Alguien dijo una vez...
Monkey D. Luffy
Digamos que hay un pedazo de carne. Los piratas tendrían un banquete y se lo comerían, pero los héroes lo compartirían con otras personas. ¡Yo quiero toda la carne!
[Aventura] [T4] La reconstrucción
Octojin
El terror blanco
¡Bienvenidos a las Islas Gecko!

A medida que vuestro barco se aproxima a la costa, podéis ver la silueta de Villa Syrup, la urbe más destacada de estas tres pequeñas islas en forma de triángulo que se extienden frente a vosotros. Habéis venido y por una buena causa. Qué bonito, joder. Me enorgullece bastante como narrador. Igual hasta os premio por ello, fíjate. Bueno, ya veremos.

No sois los únicos. La promesa de colaboración en la reconstrucción del astillero ha llamado a un número considerable de voluntarios de diferentes lugares, todos unidos con el objetivo común de devolver la actividad al emblemático astillero de esta isla. Buenos corazones que se juntan en una zona afectada por una atrocidad que algunos desalmados provocaron en el negocio de los astilleros.

Al desembarcar, os recibe un hombre con porte formal y una actitud cordial, que resulta ser un miembro del ayuntamiento. El tipo se muestra visiblemente aliviado por vuestra llegada, como si no las tuviera todas consigo y pensara que no ibais a llegar nunca. Este hombre, que os observa desde detrás de unos lentes gruesos y un bigote prominente, levanta una mano en señal de bienvenida mientras espera a que estéis todos juntos. Si os fijáis, es un tipo bastante eficiente. Está dando la bienvenida a cada barco que llega a la isla. Parece pendiente de todo.

—¡Bienvenidos todos y todas! —exclama con voz enérgica— En nombre del alcalde y del ayuntamiento de Villa Syrup, les agradezco de antemano por su tiempo y esfuerzo en esta importante misión de reconstrucción. Sabemos que habéis venido de lugares lejanos y que el viaje ha sido complicado, así que hemos preparado algo especial para hacer más llevadera vuestra llegada. Podéis continuar con mi compañero.

El tipo os señalará dónde está ese otro compañero, que os recibirá de igual manera que él: alzando el brazo. ¿Será una costumbre de la isla señalar así? A éste le tendréis que seguir un par de minutos hasta el centro de la isla.

Al llegar a la plaza, se abre ante vosotros una carpa amplia y colorida donde se han dispuesto mesas repletas de alimentos y bebidas. Hay bocadillos, frutas frescas, agua fría y refrescos que podéis disfrutar mientras tomáis un breve descanso. Se percibe en el ambiente un aire de entusiasmo, mezclado con la camaradería de todos los recién llegados, quienes intercambian saludos y miradas curiosas. Algunos deciden presentarse a otros, mientras que los hay más callados también. En poco tiempo, sois un grupo de aproximadamente cincuenta personas, entre isleños y forasteros, todos en espera de escuchar los siguientes pasos.

Tras unos quince minutos de reposo, la multitud comienza a dividirse en grupos espontáneos de conversación hasta que, finalmente, se escucha un carraspeo que llama vuestra atención. Un hombre bajo y de complexión media, de rostro afilado y ojos astutos, se sube a una pequeña plataforma improvisada en el centro de la plaza. Su aspecto no inspira precisamente confianza: es el alcalde McCoy, famoso por sus maniobras políticas y sus intereses personales. Con una expresión que oscila entre la condescendencia y la autosuficiencia, McCoy abre los brazos en señal de bienvenida.

—¡Queridos amigos, bienvenidos a Villa Syrup! —exclama con una sonrisa calculada— Antes que nada, quisiera agradecer vuestra presencia y el esfuerzo que estáis dispuestos a realizar por esta noble causa. Algunos habéis estado días navegando solo para venir a echarnos una mano. La reconstrucción del astillero de Syrup es esencial para el futuro de las Islas Gecko, y afecta a la economía de las islas cercanas también. Pues no solo representa una fuente de empleo, sino también la continuidad de una tradición naval que nos enorgullece.

Hace una pausa, observando a la multitud con su característica mirada de raposa, mientras mide el efecto de sus palabras. Finalmente, prosigue, con un tono de falsa modestia que se ha hecho popular en sus discursos.

—La Marina nos ha brindado su apoyo y ha solicitado voluntarios, algo que agradecemos profundamente. Sin embargo, debido a ciertos… incidentes recientes, necesitamos fortalecer la seguridad de nuestros recursos y acelerar las labores de reconstrucción. No son tiempos fáciles para nosotros.

El alcalde McCoy, con una expresión que denota sus habituales estrategias políticas, comienza a explicar las instrucciones de trabajo, dividiendo a los voluntarios en cinco grupos, cada uno con una tarea específica dentro de la operación de reconstrucción.

—Para aquellos interesados en la fuerza bruta y el trabajo duro —anuncia—, tenemos el grupo de logística. Seréis los encargados de trasladar los enormes cargamentos de madera desde el muelle hasta el astillero. Necesitamos diez personas fuertes y dispuestas a sudar por el bien de este proyecto.

Su mirada recorre a los voluntarios, buscando a quienes parecen físicamente capaces. Sin embargo, rápidamente pasa al siguiente grupo, aparentemente más interesado en completar el trámite que en los detalles.

—El segundo grupo es para los valientes que no temen ensuciarse las manos con un poco de polvo y escombros: el equipo de demolición. Seréis los encargados de desmantelar lo que queda del antiguo astillero y despejar el terreno para construir desde cero. Solo necesitamos diez personas, así que si alguien siente la adrenalina de la destrucción, ¡este es su lugar!

McCoy sonríe tímidamente, mientras algunos voluntarios, entre risas y gestos de emoción, se acercan a considerar esta opción. Luego, continúa con el siguiente grupo.

—El tercer equipo es el de limpieza. Sabemos que no todos prefieren el trabajo físico intenso, así que este grupo se encargará de mantener el orden en la zona de construcción, recogiendo residuos y barriendo para mantener el espacio libre de obstáculos. No subestiméis esta tarea; una buena limpieza es esencial para el éxito del proyecto.

Para algunos, la propuesta parece menos atractiva, pero McCoy, siempre astuto, ya tiene preparada la siguiente opción.

—Para aquellos con habilidades técnicas o experiencia en construcción, necesitamos carpinteros e ingenieros en el grupo de carpintería. Estos expertos serán los pilares de la reconstrucción. Quien se una a este equipo será responsable de armar la estructura y darle forma a nuestro futuro astillero. Solo aceptamos a diez en este grupo, así que sed rápidos en vuestra elección.

Finalmente, y ya aparentemente cansado de hablar, llega al último grupo.

—El quinto y último grupo, pero no por ello menos importante, es el equipo de seguridad. Diez valientes se encargarán de proteger el área. La mitad de vosotros vigilará la zona de construcción para que no haya sorpresas indeseadas, y la otra mitad custodiará la nave donde guardamos los materiales esenciales para la reconstrucción, cercana al muelle.

Mientras McCoy detalla cada grupo, podéis percibir que no solo habla de manera meticulosa, sino que deja entrever la relevancia que la seguridad tiene para él, especialmente cuando menciona la protección de los materiales.

—Así que, mis queridos amigos —concluye con una sonrisa calculada—, está en vuestras manos elegir. Hay un límite de diez personas por equipo, así que os animo a que decidáis pronto. Entre vosotros elegiréis a un portavoz, que se dirigirá al equipo de la isla para proveeros lo que necesitéis.

Con un último vistazo a la multitud, McCoy abandona la plataforma, dejándoos a todos con la emoción y la expectativa de iniciar esta misión de reconstrucción. Cada uno de vosotros siente el peso de la responsabilidad y el impulso de contribuir, sabiendo que la restauración del astillero es solo el primer paso hacia la recuperación completa de Villa Syrup. Es vuestra opción para elegir. ¡No tardéis u os quitarán el sitio!

Bienvenidos
#1
Masao Toduro
El niño de los lloros
Habían pasado unos pocos días desde que la brigada habíamos resuelto la tarea en aquella isla con tanto árbol y esa dichosa niebla. Se encontraban de regreso a Loguetown cuando las noticias de la necesidad de voluntarios llego a oídos de su brigada.

De hecho, había sido en el propio trayecto donde habían hecho una parada antes de continuar el viaje, a la isla Syrup, la verdad es que poco o nada había oído hablar de aquellas islas como con casi todo lo que ocurría en el mar del este, donde solo conocía bien Loguetown y poco más.

Afortunadamente, para mí, no sería el único miembro de la brigada especial que había acudido al llamado, ya que Alexandra “la percebe” había decidió también arrimar el hombro. Bueno, aquella misión sería una buena oportunidad para tanto ella como para él para seguir labrándose una reputación, él por su parte todavía tenía que limpiar un expediente con muchas manchas. Además, nueve de cada diez curas recomendaban hacer actos de caridad una vez al mes, o se estaba volviendo a confundir con una publicidad de la radio.

En el puerto, o lo que quedaba de ello, había esperado una comitiva, y un par de saludos con el brazo en alto extendido de una forma que posiblemente fuese ofensivo para varios colectivos o etnias diferentes, opte por corresponder al saludo haciendo el mismo gesto y agregándole mi firma personal.

—¡VIVA CRISTO REY!— replicó de forma entusiasta mientras hacía el gesto, tal vez de forma muy efusiva.

Una vez cumplidas las formalidades, uno de esos oficinistas chupa tinta nos fue guiando al puerto donde tenían montado un tinglado de bienvenida, aproveche el camino para seguir hablando con la nueva recluta de la brigada.

—Azín que está segura de que tú y el Octo no zoi primoh ni nada de ezo, mira que lo mismo zoy primoh segundo o algo así, yo tenía un premoh ziquitillo que era azi negrito como el chololate se llamaba Lamine— le comentó a la pequeña en la que ya era su tercera aventura juntos, pero no aventura de amantes, era más rollo trabajo de hecho la veía como una novena hermana. Bueno hermanastra porque hasta donde tenía constancia su madre no era un pez, aunque tal vez se hubiera acostado con alguno, cuando se trataba de su madre era complicado afirma algo.
En lo que terminaba de aclarar sus cábalas mentales, acabaron llegando a una plaza donde tenían montada una especie de feria, les recordaba a las fiestas de su patrona de la “La hostia consagrada” pero mucho más cutre, no había calimocho ni cantares ni sevillanas, ni una triste tortita de camarones, en fin, ya se encargaría de enseñarles a esa gente a celebrar en condiciones una vez hubieran arreglado el astillero. Entre tanta jarana, localizo a unos cuantos de rostros conocidos.

—Mira ezo de allí— le dijo a Alexandra señalando a un grupo de tres personas —Zon con los que hize la escolta esa del dimonio—le explicó haciendo referencia a la aventura que había tenido unas semanas antes.

—¡HOMBRE, LOS MARINES DE LA FLOR¡- exclamó, mencionando el nombre de la brigada, equivocándose sin ningún tipo de malicia —Os presento, esta es Alexandra de la brigada especial de Loguetown. Estos son Gallardo, el marine hippie, Anko la médico y el viejito que está cerca de la jubilación es Lovecraft— presentó su compañera al trio, sin mucho pudor en comentar los seudónimos que le había puesto a cada uno, que uno ya iba siendo famoso y le costaba recordar tanto nombre, saludando al trío con un choque tal vez más fuerte de lo que esperaban, pero es que ya había confianza.

Una vez hechas las presentaciones vino una chapa infumable del alcalde, era como el sermón de un cura, pero sin la parte buena donde te cuentan una parábola, o te cuentan algo de la vida de cristo o te dan un consejo estilo “ayuda al vecino” —Y encima lo tenemos que ir a votarlos cada cuatro años— pensé para mis adentros —Esto con Akainu no pasaba— recordaba las palabras de su abuelo Mariano que en paz descansará.
Una vez terminado el discurso, termine de despedirme del grupo no sin antes comentar que iba a ayudar con el tema de las cargas de la madera, una vez llegará al grupo intentaría ponerse al mando del grupete, aunque poco habría que mandar si consistía en llevar maderas de un lado a otro, pero como en una buena cocina, si todo estaba organizado, las comandas salían antes.

—VAMOH A VER ZIPOLLOS, VAMOH A DALEH CANDELA A ESTOH QUE ESTO NO ZE MUEVE ZOLO— comenzó a gritar al grupo como había aprendido del teniente calvo favorito, no con malas formas ni gesto severo, bueno tal vez un pelín, pero de buen rollo.
#2
Alexandra
Alex
No hacía ni una semana que Alexandra se había alistado a la Marina y no había tenido ni un solo día de descanso. Pero en cuanto le llegaron las noticias de que se buscaban voluntarios para ayudar a reconstruir Islas Gecko no pudo decir que no. Al fin y al cabo era su deber como Marine y a veces había que mancharse un poquito las manos, no todo iban a ser misiones de rescate.

Le alivió un poco ver que Masao iba con ella, aunque su primer encuentro había sido de todo menos normal —quizás debería decirle que le había confundido con un traficante de niños...— le reconfortaba su presencia. En cierta manera. El chico era tan energético que era imposible aburrirse a su lado y eso que Alex no se quedaba corta en hiperactividad. 

Cuando llegaron al puerto se encontraron con lo que la Hafugyo supuso que eran el alcalde y los ministros del pueblo, los cuales les saludaron de una manera un poco extraña, nunca había visto a nadie levantar el brazo de aquella manera. Como no quería faltar el respeto a los ciudadanos de villa Syrup imitó el gesto, aunque era mucho menos efusivo que su compañero, el cual lo coronó con un gritó  «Viva cristo príncipe» o algo así... Después de la breve introducción les llevaron por un camino. 

—No creo que seamos primos, no...—Masao había aprovechado para entablar conversación con ella

Aunque bueno, los dos eran gyojins y no habían muchos de los suyos por esa zona, de echo no había visto a ninguno más. En cuanto viera al señor octojin le preguntaría sobre su familia. Quizás si que podían ser primos segundos. Aunque ella nunca supo quien de sus dos parientes era el pescado, sería difícil hacer coincidir su árbol genético. 

—Por cierto, Masao— comentó la chica—me alegra que estemos juntos en esta misión!

Fue entonces cuando llegaron a una amplia y colorida carpa, dentro de ella había diferentes refrigerios y, no iba a mentir, se moría de hambre. Alexandra atacó la mesa de bocadillitos—fijándose muy bien que ninguno de ellos llevara atún u otro pescado—  y se cogió un refrigerio. No le había dado tiempo a tragar el ultimo bocado cuando Masao la arrastró hacia sus tres... ¿Amigos? 

—¡Refluta Aflexandfa!— dijo con la boca aún llena, haciendo un saludo militar— ¡encantada! Espero que nos llevemos bien y tengamos una apacible jornada de limpieza y reconstrucción. 

Quizás se había pasado de formal, nunca se le habían dado bien las presentaciones. Por suerte el alcalde empezó a hablar, comentando las zonas que requerían de ayuda y los grupos que se harían. Por su cabeza pasó el apuntarse a vigilancia pero probablemente aún no fuera lo suficientemente fuerte para pelearse contra ellos. Así que acabó decidiéndose por el grupo de limpieza, era una tarea importante pero poco llamativa así que seguramente no iría mucha gente hacía allí. 

Después de comunicarselo a sus compañeros se dirigió al punto de encuentro esperando nuevas instrucciones. 

Personaje
#3
Galhard
Gal
El barco avanzó hacia las Islas Gecko, y la figura de Villa Syrup se definió ante ellos, con sus casas dispuestas en filas irregulares y el astillero en ruinas proyectando una sombra melancólica en la distancia. Galhard observaba el paisaje con una mezcla de admiración y solemnidad, entendiendo bien la causa por la que venían. El aire de la isla, fresco y cálido a la vez, le dio una extraña sensación de pertenencia, un recordatorio de lo esencial de las labores como aquella.

Al desembarcar, notó cómo los habitantes locales les recibían con un saludo particular: una mano alzada, casi en señal de respeto, pero con un toque de formalidad. Sonrió, devolviendo el gesto con un asentimiento amistoso y, mientras Masao saludaba de una forma algo efusiva, él observó cómo los locales les devolvían sonrisas, algunos con gestos divertidos ante la expresión animada del marine.

— ¿Viva Cristo Rey? ¿Príncipe? Una bienvenida diferente, sin duda… —murmuró Galhard ya que s era algún noble era raro que no supiera nada de él, mirando alrededor mientras se ajustaba la chaqueta con curiosidad por el estilo de la isla.

No tardaron en dirigirse hacia el centro de la ciudad, donde una plaza abierta se extendía ante ellos, decorada con una carpa amplia y colorida bajo la cual se disponían mesas repletas de alimentos y refrescos. La diversidad de los voluntarios allí reunidos era notable: isleños, forasteros, todos entremezclados en una mezcla de rostros familiares y nuevos.

Galhard aprovechó para servirse un refresco y observar el ambiente mientras conversaba con Alexandra y sus compañeros. Cuando Masao le presentó a la nueva marine, Alexandra, Galhard sonrió y le devolvió el saludo con una inclinación leve. —Oi oi, que no soy hippie, sabes que tengo más clase que eso, Masao. —Le lanzó una mirada entre divertida y algo ofendida. Luego se dirigió a Alexandra con una sonrisa cálida
—Encantado, Alexandra. Soy Galhard. —Le lanzó una sonrisa cálida—No le hagas mucho caso a Masao si te cuenta historias locas de mí; ya sabes cómo es él. Pero espero que esta jornada de trabajo sea… lo más apacible posible. —Dicho esto, le guiñó un ojo, bromista, mientras tomaba un sorbo de su bebida.

La bienvenida fue breve, y en cuanto todos empezaban a relajarse y hablar entre sí, una voz sonó desde una plataforma improvisada. Galhard centró su atención en el hombre que se alzaba en medio de la plaza, un sujeto de complexión media y porte astuto: el alcalde McCoy. Con voz clara y un tono de condescendencia algo marcado, McCoy comenzó a explicar la misión y a detallar los grupos en los que todos podían colaborar.

A medida que el alcalde avanzaba, Galhard escuchó atentamente, asintiendo aquí y allá mientras consideraba en cuál de las tareas podía ser de más utilidad. Aunque tenía experiencia en limpieza gracias a sus días en Kilombo, el grupo de logística resonaba con él. Cargar materiales, mover suministros pesados… Sabía que podía aportar mucho en un equipo así. Mientras escuchaba a sus compañeros compartir sus elecciones, Galhard asintió para sí mismo, tomando su decisión.

—Me uniré al grupo de logística —anunció finalmente, más para sus compañeros que para nadie en particular— A veces un buen trabajo físico es justo lo que se necesita para comenzar bien el día, ¿verdad? Además, hace tiempo que no me toca mover cosas; he perdido práctica. —Sonrió, animado, antes de dirigir una última mirada hacia el grupo de limpieza. Reconocía bien la importancia de esa labor, pero sabía que su fuerza podía tener un mayor impacto en logística.

Con las tareas asignadas y los grupos formados, Galhard lanzó una última mirada a sus compañeros, sintiéndose agradecido de que todos estuvieran allí. Era bueno compartir una misión en un ambiente así, donde podían colaborar en algo significativo y positivo para la comunidad. Mientras caminaba hacia su grupo, sentía el peso de la misión y, a la vez, una emoción tranquila por el simple hecho de ayudar.
Personaje
#4
Gautama D. Lovecraft
El Ascendido
Personaje


La partida salió desde Isla Kilombo hasta el pequeño archipiélago de Islas Gecko, pues de nuevo, una buena acción requería de la presencia de La Marina para ser llevada a cabo. En mi afán por seguir colaborando por construir un mundo mejor, me sedujo la idea de restaurar un supuesto astillero la Isla Syrup, por lo que no dudé mucho cuando en el papel de enlistamiento anoté mi nombre, que gracias a ello, pude ver también como entre otros más compañeros de la base, los nombres de Anko y Galhard también figuraban entre los voluntarios.

Durante el trayecto, alcancé a los 2 jóvenes para que fuéramos juntos durante el viaje. Aproveché el mismo para hablar con ellos, pues aún tenía un tema candente en especial con ellos, pues en la última misión que realizamos, no es que fuera del todo satisfactoria debido al alto número de bajas, tanto enemigas como aliadas. Por eso, en uno de los momentos en los que los 3 oteábamos el horizonte de la mediodía, sobre la barandilla del barco, aproveché para corregirles la actitud ante la situación que vivimos días atrás. Carraspeé la garganta un par de veces, y tomé la palabra.

- Chicos... No os voy a negar que acabé con cierto disgusto aquella misión de escolta, no vi que actuáramos bajo las buenas líneas de Lotus Marine, pues como marines, debemos de alejarnos de toda provocación que nos empuje a arrebatar la vida de los demás, aunque sean enemigos, no podemos tolerar bajo ningún concepto repetir los viejos patrones en los que está asentada La Marina actual, si estamos aquí, bajo la misma bandera del loto, TODA VIDA IMPORTA... -

Hice una pausa, mis manos comenzaron a incrustarse sobre la madera de la barandilla al volver a recordar todo aquel caos que me rodeaba tras acabar con aquel adversario de la barca. Miraba a mi alrededor y la desolación cubría hasta donde alcanzaba la vista, pues no era en absoluto en lo que estaba luchando por conseguir.

- ...PARA BIEN O PARA MAL... Si queremos diferenciarnos de lo que rechazamos, no podemos seguir esa estela de odio, maldad y muerte, somos los héroes que el mundo espera ver, y yo personalmente, a pesar de mi edad, no estoy aquí de paso, quiero que La Marina goce de la reputación que debe a todos los niveles, y no hay mejor forma que empezar este cometido desde abajo como estamos haciendo, por eso, debemos de anteponernos contra todos los malos pronósticos que se nos presenten, y no dejar pasar las oportunidades que se nos den para ser lo que el mundo espera de nosotros... marines. -



En los compases finales de la ruta, la silueta de 3 islas comenzaban a dibujarse poco a poco conforme recortábamos distancia. Las formas múltiples de la villa comenzaba a verse con más claridad, diferenciándose más y más ante nuestra llegada previa al puerto. En silencio bajé hasta el recibimiento de un tipo desconocido que irradiaba gratitud al vernos llegar. Una leve reverencia le fue concebida en señal de respeto por el reconocimiento, aunque al fin y al cabo era nuestro trabajo. Sin más preámbulos, nos invitó a continuar la marcha hasta lo que parecía ser un compañero que con un gesto desconocido alzó el brazo hacia el cielo. Una extraña e incómoda sensación me sacudió.

El tipo nos recondujo hasta el centro de la isla, al llegar, una gran plaza se presentaba ante nosotros y una carpa de grandes dimensiones se alzaba en esta. El jolgorio se respiraba en el ambiente, gente de aquí y de allá se concentraba en aquella improvisada estructura. Justo al llegar, a pocos pasos de entrar, una voz familiar nos da el alto con gracia, era Masao, el gustoso marine de Loguetown con el que también compartimos misión, y le acompañaba lo que parecía ser una nueva compañera con un aspecto inquietante, fiero y sobre todo marino.

- Lovecraft. -

Diría con fraternidad ante la joven, dedicándole una reverencia respetuosa hacia ella y el chico. Galhard y Anko también se presentarían y juntos buscamos un sitio en el que disfrutar del ambiente previo a las supuestas jornadas que se darían y por las que habíamos venido. Cogí algo de fruta y agua del tiempo para llenar el estómago, hasta el momento en el que un nuevo hombre, subido a una plataforma, tomó la palabra para empezar los preparativos y organizar las labores por grupos. Uno a uno, el grupo fue escogiendo la tarea en la que verían sus habilidades mejor optimizadas. Pensativo, comencé a reflexionar sobre que tipo de percance sufrió un astillero tan supuestamente consagrado como el que decía el hombre que tenían, aunque pronto me abordó la idea de escoger una de las opciones sugeridas para la reconstrucción. Dudaba entre ir al equipo de demolición o de vigilancia, aunque teniendo en cuenta mis aptitudes podría ir a cualquiera, escogería en primer lugar el de vigilancia, aunque si había que echar un cable en el otro, no dudaría ni un segundo en hacerlo.

- Voy a vigilancia. -

Dije con determinación antes de levantarme. Volviéndome hacia el grupo de jóvenes, cada uno de ellos con un brillo de motivación que cautivaba mi corazón, pues el bonito poder de la juventud corría bravo por sus venas.

- No bajéis la guardia, chicos. -

Les dije como advertencia, simplemente para que, a pesar de la aparente tranquilidad que se respiraba allí, un marine siempre ha de estar prevenido ante lo que podía acontecer, por eso también, comencé a calentar mis hombros haciendo movimientos circulares procurando no darle a nadie, algunos movimientos de cuello y torsión de espalda. A mi edad, mejor ir calentando antes de meterse manos a la obra, una lesión y puede que me tuviera que volver de nuevo para Kilombo.

Artista Marcial Iniciado
ARM300
ARTISTA MARCIAL
Pasiva
Tier 3
7/8/2024
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recursos actualizados

inventario
#5
Anko
Médica Despiadada
La misión de los Marines parecía ser interminable, no tenía mucho tiempo que había culminado la misión importante de escolta cuando ya se requerían sus servicios en otro lado. Esta vez el asunto se desarrollaría en la Isla Syrup, una de las tres islas que conformaban las Islas Gecko, resulta que un astillero debía ser reconstruido y aún con el apoyo de varios civiles, el alcalde de la ciudad solicitó apoyo a la Marina, y ahí era donde entraba la brigada de Lotus Marine.

Aunque no eran todos, solo Anko, Galhard y Lovecraft respondieron al llamado y zarparon desde Isla Kilombo, su isla de servicios para dirigirse a Syrup. Ya en el transporte, el capitán de Lotus decidió tomar la palabra para en un momento del viaje para corregir el actuar de la brigada en la misión de escolta. La alférez peli marrón estaba sorprendida por la cantidad de palabras que Lovecraft soltó, en ese momento hasta le pareció extraño escuchar su voz, pues se había acostumbrado tanto a escucharla muy de vez en cuando.

Pero ella sabía que él tenía razón, la brigada había sido muy violenta con los enemigos, especialmente ella, quien no titubeó a la hora de atacar a los piratas de Altagracia, dejando a algunos de sus tripulantes y a la misma Altagracia sin alguna de sus extremidades, tampoco le importó mucho partir el barco en donde múltiples wokos murieron a causa de su mortal filo, de ahora en adelante, tenía que controlar ese resentimiento a los criminales por el bien de Lotus, y de su alma. Ya en la llegada a Syrup, el trío fue recibido por un hombre radiante y enérgico y al igual que Lovecraft, Anko di una leve reverencia ante él en señal de respeto.

El tipo los llevó hasta el centro de la Isla, precisamente dentro de una carpa enorme que cubría a las personas de los vientos de la naturaleza, algo que la joven agradeció, pues la capa característica de la Marina que portaba sobre sus hombros se movía demasiado con el viento, talvez sería una prenda incómoda para otros, pero para ella, se trataba de una señal de orgullo y estaba feliz de portarla. El trío escuchaba las palabras del que sería él alcalde de la villa hasta que una voz familiar resonó en los oídos de la espadachina, al girarse, pudo ver que se trataba de Masao, el hombre de Dios que los había acompañado en la escolta, pero no venía solo, el oficial estaba acompañado de una muchacha de apariencia marina que fue presentada como Alexandra.

— Como dijo Masao, soy Anko, alférez de Kilombo, un placer — Como siempre una presentación muy sencilla y hasta protocolar, pero no se podía negar que cumplía con su función de forma exitosa. Finalmente llegó el momento de tomar posiciones en los distintos grupos creados para la correcta reconstrucción del astillero, todos los grupos eran interesantes y cada uno demandaba habilidad para sus integrantes, pero uno de los gustos culposo de Anko era el de cortar cosas con sus Katanas, lo que fuera, y obvio ya tenía en mente a donde quería ir — Iré al grupo de demolición, tú también ten cuidado, capitán — Dijo después de las palabras de Lovecraft antes de separarse para reunirse con su grupo y esperar nuevas indicaciones.

Off
#6
Octojin
El terror blanco
En cuanto cada grupo se organiza y se dirigen a sus respectivas tareas, se percibe una mezcla de entusiasmo y tensión en el aire. Todos tenéis claro a qué equipo ir, y parece que no habéis tenido ningún problema a la hora de elegir sección. Menos mal... A pesar de que la reconstrucción del astillero parece un trabajo mundano, los equipos avanzan con determinación, cada uno enfrentándose a sus propios desafíos.



Grupo de Logística

Masao, Galhard y los otros miembros del equipo de logística se preparan para la labor pesada que tienen por delante: transportar cargamentos de madera y materiales desde el almacén hasta el astillero. Os llevarán hasta el almacén, y al llegar, veréis que está muy desordenado. Todos los materiales mezclados, maderas por aquí, cemento por allá... Vaya desastre, tú. En fin, vuestra misión inicial es cargar remolques, con una capacidad de hasta dos toneladas, de un único material y llevarlo hasta el astillero. Allí deberíais descargarlo y dejarlo en una zona que os digan los carpinteros para que empiecen a usarlo. Un trabajo que parece aburrido a primera vista, pero que quizá sea uno de los más necesarios.

Masao, con su característico tono animado y efusivo, se adelanta para intentar liderar el grupo. Su energía desbordante resulta motivadora para algunos, y aunque su estilo puede ser un tanto brusco, logra que todos se movilicen de inmediato. ¿Acabas de postularte como el líder del equipo?Haya sido o no tu intención, parece que ha calado y la gente te sigue.

Pues os toca organizar los equipos. La primera misión es llevar un total de dieciséis cargamentos. En preparar el remolque y en descargarlo, una persona tarda una hora en total, dos tardarían media hora, y así, siendo directamente proporcional. Y en llevarlo, independientemente de cuánta gente empuje, tardaréis otra hora, aunque debéis ir un mínimo de tres por remolque, porque el camino está lleno de baches y tenéis que poner tablas metálicas para que el carro no se quede ahí tirado. Tenéis una jornada por delante de nueve horas y un total de tres remolques. ¿Cómo lo haréis?



Grupo de Limpieza

Alexandra y su equipo de limpieza llegan a la zona del astillero, donde les espera una vista desalentadora: escombros por doquier, tablas rotas, clavos oxidados y otros restos dispersos por todo el lugar. Os dan unos guantes y a tomar por culo, ese esos son todos los EPIs que se pueden permitir, parece. La misión es clara, pero desafiante: despejar todo lo que pueda entorpecer el trabajo de los carpinteros y asegurar que el área esté libre de obstáculos para cuando lleguen los materiales.

Alexandra, ¿estarías cómoda organizando el trabajo de limpieza? Parece que el ser marine te da cierta autoridad en la zona, y la gente está esperando a que digas algo. No sé si es una buena idea, pero ahí tienes esa opción.

Sin embargo, pronto os encontraréis con un problema inesperado: entre los escombros hay piezas metálicas oxidadas que resultan difíciles de manipular aún con guantes. Uno de los voluntarios intenta recoger una viga de metal y termina con un pequeño corte en la mano. La situación hace que el grupo de limpieza se desanime y dejen de trabajar por un momento.

Joder, te va a tocar alentarles un poco eh. Están susurrando cosas y el ambiente parece empeorar a momentos. Yo no lo dejaría mucho... Y ánimo, que esto no es sencillo.



Grupo de Vigilancia

Querido Lovecraft, este es tu grupo. Tras decidir unirte al equipo de vigilancia, te enfrentas a la elección de patrullar el astillero o el almacén. Antes de que elijas, te enseñan rápidamente cual sería la misión en cada sitio, junto al resto de tus compañeros.

Al llegar al almacén, un trabajador local se acerca con una expresión de preocupación a vuestro grupo.

—Señores, parece que faltan algunas piezas importantes. Nos dimos cuenta hace un rato, pero no tenemos idea de cómo ha podido suceder, tampoco tenemos un inventario que nos de la razón pero... Estoy seguro —explica, señalando un hueco evidente en una pila de cajas de herramientas.

Bueno, ¿habrá un ladrón o no? Igual, sin inventario, no se puede demostrar.

En el astillero, por su parte, llega un tipo y dice que por ahí todo está tranquilo, pero que los carpinteros se sienten inseguros. No te dan más razones, quizá si quieres ahondar en ese tema tengas que elegir este punto y preguntarles. Aunque parecen bastante concentrados en sus trabajos, ¿pero quién no le va a dedicar cinco minutitos a un buen marine como tú?



Grupo de Demolición

Anko, bienvenida a este equipo de demolición. También lo llaman el equipo de los reparte-hostias, o el de quitarse el estrés. ¿Tu brigada no te cuida? No te preocupes, imagínate la cara de alguno de ellos en los muros que debes tirar. Pero yo no te he dicho esto, será nuestro secreto.

Os traen unos martillos gigantes, que pesan los suyo, y os indican cómo debéis golpear la zona a tirar. Deben ser golpes firmes pero sin mucha potencia, para ir tirando ladrillos del muro poco a poco. Aunque al principio seguramente te cueste, no creo que sea una labor excesivamente difícil para ti. Los ingenieros os indican los muros que debéis derribar para permitir la reconstrucción desde cero. Anko, a ti en concreto te mandan a la zona más alejada de los carpinteros. ¿Acaso no se fían de tu maestría? O quizá ha sido el azar. No sé, creo que hoy estoy un poco despechado e intento malmeter sin razón. Pero igual sí que no se fían eh.

Si das un par de golpes, notarás que uno de los muros se resiste a caer y parece estar más reforzado de lo que habían anticipado. Los miembros del equipo se acercan al ver las dificultades que tienes e intentan romperlo, pero el muro aguanta firmemente, haciendo que los voluntarios tengan que redoblar sus esfuerzos. ¿Qué ocurre? Ni una simple grieta. Incluso los tipos más fornidos que golpean con tremenda rabia se miran sorprendidos.

Creo que vas a tener que tirar un poco de ingenio para tirar este muro. Lo que no sé es cómo lo vas a hacer.



La jornada avanza para todos los equipos, cada uno de ellos enfrentándose a sus propios obstáculos en la reconstrucción del astillero. A pesar de los problemas, el progreso es evidente, y la atmósfera de trabajo duro y camaradería crece entre los voluntarios. Cada grupo siente que, aunque el camino sea complicado, su contribución es fundamental para devolver a Villa Syrup su vitalidad y prestigio.
#7
Gautama D. Lovecraft
El Ascendido
Al despedirme del grupo de jóvenes marines, me dirigí hasta los supuestos voluntarios que se disponían a ayudar en las labores de vigilancia. A priori, estos podían ser los más poderosos dentro del ámbito combativo, sin embargo, tenía por seguro que antes de un posible contacto antes malhechores, la perspicacia y el olfato definirían mejor las líneas a seguir y darían mejores resultados. Evalué con detenimiento el perfil de algunos de ellos, éramos una decena de hombres y mujeres dispuestos a arrimar el hombro por un bien común, por lo que la cooperación era primordial, y sobre todo, en la primera toma de contacto para conocer el terreno.

Llegados hasta el almacén, uno de los trabajadores salió a nuestro encuentro dándonos algunas indicaciones sobre la situación que se cernía dentro del lugar. Al parecer, parte de los materiales albergados en el edificio habían desaparecido, en concreto, una clase de piezas que servirían para las labores relativas a la reconstrucción del astillero. Evaluaba lo que me rodeaba mientras acariciaba la canosa barbita que nacía de la barbilla, ¿Habían robado algo exclusivo y dejado todo lo demás? Se amontonaban más cajas de supuestas herramientas que seguían sin tocarse. Formulé algunas preguntas en mi mente con las que empezar a tirar del hilo, había algunas aclaraciones que necesitaba tener para comenzar a tejer algunas conjeturas.

- Perdone, ¿se sabe que han robado exactamente?, también, ¿cuándo fue la última vez que saben que seguían ahí?, ¿a primera hora estaban?, y por último... ¿Quién es el encargado de hacer el inventario? supongo que habrá alguien que responda ante tanto material. -

Pregunté al tipo, para intentar indagar más. Todos los datos que se pudieran recabar eran bienvenidos, todo para llegar hasta el final del robo que se había producido y que retrasaría las labores de reconstrucción del astillero. Esperé la respuesta del hombre e indagaría por mi cuenta por el almacén, buscando algún tipo de signo que delatase algún aspecto del robo. Una ventana abierta o rota, cerradura forzada, pisadas, arrastres... ¿podría haber sido alguien interno?, no había que descartar tampoco esa variable, no había tampoco que desechar esa posibilidad cuando en este tipo de ambientes, un gancho siempre venía bien para realizar la sustracción con éxito, y no iba a ser ni el primero ni el último que se produjera.
#8
Alexandra
Alex
No era la primera vez que Alexandra era el centro de atención, estaba acostumbrada a recibir miradas furtivas por su aspecto pero empezaba a sospechar que las que estaba recibiendo ahora poco tenían que ver con eso. La verdad es que no le gustaba dar ordenes pero todo se había vuelto un caos. 

Desde que habían llegado a su zona y les habían dado una escoba y unos guantes ¿en serio? ¿solo unos guantes? No podían pretender que se acercaran a metales oxidados con esas medidas de precaución. Cuando estuvo ayudando a limpiar su pueblo les obligaron a hacer un curso de protección de riesgos laborales en el que les explicaron como recoger los objetos pesados y... ay eso era un desastre... ¡Alguien tenia que hacer algo! Alexandra observó como se desarrollaba la secuencia: se había puesto a barrer en una esquinita amontonando trozos de madera e intentando allanar lo máximo posible el camino cuando de repente escuchó quejas. Al parecer se habían encontrado con metales que, obviamente con la falta de EPIS que les habían dado, eran difíciles de manejar y por ende un civil había acabado herido... Esto no podía seguir así. No bajo su vigilancia, era su deber como Marine ayudar a todas estas pobres personas. Dio una palmada, intentando atraer la atención de la mayor cantidad de voluntarios posibles. 

—Hola... — Nunca le había gustado ser el centro de atención y empezaba a notar como la mayor parte de sangre de su cuerpo se desplazaba hacia sus orejas— Soy la recluta Alexandra, aunque podéis llamarme Alex. Los elementos metálicos son peligrosos así que tendremos que ir con cuidado. Si me permitís... 

La chica se desplazó hacía donde estaba la viga con la que se había cortado el chico. 

— Quizás deberían enfocarse en este tipo de objetos las personas que tengan mas fuerza, aunque eso no signifique que lo hagan solos. Si podéis hacerlo de dos en dos y repartid el peso, eso os dará más estabilidad. — Alex iba haciendo señas mientras explicaba como levantar la viga sin dañarse, cargar el peso en las rodillas y no en la espalda, moverse con cuidado... — Aún así las personas, como yo, que no tenemos tanta fuerza física deberíamos encargarnos antes de limpiar y despejar el camino y así evitar tropiezos y otro tipo de accidente... Hablando de eso — Fijó su vista en el chico que había salido herido — Deberías ir a que te mirara eso algún medico. 

Fue entonces cuando cayó en la cuenta de que había soltado un discurso delante de varias personas, se había olvidado completamente que tenía publico y se había enfrascado en la explicación. Volvió a notar como se le subían los colores y de los nervios se atragantó con su propia saliva lo que provocó que se pasará un buen rato tosiendo. 

En fin... esperaba que estuvieran todos vacunados del tétano.
#9
Masao Toduro
El niño de los lloros
post en curso
#10


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