¿Sabías que…?
... Si haces click 321 veces en la siguiente palabra: Mandarina. ¿Ganarás 500 berries? No nos hacemos responsables de quien lo intente.
[Aventura] [T2] Buscadores de Mitos
Rocket Raccoon
Rocket
La chica que, hasta hacía unos instantes, le había lanzado miradas coquetas al joven de cabello blanco, observó la nota que él le había dejado justo en sus manos antes de irse, y una leve sonrisa se asomó en su rostro. Al levantar la mirada, sus ojos encontraron el guiño de John, y ella, con un destello de felicidad, agitó la mano de un lado a otro en alto, en una breve despedida.

El próximo destino del peliblanco no era, desde luego, un lugar acogedor. Era el tipo de sitio que cualquiera imaginaría como el último refugio de las sombras: un rincón oscuro, olvidado por cualquier dios, si es que aún quedaba alguno en estas calles podridas y desahuciadas. Aquí solo permanecían los residuos de la ciudad: los desechados, los invisibles, e incluso los ignorados. Nadie ajeno a estos callejones deseaba tener trato con los personajes que los habitaban, y era una cautela ya asumida. Con los años, se había convertido en ley no escrita que salir de estos distritos bastaba para ganarse una mirada de sospecha o desprecio por parte de los residentes más nobles de la isla.

Sin embargo, a John no le importaba en lo más mínimo. Él tenía un solo propósito, y estaba seguro de que la respuesta aguardaba en esa taberna, o al menos, eso esperaba. Por eso su caminar era bastante decidido, y su plan para poder entrar ahí pues, era curioso. Hacerse pasar por un marino en medio de estas tierras olvidadas, pues por lo menos era algo cuestionable ese plan. Un policía entrando en medio de una pandilla de criminales, pues no mucha cosa buena podría salir de una escena como esa.

Y pues así había sido. Apenas ingresar al distrito gris, cercano al muelle, los ojos de los indeseados comenzaron a fijarse en el peliblanco. Quien aún mantenía ese porte confiado. Lo necesitaba, si no quería tener malas experiencias aquí, era mejor mostrar un temple de acero y no dejarse llevar por el miedo que estas sabandijas podrían causar con tan solo su mera existencia. Eran bandidos de poca monta, sin más. No causarían mucho problema si decidía enfrentarse a alguno, o si ellos eran los que iniciaban el conflicto. 

Y así había pasado, apenas llevaba unos cinco minutos de haber ingresado a ese lugar. -Heyyyy hey... ¿Y este cachorrito ah?- Lo habías notado hace unos pasos atrás. Lo recordabas recostado en uno de los portales que servían como acceso a una de las tantas ''casas'' hechas de lata y madera. Llamaste su atención, por el motivo que sea, y pues decidió que era buena idea intentar robarte. -Mejor ve soltando todo lo qu...- Fue en ese preciso momento cuando lo mandaste a volar bien lejos. No supuso mucho problema en realidad.

El conflicto no paso a mayores. Y de hecho, parecía ser que haber mostrado ese grado de agresividad, mantuvo a los demás alejados. Era una pelea que no iban a ganar, así que habían decidido que lo mejor era no ganarse una paliza de a gratis. De todos modos, el chico guaperas que iba caminando por ahí no tenía nada que ver con ellos, así que lo dejaron pasar sin más. 

Lograbas escuchar algún que otro grito y alguna pieza de cristal romperse allá adentro de la taberna a la cual te dirigías. ¿Normal no? Era la fama que tenía este tipo de lugares, siempre había problemas a toda hora. Decidiste estar ahí afuera unos minutos, esperando que la situación adentro se calmara. Viste salir a unos cuantos malhechores, uno de ellos iba sangrando gravemente, hasta que los perdiste de vista luego de entrar por un callejón oscuro.

Todas las miradas se pusieron en ti. Era obvio, un chico bonito entrando en una taberna de mala muerte como esta. Se podía notar que había cierto grado de tensión, era casi hasta palpable. ¿Tenías un cuchillo? Quizás si rasgabas el aire, la podías sentir. Pero más allá de todo eso, te acercaste un poco más al centro, donde tu voz se lograría escuchar sin ningún tipo de problema. Y entonces soltaste aquel nombre. Criford. 

Lo que sucedería después, era incluso gracioso. Esta gente parecía no querer ningún tipo de problemas con la ley, estaban aquí, pues, disfrutando de sus mierdas. Así que todos, al escuchar ese nombre, giraron la cabeza hacia un punto en concreto. Si te unías al baile de miradas, un sujeto con aspecto de sorpresa en su rostro se levantaba de golpe e intentaba salir a por patas del lugar. Lamentablemente, estabas ahí en medio, así que no tenía más opción que intentar quitarte de ahí. 

¿Pero, como era la apariencia de esta persona? 

¿Qué es lo que tenías en mente todo este tiempo que te indicaron su nombre? 

¿Era lo que esperabas? Un señor que ya había dejado sus buenos años hace mucho tiempo atrás. Sí, parecía que aún conservaba parte del físico que en algún momento debía de tener, había sido un marino pues, así qué entrenado estaba. Por lo menos en sus tiempos. Cabello oscuro, aunque ya no le quedaba mucho de este, tan solo mantenía unos cuantos mechones mal cortados en los costados de su cabeza. De piel morena y con ropa, pues, desgastada por el tiempo. No llevaba su traje de marino, si era lo que esperabas ver. Su altura, sí que era algo a tener en cuenta, parecía llegar a los dos metros de alto. -¡Aparta maldito!-

Resumen
#11
John Joestar
Jojo
Todos delataron al hombre al que buscaba. Allí estaba él, sentado, con ropa vieja y demacrada, con agujeros y lamparones por todo el conjunto, sobretodo en la zona de la camisa y los pantalones. Llevaba una especie de chaqueta...al menos, lo poco que quedaba de ella; mas bien era unas tiras de tela deshilachada por todas partes, sin nada que cubrir del frio cuando llegase. Su cabeza estaba casi desierta, brillaba más que las lamparas de la taberna, dando un reflejo blanquecino en la zona de la coronillas. Unas pequeñas lascas de pelo colgaban por detrás, pobres y casi sin vida. Sin duda, ese hombre no iba a gastarse el poco dinero que tuviera en champú. Los zapatos parecian de cuero, pero de un cuero viejo y malgastado, de marrón brillante habia pasado a un marrón oscuro casi negro, con las zonas de las costuras muy abiertas, en poco tiempo tendria que tirarlos si no queria que fueran una molestia a futuro. 
La gente del alrededor se quedó mirando como idiotas, con los ojos muy abiertos y las bocas colgando...al menos algunos, los taberneros parecia que no eran la primera vez que vivian una situación similar, las redadas de marines serian de lo más común en aquella zona, llena de ladrones, asesinos y violadores por doquier. Algunos echaron una sonrisita pícara, como si esperasen que algún dia vienera alguien reclamando por aquel hombre. Criford, el presunto asesino de decenas de personas. Pude observar al fondo, donde se encontraba aquel ex marine venido a menos, un grupo de...bueno...mujerzuelas, observando todo con mucha atención, se relamian los labios con ganas de algo, espero que solo de recoger el poco dinero que cayese al suelo de los bolsillo de aquel hijo de puta. Para mi sorpresa, lo que parecia un cadaver andante, se levantó de golpe y echó a correr hacia mi, pude ver adrenalina recorriendo sus venas, como si de golpe la llama que aquel ser alguna vez tuvo dentro, se hubiera prendido de golpe, por miedo, por rabia, por ira...quien sabe. De repente, uno de sus brazos se lanzó hacia mi con un grito atronador, desesperado...no tardé en reaccionar. Lo primero que salió de mi, fue encender mis llamas de la espalda, un fuego más puro que el que nadie pudiera crear. Mi brazo se estiró hacia atrás para cargar un sólido y contundente puñetazo, cargando en él el valor de todos los asesinados aquel fatidico dia; lo cubrí con haki, negro como la misma noche, para sorprender a aquel cabronazo y recordarle sus actos de hace tantos años atrás, mi madre estaria un paso más de ser vengada, un puñetazo que lo determinaria todo.

Mostrar Contenido


Mostrar Contenido
#12
Rocket Raccoon
Rocket
Otro día cualquiera en esa taberna lúgubre, perdida en los rincones oscuros de la ciudad, lejos de las miradas de los ciudadanos "respetables". Cualquiera que tuviera una pizca de conexión con los suburbios conocía este lugar y lo que representaba: un refugio para el caos, el vicio y las almas más perdidas de la sociedad. No era un sitio al que se llegara por accidente. Aquí, las reglas del juego eran simples y brutales, siendo el deporte rey las peleas que podían estallar en un abrir y cerrar de ojos. No importaba si estabas disfrutando de tu jarra de "cerveza" de dudosa procedencia. ¿Era siquiera cerveza? Mejor no preguntar. O descansando en un rincón sombrío; en cualquier momento podías verte arrastrado a un combate sin previo aviso.

Apenas habían pasado unos diez minutos desde que un hombre, cubierto de sangre y tambaleándose, había sido escoltado fuera del local por dos compañeros. Su estado era deplorable, una viva muestra de lo que podía suceder en esta cueva de lobos. Pero la calma nunca duraba demasiado. Ahora, apenas un respiro después de aquella escena, la tensión se disparó de nuevo. Un joven de cabello blanco apareció de improviso, irrumpiendo en el lugar con un grito que resonó por encima del bullicio. Pronunció un nombre, y de inmediato, la atmósfera se saturó de testosterona, como si una tormenta hubiera estallado dentro de esas paredes.

Las reacciones fueron casi orquestales. Todos los presentes alzaron sus bebidas al aire, un coro unánime de exaltación y burla. Parecían una orquesta descontrolada, siguiendo el ritmo de una sinfonía de violencia, y esta vez había dos protagonistas dirigiendo la obra. El joven de cabello blanco se plantó firme, bloqueando el camino de un coloso que intentaba salir a toda prisa del lugar. Sus intenciones eran claras: escapar. Pero su huida se vio frustrada en seco. Una pelea estaba a punto de estallar, y como siempre, el público no tardó en convertirlo en el espectáculo de la noche.

Pero ese día, había ocurrido algo que había dejado a todos los presentes con la boca abierta y con los ojos que parecían salir de sus cuevas. No era frecuente, para nada, ver que a alguien de un momento a otro le crecen unas normas alas envueltas en llamas, las cuales habían emergido desde su espalda. Sería algún tipo de truco barato, quizás una habilidad otorgada por el haber ingerido una fruta del diablo. Podrían ser mil cosas, y todos los ahí presentes de seguro tenía cada uno su propia teoría al respecto, cada una más parecida a la otra, pero seguro que ninguno atinaba con la verdad absoluta sobre esto. El chico era un Lunarian, una raza casi desconocida para la gente común, y pues mucho más para estos peleles que solo saben de vandalismo.

Criford por su parte, al presenciar aquello, intento dar marcha atrás. Pero ya era demasiado tarde. Estas dos fuerzas se encontraron la una con la otra. Un brazo contra otro brazo. Ya parecía ser bastante claro quién iba a ser el ganador de este duelo, y más aún luego de descubrir otro de sus ases bajo la manga. Su puño y parte de su ante brazo se ennegrecían por completo, formando así una pequeña capa de armadura negra que envolvía su golpe, haciéndolo más fuerte de lo que ya lo era. 

Y así entonces el cuerpo de aquel ex veterano de la marina, salió disparado hacia atrás, golpeando algunos barriles y tablones que estaban cubriendo una de las paredes. Parecía que ya lo tenías a tu merced, ya solo faltaba como proceder con tu siguiente parte del plan. Tenías muchos ojos fijos en ti, pero ninguno parecía interesarse más allá de tus alas. Viste como alguno que otro, luego del festejo y el desorden, se volvía sentar en su mesa y a seguir bebiendo con sus compañías. También presenciaste como varios vasos y cristales fueron lanzados hacia tu presa, haciéndole burla.

Seguía ahí tirado, no parecía querer volver a reanudar el combate. Por su actitud, algo temerosa, se podría dar por entendido que sabía la situación a la que se enfrentaba. Si se paraba, pues solamente podía seguir sufriendo golpe tras golpe, hasta que el resultado fuese peor. -Qué mierda quieres mocoso, habla ya de una vez y déjame en paz.- Escupía al piso al lado suyo, dejando salir alguna que otra gota de sangre, la cual también se reflejaba en sus dientes, por lo menos los que les quedaban.


Resumen
#13
John Joestar
Jojo
Por fin, le tenia a mi merced, el ansia empezó a subir desde mis pies hasta mi cabeza los nervios empezaron a tranquilizarse, las alas de destensaron poco a poco, sintiendo el alivio de que aquel hombre huyera, de que quizá saliese corriendo y perder la oportunidad de saber la verdad, o al menos de empezar a descubrirlo.

-Vas a responder a todas mis preguntas, vas a ser sincero, porque de lo contrario, te machacaré hasta que me digas la realidad, y creeme, no te dejaré morir hasta que me digas todo lo que sabes o me des todo lo que tienes-
 
Mientras hablaba le cogí por la nuca y empecé a arrastrarlo como si fuera un saco de patatas podridas. No noté mucha resistencia por su parte, las fuerzas que tuviera aquel cadaver viviente se habian agotado tras aquel patetico puñetazo, no obstante, me quedé alerta por si acaso sacaba fuerzas de flaqueza para seguir peleando.
Saque a Criford del abr y lo tiré contra la pared más cercana, le di una patada en el estomago y le agarré por el cuello para inmovilizarle.

-Bien. Primera Pregunta. ¿Que sabes del bombardeo a las islas Lunarian de la Red Line, las de hace 20 años? y más te vale ser sincero, asi que piensa bien que coño vas a decir.- Mientras le decia todo esto, levanté y cargué mi puño hacia atrás para intimidarlo del todo, para culminar la obra, recubrí mis brazos con Haki de nuevo. -Segunda pregunta ¿Quien son los responsables?. Tercera pregunta ¿Cual fue el motivo de asesinar a tanta gente inocente?. Cuarta pregunta ¿Donde puedo encontrar a esos responsables?. Y Quinta y última, y te juro que como me mientas te sacudiré tan fuerte que suplicarás que te mate, pero creeme que no lo haré, te haré sufrir hasta el fin de los tiempos. Me han contado que vendes ciertas reliquias de tu pasado, ¿Que hay de verdad en eso?. Si eso es asi, me darás algo de valor, y te dejaré vivir si es lo que quieres, o acabaré contigo si lo prefieres.-
#14
Rocket Raccoon
Rocket
La tensión en la taberna era tan densa que parecía impregnar el aire, haciéndolo pesado para cualquiera que estuviera presente. No era un lugar que destacara por su cordialidad ni por su selecta clientela. En aquel rincón olvidado, era habitual encontrar bandidos de poca monta, criminales de tercer nivel y algún que otro vagabundo que se colaba en busca de las migajas que quedaban tras las visitas de estas personalidades. Gente curtida por el infortunio y el abandono, acostumbrada a no inmutarse ante casi nada. Ya fuese por indiferencia o por haber enfrentado peores horrores allá afuera, en el vasto y despiadado mar.

Sin embargo, esta noche se rompió la monotonía. No todos los días se veía a un desconocido irrumpir con tal seguridad en un lugar como este, y mucho menos a uno que, de repente, desplegaba alas frente a todos. Para los curtidos mercenarios, no era común presenciar un espectáculo tan fuera de lo ordinario, especialmente de alguien tan joven como el peliblanco que se alzaba ahora, desafiando al ambiente cargado de hostilidad.

El viejo que yacía en el suelo intentaba, como podía, limpiarse los rastros de su reciente derrota. Sangre espesa y oscura corría desde la comisura de sus labios hasta la barbilla, manchando sus andrajos y dejando huellas en su brazo, que con torpeza usaba para intentar contener el flujo. Su respiración era pesada, un recordatorio del golpe recibido. Por su parte, el peliblanco permanecía firme, su postura irradiaba una amenaza implícita, una advertencia silenciosa de que cualquier movimiento en falso no sería pasado por alto.

El silencio fue cortado por las palabras que salían de la boca del chico llamado John, quien había decidido usar unas palabras mucho más filosas e impactantes, que lo que habían sido sus alas, las cuales ya estaban resguardadas. Tras esto, tomo al señor por el cuello y comenzó a arrastrarle, sacándolo de la taberna y alejándolo de la vista de los que ahí estaban presentes. Una lástima para ellos, el show había terminado.

Tras la patada, el sujeto, pues no tenía muchas más opciones más que dolerse del repentino golpe a su estómago. Se retorcía del dolor por aquello, pero eso no impedía seguir al joven con sus preguntas y cuestiones. Había venido por un motivo, y el motivo ahora mismo lo tenía en frente. ¿Se lo había imaginado de esta forma? Pues posiblemente. Aunque a lo mejor esperaba encontrar respuestas en algún archivo oculto en lo profundo de las bóvedas del G-31. Eran infinitas las formas de encontrar respuesta a lo que estaba buscando, pero hoy tocaba mancharse las manos de sangre.

-Maldita sea ya para, maldita sea.- Comenzaba casi que a rogar por su vida. -Bombardeos, hace 20 años...- Se quebraba la voz, a medida que iba escupiendo más y más sangre de su boca. -Bombardeamos muchos lugares en esos años muchacho. Si tu tribu estaba en esos lugares, pues fue pura mala suerte. No teníamos ningún objetivo, tan solo probar armas... o eso nos decían. Ninguno de los muchachos de mi brigada quería perder su puesto, si no lo hacíamos, pues se buscarían a otro y nosotros quedábamos fuera. Y si eres inteligente, y parece que lo eres... Sabes que no solo nos iban a sacar de la marina, sabíamos mucho.- 

Tras esta extensa explicación, lo viste como intentaba arremangarse la tela de su brazo diestro, y parecía querer mostrarte algo. -A todos nos hicieron este tatuaje, más allá de eso y de algunos nombres en clave que tenían, no puedo darte mucho más.-

La poca luz que quedaba en sus ojos parecía irse ante la última petición de aquel muchacho. -Parece que estoy en verga... no sé de qué vergas estás hablando, que reliquias ni que nada. ¿Te parece que soy alguien que vende ese tipo de cosas? Tan solo mírame... Si no me crees, pues haz lo que quieras.- Echaba su cabeza hacia atrás, esperando lo peor. -No sé quién coño, te lleno la cabeza de boberías. ''Vendedor de reliquias'' Ja. Lo único que conservo es lo que hay en mi casa. Una cafetera, un colchón ya desplumado- Sus respiraciones entre frases se hacían cada vez más profundas, más duraderas. Parecía aceptar lo que el destino le había servido.

Resumen
#15
John Joestar
Jojo
Su cara parecia sincera, no se si lo seria, pero al menos ya tenia tres posibles nombres para buscar y descubrir el porque de aquel bombardeo y, dependiendo de lo que me respondiesen, les haria pagar.
Miré a aquel cadaver viviente, combaleciente y sin ganas de seguir respirando. Le propiné un puñetazo par dejarlo inconsciente, sin pasarme, para que olvidase todo lo posible de esta conversación, auqnueno fuera algo estrictamente necesario.
Saqué el block de notas y escribí en una hoja e blanco ``A esta invito yo´´ y se la metí en el bolsillo junto a unos cuantos berries. Si ese tio queria matarse poco a poco, que lo hiciera, y cuanto antes lo hiciese mejor. Me levanté y solté un suspiro de satisfacción, mi misión alli habia terminado, asi que me dispuse a dirigirme al barco, obviamente sin dejarme un pequeño detalle en el tintero.
Volví a la taberna donde aquella mujer ``cuentacuentos´´ se habia quedado tras mi partida, supuse que alli seguiria, sobretodo despues de la cara que habia puesto al leer mi nota, asi que estaria en el bote para mi tripulación.
Efectivamente allí seguia, sentada en el mismo lugar donde la dejé; me oculté entre la gente para intentar darle una pequeña sorpresa, la cosa era, ¿Me diria que si? o ¿Me diria que no?. Sinceramente espero que fuera la primera ópción, seria un buen añadido a los ``Stardust Crusaders´´, mi grupo de aventuras, con el cual conseguiria obtener el sueño de mi vida, vengar a mi madre y a mis amigos de la infancia, a los mios, a los de mi propia especie, porque se lo debo, como superviviente del dia más infernal quye jamás he vivido nunca, mi yo interior lo necesitaba, necesitaba saber que lo habia logrado.
Me acerqué a escondidas y la asalté cuando menos se lo esperaba, le alargué el brazo y dije -¿Que me dices?, ¿Te vienes conmigo?- 
#16


Salto de foro:


Usuarios navegando en este tema: 3 invitado(s)