiento.
 
-Me parece que las tablas de surf veganas no son el camino para este hombre renacido… En fin, no hay mal que por bien no venga. ¿O era al revés? Siempre se me confunden estos dichos de campesino -continuó-. Ahogarse y estar a punto de morir da hambre, ¿sabes? ¿Te apetece comer algo?
#13
Asradi
Völva
Tenía pulso, pero no sabía cuánta agua había tragado. Teniendo en cuenta la situación y que Lemon se trataba de un usuario de las habilidades, tampoco quería arriesgarse y, mucho menos, dejarle ahí a su suerte. Aunque después de la locura que había hecho... No, no podía culparle tampoco del todo cuando ella le había terminado ayudando. Asradi insufló aire un par de veces más hasta que el enmascarado comenzó a reaccionar. Se apartó de él para dejarle toser y respirar sin agobiarle, y ella solo suspiró con una mezcla de alivio y enfado al mismo tiempo. Pero primando más el alivio que el segundo sentimiento.

Toma aire despacio... — Le recomendó, mientras le daba una suave caricia en la espalda, como si intentase reconfortarle. Tras haber visto que, efectivamente, tosiese y escupiese todo el agua, Asradi entornó la mirada. ¿La última tos había sido genuina o fingida? No, mejor no preguntaba. Lo importante realmente es que Caretas estaba bien y punto.

Cuando el momento de adrenalina y preocupación pasó a un breve segundo plano, la sirena negó levemente con la cabeza.

¿Entiendes ahora lo que te dije antes? — Trató de explicarle, ahora con paciencia. — Los que se han comido una fruta de esas, están malditos por el mar. No pueden nadar. — Era un golpe duro de realidad, sí. Y no estaba siendo especialmente suave al decirlo. Pero Lemon tenía que entenderlo para no arriesgar su vida. No de esa manera al menos. — Así que, por favor, ten más cuidado.

El pez tampoco tenía la culpa, ya bastante había hecho el pobre bicho con aguantar el peso de Lemon durante un buen rato. Por fortuna, todo había acabado bien y no había que lamentar más daños que aquel susto. Ahora bien, lo del tema del beso fue algo que sí le chirrió a la sirena. Asradi exhaló un suspiro un tanto más impaciente esta vez. Incluso frunció el ceño de manera muy sutil.

Eso no era un beso como tal. Y si no te lo llego a hacer, te ahogas con el agua que habías tragado. — ¿En serio tenía tal falta de la realidad como para...? No, mejor no, mejor lo dejaba así y no enredaba más las cosas. Estaba descubriendo que, aunque Caretas parecía ser un buen tipo, estaba un poco desfasado de la realidad.

No le culpaba, y tampoco creía que fuese algo malo. De hecho, en ocasiones era hasta necesario con los tiempos que corrían. Le dió, al final, un par de palmaditas amistosas en la espalda, mientras ella se ponía “en pie”, irguiéndose sobre su cola de destellos plateados.

¿En serio te ha dado hambre? — La pelinegra parpadeó, aunque pronto se le dibujó una sonrisa entretenida. Eso demostraba, al menos, que Lemon tenía no solo buen humor, sino que estaba bien y no tenía que preocuparse más por él. No ahora mismo, al menos. — Pero tienes razón, después de todo también me ha abierto el apetito. Te sigo, Caretas. — Y, por supuesto, esperaba que él invitase después de todo.
#14
Lemon Stone
MVP
Así que de verdad estaba maldito, ¿eh? No recordaba el momento exacto en que hubiera comido una fruta extraña, una de las que aparecen en las leyendas, de esas que cuentan los marineros cuando vuelven de sus viajes. ¿Lo peor? Solo podía generar mantequilla. Parecía un poder inútil, aunque a un cocinero le habría fascinado (y a su billetera aún más, pues la mantequilla está bastante cara). Había aprendido a hacer un par de trucos, pero nada del otro mundo. Sus compañeros, Latas incluso, poseían poderes más extravagantes e interesantes, bastante más… útiles. ¿Se estaba quejando? Un poco, sí. Sin embargo, Lemon era un hombre optimista que veía siempre el vaso lleno, ni siquiera medio lleno, completamente lleno. Sacarse un hilo de mantequilla del culo siempre sorprendería a algún tonto, y además podría lubricar cosas que de otra forma le sería imposible. Generar mantequilla infinita a cambio de hundirse en el agua como un martillo, ni tan mal. 

-Tener cuidado es lo contrario a tener un espíritu revolucionario, ¿sabes? Los rebeldes hacemos cosas peligrosas, arriesgamos nuestras vidas y derrocamos gobiernos y tiranías -respondió Lemon con una sonrisa de orgullo en el rostro-. Pero prometo que tendré más cuidado con el agua. Me siento como un deportista de élite al que le acaban de decir que no podrá volver a competir porque ha perdido las piernas y los brazos, pero saldré de esta. 

En serio le gustaba un montón el surf, pero ya no podría practicarlo nunca más, a menos que… Espera un momento, ¿acaso la mantequilla se diluye en el agua? ¡Pues no! Eventualmente, podría crear su propia tabla de surf vegana y de mantequilla con la que podría surfear, solo necesitaría atársela bien para cuando se cayera de esta. Oh, era un maldito genio, y es que incluso con los dones más ridículos se le ocurrían ideas dignas de cambiar el paradigma mundial. 

-¿Y cómo que no fue un beso? Eso de tocarse los labios se llama besarse, ha sido así desde tiempos inmemorables. Joder, ¿nunca has visto una película? Mamma mia la vida que llevan los peces ahí en el fondo del mar… Pero es cierto que, si no me hubieras besado, habría muerto, así que te lo agradezco mucho -contestó el revolucionario, dedicándole una sonrisa de puro agradecimiento a Aletas-. Además, no todos los besos significan lo mismo. Si no hay pasión de por medio, ¿acaso importa? 

Lemon se levantó y le ofreció la mano a su compañera para que hiciera lo mismo, y comenzó a caminar por la playa. A pesar de tener una experiencia potencialmente mortal con el agua, se acercó a la orilla para sentir las cálidas aguas en sus pies. Era un tipo valiente, alguien que enfrenta el peligro con la frente en alto y el pecho preparado para aguantar las balas. 

-Conozco un buen sitio a medio kilómetro de acá con vistas al mar y todo. La gente dice que es medio caro, pero también es cierto que a la gente no le gusta admitir que es pobre -comentaba completamente despreocupado-. Tú no te preocupes que yo invito esta vez. Me has ayudado a surfear y encima me salvaste la vida, es lo mínimamente decente que puedo hacer por ti. Ya te salvaré yo la tuya, te lo prometo. 

Al fondo, se veía un edificio de madera bastante moderno y bonito con gigantescos ventanales y una hermosa terraza orientada hacia el mar. Sin embargo, algo llamó la atención de Lemon. Aguzó la mirada como si fuera un águila y reconoció una muchedumbre aglomerada en las puertas del restaurante. Iban todos vestidos como meseros o cocineros, aunque también había un par de normies por ahí. A medida que se acercaban, escuchaban gritos y el sonido de tambores. 

-¿Crees lo mismo que yo? ¡Jajajaja! ¡Es una maldita protesta! ¡Venga, vamos a protestar! ¡Jajajaja! 
#15
Asradi
Völva
Pero hay cosas que son innecesariamente peligrosas, Caretas. Entiendo lo que dices, pero no por ello hay que exponerse a todo. Piénsalo así. Si te pasa algo, si no llego a estar yo o cualquier otro que sepa nadar, y te caes en el agua, ¿qué pasaría? — Le miró con una expresión severa pero que, al mismo tiempo, tenía también un deje de genuina preocupación. — Arriesga tu vida por otra gente, eso sí es loable. Pero no la arriesgues por ser un descuidado. Piénsalo así. Si te mueres, ¿quién se encargará del Manual, hm?

La verdad es que no sabía demasiado de ese manual en sí, pero las pocas veces que había visto o escuchado, parecía ser un objeto importante para Lemon. Quizás si tiraba un poco de ese hilo, lograría hacerle reflexionar un poco. O eso esperaba. Fuese como fuese, al final todo había salido bien y Lemon parecía estar entero. Le sorprendía un tanto lo enérgico que estaba después de casi haberse muerto ahogado, pero era mejor eso a que estuviese paniqueando. O quizás lo último hubiese sido mejor, así se pensaba un tanto las consecuencias.

Eso no es... — Asradi negó con la cabeza. — Mejor déjalo. Al menos has entendido que no es un beso al uso. — Y claro que no había habido pasión. No le había hecho el boca a boca para aprovechase de él, ni mucho menos, sino para que volviese a respirar. De todas maneras, la sirena sonrió suavemente cuando aceptó la mano que le enmascarado le ofrecía y se irguió, moviendo ligeramente la aleta caudal para retirarse cualquier exceso de arena al estar en dicho lugar.

Una vez en pie, como quien dice, acompañó a Lemon en su caminata, vigilándole al ver que había decidido emprender la marcha por la orilla del mar. Le miró de reojo un segundo, antes de bajar un tanto la guardia al respecto. Si solo se mojaba los pies, a lo mejor no era tanto problema, asi que le dejó hacer.

A nadie le gusta admitir eso. Mucho menos cuando la pobreza, en ocasiones, es por causas ajenas a ellos. — Contestó la pelinegra en lo que iban acortando distancias donde, a lo lejos, se veía un edificio que, presumía, era el restaurante o bar del que Caretas le había hablado. — Es por eso por lo que luchamos, ¿no? Para que estas personas tengan una vida digna, y puedan decidir libremente como vivir, sin que nadie les presione o les amenace.

Poco a poco, a medida que se acercaban, Asradi pudo escuchar también el tumulto de voces, así como el sonido de los tambores. Y según se fijaba, por las vestimentas que portaban, parecían ser trabajadores del lugar. O, al menos, iban vestidos de cocineros o camareros.

Espera... ¡Caretas! — Pero ya era tarde, el enmascarado de los Revolucionarios ya se había adelantado, muy animado, para unirse a la protesta que estaba teniendo lugar. ¿Pero sería una protesta realmente? A primera vista sí lo parecía pero no podia dar nada por hecho. Además, lo suyo sería enterarse, primeramente, a qué era debido.

Así que, un poco por detrás de su camarada, Asradi se aproximó al grupo de personas. Se percataba ahora, de que no se había cubierto la cola con ninguna prenda de ropa, y eso hizo que envarase un poco la espalda sintiendo esa misma sensación de desasosiego. Pero, al menos en cuanto a los balleneros, ya la habían visto antes y por ahora todo había salido bien.

Disculpe... — Se aproximó a una de las mujeres que también se encontraban, aparentemente, protestando. — ¿Qué es lo que está pasando?
#16
Lemon Stone
MVP
Aletas tenía un buen punto. Habías cosas peligrosas, pero es que vivir es peligroso. ¿De qué servía estar en el mundo sin tomar riesgos? Había veces en las que Lemon alcanzaba un estado remoto, era invadido por una sensación que solo conseguía en el ápice de una batalla o cuando su vida corre peligro. Era casi… necesario.
 
-¡Jajaja! ¡El MANUAL no me pertenece! Es de todos quienes luchamos por la Causa, sus ideas están por encima de todos nosotros -respondió Lemon, siendo imposible razonar con él-. Y no solo hay que vivir por el resto, ¿sabes? Si quiero pasar un buen momento y eso involucra ponerme en riesgo, lo haré porque soy un hombre libre. Si me pasa algo, que me pase haciendo lo que me gusta.
 
¿Era egoísta? Posiblemente, pero es un hombre que le gusta vivir conforme a sus propias decisiones. Defender el MANUAL, luchar por la Causa, creer en un mundo donde la gente menos favorecida (pobres, negros y feos) pudiera ser feliz… ¿Era un ilusionista? Puede ser, pero prefería vivir con la ilusión de crear un mundo mejor que solo aferrarse a la realidad.
 
Escuchó la respuesta de Aletas cuando caminaban hacia el restaurante.
 
-Eres buena persona -contestó con una sonrisa grabada en su rostro-, te preocupas del resto y luchas para que las cosas sean mejor. La Armada necesita gente como tú, además la diversidad racial es importante; a los más jóvenes les encanta, ¿sabes?
 
Cuando vio al grupo de protestantes, Lemon se unió de inmediato. Pidió prestado una pancarta y se unió a los gritos. Algo pasaba con las propinas, no entendía del todo lo que sucedía, pero donde hubiera gritos y demandas él estaría.
 
Una de las chicas, cabello negro azabache y de unos veintitantos, se giró cuando Aletas le preguntó qué sucedía. Iba con un delantal marrón oscuro, hecho de cuero y con el logo del restaurante grabado. Se notaba que era una trabajadora del local.
 
-El dueño del restaurante se ha quedado con las propinas las últimas dos semanas. A veces abre, a veces cierra, y a muchos nos debe dinero -contestó la chica-. ¡Encima ayer despidió a Ronny! ¡Es un…!
 
Invitó a Aletas con un gesto de mano, intenso y llamativo, para que se uniera a la protesta. Entendía bastante bien lo que sucedía. Eran muchachos oprimidos por un jefe explotador, ni más ni menos. Protestaría hasta que hubiera que pasar a la desobediencia civil como medio legítimo de luchar por causas dignas, lo que era sinónimo de golpear puertas y lanzarle piedras a la policía.
 
-Si hay que pelear contra alguien, quédate atrás de mí -le dijo a Aletas, su deber era proteger a una camarada de la Causa-. Y hablando de peleas…
 
Un hombre medio gordo, mostacho gris y escaso cabello apareció en la escena. Iba acompañado de diez tipos vestidos como ninjas: rostros ocultos tras mascarillas de tela, chalecos contra golpes y punzadas enteramente negros, y unos bastones en sus cinturones. Finalmente, había aparecido el villano que oprimía a los trabajadores.
#17
Asradi
Völva
Asradi intercambió una sonrisa suave con Caretas cuando éste le dijo que era buena persona. ¿Lo era? A veces pecaba de egoista, pero no podía evitarlo, pues siempre había intentado primar su supervivencia por encima de todo lo demás. Al menos, cuando estaba sola. Pero ahora ya no lo estaba, o sentía que no, por lo que quizás podría permitirse el preocuparse también un poco más por el resto. En realidad, era algo que le nacía, y que en cuanto al otro sentimiento, había sido algo autoimpuesto debido a sus circunstancias personales. Iba pensando en esto cuando, finalmente, llegaron a la manifestación.

Como no, Lemon se emocionó en cuanto escuchó las protestas y las voces de los trabajadores siendo alzadas, junto con variedad de pancartas, en contra de algo o de alguien. Se adelantó y le dejó ir, aunque la sirena no le quitaba la vista de encima. No es que desconfiase de él, al contrario, pero se sentía un poco más segura con alguien cerca y en quien confiaba, sobre todo en un tumulto de personas que podían no ver con buenos ojos a una sirena. Tendría que armarse de valor y confiar en que aquella gente tendría unos buenos principios. Eran muy escasas las veces que decidía mostrar lo que era, en cuanto a su raza, a ojos ajenos. ¿Se estaría volviendo descuidada, quizás?

La mirada oceánica de la sirena se posó, entonces, en la mujer que ahora le explicaba un tanto la situación. Y, a medida que lo hacía, iba naciendo también un sentimiento de indignación al respecto. ¿Qué se creía ese tipo? Tampoco ella conocía de primera mano la situación, y solo tenía la versión de ella. Pero visto lo visto y sabiendo también como era de injusto el mundo, se lo creía abiertamente.

¿Y no habéis probado a denunciarle? — Preguntó. A veces, por muchas manifestaciones que se hiciesen, no siempre funcionaban. Recurrir a la vía legal, también a veces, era un engorro. Asradi suspiró levemente, mirando de reojo también como Lemon se implicaba en la protesta.

No podía culparle, era un trato totalmente injusto. Y el cúlmen de la protesta solo se alzó más, junto con un repentino ambiente de tensión, cuando el que parecía el patrón apareció en la escena. Y no lo hacía solo, sino que iba acompañado de otro grupo de trabajadores que, por las pintas que tenían, debían de ser afines a él. Asradi apretó levemente los labios y fue ella quien se dispuso, un poco de manera protectora, frente a la chica con la que había estado hablando hasta ahora.

Hablando de peleas... — Continuó Asradi la frase cuando, muy caballerosamente, Caretas le sugería que se quedase detrás de él. Si se creía que iba a quedarse ahí mirando solamente, el enmascarado estaba muy equivocado. — No voy a dejar que te lleves toda la diversión. Además, no me gusta ese tipo.

¿Estaba prejuzgando al del mostacho? A ver, sí, pero era inevitable. Nunca iba a aprobar a alguien que abusase de los demás. Se había prometido a sí misma, y le había prometido también a alguien más que no dejaría que más gente tuviese que pasar abusos o desgracias como los que ella había pasado. En mayor o menor medida.

¡Ey, tú, el bigotudo! — Si, tal cual. Asradi se adelantó con un par de saltitos graciosos, aunque tampoco se separó demasiado de Caretas. — No sé que quien te crees que eres para tratar así a esta gente, ¡así que ya estás tardando en pagarles!

Asradi frunció el ceño a medida que se envalentonaba.
#18
Lemon Stone
MVP
Supo que el hombre del mostacho era el villano de la historia por como reaccionó la gente cuando lo vio. Incluso para ser una protesta las personas estaban tranquilas, pero cuando apareció el bigotudo… Oh, la gente se enarboló. Los gritos se tornaron más agresivos y fuertes, las demandas más tajantes. Muchos amenazaban con entrar al restaurante y hacerlo trizas, lo que Lemon apoyaba con vehemencia, pero posiblemente no fuera una opción que le gustase a Aletas, así que, por el momento, elegiría los caminos más… pacíficos.

Como una estatua de Buda, siendo un hombre completamente iluminado y pacífico, Lemon agarró un tomate y se lo lanzó a uno de los guardaespaldas del empresario, abucheando con ahínco.

-¡Maldita sea! ¡¿Quieren dejar de tirar cosas para poder hablar?! -pidió groseramente el hombre del bigote-. Y con hablar, me refiero a hablar entre seres humanos. ¿Desde cuándo contratan a fenómenos de circo para las protestas…?

Uy, esos comentarios no le gustaron para nada a Lemon. ¿Quién se creía él para insultar así? Entendía que no lucía como el resto, era notoriamente diferente, pero no eran motivos para discriminarle. ¿Acaso ser distinto al resto era una especie de pecado o algo por el estilo? ¡Por supuesto que no! Solo los que son diferentes y van en contra de los estándares normativos imponen modas y nuevas formas de ver la vida. Así que Lemon, bastante seguro de que no era ningún bicho raro, dio un paso hacia delante y encaró al hombre del bigote.

-¡No toleraré que me insultes! ¡¿Acaso te crees muy perfecto como para tratarme de fenómeno de circo, estúpida pelota de playa?! ¡Si eres tan gordo que me sería más fácil saltarte que rodearte, hijo’puta! -gruño Lemon, colocándose delante de Aletas.

-¡¿Cómo que pelota de playa?! ¡Esta panza está de moda, maldito ignorante! ¡Y ni siquiera me refería a ti, sino a esa cosa con cola! -aclaró el empresario, furioso por los comentarios del revolucionario.

-¡¿Eh?! ¡¿Y acaso te crees muy perfecto como para ofender a mi compañera, trozo de manteca?! -La situación estaba escalando porque ninguno de los dos se entendía ni hacía un esfuerzo por calmar los ánimos-. Ya verás, sucio empresario. ¡Ningún servidor de Gran Capital podrá oprimir a la clase trabajadora en mi guardia! ¡Te disculparás con Aletas, pagarás las propinas y nos regalarás una cena gratis a todos los presentes! ¡Incluido el vagabundo de allá!

-¡¡¡SEEEEE!!! ¡¡¡CENA GRATIIIIS!!! -se unió el vagabundo, cansado de rebuscar entre la basura cualquier sobra medianamente apetitosa.

-¡De ninguna manera! Además, ¿quién eres tú y por qué estoy perdiendo mi tiempo hablando contigo? ¡Quiero hablar con el representante de esta manifestación ahora mismo!

-¡Soy el Enviado por la Causa! ¡Soy quien esparcirá las brasas de la Revolución por todo este corrompido mundo! -rugió, las manos firmemente empuñadas-. Y si no vas a darnos esa cena gratis, entonces nos la darás por la fuerza. ¡Trabajadores oprimidos, escuchen con atención! ¡Este es el último día en que el gordo del bigote abusa de nosotros y se queda con nuestras propinas! ¡Es hora de darle su merecido! ¡Hoy hay barra libre! ¡El último en llegar es huevo podrido, jajajaja!

Y tras lo dicho, Lemon comenzó a correr directo hacia el restaurante. Uno de los guardaespaldas intentó detenerlo, pero el revolucionario era una máquina de destrucción absoluta, y lo hizo a un lado sin ninguna dificultad. Cuando llegó a la puerta, la derribó con un cabezazo y entonces comenzó a entrar la gente.

-¡¡¡NOOOOO!!! ¡¡¡MI HERMOSO RESTAURANTE!!! ¡¡¡MALDITOS MONSTRUOS, ME LAS VAN A PAGAR!!! -gritó el empresario.
#19
Asradi
Völva
Era verdad que, quizás, había comenzado increpándole de alguna manera un tanto directa. Pero es que no podía con las injusticias y ver a toda esa gente protestando por algo por lo que tenían derecho, le removía las entrañas. Era lo de siempre: gente honrada y trabajadora siendo explotada o abusada por los que más poder tenían. En este caso, su jefe. Asradi frunció levemente el ceño cuando el gordinflón comenzó a increpar. ¿Fenómenos de circo? ¿En serio había dicho eso? Por inercia, fue Lemon el que pareció adelantarse sintiéndose insultado. La sirena, por su parte, suspiró cuando el revolucionario dió un paso hacia delante. Incluso una de sus manos atrapó, suavemente, la ropa de Caretas cuando se fue a por el del bigote y se colocó, a la defensiva, delante de ella.

“... Sino a esa cosa con cola”.

. . . — La mano que, hasta ahora, tenía sobre la ropa de Lemon, comenzó a estrujar la tela de manera mucho más fuerte.

Los labios de Asradi se apretaron ligeramente, y su mirada azul se tornó de un gris más suave, como si se tratase de un cambiante océano. Esa cosa con cola. Era verdad que, teóricamente, ya debería estar habituada a esa clase de tratos despectivos. Había recibido vejaciones e insultos por la raza a la que pertenecía. Había visto ese mismo trato también a otros de su especie, a otros gyojin. La extremidad de la sirena tembló ligeramente antes de ir soltando, poco a poco, la prenda de ropa de Caretas.

Tras eso, el enmascarado se encendió a tal punto que terminó arremetiendo no solo contra uno de los guardaespaldas sino también contra la puerta, derribándola con un notorio estruendo. Por supuesto, el resto de trabajadores no perdieron el tiempo y fueron tras él, comenzando a reclamar el interior del restaurante.

Quien no se adelantó tanto fue la sirena, sino que se fue aproximando más tranquilamente hacia donde el dueño del establecimiento se encontraba, ahora con las manos en la cabeza y clamando de que les iban a pagar todos los daños y desperfectos. En el más completo de los silencios, se quedó al lado del histérico panzudo y poco a poco fue mirándole de reojo.

Esta cosa con cola... — Comenzó a decir, entornando levemente la mirada. De hecho, a medida que hablaba, sus dientes se iban afilando o, más bien, iban mostrando su verdadera naturaleza de sirena tiburón. — … Puede hacer que tu restaurante no termine tan destrozado. — Hizo un gesto con el mentón hacia delante, señalando donde Lemon y algunos de los empleados comenzaban a hacer alboroto. Sobre todo comenzando a beberse, de gratis, las carísimas botellas del bar.

Para, acto seguido, continuar.

… O podemos dejar que te vacíen el bar y la caja registradora. Y lo que sea que tengas guardado en tu oficina, ¿hm? — La sonrisa de Asradi se estrechó de manera suave antes de, ahora sí, adelantarse hacia el interior del restaurante.

Oteó el lugar hasta que vió a Lemon, al cual sonrió abiertamente.

Voy a buscar donde guarda el dinero. Imagino que algo tendrá escondido en algún lugar. — Le hizo un gesto suave a dos de los camareros que se habían unido a la manifestación, para que la guiasen por el interior del loca.

Como Asradi se llamaba que iba a buscar esas propinas aunque fuese arrancándole el bigote de cuajo a ese tipo.
#20


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