¿Sabías que…?
Si muero aquí, será porque no estaba destinado a llegar más lejos.
[Común] Una voluntad inquebrantable.
Hunter D. Alpha
Kurogami no Alpha
Verano, medio día del día 14.


La verdad, es que tampoco podías culparte de que tus oponentes no fueran la gran cosa. Ni de lejos, eras uno de los pocos súper humanos en el mundo que habías nacido con ciertos dotes que te hacían resaltar sobre el resto. Una gran fuerza. Un fuerte sentido del olfato. Una voluntad fuerte. Aunque las cosas adicionales que te dio la vida como belleza y capacidades de aguantar un par de días sin comer. Pero bueno, eso son unos pocos talentos con los cuales tú has llegado a este mundo. Pero incluso tú y yo sabemos que eso no tiene gran importancia. Ya que de nada sirve tener un talento y quedarnos enfrascados allí. En ese lugar lleno de confort donde estamos totalmente cómodos y donde nadie logrará sacarte. Desde pequeño, superarte a ti mismo día a día es algo que te ha llenado de placer y alegría.  Forzarte a ti mismo a superar tus límites y ahora, que eres un pirata esto no sería diferente.
 
 Nunca lo fue… y nunca lo será.
 
 Hoy en día, estas montado sobre tu fiel compañera plumífera, Suzaku. Estás rodeado de un montón de gente en el suelo que se encuentra malherida e incluso alguno que otro muerto. ¿El escenario? Estás en la playa frente a un barco pirata que ha intentado desembarcar. Por mera casualidad de la vida o por simple mala suerte, tú estabas allí.  El grupo de personas creyendo que serías un blanco fácil, han intentado hacer de las suyas y, han intentado robarte. Por qué claro, la gente de este barco no era gente específicamente buena.
 
 Se trataban de piratas.
 
 -¿Esto es todo?- Preguntas tú, decepcionado. El capitán pirata era un hombre ya mayor. Sin un par de dientes y canoso, aparentemente de unos cuarenta. Vamos, el clásico pirata. Este te miraba desde el suelo totalmente aterrado de ti. De que alguien tan joven representará tal peligro. Eres tan solo un muchacho con una lanza montado sobre un pato naranja de dos metros. Pero incluso sabiendo este contexto que escucharlo a primera vez sonaría tan estúpido, el mundo tienen que entender una cosa bastante simple.
 
 El poder puede venir de cualquier lugar.
 
 
Algo que olvidé mencionar, es que el capitán pirata se encuentra justamente frente del barco. Tú simplemente suspira mostrándote claramente aburrido. Tomas tu lanza con ambas manos y la levantas sobre tu cabeza. En este momento, pasaste de mirar al viejo y pusiste tu vista en el barco, Alpha.  Ya es momento de darle un fin a todo esto. Pretendes cortar el barco y comienzas a canalizar tu fuerza. Los músculos de tus brazos comienzan a crecer y marcarse. Esto exalta al capitán enemigo mucho más. Sabía que era su fin. Así que lo único que podía hacer era gritar por ayuda. Pero al final, todo se resumía en una pregunta.
 
Realmente… ¿La ayuda llegará?
#1
Asradi
Völva
Hacía varias horas que había dejado atrás el pueblo y, junto con ello a Ragnheidr y Airgid. No les iba a dejar todavía, puesto que todavía quería vigilar un poco más al grandullón. Su fiebre había remitido el mismo día y parecía haberse repuesto en su totalidad, pero Asradi todavía quería vigilarle y revisarle un poco más si era necesario. Por fortuna, el grandullón no solía poner bastantes pegas.

Para ese momento, la sirena había dejado atrás el pueblo con la excusa de que necesitaba recolectar algunas hierbas más, sobre todo algas marinas. Unas en específico que solo había encontrado en ls inmediaciones de las orillas de Kilombo. Refugiada con una falda larga que cubría toda su cola y la escondía de miradas indiscretas, Asradi se dirigió y llegó a dicho lugar varios minutos después, tras casi una hora de “caminata”. Recordaba ese lugar porque había llegado a Kilombo justo a través de esa playa, y le sorprendió ver que, ahora algo estaba pasando. La sirena se aproximó, primero con cautela. Podría dar media vuelta e irse en cuanto vió todo el percal. ¿Piratas, quizás?

O más bien, ¿quien era aquel tipo? Tenía unas pintas realmente extrañas, y el animal que se encontraba a su lado tampoco parecía muy amistoso. Luego la mirada celeste de la sirena se dirigió un poco mejor a la escena. El tipo estaba en pie, en medio de toda aquella gente. Un uno contra uno, aparentemente, contra otro hombre.

Por norma general, Asradi no se inmiscuiría en todo eso. Bien podía pasar de largo y dejar que ambos solucionasen sus asuntos. El problema era que tenía que pasar por ahí sí o sí. E hiciese lo que hiciese, la verían de igual modo.

Menuda suerte la mía. — Masculló para sí.

Aunque si se fijaba mejor, el tipo que tenía el pájaro parecía el típico abusón rarito. Los dos no tenían la mejor pinta, todo sea dicho, ¿pero quien era ella para juzgar? Además, el otro parecía bastante mayor, casi un anciano.

Eso hizo que la sirena frunciese levemente el ceño.

¡Ey! ¿No ves que es un pobre viejo? Deberías meterte con alguien de tu tamaño. — Le increpó al chico.

Al final no se había aguantado.
#2
Hunter D. Alpha
Kurogami no Alpha
Y justo allí estaban los dos. Era el momento de poner fin a todo. La vida de aquel capitán pirata y dejar su barco pirata con un buen tajo hecho por ti. Estabas a punto de abanicar tu lanza para finalmente arrasar con todo. Pero una voz se hizo presente en la escena. Te detienes en seco y fijas tu mirada hacia la dirección de donde escuchaste la voz. Te das cuenta de que se trata de una dama. Era bastante hermosa. Respiras profundamente. Tu te dispones a olfatear el aire tratando de percibir su aroma y tenerlo memorizado en tu mente. Tenerlo tan memorizado que te aseguras de que nunca olvides cada cosa que pasa por tu voraz olfato. Aunque puede que una que otro aroma se te pueda olvidar si se trataba de alguien que no te fuera impactado de alguna manera.
 
 Pero era muy difícil que ella no lo hiciera.
 
 No solo por su divina figura. Hermosos ojos y piel tan perfecta como si se tratase de una escultura tallada por dioses. Ella se había tomado el atrevimiento de llamarte bravucón a ti, Alpha. Se le notaba algo enfadada. Quizás no le habría agradado mucho lo que estabas haciendo. Pero… ¿Qué podías hacer? Eran ellos o tú. Aunque nunca es tu intención dar tú el primer paso en cuanto a lo bélico nos referimos. Tú solamente lo hacías contra oponentes fuertes o contra quienes te llamaban la atención. En este caso… algo te llama la atención de ella. Es ese cierto olor particular al océano que puedes sentir. Eso que hueles… ¿acaso es el olor a escamas? Eso te llevaba a pensar una u otra cosa sobre ella. ¿Quizás es una pescadora o trabaja en una pescadería? Poco se puede sospechar. 
 
 Pero de que sospechas algo, sospechas.
 
 -Pues ellos buscaron problemas conmigo primero, señorita.- Dices mientras bajas tu arma. La plumífera si gira hacia ella mientras que tú estás montado. Totalmente calmado y mirándole con un poco los ojos entrecerrados. – Si. No creo que sea algo de “bravucones” defenderse ¿no lo crees? – Cuando dices específicamente bravucones, no puedes evitar hacer unas comillas utilizando tus dedos. – A menos que… tú quieras ocupar su lugar. – Dices eso, la súper ave da un paso al frente. – Claro, no en plan de pelear a muerte. Sería algo meramente amistoso. ¡Soy Alpha! El que algún día será la criatura más fuerte.
 
 Y sigues sonriendo. Sin más. Demostrando que tu naturalidad es algo que no viene de una mentira. Sino solo desde la verdad.
#3
Asradi
Völva
Asradi intercambió una mirada ceñuda entre uno y otro. La verdad es que, a sus ojos, tampoco tenían buenas pintas. El viejo sobre todo. Pero no estaba ahí tampoco para juzgar las pintas de nadie, sino lo que parecía ser una especie de pelea injusta. Al menos a sus ojos. Los cuales se posaron directamente en el chico cuando éste, de repente, se quedó mirándola, como si la inspeccionase de arriba a abajo.

¿Qué miras tanto? — Preguntó, un poco mosqueada al respecto.

Detestaba cuando la gente hacía eso. Que la mirase con ese descaro tan poco disimulado. El chico, ahora, se presentó e incluso bajó el arma. Aunque la sirena solo suspiró levemente, pero tampoco le quitó la mirada de encima. Ni al chico, ni al ave extraña que le acompañaba.

¿Ocupar su lugar? ¿Me estás amenazando, acaso? — El mentón de la chica se alzó con un gesto notoriamente orgulloso. Había casi una mirada retadora que se acababa de plasmar en los bonitos ojos azules de la sirena.

Miró primero a Alpha, tal y como se había presentado. Y luego le lanzó una mirada de advertencia a aquella especie de pollo gigante. Si intentaba algo, se lo comía, literalmente. Aún así, Asradi se cruzó de brazos.

En realidad yo estaba solo de paso, no tengo pensado pelearme con nadie. Simplemente escuché jaleo aquí y me pareció extraño.

Explicó.
#4
Hunter D. Alpha
Kurogami no Alpha
¡Zehahahahaha! – No puedes evitar reír, joven pirata. La persona que está frente de ti te ha hecho una pregunta de manera enojada. Tú simplemente no prestas atención a ese estímulo negativo que tanto molesta y te dispones a relajar un poco más los hombros y tomar una postura un poco más relajada. – Para saber que te estoy observando, tú también has de posar tu mirada en mi ¿no? – dices, sin más. – Además, es de mala educación entablar una conversación sin mirar a la cara con quien platicar, señorita. – Y más de mala educación no dar un nombre cuando claramente te has presentado. Aunque aquello es meramente nada importante para ti. Para ti era mucho más importante aquella mirada que te lanza al mismo tiempo que su mentón se levanta. Eso te hace sonreír mucho más. De pronto, el color de tus ojos se comienzan a tornar un poco más… rojizos.
 
 Algo dentro de ti… comienza a crecer.
 
 Pero eso se rompe de pronto, joven pirata. Ella se explica. Una explicación bastante lógica, la verdad. Todo el momento se quiebra y se te nota bastante convencido ante su explicación. Incluso tus ojos regresan al color habitual – Ya veo, entonces es eso. – Dices sin más. De pronto la plumífera comienza a hacer caso omiso de ella y comienza a hurgar entre sus plumas. Tú por tú parte, aun te mantienes en tranquilidad total en presencia de la dama y el resto de personas que se encuentran en el suelo. Aunque, el capitán pirata intenta arrastrarse y alejarse en dirección a su barco. Tú te das cuenta de ello y la indicas nuevamente a la plumífera que se coloque en el lugar inicial. – De acuerdo. No planeo entrometerme en tu camino, señorita. Pero digamos que aún no he terminado con lo mío. – Nuevamente levantas la lanza y apuntas al viejo que se está arrastrando por el suelo. El maltrecho capitán pirata se da cuenta de esto y comienza a implorar por ayuda. Tú haces caso omiso y sin pensarlo, intentas lanzar una estocada en su pecho para dar fin a su vida.
 
 ¿Alguien te detendrá? Bueno… eso no lo sé.
#5


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