¿Sabías que…?
... Eiichiro Oda empezó la serie con la idea de terminarla en 5 años, pero se dio cuenta de que en esos 5 años que la trama ni siquiera llegaba al 50%.
[Común] ¿Que veo? ¡Un rival! [Libre]
Tofun
El Largo
El pequeño Timsy era como un torbellino incontrolable de imprudencia y valentía. — Ai... Pequeño, un verdadero guerrero no tiene enemigos —espeté, intentando hacer una reflexión profunda que ni yo mismo era capaz de comprender del todo. A menudo, la sabiduría se encuentra en los lugares menos esperados, y en ese momento, vi en Timsy no solo la imprudencia de su juventud, sino también la chispa de un futuro valiente. Después disfruté de una breve estancia con Panda, Umibozu, su hermano, y Yoshi. Agradecí con un asentimiento de cabeza, a modo de reverencia, toda la información que el amable Yoshiro había aportado. La malta… — Buena elección, sin duda. A mí también me gusta mucho —sonreí, recordando las veladas pasadas donde la malta había sido el catalizador de tantas historias compartidas. Sabía que, en un futuro, tal vez invitaría a aquel tipo a probar una de las mejores maltas de mi vida, una que seguro lo sorprendería tanto como a mí en su momento.

Reí ante los comentarios del Panda; si realmente era capaz de comer lo mismo que Umibozu, me dejaría completamente asombrado. Su habilidad para manejar la comida era casi legendaria y me hacía reflexionar sobre el valor de disfrutar de los pequeños placeres de la vida. Me hizo gracia también su comentario sobre la carne de panda, insinuando que no era apetecible, dejando claro, con astucia y humor, que no merecía la pena intentarlo. ¡Era un Mink de Zou! Estos viajeros de tierras exóticas eran raros por aquí, y aún más curioso era que fuera un pirata. Pero no era un pirata común; era un modesto aventurero que viajaba en una tartana, catando bambú y explorando el mundo de una forma que pocos se atrevían. Su vida, aunque sencilla, estaba llena de color y sabor, algo que todos los aventureros deberíamos recordar.

Bueno, chicos. Nosotros nos tenemos que ir. Ha sido un placer conoceros —les dije, sintiendo una mezcla de gratitud y nostalgia. — Os deseo la mejor de las suertes en vuestras aventuras. ¡Hip! Espero volver a veros — Me despedí. Sin más dilación, le hice un gesto a Umibozu y a Timsy, y partimos hacia nuestro destino, dejando atrás a aquellos singulares y memorables personajes. Mientras caminaba, no pude evitar reflexionar sobre cómo las conexiones efímeras pueden dejar huellas profundas en nuestros corazones. Cada encuentro, cada risa compartida, se suma a la historia de nuestras propias aventuras, y estoy seguro de que volvería a cruzarme con ellos en este vasto mundo lleno de sorpresas.


Info
#11
Umibozu
El Naufragio
La situación estaba tranquila. Nadie parecía haber caído en las provocaciones de Timsy, lo cual agradecía. Me había propuesto pasar una mañana tranquila, no tener que actuar de pacificador. Aspiraba profundamente la pipa, llenando así los pulmones de humo. La combustión de las plantas marinas empezaba a dejar un agradable olor a mar en el ambiente. Podías sentir el salitre inundando las fosas nasales y adhiriéndose a tus escamas. O piel en el caso de los humanos. O pelo en el caso del panda parlante. Sentir el humo calentando la caja torácica mientras disfrutaba del sonido de las olas de fondo era algo increíblemente relajante. Las aves piaban, acompañando con su melodía la base marina. Al exhalar el aire trataba de hacer formas con el humo. Movía los labios de formas harto cómicas y ridículas para conseguir moldear el gas, mientras contenía parte de él y lo liberaba en el flujo discontinuo y controlado. O lo cortaba por completo para dejar que la forma se liberase por completo y obtuviera su tan ansiada independencia. Mientras tanto, Timsy trataba de nuevo aspirar. No poder obstruir por completo la boquilla le impedía fumar con normalidad y lo que recibía en cambio era una masa de humo que le dificultaba la respiración. Naturalmente, comenzó a toser.

-¡Escamas! Tengo que hacerme una de mi tamaño…

Resoplé. Hubiera querido decirle que no debía fumar, pero, ¿quién era yo para decirle nada? A fin de cuentas se había sabido cuidar todo este tiempo él solito. Era habitual que en su edad quisiera experimentar y probar cosas nuevas. Seguramente a la primera o segunda calada se ahogaría, sentiría la lengua espesa y acartonada y dejaría de intentarlo para siempre. De hacerlo, podría decirse que sería más inteligente que yo. Aunque me encantaba fumar en pipa, sosteniendo el cazo con la mano ahuecada mientras acompasaba la respiración y paladeaba los diferentes sabores que las diferentes algas desprendían.

-Me aburro, ¿no vamos?

Asentí. Di una última calada y guardé la pipa. Después me coloqué a cuatro patas y dejé que Timsy se montara sobre mi lomo, como quién monta a un delfín domado – Un placer-lurk – añadí para despedirme del panda y del humano. Me giré y volví de nuevo a la playa hasta sumergirme en las profundidades del vasto océano que conformaba el East Blue.

OFF


#12


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