21 de Otoño del 719 / Loguetown
Las enormes puertas metálicas de la base G-31 de la Marina, ubicada en Loguetown, se abrieron durante la noche, cuando la luna estaba en lo más alto del cielo nocturno. De aquella apertura, emergieron dos figuras, una visiblemente más alta que la otra. La figura más alta era de un hombre corpulento que portaba con orgullo aquella capa solamente otorgada a los oficiales de la marina, una capa que demostraba poder y autoridad, aquella figura pertenecía al Teniente Koshiro. Por otro lado, la figura más pequeña y delgada correspondía a su hija, Anko, quien solo vestía unos pantalones negros y una pequeña gabardina acoplada a su figura, creando un contraste enorme con su padre.
El Teniente se había tomado la libertad de llevar a su hija a la base ese día, sí bien no era un soldado de aquel lugar, sus servicios siempre eran bienvenidos cuando se encontraba de visita por ahí. La jornada laboral de Koshiro había terminado y no quedaba más que regresar a la posada y cenar algo para después dejarse sumergir en un mundo onírico. Ambos caminaban por las calles de la gran ciudad de Loguetown, un lugar totalmente diferente a la selvática DemonTooth, isla natal de ambos. Mientras lo hacían, compartían entre ellos una agradable conversación que podría no tomar importancia para los demás, solo era una conversación típica entre un padre y una hija.
Koshiro escuchaba las palabras de Anko con atención, aquellas palabras estaban cargadas de la emoción y los sueños de la niña, y eso era algo que hacía sentir cariño en el corazón del, aveces frío, Teniente. Todo transcurría con tranquilidad hasta que los pasos veloces detrás de Anko resonaron en los oídos de Koshiro, quien giró su mirada hacia su hija solo para darse cuenta que esta ya no estaba a su lado, sino que estaba frente a él, con un afilado cuchillo en su garganta y un hombre desalineado detrás de ella, amenazando con acabar con su vida. Los ojos de Koshiro se abrieron de par en par, su hija estaba frente a él, a punto de ser asesinada, en ese momento, los recuerdos de Maki, su esposa, atravesaron su mente como un montón de imágenes en una cámara, no podía darse el lujo de perder a otra integrante más de la familia que había formado.
Anko estaba visiblemente asustada y lágrimas escurrían por sus mejillas, rogando que su padre la salvara de las garras de aquel despreciable hombre que mantenía aquella mortal hoja cercana a su garganta. El tipo se identificó como el hermano de un Capitán pirata que no hacía mucho, había visto su final a manos de la implacable espada justiciera de Koshiro, estaba claro que el hombre buscaba venganza, y se la tomaría contra la persona más amada para el Teniente, pero él no tenía intenciones de permitírselo. Con un desplazamiento veloz, totalmente imperceptible, Koshiro apareció a un lado del pirata, entregando un duro golpe en su rostro que hizo que su agarre se aflojara sobre Anko y ella pudiera escapar, corriendo rápidamente a rodear la cintura de su padre con sus brazos.
El pirata no solo estaba furioso, sino también desconcertado de cómo Koshiro había logrado acercarse de esa forma tan repentina a ellos en un parpadeo, aun así, el hombre no quería irse del lugar sin haber cumplido con su venganza y este continuó con su ofensiva, corriendo a toda velocidad contra Koshiro y Anko. La niña desvío su mirada hacia su padre, quien tranquilamente la apartó de él y se abalanzó sobre el enemigo, bordeando su puñalada antes de cerrar todos los dedos de su mano, menos el índice. — Shigan…—. Fueron las últimas palabras que el pirata escuchó antes de sentir como la piel de su cuello era perforada sin misericordia por el dedo índice del Teniente. La sangre no tardó en brotar de la herida mientras su vida se desvanecía poco a poco. Sin más, el pirata cayó al suelo de espaldas, con la sangre de su cuello gorgoteando, Anko estaba asustada por la escena, pero también sorprendida por la escena, su padre tenía muchos más trucos bajo la manga de lo que aparentaba.
— Papá… ¿Qué fue eso? —. Preguntó con extrema curiosidad mientras trataba de no mirar el cadáver inerte del pirata que por poco la asesina. Koshiro se puso de pie frente a ella y se agachó un poco para estar a su altura y acariciar su cabello con cariño. — Rokushiki… Un estilo de pelea que lleva las capacidades físicas al límite… —. Anko estaba asombrada por la respuesta, jamás había escuchado del Rokushiki, aquel estilo tan exclusivo y único de la Cipher Pol, aquella organización de Inteligencia que se encargaba de la insurgencia y de las personas no afines a los intereses del Gobierno Mundial. — ¿Yo también puedo hacer eso? —. — Aún eres joven para ello, cuando llegue el momento, prometo que te lo enseñaré —. Una promesa hecha bajo el manto nocturno que perduraría hasta los tiempos actuales.