Alguien dijo una vez...
Crocodile
Los sueños son algo que solo las personas con poder pueden hacer realidad.
[Aventura] [A - T2] El primer escalón.
Gautama D. Lovecraft
El Ascendido
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~ Inmediaciones del G-23, Base de La Marina.
12:15. Día 48 de verano del año 724.

La mañana se presentaba nublada y algo tormentosa, como un frente que amenazaba con agitar las aguas de Kilombo, y aislarla de cualquier barco que osara desembarcar en su puerto, parecía ser la misma antesala de un desastre, o de alguna desgracia de índole desconocida. Para los viejos lobos de mar, podría ser un frente pasajero sin más acción que la de pasar sin alborotar nada de lo que parecía proyectar, nubarrones que atemorizaban a ilusos más que a los canosos marineros que habían dedicado todos los días de su vida a la mar.

Ya entrada la mañana, la marea se empezaba a picar meciendo con bravura los botes más pequeños amarrados a los muelles, los barcos pesqueros se agitaban y los medianos y grandes por el momento soportaban las embestidas. Recorriendo el puerto de Rostock, 4 figuras avanzan con determinación hacia las inmediaciones de la base de La Marina, aunque hay uno de ellos que no parece ser el dueño de sus acciones, y mucho menos de su suerte, pues permanece amarrado de pies y manos con la única posibilidad de avanzar y ser llevado hasta un destino poco satisfactorio para él.

Algunos ciudadanos del pueblo los miran, pero sin más interacción que el propio prejuicio interno que tienen hacia los 4 tipos, ¿de quiénes se trataban exactamente?, estaba claro que llevaban preso a un pobre desgraciado que había caído en sus garras. De hecho, hubo algunos habitantes del pueblo que tuvieron que mirar varias veces, pues les resultaba familiar el rostro del desconocido ¿se trataba de un afamado pirata?, hubieron algunos murmullos entre grupos reducidos, algunos inclusos fueron a correr la voz, pareciendo que con eso, tenían por seguro de quien se trataba.

Sin embargo, el trío de los capturadores avanzaban sin demorar hacia los dominios externos de La Marina, tenían confiados la seguridad de llegar hasta el fin su objetivo, queriendo entregar al malhechor al máximo organismo militar que media en el mundo, y no habría nada que les impidiera llevar a cabo su cometido. Por eso, una vez se presentaron un la verja exterior, podían como una extensa explanada los separaba de la base. En esta explanada, se encuentran algunos pelotones entrenando, otros llevando materiales de un almacén a otro, y algunas patrullas que volvían de afuera para el cambio de guardia, ¿sembraría esto cierto nerviosismo entre los piratas?, literalmente, se estaban entrando en la boca del lobo, a pesar de que sus intenciones eran pacíficas y venían a colaborar con los marines.

Se encuentran en la caseta de entrada previa, donde les dan el alto 2 soldados rasos para preguntarles que necesitan. Pronto, otro de ellos que permanece dentro de la caseta, resulta ser más avispado que sus otros compañeros y reconoce el rostro de Muzen, sin pensarlo, coge el Den Den Mushi de esta y comunica dando el aviso a la base.

- Buenos días, señores ¿podemos ayudarles en algo? -

Pregunta uno de los dos dirigiéndose al grupo, mientras su segundo repasa con detenimiento las pintas de los 4, ambos aferrados a sus fusiles como guardias que eran. El segundo, comienza a deparar en Muzen sin saber por qué permanece maniatado, se empieza a tensar viendo el cuadro que tiene delante y frunce el ceño, pero permanece expectante ante lo que acontece.

off
#1
Byron
Que me lo otorguen
Byron se encontraba tranquilo, sentado en lo alto del mástil con los pies colgando del pequeño saliente que se encontraba en esta parte del barco, con un papel carcomido por el tiempo en sus manos. El viento y el mar, más furioso de lo que solía recordar en aquellas tierras, más su calma estaba intacta, aunque podían notarse de vestigios de impaciencia por como movía de forma inquieta sus piernas al viento. A pesar el cielo nublado y semi tormentoso, el joven podía sentir al sol tras aquellas grises y oscuras formaciones dándole el beneplácito y siendo testigo a duras penas de sus acciones, como si de un juez se tratase, aunque el hecho de encontrarse escondido podía significar un mal augurio para el Solarian. Aun así, increíblemente, tenía todo planeado y bajo control, el intrépido capitán sabía que todo saldría bien, tal era la certeza que sentía, que se daba el lujo de reír a carcajadas solo en aquella ubicación mientras observaba el cartel de Wanted entre sus manos y la isla en el horizonte.

- ¡Hie, hie, hie! Tranquilo viejo amigo, está todo bajo control...- Dijo entre risas refiriéndose al astro rey escondido en las turbulentas nubes. - Queda poco, así que es la hora.- Concluyó.

El joven, con una amplia sonrisa en el rostro, dobló el papel que sostenía en sus manos hasta que tuvo el tamaño necesario para poder introducirlo en uno de sus bolsillos. Con una mano, acomodaba este en su bolsillo trasero de sus pantalones granates, y la otra la alzó al cielo, en dirección a su Jolly Roger, y lanzó una pequeña llamarada por su palma, que redujo a cenizas la única prueba que podía tener Rostock de que el grupo que se disponía a entregar a uno de los más buscados del East Blue, eran piratas. Miró caer las últimas cenizas de aquella bandera, y volvió a mirar al horizonte, aún no se llegaba a vislumbrar el puerto, pero su llegada estaba al caer, cuestión de una hora estarían de nuevo con los pies en tierra firme.

Así pues, listo para lo que iba a suceder, bajó de su ubicación sirviéndose de la pequeña escalera de mano que le había llevado a aquella posición, varios miembros de su tripulación presentes en esta, y con tan solo su bajada, ya sabían que hacer y lo que se venía. Sin mediar palabra, Kael expulsó el cuerpo magullado de Muzen, desmayado, dejándolo tirado sobre la pulida madera que formaba el suelo que pisaban, y con unas cuerdas que el hombre del parche le sirvió, amarró su cuerpo y extremidades, quedando totalmente inmovilizado y con un aspecto deplorable. Le miró el rostro, con una de sus manos le dio unos golpecitos suaves en una de sus mejillas mientras sonreía.

- No lo tomes personal, yo no he escrito las reglas.- Le murmuró aunque sus oídos fuesen incapaces de escuchar. - Bueno, Gavyn, Vesper, vosotros venís conmigo, al final es meterse en la boca del lobo... Drake, encárgate del papeleo en cuanto lleguemos, después cuida el barco junto al resto y tenerlo listo para marcharnos, no quiero inconvenientes y cuanto antes nos marchemos, más fácil será para todos. - Dijo marchando hasta el camarote para preparar sus cosas.


Los chicos caminaban tranquilos, con el cuerpo de la víctima siendo arrastrado por Byron, apenas oponía resistencia al encontrarse agotado y magullado, casi inconsciente seguía los tirones del capitán de forma torpe y sin entender realmente que estaba sucediendo y como había acabado allí. Las miradas de los lugareños se clavaban en ellos mientras caminaban de forma tranquila, siendo estas respondidas por parte del muchacho asintiendo con la cabeza acompañado el gesto de una amable sonrisa, para que entendiesen que claramente no eran enemigos, más bien lo contrario, una mano amiga que los libraría de los criminales que ni siquiera la marina era capad de atrapar. Un ligero y cordial saludo elevando el brazo por su parte, antes de abandonar el pueblo y dejar atrás la muchedumbre.

Finalmente, frente a ellos, la majestuosa base de la marina, era poético, pues fue el primer lugar que pisó al llegar al East Blue, el que antes fue tratado como un necio con sueños imposibles, ahora los llevaba a su puerta un importante criminal.

Dos hombres se acercaron a ellos, reclutas por sus atuendos, armados con fusiles y preguntando con genuina curiosidad, sus ojos parecían no creer lo que tenían ante ellos, el peliblanco Muzen apresado y con una imagen que dejaba en claro que había tenido días mejores. El capitán pirata no mostró nerviosismo alguno, y con un lenguaje corporal que transmitía cero hostilidad, sacó de su bolsillo trasero el papel que había doblado antes de forma meticulosa con su mano sobrante, y lo desplegó ante ellos sonriente con una actuación digna de una persona nacida con carisma.

- Venimos a traeros a este hombre, somos aventureros, nos gusta viajar y ver mundo, y en una de nuestras aventuras a lo Indiana D. Jones nos topamos con este hombre... Cuando vi su cara, no pude evitar recordar este cartel, y no podía dejar que siguiese haciendo más daño, así que, acabamos con él, aunque no lo parezca, somos bastante fuertes hie, hie, hie ¡para navegar tienes que serlo si no eres hombre muerto si te encuentras a alguien como este tipo! - Dijo con riendo de forma ligera. - ¿Tienen alguna pregunta más? No sean tímidos. - Dijo mostrando buen ánimo.

COSAS DE INTERÉS
#2
Anko
Médica Despiadada
Detrás de un escritorio de madera con una pila de papeles encima se encontraba Anko, una alférez recién ascendida por sus logros a servicio de la Marina, su rostro ya era bien conocido en la Isla pero a diferencia de antes, era un poco más complicada verla fuera de la base a esas horas del día, pues esta ya se tenia que encargar constantemente del papeleo, una tarea tediosa y que nadie quería hacer, pero ella lo hacía al final del día, obvio tampoco le gustaba, pero era su trabajo, además le pagaban por ello, no podía quejarse. Tenía el permiso de impartir justicia (aunque aveces se le pasara la mano) y le daban un beneficio económico a cambio, todo correcto ahí.

Su mano derecha sostenía una pluma con la punta manchada en tinta, haciendo algunas anotaciones en las hojas de papel frente a ella, sus ojos oscuros y perezosos se movían de lado a lado, inspeccionando las palabras ya escritas para evitar algún error y terminar con la tarea de forma exitosa. Todo transcurría de forma normal como en cualquier otro día, pero el sonido del Den Den Mushi en su escritorio rompió con aquella monotonía, si atención se desvío hacia el caracol comunicador, preguntándose de forma fugaz para que o quien llamaba.

Con un gesto perezoso, acercó su mano enguantada hasta el pequeño caracol y levantó la bocina, acercándola a su rostro por sí necesitaba decir algo, y lo iba a decir, pero fue rápidamente interrumpida por la voz de un soldado raso levemente alarmado indicando la presencia de un grupo de hombres en las puertas de la base, grupo que tenían con ellos a uno de los piratas más buscados del East Blue, su nombre era Muzen Kibutsuji. En cuanto los oídos de la peli marrón escucharon aquel nombre, su cuerpo se giró levemente para mirar la pared que tenía a sus espaldas, en es elegir estaban pegados los carteles de búsqueda de varios criminales y ahí estaba también el del ya mencionado pirata, con una recompensa enorme.

Sin decir nada, Anko colgó el Den Den Mushi y se levantó sutilmente de su asiento, tomando aquella la capa de los oficiales de la Marina del respaldo para colocarla sobre sus hombros, la prenda era bastante llamativa, pero causaba una ligera incomodidad portarla mientras se está sentado, de ahí que repita el mismo gesto siempre que se levanta de un asiento. Pero la capa no era lo único que llevaría, a un lado del escritorio se encontraban sus tres Katanas recargadas en la madera, la joven las tomó y las preparó en su cintura, ahora solo faltaba una cosa más. La alférez tomó un cigarro de la caja que portaba en los bolsillos de la capa y encendió con fuego la punta con el Encendedor metálico guardado en el mismo lugar, con eso listo, guardó todo de nuevo y salió de la oficina.

El sonido de sus botas golpeando el suelo resonaba en todo el pasillo, seguramente aquel aviso había sido a la base en general, no solo a ella, por lo que intuía que no estaría sola atendiendo aquel asunto, seguramente, aparecerían más de sus compañeros de la base listos para atender el llamado de la justicia. Su caminata la llevó hasta las enormes puertas metálicas de la base G-23, aún cerradas, ella se acercó a uno de los guardias de dentro y habló con su clásico tono autoritario mientras sostenía su cigarro con los labios — No soy la única que vendrá, una vez estén todos, abre estas puertas, nosotros nos encargamos del resto —

Off
#3
Nagaki
Medusa
¡Invasión!
Motivo: Literalmente trabajo en esta base.

La libertad. Oh grandiosa libertad. Tan grande y tan esquiva como las responsabilidades de la marina. Habíamos llegado de la escolta del barco al reino de Goa hacía ya una semana y algo y por los servicios prestados decidieron ascenderme a nada más y nada menos que Alférez. De soldado raso a Alférez en una misión. Fue algo que descolocó a la gran mayoría de personas allí delante, bueno, eso y que los rumores de que una gyojin en la misión había lanzado un barco habían corrido como la pólvora entre los marines. Sin contar el detalle que quien salió a recoger la medalla por el ascenso, esa gyojin tan poderosa que rumoreaban, resultó ser una niña de metro y medio.

Sí, había tocado cambio de fase otra vez y justamente tocó que la más caótica de mis fases fuera la que tuviera que ir a recogerlo, todo un espectáculo. Ya estaba a dos días de mi fase adolescente y eso estaba haciendo que volviera un poco de esa madurez que había perdido... eso si no fuera porque estaba jugando al pilla pilla con soldados raso mientras estaban entrenando. Ser Alférez tiene esos privilegios después de todo. Si un rango superior pide estar molestando en el entrenamiento de los rangos inferiores, no queda otra que suspirar y aceptar.

Artista Marcial Iniciado
ARM300
ARTISTA MARCIAL
Pasiva
Tier 3
4/9/2024
Podrás realizar un calentamiento durante un post para ganar +5 [Agilidad] y +5 [Fuerza] por el resto del tema. Este calentamiento se considerará como [Canalizar].


Estaba encima de un soldado haciendo flexiones cuando otro soldado raso viene corriendo preguntando por mí, informando de que algo estaba pasando en la puerta principal relacionado con un pirata buscado y necesitaban mi presencia. -¿Más piratas peligrosos? -Pensé- Si hace poco que pillaron a media banda de los Piratas Veganos, menuda fiesta va a montarse en la base con tanta gente.

Le dí palmaditas al soldado y me levanté, con mi capa de alférez (la de tamaño pequeño, para no manchar la capa de tierra/barro, otra vez) ondeando al viento.

Resumen
#4
Baltazar Bonez
Dr.Bonez
Tras varios días de viaje, habían llegado a la base de la marina en Kilombo, ciertamente un lugar en donde nunca pensó que iría por decisión propia. Pero como todo lo que habia sucedido desde que se había formado la tripulación de los piratas Hizashi, tal parecia que muchas veces todo en aquel grupo era bastante improvisado. Algo que, sin duda, era algo que le gustaba bastante.  

Por otro lado, aquella victoria que habían tenido en medio de la selva profunda, para el tenia un sabor agridulce. Después de todo, aquel hombre que iban a entregar habia sido un compañero de aventuras cuando aun era un cazador solitario. Ciertamente era un buen chico, pero por desgracia los hilos del destino habían hecho que su nuevo encuentro fuera uno no muy amistoso, puesto a que por el precio que tenia la cabeza de Muzen lograba ser un blanco claro para que fuera centro de cacería para la tripulación. Bonez por su parte parecia no gustarle demasiado la idea de poder entregar a aquel tipo con el que había tenido buenas migas  después de haberse encontrado en aquel casino de mala muerte.

La conversaciones  en el camino de la selva hasta aquella base junto  con Muzen habían sido breves, sabia que el no estaría mirándole bien después de lo que había sucedido en aquella av entura, pero bien sabia también las consecuencias que tenia tener aquella recompensa en su cabeza, haciendo que Bonez terminara por aceptar que no había forma de remediara lo que ya se habia  hecho. Haciendo que una vez que Byron le amarrara las manos y decidiera bajar del barco hacia la base de la marina. Tanto Gavyn como Vesper fueron los elegidos en bajar junto al capitán para entregar al preso y poder cobrar la recompensa que había sobre su cabeza. 

No obstante, en esa naturaleza curiosa y algo rebelde que tenia el chico de piel ceniza, decidió saltar del barco, caminando detrás de Gavyn y Versper de manera despreocupada ya que no quería perderse la oportunidad de estar ahi en el momento en el que le dieran aquella cuantiosa recompensa de berrys en persona al capitán. Después de todo, no era alguien muy conocido por ser alguien obediente, asi que simplemente siguió los pasos de sus compañeros como si  hubiera sudo simplemente una desatención de su parte. 

Lo siento Capitán, pero me gana la curiosidad de ver esa cuantiosa recompensa con mis propios ojos. dice aun en camino hacia la puerta de la base, encogiendose de hombros como si fuera un gato sin capacidad de evitar la curiosidad por lo que sucedería en aquella entrega, antes de guardar sus manos en los bolsillos antes de mirar los guardias que parecían patrullar con tono vigilante  a los piratas Hizashi que se acercaban a la entrada mientras que la voz de Byron retumbaba en el aire  mientras que  Bonez levantaba un poco su sombrero de copa mientras que le sonreía a Vesper y Gavyn. Sin duda beberé 3 días seguidos cuando tengamos aquella recompensa en nuestras manos Ewa. dice mientras que observaba aquella gigantesca puerta en la entrada de la base G-23.

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#5
Vesper Chrome
Medical Fortress
Tras los desastres que pasaron en esa aventura en aquella isla, y la pelea a medio dejar que tuve con Alexander, realmente me encontraba desganado, además de que los días posteriores tuve que dedicarme a curar las heridas de todos, no es como que me quejara para nada, al final de cuentas son mis nakamas, pero dejar una pelea a medias para mi era una de las peores cosas que pueden suceder. Al menos no todo fue malo, habíamos capturado a uno de los piratas del conejo y lo entregaríamos por su cuantiosa recompensa, al menos podría comprar mejor equipo medico para mis muchachos.
 
Mientras el capitán se encontraba visiblemente feliz, calmo, encima del mástil del barco, yo me encontraba dándole unos retoques a ¨Morte Rogue¨ Aquel gran escudo rojo del que tanto puedo presumir, dudo que cualquier ataque pueda traspasar el metal del que esta construido, y la seguridad de mis nakamas está a la par de su fuerza gracias a él. Justo entonces unas pocas cenizas calientes caen desde lo mas alto del barco, evidentemente mi capitán estaba algo loco, había quemado nuestro Jolly Roger, pero comprendía sus motivos. —Oye Ricitos de plata, cuidado si quemas el barco con esos poderes tuyos. — Miré hacia arriba, pero este ya se encontraba bajando.
 
Lo que pasó después fue el mismo amarrando a Muzen de las piernas y manos para entonces una vez llegásemos. —Por supuesto, después de todo, Kilombo es como mi hogar. — Le respondí al capitán una vez explicó quienes iríamos con él a entregar al afamado pirata, que perderá su fama una vez sea ejecutado. El tiempo pasó más rápido de lo esperado y ya nos encontrábamos camino a la base de la marina, algunas personas miraban a Byron y Gavyn de manera extraña, además de a Bonez quien iba detrás nuestro, por otra parte, muchos ya me conocen, pasé cuatro años viviendo en esta isla, haciendo encargos de norte a sur, de este a oeste. Pero era evidente, no somos enemigos, al menos no ahora, y probablemente nunca lo seamos, no de esta isla que fue la fundadora de los Piratas Hizashi.
 
—No creo que haya que hablarle demasiado a este tipo, al final puede él, hablar mas de la cuenta, y es lo que no necesitamos estando aquí. — Le comenté a Byron mientras lo arrastraba como si Muzen fuera una bolsa de basura que no quiere sacar al patio. Por otra parte, ahí estaba Bonez, y yo me encontraba totalmente de acuerdo con lo que el decía. —Beber y Jugar Bonez, como cuando nos conocimos. — Le brinde una sonrisa al chico de tez oscura, somos el dúo perfecto para jugar cartas, apostar mucho y salir ganando de la manera legal, y evidentemente, de la manera no muy legal que digamos, porque normalmente la gente no quiere meterse con ese par de engendros.
 
Habíamos llegado a las puertas de la base de la marina, donde alguna vez muchos ciudadanos fueron a quejarse y simplemente se fueron sin una respuesta, porque por muchos marines buenos que hay, también existe otra mitad que no quiere hacer mas que ganar un sueldo por no hacer absolutamente nada, aunque de hecho, ahí dentro trabaja alguien que conozco, con la cual coincidí en algún momento, la amargada pero bellísima Anko, no se si era su cara amargada, o sus palabras con desinterés, pero algo en esa marine me hacia palpitar el corazón de una extraña manera.  —Byron, Gavyn, Bonez, ya estamos aquí, ahora veremos que tal se da esta situación. — Expreso antes de que si quiera se presentara algún marine a la puerta.
 
Aunque eso duró poco porque dos de ellos se acercaron a nosotros, los había visto rondando por ahí de vez en cuando, en esta ocasión no era mi turno de hablar ni nada por el estilo, Byron era quien tenia que entregar a Muzen, nosotros somos solo aventureros a su servicio, no piratas, no corsarios, aventureros y nada más.  —Ya escucharon al de cabellos violetas, vamos a entregar a ese pirata, no queremos que cause estragos por ahí mientras estamos de aventuras. — Terminé expresando a reclutas o soldados que estaban en la puerta, estaba claro que ellos no serian los unicos que saldrian, pues por su apariencia no parecian mas que simples soldados o reclutas, pero sabia que si aparecian mas personas de la cuenta, existia la posibilidad de que reconociera a uno de nosotros como un posible problema, que en verdad era lo que se evitaba en una situación como esta, al final de cuentas debe ser una entrega tranquila, pacifica cuanto menos, no era el lugar ni el momento apra que sean reconocidos como piratas.

El cuartel de la marina era una fortaleza imponente y bien organizada. Las paredes, de un gris metálico, se elevaban altas y reforzadas, marcadas por insignias doradas de la marina que brillaban bajo el sol. Alrededor, se extendían patios de entrenamiento donde se oía el sonido de las espadas chocando y los gritos de mando de los oficiales. Marines en diferentes niveles de entrenamiento se movían en filas disciplinadas, algunos practicando combate cuerpo a cuerpo, mientras otros manejaban armas de fuego en una zona especial de tiro. Más cerca del centro, varios reclutas se turnaban en sesiones de resistencia física, con carreras de obstáculos y pruebas de fuerza. La bandera de la marina ondeaba en lo alto, visible desde cualquier rincón del cuartel. En cada entrada y torre de vigilancia, guardias observaban con atención, listos para interceptar cualquier movimiento sospechoso. Ya habia visto esto antes, muchas veces tuve que hacer uno que otro recado dentro de este cuartel, traer cosas a algunos soldados rasos, o reclutas que enviaban sus esposas preocupadas, o sus madres, abuelas, etc, siempre estaban en las mismas, entrenando sin parar, para probablemente morir en algun sitio, sin sentir ni una pizca de libertad, aquella que tanto anhelamos nososotros los piratas. 

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#6
Drake Longspan
[...]
Drake Longspan bajó del barco luciendo lo que él llamaba "el camuflaje definitivo": Un chaleco negro sin camisa, los pantalones de siempre y una soga gruesa a modo de cinturón. Lo más llamativo, sin embargo, era la colección de accesorios que había improvisado.

Tenía unas gafas redondas y absurdamente verdes, un bigote falso tan torcido que parecía haber sido pegado con chicle, y unas cejas postizas enormes que le daban una expresión ridículamente intensa. Parecía más un dibujo caricaturesco que un pirata real, pero él caminaba como si acabara de reinventar el concepto del espionaje.


Mientras Gavyn y Vesper se dirigían hacia la entrada de la base de la Marina, Drake disfrazado de Kendrick Longmar, a paso largo y muy preocupado, divisó a Bonez intentando deslizarse detrás de ellos. El muy idiota estaba tratando de colarse como quien no quiere la cosa, con una expresión entre curiosa y descarada. 

Drake no lo pensó dos veces: tenía que detenerlo antes de que se metiera en problemas y echara a perder el plan, eran ordenes del capitán. Con un solo movimiento rápido y decidido, extendió uno de sus brazos largos como un látigo, agarrando a Bonez de la parte de atrás de la camisa y levantándolo en el aire como si fuera un gatito callejero al que iba a adoptar.

¡Eh, eh, eh! ¿Dónde te crees que vas, cabronazo?¿Te piensas que estamos en la puta feria? Nos vas a joder todo el plan.

Drake balanceaba sin una pizca de sutileza a Bonez en el aire y lo balanceaba como a un muñeco. El disfraz del carpintero, con su bigote torcido y esas gafas de color tan intenso que parecía que se había robado los ojos de una rana gigante, era tan surrealista que cualquier intento de respuesta a lo mejor se le quedaba atascado en la garganta. Al darse cuenta de qué estaría llamando la atención, dejó a su amigo en el suelo.

Lo siento, lo siento, Bonez. Pero si crees que te vas a meter en esa base sin permiso, es que tienes el cerebro en el culo. Nos quedamos aquí hasta que Gavyn y Vesper vuelvan con los berries, ¿me has oído? Con todo ese dinero nos compraremos un unicornio azul.

Drake Lognspan soltó una carcajada y le dio una suave palmadita en la cabeza, desordenándole el cabello como si acabara de reprender a un niño travieso.
 
Después, lo soltó al fin, con todo el dramatismo posible, haciéndole un gesto exagerado de "quedarse quieto". Se ajustó el bigote falso y las gafas, que se habían ladeado un poco en el forcejeo, y dio unos golpecitos en el suelo con el pie para darle énfasis.

Ni un puto paso más hacia la base. Porque si la jodes, te disfrazaré de cabra y te mandaré a correr en círculos hasta que aprendas a obedecer las ordenes del capitán, tenemos que pasar desapercibidos.

El chico sacó otro bigote falso y se lo colocó en la boca a su compañero.

Ahora, nos vamos a esconder, Doctor Jones.

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#7
Gavyn Peregrino
Rose/Ícaro
Era sorprendente que la tormenta que había iniciado en Momobami “nos siguiera” hasta Isla Kilombo, cada vez que llegábamos a una isla nueva no faltaba un clima miserable y molesto para navegar gestándose lentamente, como si quisiera convertirse muy pronto en una tempestad en toda regla. Sino fuera porque llevaba al menos unos seis años navegando contra viento y marea, habituado a los fuertes vendavales y al mar embravecido, podría haber sentido algo de temor, pero para mi esto era una suave brisa de primavera en comparación con las olas salvajes de los abrasadores temporales que aparecían muchas veces en altamar. Cualquier navegante prefería un día soleado, con oleaje no muy intenso y viento lo suficientemente poderoso como para henchir satisfactoriamente las velas blancas del navío… Yo recibía este clima fastidioso que podría reflejar con mucha facilidad la irritación que sentía debido a lo mucho que tenía que forzar el timón para moverlo contra la corriente.

Por suerte la irritación que sentía por volver a Kilombo, un lugar que definitivamente no iba a dejar de detestar, especialmente en este momento; los únicos buenos recuerdos que me traía la isla eran los de haber conocido a la tripulación… Y eso ya era decir mucho, especialmente cuando la mayoría todavía se sentían algo desesperantes. Me sentía como el caballo blanco e irascible del mito del carro alado, solo que no era un caballo, pero sí tenía alas y eran blancas, tan blanca, suaves y esponjosas como las alas de un Solarian podían ser, excepto las de Byron, porque no las tenía. Y hablando del diablo… Mantuve el timón firme para que el barco no se desvíe de su curso, atarlo, en este momento, solo generaría problemas y deslicé lentamente mis ojos por el mástil, hasta llegar al carajo del barco, lugar que el entrañable otro miembro de mi especie que se nombraba nuestro capitán, utilizaba para vigilar en este momento.

Nikkei siempre me había parecido algo impredecible y falto de autoconservación, pero después de Momobami podía aceptar que era digno de ser llamado capitán, nos había guiado efectivamente hacia el tesoro, se había indignado correctamente con otro grupo de piratas y había iniciado una alianza con otro grupo, liderado por el cual decía era su rival, para darle una paliza a la tripulación que presumía y cantaba victoria demasiado pronto. Y los que cantan victoria demasiado pronto y no pretenden compartir un tesoro merecen ser maniatados y dejados inconscientes a base de golpes como el hombre de pelo exageradamente blanco que teníamos prisionero dentro de Draven. Mis ojos se centraron en el camino que había trazado previamente con experticia a Kilombo, al final Nikkei había resultado un capitán digno, valiente, perspicaz, capaz de afrontar la situación co ingento y que… ¡Ahora estaba quemando el Jolly Roger!

Retiro todo lo dicho.

El riesgo de incendio por quemar el Jolly Roger era reducido, por suerte, era un fuego controlado, pero sí una chispa hubiera caído sobre la vela principal, la historia sería otra, aunque, con nuestra suerte, quizás llovía antes de que el barco se quemase, o Lognspan subiría personalmente a estrangular al capitán… O no, ya que el gorila ruidoso tenía una fe bastante inquebrantable en Nikkei. Exhale un suspiro algo sufrido, poniendo los ojos en blanco dramáticamente, quizás simplemente tenía que… Ugh… Confiar un poco en los tripulantes. Arrugué la nariz como quien huele algo podrido y negué con la cabeza, fingiendo no haber visto nada.

Observé a Draven expulsar de su cuerpo, ya habiendo superado la extrañeza de pensar en eso, a Muzen, quien fue correctamente golpeado y maniatado para ser entregado como un regalo de navidad a la base de la marina, seguro estarían extasiados por recibir a otro criminal… Otro criminal que no habían capturado. Quien diría que los piratas entreguen a un criminal buscado a la marina, tenía que ser el colmo de los malos chistes. Dejé que se encarguen del preso, llevando el barco a, literalmente, buen puerto, para atracar con cuidado, dejando el barco preparado para escapar. Una vez echaron el ancla y amarraron el barco, bajé de la cabina del timón hacia la cubierta principal.

. – Dejen velas desplegadas, por si debemos irnos rápido. –Avisé por si acaso mientras descendía las escaleras tranquilamente– Y no toquen el timón.

Seguí a Nikkei y Chrome para bajar del barco con el prisionero siendo arrastrado por el primero, cuando escuché otro juego de pasos que me hicieron mirar por encima del hombro, allí noté que Bonez venía detrás de nosotros, puesto y dispuesto a colarse en el grupo, aunque no duró demasiado su iniciativa cuando Longspan lo atrapó por la ropa, vestido… Vestido con un bigote falso y un chaleco… Puse los ojos en blanco antes de darme la vuelta para continuar con el camino. Acomodé mis alas, acicalándolas con los dedos y traté de apegarlas a mi para hacerlas lucir más pequeñas, de modo que no se verían tan amenazantes. La gente nos observaba detenidamente y susurraba, pero estaba acostumbrado, después de todo llevaba dos apendices blancos y llamativos en la espalda que definitivamente atraían la atención, aunque sabía que no éramos el motivo de la desconfianza general.

Llegar a la base de la marina fue relativamente sencillo, obviamente a la entrada, pero ser recibidos por dos soldados rasos nerviosos era exactamente lo que esperaba. Esbocé una sonrisa despreocupada y cordial, siguiendo el juego a mis compañeros.

. – Como dicen mis compañeros aquí, no tenemos malas intenciones, solo queremos entregar al criminal que tenemos entre manos. –Señalé al albino– Somos conscientes de que es buscado por la marina, así que queríamos actuar lo más pronto posible.

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V&D
#8
Galhard
Gal
En el amplio patio de entrenamiento de la base G-23, Galhard se encontraba junto al sargento Ahab, liderando una sesión matutina de ejercicios con un grupo de reclutas. El cielo nublado y el aire cargado de humedad no impedían que el entrenamiento se realizara con el mismo vigor de siempre. Galhard, como era su costumbre, participaba activamente en las rutinas, demostrando con su ejemplo lo que esperaba de los jóvenes marines bajo su guía.

—¡Quiero más energía! —gritó Ahab con su característica voz grave, mientras supervisaba a los reclutas— ¡Si este hombre puede hacerlo con esa sonrisa en la cara, ustedes no tienen excusa!—

Galhard, sudoroso pero sereno, ejecutaba impecablemente una serie de flexiones junto a los reclutas. A pesar del esfuerzo, mantenía una actitud calmada, animando a los demás con palabras de aliento.

—Vamos, chicos, recuerden: la fuerza no solo viene de los músculos, sino de la voluntad. ¡Un esfuerzo más y lo lograremos! —dijo con una sonrisa mientras empujaba el suelo con determinación.

Ahab, que no era de regalar elogios fácilmente, se cruzó de brazos y observó a Galhard con un destello de aprobación en su mirada.

—Sabes, Galhard —comentó el sargento, acercándose con paso firme —cuando te conocí, no pensé que un tipo tan tranquilo destacaría tanto. Pero aquí estás, enseñando con el ejemplo y llevando este puesto de Alférez con orgullo. Me alegra ver que no he desperdiciado mi tiempo contigo. you're pretty Good
Galhard se incorporó después de terminar su serie y, con una mano en la cadera, dedicó una inclinación respetuosa a su mentor.

—Gracias, sargento. Si algo he aprendido aquí es que no hay atajo para el esfuerzo. Y que la verdadera fuerza está en aquellos que trabajan juntos para algo más grande que ellos mismos.— Respondió con humildad 

Antes de que Ahab pudiera responder, un soldado raso llegó corriendo hacia ellos, su rostro reflejando urgencia.

—¡Alférez Galhard, sargento Ahab! —exclamó, deteniéndose para recuperar el aliento — Han llegado unos individuos que dicen ser aventureros a la puerta principal. Traen con ellos a un pirata buscado, Muzen Kibutsuji. Se ha dado aviso a toda la base.—

Galhard frunció el ceño al escuchar el nombre del criminal. Era uno de los piratas más notorios del East Blue, y el hecho de que estuviera a punto de ser entregado generaba un sinfín de preguntas en su mente.

—¿Muzen, aquí? —dijo con incredulidad, mientras se giraba hacia Ahab.

El sargento asintió, su rostro ahora más serio.

—Parece que este día será más interesante de lo que esperaba. Anda, Galhard, ve a ver qué sucede. Yo me quedo con estos reclutas; no quiero que pierdan el ritmo.— Exclamó mientras hacía crujir sus hombros

Galhard tomó una toalla para secarse el sudor y luego ajustó la capa de alférez sobre sus hombros. Antes de partir, dirigió una última mirada a los reclutas.

—Continúen con lo que les ha indicado el sargento. Recuerden: el entrenamiento es la base de nuestra fuerza.— Añadió mientras se alejaba junto al recluta que les había avisado

Con paso decidido, Galhard se dirigió hacia la puerta principal de la base, preparado para enfrentar lo que estuviera por venir. Las nubes oscuras que cubrían el cielo parecían un presagio, pero él mantenía la calma, confiado en que la Marina manejaría la situación con profesionalismo.

Personaje

resumen

inventario

V&D
#9
Odinson D. Shizu
Asesina de Espadas
INVASIÓN
Motivo: Es mi casa

Las funciones de patrullaje eran aburridas y monótonas cuanto menos, simplemente le tocaba dar vueltas por los alrededores de la isla bordando la costa y observando, ni siquiera la dejaba entrar a patrullar en el pueblo porque con su tamaño fácilmente incomodaría a los lugareños, dado que incluso si intentaba pisar con cuidado de no pisar nada, era imposible que la tierra no retumbara un poco al paso de la gigantesca mujer de casi cuatro decenas de metros de envergadura. Pero eran pequeños defectos con los que uno nace y simplemente le tocaba adaptarse a la situación e ir tirando, aunque eso le poda traer problemas en su futuro como cuando la mandaron a esta isla luego de causar problemas en Loguetown persiguiendo a unos ladrones... Pero no era culpa de Shizu que esta casa ya no tenga tejado, bueno no del todo, pero en ocasiones la vida es algo injusta.

Pero bueno, ahora que su guardia habia terminado, solo quería volver a la base y ver si alguien estaba disponible y dispuesto para entrenar, con un poco de suerte Nagaki estaría en alguna fase optima para la lucha de nuevo. Desde que Shizu escucho que la gyojin lanzo un crucero de la marina por encima de su cabeza contra los enemigos tenia mucha curiosidad para entrenar con ella, puesto que igual a pesar de la diferencia de tamaño, seria de las pocas en la base que le responderían de tu a tu una confrontación de fuerzas a la gigante.

Conforme llegaba a la entrada del recinto de la Marina, bordeado el mismo por una valla que marcaba el inicio de la propiedad privada donde los soldados entrenaban, teniendo que pasar si o si la gente por la entrada donde habia una casita de vigilancia, todos podrían empezar a escuchar y sentir el retumbar. Cada paso que Shizu daba era una ligera vibración en la tierra que se iba intensificando, conforme se acercaba a la entrada se empezaría a escuchar a simple oído el sonido de las pisadas de la fortaleza andante. De hecho en una primera instancia, cuando llego a la entrada del recinto, ni se fijaría en los invitados en la puerta y simplemente pasaría por encima de ellos con un paso el cual no solo sobrepasaría a los pequeños piratas que venían con pieles de civiles, sino que pasaría directamente por encima de la casita que hacia de aduanas en la puerta, pasando simplemente la gigante por encima del cercado como si nada, pero con cuidado de que no pisara a nadie al otro lado.

Seria entonces cuando se fijaría en ese punto azul - Ummmm... - Se fijaría un poco conforme se agachaba - ¡Ohh, Nagaki-chan eres tu! - Resaltaría la gigante mientras se agachaba de cuclillas para acercar más su rostro a los Marines reunidos cerca de Nagaki - Vaya, veo que estas chiquita aun, yo que quería entrenar un rato contigo, lastima - Diría con una sonrisa angelical - Aunque lo cierto es que así estas adorable Gyabababababa - Se reiría un poco portando su mano hacia la parte frontal de sus labios.

Al acercarse al suelo al lado de la entrada, se podría fijar en los visitantes al otro lado de la cerca - Ohh vaya, tenemos visitantes - Aproximaría su cabeza por encima de la garita de la entrada para observar a los visitantes, su cabeza se asomaba gigantesca por encima de la garita de una forma nada disimulada - Anda, traéis un prisionero? Que hizo? - Preguntaría de forma inocente y sincera sonriendo.
#10


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