¿Sabías que…?
... existe la leyenda de una antigua serpiente gigante que surcaba el East Blue.
[Aventura] [T5] Smoking Bird
Byron
Que me lo otorguen
Cuando Byron sacó su tarjeta frente al Trago del Marinero, el local de artesanía situado en la plaza del patíbulo, y se la mostraba a Kael, pudo sentir una mirada punzante tras el vidrio que formaban las ventanas de aquel negocio. Ante esto, solo arqueó una ceja, y sintió como su curiosidad le afirmaba que se encontraban en el lugar indicado, aunque no vio perturbado su discurso y siguió dando contexto a su fiel camarada, después de todo el joven espadachín se tenía a sí mismo en alta consideración después de lo ocurrido en los rincones más ocultos del Casino Missile, él, bajo su criterio, era un pez gordo vestido de cordero, oculto en el anonimato que daban las profundidades.

Así, con completa confianza en sus capacidades, y con un gesto imperturbable posó una de sus manos sobre la puerta de madera pulida y trabajada de forma artesanal, cosa obvia que mostrase esos acabados teniendo en cuenta a que se dedicaban tras aquella entrada. Fue entonces cuando sintió la mano de su compañero en su hombro, haciéndole girar su cabeza para encontrarse con su parche y su ojo, sabía que significaba esa mirada, el encapuchado estaba listo y alerta para cualquier cosa que pudiese suceder. Con la mano que no tenía posada sobre la puerta, le dio unas palmaditas de aprobación a la que Kael usaba para agarrar su hombro, y seguidamente, tras aguantarle la mirada unos segundos, le guiñó uno de sus ojos violetas mientras le sacaba la lengua de forma juguetona, dándole a entender que todo saldría bien.

Con el peculiar sonido de la puerta abriéndose, atravesaron juntos el umbral, mientras Byron sentía la aguda mirada de su camarada a su espalda, vigilando cualquier tipo de movimiento que pudiese ponernos en problemas. Entonces, frente a ellos, y presidiendo la sala una belleza pelirroja algo avanzada en edad, ataviada con un elegante que combinaba el blanco y tonos violetas pastel.

- Joder con la madura...- Murmuró el muchacho sin poder evitarlo, a pesar de ser mucho más mayor que él, no le importaría hincarle el diente, después de todo, la edad viene con muchos años de experiencia.

A pesar de parecer más pendiente de fijarse en todos los detalles de su cuerpo e imaginar situaciones poco honorables, el capitán escuchaba con atención mientras se apoyaba en uno de los muebles del establecimiento. Parecían querer simplemente aprovecharse de ellos, usarlos como señuelos para que uno de los presentes consiguiese entregar de forma exitosa el paquete que se le fuese otorgado en el lugar que se le indicase. El joven no parecía muy contento por la idea, él estaba destinado a protagonizar las grandes citas, más no dejó ver su resignación al entender que esto no era más que una oportunidad para seguir oculto. No era lo que tenía en mente, más era algo aceptable.

Asintió con la cabeza cuando uno de los presentes se acercó a darle la carta con su objetivo, y en cuanto se siguió con su ruta de entrega abrió el sobre, leyendo el contenido. La Marisquería Agua Dulce, junto a los astilleros en los que se produjo él atentando, sonrió de forma sutil, pues sin esperarlo, probablemente tendría un asiento más privilegiado en aquella función. Arrugó el papel entre sus manos y lo guardó en su bolsillo trasero, y mientras el resto comenzaba a prepararse para salir a cumplir su cometido, el capitán esperó un poco más, inmóvil observando a la dama de arriba abajo. Kael le hizo un gesto para indicar su retirada, y este le despidió chocando su puño contra su pecho de forma amistosa, dándole confianza y el conocimiento de que sabía que él lo conseguiría.

Finalmente, en cuanto solo quedaban él y la pelirroja, además de varios miembros de la organización a la que pertenecía esa mujer, alzó el brazo para llamar su atención y lanzar su duda.

- Preciosa. ¿Sabe la persona cuándo es carnada y cuándo es la pieza fundamental? - Preguntó mientras posaba sus ojos violetas en los suyos y esperaba la respuesta.

Tras ser contestado, se incorporó, y puso finalmente camino hacia el astillero para recoger la mercancía que le habían encargado, no sabía exactamente donde ir, pero pensando a que se dedicaban en el lugar, por asociación pensó que se encontrarían cerca del embarcadero, y así, tras una tímida rascada de entrepierna, comenzó a caminar.

COSAS DE INTERÉS
#11
Atlas
Nowhere | Fénix
Kael, tu suspicacia te lleva a dudar de la situación desde el primer momento. Extiendes tu presencia por toda la tienda de artesanía, pero no pareces intuir ningún tipo de intención hostil en los presentes. Tampoco la percibes en la mujer que os ha hecho entrega de los sobres, aunque sí tienes claro enseguida que, al igual que sucede con vosotros, ninguno de los que están allí son personas normales y corrientes. Quien sea que ha organizado ese encuentro se ha asegurado de localizar e intentar llamar la atención de personas por encima de la media. ¿Qué demonios será eso que quieren transportar bajo tanto secreto y confidencialidad?

Sea como sea, te despides de Byron y te encaminas hacia tu destino: la estatua cercana a El Gymnasium. El camino que te lleva hasta la zona en cuestión se antoja igual de poco inspirador que el que te llevó hasta la tienda de artesanía. Continúa sin haber un alma en la calle. Vías que normalmente son transitadas por cientos y cientos de personas a lo largo de la jornada se muestran casi desérticas y los negocios, pese a estar abiertos, mantienen sus puertas cerradas a cal y canto para que el hollín no se apodere de todo.

No tardas en llegar a una plaza aledaña a El Gymnasium, ésa en la que descansa la estatua del capitán Livingstone. Tal vez no estés familiarizado con la historia de este célebre marine, pero bajo la misma hay una placa que conmemora su hazaña. Dicen que pereció como consecuencia de las heridas producidas en un combate contra un grupo pirata tremendamente poderoso que intentó arrasar Loguetown tiempo atrás. A saber cuánto hay de verdad y cuánto de leyenda. La representación del capitán le muestra con su inmaculado uniforme de gala, su característico florete en alto y un denso y poblado bigote que alcanza su barbilla sin llegar a cerrarse bajo el mentón.

—Dicen que era todo un héroe, la manifestación viva de todo lo que está bien en un supuesto garante del orden y la seguridad —dice entonces una voz a tu lado. Se trata de un tipo de lo más común, algo pasado de peso y con los ojos rasgados. No deja de hacer algunos movimientos con el lado derecho de la boca y está constantemente inspirando nerviosamente por los orificios nasales. Lleva algo similar a una pequeña caja de bombones en las manos.
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A la propietaria de la tienda no le pasa inadvertido que te quedas allí un poco después de que los demás ya se hayan marchado, Byron. Lo asume con total naturalidad, dando de nuevo la vuelta al cartel para señalizar que el negocio está abierto y volviendo a colocarse detrás del mostrador.

—Si lo supiera, la carnada dejaría de ser tal y la pieza fundamental podría intentar dejar de ser pieza y convertirse en jugador. Creo que estaremos de acuerdo en que eso no es algo que interese a quien está jugando la partida —responde con una sonrisa tan maliciosa como pícara en el rostro.

Sea como sea, te marchas hacia la zona en cuestión en busca de un punto de entrega que nadie te ha señalado. No sabemos si será un descuido o una maniobra más de despiste o vete tú a saber qué, pero el hecho es que decides dirigirte hacia la zona de los embarcaderos. Los buques carboneros siguen vomitando cañonazos de humo producto de la combustión del carbón. Éste es proyectado hacia las alturas como si proviniese directamente de las entrañas de un volcán en miniatura. Allí, no demasiado lejos, un único barco pesquero de dimensiones modestas descarga su mercancía. Cuatro operarios sacan cajas de gambas y bogavantes a toda velocidad para intentar que se manchen lo menos posible del hollín en suspensión. A bordo, un tipo de rasgos orientales ataviado con un atuendo no muy común en la zona lo organiza todo.

—No es un buen día para salir a dar un paseo, amigo, y mucho menos por esta zona. ¿Ha perdido algo por aquí? —te dice.
Imagen aproximada




En el Trago del Marinero la reunión clandestina continúa y el duelo de influencias se mantiene. Deschamps sonríe en su ubicación al tiempo que se vuelve a sentar en su asiento. Ése es su terreno; está jugando en casa. Los mensajes ocultos bajo las palabras, el duelo de intereses y las intenciones escondidas son su hogar desde que decidió convertirse en alguien relevante. Sabe que si quiere mantener su posición, su estatus, en el acuerdo que está planteando —por llamarlo de alguna manera—, debe mantenerse firme y conservar su posición de poder no sólo en el terreno de la realidad, sino también en el de la apariencia. Sí, es por ello que se ha sentado y ni siquiera ha hecho el amago de dirigirse a la puerta antes de que Derian interrumpa la sugerente invitación de Percival.

Desde su posición en una esquina del Trago del Marinero, alza una mano y os indica que os acerquéis sin dejar de dirigiros una cordial y educada sonrisa. No sólo a vosotros, sino hasta a tres personas más que se han puesto en pie en la taberna después de escuchar lo que el propietario de Coal SL tenía que decir. En caso de que os acerquéis, los asistentes del Señor Deschamps habrán añadido otras cinco sillas a las tres de las que ya disponían para continuar la reunión en un entorno más íntimo. Aquellos que no están interesados en seguir escuchando o no se ven preparados han ido abandonando el local.

—Como todo depredador que sale a pescar en aguas que no son suyas, siempre existe el riesgo de que el depredador de estas aguas se dé cuenta de que quizás le hayamos intentado quitar algún pez. No hemos venido para quedarnos, no son nuestras aguas, pero hemos visto una oportunidad que no hemos podido desaprovechar. Por lo tanto, podrían ustedes tener detrás a un tiburón blanco y azul del que todo el mundo está pendiente y uno en apariencia más pequeño, más oscuro y que pasa inadvertido, pero que no por ello es menos letal. ¿Me explico? —En la forma en que los ojos de Henry Deschamps os miran podéis ver que en cierto modo está evaluando vuestra respuesta a su información, así como si sabéis interpretar en sus palabras la realidad sobre la situación—. Con respecto a los detalles de la carga, está repartida entre los tres buques carboneros que he traído hasta Loguetown a razón de unas cinco cajas de aproximadamente quinientos kilogramos cada una por embarcación. El punto de entrega, como les decía, es un piso franco cercano a la base de la Marina en el área. Ésta es la dirección —finaliza al tiempo que deja una tarjeta sobre la mesa: sólo una. ¿Acaso intenta que alguien se postule como líder de la  operación? Sea como sea, una de las tres personas que se han levantado junto a vosotros intenta extender la mano para cogerla. Digamos que tiene una apariencia bastante particular...
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#12
Byron
Que me lo otorguen

El comentar de las calles comenzaba a quedarse atrás y el humo que oscurecía el cielo se volvía más denso en cada paso que daba. Su pálida piel poco a poco quedaba teñida de forma moteada, por el hollín impregnado en el propio aire, claramente no eran las condiciones idóneas para vivir, con este ambiente contaminado no tardarían en caer enfermos los habitantes de Logue Town, y ese certero pensamiento, más que una preocupación, se trataba de una apreciación pues poco pesar cargaba en su consciencia por ello, no era su problema, por lo menos de momento.

Con la firme convicción de cumplir su objetivo, el capitán caminaba de forma tranquila, adentrándose más y más en el puerto, buscando con su mirada el astillero que estaba buscando. Las palabras de aquella bella mujer resonaban en lo más profundo de su mente, nadie sabía cuál era el papel que le había tocado desempeñar en aquella retorcida función, más su inmenso ego no hacía más que susurrarle en la oreja de forma velada, que él, como no, claramente se había adueñado del papel protagónico, al ser enviado al lugar más cercano al incidente que había inaugurado los movimientos de aquella organización.

Volvió a sacar el papel con la ubicación, esta vez de forma cauta buscando cualquier signo de miradas no deseadas. Un rápido vistazo para asegurarse de que iba en la dirección correcta bajo su juicio, y para esconder este gesto usó el papel como si limpiase su rostro del hollín acumulado, acompañando este de una tos fingida.

Con este hecho, volvió a guardar aquel papel en su bolsillo trasero, mientras de forma casual volvía en introducir en su bolsillo trasero aquella nota, y sin planearlo, su vista se topó con algo interesante.

Frente a él, un grupo de cuatro hombres, descargaban de forma ininterrumpida una pequeña embarcación, sacando en cajas gambas y bogavantes sin cesar su trabajo, con prisa, provocada por el contaminado ambiente y la posibilidad de que este enturbiado aire echase a perder el género que habían capturado. Rápidamente, de forma natural, el nombre del negocio que buscaba surcó su mente dejando una clara estela, Marisquería Agua Dulce.

- Bingo.- Pensó mientras se acercaba a los desconocidos, el astillero debía estar cerca, y en consecuencia, también el establecimiento que buscaba.

Un par de pasos bastaron, para fijarse en los ojos rasgados de aquellos trabajadores, y mientras los miraba de arriba abajo, uno de estos se dirigió hacia él haciendo preguntas. El muchacho antes de contestar, le mostró una media sonrisa, le tocaba hacer gala de su carisma para no levantar sospechas, y dejar en claro que, sus dotes para la actuación, le hacían merecedor de ser el protagonista de esta historia.

- Disculpa, no quería molestaros.- Contestó educadamente. - Honestamente, no soy de estas tierras, estaba buscando el astillero, pensé que al tratarse de algo mayoritariamente relacionado con embarcaciones estaría cerca del puerto, mi barco necesita que le echen un vistazo antes de volver al mar. ¿No sabrás dónde puedo encontrarlo? - Preguntó bajo un aura de sinceridad. - Y si ya me dices donde puedo deleitar mi paladar con esas preciosidades, le estaré eternamente agradecido. - Dijo finalmente refiriéndose al marisco que transportaban en aquellas cajas de madera.

COSAS DE INTERÉS
#13
Kael
El Fantasma del Mar
- Para ser una ciudad con seguramente decenas de miles de habitantes este pueblo está un poco muerto - pensé mientras avanzaba por las abandonadas calles de la ciudad. Sin duda el ambiente no ayudaba tampoco a que la gente quisiera salir de casa más que lo justo y necesario, o incluso tener ganas de salir corriendo en dirección opuesta de la ciudad con tal de poder respirar un poco de aire puro. 

Mantuve mi haki de observación por el camino por si acaso alguien quisiera aprovechar la situación e intentar atacarme aprovechando la falta de gente en las calles y posiblemente la falta de agentes patrullando también. Tenerlo activado confirmaba mis sospechas, esa zona pese a ser conocida y normalmente transitada estaba prácticamente desierta. Me ajusté un poco más la capa y usando la tela me tapé la boca y la nariz con la cama para evitar respirar el mayor humo posible en lo que caminaba hacia el Gymnasium.

En la plaza pude observar una gran estatua de un hombre imponente en uniforme, con un gran bigote y un florete en alto. Si algo sabía por mi instrucción (Explorador, Arqueólogo I) era que el tener la espada en alto en las estatuas significaba un gran sentido de la justicia para quien estaba representado, y sin duda por su uniforme y su porte seguramente fuera alguien bastante importante. Inspeccioné la inscripción al pié de la estatua y me quedé con la información relevante, siempre era bueno saber la cultura local y aunque no estaba haciendo un viaje de ocio por la ciudad perder un minuto no me daría problemas. Con suerte parecería menos sospechoso de esa manera, al parecer sólo un turista más que ha decidido viajar a Loguetown en un muy mal momento y que no tiene otra cosa que hacer que visitar la ciudad aún con estas condiciones.

Estaba intentando agudizar el oído por si escuchaba al violinista desde donde estaba, aunque que dudaba que en esas condiciones y con la plaza casi desierta fuera a intentar tocar algo a un público ficticio, cuando un hombre habló a mi lado. No es que me sobresaltara por ello, puesto que seguía observándole con Haki y no intuía intenciones malignas de primera puesto que empezó delatando su posición al hablarme. Algo en mi interior me dijo que lo más probable era que pudiera ser una prueba de la gente que me mandó aquí, para ver hasta qué punto estaría cumpliendo la misión o algo por el estilo. Me concentré un segundo en mis alrededores con el haki de observación para saber si el hombre estaba sólo y luego le comenté:

- Bueno, -le respondí- sin duda era alguien que sabía lucir un buen bigote -dije mientras apartaba la vista de la estatua y le miré ahora a él y la caja que portaba en su mano, aun con la capucha puesta y con la mano en la boca cubriéndome un poco la cara para evitar respirar el humo- pero me temo que sé muy poco de él, es mi primera vez en la ciudad. Por la placa y la estatua que le han dedicado sin duda parece un gran hombre, sí. ¿Eres de la zona o has vivido por aquí un tiempo? Me gustaría saber más de él, aunque la verdad he venido a esta parte de la ciudad por una recomendación de unos amigos, aunque me temo que con este tiempo más me vale darme prisa antes de que oscurezca un poco más y sea más complicado ver la ciudad -Le dije mientras echaba miradas a la caja que tenía en las manos.

Resumen
#14


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