¿Sabías que…?
... existe una tribu Lunarian en una isla del East Blue.
[Aventura] [Aventura - T3] Cuidado con lo que haces...
Vance Kerneus
Umi no Yari
Off


La velocidad de reacción del revolucionario es más que notable, consiguiendo que dos de los tres depredadores alados se frenen en su trayectoria gracias a la técnica a distancia que utiliza contra ellos. El tercero sigue avanzando hacia él, aunque se ve frenado considerablemente por la fuerza del ataque de Alistair. Cuando ambos chocan la colisión es espectacular. Lunarian y ave (si es que esos extraños seres pueden ser calificados como aves, cosa bastante dudosa) pugnan durante unos momentos, unos intensos instantes en los que sus fuerzas parecen igualadas, hasta que finalmente el primero sale vencedor. El carnívoro es lanzado unos metros hacia atrás, pero pronto consigue estabilizarse de nuevo en el aire y recobrar el control de sus movimientos. 

Los tres depredadores, conscientes de que han dado con un hueso duro de roer, se organizan con la aparente intención de volver a atacar. La fuerza de su adversario no les ahuyenta, pues una vez han abandonado la cumbre de la montaña para cazar no pueden pensar en otra cosa que en regresar a su hogar con su presa. Hace falta mucho más que una demostración de poder para amedrentar a los reyes de los cielos de Momobami, que no parece que tengan intención de dar su brazo a torcer.

Uno de ellos emite un nuevo chirrido, más agudo y más intenso aún que el anterior. Tanto que los monorámpagos comienzan a llevarse las manos a los oídos, visiblemente molestos por el ruido que hace el alatiburnus. Los oídos del lunarian empiezan también a doler con fuerza, pues el sonido de ese chillido penetra hasta lo más profundo de sus tímpanos activando al mismo tiempo todos sus receptores. Este siente la imperiosa necesidad de cubrirse las orejas para mitigar ese dolor, impulso que es difícil saber si podrá resistir la tentación de llevar a cabo.

Y justo en ese momento, aprovechando la distracción causada por el chirrido, los otros dos cazadores aéreos se lanzan de nuevo al ataque. Esta vez van con las garras de sus patas traseras por delante, buscando herir al espadachín cada uno en un brazo de forma que se vea forzado a soltar las armas que porta. Por último el tercero, apenas deja de chillar, se lanza también en un vuelo rasante a tanta velocidad como es capaz y, cuando está lo suficientemente cerca, estira su cuello para ampliar su alcance y tratar de morder con fuerza la pierna derecha del lunarian. Es llamativa la coordinación de la que estas bestias hacen gala, con movimientos y tácticas que a priori resultan demasiado avanzados para lo que uno esperaría de simples animales. Se nota que están acostumbrados a cazar en grupo y que su inteligencia no es precisamente pequeña. 

Resumen


Cosas y Números
#11
Alistair
Mochuelo
¡No se rendían para nada! Mas allá de la situación en la que se había visto envuelto, la cual desearía que pudiese ser muy diferente a lo que vivía ahora mismo, no podía dejar de lado en sus pensamientos la coordinación que el grupo de bestias demostraba en ese preciso instante. Tal y como un félido doméstico, incluso si éstos no eran capaces de hacer sumas y restas básicas, tenían un intelecto latente desarrollado específicamente para la cacería que incitaba en él un deje de envidia. Era como ver a un genio en su arte, aunque en este caso un arte bastante bizarro y sanguinario, más que necesario para su supervivencia.

Indispuestos a irse sin una presa, parecía que los atacantes habían tomado la decisión de no marcharse de allí sin dos presas entre sus dientes. O, en su defecto, con mucho mas daño en sus cuerpos como para sopesar continuar; Alistair se encargaría de que fuese la segunda, aunque procuraría no arrebatarles la vida incluso por un descuido; la vida en la jungla era sagrada, y cada pequeño componente en ella tenía su propio lugar el cual habitar. Al menos, repitiéndose eso, intentaría justificar el violento comportamiento que cada depredador podía exhibir cruzándose en frente. En medio de la naturaleza, tan solo era un filete de carne más.

Un sonido intenso lo sacó de su tierra de pensamientos sin falla, un chirrido de intención melódicamente completamente distinta al que en principio llamó su atención y señaló la entrada de los alatiburnus como si de una fanfarria de bienvenida se tratara. El ruido era el equivalente de utilizar un silbato para perro que cualquier otra raza sin el oído especial de los cánidos pudiera escuchar, emitida con toda la fuerza que podía reunir las cuerdas vocales del depredador. Era un sonido horrendo, lo suficiente como para disparar su sensación de dolor y provocar a sus manos colocarse sobre sus oídos mucho antes de lo que pudo darles la orden consciente de hacerlo, protegiéndose de la molesta onda sonora pero sufriendo el aturdimiento de haberla escuchado por algunos segundos momentos atrás. 

El tinnitus siguió al silencio, a un grado que aún le permitía escuchar otros sonidos pero que indicaba claramente cuánto le había afectado ese ataque. Se sacudió la cabeza un par de veces, intentando sacarse la sensación de encima, sin éxito alguno. — Ugh... Es como llevar una resaca encima... — Comentó con algo de dificultad al inicio, escuchándose a sí mismo como si estuviese distante de sus propios oídos.

Su mirada le alertó de los dos depredadores buscando no desperdiciar segundo alguno, arrojándose de frente con garras por delante. Debía reaccionar pronto. Sujetando firme sus espadas, decidió que lidiaría con ambos depredadores a la vez pero con métodos separados, dedicando a cada uno una katana en una mano diferente. Empezando por el de la izquierda, aprovecharía su destreza con la espada para desviar la dirección del golpe. En lugar de hacer que el arma colisionara de frente con las garras de la criatura, los apéndices afilados del alatiburnus se encontrarían con el costado de la hoja ligeramente en diagonal, permitiendo que colisionaran en un roce que provocaría un ruido metálico y que, mientras se deslizaban contra el metal, sintieran como el brazo del espadachín aplicaba fuerza hacia afuera en un intento de hacer que el depredador modificara la dirección de su avance y siguiera de largo sin lastimar a Alistair o al pequeño mono.

Flujo Metálico
esp102
ESPADACHíN
Defensiva Activa
Tier 1
18/9/2024
15
Costo de Energía
1
Enfriamiento
Usando su arma el usuario trazara unos movimientos rápidos buscando desviar las ofensivas en su contra, mitigando parte de su daño. En el caso de que la ofensiva sea utilizando proyectiles y se Mitige todo el daño, el usuario podra desviar dicha ofensiva hacia un nuevo objetivo dentro del alcance restante de la ofensiva y recibiendo el nuevo objetivo todo el daño.
Defensa Pasiva + [FUEx2] de Daño Mitigado


Mientras tanto, el depredador a su lado derecho se encontraría con una alternativa mucho mas contundente -literalmente-. Giraría la katana entre su mano de tal manera que el lado posterior romo ahora fuera el que encarara de frente, y de un golpe certero contra las garras de la criatura, el Lunarian buscaría no solo mitigar toda la fuerza de su arremetida sino de apartarlo al igual que a su compañero. Con suerte, con la suficiente contundencia para que generarle dudas de si repetirlo y conseguirle algunos segundos de quietud y reposo.

Bloque Defensivo
con102
CONTUNDENTE
Defensiva Activa
Tier 1
14/10/2024
20
Costo de Energía
1
Enfriamiento
Aprovechando la densidad y volumen de un arma contundente el usuario adquiere una postura defensiva en la que buscará encajar una ofensiva rival con la parte más maciza de su arma, amortiguando los daños. Obteniendo si logra Mitigar la totalidad de la ofensiva un incremento de +6 de [Fuerza] en su proxima ofensiva.
Defensa Pasiva + [FUEx1,9] de Daño Mitigado


No acababa allí, pues el último de los depredadores, el mismo que se había encargado de soltar aquel embriagante -y no de buena manera- sonido ahora se encargó de utilizar sus facultades de ave para cargar de frente contra el Lunarian. Preparado gracias a los dos intentos de ataques anteriores y la pequeña demora en el tercero, esta vez la ofensiva no se encontraría con sus espadas a la defensiva sino con una evasión que encontraría un contraataque inmediato. Ayudado por sus alas, el Lunarian pegaría un salto bajo que buscaría ser apenas suficiente para pasar por encima del altiburnus a vuelo raso, con tan mala suerte que la criatura habría conseguido rasguñar la tela y piel de su pierna derecha por la cercanía con la que la evasión había sido realizada. 

Paseando por el Filo
ase301
ASESINO
Utilidad Activa
Tier 3
8/10/2024
35
Costo de Energía
2
Enfriamiento
El usuario trazara un rápido movimiento buscando bordear una ofensiva en su contra recorriendo el perímetro de la misma con suma facilidad contando con un incremento en sus [Reflejos] para esquivarla. Buscando al trazar el perimetro alrededor de la ofensiva alcanzar al oponente, siempre que el [Movimiento] del usuario le permita alcanzalo, pudiendo ejecutar en combo un [Golpe Básico] extra, adicional al limite de basicos por turno, pero debe ser consecutivo a la esquiva.
+10 [Reflejos]


Desde su posición ventajosa de vuelo justo sobre la criatura en vuelo, por un instante sintió como si el tiempo se detuviera, una mera ilusión de percepción generada por su propia mente buscando darle unos segundos para pensar unas cuantas palabras. — Lo lamento, escualo... Desearía que hubiera sido de otra manera. — Se preparó, sujetó firmemente sus armas, y en una ejecución veloz de un ataque combinado realizó tres golpes en casi perfecta sincronía sobre la espalda del depredador, formando una figura que se asemejaría a una minimalista estrella de seis puntas -o un asterisco, si lo prefieres ver así-. Los cortes por sí solos no eran demasiado profundos, y esperaba que la gruesa piel del ave-tiburón fuese suficiente para reducir aún mas su profundidad, pero la combinación entre los tres ataques sobre una posición ventajosa y una zona tan sensible como lo era la espalda -en especial tan cerca de sus alas- tenía total intención de tan solo infligir el suficiente dolor en un instante para que la conciencia de su víctima se apagase, dejándolo fuera de combate sin acabar con su vida. 

San Tou
san300
SANTORYU
Pasiva
Tier 3
1/10/2024
Los usuarios de este estilo dominan el arte de luchar con hasta tres espadas, pero también dominan todas las etapas previas como el estilo de una y de dos espadas, por lo tanto, es habitual que según el transcurso del combate vayan luchando con diferente cantidad de espadas adaptándose a la situación.
Mientras uses Armas de Filo Balanceado, Armas de Filo Ligero, reduces 10 puntos la penalización en la Tasa de Acierto por utilizar dos o más armas.

—Ittōryū: Cuando el usuario utilice una única espada, concentrará todas sus fuerzas en ella, causando que sus ofensivas tengan una mayor intensidad, causando todos sus básicos y técnicas, empuñando una espada, obtendrán [Colisión] +20.

—Nitōryū: Empuñando dos espadas, el usuario buscará un combate más dinámico y ágil, buscando causar múltiples cortes con agilidad y obteniendo, por lo tanto, una mejora de +5 a su Tasa de Acierto, ampliará el rango de sus técnicas de espada en + 5 metros de distancia, y las realizará con +15 de Daño.

—Santōryū: El dominio por excelencia de este estilo al empuñar tres espadas simultáneamente, logrando liberar el máximo poder de la esgrima y expandiendo el alcance de los básicos y técnicas del usuario. Podrá concentrar sus ataques básicos (todos de los que disponga) en un único ataque concentrado que contará como Técnica y sumará todo su daño y buffs posibles. El usuario no podrá realizar ningún Ataque Básico durante esta acción. Adicionalmente, sus técnicas de 3 Espadas se percibirán con -5 a Reflejos, y las técnicas a distancia con espadas, no tendrán el penalizador habitual a TA por la distancia.


Si todo conseguía transcurrir como había maquinado, Alistair dejaría al alatiburnus en posible condición grave seguir de largo y aterrizaría nuevamente en las cercanías del primate malherido, levantado sus katanas en espera del próximo movimiento de los atacantes. Ya iba siendo hora de acabar con esto, y su estómago se encargó de recordárselo con un gruñido que solo conseguiría escuchar él. Por poco serio que sonase en esta situación... La virgen, que hambre que provocaba combatir. 

Resumen general

Info bélica & Inventario

Virtudes y Defectos relevantes
#12
Vance Kerneus
Umi no Yari
La velocidad con la que el revolucionario contraataca tras esquivar solo en parte el ataque del tercer alatiburnus es verdaderamente sorprendente, pillando al depredador alado completamente por sorpresa. Absolutamente incapaz de reaccionar ante su ofensiva, recibe los tres ataques de lleno. El animal profiere un lastimoso grito de dolor que llena el claro por completo. Malherido y sangrando por sus múltiples heridas, la fiera se aleja volando de forma errática, utilizando las pocas fuerzas que le quedan para posarse sobre una gruesa rama en uno de los árboles que rodean el claro. Visiblemente cansado, se deja caer sobre aquella rama con todo su peso y posa su mirada en la batalla que sigue teniendo lugar en su interior entre sus dos compañeros de caza y los que ellos consideraban (y probablemente aún consideran) sus futuras presas. 

Sus dos congéneres, lejos de acobardarse al ver el destino que había corrido su compañero, retoman su ataque. De nuevo parecen estar perfectamente coordinados entre sí, moviéndose de forma sincronizada, surcando el aire mientras cambian de dirección y se entrecruzan sin un claro objetivo aparente. No obstante, sí que tienen un objetivo perfectamente definido, pues sin que ni Alistair ni los monorámpagos se den cuenta de a dónde se dirigen debido a sus constantes cambios bruscos de dirección han ido situándose cada vez más cerca de dos de los pequeños simios hasta que, antes de que nadie pueda hacer nada por evitarlo, se abalanzan sobre ellos. 

Puedes ver cómo las mandíbulas de los dos depredadores se cierran cada una en torno a uno de los primates que, nerviosos, no se han dado cuenta de que se encontraban sobre ellos hasta que era demasiado tarde. Los agudos chillidos de dolor de los monorámpagos inundan el claro durante una fracción de segundo hasta que ambos mamíferos quedan inmóviles y completamente inertes cuando el último resto de vida escapa de sus cuerpos. 

Los alatiburnus, motivados por su captura, dejan caer los cadáveres de sus dos presas al suelo mientras se disponen a seguir capturando a las demás. De nuevo, antes de que los otros dos monorámpagos puedan alejarse lo suficiente, se lanzan de nuevo al ataque. Cada uno de los depredadores busca atrapar a uno de ellos con sus garras, pero esta vez sí que puedes ver sus intenciones y te encuentras lo suficientemente cerca para intentar hacer algo por salvar a los dos pequeños animalillos que, indefensos ante los grandes cazadores, tienen en ti a su última esperanza.

Resumen


Cosas y Números
#13
Alistair
Mochuelo
La piel del animal se resistió al filo de sus espadas, empujando en contra de tal manera que obligaba al lunarian a aplicar mayor fuerza, cuidadoso de que esto no resultara en una mas profunda y posiblemente letal herida. El resultado fue un golpe exitoso sobre la espalda del depredador, la cual hizo su mejor intento de evitar cualquier punto vital que significase el deceso del animal pero que fue suficiente para arrancarle un sonoro alarido en respuesta al dolor que había sentido, siguiendo de largo y finalmente retirándose del improvisado campo de batalla que se había formado entre los presentes. Era una victoria, pequeña pero más que suficiente para ameritar una celebración dentro de sus pensamientos. Externamente, aún requería cada uno de sus sentidos y cada gramo de su concentración en los dos alatiburnus que permanecían en el campo de batalla. 

Pero los ojos de Alistair pudieron observar que aquel destino que le había deparado a uno de los suyos no había sido suficiente disuasorio como para implantar en ellos la necesidad de retirarse del lugar. Al contrario, parecía que había incitado en ellos algo por lo que Alistair pagaría caro: Una nueva estrategia, fresca y que el emplumado sería incapaz de reconocer, o al menos que contaría con suficiente caos en su formación como para impedirle reaccionar a tiempo a lo que estaba por venir.

Lo que parecían movimientos erráticos en el aire, sin sentido ni dirección, mostró después de unos momentos tratarse en realidad de un conjunto de movimientos perfectamente sincronizados entre ellos, al mismo grado de un bailarin que pasa media vida practicando el mismo movimiento con su acompañante hasta que puede realizarlo con los ojos cerrados; incluso el agudo sentido de visión del lunarian estaba teniendo problemas para seguirlos, algo que se dificultaba aún más por no solo la existencia repetitiva de los giros tan bruscos que se realizaban sin indicio alguno hasta estar culminandolo, sino por tener que separar su atención en dos objetivos que eran igual de problemáticos. Ni siquiera llegó a darse cuenta de que había empezado a fruncir el ceño, una forma de exteriorizar el deje de frustración que sentía ante aquello por lo que sus ojos consumían cada gota de esfuerzo por seguir. 

Levantó sus katanas hasta que quedasen completamente verticales, un movimiento preventivo en caso de que quisieran atacar nuevamente de frente y pudiera interponer su espada entre los depredadores y él, o con suerte pudiera propinarles directamente tal golpe que los hiciera retroceder como había estado haciendo hasta ahora. En cambio, cuando los alatiburnus lo ignoraron directamente y fueron por otro objetivo, todo lo que pudo hacer fue girarse hacia atrás y mirar con horror en su mirada tan abierta como le era físicamente posible, al darse cuenta muy tarde de lo que pasaba por las cabezas de los escualos alados.

Crack. El horrible sonido de carne desgarrándose y hueso rompiéndose frente a una fuerza abrumadora, produciendo un agudo sonido de desesperación de monorámpagos que no tardó en llegar hasta los oídos del revolucionario y producirle un sudor frío que sintió en todo su cuerpo. Así, como si fuese nada, dos vidas más se habían perdido, y no había podido hacer nada para impedirlo. De sus propios labios no consiguió un solo ruido, y no por falta de ganas. 

Pero incluso en tan tétrico momento, no tenía tiempo de relajarse. La mente y el cuerpo del revolucionario cargaban con experiencias pasadas, con una distintiva ausencia de muertos en ellas pero también con suficientes batallas a su espalda como para permitirse reaccionar antes que bloquearse mentalmente. No podía quedarse mirando, sintiendo pesar hacía sí mismo por fallar en un objetivo mientras el tiempo avanzaba sin él y le provocaba fallar en todo lo demás. Tras soltar los cuerpos de los pequeños primates sin vida, ellos cambiarían su objetivo a los pequeños que aún seguían vivos en un intento de repetir el mismo destino de quienes ahora solo eran cadáveres; sobre su propio cuerpo fallecido se los permitiría, no permitiría que un solo monorámpago más acabara fallecido a manos de ellos. 

En un instante, mezclaría dos conceptos distintos: Asumiría la postura que utilizaría en el desenfunde de un duelo, cruzando sus brazos y colocando las espadas en sus manos hacia atrás y mirando ligeramente hacia abajo, alineándolas desde fuera con sus fundas. La postura era el inicio de una técnica de desenfunde, pero cargaba con un extra: La utilizaría en conjunto con su Oni Giri en un intento de llegar a tiempo. Reuniría fuerza necesaria en sus piernas al tensar los músculos y de repente la liberaría toda en un instante, dando lugar a un impulso que le permitiría cerrar la distancia entre los depredadores y el lunarian en un parpadeo. Su mirada, claramente molesta por lo que acababa de presenciar, diría a los escualos más de lo que sus palabras comunicarían jamás. 

Desplegaría sus espadas en abanico al momento de tener a los alatiburnus a su alcance, aprovechando la fuerza añadida de su postura y encargándose de no solo chocar las ofensivas rudimentarias de sus oponentes sino de además provocar heridas en la cara delantera de sus cuerpos, un incentivo mucho mas... palpable y efectivo que haber observado a su congénere sufrirlo. Y, por sobre todo, teniendo extremo cuidado de que los monorámpagos restantes no se vieran envueltos de manera accidental en su ataque, torciendo las trayectorias de los filos como fuera necesario para que las katanas los evadieran y viceversa. 

Desenfunde Rápido
sam301
SAMURAI
Utilidad Activa
Tier 3
1/10/2024
36
Costo de Energía
1
Enfriamiento
Tomando la empuñadura de su arma sin desenfundar o posicionando en la misma pose aunque este desenfundada. El usuario tomará una postura muy habitual para iniciar un duelo de espadachines para concentrar sus fuerzas en un primer movimiento ofensivo, ya sea un básico o una tecnica, junto al veloz desenfunde del arma obteniendo un incremento de [Destreza] y de daño a una ofensiva que se ejecute junto a esta postura.
+5 [Destreza] y +25 de [Daño]

Oni Giri
san301
SANTORYU
Ofensiva Activa
Tier 3
2/10/2024
41
Costo de Energía
2
Enfriamiento
El usuario cruza sus brazos mientras mantiene alzada su o sus armas causando que pareza que se ondulan por el misma aura que el usuario desprende, tras lo cual da un [Dash] de 10 metros desplegando en abanico sus espadas cortando a todo el que se encuentre en el camino, efectuándose dicho tajo a +5 [Tasa de Acierto]. Santōryū: Si se utilizan tres espadas en la ejecución de esta técnica también golpeará a todo a 3 metros a cada lado del usuario durante el recorrido.
Golpe Básico + [FUEx2,6] de [Daño cortante]


Tras ejecutar su movimiento, el impulso no lo arrastraría mas que la distancia exacta para quedar a alcance cuerpo a cuerpo de los depredadores. Aún en medio de su ira, se contenía de hacer una locura. O una estupidez, según como se viera. Aunque los cortes serían sin duda dolorosos, suficientes para dar lugar a hemorragias que se encargarían de recordarles lo que podían sufrir -y más- si continuaban por esa senda, ninguno de ellos cargaría con intención letal de ningún tipo en contra de los escualos. Ni amputaciones ni golpes en zonas vitales, todo serían heridas en la capa mas superficial de su cuerpo que serían capaces de llevar consigo y dar lugar a una sensible cicatriz, cargando consigo ese recordatorio por el resto de sus vidas. 

Pero si ellos así lo querían, e insistían en continuar, Alistair estaba dispuesto a realizar un último ataque que les arrancara sus últimas fuerzas, mucho mas al borde de la muerte de lo que había recibido su compañero de caza en pésimo estado. 

Resumen general

Info bélica & Inventario

Virtudes y Defectos relevantes
#14
Vance Kerneus
Umi no Yari
El lunarian reacciona con rapidez, lanzándose hacia los dos depredadores restantes con el objetivo de interceptar sus ofensivas y salvar a los dos monorámpagos que se encuentran aún sanos. Los alatiburnus son tremendamente veloces, pero eso no supone una diferencia insalvable, pues el revolucionario demuestra serlo aún más. Rápido como el viento, recorre la distancia que le separa de las dos criaturas aladas antes de que estas lleguen a la posición de los simios y se interpone entre ellos y sus presas. Desenvainando sus espadas a gran velocidad y trazando un arco con ellas de forma simultánea a su veloz movimiento, el joven guerrero choca contra los depredadores poniendo todas sus fuerzas en el empeño de detener a los alatiburnus. 

La colisión es verdaderamente espectacular, y durante un momento el mundo parece detenerse en la cabeza del revolucionario mientras las dos fuerzas opuestas luchan entre sí por dirimir cuál de las dos va a ser la predominante. El resultado tarda poco en conocerse, pues no pasa mucho tiempo hasta que empieza a decantarse y poco a poco se comienza a hacer evidente que el poder del lunarian es superior al de las dos bestias aladas. Las espadas vencen a las garras, y la prolongación de los ataques del guerrero avanza por los cuerpos de sus enemigos, dejando profundas heridas en ellos. 

Sangrando intensamente ambas criaturas gritan de dolor, en un chillido similar al que había emitido momentos antes su congénere antes de retirarse. También profundamente heridos, los dos depredadores parecen decidir entonces que es ya imposible continuar con su cacería y que lo mejor es retirarse. Con unos lastimeros gritos retroceden mientras llaman a su compañero, que acude tras ellos mientras los tres se alejan en dirección a la montaña donde seguramente tengan su hogar.

La huida de los depredadores permite un respiro a todos los allí presentes, pero no tardan mucho en hacer una evaluación de daños y analizar la situación. Tres de los cinco monorámpagos yacen en el suelo, muertos. La sangre empapa el suelo a su alrededor, cruel testigo del sufrimiento que han padecido en sus últimos instantes. Sus cadáveres aún conservan su calor, pero no pasará demasiado tiempo hasta que lo pierdan. 

Los dos supervivientes se debaten entre dos emociones, la profunda tristeza por haber perdido a tres congéneres, probablemente familiares o amigos, y el inmenso agradecimiento hacia el guerrero que les ha salvado y al que miran con admiración. Y no es para menos, pues habitualmente el ataque de un grupo de alatiburnus suele suponer una muerte segura para cualquier monorámpago, destino que estos dos han conseguido evitar gracias a la oportuna intervención del revolucionario. 

Resumen
#15
Alistair
Mochuelo
El viento agitando sus cabellos y sacándolos de lugar, la adrenalina cursando por sus venas, o el sonido de su corazón retumbando fuerte contra sus oídos como si no hubiese un mañana por aprovechar. Todos sentimientos que palidecían ante la sensación del acero chocando contra un equivalente, una fuerza contraria que se resistiera y buscara superar las capacidades del revolucionario con -mas frecuentemente- la intención de herirlo a a él o a alguien más. 

Su atención indivisa estaba en los depredadores que intentaban hundir sus fauces en las últimos dos supervivientes primates del grupo, por un instante dejando todo lo demás de lado y centrándose en el intercambio que se daba entre los dos alatiburnus y el lunarian. Fue un pulso que se prolongó mucho más de lo que estaba acostumbrado, pero uno que no pretendía perder: Involucró cada músculo de su cuerpo que le fue físicamente capaz, desde los necesarios músculos en sus brazos hasta cada fibra muscular disponible en su espalda para empujar con fuerzas sus armas hasta que, finalmente, sintió a sus opositores ceder. Un tajo que, lejos de detenerse en el momento de la colisión, consiguió conservar la suficiente fuerza como para seguir de largo en dirección de los cuerpos pertenecientes a los escualos, provocando sendas heridas en las criaturas con finalidad de por fin poder poner a ese conflicto.

Y agradeció cuando esto se convirtió en la realidad, observando la retirada de los depredadores tras recibir las heridas, algo que en el fondo levantó la tensión que apretaba con fuerza en su pecho y redujo la adrenalina para ahora ponerle sobre sus hombros todo el cansancio de sus bruscos movimientos pasados en un único instante; su cuerpo le arrastraba para abajo, pero sus piernas se negaron a ceder. Inclusive, se mantuvo varios segundos mirando al suelo en busca de alargar más ese momento, o mas concretamente, de rehuir a lo que seguía al combate: La responsabilidad de las vidas perdidas por su inhabilidad. Incluso cuando se trataba de animales, e incluso tenía la osadía de decir especialmente cuando eran animales, la empatía del lunarian le hacía imposible solo tacharlo como una baja más. Su corazón puro le jugaba una mala pasada, pero entendía que debía acostumbrarse al amargo trago de una victoria a medias. 

Segundos después, con ágiles movimientos hacia afuera removería la sangre que coloreaba las hojas de sus espadas y las enfundaría nuevamente. Suspiró con ligero desaliento y se dio vuelta a los pequeños primates sobrevivientes, acercándose a ellos y arrodillándose en frente tan pronto estuviera cerca para intentar restar en la diferencia de altura. E intentó comunicarse con ellos, como si le entendiesen siquiera una palabra. — Lo lamento, pequeños. De verdad. Ojalá hubiese podido salvar a sus dos amigos... — Y extendió sus manos lentamente hacia ellos para, si los primates se lo permitían, hacer una pequeña caricia sobre sus cabezas, melancólico. 

No había nada que hacer. Lo hecho, hecho estaba. Pero dentro de esa carnicería innecesaria, al menos podía hacer una última cosa por los difuntos. En un terreno ligeramente apartado de los monorámpagos sobrevivientes, con veloces movimientos de desenfunde y enfunde de sus armas, marcaría tres lugares con cortes en forma de X una al lado de la otra. Y tras ablandar la tierra con los mencionados cortes, sacó provecho de su fuerza para remover la tierra con sus manos y hacer tres agujeros poco profundos, pero suficientes para servir como pequeñas tumbas. Se aproximó a los cadáveres y, uno a uno, los colocó en los pequeños agujeros para hacer un improvisado entierro, no sin antes remover de un único corte -en cada uno- los cuernos de los primates cerca de la base unida a su cabeza. Llenaría los espacios con tierra, y se quedaría unos segundos contemplando los montículos de tierra en silencio. 

Incluso si no los conocía de nada, sirviendo solo como una presencia espontanea en sus vidas, no había razón para no ser agradecido por cada vida, y respetuoso ante la perdida de esta. Como un último ritual fúnebre, cortaría una pequeña parte de la punta en cada par de cuernos y los dejaría descansando sobre cada tumba respectivamente, ligeramente enterrados. Así, al menos por unos años en lo que el hueso se descomponía y servía como alimento para la tierra junto a los cuerpos, habría un pequeño legado visible de los pequeños. 

Va siendo hora de irse. — Murmuró para sí mismo, colocando los cuernos cortados entre su cinturón y su pantalón para cargar con ellos, y finalmente permitiéndose un momento para sacar de entre sus bolsillos una de las bolsas de carne seca que había traído consigo, empezando a comer con algo de mala gana; se le podía haber pasado el apetito con todo lo que había sucedido, pero sabía que no por eso había desaparecido su necesidad de comer. Se levantó, y avanzó de regreso a la bahía.

Pero antes de ello, se detendría a dar un último vistazo a su alrededor, en busca de los monillos. En caso de que aún no se hubieran retirado a las profundidades de la selva... Había tenido una idea un poco precipitada que pondría en práctica, pues no era particularmente conocido por retractarse de las cosas. Si conseguía encontrarlos con la mirada, se acercaría a ellos y les ofrecería un poco de la comida que llevaba encima. — ¿Les apetece venir conmigo? Seguro que la pasarán divinamente en altamar. — Comentó sonriente, intentando disimular el peso en su pecho por los eventos recientes; el pequeño entierro improvisado le había servido para recomponerse emocionalmente y obtener claridad de mente. Si accedían a venir con él, incluso estaba dispuesto a llevarlos sobre sus hombros o cabeza.

Y fuese con o sin ellos, resumiría su caminar hacia la bahía en busca del capitán, con tal de entregarle lo que le había pedido y obtener la información por la que había venido en primer lugar. 

Resumen

Info bélica & Inventario

Virtudes y Defectos relevantes
#16
Vance Kerneus
Umi no Yari
La empatía del revolucionario para con los monorámpagos fallecidos es conmovedora. O lo sería de no ser porque, pese a mostrarles su respeto dándoles un más que digno entierro, no ha desaprovechado la oportunidad de cortarles los cuernos antes de meterles bajo tierra como si de un vulgar saqueador se tratase. No, todos sabemos realmente que el joven está verdaderamente afectado y que se culpa en parte por la muerte de esos pequeños monos, al no haber sido capaz de protegerlos a todos del ataque de los feroces y temibles alatiburnus. Exceptuando en el detalle del robo de los cuernos que he mencionado, estos sentimientos pueden observarse en cada momento del elaborado ritual que prepara y realiza con un profundo respeto para los simios caídos en combate.

Los dos ejemplares que quedan vivos observan con atención cada momento, desde la creación de las improvisadas tumbas hasta el propio enterramiento de los tres primates. Incluso, cuando el lunarian se queda en silencio ante los montículos durante unos segundos, ellos le acompañan en esa solemne muestra de respeto hacia los muertos. El detalle de dejar una puntita de cada par de cuernos sobre cada una de las tumbas contribuye a crear esa atmósfera de solemnidad. Aunque claro, ¿quién sabe si los cuernos utilizados para cada una eran los del monorámpago correspondiente? Al fin y al cabo, tiempo más que de sobra había tenido de olvidar cuáles eran los de cada uno mientras realizaba la improvisada ceremonia.

Antes de irse el joven saca algo de comida que llevaba entre sus pertenencias y comienza a degustarla, saciando el hambre que ya empezaba a acuciarle. No está acostumbrado a pasar tanto tiempo sin comer, y eso hacía ya un rato que lo estaba notando hasta el punto de que le ha costado completar el funeral, pues su cerebro llegado un punto tan solo era capaz de pensar en comida. Poco después comienza a caminar en dirección a la pequeña embarcación en la que había llegado previamente a la selva, pero no sin antes echar un último vistazo a los dos pequeños monorámpagos que habían sobrevivido. Les ofrece algo de comida sobrante que los simios aceptan de buena gana y, ni corto ni perezoso, les ofrece hacerse al mar con él y acompañarle en sus viajes. Los dos primates se quedan mirando al joven como si no terminasen de entender del todo lo que les proponía, pero cuando este empieza a andar de nuevo le siguen a una distancia prudencial. 

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Una vez en la bahía de nuevo, tanto el capitán como los dos lugartenientes se sorprenden de ver llegar al revolucionario con apenas unos rasguños en una pierna y con los seis cuernos que les había prometido en su poder. El lunarian puede ver en sus rostros gestos de aprobación, y a modo de saludo el líder de aquellos hombres le dice:

- ¡Bienvenido de vuelta, chico! No pensábamos que regresarías tan pronto, y menos aún habiendo cumplido ya con lo que nos prometiste. Tienes que contarnos qué has encontrado en tu viaje por la jungla.

La expresión de su rostro refleja una gran curiosidad por saber qué clase de aventuras ha vivido Alistair en la isla, y cómo ha logrado obtener con tanta rapidez los cuernos que le habían encargado traer. Se queda esperando a que el joven termine de contar su historia, escuchando atentamente, y cuando al fin termina de hacerlo le contesta en voz baja pero al mismo tiempo firme:

- Bien, lo prometido es deuda. Querías saber lo que conocemos sobre esa extraña cueva en la costa. Y la verdad es que es poco. Podemos señalarte su localización en un mapa para que sepas cómo llegar hasta ella, pero no mucho más. No hemos podido llegar más allá de unos pocos metros en su interior, y no te recomiendo que lo hagas. Ninguno de los viajeros que hasta ahora ha intentado internarse en ella ha vuelto por aquí, por lo que sospechamos que nadie ha podido salir de ella.

Off
#17
Alistair
Mochuelo
¡No se habían marchado después de todo! De hecho, habían tenido el detalle de acompañarlo en el momento de silencio que dedicó a los monorámpagos fallecidos, algo que no se esperó en lo absoluto. Quizá solo lo imitaban en curiosidad de sus movimientos, o quizá en verdad había algo más espiritual en su accionar, pero era algo a lo que prefería no asignar demasiado tiempo para pensar; lo que importaba era que los pequeños, por un instante, estuvieron a su lado en el pequeño ritual fúnebre que pudo preparar con lo que tenía a la mano. Incluso cuando había removido los cuernos de sus congéneres caídos, aunque esto no era más que una filosofía que el joven cargaba consigo, en medio de la pesadumbre que acompañaba a la pérdida de una vida: Tras fallecer, quienes partían a un mejor mundo solo dejaban atrás un cuerpo sin un alma, un manojo de carne y tantísimas cosas más que los difuntos no extrañarían nunca más, y los apegos por objetos terrenales como esos eran entendibles, pero erróneos al final del día. 

Lo entendía demasiado bien, habiendo experimentado una pérdida cercana de primera mano.

Algo que además consiguió levantarle el ánimo a Alistair fue que los pequeños primates aceptaran el ofrecimiento del revolucionario, una buena señal inicial de la confianza que podía amasar con los animales si éstos decidían finalmente acompañarlo en sus aventuras. Tan solo debía procurar tenerlo en un espacio donde se sintieran cómodos, algunos días de acostumbrarlos e interactuar cerrando progresivamente la distancia, y tendría a dos nuevos compañeros de viaje. Pero por ahora, para no adelantarse excesivamente a acontecimientos que aún les quedaba bastante por suceder, lo primero era continuar camino a la bahía y permitir a los monillos seguirle a la distancia en la que se sintieran cómodos, atento de si decidirían finalmente caminar a su lado o si eventualmente regresarían por el mismo camino por el que vinieron. Cualesquiera que fuera su decisión final, lo aceptaría. 

De regreso en la bahía, las tres presencias le recibirían de vuelta, con el líder de los tres realizando un enérgico saludo en su dirección. El emplumado respiraría profundo, intentando suprimir los restos de desgane que aún acechaban en sus pensamientos y su corazón, y mostraría una sonrisa que quedaría completamente fuera de lugar para quien conociera el contexto anterior. Tenía una mala manía por no mostrar sus peores momentos, diestro en el arte de esconderlos tras una sonrisa engañosa que difícilmente se quebraba. Hacía falta una confianza excesivamente estrecha con él como para dejar ver lo que había mas allá, y desgraciadamente, ninguno de los tres hombres cumplía con el papel. Por tanto, les respondería con esa máscara de sonrisa en sus facciones .

¡Ha sido como lo mencionaban! El bosque ha sido una buena prueba en todos los sentidos. He tenido que defenderme de unos... ¿Tiburones? ¿Aves? A saber, pero han sido formidables. — Continuó por un poco más, explicando que los alatiburnus habían llegado a los monillos pero no habían conseguido llevarlos consigo a su guarida -o donde sea que esos bichos descansaran, veía posible hasta un nido en medio de ramas gigantescas para soportar su peso-. Básicamente, omitió una generosa cantidad de detalles en la historia, excluyendo sobre todo el final. Tan solo lo necesario para conservar la idea más fundamental de toda la anécdota sin incluir las partes más emocionalmente impactantes. 

De cualquier forma, aquí tienen. Los seis cuernos de monorámpago que me pidieron. — Los sacaría de su mochila, lugar en los que los había recolocado por comodidad propia, y se los entregaría en mano. Ahora quedaba la parte en la que ellos entregaban la información a pedido, y así fue lo que hicieron, o al menos la poca información que tenían a su disposición. Pero entre lo poco que tenían, si poseían un dato fundamental que le serviría para tomar los siguientes pasos en esa pequeña expedición: La ubicación de la cueva. — ¡Eso es más que suficiente! Hubiera agradecido cualquier otro dato adicional, pero entre poco y nada, prefiero tener poco junto a una idea de hacia donde ir. Asi que te agradecería que lo marcaras en un mapa, si. — Esperó a que lo hiciera, pero con ello acompañó una advertencia a modo de consejo para no acercarse a lugar. Y con toda razón: Si la selva de Momobami era tan peligrosa como había mostrado hoy, ¿Cómo sería lo que había dentro de esa cueva? Moría de ganas por saber. 

Agradezco la preocupación hacia un aventurero más, pero me supera saber qué hay dentro de la cueva. Aunque no haré oídos sordos. Si ese lugar es tan temible como la reputación que tiene ganada, esperaré un tiempo para prepararme adecuadamente y volveré nuevamente. Si en ese tiempo alguien más conquista la cueva, entonces quizá no era demasiado reto. Pero si para entonces sigue intacta, será mi señal para entrar en acción. — Le encantaría ser la primera persona en poner pie al interior del lugar, y saber con seguridad qué narices era lo que llamaba tanto la atención como para obtener tan funesta reputación. Pero no era tan torpe como para entrar corriendo y esperar que todo saliera a pedido de boca. Era mucho mas listo que eso. 

Un gusto haber tratado con ustedes. Hasta la próxima. — Mencionó con una sonrisa, orientándose en dirección al océano y empezando a caminar hacia allá, despidiéndose a la distancia al ondear su mano sin girarse. ¿Qué le depararía ahora? Seguramente... Un viaje de vuelta a Oykot sería una excelente primera idea. Reencontrarse con los demás ahora msismo sonaba como un paso necesario en su vida.
#18


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