Alguien dijo una vez...
Rizzo, el Bardo
No es que cante mal, es que no saben escuchar.
[Común] [Entrenamiento] Cuando las ideas se defienden con sangre.
Atlas
Nowhere | Fénix
Día 28 de Verano del 724

Las labores de reconstrucción del ala este del G-31 habían iniciado el día después de la devastación de la misma. Durante la mañana todos y cada uno de los escuadrones habían empleado el resto de las instalaciones para llevar a cabo sus entrenamientos habituales, sin modificaciones y casi como si nada hubiese pasado. No obstante, durante la tarde se habían formado grupos destinados a iniciar el desalojo de escombros para despejar la zona en la que se erguiría de nuevo el ala este. La zona en cuestión se había divido en numerosos cuadrantes que se habían asignado a cada uno de los grupos. En mi caso, y dado que me habían alineado junto a Camille y Octojin, me encontraba en una zona aparta del resto donde habían caído numerosos fragmentos del techo.

Al haber estado menos expuestos a las llamar, los trozos de techo eran más grandes que la mayoría de los desprendidos de las paredes. Era por ello que habían escogido a dos de los marines más grandes, corpulentos y fuertes de la base para trabajar en ese área. En mi caso, me encontraba allí porque había descubierto que podía volar y, por tanto, transportar según que material distancias considerables en menos tiempo que alguien que fuese a pie. Para aquella tarea, cabe decir, no intenté escaquearme ni durante un segundo. Hasta alguien como yo sabía identificar cuándo había que arrimar el hombro, incluso aunque fuese una tarea de lo más ingrata.

—Estoy harto ya —dije inmediatamente después de descargar un fragmento de metal enorme en una pila de escombros situada a al menos setenta metros de la posición que ocupábamos. Lo dije mientras mi cuerpo iba mutando poco a poco para recuperar su naturaleza humana—. Siempre somos el objetivo de algún grupo de infelices descontento con el mundo. Si no te gusta, quédate en casa y haz lo posible por cambiarlo dentro del margen de maniobra que tienes, pero no dañes a quien intenta mantener un poco de orden y sentido común, ¿no os parece?

Molesto, me senté durante unos instantes sobre un pequeño cúmulo de piedras que el tiburón había apilado a un lado. Desde allí, observé a mis compañeros trabajar durante unos segundos antes de pensar en reincorporarme al trabajo. Lo cierto era que durante las últimas horas un sinfín de pensamientos e ideas de lo más dispares habían circulado por mi mente. Entre otras muchas cosas, me había preguntado si no sería culpa nuestra —no del grupo, sino de la Marina como tal— que nos hubiesen atacado de ese modo, pero no había tardado en esforzarme por desechar ese tipo de ideas. También había coqueteado durante unos instantes con las ideas más autoritarias y contrarias a mi manera real de ver el mundo, como el estado de supuesta paz universal al que se llegaría si todo el mundo estuviese sometido al férreo poder del Gobierno Mundial, sin posibilidad de réplica o súplica alguna. Aquellas ideas también habían pasado a mejor vida, quedando únicamente un gran aire de abatimiento y la desidia con la que había expresado mi comentario anterior.

—Es una estupidez, lo sé, pero ayer incluso estuve pensando durante un rato que todo estaría mejor si no hubiese discordancia de opiniones, si sólo hubiese una voz que se impusiese a las demás sin que nadie se pudiera oponer... Como si así se pudiesen evitar situaciones como ésta, pero en fin, son pensamientos estúpidos de alguien estúpido en un momento vulnerable, supongo. Eso sí, en cuanto pille a esa panda de desgraciados les voy a dar una buena. Me da igual por qué lo hayan hecho o dejado de hacer. Hay cosas que no tienen justificación y no merecen nada diferente a un castigo.
#1
Octojin
El terror blanco
Octojin se encontraba en medio del caos de la reconstrucción, con el olor a madera y polvo en el aire llenando sus branquias. El ala este del G-31 estaba parcialmente destruida, y él, junto con sus compañeros Camille y Atlas, había sido asignado a las labores de reparación. No le molestaba; después de todo, poner su talento de carpintero al servicio de la Marina le daba cierta paz y le permitía demostrar que era más que una mole de músculos que servían de contención en peleas contra piratas.

Con sus grandes manos, recogía maderas de todos los tamaños y las apilaba con facilidad gracias a su fuerza. La satisfacción de reparar algo dañado se mostraba en cada movimiento de sus brazos mientras cortaba, alisaba y encajaba las piezas, como si se tratase de un puzle. Le sorprendió la calidad de las herramientas que poseía la marina, aunque después esbozó una sonrisa e incluso una pequeña carcajada vino a su mente, que intentó no exteriorizar, aunque no fue realmente consciente de si lo hizo. ¿Quién iba a tener mejores herramientas que el gobierno? Al fin y al cabo, recaudaban impuestos por todos lados, por lo que el dinero seguro que no sería un problema. Al menos, en aquella cuestión, parecía estar bien invertido.

Mientras trabajaba, escuchó la queja de Atlas. Parecía estar cansado de ser el objetivo continuo de los maleantes. Aquello sorprendió al habitante del mar. ¿La marina sufría tanto como el rubio decía? A él no le daba esa sensación, pero como llevaba poco tiempo en la base, se limitó a mantener el silencio como respuesta.

Cuando Atlas terminó su discurso, se sentó sobre un cúmulo de piedras que había apilado previamente el escualo. Lo había hecho con un gran esfuerzo, intentando separar las piezas que podían ser reutilizadas de las que no. Y entonces, el humano lanzó una barbaridad a los ojos del gyojin, que apretó el puño intentando contenerse.

No pudo evitar fruncir el ceño ante sus palabras. El tiburón estaba acostumbrado a la idea de que la vida era una lucha constante por sobrevivir, especialmente después de todo lo que había vivido en la Isla Gyojin. Pero lo que le irritaba no era que Atlas se quejara de los ataques o de la reconstrucción, sino que mencionara la idea de que la sociedad debería someterse a una única voz que controlara a todos.

Aquello era un disparate en muchos sentidos. Octojin se detuvo, dejando caer el martillo y el trozo de madera que sujetaba en ese momento. Respiró profundamente, en un acto de control de ira que rara vez le salía bien. Su pecho se inflaba mientras tomaba aire para después volver a su forma inicial. Caminó hacia el cúmulo de piedras donde Atlas se encontraba, de manera tranquila y sin pretender llamar la atención. Se mantuvo de pie, con su sombra cubriendo al humano mientras lo miraba fijamente.

—¿Que todo estaría mejor si solo hubiese una voz que se impusiera? —comenzó, con un tono grave y cargado de un enojo contenido. Cerró los ojos por un momento, como si intentara ordenar las palabras en su mente antes de continuar, y en un vano intento por contener su ira—. Eso es una estupidez monumental, Atlas. ¿De verdad crees que la paz se consigue callando a todo el mundo? ¿Que el orden se impone eliminando la voluntad de las personas?

Octojin caminó de un lado a otro, tratando de calmarse. El solo pensar en esa idea le revolvía las tripas. Lo que Atlas sugería era algo que había visto muchas veces; había conocido el sufrimiento de los suyos en la Isla Gyojin, el yugo que se imponía cuando una única fuerza trataba de dominarlo todo. Aquello siempre era el fin de algo. Era el qué no hacer en una sociedad. No podía creer lo que estaba oyendo.

—El problema no es que haya discordancia de opiniones, ¡el problema es que algunos creen que su forma de pensar debe imponerse por la fuerza! —rugió, señalando con su enorme mano las ruinas que los rodeaban— ¿Y quieres saber algo? Las ideas se defienden con sangre, Atlas. No porque queramos, sino porque hay gente que nos quiere obligar a hacer lo contrario. Nosotros estamos aquí para reconstruir, no para someter. ¿Cuánta gente crees que ha muerto para que tú estés aquí ahora? Estás muy equivocado, Atlas.

El tiburón sintió la tensión acumulada en sus músculos y apretó los dientes. Observó las piezas de madera que había estado manejando hasta hace unos momentos y cerró los puños.

—Claro que hay personas que hacen cosas que merecen ser castigadas —continuó, con la voz más calmada pero igual de intensa—. Pero no porque piensen diferente. No porque se atrevan a cuestionar el mundo en el que viven. Les castigamos porque traspasan los límites, porque dañan a los demás. No porque nosotros queramos ser los únicos con la verdad.

Octojin se cruzó de brazos, lanzando una última mirada de desafío hacia Atlas.

—No se trata de tener una única voz que lo controle todo. Se trata de proteger las distintas voces que existen, incluso si a veces chocan entre sí. Porque si vamos por el camino que tú planteas, acabaremos siendo tan tiranos como aquellos a los que queremos detener.

Tras ello, se inclinó para recoger las maderas que había dejado caer y retomó su tarea, aunque su semblante seguía mostrando rastros de ira contenida y su cabreo iba en aumento, ya que no se podía quitar de la mente las frases soltadas por Atlas.
#2
Camille Montpellier
El Bastión de Rostock
Camille depositó junto a un montón de escombros con cuidado lo que alguna vez había sido una sección de un muro, ahora tan solo convertida en una mole de ladrillo y masilla que a duras penas los mantenía unidos. Mover algo tan pesado habría sido impensable para muchos de los marines que habitaban en el G-31, y justo en el área que les habían designado a ellos había una gran cantidad de pedruscos, vigas y restos especialmente pesados, todos ellos pertenecientes a la derruida ala este de la base de Loguetown. Parecía evidente que ese era el motivo por el que también habían mandado a Octojin allí con ellos.

En aquella situación, la oni se sentía particularmente triste y frustrada. Por un lado, no era capaz de zafarse del intenso dolor emocional que atenazaba su pecho desde que habían empezado a ayudar con las tareas de reconstrucción. Quizá ya debería haberse mentalizado, pero ver tan de cerca el destrozo que se había hecho en su casa —pues no podía ver aquel lugar como algo diferente— le impedía sacarse ciertas ideas de la cabeza. Aún no estaba segura de si todo aquello había sido culpa de sus malas decisiones o de si habrían podido evitarlo actuando de otra forma. Habían evitado que los daños se propagasen al resto de la base, sí, pero aquello no borraba el hecho de que habían sido incapaces de proteger su hogar. La insignia de orgullo que conformaba el G-31 para la Marina había sido mancillada; una muestra de debilidad y vergüenza por parte del Gobierno Mundial que estaba a la vista de todos.

No sabía ni cuántas horas llevaban trabajando bajo el sol inclemente del Verano, pero sentía los dedos agarrotados y una intensa necesidad por darse un baño. Siendo sinceros, esto último lo llevaba deseando desde los primeros cinco minutos, que fue lo que tardó en empezar a sudar como un pollo. De este modo, a su pesadumbre y abatimiento se le sumaban unos nervios crispados por el calor, su principal némesis. La risa contenida de Octojin le sacó de aquel bucle dañino, haciendo que le buscase con la mirada. Había resultado que además de fuerte e imponente, el más reciente de sus compañeros no carecía precisamente de habilidad en el desempeño de su oficio: la carpintería. Una cualidad que, sin duda alguna, la Marina se había apresurado en aprovechar para las tareas de reconstrucción. Allí estaba, quizá alejado de ideas oscuras y decadentes, arreglando con las herramientas que le habían proporcionado cuanto podía ser recuperable.

Esas fregonas son un poco raras —bromeó, señalando las sierras, martillos y demás utensilios que tenía a mano.

Había algo de tristeza en sus palabras, si bien estaba lejos de representar cómo se sentía realmente con aquella situación. El escualo, contra todo pronóstico, había acabado convirtiéndose en uno de sus compañeros, un desenlace que aún le resultaba inaudito a la oni. Y cuanto habían podido ofrecerle en agradecimiento hasta ese momento tan solo habían sido dolores de cabeza y un marrón tan monumental como las ruinas del ala este. Pese a ello ahí estaba, sonriendo, y esa sonrisa se le contagió también a Camille... aunque se borró rápidamente.

Atlas llegó volando al poco tiempo, haciendo alarde de aquel despliegue de llamas aladas que era su transformación de fénix. Verlo transformado siempre atraía las miradas de los demás y ella no era una excepción pero, ¿Cómo serlo? Era como ver una criatura de cuento cobrando vida en el mundo real. Sin embargo, este espejismo de calma se desvaneció en el momento en que el rubio soltó lo que llevaba consigo, volviendo a su forma humana para despotricar. Sus palabras salieron con rabia contenida, cargadas con un veneno que solo podía nacer de la frustración que ella misma sentía en ese momento. Algo en ella sabía —o creía saber— que no era Atlas quien hablaba, sino su dolor. No podía juzgarle por ello, pero tampoco hacer oídos sordos a lo que salió de su boca. Entendía por qué lo decía, ella misma había llegado a pensar cosas similares en sus momentos más bajos, siempre volviendo después a la senda que creía correcta. Beatrice, después de todo, le había enseñado a ver la justicia como una espada y un escudo a la vez; una más inclinada a dañar, el otro a proteger. Sin embargo, ambas partes debían ser lo suficientemente flexibles para complementar a su homónimo, y era en esa flexibilidad donde se hallaba la verdadera justicia para ella.

Quiso decir algo, pero antes de tener la oportunidad Octojin ya se había situado frente al rubio. Su lenguaje corporal dejaba claro que algo no iba bien: la postura tensa, los puños cerrados, la forma en la que se erguía sobre su compañero. Por un momento temió que fuera a soltarle un puñetazo, una idea que se fue reafirmando a medida que hablaba. Se notaba que trataba de razonar e incluso comprender lo que había llevado a Atlas a decir todo aquello, pero a su vez aquellas palabras habían calado en el alma del gyojin como una daga en una herida abierta. Parecía tratar de controlarse, buscando relajar el tono incluso, pero fuera cual fuese la realidad del pasado del tiburón, no le permitía ceder del todo.

Camille dejó lo que estaba haciendo y empezó a caminar hacia ellos, colocándose en un punto intermedio en el que pudiera dirigirse a ambos. Sus brazos se extendieron, gesticulando con las manos para tratar de restarle importancia a lo que había ocurrido.

Entiendo lo que queréis decir los dos, pero creo que os estáis dejando llevar por el cansancio y la frustración de todo esto —les dijo en un tono sosegado pero firme, intentando hacerles entrar en razón.
#3
Atlas
Nowhere | Fénix
Pues sí que le había sentado mal un simple comentario. No dejaba de ser una suposición, algo irreal que se encontraba tremendamente lejos de mis ideas y mi forma de ver el mundo. Lo peor es que estaba seguro de que en el fondo él también lo sabía. Desde el día que nos conocimos le había dejado claras mis dudas acerca de si lo que hacíamos en la Marina y, sobre todo, cómo lo hacíamos, estaba bien o mal. No me molestaba en absoluto que Octojin no estuviese de acuerdo con ese supuesto, dado que ni yo mismo lo estaba. Por el contrario, lo que me resultaba irritante era ese aura de superioridad moral que se había asignado para decirme dónde estaba el bien y dónde estaba el mal.

A día de hoy sigo sin saber decir si fue sin querer o de manera intencionada. Por un lado, como digo, quería rebajar la tensión generada por mi pequeño y estúpido discurso. Por otro, quería protestar y hacer ver que allí nadie estaba en situación de dar lecciones a nadie, que ninguno era adalid de la justicia o la verdad ni un enviado divino destinado a señalar la senda hacia la virtud. ¿Qué pesó más? A saber, pero mi cabeza pensó una cosa y mi cuerpo hizo otra.

—Vamos, no te enfades. Sabes de sobra que ninguno de los que estamos aquí querría someter el mundo —dije al tiburón, intentando mostrar una sonrisa sincera que no pude evitar tensionar ligeramente por lo incómodo del momento.

Al mismo tiempo, mi mano derecha agarró una piedra de aproximadamente su tamaño, que para el gyojin no debía equivaler a más que un pequeño guijarro. En lo que pretendía ser un gesto juguetón de cordialidad se la lancé, pero incluso yo me di cuenta de que la velocidad con la que iba podía ser interpretada como muchas cosas, pero no como inofensiva. Del mismo modo, mi intención había sido dirigirla a su torso, donde con toda seguridad ni le molestaría, mas salió despedida directamente hacia su mentón.

No muy lejos de nosotros, Camille intentaba imponer un poco de paz y cordura. Todas y cada una de sus palabras, aunque pocas, eran el fiel reflejo de una situación que imperaba en toda la base... y más aún en nosotros. Quizás  si la única persona que hubiese abierto la boca esa tarde fuese Camille no se hubiera formado la que se formó. Tal vez si hubiésemos escuchado sus palabras desde el primer momento la capitana Montpellier no nos habría hecho llamar después, colérica como nunca la habíamos visto, para estar a punto de expulsarnos de la Marina por una ristra insalvable de infracciones que habíamos cometido en apenas un rato. Podía ser que si yo hubiera sido menos bocazas y más comedido y Octojin menos impulsivo la situación no se hubiera desmadrado. A lo mejor sí no hubiésemos sacado de sus casillas a Camille hasta el extremo habríamos podido controlar la situación antes de alcanzar determinados extremos.

Lo más seguro era que si el ataque al ala este del G-31 no hubiera sucedido jamás, nunca nos habríamos visto involucrados en el lío que dio inicio a raíz de mi estupidez mayúscula. Pero bueno, supongo que agua pasada no mueve molino, ¿no?
#4
Octojin
El terror blanco
Personaje


La ira inundaba la mente de Octojin mientras se alejaba de la zona. Las palabras de Camille intentaban calmarlo, pero no tenían el impacto suficiente para sofocar el fuego que ardía dentro de él. Seguía dándole vueltas al disparate que Atlas había soltado. ¿Dónde había quedado aquel Atlas que conoció en los muelles de Loguetown? Aquel que tenía un interés genuino por la Marina, por las personas que la componían, y que cuestionaba lo que hacían allí sin ser un mero títere del sistema. Lo que había escuchado en ese momento no era ni la sombra de ese hombre.

El tiburón siguió caminando, intentando alejar esos pensamientos de su mente, algo que sin duda facilitaría esa acción era seguir con su trabajo de carpintería . Notaba cómo sus músculos se tensaban, sus puños, que permanecían apretados alrededor del pilar de madera que cargaba, iban poco a poco ejerciendo más presión, sin que fuera consciente. No entendía cómo Atlas podía pensar de esa manera, cómo podía siquiera imaginar un mundo donde todos se sometieran a una única voz. ¿Qué estupidez era esa?. No hacía más que preguntárselo una y otra vez, incapaz de comprender cómo alguien podía albergar esas ideas en su mente. El simple hecho de verbalizarlas era suficiente como para hacerse a la idea de que, en algún momento, las había tenido en cuenta.

A lo lejos, escuchó la voz de Atlas que intentaba justificar sus palabras. El humano alegaba que no tenía por qué enfadarse, que ninguno de los allí presentes querría algo así. Pero Octojin no pudo procesar más; fue entonces cuando algo lo sacó de sus pensamientos. Sintió un impacto repentino en su mentón. El dolor fue agudo, inesperado. Y tras ello, el objeto que le impactó cayó al suelo ¿Una piedra? ¿Le había lanzado una piedra?

El tiburón se giró con una furia descomunal en su mirada, buscando al responsable. Sus ojos se clavaron en Atlas, quien parecía haber sido el lanzador. ¿Cómo se atrevía? ¿Cómo osaba atacarlo de esa forma después de lo que había dicho? Una furia oscura y primitiva se despertó dentro de Octojin, y ya no pudo contenerla.

—¡¿CÓMO TE ATREVES?! —rugió, con una voz profunda y llena de ira.

Sin pensarlo dos veces, levantó el pilar de madera que tenía en la mano y lo lanzó con toda su fuerza hacia Atlas. El enorme trozo de madera cortó el aire con un silbido, dirigiéndose hacia el humano con una velocidad y poder que dejaban claro el estado del tiburón. No satisfecho con eso, Octojin lanzó el martillo que tenía en la otra mano inmediatamente después. En ese momento, ya no le importaba nada más. Estaba cegado por la ira y el desprecio.

—¡Eres un hipócrita! —gritó mientras comenzaba a correr hacia Atlas a gran velocidad, impulsándose en sus piernas con una fuerza sobrehumana. El suelo temblaba ligeramente con cada paso que daba, mientras las tablas crujían bajo su peso—. ¡Un falso que habla de justicia y luego lanza piedras como un cobarde!

Los músculos de Octojin se tensaban mientras corría, su mandíbula apretada y sus ojos llenos de una furia que solo se ve en las criaturas más feroces del océano. No le importaba la calma que Camille había intentado traer; no le importaba si Atlas se disculpaba o daba excusas. Lo único que le importaba ahora era hacer que su ira se sintiera, que su indignación se descargara sobre el humano.

Mientras avanzaba hacia Atlas, siguió gritando, mientras su voz ejercía la fuerza de su enojo, y el suelo sufría la ira de su peso.

—¡Hablas de orden y sentido común! ¡¿Acaso entiendes lo que significa realmente?! ¡Gente como tú es la que destruye el mundo y luego se esconde detrás de discursos vacíos!

El gyojin seguía avanzando mientras la distancia entre él y Atlas se iba acortando rápidamente. La sangre hervía en sus venas, cada fibra de su ser clamaba por soltar todo el desprecio y el dolor acumulado por las palabras y acciones de Atlas. Y no se iba a detener, no hasta que sintiera que había dejado clara su postura, no hasta que aquella falsa imagen de superioridad del humano se rompiera en pedazos.

En ese momento, ni la oni, ni ningún marine más le importaban, solo golpear a ese estúpido humano llamado Atlas que alguna vez le cayó bien. Él había sido, en parte, causante de que el gyojin se alistase en la marina. Y, aunque había visto la verdad en sus ojos cuando hablaron por primera vez...  ¿Fue acaso un trapo sucio? ¿Una simple mentira para manipularle?

Aquello no tenía buena pinta, la verdad. Pero si una cosa estaba segura, es que el tiburón no pararía su ofensiva de ningún modo. Había llegado a un nivel de ira en el cual estaba cerca de no controlarse. Si bien había pocos temas que le sacaran de sus casillas de tal manera, aquél era uno de ellos. Y vaya si lo había hecho.

Datos
#5
Camille Montpellier
El Bastión de Rostock
Personaje


Sintió cómo su cuerpo se iba destensando desde el primer paso que dio Octojin para separarse de Atlas, dándole la espalda y tomando distancia poco a poco. Sumado a esto, las palabras del rubio que ella misma sintió que buscaban calmar los ánimos eran un primer paso para hacer las pases y arreglar aquel malentendido. Después de todo, eso era lo que había sido, ¿no? Como veníamos diciendo, era bien sabido por la oni lo que la frustración podía llegarte a hacer sentir, pensar o materializar en forma de palabras, muchas veces más dañinas y destructivas que coherentes. No había que ser demasiado listo para saber que una discusión acalorada en un momento como ese no traería nada bueno y, a fin de cuentas, estarían dándole al hombre trajeado lo que quería: un conflicto interno que les hiciera apartar el foco de lo que realmente importaba.

Camille suspiró con cierto alivio, dispuesta a volver a sus tareas pero sin intención de quitarle el ojo de encima a aquellos dos mendrugos que tenía por compañeros. Sin embargo, la calma no parecía que fuera a durar mucho. Bastó con tan solo un momento, una decisión estúpida y un fallo de cálculos de un lanzamiento. El proyectil era minúsculo, tanto que resultaba impensable que pudiera causar ningún tipo de daño o repercusiones, pero vaya si lo hizo. Como el primer guijarro que cae empujando al resto en una montaña y provocando el colapso de su equilibrio, aquella piedra golpeó la barbilla de Octojin y desató su cólera. La mirada del escualo ya no era aquella empática y afable que pese a su intimidante aspecto acostumbraba a mostrar, tampoco su voz y expresión eran las mismas. Si había alguna forma de definir lo que inspiraba el gyojin en esos momentos sería puro terror, tanto que hasta Camille sintió que su cuerpo le pedía retroceder, pero no lo hizo. Había algo mucho más fuerte que la obligaba a mantenerse en el sitio.

¡Octo, detente! —gritó la morena antes de que su compañero lanzase nada, moviéndose tan rápido como sus piernas le permitieron.

Se interpuso en la trayectoria de la enorme viga de madera que había sido lanzada por los aires directa hacia Atlas. Resultaba inquietante pensar que algo de semejante tamaño podía ser proyectado ya no con esa carencia de esfuerzo, sino con semejante velocidad. Camille frunció el ceño y echó las manos al frente, sujetando con firmeza el enorme proyectil. Su volumen y rapidez provocó que retrocediera cerca de un metro, arrastrando los pies por el suelo y provocando un surco mientras amortiguaba el impacto antes de empujar la viga hacia un lateral, haciendo que se estrellase contra un montón de escombros cercanos. No pudo hacer nada por detener el martillo, que pasó tan rápido y a tan pocos centímetros de su rostro que temió que hubiera podido abrirle la cabeza o algo peor.

¡¿Es que te has vuelto loco?! ¡Tienes que parar! —aunque en su voz más que una orden había una súplica. Por imponente que fuera la oni, no le salió ante el que era su hermano de armas actuar con la misma firmeza que tendría ante un criminal.

No había en ella deseo de dañarlo, pero estaba dispuesta a interponerse en su camino si no se detenía. Sabía lo que un estado emocional como en el que se encontraba Octojin podía obligarte a hacer; no deseaba que hiciera nada de lo que fuera a arrepentirse después. Clavó los pies en el suelo y flexionó las piernas para afianzar su equilibrio y posición, abriendo los brazos. Si el escualo no se detenía por su propia cuenta, sería ella quien le obligase a hacerlo.

¿Mates?
#6
Atlas
Nowhere | Fénix
Personaje
No, eso sí que no. Podía admitir cualquier comentario o grito por parte de Octojin. Desde el primer momento fui consciente de que aquella conversación había empezado mal, de que lo más sensato era que uno de los dos diese un paso atrás y aportase un poco de sentido común. Siempre he querido pensar que ese gesto que por error se me fue a la barbilla en realidad pretendía ser precisamente eso, pero no podía dejar pasar que el maldito tiburón me había lanzado una viga y un martillo, ni más ni menos, y a una velocidad endiablada que podía pretender cualquier cosa menos no hacerme daño.

No, no iba a pasar por ahí. Vale, Camille se había interpuesto entre nosotros dos y era la única que intentaba imponer un poco de cordura. Había desviado la trayectoria de la viga de madera, pero el martillo iba demasiado cerca y no le había dado tiempo de hacer lo propio con él. En consecuencia, rebasó su posición y continuó hacia mí. Para cuando estuvo cerca de mi posición mis brazos ya no eran tales y en su lugar había sendas alas formadas por llamas celestes que no paraban de crepitar. Del mismo modo, mis piernas habían sido sustituidas por las delgadas y altas patas de un fénix azulado que indicaban que iba a tomarme en serio aquel desafío.

Mi ala derecha desvió el martillo, que colisionó contra un fragmento de pared situado a unos diez metros de mí. Allí, en medio de una marea de escombros, algunos de ellos apilados por nosotros y otros esperando a que los amontonásemos, me erguí. Mi pata derecha se cerró en torno a la montaña de desechos creada por Octojin. Inmediatamente después, mis rodillas se flexionaron y me lancé al ataque. Tracé una trayectoria recta impulsada por un violento aleteo del que nació una descarga de llamas azuladas. Lo que me sabía peor de todo aquello era que Camille quería evitar lo que iba a suceder. Se había interpuesto entre nosotros llegando a arriesgar su propia anatomía. ¿Cómo respondíamos nosotros? Intentando evitarla para seguir adelante en un estúpido alarde de testosterona y orgullo vacío. No obstante, reflexiones como ésa tenían poco espacio cuando nos encontrábamos en el punto álgido.

Intenté pasar a toda velocidad junto a Camille, por su derecha, realizando un cambio de posición en el aire que situó mis patas por delante de mi cuerpo. Con ello buscaba herir el torso de Octojin con sendos cortes lanzados desde ambos costados.
Horizontes Intocables
SAM501
SAMURAI
Ofensiva Activa
Tier 5
15/9/2024
64
Costo de Energía
3
Enfriamiento
Posicionando su hoja en horizontal apuntando a su objetivo, el usuario podrá trazar un [Dash] de hasta cinco metros en un instante mientras traza dos cortes horizontales sobre su objetivo como si buscara dibujar la línea del horizonte, habiendo ejecutado tales cortes tan rapido que serán recibidos de forma simultánea por la víctima, como si ambos cortes buscarán encontrarse en el interior del objetivo causando una [Hemorragia media],
Golpe Basico + [FUEx3] de [Daño cortante]

Mates
#7
Octojin
El terror blanco
Info


Joki no Eikyo
KGY300
GYOJIN KARATE
Pasiva
Tier 3
23/8/2024
Las técnicas del estilo emplean el elemento agua en ellas, con lo cual serán capaces de golpear a los usuarios de Akuma no Mi que normalmente contarán con ciertas inmunidades tangibles con normalidad. Por otro lado, siempre que se encuentre en el agua o tenga una fuente de agua de al menos 10 litros a 30 metros, sus técnicas físicas basadas en la utilización del cuerpo causan +40 de Daño adicional y costarán -5 Energía (Hasta un mínimo de 5 Energía). Obtiene [Colisión] +50 en tus ataques cuerpo a cuerpo con el estilo.


Octojin no podía creer lo que veía. Camille, con una velocidad impresionante y una destreza aún mayor, se había interpuesto entre él y Atlas, deteniendo la enorme viga de madera que había lanzado sin pensarlo. El impacto había sido poderoso, pero ella, a pesar de su tamaño más pequeño en comparación con él, había logrado desviar el proyectil de una manera bastante eficiente.

La oni había tomado parte de la batalla sin preguntar. Aquello enfadó aún más al escualo, que no entendía qué pintaba ella allí, interviniendo en una diferencia entre Atlas y Octojin. Apretó el puño y maldijo por lo bajo, sintiendo que ahora serían dos contra uno. Aún así, no le importó.

Un sentimiento de culpa comenzó a invadirlo, viendo que casi había impactado en un compañero, pero la furia seguía ardiendo en su interior de una manera que la culpa iba menguando. Su mirada se cruzó con la de Camille cuando le gritó que se detuviera, pero en ese momento, el escualo ya estaba demasiado inmerso en la rabia para detenerse, dio un puñetazo en el suelo y volvió a mirar a Camille, bastante cabreado. Si querían que se detuviera, solo tenían que noquearlo. Eso o ellos caerían ante él.

—¡Loco está ese estúpido humano con el que compartes brigada! Es el típico que tira la piedra y esconde la mano —nunca mejor dicho, porque le había impactado una segundos antes en el mentón, que fue lo que desencadenó en toda esta batalla—. ¡Aléjate de él o acabarás igual de loco!

Y, tras sus palabras de odio a los humanos en general y a Atlas en particular, apenas tuvo tiempo de reflexionar cuando su rival entró en su campo de visión.

El gyojin observó cómo el cuerpo de Atlas cambiaba, transformándose ante sus ojos. Fue la primera vez que veía a su compañero usar su Akuma no Mi, ya que no sabía ni que era usuario. La sorpresa le hizo perder un breve instante la concentración, y el asombro mezclado con la ira momentáneamente lo desconcertó del todo. El brillo azulado de las llamas que envolvían a Atlas era impactante, y esa transformación lo hacía aún más formidable. Con un simple gesto repelió el martillo con un ala, algo que hizo que el escualo tensara los músculos de los brazos, sabiendo que aquello no se quedaba allí.

Atlas se lanzó hacia él con las alas abiertas e impulsándose con las patas, trazando una trayectoria a gran velocidad que buscaba atacarlo con las garras del fénix en el que ahora se había convertido. Pasó cerca de un lado de Camille a una gran velocidad. La rabia de Octojin aumentó al ver a su compañero dirigirse a esa velocidad hacia él, como si realmente pensara que iba a doblegarse.

Refuerzo III
BUSO601
BUSOSHOKU
Haki intermedio
Tier 6
3/10/2024
10
Costo de Haki por Turno
2
Enfriamiento
Permite al usuario recubrir medio cuerpo y múltiples armas con haki, tornándose estos de un color oscuro y brillante como el metal, siendo capaz de golpear los cuerpos de todo tipo de Akumas. Obteniendo un bono de +30 en los daños que aplique el Haki y +15 [Resistencia] ante daños y efectos. (En caso de querer recubrir solo pequeñas zonas del cuerpo, inferiores a la mitad del recubrimiento máximo el coste bajara a la mitad)
+30 en los daños físicos desde área afectada y +15 [Resistencia] ante daños y efectos en el área recubierta.


—¡No voy a retroceder, Atlas! —rugió Octojin, envolviendo sus puños en haki, notando cómo el poder recorría sus brazos y endurecía sus escamas. Sintió una adrenalina que rara vez había sentido hasta el momento.

Percepción II
KENB401
KENBUNSHOKU
Haki básico
Tier 4
11/10/2024
7
Costo de Haki por Turno
2
Enfriamiento
Permite al usuario percibir con precisión la presencia de otros seres vivos en un área, siendo capaz de apreciar las emociones muy fuertes que exterioricen como un sufrimiento fuerte o un gran instinto asesino, etc. Si lo activa puede anticiparse a un ataque obteniendo para ello un bono de +5 [Reflejos].
Área: [VOLx12] metros. +5 [REF]


El escualo se agachó ligeramente, con el simple objetivo de ganar fuerza y preparando su ataque mientras las garras de Atlas se acercaban rápidamente hacia su torso. Justo cuando estaban a punto de impactar, Octojin notó cómo por instinto su cuerpo le hacía lanzar un potente gancho ascendente. El vapor de agua alrededor de su puño generó una onda expansiva al chocar contra el aire, buscando golpear a Atlas y elevarlo a una mayor altura de la que ya estaba.

El gyojin notó cómo su puño chocó con fuerza contra el ataque de Atlas, aunque lo hizo con cierta dificultad. Pudo apreciar cómo su fuerza se veía menguada por la velocidad del humano, que hizo que su puño se tambalease ligeramente y su ataque no fuera tan efectivo como lo hubiera sido en otras condiciones. Pero, aún así, siguió empelando todo lo que tenía. Con una gran determinación notó cómo su golpe cesaba su energía, al igual que el del fénix.

Wanto Giri
KGY301
GYOJIN KARATE
Ofensiva Activa
Tier 3
26/8/2024
34
Costo de Energía
2
Enfriamiento
Un impacto ascendente en que el usuario buscará trazar un gancho mientras golpea el vapor que rodea a su objetivo para elevarlo por los aires del impacto causando [Empuje] hacia arriba un máximo de 10 metros con el fin de dejarlo expuesto mientras cae.
Golpe Básico + [FUEx2,6] de [Daño Contundente]


—¡Esto no se ha acabado! —gritó Octojin, mientras sus iris se agudizaban y su instinto depredador se veía activado por el olor de la sangre que impregnaba el aire.

Con un ágil movimiento, el escualo lanzó un puñetazo al frente, intentando golpear el pecho de su rival en una ofensiva que carecía de un plan. Simplemente su instinto se había trasladado a su puño, y ahí estaba, realizando un golpe que por seguro su rival contestaría. La pregunta es, ¿qué haría Camille en aquél escenario?

Con su puño aún temblando por el impacto, Octojin se preparó para la próxima ofensiva de su rival. Sabía que si eso continuaba, alguien resultaría gravemente herido, y no quería que fuera Atlas o Camille. Pero la furia aún lo consumía, y necesitaría algo más que palabras para calmarse.

Personaje


Matemáticas


stats
#8
Camille Montpellier
El Bastión de Rostock
Personaje


Efectivamente, el martillo le había pasado de largo tan cerca de la cabeza que por poco no se lleva un golpe mucho más severo que el que pudiera haber recibido Octojin en la barbilla. Dudaba que fuera a ser algo tan dañino como para suponer un peligro para Atlas. Al menos, no tanto como una viga. Aun así, estaba claro que las cosas iban a escalar bastante después de ese lanzamiento, y su objetivo principal era evitarlo. ¿Podría? Siendo sinceros, no tenía muy buena pinta. Verla interponerse entre él y el rubio tan solo había servido para exacerbar más al escualo, que empezó a hablarle como si hasta el hecho de hacer equipo con él y formar parte de la misma brigada fuera algo reprochable. Tal vez sí, si aquellos comentarios tan desafortunados habían cambiado drásticamente la visión que tenía el gyojin de su compañero. Tan solo deseaba que fuera algo puntual.

En cualquier caso, estaba claro que no se iba a frenar por el simple hecho de ponerse en medio. Camille reafirmó su postura, preparándose para el inminente impacto, hasta que notó el fulgor celeste que manaba a su espalda. Para cuando quiso darse cuenta de lo que estaba ocurriendo, ya era demasiado tarde.

Una majestuosa ave envuelta en llamas azules y doradas pasó por su derecha a toda velocidad. Atlas, convertido ahora en un fénix, se lanzó desde un lateral para encarar la furia de Octojin. Lejos de contenerse, ambos chocaron con una fuerza tan mayúscula que el impacto agitó el aire a su alrededor. Pero no estaban dispuestos a dejarlo ahí. No el tiburón, al menos. Aquella colisión fue seguida de cerca por otro embate, lo que sirvió como confirmación para Camille que aquella disputa no había forma de detenerla con el poder de las palabras. «A la mierda». La persuasión nunca había sido su fuerte de todos modos.

Sabía que en lo que se refería al arte de dar puñetazos, no estaba siquiera cerca de poder suponerle un problema al gyojin. Tampoco tendría la capacidad de acertarle ni el más endeble bofetón a Atlas dada su velocidad. Por suerte —o quizás por desgracia, recordando ahora estos hechos—, aunque estuvieran asignados a labores de reconstrucción debían mantener las armas a mano. Su odachi, Céfiro, se encontraba apoyada junto a unos escombros no muy lejos de allí. Echó a correr mientras sus compañeros se enzarzaban en aquel combate sin sentido y echó mano de ella en cuanto estuvo a su alcance. La miró envuelta en dudas, pero estas se despejaron rápidamente. Si no intervenía, esos dos idiotas terminarían por matarse.

Hombres teníais que ser, par de imbéciles —les dijo malhumorada mientras iba avanzando hacia ellos sin esperanza porque fueran a escucharle, con un paso peligrosamente tranquilo. Con la diestra afianzó un agarre en la empuñadura de Céfiro, desenvainándola poco a poco—. ¿Queréis resolverlo como si fuerais un par de cavernícolas? De puta madre.

Refuerzo II
BUSO401
BUSOSHOKU
Haki básico
Tier 4
2/10/2024
8
Costo de Haki por Turno
2
Enfriamiento
Permite al usuario recubrir hasta dos extremidades o dos armas con haki, tornándose estas de un color oscuro y brillante como el metal, siendo capaz de golpear los cuerpos de todo tipo de Akumas. Obteniendo un bono de +15 en los daños que aplique el Haki y +5 [Resistencia] ante daños y efectos. (En caso de querer recubrir solo pequeñas zonas del cuerpo, inferiores a la mitad del recubrimiento máximo, el coste bajará a la mitad)
+15 en los daños físicos con Haki imbuido y +5 [Resistencia] ante daños y efectos en el área.


Desde su hombro derecho empezó a propagarse una sombra oscura que fue descendiendo a lo largo del brazo, pasando a recubrirlo por completo hasta la mano. El busoshoku se transfirió desde sus dedos hacia la odachi, que en apenas un momento se vio envuelta en esa misma energía. Los ojos de la oni adquirieron un tinte distinto, como si algo en su mirada hubiera cambiado, y sus sentidos se centraron en Octojin y Atlas para no perderlos de vista. Se detuvo a unos 7 u 8 metros de ellos y empuño su arma con ambas manos. Entonces, en un veloz movimiento, desenvainó a Céfiro y aprovechó el movimiento para lanzar un tajo en horizontal a la nada. La hoja trazó aquel arco con tanta fuerza que hendió el mismísimo aire, proyectando una onda cortante que salió disparada hacia sus compañeros.

Luna Carmesí
U91301
ÚNICA
Ofensiva / Frenesí de Onigashima
Tier 3
13/9/2024
40
Costo de Energía
2
Enfriamiento
Camille sostiene su espada con ambas manos y se prepara para trazar un amplio arco con ella, blandiéndola con tanta fuerza que hiende el aire y proyecta una onda cortante que se expande en un ángulo de 90º hasta una distancia de 15 metros. Dada su amplitud, la onda es capaz de cortar a todos los enemigos que entren en su arco haciendo un daño de
Ataque básico + [x2 FUE] Produce [Hemorragia Leve]


Os voy a calmar yo a hostias si hace falta.

Las mates

Estado
#9
Atlas
Nowhere | Fénix
Personaje 2.0 (A mano - Nivel 10)

No iba a retroceder, no. Tampoco esperaba que lo hiciera. Ahora, a toro pasado y reflexionando con calma acerca de aquellos sucesos, tengo claro que de haber retrocedido el tiburón me habría decepcionado profundamente. Sí, en aquella ocasión el error había sido mío, por completo, y un verdadero amigo tenía como responsabilidad hundir los talones en la tierra y decir, cuando era necesario, que ése no era el camino a seguir. Sí, Octojin se plantó y decidió que no transitaría ese camino aunque tuviera que llevarme por el correcto a base de hostias.

Mi ofensiva chocó con el colosal puño del gyojin. La colisión puso en tensión hasta la última fibra de mi cuerpo. Por un momento pensé que podría vencerle, que el impulso de mi vuelo podría ganar al estoico aguante del escualo, pero nada más lejos de la realidad. Mi ofensiva fue frustrada, quedando mi hombro resentido y obligándome a recular algunos metros en el aire antes de que, de nuevo, lanzase un puñetazo más en mi dirección. Los brazos del habitante del mar brillaban con la intensidad de su voluntad, dejando claro que iba con todo —por si no hubiese quedando lo suficientemente claro—. Esa determinación sólo podía combatirse con la propia, de manera que mi propia voluntad se desplegó y expandió por la zona, haciéndome más partícipe en cierto modo de todo lo que sucedía.
Percepción II
KENB401
KENBUNSHOKU
Haki básico
Tier 4
1/10/2024
7
Costo de Haki por Turno
2
Enfriamiento
Permite al usuario percibir con precisión la presencia de otros seres vivos en un área, siendo capaz de apreciar las emociones muy fuertes que exterioricen como un sufrimiento fuerte o un gran instinto asesino, etc. Si lo activa puede anticiparse a un ataque obteniendo para ello un bono de +5 [Reflejos].
Área: [VOLx12] metros. +5 [REF]


Mis alas rasgaron el aire hacia delante, chocando con los puños del tiburón como si de filos se tratase. Pude mitigar en parte el golpe, sí, pero la fuerza que atesoraba el morador abisal estaba muy por encima de la que yo podía alcanzar. Por fortuna, estaba en disposición de aguantar sus golpes al menos durante un buen rato.

Pero la situación no había acabado ahí. El murmullo de Camille a lo lejos mientras venía hacia nosotros a paso lento precedió su violento ataque. Sí, parecía que nuestra estupidez y exceso injustificado de testosterona de macho cabrío habían despertado a la bestia. Más adelante le pediríamos perdón a Camille, por supuesto, por involucrarla en aquella disputa y meterla en un problema sin merecerlo. No obstante, en aquel momento sólo podíamos intentar no... ¿morir? a consecuencia de semejante ataque. Desde luego, de no tratarse de nosotros el receptos de semejante envite tendría un serio problema al que enfrentarse. De hecho, en mi vida me había enfrentado a semejante ofensiva por parte de un enemigo —bien era cierto que tampoco llevaba allí tanto tiempo como para hablar de una dilatada carrera militar—.

En cualquier caso, no podía permitirme recibir semejante impacto... Mucho menos con el tiburón tan cerca. Mi ala segó el aire, liberando una onda cortante que se deslizó por el aire en dirección a la que venía hacia mí. Era más pequeña y evidentemente menos poderosa, pero esperaba me proporcionase el tiempo suficiente para prepararme para recibir el golpe. Estaba seguro de que no podría evitar el daño por completo, pero al menos sí reducirlo al mínimo. Aun así no me fue posible, siendo lanzado varios metros hacia atrás y pasando a lucir un corte un tanto desagradable en la espalda.
Deseo Fugaz
SAM401
SAMURAI
Ofensiva Activa
Tier 4
3/9/2024
48
Costo de Energía
2
Enfriamiento
El usuario ejecuta un poderoso movimiento con su arma lo más rápido que puede y ejerciendo todas sus fuerzas para formar un tajo con la misma presión del aire que se libera con el movimiento, emitiendo de esta forma un tajo volador que se desprende del arma hasta alcanzar los 20 metros, viajando con un +5 de [Tasa de Acierto].
Golpe Basico + [FUEx2,6] de [Daño cortante]


—¡No te metas, Camille! —exclamé, preso de la ira y con el la espalda goteando sangre desde los dos metros de altura a los que me encontraba—. Cree que por ser quien es se puede dedicar a dar lecciones de vida a todo aquél con el que se cruza ¡y tiene que aprender que no es así!

Me lancé de nuevo hacia el escualo, sí. No quería involucrar a la oni en aquella refriega, aunque si continuaba intentando detenernos con semejantes ofensivas llegaría un momento en que no sería suficiente simplemente con defenderme. Justo antes de alcanzar la posición del tiburón mi ala trazó un pequeño corte en el aire frente a mí, donde nació una llama que se comenzó a extender alrededor de mí. No obstante, mi ataque residía en mis alas, que trazaron un violento corte vertical hacia el escualo con la intención no sólo de herirle, sino de apartarle de mí.
Cuchillada
ESP201
ESPADACHíN
Ofensiva Activa
Tier 2
4/8/2024
33
Costo de Energía
1
Enfriamiento
Una estocada que el usuario realiza al mismo tiempo que realiza en un solo paso un [Dash] de hasta 8 metros en los que busca ensartar a todo lo que encuentre a su paso con la punta de su arma, llevando consigo a su víctima con un [Empuje] en caso de conectar hasta el final del recorrido del Dash.
Golpe Basico + [FUEx2,2] de [Daño perforante]


Mates
Datos
#10


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