Alguien dijo una vez...
Iro
Luego os escribo que ahora no os puedo escribir.
[Común] [Común-Pasado] Conociendo a Alitas (Privado. Akari)
Sowon
Luna Sangrienta
Anochecer del día 48

Había sido una ardua batalla la del día anterior, los recuerdos de su choque con aquel samurai Yui repercutían todavía en su mente, se había pasado la mayor parte del día en el dojo entrenando con los otros estudiantes y adaptando lo básico de sus estilos en su manera de luchar. Un guerrero jamás se quedaba estático, eso le volvería tan tosco como las enormes estatuas que se erigían en el mundo, los guerreros mutaban y adquirían experiencia en base a diferentes golpes de la vida. Aquella colisión le había abierto los ojos, sabiendo que de ahora en más no volvería a combatir de la misma manera y en el futuro su espadón se volvería incluso más letal de lo que ya era. Como cada noche, regresaba al pueblo, llevaba una venda al cuello que según le habían dicho los doctores del dojo podría quitarse en la mañana, sus heridas no habían sido tan graves como las que le propinó a su oponente, quien aún parecía una momia cubierta de vendas. Su rostro no mostraba cansancio, pese a dedicarse a entrenar durante bastante tiempo, no solía cansarse con simples ejercicios siendo la envidia de una gran parte del dojo quienes comentaban que podían estar frente a una prodigio que no era consciente de su envidiable destreza y potencial abrumador.

―Hmm, esta noche está bastante tranquila comparada con las anteriores...―

Se rascó el cabello, acomodando el mismo entre sus cuernos y dejando un flequillo abierto que caía a ambos costados de su envidiable rostro. No había mucho movimiento en la Villa a comparación de las noches anteriores, era un momento de gran tranquilidad y eso le resultaba inusual, la taberna que casi siempre estaba llena se encontraba ahora vacía y la posada como todo el tiempo solo atraía a pequeños grupos de exploradores o aventureros. La Oni en verdad quería mejorar la vida de esa familia, le habían guiado a un combate emocionante sin pedir nada a cambio. Sin embargo, el viejo seguía con su actitud gruñona y eso producía que nadie quisiera hospedarse por más de una noche solo para estar un tiempo con la amable chica que trabajaba mucho mejor y que según decían debería haberse hecho cargo del negocio desde hace tiempo antes de que el viejo terminase por condenar todo el negocio y a su familia.

―Supongo que iré a ver que se cuece, no parece demasiado tarde y a lo mejor alguien necesite ayuda...―

Hablaba a la nada, simplemente mascullaba sus pensamientos para distraerse del completo aburrimiento que le producía quedarse quieta, comenzó a caminar por la ciudad. No había muchas personas en la calle, las pocas que no estaban ebrias se apartaban apenas veían a la colosal criatura de cuatro metros pasar con aquella bestia de acero sobre su espalda. Otros simplemente creían estar delirando por el alcohol cuando chocaban contra su cuerpo, para la rubia eran simples hormigas que tenía que cuidar de no pisar o arrollar dado la oscuridad y lo molestas que podían llegar a ser cuando no se controlaban a la hora de beber. Su camino le llevó a una de las zonas más apartadas de la villa, no había encontrado nada reseñable, ni un objetivo que cazar ni tampoco un digno oponente para cruzar su enorme espada.

―No parece ser mi noche de suerte, si tan solo una mujer cayese del cielo...―

Se lamentó observando la luna, rodeada de estrellas, imaginando como sería su vida si en lugar de estar rodeada de un enano, un plumiféro raro y un viejo gruñón se viese rodeada de hermosas mujeres. No había mucho más que decir, esa visión pareció consumirla y sus hermosos ojos ahora observaban a la Luna, como si ambas estuviesen en un intenso concurso de miradas para quedarse con las estrellas que orbitaban y gratificaban su noche. Su armadura plateada, resplandecía frente a su brillo y eran en esos momentos de soledad que una mujer imponente podía sentirse pequeña frente a la infinidad del horizonte, del cielo y de los placeres que estaban fuera de su alcance. ¿Acaso esos eran los sueños que tantos humanos habían presumido? ¿Ese era su significado de vida? La emoción de la batalla, sin embargo, seguía siendo su más anhelado placer luego de la comida.
#1
Akari
Aka
Después de un largo día de trabajo junto a su compañera Mitsu, aquel día le había tocado como cocinera por lo cual se encontraba un poco sudada, sentia que habia hecho un record por la cantidad de clientes que había tenido aquel dia aunque se encontraba feliz de que su pequeño emprendimiento estuviera dando frutos.

Una vez salió de su trabajo caminaba de vuelta a su casa, le urgía meterse a la tina y darse un baño para relajarse, en la villa la mayoria por la hora ya empezaban a cerrar sus negocios, gente regresando a sus hogares o seguramente a los bares y apuestas, se encontraba metida en sus pensamientos, se dirigía hacia una zona bastante apartada pues tomaría un atajo para poder llegar mas rápido a su hogar, caminaba miraba el piso mientras pateaba una pequeña piedra que se habia topado en el camino como una niña que regresaba del colegio y quería distraerse mientras iba a casa cuando chocó con alguien haciéndola caer al piso- auch!

Está se levantó para sacudir un poco su ropa y cuando se iba a disculpar por su torpeza visualizo a la gran mujer frente a ella, realmente era muy grande a comparación de la pequeña estatura de Akari- wow..que grande-no pudo disimular su cara de sorpresa al verla, la visualizo de arriba a abajo, lucia muy fuerte y aunque se sentia un poco intimidada la sorpresa era mayor.

Se colocó frente a ella para poder ver su rostro, oh lo que alcanzará a ver, su expresión parecía un poco triste y se encontraba mirando la luna y la estrella de la noche, supuso que ni siquiera había sentido su choque pero de igual forma quería disculparse pues no podía irse así no más- este..disculpe señorita? -dijo mientras alzaba la mano tratando de llamar su atención - lamento haber chocado con usted! -alzo un poco la voz.-
#2
Sowon
Luna Sangrienta
Inmersa en su propios ensamientos, la imponente Oni apenas sintió algo cuando chocaron con ella, de hecho no se hubiera percatado de no ser por la voz que escuchó a continuación. Al principio observó a la luna, como si intentase comunicarse con ella, entrecerraba los ojos para intentar discernir alguna boca entre tantos agujeritos. Luego sacudió la cabeza, la luna no mencionaría que era grande, ya que en caso de verle estaría mirando por sobre su cuerpo. Decidió mirar hacia abajo, alzó los pies para comprobar que no hubiese pisado a ninguna "hormiga" y entonces la vio.

—¿Uh? Buenas noches señorita, no le había visto ahí abajo,  ¿Grande? Soy de tamaño bolsillo entre los de mi raza... ¿O se refiere a mis pechos? Hmm, no sabría decirlo, nunca me ha importado.—

Se rascó la cabeza mientras se agachaba para vislumbrar mejor a la contraria, no parecía una guerrera como ella, pero tenía un físico mucho más prominente que muchas humanas e incluso su cintura podía llegar a competirle a la suya. No lo negaría, estaba flechada por esa mujer, un leve rubor había aparecido en su rostro. Y en donde otros disimularían, incluso negarían la verdad, la imponente mujer era directa. Una guerrera nunca daba un paso al costado, jamás rechazaba un combate y tampoco huía. En su clan su madre se había declarado, también su abuela, eran mujeres fuertes y ella no sería la debilucha de la familia. Menos con una mujer tan bajita, pero incluso si fuese alta demostraría su superioridad. Era curioso que le hubieran chocado, por lo general era sencillo verle en el camino como si se tratase de un enorme edificio. No le era sencillo el sigilo y le resultaba imposible no ser el centro de atención, incluso entre sus palabras se notaba lo mucho que le agradaba atraer las miradas.

—¡Eres guapa! Si estuvieramos en mi hogar te invitaría a una noche, aunque las hormigas no hacen eso. Creo que primero se invitan a un... ¿Puré? ¿Sufflé? ¡Café! Te invito a un café cuando esté abierto. Por cierto... ¿Decías algo de chocarme? No estaba prestando atención, no te preocupes supongo que te dolió más a ti que a mí.—

Volvió a erguirse estirando su espalda mientras sentía el filo envainado de Matareyes contra su armadura, estaba lista para proseguir su camino cuando se le ocurrió una idea. Si deseaba tener oportunidades con esa chica era mejor continuar juntas, mostrarle lo que era capaz, ese extraño ritual de apareamiento que los humanos llamaban "citas". Lo primero era encontrar algo en lo que ayudar y luego empezar a hilar conversaciones, todo con el fin de conseguir el anhelado "café".

—Me llamo Sowon, si gustas puedo acompañarte a tu hogar o adonde sea que te dirijas. Conmigo a tu lado nadie se atreverá a molestarte. ¿Qué dices? También podemos conocernos en el camino, era una noche solitaria y habitual quizás no fue coincidencia encontrarme contigo... tal vez lo hizo ¿El destino?—

Se cruzó de brazos mientras inclinaba su cabeza, se notaba muy tonta diciendo tantas boberías, a lo mejor el golpe si le había afectado el cerebro. ¿Acaso era la respuesta de la luna? Un color que cayó del cielo, la mujer que iluminaría su noche cortesía de los astros, no estaba muy segura y no notaba nada que le diese la idea de que esa mujer hubiese caído del cielo.
#3
Akari
Aka
Akari observo como se quedó mirando la luna aún después de que está me habló, supuso que tal vez la gran chica frente a ella estaba ebria y creia que la luna le hablaba pero su teoria fue desmentida cuando la miro y le empezo a hablar con normalidad, haciendo sonrojar a la joven cuando esta dijo si con grande se refería a sus pechos,  negando rápidamente con la cabeza rápidamente- claro que no me refería a sus pechos señorita...-dijo avergonzada.- "aunque si son grandes.."-pensó la joven sonrojandose mucho más, los miró un poco y luego desvío su mirada de ellas.

Ve-venida pateando una piedrita y por accidente choque con usted..juro que no le ví..aunque eso suene no muy lógico -lo ultimo lo dijo casi en voz baja y luego riendo con nerviosimos mientras miraba como la joven frente a ella se agachaba para observarla mejor, la visualizo de arriba a abajo incluso con la poca luz que los faroles emitían logro ver el rubor en su rostro, luego le empezó a hablar de que si estuviera en su casa le invitaría una noche..con su "inocencia" no le entendió al principio pero después de unos segundos de análisis lo entendió, en el fondo empezó a imaginar cosas- hor-hormigas? -no pudo soltar una leve risa por el termino que se refería a los humanos- bueno...sobre la noche me lo tendría que pensar pero un café si podría aceptarlo jeje...y le decía que lamento mucho haber chocado con usted -dijo amablemente mientras la miraba.- y gracias por el halago, usted tambien en su muy guapa.

El rumbo de la conversación estaba siendo bastante agradable para Akari y le empezaba a caer bien, se veía buena persona por más armadura y espada que cargará consigo, la gigante (para Akari obviamente) se volvió a parar y se presentó e incluso se ofreció en acompañarle a su casa.

-me llamo Akari, mucho gusto en conocerla señorita Sowon..agradezco de que quiera acompañarme a mi casa -ella había mencionado algo sobre el destino, tal si pudo haber sido o mera casualidad pero al menos tendría compañía hacia su casa- agradezco su ayuda y si pudo haber sido el destino, dicen que las cosas suceden por algo no?

La manera de hablar de Akari era algo formal al estar acostumbrada tanto a que en el restaurante y en la panadería trataba de usted a los clientes para ser respetuosa, tanto así que ya se le había quedado ese tono al establecer alguna conversación casual con amigos o con vecinos- bueno podemos irnos entonces? -sonrio la joven mientras empezaba caminar, no tan rápido pues si queria conocer más a la persona que tenia a su lado.- vive usted aqui o esta de turismo?
#4
Sowon
Luna Sangrienta
Observó la reacción de la joven por unos segundos, parecía haber tenido efecto a la hora de pedirle ese ritual que llevaban las hormigas, además de decir que se pensaría el hecho de compartir una habitación con ella. Esa última frase ilusionó bastante a la rubia, solo debería esperar a que la chica terminase de pensarlo, no sabía cuanto tiempo requerían para tal proceso. Podría ser algo de unos minutos o de semanas, una promesa un tanto inexacta pero que hizo bastante feliz a la Oni por unos segundos. Parecía que sus dotes de seducción seguían intactos, incluso ella sentía que su cuerpo había mejorado mucho desde que se aventuró al mundo. Su fuerza había alcanzado cuotas impensables, sus reflejos estaban más afilados que nunca y su destreza con la espada poco tenían que envidiarle a aquellos humanos que se dedicasen a emplear miles de armas a la vez. Su camino era el de utilizar un arma y aquello respondía a la necesidad de concentrarse plenamente al momento de cortar, necesitaba mantener la pasión viva sin dejarse influir demasiado por estilos que otros utilizaran. Era su manera de forjarse un camino en un mundo tan competitivo como el de las espadas, las armas de filo eran bastante populares y ella no se quedaría estancada. Todo en conjunto terminaba por formar a una mujer alta, esbelta, de gran belleza y que inspiraba una seguridad arrolladora en quienes le veían desde abajo un partido completo para cualquier mujer que buscase una acompañante.

―¿Akari? Vaya, parece un nombre tradicional de mi lugar de origen, cada vez siento que este lugar ha sido fundado por alguien que provenía de ese lugar. Primero el dojo, ahora tu nombre y los lugareños también suelen tener una gran similitud en cuanto a su vestimenta, es como conocer a una vieja amiga aunque de donde vengo no suelen ser tan amables o abiertos a conversar como me he encontrado en esta isla.―

Comentó la mujer mientras se ponía en marcha, asintiendo a la pregunta sobre si era momento de emprender la marcha, la siguiente pregunta era esperable. Las islas siempre preguntaban a quienes llegaban sobre su procedencia, en especial para rastrear incidentes del pasado o su historial criminal. A Sowon nunca le había interesado ocultar nada, ella se consideraba una mercenaria que buscaba emociones fuertes y progresar, las normas sobre la piratería le traían sin cuidado. Cruzó sus brazos mientras caminaba, utilizando el gesto para explicar lo más directa que pudiera su situación.

―Llegué con unos conocidos, me dieron un aventón como suele decirse. No diría que vine por turismo, pero si he estado explorando el lugar por mi cuenta, tuve el placer de luchar contra el mejor discípulo del dojo de espadas y salí triunfante de esa pelea. Si puedes ver tengo este vendaje como recuerdo, pero te aseguro que él la pasó mucho peor y al terminar el combate apenas podía moverse. No lo maté, es algo innecesario y me frustraría matar a alguien que en el futuro puede volverse incluso más fuerte y darme otro combate a la altura. Yo siento que también me hice mucho más fuerte tras ese choque, creo que podemos decir que mi razón para estar aquí es nutrirme de nuevas disciplinas mientras espero el siguiente destino.―

Explicó mientras mostraba la venda en su cuello y explicaba con señas como había sido el combate contra aquel oponente, haciendo especial mención en los movimientos que más le habían sorprendido para luego demostrar que su fuerza había resultado abrumadora al largo plazo. La emoción se reflejaba en el brillo de sus ojos, aunque se detuvo en seco al ver que sin quererlo había acaparado toda la charla hacia ella y apenas dejado a su compañera acotar algo sobre todo lo que estaba explicando. Disimuladamente se aclaró la garganta mientras tomaba una postura más relajada, sus manos se posaron detrás de su cabeza y su andar se hizo algo más relajado, a veces se olvidaba que un paso suyo eran como diez o veinte de una persona normal.

―¿Qué puedes contarme de ti? Puedo notar por tu aspecto que no te dedicas a luchar, al menos no como primer medida, pero he conocido a varias personas que no son lo que aparentan. Si tuviera que apostar diría que podrías matar a cualquier incauto que se atreviese a subestimarte, incluso puede que yo misma tuviera problemas si te enojases. ¡Aunque claro es una suposición! A lo mejor solo eres una chica normal que le gusta salir de noche a hacer sus quehaceres en la ciudad. ¿Alguna vez has luchado?―

Las preguntas de la gigantesca Oni no parecían cambiar de dirección, pese a intentar alejarse del tema volvía a este inconscientemente. Le agradaban las personas, pero más le agradaban aquellas que podían utilizar su fuerza, no escatimaba en las apariencias ya que pese a ser sincera había conocido a muchas personas que manipulaban a otros o gustaban de engañar como lo era el inestable Plumitas a quien todavía debía darle el postre que se olvidó esa vez en la taberna. Ya tendría tiempo para ese asunto, lo que ahora le interesaba y demostraba con una amplia sonrisa era conocer en profundidad a su peculiar compañía. El camino parecía seguro, pese a estar lejos de la sociedad, nada más que algunos lobos se habían atrevido a asomarse y huían en cuanto sentían el peso de la rubia al pisar con su habitual descuido la tierra bajo sus pies.
#5
Akari
Aka
Pasar la noche con alguien de tal tamaño sería interesante para Akari que era un inexperta en ese ambito, pero no dudarlo mucho, su acompañante era guapa y si ambas querían porque no aprovechar?. La noche era fresca y apenas empezaba, gracias por siempre llevar su camisón no pasaba mucho frío, escuchaba con atención cada cosa que decía la chica mientras trataba de seguirle el paso...aunque tuviera que correr en algunas ocasiones para alcanzarla y no quedar atrás. 

-mi madre pensó que me quedaría bonito y me representaría..de cierta forma, Akari significa luz brillante, que opinas? -dijo con una leve risa al final- y de dónde vienes? Nunca la eh visto por aquí -dijo con curiosidad mientras la miraba, a veces sentía ganas de pedirle que la cargará aunque sería mucha molestia y no quería incomodarle.

La chica me respondió diciendo que había llegado con unos conocidos que le dieron un aventón, eso ya era más que suficiente como respuesta, se notaba que le encantaba la pelea, pues a simple vista, por la armadura y la espalda que cargaba se veía muy fuerte y que la atacaría si fuera necesario, le comento sobre su pelea contra el mejor discípulo de un dojo, le sorprendió pues y luego miro la venda en el cuello de la chica, al menos no le llegó a herir de gravedad..aunque un corte o golpe en el cuello podria ser hasta mortal- tuvo suerte..algún golpe en el cuello puede ser mortal..si le hubiera dado en otro lugar usted queria inconsciente -explico con un poco de preocupación aunque suponía que eso ya lo sabía al ser obvio, esta siguió el camino y la guiaba a través de las calles  para no perderse o desviarse hacia otro lugar.

Bueno yo ahora trabajo en un restaurante junto con una amiga si se podría decir..la idea fue de ella y como nos gusta la cocina nos pusimos manos a la obra -dijo con emoción - de hay antes trabajaba con mis padres en una panadería que tenemos en la casa mismo y estudio medicina, antes iba frecuentemente al hospital para aprender mejor y ayudar a las enfermeras -sonrio, un brillo apareció en los ojos de la joven, le gustaba ayudar a las personas o cuando se la pasaba horas leyendo o simplemente disfrutando de hacer galletas- y no, nunca eh luchado así en un duelo...-dijo omitiendo lo ocurrido un dia atras..de solo recordarlo le hacia sentir mal por lo que se prometió no pensar en ello nunca mas oh solo de estaría atormentando a si misma.

El camino hacia la casa de Akari, era tranquilo, iluminado por las farolas hasta que llegaron hacia su modesta casa- aquí es mi hogar, agradezco que me acompañará señorita -dijo amablemente mientras se ponía enfrente de ella- y sobre pasar la noche con usted..mis padres seguro están dormidos y bueno..nunca lo eh hecho con alguien tan alta -se rio con nerviosimos, su corazón latía por los nervios, un rubor apareció en su rostro por la timidez diciendo lo último casi en voz baja.
#6
Sowon
Luna Sangrienta
La conversación entre ambas fluía con gran libertad, la mención del nombre volvió a traerle hermosos recuerdos de su hogar, en aquella isla donde la lucha y la sangre estaban a la orden del día. Su clan de Oni eran los más temibles mercenarios, siendo que desde pequeña había trabajado para muchas familias y entre ellas el nombre de Akari no le era desconocido. Conocía su significado pero le alegraba que ella también lo hiciera, en muchos lugares del mundo las familias, tradiciones y significados se habían perdido por completo. La rubia asintió con la cabeza ante la pregunta, era un nombre bastante bonito y que les relacionaba en cierta forma, las luces siempre estaban enfocadas en ella gracias a su imponente tamaño y ahora gozaba de la atención de la más brillante entre las mismas. Frenó mientras pensaba en la pregunta que ahora tenía frente a ella, su lugar de origen para algunos era un mito y para otros estaba tan lejos que no creían que una criatura hubiera sobrevivido el regreso de un mar tan traicionero y peligroso. Aunque, ella nunca mentía y esa era la realidad, quien no creyese en sus palabras simplemente no sabía reconocer el poder de la raza que corría en su sangre. Una tradición de varias generaciones que habían evolucionado hasta volverse guerreros cada vez más letales, con mil batallas en sus hombros y una gran capacidad para destrozar cualquier problema en solo un movimiento.

―Provengo de la tierra de Wano, más precisamente Onigashima donde mi familia trabaja como mercenarios, toda mi vida me he dedicado a ese trabajo cazar y cobrar por dinero. Pero lo que más me gusta en la emoción de cada misión, cada vez más peligrosas y que me instan a mejorar como pocas cosas en la vida. Mi nombre por su parte significa Deseo, supongo que era el deseo de mi familia una heredera fuerte y que se hiciera un nombre en el mar para regresar y tomar el negocio familiar cuando mi padre ya no pueda seguir.―

Comentó solemne antes de retomar el paso, la preocupación de la chica por la herida le resultó incluso tierna, para ella solo había sido un raspón e incluso había continuado su combate a pesar de que la herida se había abierto en el proceso. No era algo que le preocupase cuando estaba emocionada en medio de un encuentro que valiese la pena. Se acarició la venda mientras comenzaba a reír, podría quitarla al otro día y estaba segura que gracias al tratamiento del dojo no le quedaría ni una pequeña marca, siempre había terminado por sobrevivir a heridas peores y aquella poco o nada le molestaba.

―¡Bwahahaha! Gracias por preocuparte pero esta herida no es nada, de pequeña me caí en un ataque y me quebré algunos huesos, también me corté feo con una astilla que no vi venir. Mis padres decían que no podían catalogarme como alguien normal de tantas veces que me lastimé y a los pocos días estaba de vuelta en el trabajo. Supongo que los Onis funcionamos de manera diferente a los humanos y otras criaturas, siempre he sentido que cuanto más peligrosa sea la aventura más poderosa me vuelvo tras descansar... es algo que no puedo explicar ni probar pero es una sensación de progreso que no siento de otra manera.―

Explicó mientras la conversación giraba ahora en torno a la profesión y aficiones de su nueva conocida, los médicos y cocineros al principio le parecían debiluchos que no merecían pisar el mundo pero con el paso del tiempo les había llegado a apreciar. Eran un componente importante para que los que eran como ella pudieran seguir concentrados solo en el arte del combate. El doctor del dojo había sido muy eficiente con su tratamiento y las comidas que servían en el mismo no estaban nada mal. Su rostro miraba el de Akari al momento de notar ese brillo particular, la mujer parecía disfrutar en gran medida de ese modo de vida, algunas personas simplemente no nacían para luchar pero todas terminaban por mostrar sus garras en alguna ocasión. La defensa personal, al menos a ojos de la rubia, era importante para cualquier persona ya que no siempre podrían depender de otro más fuerte.

―Deberías practicar un poco, con tus conocimientos de medicina podrías desarrollar una forma de defenderte que se base en anular a los agresores o personas malvadas que busquen robarte o aprovecharse de ti. La defensa personal nunca viene mal y puedo ayudarte a mejorar si así lo deseas, no me gustaría que alguien te hiciera algo cuando no estuviera cerca para encargarme.―

Halagó con esmero, sus palabras reconocían la pasión de la joven a la vez que instaban a aprovecharlas para no ser más una dama en apuros si no que pudiese tomar las riendas de su vida. La mujer siempre buscaba brindar una visión positiva en cuanto al futuro, si Akari aprendía un poco de defensa personal no debería preocuparse nunca más por necesitar a un guardián y hasta podría ganar algo de dinero entregando a los criminales por su cuenta para cobrar un dinero extra que seguro ayudaría en ese pueblo tan peculiar.

―¿Entonces aceptas? Descuida, puedo parecer intimidante pero te trataré muy bien, me encanta sentirme como la más fuerte entre ambas aunque estoy segura que puedo sacar a la mujer ardiente que escondes. ¿Me indicas como entrar? Puedo agacharme y hacerme bolita, a lo mejor sea lo mejor para no golpearme contra la pared... en cuanto a la armadura, ya podrás encargarte cuando estemos en privado. Te sigo, no quisiera despertar a nadie...―

Susurró lo último en un suspiro, su leve sonrojo se había convertido en una sonrisa traviesa que incitaba a la contraria a guiar el camino, la diversión sería algo inolvidable teniendo en cuenta que Sowon no discriminaba en alturas siempre que resultasen un encuentro inolvidable y que ambas pudieran pasarlo bien. Sentía que debería tener cuidado, era una mujer bastante pequeña y que seguramente nunca había experimentado algo parecido, pero a la vez su mente le advertía que podía quedar sorprendida. Las hormigas solían ser muy buenas ocultando sus intenciones, esa chica tímida podría ser solo una fachada que en la intimidad se convirtiese en toda una bestia, era el tipo de mujer que Sowon más disfrutaba esas que podían desatarse en cualquier segundo y que ella se encargaba de recordarles que su altura no era solo para impresionar. Su corazón latía fuerte y emocionado, como un tambor vikingo que se estaba encendiendo frente a las infinitas posibilidades que aquella noche había desatado en solo unos segundos.
#7


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