Alguien dijo una vez...
Monkey D. Luffy
Digamos que hay un pedazo de carne. Los piratas tendrían un banquete y se lo comerían, pero los héroes lo compartirían con otras personas. ¡Yo quiero toda la carne!
Tema cerrado 
[Aventura] [Tier 1] Caprichos de ricachones...
Hyun Yeon
Tsubaki no Ken
Asentí en respuesta a Teddy y bajé del pescante de un salto, uniéndome a Yoshiro y a la mascota de Lovecraft. En aquel momento seguía pensando que era solo un animal muy raro y bien adiestrado, algún tipo de roedor con habilidades de imitación dignas del mejor ave parlante y listo como un mono. Yoshiro por otro lado me resultó extraño de maneras similares. Sus dientes eran puntiagudos y afilados y su manera de comportarse, asalvajada. Contrastaba con Jimbo en tanto que Jimbo parecía un animal tratando de comportarse como una persona y Yoshiro una persona comportándose como un animal. Terminó de captar mi atención cuando se agachó a olfatear el suelo e informó que había captado el rastro de algún herbívoro. Me acerqué a él, francamente impresionado por sus habilidades - Es la primera vez que veo a alguien rastrear de esta manera sin perros. ¿Cómo lo haces? ¿Siempre has tenido un olfato así de bueno, o aprendiste a reconocer olores de animales? - si era posible aprender a hacer algo así, era algo que me gustaría saber.

No me terminaba de convencer la propuesta de Yoshiro, pero antes de que pudiera dar mi opinión, Jimbo se acercó y terminó de romperme los esquemas. Hablando de manera coherente (descuidando el hecho de que no sabía pronunciar mi nombre) me preguntó por una persona con un nombre extraño y me enseñó una foto. En el momento no fui capaz de centrarme en las preguntas de Jimbo, pues la revelación de que era un ser pensante y no una mascota me dejó anodadado - Tú... ¿cómo...? - sacudí la cabeza, tratando de aclarar mis ideas - Perdona por la pregunta y que sea tan directo, pero, ¿qué eres? - en el momento no me paré a darle importancia a que la manera de preguntárselo pudiera resultar ofensiva. ¡Era un animal que hablaba! - ¿Eres alguna clase de usuario de una akuma no mi? ¿Cómo puede ser que parezcas un animal y hables? En cualquier caso... en respuesta a tu pregunta, no reconozco a esa persona, lo siento. No hace demasiado que salí de mi isla y empecé a viajar, y desde luego no he oído de nadie con un nombre tan raro o ese aspecto en mi tierra natal.

Aún tratando de aclarar mis ideas, me giré hacia los clientes y hacia Teddy. La decisión les correspondía a ellos, pero esperaba que al menos la tomasen con cautela. Si salían del vehículo, estarían más expuestos a peligros y sería más difícil protegerles - Creo que ya han oído a mi compañero. El rastro lleva hacia el norte. Como bien dice, si dejamos el carruaje probablemente sea más fácil sorprender a los animales, pero también sería más peligroso para ustedes. Por no mencionar que más agotador. En su lugar, propongo acercarse lo máximo posible con el vehículo y que traten de hacer blanco desde lejos con sus armas de fuego. Además, así podrán mostrar sus habilidades con el fusil. Pero por supuesto, la decisión recae en ustedes - concluí, esperando que dorarles un poco la píldora diese sus frutos. Dirigí también una mirada furtiva a Teddy y a Lovecraft, pidiendo silenciosamente su apoyo.
#11
Terence Blackmore
Enigma del East Blue
Aquellos que buscan el poder simplemente en el dinero, están condenados a vivir constantemente en una contradicción consigo mismos. Esa fue la idea que en mi mente nació al ver tan deplorable ejercicio de poderío.
Estaba claro que sendos cazadores furtivos creían estar por encima del alcance kármico del bien o del mal, y se creían merecedores de un trato distinto donde nosotros como trabajadores no éramos más que basura.
No pude evitar sonreír mientras aún ignorando un poco a toda la troupe de recién llegados que se encontraban en las proximidades, miraba a la lejanía del carro con cierto pasotismo que probablemente hiriera el estatus sobre el cual se creía esa calaña de ricos.

Ya estaba acostumbrado, pero por una vez no tenía la obligación de establecer un protocolo, ni de aguantar caprichos mundanos, así que me tomé mis segundos para centrarme en el entorno, en mi, y comencé a replicar con pequeños golpes de mis dedos extendidos sobre una de las maderas estructurales del carro, una sinfonía en la que había estado trabajando. Nada suficientemente audible, pues los coros e instrumentos nacían y morían en mi imaginación.

Vuelta a la realidad, me fijé en un hombre entrado en edad, de músculos tenaces y vivos, así como una clara expresión de tranquilidad pero también de cierta alerta. Era Lovecraft, aquel anciano sabio con el que había hecho ciertas migas otrora en un pequeño pueblo costero ubicado en la Isla Kilombo llamado Rostock al que me había aficionado a ir en los últimos tiempos.
No sabía muy bien por qué, pero agradecí encontrar su terca mirada durante mi rápido vistazo, y lo asentí con decoro y formalidad.

-Lovecraft, siempre es un placer verle. Lástima que aquí no encontremos los valores que tanto anhelamos... ¿Verdad?-  musité en voz calmada, audible pero lejos de una señal de ofensa, mientras dedicaba una sonrisa cómplice al asceta.

Reparé entonces en el resto de personas que nos acompañaban. Un hombre salvaje de cabellos rojizos y vestimentas salvajes y modales cavernarios, que se puso a rastrear con... ¿Un suricata parlante?  Era bastante extraño ver un Mink en este lado del mar, pero yo había tenido la suerte de verlos más de cerca que otras personas. Pueden ser extraños, pero también son una mano de obra muy eficiente y tienen unas características fisionómicas únicas. Mi familia llevaba mucho tiempo obligándolos a trabajar, y por contra de ellos yo no era un racista. Simplemente me limité a mirarlo con curiosidad.

Por último, un joven que parecía bastante educado y el más normal de todos los que éramos. Sin tintes de grandeza, portes arcaicos, maneras de un perro o simplemente un animal. La situación parecía como mínimo, divertida.

-Hola Hyun, disculpa mi tardanza pero estaba observando el paraje- comenté con simpatía, mostrando en un gesto con el dorso de mi mano cómo poco a poco el terreno artificial del resort iba mutando para llegar a los primeros tintes salvajes de la sabana. -Esta belleza natural a veces me deja más ensimismado de lo que puede parecer. Soy Terence- continué mientras me cruzaba de piernas al tiempo que apoyaba en brazo cómplice de la pierna superior sobre esta, y en la mano al final del brazo sobre la zurda, mi cabeza dejando ver el lunar bajo mi ojo vagamente sugerido bajo unas gafas de sol púrpuras que no ocultaban completamente mi mirada.

No pude evitar mirar con cierta frialdad a ambos ricachones que aproximaban unas débiles e impacientes manos sobre sus armas de fuego y hacían gesto para que nos apartáramos mientras con la mirada buscaban presas al tiempo que el paraje se convertía totalmente en el objeto de deseo de estos.
No pude encontrar la diversión de la caza que estos embrutecidos niños grandes hallaban en la caza menor. Deberían probar una caza tal cual se celebraban en nuestra familia. Una caza de seres conscientes, como humanos armados, o incluso de minks como el que nos acompañaba.

Suspiré, en seña de negación y resignación, y me eché ambas manos a los bolsillos, buscando las nudilleras con mis dedos y preparándome para lo peor. La muerte siempre acecha a aquellos que la blanden sin tener consciencia alrededor de ella y, tristemente, eran mi responsabilidad ahora.
#12
Rengetsu D. Tenji
Príncipe Ciego
Todo este trabajo sin duda dejaría un regusto amargo en los participantes que habían aceptado el encargo seducidos por un monto de dinero que al fin y al cabo estaba representando una cantidad ínfima y ridícula de lo que el resort estaba cobrando a esos dos pobres ilusos que se pensaban que realmente experimentarían algo como una caza emocionante. Todo muy bien medido por los organizadores que intentaban que los participantes estuvieran a punto de probar las mieles del éxito y la adrenalina que la caza suponía, pero dejándolos siempre sin una culminación final que los llenara de gozo y satisfacción, todo con el fin de generar la necesidad y ansiedad de repetir el proceso una y otra vez.

Por eso la función de los guardaespaldas era tan importante, como el directo dijo su deber era conseguir que esos hombres obtuvieran algún trofeo menor, puesto que la mayoría de animales que les incitaron hábilmente en el hotel de cazar se encontraban en la zona norte de la isla donde no podrían ir. Pero por ahora el grupo de escoltas estaba siendo un poco indiferente hacia su cometido y los nobles. Se podría decir que literalmente ninguno estaba trabajando o al servicio de aquellos ricachones, porque estaban más pendientes de conversar entre ellos conociéndose mejor que de los ricachones. En especial Terence y Lovecraft que estaban teniendo unas escuetas palabras, en especial por parte del silencioso monje, rememorando un encuentro previo entre ambos.

Aunque bueno, no era así para todos, puesto que aun ignorando un poco a los clientes, dos de los miembros de la comitiva decidieron. Estos eran Yoishiro y Jimbo, los dos escolta medio persona y medio animal, aunque uno más que el otro. Ambos habían captado el rastro de animales hacia el norte, el chico medio pez dedujo agudamente que un animal de gran tamaño que se moviera en manadas debería ser un herbívoro, conforme avanzaran por ese camino el rastro de pasto mordisqueado denotaría que estaba en lo cierto.

- La verdad es que prefiero que vayamos en el carruaje todo lo posible, al fin y al cabo me niego a tener que estar corriendo detrás de un animal - Diría el más bajito y gordo de los dos hermanos, evidentemente en un acto de pereza máxima a cualquier ínfima cantidad de esfuerzo - Hermano, si no te mueves un poco no lograras ningún trofeo - Le diría con un poco de sarna el otro hermano, que aunque más delgado que su familiar, se notaba la nula tonificación de su cuerpo y la baja resistencia física, por mucho que seguramente se alimentara mejor que el otro, este demostraba con su porte y físico no haber salido de su casa sin ser transportado por otros - ¡No seas estúpido, ante un trofeo claro que iré detrás hasta demostrarle quien manda, pero si son herbívoros no me ensuciare por ellos! - El hombre se exalto un poco - ¡Tu cochero, ve hacia el norte de todos modos, donde hay presas es posible encontrar al depredador! - Diría de una forma sorprendentemente asertiva el hombre aunque propinando una leve patada a la cintura de Teddy aprovechando que se encontraba en pie a su lado, como indicándole que espabilara.

El guía con una pequeña mueca velada y escondida del campo visual de los clientes aguantaría pensando en su empleo y el dinero que depositarían los hombres, controlando con las riendas a los caballos para avanzar hacia el norte por un rato siguiendo el rastro que los dos medio animal estaban siguiendo. Conforme subían por la isla se hacia presente en el horizonte la gran meseta central destacando por su imponente estructura rocosa. Aun a una cierta distancia se era capaz de divisar una manada de Ñus pastando justo a los pies de la meseta - Señores creo que ya diviso posibles blancos - Moddy permanecía tranquilo aunque con su arma lista como si buscara algo cerca de la manada entre la maleza. Mientras que su hermano Brand se emociono al ver al final presas y se coloco casi delante del cochero como si estuviera a punto de saltar del carro con el arma torpemente sujetada apuntando hacia delante, temblándole las manos, podría disparar en cualquier momento. Pero los animales estaban lo bastante juntos como para que con un tiro torpe lograra golpear alguno?

OFF
#13
Yoshi
Yoshi
El roedor hablador decía cosas extrañas pero con mucho animo se presentó como Jimbo. Ahora Jimbo y Yoshiro trabajan juntos para encontrar presas fáciles para los ricachones que viajaban cómodamente en la carreta. Yoshiro logró encontrar un rastro que apuntaba a ser de herbívoros y no dudo en un segundo para compartir su descubrimiento con el resto.

Su hazaña sorprendió a sus compañeros y tanto Hyun como Jimbo se acercaron a él para felicitarlo y preguntarle  cómo lo había logrado-¿Yo he sido?-aunque la verdad Jimbo hablaba bastante curioso ¿Sus felicitaciones eran para él o para el joven?-Soy Yo-chi-ro. Y si, mi olfato es de nacimiento-explicó su nombre a Jimbo y reveló su habilidad de olfato a Hyun-Pero tienes razón, he tenido que entrenar para aprender a diferenciar olores. Gracias a eso es que supe que eran herbivoros por qué su olor es parecido a una vaca-aunque le respondía a Hyun también a Jimbo, la verdad nunca había olido aquel aroma pero al igual que suele oler parecido un perro de un lobo no era raro que un gato Olivera similar a un felino más grande.

Aunque el pasto también me ayudó-mencionó rápidamente mientras Jimbo enseñaba una foto muy pequeña de un sujeto. Por su parte Hyun lo tomó tan de sorpresa que le preguntó al animal que era exactamente-No conozco a ese hombre. Y yo también tengo curiosidad por tu raza. De dónde yo vengo no hay animales como tú -aunque su olor fuera parecido a ratones de campo. 

Hyun tenía un buen punto, la carreta aportaba seguridad y conforme pero Yoshiro la veía un poco limitante. Los ricachones tenían el último voto y escuchando consejos de su mayordomo empezaron a discutir, obviamente el más gordo no quería esforzarse de más mientras que el otro tenía ganas de la aventura (aunque su cuerpo tampoco fuese el más atleta). 

Al final continuaron en el carruaje aunque la actitud del más gordo había sido bastante molesta para Yoshiro, aquella patada al conductor había sido de lo más innecesaria pero entendía que ese tipo de personas era así-Me pregunto cuánto dinero me podrían descontar si "accidentalmente" dejo morir a ese tipo-su cabeza llena de ideas lo mantenían ocupado mientras seguía el rastro claro de los animales.

Al final encontraron al rebaño de vacas, la verdad no eran vacas, eran más flacos y peludos pero como Yoshiro intuyó eran herbivoros. Ahora lo que tocaba eran encontrar el posicionamiento perfecto para hacer que los ancianos y enfermos quedaran atrás y fueran el tiro perfecto para los ricachones. Uno de ellos parecía no contenerse más y estaba apunto de saltar a matar, Yoshiro al notarlo decidió advertirle-Disparar ahora sería un error. No solo espantaría al rebaño sino también a los depredadores-aún no tenía el aroma de alguno pero eso posiblemente se debía a que no había viento-Guarde sus balas para los rezagados que se separan del rebaño, si hay depredadores no tardarán en hacer su movida-quizas no podían controlar a los animales pero podían beneficiarse de sus instintos.
#14
Gautama D. Lovecraft
El Ascendido
El incesante bailoteo del carruaje con tanto bache empezaba a minarme la paciencia en la tarea que seguíamos llevando a cabo. La sabana, se extendía como un manto de tonos cálidos y sutiles verdes hasta los límites que la componían, y cruzándola por el camino que la surcaba estábamos nosotros, al servicio de 2 tipos que mucho dejaban a desear en cuanto a humanidad y respeto se refiere.

Con una cara y gesto de circunstancia, respondí a Terence, el chico era astuto y tenía la suficiente perspicacia para percibir la falta de modales y valores de los que carecían el dúo de clientes. Y aunque no era una tarea en la que estuviera en peligro la vida de un gran número de gente, aquel encargo tan poco gratificante era sumamente irritante, y el chico también sería consciente de lo ridículo que eran los deseos y hobbies de esta gente. Gente aburrida con dinero.

En una conversación entre ambos, no pude evitar pegar el oído a lo que hablaban mientras divisaba el paraje, estaba en su mismo carruaje, y en que momento lo hice, pues nada de lo que hablaban me sorprendía ni jugaría en favor de los 2 para que el trato hacia ellos cambiase. De hecho empeoró.

El gordo prepotente se dirigió hacia el conductor, estuve a atento de ello, tenía ya cierto historial que no le favorecía hacia el contacto con los demás, y aunque esperaba que recordase cierta mirada que le dediqué antes, por no escoger unas mejores palabras para el grupo, lo cierto fue que, además de poco respeto, también tenía poca memoria. Yo estaba relativamente cerca del conductor, espalda con espalda y al costado de Terence, cuando el cliente se levantó para dirigirse al primero hasta la parte frontal del carruaje. Su rechoncha pierna se levantó hacia delante en dirección al tipo de las riendas, no lo haría con fuerza, pero si con una prepotencia y desprecio que no iba a tolerar.

Con la mano derecha, alcancé para bloquear dicha trayectoria, la punta de su bota tocaría irremediablemente a la altura de la cintura del conductor, pero yo amortiguaría la mayor parte del impulso.

- NI UNA MÁS -

Le advertí seriamente con una mirada penetrante. Sabía que no tenía un semblante enfadado, ni un ceño extremadamente fruncido, no me haría falta. Tenía otras virtudes que le harían saber a aquel indeseable, que aunque fuera rico, influyente y portase un rifle, aquí, en medio de la sabana no era más que nadie, y aquel ultimátum, sumado a la leve presión que ejercí con los dedos sobre su tibia, le indicarían que allí en medio de la naturaleza no debía de volver más a las andadas. O quizá, no volvería al complejo.

La intimidación era al fin y al cabo un juego mental entre 2, y el cliente gordo, si valoraba sus bienes, cosa de la que estaba seguro de que sí, de ahora en adelante se limitaría a cazar lo que fuera que se mueva para a llevárselo. Yo ya tenía suficiente con mentalizarme y saber que un animal sería asesinado por plena diversión, tener que aguantar un trato tan inoportuno como extra, no lo consentiría.

Acto seguido, me bajaría del carruaje para ir a patas, adelantándome, no aguantaba un segundo más compartiendo ese espacio con aquel. Me centré en lo que hablaba el resto del grupo, quería acabar cuanto antes para no tener que verle la cara más. Afiné la vista hacia la dirección que tomó el carruaje, el norte aunque fuera peligroso, ofrecería piezas de caza de mayor prestigio para seguir alimentando el ego de esos 2, por lo que presté atención a lo que podría venirse.

Quizá no tuviera un olfato tan fino como un depredador, o un oído tan pulido como una presa, pero mi experiencia me otorgaba una buena capacidad de deducción ante ciertas situaciones y, aquella manada de Ñus solo podía significar una cosa. Que los depredadores de estos podrían andar relativamente cerca.

Con una mano hice rápidos aspavientos para el grupo, estaba unos 2 metros por delante del carruaje, por lo que el conductor podría verme claramente e interpretar aquello para que parase el avance. Con el índice de la mano restante indiqué lo que veía algo más lejos de la manada de ñus. Un total de 4 sombras parecían zigzagear entre los altos pastos de la sabana, ocultando su presencia a los hervívoros, pero desde nuestra posición podía verse a lo lejos como de manera furtiva acechaban la comida.

Era el momento de prepararse, no sabía qué tipo de reacción tendría el grupo y los ricachones, pero si estos últimos querían acción, ya se la había enseñado. Puede que fuera algo anómalo el trato hacia estos, y que no estuvieran acostumbrados a que le marcasen límites, pero tampoco podrían decir, que el viejo de la cuadrilla chocheaba.
#15
Terence Blackmore
Enigma del East Blue
En medio de un trayecto árido y desalentador, el carruaje en el que nos encontrábamos avanzaba con gran dificultad, fruto de la nula adaptación de las ruedas del transporte que claramente no estaban adaptadas a un terreno calloso e irregular. El vaivén incesante y molesto, comenzaba a provocar que los ánimos se tornaran furiosos y que las personalidades se prendieran en un perfecto cóctel para el desastre.
El vasto paisaje de la sabana se extendía ante nosotros, como un extenso manto de tonalidades cálidas y verdes sutiles, que se perdían en el horizonte incierto.

Agradecí en silencio y con dicha la calma que acontecía con la suntuosa danza del carro mientras todo el mundo permanecía en silencio.
Entendí que mis acompañantes eran todos silenciosos, pues el joven, al que le había tendido la mano en señal de saludo y cortesía, me había ignorado vilmente.
Tampoco es que realmente me importara demasiado, era un simple trámite, pero admito que el mudo tenía más carisma.

Hablando del señor Gautama, el zelote mudo de vestimentas exóticas que había conocido un tiempo atrás en la preciosa Isla de Rostock. Un hombre enigmático, parco en palabras, pero sabio y con una apreciación por la vida bastante similar a la mía, a pesar de que nos encontrábamos en extremos totalmente opuestos de la cuerda de la vida. Este me devolvió el saludo y mi apreciación en un gesto cómplice que supe entender por la sintonía natural que profesábamos hacia la vida. Sonreí veladamente ante su mirada.

Aunque la calma espectral inundaba el viaje solo perturbada por el incesante tintineo de los cascos de caballos al chocar contra un suelo cada vez más térreo y seco, pronto palideció ante la mayor muestra de actitud esnob y clasista que había visto en los últimos tiempos, pues sendos adinerados se acercaron cada vez más a nuestra posición, colindante con la del cochero, y le obligaron a moverse e instaron a una mayor prisa por medio de una patada y cierto maltrato verbal innecesario.

Esta gente no sabía que la mejor manera de azuzar a alguien es el sutil verbo que se clava en forma de daga en el pulmón, pero pronto quizá sí lo harían.

El anciano devoto de veto autoimpuesto había tomado una decisiva, pero humana decisión al interponerse entre el golpe y el atacante, con una rápida y sonora abnegación ante dicha injusticia y un semblante totalmente intimidante.
Era la hora de jugar mis cartas.

-Señores, señores... vamos a calmarnos... ¿No creéis que este sol asfixiante está elevando el calor de todos nuestros ánimos?- dije, tendiendo mi emboscada verbal, al tiempo que el atlético hombre en la senectud, cambiaba de lugar para unirse al grupo de rastreo. -Creo que tengo la solución- musité al tiempo que me acercaba a ellos con el semblante oportunista de alguien cometiendo una fechoría, ofreciéndoles una cantimplora con alahas de mala calidad, llena de agua fresca, que sacaba de mi trasera. El método del condicionamiento estaba preparado.

Tras darles el enjoyado matraz, me acerqué al cochero, y traté de sentarme como pude cerca de él, y le susurré al oído en un tono algo viperino y casi como un silbido, pero lleno de empatía y comprensión una razón para animarle:
-La sabana es peligrosa, y nadie puede culparte por el ataque de un desbocado animal... ¿Verdad?- continué sonriendo de manera honesta, casi melosa, tratando de agitar el avispero.

Podría ser que finalmente los falsos aristócratas conocieran el miedo, y eso me parecía una experiencia casi catártica.
#16
Jim
Hmpf
- Al de una vaca... - Repetí en voz baja tras escuchar la explicación de Yohesido sobre sus extrañas capacidades. Había visto vacas antes, que gustillo daba tocarles las te... ¡Ñus! ¡Ñus en el horizonte! Toda mi atención se volcó en al presa que ahora adornaba el horizonte, el paisaje era envidiable, Isla de Cozia era sin duda mi segunda isla favorita, también era la segunda en la que había estado. 

Entonces vi como en la casa con ruedas uno de los líderes pudientes hacía el ademan de golpear al conductor y era hábilmente interceptado por el viejo. Ya sabía yo que el viejo era un crack, solo hace falta verlo. Me acerqué dando saltitos mientras la escena se desarrollaba ante mis ojos, que curiosa conducta humana, no entendía muy bien lo que estaba sucediendo y les aseguro que estaba intentándolo. El viejo parecía intimidarlos, el flaco cuyo nombre desconocía intentaba calmar los ánimos para luego sentarse con el cochero, el viejo se alejaba... ¡Eran muchos estímulos! Me acerqué correteando al viejo que ahora se acoplaba al grupo de Yohesido y Pium, cuando llegué junto a ellos intenté alegrar al trío. - ¿Cómo están los máquinas? ¿Bien? ¿Ahora que hacemos va? ¿Cazamos uno de esos para que los gordos y sus familias puedan comer? - Ni si quiera entendía el concepto de matar por placer, en mi isla natal existía una leyenda de un felino que se aseguraba de que las leyes naturales se respetasen, a causa de ello ningún animal osaba matar mas de lo necesario para alimentarse, por fuerte que sea.

Me metí un dedo en la boca, lo chupe y lo levanté para comprobar la velocidad y dirección del viento, algo fundamental en el acecho de una presa. Nunca había cazado un ñu pero entendía que funcionaban de manera similar a muchas otras especies. Después me froté las manos e impaciente me dirigí hacia la casa con ruedas para preguntarle al cochero. - ¿Tu también necesitas alimento para tu familia? Si es así tendremos que... - Saqué las manos y comencé a contar con los dedos muy lentamente, llegué hasta la friolera de dos dedos. - Pues si, tendremos que cazar lo menos dos ñus. Por cierto. ¿Tú como te llamas? Yo soy Jimbo. - Ahora me refería al peliblanco, fue en ese momento cuando me enamoré, tras el los gordinflones sostenían dos... dos palos metálicos con miras. ¿Qué era aquello? ¿Cómo funcionaba? ¿Eran catalejos o unos arcos modernos? - ¡Que pasada tíos! ¿Cómo van esas cosas? - Las miré desde la distancia, perplejo por su extraño diseño, era como un niño pequeño en una guardería.
#17
Hyun Yeon
Tsubaki no Ken
Personaje


Jimbo no parecía tener suficiente capacidad de atención como para retenerla en algo más de cinco segundos. Se marchó sin darme respuesta a qué era, dejándome comiéndome la curiosidad. Por otro lado, Yoshiro sí que me contestó. Su respuesta fue tan predecible como decepcionante me resultó. Pero en cualquier caso, me centré en otras cosas. No parecía que nadie estuviera interesado en escuchar mi opinión sobre qué deberíamos hacer con respecto a la cacería, aunque aún sin haberme escuchado, habían acabado haciendo lo mismo que había sugerido. Suficiente para mí, aunque me sintiera un poco herido en el orgullo.

Mientras nos dirigíamos a la manada de ñúes, el chico agraciado se me presentó como Terence. Y esa fue la interacción más normal que se produjo en los siguientes minutos. Jimbo comenzó a saltar de un lado a otro con comentarios poco diplomáticos, aunque aparentemente inintencionados, sobre los clientes. Mientras tanto los clientes se preparaban para abrir fuego, Yoshiro les daba intrucciones razonable que yo no dudaba que rechazarían y Lovecraft se adelantaba haciéndonos gestos y señalando algo entre las hierbas. ¿Había visto algo más? Entrecerré los ojos y presté atención. No es por alardear, pero siempre he tenido buena vista y mejor oído, y no dudo en hacer uso de ambos.

Imité a Jimbo y traté de captar la dirección del viento lamiendo mi dedo - me adelantaré para situarme. Alguien tendrá que cumplir la petición del director... por poco que me guste - comenté a Yoshiro, Jimbo y Lovecraft en voz baja. No pretendía dejar fuera a Terence, pero no quería que los clientes escuchasen nada que no debían. Además, esperaba que intuyera mis intenciones al verme entrar en acción. Mi intención era moverme a barlovento hacia los ñúes para que no les llegase mi olor, moviéndome en silencio y agachado, tratando de usar la hierba alta de la sabana y obstáculos naturales que pudiera encontrar como cobertura. Así, una vez lográsemos que la manada entrase en estampida (bien por algún plan de mis compañeros, bien porque los clientes disparasen antes de tiempo estúpidamente), podría atacar por sorpresa a algún ñu y lisiarlo para facilitar la caza. No me gustaba nada, aquellos animales no se merecían ser la diversión de aquella gente... pero necesitaba el dinero. Mi familia confía en mí.
#18
Rengetsu D. Tenji
Príncipe Ciego
Todos los guardaespaldas iban haciendo migas entre ellos y aprovechaban la situación y el nulo interés en los nobles para ir charlando. Pero un momento de silencio incomodo se hizo tras el intento de Moddy de golpear al guia Teddy con su pierna, la cual fue detenida sin ningún atisbo de duda por el viejo Lovecraft mientras rompía su silencio característico con tan solo tres palabras que resonarían por todo el lugar atravesando fácilmente el espíritu de aquellos débiles de voluntad. El anciano pudo notar el escalofrió que recorrió el cuerpo del noble al estar sujetando el pie, el cual tardaría unos segundos en poder reaccionar apartando su pie sin mediar palabra y sintiéndose con un rostro de frustración y humillación, poro tenia miedo por intentar decirle algo a ese hombre de frente, incluso si portaba un arma en sus manos. Su hermano también había quedado bastante pálido ante la situación, efectivamente parecía que ambos estarían un poco más callados lo que quedaba de viaje. O así debería haber sido, puesto que la oveja blanca de los Blackmore intento hacer gala de su labia ofreciendo con para nada segundas intenciones su cantimplora de agua a los nobles para que se hidrataran por el calor - Aceptar agua de un plebeyo, faltaría más - Ni le miro a la cara el pequeño mientras rechazaba frustrado y furioso su oferta, aunque no alzo demasiado la voz, al igual que su hermano que simplemente lo rechazo con un gesto, parecía ser que la humillación anterior causo que no montara más escandalo del que quería pero aun así su personalidad de mierda seguía saliendo a la luz - Muchas gracias - Diría Teddy en voz baja hacia el anciano aprovechando que ambos nobles se habían alejado, notando al poco tiempo como se sentaría a su lado Terence insinuando cosas un poco turbias sobre el destino de los hombres - No diga eso por favor, piense que aun son muy rentables para el hotel - Tenia muy inculcado el ver a los clientes del resort como sacos de dinero con patas, notándose la influencia del director en él.

Cuando finalmente las primeras presas aparecieron, las reacciones fueron bastante rápidas y dispares. Brand el más alto de los nobles avanzo hasta la parte frontal de carruaje con su arma en alto listo para disparar, aunque hay que reconocerle que procuro no pisar ni golpear a Teddy, Terence o Lovecraft, dado que estaban los tres juntos en la parte frontal, aprendió el error previo. Mientras que su hermano, frustrado aun prefirió salir del carruaje y alejarse del viejo saliendo por la puerta lateral del mismo aprovechando que todos estaban en la parte delantera sentados, observando a los animales sin mostrar especial interés por ellos, pero como si buscara algo entre ellos.  

Por otro lado Yoishiro fue quien junto a Jimbo se acercaron al carruaje para advertir al cazador, el más humano indicándole que era aun precipitado disparar, mientras que el suricato se puso a preguntar a los presentes si sus familias querrían comida, la cual cosa no presto mucha atención casi nadie - Oh.. si, iré con cuidado - Brand calmándose un poco con las palabras del chico tiburón bajo el arma pero el muy idiota no saco el dedo del gatillo, ni puso el seguro, disparando sin querer su arma justo hacia Jimbo, no es que la bala de fuera a golpear en una primera instancia, seria un tiro limpio entre sus dos patita que iría al suelo, aunque un poco más alto y el suricato pasaría a ser una suricata - Ops, se me disparo... - Dijo sin disculparse si quiera.

Pero ese disparo causo que los Ñu se asustaran y comenzaran a moverse acelerando el paso justo hacia la posición donde hábilmente y sin que nadie lo notara se había movido Hyun para interceptarlos. Revelándose al desbocarse todo de entre la maleza de la dirección opuesta al joven cazador que acechaba, la identidad de las sombras que atisbo el anciano Lovecraft, se trataban de cuatro hienas que acechaban a los herbívoros para cazar alguno, pero que al comenzar a desbocarse cambiaron su objetivo hacia el carruaje avanzando algo desplegadas cuatro de ellas hacia la parte frontal - ¡Alejaros! - Se escucharía desde el lateral del carro junto a un disparo, pudiendo quien se asomara encontrar al gordinflón de Carl apuntando con su arma a otras cuatro hienas que se acercaban por la parte posterior del carro, evidentemente erro el disparo. 
Hienas

Un total de ocho hienas parecía acechar el carruaje, mientras una estampida de Ñü se abalanzaba sobre Hyun. Y mientras todo pasaba, desde la mitad del muro escarpado que formaba la meseta, una silueta se hizo presente observando toda la situación desde una altura de fácilmente diez metros en un saliente. Se trataba de un león de pelaje oscuro y rostro desinteresado, que solo aguardaba como avanzaba la situación como si esto fuera un mero entretenimiento.
Leon


OFF
#19
Jim
Hmpf
La situación era cuanto menos caótica, el extraño baile de mentiras, enfados y gestos de poco respeto que se estaban dando me descolocaba cada vez más. No entendía aquella extraña cultura, en la jungla teníamos que entender nuestro lugar a la fuerza, o te hacías más fuerte que el enemigo, o agachabas la cabeza. Dudaba enormemente que la pareja de sebosos pudiese plantar cara a muchos de los allí presentes pero por algún momento parecían dar órdenes.

Fui ignorado abruptamente por la pareja de sebosos, les estaba empezando a coger rabia, empezaba a plantearme si debería de aplicar la ley de la jungla con ellos. Yo era pequeño, pero había aprendido a manejar el arco con soltura. Los rechonchos, a raíz de la aparición de los ñus estaban intranquilos, tanto que llegaron a levantarse para participar activamente en la cacería. Uno de ellos disparo derrepente el extraño utensilios que llevaba, el ruido fue atronador, vi algo impactar en el suelo levantando una pequeña nube de polvo. De no ser por el susto y porque percibí la torpeza en el rostro de aquel bodoque hubiese atravesado su cuello con una flecha. Salté exaltado y retrocedí temeroso.

Los ñus comenzaron la huída asustados por el ruido que vaticinaba un peligro, su estampida reveló a una nueva especie que se unía al conflicto, hienas. Un enemigo que había aprendido a odiar en muy poco tiempo, por algún motivo extraño me generaban un rechazo especial. Se acercaban por ambos lados de la casa con ruedas, no lo dude.  -  En grupo. Viejo. Olfato. Peliblanco. ¿Alguno puede cubrirme? Lar- Dije en voz alta utilizando la única técnica que había aprendido para enfrentar a un enemigo más grande, organizarse y permanecer huidos.

Me encaré a las hienas que venían por la espalda, la primera flecha salió isofacta a la tercera empezando por la izquierda, recargué todo lo rápido que pude para lanzar una flecha aún más potente a la segunda empezando por la izquierda. Escogí los objetivos centrales pues, si fallaba, podría llegar a dar a algunas de las cercanas. Seguiría cargando una nueva flecha de inmediato.

Resumen
#20
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