¿Sabías que…?
... existe la leyenda de una antigua serpiente gigante que surcaba el East Blue.
[Común] Descansando en el campo [Social Abierto]
Odinson D. Shizu
Asesina de Espadas
El viento soplaba acariciando la hierba del campo. La gigante caminaba procurando que sus pasos fueran ligeros y suaves para no pisotear a ningún animal de las inmediaciones, o perturbar de forma abrupta el posible descanso de alguno de ellos. Simplemente la joven quería pasear por los campos más despejados que rodeaban la base de la marina. Puesto que era de los pocos lugares donde no se tenia que mover de forma cohibida y limitada. Por ejemplo en el pueblo de Rostock, sus estrechas calles y sus construcciones no muy elevadas era susceptibles a que Shizu las rompiera si se tropezaba o chocaba con alguna de forma imprudente, por eso no era la indicada para patrullar la ciudad y se dedicaba a pasear por los alrededores de la ciudad y el antiguo faro cuando la mandaban a patrullar. Pero por lo menos tenia esa opción en esta isla, porque en su primer destino en Loguetown, si que era imposible moverse bien por esa ciudad, las calles eran inmensamente concurridas y estrechas, llenas de cosas y toda la isla estaba construida hasta el limite de la costa, no habia margen.

Aunque eso no era importante. Hoy era su día libre y opto por no entrenar y simplemente familiarizarse un poco con la naturaleza de la isla paseando tranquilamente. En su isla natal donde se crio vivió por casi 50 años en una jungla bastante más densa y salvaje, donde la mano del ser humano casi no se percibía, era en Demon Tooth. Que era casi una isla salvaje comparada con la pacifica y edificada Kilombo, aunque por lo menos a diferencia de Loguetown en esta isla se conservaban ciertos prados y pasajes naturales, sobre todo cerca de la base naval, ideal para que estos entrenen. Pero hoy la gigante solo quería descansar.

Tras un rato, cuando el cuartel de la marina se veía pequeño en la distancia, Shizu decidió sentarse sobre la hierba, que para ella era como una fina moqueta en el suelo, más que un césped salvaje sin control. Pero la gigante simplemente se quedo ahí sentada estirando un poco los brazos hacia el cielo chasqueando su espalda un poco emitiendo algún ruido relajado, casi como un gato ronroneando. Quedándose contemplando un poco el horizonte del mar a lo lejos, dada la altura a la que se encontraba el cuartel naval, teniendo una posición ventajosa. Viéndose más pequeñas de lo habitual las casas del pueblo, junto a los restos del faro en proceso de obras algo más lejos en la distancia.
#1
Lawliet D. Giorno
El Iceberg de la Marina
Era un día libre para Giorno, pero incluso entonces, el rubio prefería mantenerse cerca de la base militar de la Marina. Rara vez se alejaba de las inmediaciones a menos que fuera estrictamente necesario, y en esta ocasión, su única intención era disfrutar de la calma que ofrecían los vastos campos verdes de la Isla Kilombo. Un lugar perfecto para despejar la mente... o tal vez practicar un poco de hielocontrol con la hierba, aunque hoy su principal motivo era simplemente relajarse y, quizás, dejar que el tiempo transcurriera sin preocupaciones.

A medida que avanzaba, los campos parecían extenderse sin fin frente a él, el susurro de la hierba acompañando sus pasos. Sin embargo, la paz del paisaje se veía interrumpida por una figura monumental en la distancia, tan grande que no había duda de que se trataba de una persona. La imponencia de esa silueta le hizo frenar un instante, y cada paso que daba hacia ella lo llenaba de una mezcla de curiosidad y asombro. Se me hace familiar, como si la hubiera visto antes… Pensó, recordaba la presencia de una chica gigante en la Marina, y el nombre lo tenía en la punta de la lengua, que había visto en una lista de marinos al llegar a Kilombo.

Mientras se acercaba, pudo observar más detalles de la gigante: una postura relajada, sus brazos estirándose perezosamente hacia el cielo como si intentara rozar las nubes. No era común encontrarse con alguien de semejante tamaño, y menos aún como compañero de la Marina. Giorno había oído hablar de la importancia de aprender de otros marinos, y ahora tenía frente a él a alguien cuya experiencia abarcaba literalmente una perspectiva muy diferente a la suya.

Finalmente, cuando estuvo lo suficientemente cerca como para que su voz pudiera alcanzarla sin necesidad de gritar, Giorno alzó una mano en un saludo respetuoso, la suya diminuta en comparación con la de ella.

Buenas. Su tono era serio y educado. ¿Eres miembro de la Marina, no?
#2
Odinson D. Shizu
Asesina de Espadas
El cielo estaba resplandeciente en esos momentos, la brisa que venia de la costa era refrescante junto al aroma forestal que traían las flores de los campos cercanos. Era bueno disfrutar de un día de descanso, pero no podía dejar de pensar que igual debía ir a entrenar, llevaba tiempo sin hacer progresos reales desde que dejo Daemon Tooth. Pero era normal, tras la muerte de su maestro era difícil que alguien le siguiera el ritmo por estos lugares y queramos o no las grandes selvas de la isla de los colmillos gemelos daba mucho pie a una pelea sin contenerse, cosa que en Kilombo era más difícil, puesto que según como fuera una pelea real en esta isla se sembraría el caos entre la población civil y el pánico.

Pero justo mientras estaba metida en sus pensamientos de forma tan centrada y con la mirada perdida, una voz pareció alcanzarle a su lado, por suerte estaba sentada, porque si llegara a estar en pie no escucharía esa voz tan suave - Eh? Dame un segundo - Entonces posando su mano al lado del chico, con cuidado de no pisarlo dado que lo podría aplastar con la misma y rotando un poco su cuerpo, pudiendo notar el rubiales como retumbaba un poco el suelo mientras lo hacia, hasta que se quedo tumbada panza abajo sobre el campo clavando sus codos en el suelo mientras sujetaba un poco su cabeza muy cerca del joven marine.

- Buenas, si, Alferez Shizu para servirte - Diría la gigante muy animada mientras aprovechaba que estaba boca abajo para alzar los pies y moverlos con cierto animo de un lado hacia otro no pudiendo ocultar que estaba contenta - Hace poco que me trasladaron desde Loguetown aquí, al parecer en esa ciudad tan estrecha y concurrida era problemático mi tamaño Gababababababa - Se reía ahora, pero en verdad le sentó bastante mal ser tan incomoda para la ciudad como para que la reubicaran de base naval tan rápido, sin duda alguna tenia que encontrar una solución a su problema de estatura cuanto antes - Supongo que tu también eres Marine, como te llamas? - Le preguntaría sin más - ¿También tienes el día libre o estas patrullando?
#3
Jin Mori
Wolf
5:30 AM – Despertar

El sol apenas empezaba a asomar por el horizonte, pero esos simples primeros rayos de sol entraban por la ventana de mi habitación, iluminando parcialmente mi cama, podía escuchar algo al lado de mi oído, un ruido simple, un maullido, al mirar la dirección de la que provenía aquel sonido, vería a Kuro, mi gato negro que se había colado por la ventana de la habitación de nuevo como solía hacer desde que vivíamos allí, se había subido a la cama y me estaba despertando a su manera: Dándome empujones con su pata en el torso, probablemente tenía hambre o algo, ¿No podía dejarme dormir a gusto en mi día libre? vaya mierda... resoplaría suavemente mientras empezaba a abrir mis ojos de nuevo, encontrándome con los enormes y brillantes ojos de la criatura negra, tras varios segundos de lucidez, estaría mi brazo hacia el y le acariciaría la cabeza sin decir ninguna palabra, pero una ligera sonrisa se formaría en la comisura de mis labios, como quería a ese extraño gato. 

Me estiraría costosamente, pero provocando que un suave sonido de satisfacción saliera de mi mientras me desperezaba, irguiéndome para colocarme sentado al filo de la cama, con la cabeza aun algo nublada, como si la guerra contra el sueño fuera un enemigo mas en mi vida, el gato, Kuro. Bajó de la cama y se empezó a frotar contra mis piernas, claramente pidiendo atención, yo, aun cansado, lo miraría de forma tierna. -Está bien, Está bien... dame un segundo anda. Murmuraría mientras tomaba un segundo para respirar profundamente, levantándome con decisión, dejando que la pesadez de la madrugada se fuera disipando poco a poco... aunque estaba costando lo suyo, la verdad. Saldría de la habitación, cerrando detrás de mi y entraría a los baños comunes de la base, quitándome la camiseta de los entrenamientos que solía utilizar como pijama para dormir y me adentraría en las duchas, fijándome en algunos otros chicos que estaban a poco tiempo de empezar su rutina de vigilancia y entrenos diarios, menos mal que hoy era mi día libre... abriría el grifo de la ducha, el agua caliente golpearía mi piel mientras me relajaba durante algunos minutos, dejándome envolver por la sensación de frescura que estaba sintiendo, y se sentía brutal. Por suerte mi rutina de higiene no era demasiado detallista, un lavado rápido con agua fría en la cara, un poco de de enjabonado rápido y a enjuagarse, después me secaría la cara y las manos, no me preocuparía tanto por el resto del cuerpo pero me daría un baño rápido.

Al volver a la habitación, me encontraría con Kuro, el cual sujetaba una mirada expectante, me sentaría en mi mesa, donde guardaba el cuenco y la comida para gatos y se lo llenaría, este de forma casi instantánea, subiría a la mesa y empezaría a comer lo mas rápido que podía, como si no hubiera comido en su vida, joder con el bicho.. yo por mi parte, después de dejarle aquel manjar de comida para gatos, me iría a la cantina de la base y me comería algo fuerte para desayunar: unas tiras de Bacon con huevos. Mientras comía, revisaría en un cuaderno que tenía varias ideas de diseño de ropa que había sentido, ¡Algo indicado para mis nuevos poderes! eso era en lo único que pensaba, ¿Cómo podía mezclar la ropa con ser un lobo? eran preguntas que algún día tendrían respuesta, pero por el momento parecía que no. Después de desayunar volvería a mi habitación, donde Kuro ya habría acabado de alimentarse y lo miraría de forma intimidante, ya habían pasado varias horas, por lo que le tocaba dar un paseo conmigo por el bosque de chill. 

Muchas horas despues
Una vez llegamos a la linde del bosque, donde ninguno de mis otros compañeros pudieran verme, era hora de empezar con lo mío, tenía muchas ganas de utilizar aquel poder sin tener que cohibirme, ¡Era el momento!, puse a Kuro en mi hombro, agarrado a mi, y mis músculos empezarían a tensarse mientras me concentraba, cerraría los ojos para no distraerme con nada, y entonces, con un suspiro, todo empezaría: los huesos de mi cuerpo empezarían a crujir y a romperse pero sin generar ningún tipo de dolor aparente mientras mi forma humana se empezaba a distorsionar, mi piel se oscurecía y empezaba a salir un denso pelaje de color negro, mi cuerpo se estiraba y se flexionaba hasta cambiar en la viva imagen de un lobo negro como la noche, de ojos grises plateados como la luna y de 3,4 metros de alto. El gato se encontraba totalmente indiferente, como si estuviera acostumbrado. Una vez acabó la transformación, Aullé al cielo y empezaría a correr todo lo rápido que podía, sintiéndome libre en la naturaleza, era... como pertenecer al ambiente que me rodeaba, como si encajara con el lugar, como en lo que yo pensaba que era una pesadilla que tuve el día que encontré aquella fruta especial.. todo era parte del destino. 

Tras mas o menos media hora a máxima velocidad, ya podía observar lo lejos que se encontraba la base de mi, y al llegar a una planicie, vería de fondo a dos figuras, no las conocía de nada y me daba miedo asustarlas, aunque... una de ellas era gigante, por lo que duraba siquiera que pudiera asustarla, al estar a mas o menos 15 metros de ellos, saltaría al aire, dando una voltereta en el aire y aterrizando con el gato aun en mis hombros, el cual al mismo momento de aterrizar, me arañaría la cara con cara de enfado, como si estuviera decepcionado. -Meow..... purrr. Me miró con cara triste, como si hubiera pasado miedo, yo le miraría de vuelta. -Perdón... estaba emocionado jaja, me gusta mucho la cosa esta.. vamos a ver quienes son esos. Me acercaría mas a ellos, estaba seguro de que para ese momento me habrían visto, no es que yo fuera demasiado sigiloso, llevaba una versión distinta de mi uniforme de la marina, era físicamente igual pero de color negro con detalles dorados en vez de azules, estaba en mi dia libre, así que supuse que podía ponerme mis propios diseños, había un grabado que ponía: Jin Mori, Recluta

Me acercaría a ellos con una sonrisa mientras encendía un cigarro -¡Buenas! ¿Dando un paseíto?.

Inu Inu No Mi: Modelo Lobo.


Energia: 225 / 240
#4
Kullona D. Zirko
Payaza D. Zirko
El amanecer en la isla era fresco y dorado, con un leve rocío que cubría las hojas y el suelo de las praderas en suaves destellos, y una brisa marina que llevaba consigo el olor a sal. Zirko-chan empezaba su día de patrullaje, con la energía de una fuerza de la naturaleza. A pesar de llevar solo dos días en la isla, su espíritu extrovertido y su risa resonante ya la habían hecho notoria entre los habitantes. Esta mañana era especial, la asignaron a patrullar los barrios más despoblados, donde, según sus superiores - no había tanto que romper.

Con su imponente altura, Zirko avanzaba entre las calles, caminando en puntillas con cada paso para evitar pisotear algún techito o cualquier objeto que pudiera estar en su camino. Las casas, tiendas y pequeñas plazas parecían diminutas a sus pies, y con cada paso trataba de ser lo más cuidadosa posible, aunque el entusiasmo le ganaba a veces, y su caminar terminaba en un tambaleo aquí y allá. Iba anunciando su paso a voz en grito para evitar sorpresas - ¡Cuidado, va pasando Zirko-chan! - Los pocos transeúntes la miraban con una mezcla de asombro y diversión mientras la gigante saludaba con gestos amplios de su mano, ocupando con su sombra casi una calle completa.

Sus enormes pies tocaban el suelo con una sorprendente delicadeza para alguien de su tamaño, y sus manos, cada una tan grande como un techo, se apoyaban en los edificios de vez en cuando para mantener el equilibrio, alzando los dedos en el aire como si tocara las nubes en su paso alegre y torpe. Zirko-chan llevaba una enorme bandera de la marina atada al brazo, ondeando al ritmo de sus movimientos, ya que aún no habían conseguido un uniforme para ella, era poco probable que en algún momento tuvieran uno de los uniformes estándar de su talla, pero ella portaba la bandera con orgullo, como si fuera el mejor distintivo posible.

Justo cuando su turno terminaba y sus sombras se alargaban sobre las calles por la postura del sol, uno de sus compañeros de la marina se le acercó con aire de confidencia - Oye, Zirko - le dijo en tono de susurro, como si le compartiera un secreto de vital importancia - ¿Sabías que hay alguien de tu tamaño en la isla? Es una oficial de la marina, la vieron cerca de las praderas - Zirko parpadeó, incrédula, y su expresión se transformó de sorpresa a un entusiasmo desbordante. ¡Otra gigante! ¡No estaba sola! Y, aún mejor, ¡era alguien de la marina!

Zirko no necesitó que se lo dijeran dos veces. Con un suspiro largo y emocionado, se dio media vuelta y comenzó a avanzar hacia las praderas, luego de correr un poco, regresó hasta su compañero y le pregunto tras agacharse hasta su altura - hey, ¿para donde están las praderas? - y tras una risotada y señalando hasta su derecha, Zirko se despidió alegremente y se fue corriendo del lugar, tropezando un poco con la emoción, pero sin detenerse. La isla era pacífica y tranquila, y las praderas, vastas y salpicadas de flores silvestres, parecían pintadas en tonos de verde y amarillo bajo el sol. Zirko, pese a su tamaño, intentaba ir lo más rápido que podía, pero su "correr" se veía más como un chapoteo gigante en cámara lenta. Con cada paso, las piedras y el polvo parecían saltar a su alrededor, y las aves alzaban el vuelo mientras ella avanzaba con torpeza.

Después de varios minutos de correr y de una que otra caída inesperada, Zirko alcanzó la cima de una colina suave y divisó en la distancia una silueta tan grande como ella, descansando en medio del campo. La figura, una mujer gigante recostada sobre la hierba, tenía una expresión de serenidad y paz, y el sol la iluminaba como si fuera una visión mágica. Zirko, con el corazón latiéndole a toda velocidad, dio un paso más, pero tropezó una vez más, cayendo de bruces sobre el suelo y levantando una pequeña nube de polvo. No se rindió, se levantó, se sacudió y tomó aire antes de acercarse, esta vez a un paso más moderado, asegurándose de que su entusiasmo no la hiciera tropezar otra vez, pero corriendo como una niña chica que desbordaba emociones que no lograba contener.

Cuando llegó a unos prudentes 30 metros de la gigante, se detuvo y se cuadró frente a ella, con una torpeza adorable. Zirko-chan adoptó una postura de recluta, intentando replicar la firmeza que había visto en sus compañeros, aunque su tamaño y su sonrisa de oreja a oreja la hacían ver menos seria y más como una niña que ha visto su juguete favorito.

¡Recluta Zirko-chan reportándose! - anunció en voz alta, llena de emoción, con una postura cómicamente rígida, dirigió las manos cruzadas a su espalda y empezó a balancearse en puntitas, intentando no invadir el espacio personal de la gigante frente a ella.

Zirko casi no podía contenerse. Por primera vez en su vida, veía a alguien que podía mirarla cara a cara, que ocupaba tanto espacio como ella, alguien que, aunque distante, podría entender la soledad y las dificultades de vivir en un mundo diseñado para personas mucho más pequeñas. Para Zirko, aquella presencia era casi un sueño hecho realidad. Sin darse cuenta, estaba tan absorta en su sorpresa que no notaba la presencia de otras personas alrededor, todo su mundo se centraba en esa figura, aquella gigante que parecía tan tranquila en las praderas.

Mientras esperaba respuesta, la emoción se reflejaba en cada gesto suyo. Zirko respiraba de manera agitada, y sus ojos brillaban de pura fascinación, como si cada segundo que pasaba allí, frente a la gigante, fuera un regalo.
#5
Gautama D. Lovecraft
El Ascendido
Un día como otro cualquiera en el que debía de seguir expandiendo las capacidades de Huetali, decidí como otros más ir atravesando la isla por sus calas, playas y caminos en aras de practicar algo de fondo y seguir cogiendo resistencia. El día anterior quedé con ella bien temprano para salir a fuera de la base, algo simple, salir a correr, por lo que nos ataviamos con ropa cómoda y quedamos justo en la puerta del patio principal.

Allí, esperé algunos minutos hasta que la joven apareció, aproveché ese tiempo para realizar algunos estiramientos y calentar el tren inferior. Se notaba hoy que el día se alzaría fresco y apacible, la brisa marina traía agradables aromas salinos y embriagaba todo el lugar, era sin duda todo un lujo para todo aquel que supiera apreciarlo. Unos pasos agitados resonaban desde el interior del cuartel, unos pasos familiares que bajaban las escaleras a toda prisa hasta que al doblarlas, la radiante Huetali con su atuendo marine se dignó al fin a aparecer.

- ¡Sr. Loooooovecraaaaaft! Ayy, ayy, ayyy... Discúlpeme, tuve problemas con el agua caliente esta mañana, también aseo mis pies y mis manos como usted ¡Pero ya estoy lista! ¿Nos vemos? -

Le dediqué una mirada de desaprobación mezclada con fraternidad, ella sabía perfectamente que me incomodaba que me hicieran esperar, pero no podía tampoco ser tan duro con ella, sobre todo porque le estaba cogiendo un gran aprecio, ver como comenzaba su trayectoria como marine y todos los esfuerzos que estaba destinando para serlo me cautivaba.

- Bien, vamos Tali, hoy haremos algo suave para recuperar lo de estos días. -

Con una palmada en su hombro daría por iniciada la marcha, y al trote fuimos entonando el ritmo hasta salir de la base, rodeando esta hacia sus afueras. El agradable paisaje se empezaba a ver junto a algunos estruendos, más allá, 2 grandes figuras parecían resaltar entre una gran explanada verde. Fruncí el ceño exteriorizando mi incredulidad ¿eran gigantes?, podría ser, pues mis ojos no me estaban engañando aún por mi edad.

- ¡Mire señor!... Son 2 gigantes ¡Y DE LA MARIIINAAAA!!! -

- Eso parece Tali ¿quieres que nos acerquemos? -

Le pregunté asumiendo que dada su efusividad no dudaría ni un segundo en ir al encuentro hacia aquellas 2 gigantes. Huetali fue corriendo como una descosida hacia el grupo, ya que otros 2 individuos se encontraban también con ellas, y aunque también parecían portar un uniforme marine, uno de ellos estaba ¿convertido en un lobo?, ¿sería también usuario de una fruta como la mía? 

- ¡HOOOOOLAAAAAA!!!! ¡POR EL DEVORADOR!!! ¡QUÉ WAYS SOIS LAS DOS!! -

El ambiente entre ellos parecía comedido y fuera de toda posible amenaza. Huetali daba saltos exclamativos en torno a las grandes envergaduras de las 2 chicas gigantes, mostrando una efusividad inaudita con los propios sobre estímulos de los que era partícipe dada también su edad, algo que me gustaba ver, pues era idílico ver como se adaptaba con el resto a pesar del porqué tuvo que estar aquí. Yo por mi parte, avanzaba con calma hacia todos ellos, fijándome en el chico de cabellos lisos, el cual, desprendía un aura que por causas que desconocía me resultaba familiar y cercana.
#6


Salto de foro:


Usuarios navegando en este tema: 2 invitado(s)