Alguien dijo una vez...
Iro
Luego os escribo que ahora no os puedo escribir.
[Aventura] [T3] ¡Corre desplumado! Parte 2
Octojin
El terror blanco
Mientras la tensión aumenta en el lugar, pones en marcha el plan con la seguridad de un actor en su escena más importante. Mucha mierda Mayura, creo que la vas a necesitar. A pesar de que el fornido compañero parece dudar un momento, sigue tus instrucciones, moviendo con eficacia los cuerpos de los marines inconscientes y colocándolos como has indicado. Parece que ese tipo es un perro fiel y está en tu barco. Quizá le puedas mover como una simple marioneta, aunque si yo fuera tú... Todavía no me fiaría de él. Pero bueno, eso es una corazonada que tiene el narrador que para nada tiene que ver con el devenir de esta historia.

Volviendo a lo importante, aunque el tipo parece escéptico, sigue al pie de la letra cada paso, ajustando la posición de uno de los cuerpos en una silla y apoyando al otro a su lado, tal como le has dicho. Con las linternas colocadas estratégicamente, la luz crea sombras en la pared, simulando dos figuras de pie, en apariencia sin sospecha de lo que ocurre a su alrededor. Quizá le ordenes que las mueva un poco hasta que todo esté a tu gusto. El tipo no pondrá ninguna pega a ello.

En el silencio de la casa abandonada, un grito desgarrador rompe la calma, un toque dramático que hace que el ambiente cobre vida y que, sin duda, llame la atención de los marines en la zona.

Exclamando con tu voz cargada de histrionismo, el eco de tus palabras se extiende por la sala, resonando con la suficiente intensidad para ser escuchado en el exterior. Tu plan está en marcha, y tu escenario, que ahora mismo es media isla Kilombo, parece bailar al ritmo que tú mismo estás creando.

Tras unos segundos de silencio, oyes el ruido de varias pisadas apresuradas acercándose. Los marines caen en la trampa y se abalanzan hacia la casa en una ráfaga de pasos y órdenes ahogadas. Sin esperar más, tomas a tu compañero de fuga y ambos deslizáis silenciosamente hacia la salida trasera, escabulléndoos por una puerta lateral justo en el momento en que los primeros marines entran en la sala principal.

Desde la distancia, escuchas la voz de uno de los marines gritando al ver los cuerpos.

—¡Aquí hay dos! ¡Uno está perdiendo mucha sangre! — La voz de alarma se extiende como el fuego, y oyes cómo otros soldados se agrupan en torno a la casa. La distracción ha funcionado mejor de lo planeado, y ahora tenéis vía libre para moveros hacia el muelle. Como anotación, este narrador premia tu originalidad con el tema de crear sombras. Esta no me la he visto venir. ¡Enhorabuena!

Te diriges con rapidez hacia el área donde habías estado retenido antes, moviéndote por las sombras de la noche y manteniéndote fuera de la vista de los marines. El tipo al que intentas salvar va algo más lento, a pesar de tu herida, él tiene aún menos agilidad que tú. Menos mal que al menos sabe pegar. Sin embargo, cuando estás a punto de llegar, tu compañero te susurra con urgencia algo que quizá debería haber dicho antes.

—No es aquí. Debemos ir más al norte, cuatrocientos metros, detrás de esos edificios altos. Allí nos recogerán. Si llegamos, podremos salir de aquí de una pieza.

La idea de un plan de escape alternativo tiene sentido, aunque representa un riesgo. Frente a ti, las calles están custodiadas por algunos marines, y avanzar sin ser visto parece complicado. Bastante si encima tienes en cuenta que a quien buscan es a un tipo bastante peculiar como tú —en el buen sentido y sin ninguna intención de faltar— y a un fornido tipo reconocible desde varios metros de lejanía. Sin embargo, al echar un vistazo a tu alrededor, el tipo señala una tapa de alcantarilla a pocos metros.

—Podemos movernos por el alcantarillado. No es bonito, pero al menos no nos verán desde arriba. —Te lo dice en un susurro apremiante, su tono está decidido, no está bromeando.

Si tomas unos segundos para fijarte en todo lo que tienes a tu alrededor, podrás contemplar dos opciones. Podrías intentar moverte entre las sombras de las calles, manteniéndote bajo el resguardo de la noche y confiando en tu habilidad para evitar ser detectado. Pero tu compañero quizá no tenga ese don.

Por otro lado, en el alcantarillado ambos os moveríais igual de bien o mal. También parece una alternativa sensata, aunque poco atractiva, especialmente considerando tu herida y el olor que inevitablemente os acompañaría. Lo bueno es que tu compañero se ha traído la otra linterna y la tiene en la mano.

La decisión es tuya, pero el tiempo corre, y los pasos de los marines se acercan en busca de los responsables de la escena en la casa abandonada. No tardarán mucho en explorar la puerta trasera y el camino que os ha llevado hasta allí.
#11
Mayura Pavone
El Pavo Real del Oceano
Afortunadamente el plan fue exitoso y pudieron ganar tiempo con la escena creada. No obstante, ahora se encontraban ante lo que parecía ser su única alternativa efectiva para el escape. El distinguido pirata apretó los labios, su ceño se frunció mientras miraba con incredulidad al hombre corpulento a su lado. ¿El alcantarillado? La sola mención de esa palabra resonó en su mente como un insulto, un golpe a su dignidad que ni siquiera los marines, con toda su persecución, habían logrado darle. Se sintió invadido por una ola de indignación que casi le hizo olvidar el dolor punzante en su pierna. ¿Él? ¿El Pavo Real del Océano, moviéndose por las alcantarillas como un vulgar criminal cualquierizado? La idea le resultaba insultante, indignante, como si su mera presencia en aquellos túneles oscuros y malolientes fuera una ofensa a su esencia misma.
 
Con una mezcla de exasperación y sarcasmo, se llevó una mano al pecho, tan teatral y dramático como siempre, y lanzó una risa seca. — ¿Me estás sugiriendo, querido, que nos sumerjamos en el… — su voz bajó un tono, era cortante y cargado de desprecio — …alcantarillado? — Miró a su compañero de fuga, y sus ojos brillaron con una chispa de desconfianza y desdén, como si el simple hecho de que esa opción fuera puesta sobre la mesa fuera una falta de respeto hacia todo lo que él representaba.
 
No sé cómo te has hecho la idea, pero yo no soy un simple criminal que se esconde en la suciedad. — Continuó, con un tono que denotaba la creciente molestia en su interior. — Ya he sido tiroteado, herido, mi vestimenta se ha visto hecha jirones y he tenido que despojarme de mi elegante túnica por tú… escapatoria. — Sus palabras se alargaron en un tono casi lastimero, como si cada sacrificio fuera una herida no solo en su orgullo, sino en su alma. Tomó aire profundamente, mirando a su alrededor con la dignidad. — No pienso acabar esta noche arrastrándome por túneles apestosos. No después de todo lo que he hecho. Este no fue el tipo de escena para la que me apunté. — Sus ojos se dirigieron hacia los de su compañero, con una mirada carente de empatía.
 
No, mi querido “compañero”. — Continuó, con un tono irónico. — Si algo he aprendido en esta vida es que el estilo es la clave. Y yo tengo mis propias habilidades para pasar desapercibido. Así que… haremos lo siguiente. — Hizo una pausa, tomando el control de la situación con su usual porte de seguridad, estaba más que confiado en sus habilidades para planificar después de aquel plan exitoso.
 
Nos moveremos entre las sombras, como corresponde a un elegante pirata, y usaremos esa linterna que llevas de una manera que nos favorezca. Si necesitas un atajo sucio para llegar, puedes hacerlo. Pero yo… prefiero una ruta más digna. Aun así, espero mi recompensa por ayudarte. — Con la altivez de alguien que ya ha decidido su camino, Mayura enderezó su postura, ignorando el dolor en su pierna, y comenzó a avanzar hacia las sombras, decidido a no dejar que la noche, los marines o su propio compañero de huida lo redujeran a algo que él no era. Con un último vistazo al hombre, se inclinó en una reverencia teatral. — Si decides seguirme, mantén el ritmo, y deja que yo maneje la situación… querido. Si no, espero verte en el punto de encuentro que mencionaste. — susurró, con un toque de ironía y desconfianza.
#12
Octojin
El terror blanco
Tu compañero de fuga te observa, claramente desconcertado por tus palabras y como si diese por hecho que ibais a seguir su plan. La sugerencia de moverse entre las sombras, sin recurrir al alcantarillado, parece incomodarlo. Frunce el ceño y suelta un suspiro, murmurando algo en voz baja sobre “piratas con ínfulas” mientras evalúa las opciones en su mente. Quizá no contemplaba ese escenario y le acabas de romper los esquemas.

Pero tras unos segundos de reflexión, el hombre corpulento asiente lentamente. Después de todo, el escape del sótano y el éxito del plan inicial han sido gracias a tu habilidad para desviar la atención de los marines. Quizás, piensa él, podrías tener razón esta vez también. Suposiciones de este mero narrador.

Toma la linterna con la diestra y, con un último gesto de asentimiento, indica que está listo para seguirte hasta el fin del mundo. Sin perder más tiempo, avanzas por la calle con movimientos rápidos y precisos, haciendo que el dolor en tu pierna quede en segundo plano. El muelle está cerca, pero la vigilancia es evidente; al menos tres grupos de marines rondan por la zona, atentos a cualquier movimiento. Oyes sus pasos, los cuales no intentan ni siquiera evitar, pero no les ves. Eso indica que quizá esté siendo una buena idea no ir por las calles principales. Aunque claro, ¿en qué mundo sería una buena idea eso?

Aun así, en esa sección específica de la calle, justo detrás de los edificios, la guardia es menos estricta, lo cual te permite avanzar un poco más sin ser visto. El fornido compañero se mueve con rapidez a tu lado, cubriendo cualquier sonido que puedas generar en tus pasos apresurados. Parece caminar solo con la punta de los pies, quizá consciente de que cualquier ruido o movimiento en falso os pone en jaque a ambos.

Sigues adelante, atento a los ruidos y sombras en la distancia. Las patrullas marinas parecen alejarse por momentos, y, por un instante, puedes escuchar tu propia respiración en el silencio de la noche. A cada paso, el latido en tu muslo te recuerda que necesitas moverte rápido y de forma precisa si quieres evitar problemas adicionales. Si todo esto acaba bien... Yo no tardaría mucho en tratar esa herida.

Cada esquina, cada recoveco entre los edificios, se convierte en un escondite temporal mientras estudias el movimiento de los marines y avanzas en dirección al muelle. La linterna en manos de tu compañero te permite tener visibilidad sin llamar demasiado la atención, y él la apaga y enciende a tu señal, lo que permite manteneros en las sombras sin tropezar en la oscuridad. Al llegar a un punto crítico, tu compañero murmura con cierto nerviosismo.

—Vamos bien, pero no sé cuánto tiempo podremos mantener este ritmo antes de que nos detecten. Aún queda algo más de la mitad —dice, empleando un tono entre agradecido y cauteloso.

Al final de la calle, a unos cuantos metros, puedes distinguir el punto que el tipo te señaló antes, las aguas oscuras reflejan las luces del puerto. Tu compañero te hace un gesto, señalando hacia el norte, como si no supieras dónde te había dicho antes que teníais que ir. Parece un poco agobiado, quizá porque está a punto de llegar a su destino, aunque te ha dicho que queda algo más de la mitad, puedes calcular que debe quedar más o menos la mitad, o quizá muy poco menos.

—Recuerda, el punto de recogida es más adelante, tras esos edificios altos. Debemos seguir sin que nos vean hasta llegar allí. De otra forma, nunca podremos salir de esta maldita isla.

Solo parece llevar un estrecho camino desde tu dirección hacia la parte trasera de aquellos edificios. El problema es que el camino desemboca en una plaza llena de marines. Creo que aquí te las vas a tener que ingeniar un poco más para cruzar. ¿Se te ocurre cómo hacerlo?
#13
Mayura Pavone
El Pavo Real del Oceano
La situación se complicaba, pero eso solo hacía que Mayura encontrara el momento aún más interesante, una nueva oportunidad para demostrar que un Pavo Real siempre encuentra la manera de destacarse. Observó el camino que llevaba a la plaza custodiada, evaluando las opciones con una mirada aguda. Había llegado hasta aquí sin rendirse, y no pensaba dejar que un obstáculo como ese lo detuviera. Sabía que el desafío no era simplemente cruzar; era hacerlo con elegancia, sin que los marines siquiera sospecharan de su presencia.
 
Volvió su mirada hacia su corpulento compañero, que parecía cada vez más ansioso a medida que se acercaban al punto de encuentro. Con un suspiro teatral, Mayura ajustó su postura, recordando que el plan estaba en sus manos. Este hombre, aunque de gran tamaño y utilidad en momentos de fuerza bruta, no tenía la misma capacidad para moverse entre sombras o idear un plan con la sutileza que él poseía. Se giró hacia su compañero con una expresión de calma que contrastaba con la tensión del ambiente y las palabras desalentadoras con las que este había terminado su frase al presenciar la plaza al frente. — No te preocupes, ahora vamos a jugar, querido. Este es un escenario ideal para un pequeño truco teatral. — Susurró con un tono de que estaba por disfrutar lo que se le había ocurrido. — Te necesito para algo sencillo pero efectivo, asi que sigue mi ritmo e indicaciones. — Continuó para luego tomarse un segundo y observar la configuración de la plaza, a su vez tratando de escuchar o distinguir por donde se pudieran aproximar los marines.
 
Con la plaza en su punto de mira, Mayura sintió la familiar emoción del desafío, sabiendo que estaba a un paso de ejecutar una fuga tan astuta que dejaría a los marines confundidos y con un rastro enredado de pistas falsas. Sin perder tiempo, le solicitó a su compañero que se agachara junto a una tapa de alcantarilla que se ubicaba en el callejón justo antes de llegar al borde de la plaza y, con la ayuda de su fornido compañero, levantó la pesada tapa de metal, revelando un oscuro y maloliente pasaje hacia las alcantarillas. Aunque la idea de entrar allí le resultaba repulsiva, el plan que había ideado no requería su presencia en esos túneles… sino una distracción convincente.
 
Bien, querido, aquí es donde comienza el verdadero espectáculo. — Susurró con su tono melodioso y una sonrisa de satisfacción en el rostro. Indicando a su compañero que permaneciera en silencio y se preparara para el último movimiento, Mayura encendió la linterna y la lanzó con precisión hacia el túnel de la alcantarilla. La linterna flotó en la superficie de la corriente de agua sucia, proyectando sombras titilantes en las paredes de piedra mientras la corriente la arrastraba con la lentitud comparable con cualquier hombre promedio que cojeaba por su herida en la pierna por un balazo. La luz en movimiento podría simular a alguien avanzando por las alcantarillas de manera lenta y cautelosa, y Mayura no dudaba de que los marines, al ver la linterna desplazándose, asumirían que él se había refugiado allí, avanzando con dificultad por el pasadizo subterráneo a causa de su herida en la pierna.
 
Con una sonrisa confiada, Mayura sacó algunas berries de su bolsillo, terminando de orquestar su plan perfecto. "Perfecto para dirigir la orquesta." Pensó mientras se reincorporaba tratando de obviar el mal olor, y esperaba el momento ideal para actuar, lanzando una moneda hacia un callejón en el lado opuesto de la plaza, provocando un leve sonido metálico al impactar contra una pared. Con suerte podría lograr que los marines cercanos se giraran o dirigiesen en dirección al ruido, mientras él y su compañero aprovechaban el momento para avanzar en silencio, con movimientos calculados y pausados. Repetiría este proceso múltiples veces hasta poder alejarse lo suficiente escondiéndose entre las sombras y objetos que habían en la plaza, hasta lanzar el ultimo berrie en dirección a la alcantarilla que habían dejado destapada y con la linterna siendo arrastrada lentamente.
 
La idea era sencilla, aprovechar el caos que podrían generar con este juego de sonidos para causar distracciones en movimientos opuestos, alejarse del punto de partida que era el callejón de la tapa abierta y cruzar la plaza entre sombras y objetos de manera discreta. Con suerte podría llamar la atención de todos los marines con este plan y quizás hasta conseguir que se dirijan a las alcantarillas. Si todo salía bien, Mayura dibujaría una sonrisa de triunfo y satisfacción de haber orquestado una salida digna de su estilo. — Y así, el pavo real despliega sus plumas y se eleva sobre sus perseguidores. ¿Qué delicia de espectáculo, no crees grandulón? — Se permitiría susurrar para inmediatamente recuperar la compostura y dar marcha sin parar hasta que ambos finalmente alcanzaran el punto de encuentro.
 
Por otro lado, aquel dolor punzante siempre se mantuvo pendiente y en segundo plano hasta que completaran el plan. La adrenalina provocada por la exaltación del momento, por el si quiera pensar que sus contrincantes se rebajarían al nivel de ensuciarse en alcantarillados mientras él se mantenía por encima de ellos, le excitaba lo suficiente como para ignorar el dolor hasta cruzar la plaza, dolor que se presentaría con gravedad una vez se encontrasen en la primera zona “despejada” o “segura”.

off
#14
Octojin
El terror blanco
Mientras el plan toma forma, tu compañero corpulento observa la tapa de la alcantarilla y luego te mira con una expresión de escepticismo, pero finalmente asiente. La verdad es que es un tipo reacio a tomar las ideas de los demás a la primera, por lo que puedes ver. Pero después pensará que hasta ahora todo ha salido perfecto y no duda. ¿Quién en su sano juicio dudaría de la efectividad de tu estrategia? Sobre todo teniendo en cuenta la reciente fuga y el ingenio de tu distracción anterior. A mi al menos me convencerías al segundo.

Con la fuerza que le caracteriza, levanta la pesada tapa de la alcantarilla y la mantiene abierta mientras tú lanzas la linterna en el ángulo perfecto. La luz de la linterna crea un efecto hipnótico mientras es arrastrada lentamente por la corriente subterránea, proyectando destellos en las paredes húmedas y creando lo que para ti debe ser el éxtasis total. Un plan perfecto. Ojalá estar en tu punto de vista en ese preciso momento.

Tras ello, lanzas un par de monedas en dirección opuesta al callejón, haciendo que resuenen contra las paredes. Los pequeños ecos metálicos, junto con la tenue luz en la alcantarilla, crean una escena convincente. Al poco tiempo, un grito suena desde el callejón, y uno de los novatos exclama algo mientras corre hacia la alcantarilla.

—¡Están abajo! ¡Los tenemos en las alcantarillas! — Su voz retumba en toda la plaza, y en un instante, todos los marines giran en esa dirección, concentrando su atención en la tapa abierta.

No te estoy viendo la cara, pero seguro que en ese preciso momento te permites una sonrisa al ver cómo el caos se desata entre los marines, quienes, convencidos de que habéis escapado por el alcantarillado, empiezan a organizar una rápida operación. En cuestión de segundos, un grupo se apresura a montar un perímetro, mientras otros marines se acercan a la alcantarilla para descender. La distracción de las monedas en sí tendría cero credibilidad de no ser por la luz de la linterna, que es el verdadero factor convincente en los marines. Con la atención desviada hacia el falso rastro, la vía está libre para que tú y tu compañero avancéis hacia el punto de encuentro.

Sin poder ocultar su entusiasmo, el fornido hombre te da unas palmadas en la espalda, fuertes y sonoras, que casi te hacen perder el equilibrio.

— ¡Vaya, chico, has logrado que se traguen esa! — dice, con una risa ahogada y eufórica.

Sin perder más tiempo, ambos os movéis entre las sombras, esquivando cualquier rincón iluminado y avanzando con rapidez hacia el lugar acordado. Aunque estoy seguro de que después de esa distracción, daría un poco igual si ibáis por mitad de la plaza. La atención de los marines ahora estaba en otro sitio.

A medida que os acercáis, te sorprende ver la expresión de alivio en el rostro de tu compañero, que sigue embargado por una mezcla de incredulidad y emoción. Cada paso se siente como un avance hacia la libertad, aunque el dolor en tu muslo comienza a hacerse más difícil de ignorar. Cada minuto que pasa está más enfriado, por lo que lo sientes más dolido.

Llegáis a la zona detrás de los altos edificios, y por un momento, no encuentras a nadie allí. El fornido hombre parece tan entusiasmado con la fuga que apenas se percata de la ausencia de su contacto. Sin embargo, pronto aparece un hombre mayor, con aspecto reservado y actitud vigilante, quien, sin decir una palabra, agarra al hombre corpulento del brazo y lo dirige hacia el muelle con pasos firmes y rápidos. No abre la boca, pero me imagino que es el indicado. Al menos el fornido tipo no pone ni una pega en que le lleve hacia vete tu a saber dónde. ¿Le seguirás? Me imagino que sí.

Al llegar al muelle, un pequeño barco para unas seis personas espera atracado, aunque dos hombres están preparándolo para partir. Oscilando ligeramente sobre el agua en la quietud de la noche, te parece un barco perfecto para huir. Ya hay tres personas a bordo —contando a los dos que están haciendo los preparativos para partir, el otro sería el hombre mayor—, presumiblemente miembros de la tripulación o cómplices del fornido hombre. Con una mirada de alivio y gratitud, el hombre te ofrece una mano, indicando que puedes subir.

—Has demostrado ser alguien de fiar. Te agradezco la ayuda y, si te interesa, puedes acompañarnos a la siguiente isla. Allí todo estará más tranquilo —te ofrece, con una sonrisa que revela una mezcla de cansancio y triunfo.

Mientras observas la embarcación y las personas a bordo, sopesas la oferta. La adrenalina aún corre por tus venas, y aunque tu herida late con insistencia, la promesa de abandonar aquello y dirigirte hacia una nueva aventura es tentadora. Me imagino que el pavo real debe actuar en otros escenarios, ¿no?
#15
Mayura Pavone
El Pavo Real del Oceano
Mayura observó el caos desatado detrás de ellos con una mezcla de satisfacción y triunfo. La visión de los marines desbordando la alcantarilla, convencidos de haber encontrado su rastro, era un espectáculo que le llenaba de una emoción totalmente eufórica. Como un director que contempla la perfección de su obra en escena, no pudo evitar sonreír, aunque el dolor punzante en su pierna le recordaba que el acto aún no estaba completo. A pesar de las dificultades, el Pavo Real del Océano se había mantenido digno y elegante, incluso en las sombras, pero ya venía siendo hora del choque de realidad.
 
Mientras avanzaban hacia el punto de encuentro, las palmadas del fornido hombre en su espalda le hicieron tambalearse por un momento, aunque no dejó que eso arruinara su compostura. — Claro que se lo han tragado. ¿Qué esperabas? Cuando despliego mis plumas, nadie es capaz de resistirse al encanto. — murmuró, esbozando una sonrisa autosuficiente mientras continuaban entre las sombras, evitando las áreas iluminadas. Su paso era decidido, aunque cada vez sentía más el dolor en su muslo, ahora que la adrenalina ya se empezaba a disipar.
 
Al llegar a la zona detrás de los edificios, la expresión ansiosa del fornido hombre, que pronto fue abordado por un individuo mayor y silencioso, despertó una leve sospecha en Mayura. Observó cómo el hombre mayor lo dirigía hacia el muelle, sin pronunciar una palabra. Era evidente que el fornido tipo confiaba plenamente en este nuevo aliado, pero Mayura… él no confiaba ciegamente en nadie. Cuando llegaron al muelle y vio el pequeño barco balanceándose sobre las aguas tranquilas, Mayura dejó que sus ojos se posaran en cada uno de los presentes, evaluándolos con mirada crítica. Su compañero de fuga le ofreció una mano para ayudarlo a abordar, agradeciéndole su ayuda con una oferta de acompañarlos a la siguiente isla. La promesa de un viaje lejos de Kilombo era tentadora, y el alivio en el rostro de los hombres sugería que estaban listos para dejar atrás la noche turbulenta.
 
El elegante y ahora fugitivo pirata, seguía observando el pequeño barco balanceándose suavemente en el muelle, mientras una sonrisa casi imperceptible se dibujó en sus labios. Tras recapitular los eventos de la noche, la idea de abandonar la isla y dirigirse hacia una nueva aventura parecía ser la única opción viable, una oportunidad de dejar su huella en otro escenario sin perder el ritmo. Aunque el dolor en su muslo era un recordatorio constante de la reciente batalla, la promesa de libertad y nuevos horizontes pesaba más.
 
Finalmente, con su característico porte elegante, aceptó la mano extendida de su compañero de fuga, permitiéndose un momento de vulnerabilidad tras haber sido tan fuerte durante toda la noche. — Acepto tu invitación, querido. No puedo resistirme a un nuevo escenario donde desplegar mis plumas. Aunque, como parte de mi recompensa, deberán tratar mi herida de la pierna. — Abordó con un tono melódico y sarcástico, dejando ver un leve destello de gratitud en su rostro, subió a bordo, dejándose envolver por la promesa de incertidumbre y aventura en aquella isla a la que se dirigían.
 
El barco zarpó con rapidez, y mientras la isla de Kilombo se desvanecía en el horizonte, Mayura se recostó en la cubierta, permitiendo que la brisa marina acariciara su rostro y sosegara la punzada de dolor en su pierna. Sabía que este era solo un capítulo más en su historia, una escena que le dejaría con cicatrices, pero que también lo hacía sentir más vivo. El Pavo Real del Océano, siempre en movimiento, ahora se encontraba inmóvil y pensativo, pues sabía que su destino lo uniría nuevamente con las imponentes figuras que conectó durante su estadía en Kilombo: Alpha, Derian, Sowon, entre otros... 

Y así mi querido narrador y lectores invitados, el hombre que se consideraba un ave quedó desplumado aunque salvado, logrando alejarse de Kilombo. 
#16
Moderador Yamato
Oden
Mayura:

[*]Berries: 2.700.000B +  2.000.000B -> 4.700.000B.
[*]Experiencia:  1197.00 EXP + 90 EXP ->  1287.00 EXP.
[*]Nikas: 20 + 15 ->  35 NIKAS.
[*]Reputación: 135 + 30 Reputación negativa -> 165 Reputación.

Octojin[Narrador]:

[*]Berries: 8.650.000B + 1.000.000B -> 9.650.000B.
[*]Experiencia:  4207.00 EXP + 90 EXP ->  4297.00 EXP.
[*]Nikas: 54 + 18 ->  72 NIKAS.
[*]2 Gigante
#17


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