Hay rumores sobre…
... una bestia enorme y terrible atemoriza a cualquier infeliz que se acerque a la Isla Momobami.
[Aventura] [T4] Influencias.
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Nowhere | Fénix
Qué vida tan dura la del revolucionario. El de verdad, quiero decir, no el de salón y Netflix —sea lo que sea esto último, claro—. Quien decide consagrar su vida a la liberación de los oprimidos y la alteración del statu quo para dar forma a un mundo más equitativo, sin duda, se ve forzado a enfrentarse a un sinfín de obstáculos que serían capaces de hacer desistir a muchos. No sé si será tu caso o no. A lo mejor simplemente pasabas por ahí y pensaste: ¿por qué no probar? Confío en que realmente estés aquí por tus convicciones.

Bromas aparte, a lo mejor es momento de que ates tu mente al suelo y dejes de pensar en las musarañas. Una gota de agua salpicando tu cara al salir despedida desde el mar es la encargada de, como te digo, devolverte a la realidad. Has venido hasta aquí viajando en una embarcación pequeña y rápida junto al resto de tus compañeros. Para operaciones como ésta la Revolución acostumbra a usar ese tipo de navíos, más fáciles de ocultar al llegar al destino y más difíciles de detectar y perseguir por las fuerzas del Gobierno Mundial.

¿Que a qué tipo de operaciones me refiero? Voy, voy. El Oficial Mattise se puso en contacto contigo para solicitar tu incorporación a una misión en la que el ejército revolucionario tiene depositadas muchas esperanzas: han encontrado un filón al que aferrarse para introducirse en DemonTooth. No sé si estarás muy familiarizado con la tradición local, pero Mattise se mostraba bastante ilusionado e impaciente porque opinaba que la incorporación de sus dojos y sus diestros guerreros a la causa podría suponer un importante paso adelante para la Revolución.
Imagen aproximada del Oficial Mattise


Al parecer, la sargento Dashida pasó varios meses de paisano en la zona con la intención de buscar personas afines que permitiesen la introducción de las fuerzas revolucionarias en la isla. Según dice, en Villa Shimotsuki hay cuatro sabios que son quienes llevan la voz cantante en lo que al devenir de la isla se refiere. Son famosos sus dojos, situados cada uno en un colmillo de la isla, pero en el tiempo que estuvo allí no encontró el momento ni la justificación para subir a tantear a los maestros. En cualquier caso, al parecer uno de los ayudantes de uno de los sabios se mostró ciertamente de acuerdo con los ideales de vuestro grupo. Dashida decidió intentar asegurar lo que ya tenía y perseveró, consiguiendo arrancar al sujeto la confesión —o más bien la idea— de que su jefe podría estar dispuesto a ejercer presión a vuestro favor.
Imagen aproximada de la Sargento Dashida


En cualquier caso, llegaron al acuerdo de que ella se marcharía y regresaría con un destacamento de confianza para plantear una propuesta en firme de alianza o anexión a la Revolución. Esto sólo sería un primer paso, claro, porque habría que poner de acuerdo al resto de sabios, pero sería un primer paso espectacular, ¿no te parece?

Por otro lado, el confidente asegura que la banda de pirata asentada en el norte desagrada sobremanera al sabio de quien depende. Tienen un acuerdo mutuo de no agresión desde hace años, pero afirma que la rígida moral de su jefe no concibe que simplemente se les pueda permitir estar allí por mucho que no les ataquen. Es por ello que, además, por si acaso transportáis con vosotros un pequeño cargamento de armas suficiente para abastecer a una aldea pequeña en un hipotético enfrentamiento. Dashida no se mostraba demasiado de acuerdo en un primer momento con la idea de llevar armamento, puesto que nunca ha podido hablar con el sabio y todo lo que sabe es por su subordinado, quien, además, asegura que el sabio nunca admitirá en público ni ante nadie todo lo que él le ha contado. Es una buena papeleta, eso seguro. En cualquier caso, desde la Revolución se ha juzgado que al menos por el momento el tema de los piratas es secundario. No quieren un enfrentamiento sin tener claro de qué pie cojean todos y cada uno de los ancianos.

Además de vosotros tres, en el pequeño barco van dos soldados como tú: los hermanos Mori. Son gemelos y destaca en ellos el vivo color morado de su pelo. Uno parece no tener ganas de vivir, siempre está tirado por las esquinas y quejándose de la pereza que le da todo; tanto lo que hay que hacer como lo que no. Sí, es ese tipo de persona que te drena la energía —seguro que se te viene alguien a la mente—. Su gemelo es lo opuesto: afable, se podría decir que hiperactivo, dispuesto a todo y todas esas cosas irritantes que hace la gente perfecta. No sé cuál te caerá mejor, si es que alguno te cae bien, pero el segundo te viene martilleando la oreja con un discurso inacabable desde que partisteis hacia la isla. Creo que está hablando de la espuma de las olas, pero hace tiempo que dejé de prestarle atención.
Imagen aproximada de los gemelos Mori


Finalmente desembarcáis en un puerto situado al sur de la isla, propiedad de la Villa Shimotsuki. Por supuesto, no os recibe nadie: en teoría vais de incógnito. Se trata de un puerto tranquilo. Alberga espacio para varios barcos, pero no es nada comparado con las grandes masas de piedra y madera que son puertos como el de Loguetown. De hecho, la mayor parte de la actividad que puedes apreciar corresponde a pescadores que regresan de faenar en la fresca mañana de verano en la que habéis llegado. Más pronto que tarde comenzará a hacer más calor, así que se afanan por dejar listo el producto fresco para ser vendido antes de que empiece a oler mal.

Parece una zona de lo más pacífica, la verdad. A mí me haría preguntarme si realmente allí alguien necesita ser liberrevolucionado —sí, me lo acabo de inventar—, pero donde hay patrón no manda marinero y tanto los jefazos de la Revolución como el Oficial Mattise tienen claro que allí hay que insistir.

—Acordé con mi confidente encontrarnos en la villa —dice la Sargento Dashida al tiempo que comienza a descargar las cajas que lleváis como coartada, en su mayoría repletas de frutas con falsos fondos en los que van las armas—. Hay un gran templo en la plaza principal y días como hoy, después de los oficios, se organiza una pequeña fiesta en la plaza para favorecer los lazos entre los miembros de la comunidad. Por lo visto fue una idea que tuvieron los sabios hace ya bastantes años. A lo mejor podemos pedir permiso para que nos dejen poner un puesto de frutas, ¿qué os parece?
Off
#1
Lemon Stone
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Había hecho un muy buen trabajo en el Reino de Oykot, eso lo tenía clarísimo, pero quienes no lo tenían lo suficientemente claro eran los miembros del Departamento de Promoción y Buenas Costumbres. Esos malditos oficinistas… Jamás les han puesto el pecho a las balas, nunca han saltado a una granada para proteger a sus camaradas, ni siquiera han meado en la muralla de un cuartel de la Marina. ¿Qué iban a saber esos sobre lo que es un verdadero miembro del Ejército Revolucionario? Pero ellos mandaban, eran los que decidían a quienes promovían y a quienes dejaban en el fondo del pozo y la mediocridad. Y, al parecer, no había reunido los suficientes méritos para ascender a Comandante Supremo. Decían que necesitaba destacar por encima del resto, decían que debía ser el más rebelde de todos los rebeldes, aquel que quema una bandera de Gobierno Mundial en plenos Juegos Olímpicos…
 
Para mostrarle al Departamento de Promoción y Buenas Costumbres que era un hombre apto para dirigir, liderar, gestionar y cualquier verbo que tuviera que ver con la acción de un Líder Supremo, había enviado un montón de solicitudes para realizar cualquier tipo de misión. Insistió durante días hasta que por fin recibió algo. Un tal Oficial Mattise necesitaba los invaluables servicios del soldado Lemon Stone. Había mucho texto en la carta, además todo estaba muy mal escrito y con letras grandes, así que solo guardó el papel y respondió que estaba disponible para lo que fuera. ¿Tenía idea de qué iba a hacer a la Villa Shimotsuki? Bueno, más o menos.
 
Iba a bordo de un barco pequeño. Sus compañeros y superiores afirmaban que era para no llamar la atención, pero es que Lemon pensaba justamente lo opuesto: el Ejército Revolucionario debe ser escandaloso y capturar la atención de todos los medios. No eran unos malditos terroristas como para operar en las sombras e instalar bombas para aterrar a la población, eran los Héroes del Pueblo, maldita sea. Lemon detestaba toda la burocracia que había dentro de la Armada, así que una vez ascendiera eliminaría tanto papeleo e instalaría aplicaciones móviles para todos, incluso para los más viejos. Por si tardaba más de dos semanas en convertirse en Comandante Supremo había elaborado un plan secreto, un plan que no había compartido con nadie, pero que ejecutaría en cualquier momento: montar el Sindicato.
 
Se había separado de sus compañeros y ya los echaba de menos, pero pronto se reuniría otra vez con ellos. Si todo salía bien en la Villa Shimotsuki, los invitaría al Sindicato. De ahora en adelante, trabajaría con el Oficial Mattise, un tipo efusivo que iba como si hubiera consumido veinte gramos de cocaína; la Sargento Dashida, una chica pesada y seria que parecía innecesariamente capaz y responsable; y los hermanos Mori. A la primera oportunidad, lanzaría a esos dos al mar y se olvidaría de sus cadáveres. No los soportaba. El tímido daba un poco igual, pero es que merecía todo el odio de Lemon solo por parecerse al maldito parlanchín que jamás callaba la lengua. Lo había amenazado con dejarle sin bananas para la cena, pero parece que tendría que ponerse más rudo.
 
Finalmente, luego de pasar bastante tiempo con quienes conformarían su nueva y temporal familia, desembarcó en el puerto de la Villa Shimotsuki. ¿Su misión? Caerle bien al abuelo. Era lo único que había entendido, y esperaba que fuera lo único necesario para conseguir el éxito. La verdad es que pensar en estrategias no se le daba muy bien y prefería la improvisación. Por eso, hacerse pasar por verduleros no le parecía una buena idea. ¿Así es como llamarían la atención del abuelo? ¿A quién le caen bien los que venden frutas y verduras? ¡Solo a las caseras! Pero no necesitaban ganarse el favor de las amas de casa, sino el del abuelo.
 
-De acuerdo, de acuerdo, encontrémonos con tu amante… Digo, confidente -se corrigió Lemon mientras observaba al resto bajar las cajas del barco-. Me gustan las fiestas, más si hay un poco de pirotecnia y carne asada. ¿Crees que nos vayan a dar carne asada si la pedimos? O podemos vender verduras como propones… Aunque eso es aburrido.
 
Sí, efectivamente era aburrido y no tenía ninguna gracia, pero no estaba allí para entretenerse ni perder el tiempo. Iba a reunirse con el abuelo de alguna u otra manera y le pondría una boina en la cabeza, por eso llevaba una extra en la mochila.

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#2
Yoshi
Yoshi
38 de Verano del 724

Yoshiro poseía su hogar en el muelle, una casa de madera con una vitrina de vidrio que dejaba ver su interior, a simple vista se podían ver algunos sombreros y ropa por un lado, algunos collares en la mesa de recepción y algunas herramientas y armas en la zona derecha. Así es, la casa de Yoshiro también era su tienda de artesanías y taller personal, todo lo que una vez fue de su padre ahora era suyo y trataba de mantenerlo funcionando. Atrás de su hogar estaba una zona del muelle donde pescaba y había una Tartana un poco vieja en su espera para surcar el mar.

Yoshiro se encontraba en la forja de su casa, rodeado de herramientas para que el trabajo y armas ya listas el muchacho martillaba con fuerza el metal a rojo vivo para aplanarlo lo más posible, debía controlar su fuerza para no romper el metal y hacerlo rápido o se enfriaría.

Luego de volver a calentar el metal lo sumergiría en ácido para crear cierto efecto de onda al metal, tocaba sácale filo y exceso de grosor así que se sentó en la rectificadora y comenzó a usar la maquinaria para su trabajo otorgándole a aquella espada el filo que necesitaba poseer.

La guarda y el pomo al final del mango debía crear el contrapeso perfecto para el maniobrar del espadachín así que Yoshiro no se lo tomó a la ligera. Tras hacer algunas pruebas para confirmar el balance sonrió convencido de haberlo conseguido y ahora solo tocaba probarla. Desde cortar una soga a bambú y rebanar limpiamente un cerdo a la mitad, si alguien poco hábil con la espada como Yoshiro era capaz de eso, era una espada perfecta para cualquier profesional.

Decidió colocarla en uno de los mostradores y salió de su hogar para agarrar algo de aire y caminar hasta el puesto de empanadas por un par, en eso notó que una embarcación había llegado y parecían estar descargando algo, curioso se acercó y notó a alguien conocido, era un hombre que le había comprado una vez, no se acordaba si le llegó a dar su nombre pero quizás podía convencerlo de comprar algo más.

Buenas, buenas ¿Que tal va todo? ¿Cómo te va con aquella arma que te vendí? Tengo nueva mercancía aún mejor. Quizás tus amigos necesiten algo-hablaba mientras se acercaba a esas personas, no tenía idea quienes eran o que tramaban pero gente nueva era lo mismo a nuevos compradores potenciales.
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#3
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Voy a dar por hecho que en principio seguís el curso de acción sugerido por la Sargento Dashida, que parece ser la más interesada de todos en que la misión salga lo mejor posible. ¿Quién sabe? A lo mejor es verdad eso de que el supuesto confidente es también su amante. Habrá que estar atentos para ver si en algún momento sospechoso se escapan los dos por ahí. El caso es que, al margen de la conversación que mantengáis Lemon y Yoshi —si es que la mantenéis, claro—, los acompañantes de Lemon se ponen en marcha. Es inevitable que todos y cada uno de ellos fijen su mirada en el desconocido que ha abordado al soldado. Se puede apreciar cierta desconfianza en su rostro. Al fin y al cabo habéis llegado allí de incógnito y en teoría como personas que vienen a comerciar con hortalizas. ¿A cuenta de qué conoce Lemon a alguien precisamente en Demon Tooth? Es sospechoso y una sorprendente casualidad, ¿no os parece?

Sea como sea, el hecho es que entre todos cargan las cajas y comienzan a subir desde el puerto para alcanzar al propia Villa Shimotsuki. Os movéis por un entorno repleto de frondosa vegetación. Aunque no se muestran a las claras, sabéis a la perfección que un sinfín de ojos animales os observan desde detrás de los árboles que flanquean vuestro paso. Hay miradas de curiosidad, pero otras ven en vosotros una oportunidad de probar algo nuevo. Al menos esa sensación me da a mí, claro. Lo mismo en realidad no hay nadie y simplemente os estáis dejando llevar por la emoción del momento.

En cualquier caso, finalmente alcanzáis la plaza central de al villa y, tal y como os dijo la sargento, podéis comprobar que hay mucha gente en la calle. El templo está cerrado a cal y canto porque ya han terminado los oficios, pero las puertas del dojo principal están abiertas y hay un sinfín de puestos repartidos por la zona. Algunos son comercios de artesanía, mientras que otros hacen las veces de bares, puestos de juego y casi cualquier cosa que se os ocurra. El dojo principal se usaba como tal antaño, pero con el tiempo y, sobre todo, con la separación entre quienes practican la disciplina de la espada y quienes usan su propio cuerpo, su uso quedó limitado para ocasiones muy especiales. En la actualidad, fuera de esos eventos se usa muchas veces con fines administrativos y burocráticos.

En cualquier caso, mientras cargáis las cosas puedes ver cómo Dashida se adelanta y se dirige a un tipo con gafas y una cola larga. Luce un porte serio y sobrio y lleva una espada al lado izquierdo de su cuerpo. El tipo os mira mientras la sargento habla con él, asiente y señala un puesto que por el momento permanece cerrado. Es entonces cuando ella, con una gran sonrisa, se vuelve hacia vosotros y os indica que la sigáis hasta allí. El tipo, por su parte, se pierde entre el gentío en dirección a la zona del dojo central. Hay bastante bullicio en la zona, por cierto. Lo hay en la villa en general, pero en torno a esa edificación en concreto incluso un poco más.
Imagen aproximada del confidente




Tal vez habrá pasado una hora desde que los gemelos Mori han terminado de montar el puesto. Por su parte, el Oficial Matisse intenta atraer la atención de los viandantes para que compren vuestra fruta con una convicción sorprendente. Sí que se ha metido bien en el papel, sí. Dashida despacha al otro lado del mostrador mientras el gemelo intenso repasa una y otra vez la mercancía y el perezoso... Bueno, ése no hace nada, sólo observa. En lo que esperáis el momento de comenzar a hacer vuestros movimientos, podéis ver cómo el gentío comienza a moverse, como apartándose para dejar sitio a alguien.

Efectivamente, una comitiva centrada por un tipo de pelo canoso y largo recogido en una cola, gafas, gesto amable y porte sorprendentemente atlético discurre entre los puestos. El tipo, quien sin duda es uno de los sabios de la isla —los lugareños se refieren a él por su nombre, Ryoji Saito, y le brindan reverencias y gestos de respeto—, centra el grupo y demuestra un gran talante fruto de la experiencia para no saltarse a nadie y no entretenerse demasiado.
Ryoji Saito


—Estos son unos amigos que vienen desde bastante lejos para ofrecernos las frutas de su tierra —os presenta el confidente cuando el sabio llega hasta vuestra posición.

—Es todo un placer tener visitantes de tierras tan lejanas. Koku me había hablado de vosotros antes, pero no esperaba encontrar a un grupo tan joven. ¡Sí, siempre es una alegría ver a las nuevas generaciones tan dispuestas a trabajar y colaborar! —sentencia al tiempo que os dirige una mirada amable.

Sin embargo, cuando os queréis dar cuenta el confidente, Koku, ha desenvainado su katana y la ha blandido frente al rostro de Saito. Un sonido metálico se extiende por la zona. Un instante después, con el acero de Koku aún ocupando su posición frente al rostro de Saito, un puñal de pequeñas dimensiones cae al suelo. Alguien le ha salvado la vida a alguien, ¿no os parece? Todos los asistentes enmudecen antes de que un grito de miedo haga cundir el pánico en la zona. No son pocos los que empiezan a correr en busca de refugio, mientras que otros simplemente se dedican a gritar.

—Allí —grita entonces Koku, señalando a una posición entre dos casas aledañas de la que ves desaparecer una sombra. Para cuando quieres reaccionar, Matisse ya ha dado a Dashida la orden de perseguir al tipo y, con un rápido vistazo, os ordena a los gemelos Mori y a ti que aseguréis el perímetro sin revelaros como militares.

Mapa orientativo de la zona
#4
Lemon Stone
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Un joven de cuerpo musculado y estatura baja se acercó al grupo de revolucionarios encubiertos sin presentarse. Lemon entendía las malas caras de sus camaradas, pues a nadie le gustan los maleducados, pero tenía una buena explicación y esperaba que todo quedase bastante claro con lo que estaba a punto de soltar.
 
-¡Hombre, tanto tiempo! ¿Cuál era tu nombre…? ¿Paco? ¿Pablo? ¿Ash Ketchum? Bueno, da igual. Te recuerdo como Pinchos -le dijo al vendedor que había conocido hacía semanas, señalando su cabello rojo y desordenado-. ¿Qué puedo decir? Haces buenas mazas, de eso no tengo ninguna duda, pero… Bueno, lo que pasa es que he decidido marcar tendencias y mira lo que llevo aquí -continuó, haciendo un gesto con la cabeza para que Pinchos se fijara en el remo y la farola que llevaba en la espalda-. ¡Jajaja! ¡¿No son geniales?! Imagínate lo que es ser golpeado por un remo, no sé qué duele más, si el golpe o la humillada.
 
Bien, bien, acababa de salvar a Pinchos. Un gesto inapropiado, cualquier comentario sacado de contexto, y Pinchos podía acabar como bruja en la Inquisición. Con semejante desplante, con tremenda dialéctica, Lemon dio a entender que Pinchos era un buen hombre, un amigo que… Va, no eran amigos. Ni siquiera conocía su nombre, solo era un conocido, pero le caía bien. ¿Cómo le iba a caer mal si tenía ese peinado tan gracioso? Como sea, tenía que seguir hablando para no levantar sospechas.
 
-Hemos venido a vender frutas, ¿sabes? Si nos compras toda la mercancía, prometo hacerte un buen descuento. Espera, eso no lo decido yo, ella es la jefa -dijo, apuntando con el pulgar a la Sargento que hacía cosas de sargento allá atrás-. Bueno, compañero, ha sido un placer verte. Luego te invito una o dos cervezas y después vamos por algo más fuerte, ya sabes, una petaquita de ron o unos chupitos de tequila, cualquier cosa pa’ pasarlo bien. ¡Y pásate por la plaza para comprarnos frutas, joder! -agregó Lemon, dándole palmazos suaves pero firmes en la espalda a Pinchos.
 
Luego de la tan bonita y totalmente sorpresiva intervención de Pinchos, que esperaba que le estuviese yendo de puta madre, Lemon siguió a sus camaradas. Estaba allí en nombre de la Causa y no tenía tiempo para juegos ni tonteras. Bueno, puede que hubiera un poco de tiempo para zamparse unos tequilazos a la vena con su compadre Pinchos, pero eso sería luego de asegurar la integridad de la misión.
 
Luego de un rato, la diligencia llegó a la plaza. Lemon soltó un silbido, pero no es que significase una buena sorpresa, sino más bien todo lo contrario. El espacio era pequeño, había unas pocas tiendas y un montón de gente. ¿Es que acaso no se puede esperar algo mejor de un pueblucho? No es que los discriminase… Bueno, sí, lo hacía. ¡Pero no con mala intención! Sucede que el revolucionario creció en una gran ciudad, una realmente enorme, y los puestos establecidos en torno a la plaza central ofrecían toda clase de productos y extravagancias. A pesar de llevar un buen tiempo dentro de la Armada le costaba deshacerse de su antigua visión del mundo, de sus privilegios.
 
Mientras sus compañeros cargaban las cajas y trabajaban con pasión, Lemon se ocupaba de darles instrucciones claras como “por ahí está bien” o “déjalo ahí, pero que no se lo roben”. Nada de cargar cajas, que no es ningún temporero ni pioneta. Es un maldito Soldado del Ejército Revolucionario. Como sea, siguió a la Sargento con la mirada y la descubrió encontrándose con el amante. Feo, aburrido y flacucho. Nada en él destacaba lo suficiente como para verlo como un rival del amor. ¿Se había enamorado de la Sargento? ¡Claro que no! Pero necesitaba un poco de rivalidad dentro del grupo y qué mejor que una rivalidad de amor.
 
Pasó una hora, lo que parecieron semanas enteras para Lemon, hasta que finalmente todo estaba preparado para iniciar… ¿Iniciar qué cosa exactamente? No tenía idea pues poca atención prestaba a los detalles, pero el puesto estaba montado. ¿Quién lo había hecho? Tampoco sabía, había estado muy ocupado supervisando y dando instrucciones para nada útiles.  Entre que ofrecía la fruta a precio ganga para eliminar a la competencia, pues no debía preocuparse del ROI ni de otros parámetros que cualquier mercader medianamente inteligente conoce, contempló al viejo.
 
El viejo era una celebridad, iba rodeado de gente joven que lo idolatraba como si fuera una especie de figura religiosa, una deidad. Se veía buena onda, no como el tonto del amante. Confidente. Lo que sea. Por un momento pensó en ofrecerle tres bananas a cambio de las gafas que llevaba, pero no quería faltarle el respeto y tirar a la basura todo el trabajo que había hecho.
 
-¡Jajaja! ¡El peso del mundo descansa en los hombros de las nuevas generaciones! -añadió Lemon al comentario del viejo, riéndose escandalosamente como siempre-. ¿Quieres una banana? Toma, es gratis. Las nuevas generaciones no solo trabajamos como burros, también somos generosos.
 
No supo si aceptaría o no la banana pues algo sucedió. No entendía nada, todo fue demasiado rápido. De pronto, vio al amante desenvainar su espada de juguete, que parece que no era de juguete, y blandirla frente al rostro del viejo. ¡¿Q-Q-Qué?! ¡¿El amante asesinó al viejo?!
 
-¡¡¡KYAAAAAAA!!! -gritó Lemon, no como una niña llorona y asustada, sino como un macho de pecho peludo y voz grave. Pero gritó, y se escuchó bastante-. Ejem, ejem, lo siento. Me dejé llevar por la situación.
 
Y, como no podía ser de otra manera, las cosas iban endemoniadamente rápido. Matisse ordenó a la Sargento perseguir al tipo y a los gemelos y a Lemon asegurar el perímetro sin revelarse como militares. O más bien, paramilitares.
 
Sin embargo, Lemon tenía problemas con la autoridad, no por nada se había unido al Ejército Revolucionario, y quería brillar más que nadie para demostrarle a esos tontos del Departamento de Promoción y Buenas Costumbres que estaba preparado para ser Comandante Supremo, que había nacido listo para la acción. Por lo mismo, hizo como que no escuchó la orden de su superior -se excusaría con que había mucho griterío- y se quedó junto al viejo.
 
-¡Oye, viejo, dime que estás bien! ¡¿Cuántos dedos ves aquí?! -le preguntó, escondiendo tres y mostrando dos. De responder correctamente, haría trampa y escondería dos para mostrar tres-. ¡No, no, no! ¡Llamado de emergencia! ¡Repito! ¡Llamado de emergencia! ¡Tenemos un herido aquí!
 
Y entonces, comenzó a cantar en silencio mientras todo sucedía a su alrededor:
 
-Ven y sana mi dolor, wooooh, oh… Tienes la cura de este amor oh, oh, oh… Hago este llamado para que tú vuelvas, ¿tú no ve’ que estoy sufriendo, que es muy dura esta prueba?
 
Indirectamente se había quedado vigilando el perímetro, ¿no? Vigilando de cerca, muy de cerca, quiero decir.

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#5
Yoshi
Yoshi
Yoshiro se había acercado hasta un hombre que le había comprado una vez un arma pesada, la intención del muchacho era tratar de convencerlo de comprar algo nuevo y en el trayecto que sus compañeros también lo hicieran.

Pero para sorpresa de Yoshiro, aquel enmascarado hombre lo recibiría como si fuera su mejor amigo o un antiguo colega que mo veia de hace años. El muchacho abrió los ojos sorprendidos y sonrió incómodamente tras oír que ahora era bautizado como Pinchos. Yoshiro se cruzó de brazos mientras mantenía esa sonrisa incómoda, no podía creer que hubiera reemplazado una de sus armas por un simple remo y una farola.

Si... supongo que tiene su gracia-colocó sus manos en su cadera y torció los labios mientras veía la farola ¿Enserio luchaba con eso? Bueno, si algo dejó en claro aquel día en que se conocieron era que cuando tenías dinero poseías gustos raros.

El resto de personas, querían matar al muchacho, al menos eso era lo que su mirada decía, pero con lo hablador que era el hombre con máscara de corazón parecían mantenerse a raya-¿Fruta?-no esperaba que ese sujeto tuviera dentro del mundo de ser un mercader y a decir verdad, el resto tampoco tenía cara de vendedores de frutas, pero el olfato avanzado de Yoshiro le decía que las cajas poseían algún tipo de fruto dentro por lo cuál, les creía a medias su profesión, además, la jefa estaba bien guapa y no pudo evitar sonreír picaro al verla.

El hombre corazón le invitó a beber, cerveza, ron e incluso tequila pero para luego, pues se dirigían a la plaza central del puerto con su "fruta" en mano-Mmm vale. Cuídate hombre-no podía hacer más que dejarlos ir, la última vez que ese sujeto estuvo en la isla nada malo pasó (hasta donde Yoshiro sabía claro) así que tenía la sospecha de que era extravagante y un poco grosero pero no necesariamente peligroso. 

Menos mal llevo chaqueta, esas palmadas lo hubieran herido por mi piel-murmuró mientras lo veía irse y seguía su rumbo a por la famosa tienda de empanadas.

Después de comer fue a la plaza central, le daba curiosidad que podía haber de bueno por ahí y quería investigar un poco a ese sujeto y su grupito. Al llegar no parecía que estuvieran haciendo nada raro, hacían lo que dijeron, vender fruta en una tiendita sencilla-Esperaba que alguien como él pagará por algo más de clase-confesó mientras se acercaba, quería ver que tipo de fruta tenían, a lo mejor habia una que mo había probado nunca.

De pronto, se escuchó la llegada de alguien importante y fue ahí que Yoshiro lo vio, uno de los sabios de la isla le daba la bienvenida al hombre cara de corazón y compañía-La gente importante de la isla siempre se fijan es en los extranjeros-murmuró pensativo mientras su dedo hurgaba su oído que picaba de repente. El muchacho se acercó el dedo a la nariz para oler si tenía cerilla, confirmando que tenía un poco, así que se limpió de su pantalón y notó como un hombre que no había visto antes junto al grupo del cara de corazón desenvainaba su espada para repeler un cuchillo dirigido al sabio. 

El grito del hombre enmascarado hizo que la gente también gritara y huyera, Yoshiro por otro lado se acercó con la intención de tomar el cuchillo, quería olfatearlo para intentar tomar el olor del quien lo lanzó, quería cazarlo cuanto antes y su habilidad de percepción podria ser útil.
Percepción II
kenb401
KENBUNSHOKU
Haki básico
Tier 4
21/10/2024
7
Costo de Haki por Turno
2
Enfriamiento
Permite al usuario percibir con precisión la presencia de otros seres vivos en un área, siendo capaz de apreciar las emociones muy fuertes que exterioricen como un sufrimiento fuerte o un gran instinto asesino, etc. Si lo activa puede anticiparse a un ataque obteniendo para ello un bono de +5 [Reflejos].
Área: [VOLx12] metros. +5 [REF]

Inventario

#6
Atlas
Nowhere | Fénix
Efectivamente, el caos ha comenzado a cundir en la plaza central de Villa Shimotsuki. Todo parecía marchar bien. Una de las eminencias de la villa, uno de los cuatro ancianos sabios que rigen su destino, se había acercado a vuestro puesto para charlar animadamente con vosotros —aparentemente por recomendación de Koku, el confidente, ¿no?—. Todo parecía ir a las mil maravillas cuando algo o alguien, una sombra que se ha marchado a toda velocidad, ha intentado atentar contra la vida de Ryoji Saito lanzando un cuchillo directamente a su cabeza. Lo ha hecho desde una posición de seguridad, semioculto entre dos viviendas aledañas a la plaza. Sin embargo, Koku estaba atento y ha conseguido detener la ofensiva, cayendo la daga al suelo y quedando el sabio en perfecto estado.

Entretanto, nada más ser consciente de lo sucedido el Oficial Matisse ha comenzado a hacer lo que mejor se le da a los mandos: dar órdenes. Con una maestría sorprendente —y diría que sin que nadie se dé cuenta—, os ha mirado uno a uno y casi sin abrir la boca os ha comunicado a la perfección qué debíais hacer. La Sargento Dashida ha iniciado la persecución de la sombra, que se ha marchado tan rápido como había venido. Los gemelos Mori y tú tenéis encargada la protección de la zona. Hasta ahí bien, y ellos hacen lo que se les ha encomendado sin demora alguna. No obstante, un soldado un tanto más particular parece hacerse de rogar un poco. Sí, hablo de ti. Puedes notar la mirada acusadora del oficial en tu nuca, pero no te dice nada a las claras para no revelar vuestra identidad.

—Sí, sí. Estoy bien, hijo, muchas gracias —dice Saito mientras sus ojos van de un lado a otro en un intento por seguir tus dedos.

Sí, parece que el hombre está sano y salvo. Todo bien. Bueno, lo estaría de no ser por el gesto irascible de uno de los gemelos Mori, el lento, que desde la posición a la que le ha enviado Matisse se voltea hacia vosotros, extiende un dedo acusador y señala a Koku:

—¡Apártate de él! —te grita—. ¡Es peligroso y está relacionado con lo que ha pasado! He visto cómo no dejaba de mirar en la dirección de la que ha venido el puñal. Sabía que esa sombra estaba ahí, seguro. Justo antes de que se produjese el ataque me ha mirado y se ha dado cuenta de que le estaba viendo. ¡Para no levantar sospechas ha detenido el ataque, pero estoy seguro de que tiene que ver con el intento de atentado!

—¿¡Pero qué estás diciendo!? —replica Koku sin envainar su katana, pero sin lanzarse a por el Mori vago—. Una de mis funciones es proteger a mi maestro y siempre, ¡siempre!, voy controlando los alrededores porque uno nunca sabe qué puede pasar. Haciéndolo me he dado cuenta de que eras tú quien miraba sin parar hacia esa zona. Todos tus compañeros trabajaban menos tú, que estabas atento a otra cosa más interesante, al parecer. Al seguir la dirección de tu mirada he visto la sombra y el ataque. ¡He tenido tiempo para reaccionar de puro milagro! ¿¡Se puede saber de qué vais!? ¡Esto no tiene nada que ver con lo que había hablado con Mai!

Efectivamente, Mai es el nombre de la Sargento Dashida. Sea como sea, parece que la situación se ha complicado un poco. A mis ojos hay tres posibilidades: que ambos estén equivocados, la sombra no tenga nada que ver con nadie y todo sea un inmenso malentendido; que el gemelo mienta y por algún motivo quiera acabar con la vida del sabio —¿por qué querría un revolucionario que intenta conseguir su confianza matarle?—; o que Koku mienta y quiera matar a Ryoji Saito —¿por qué querría acabar con su mentor y maestro?—. En fin, parece un caso para el inigualable Detective Stone.

Por otro lado, en medio de la confusión nadie impide que tú, Yoshiro, te aproximes al puñal para olerlo. Huele a limpio, sí, a tremendamente limpio, como si lo hubiesen mantenido una semana en un cubo de lejía y sólo lo hubiesen sacado unos segundos antes de lanzarlo. No parece que haya ningún olor humano impregnado en el cuchillo, no. En cuanto a tu capacidad de percibir en las cercanías más allá de lo que captan tus sentidos, identificas a la perfección dos presencias que se alejan a toda velocidad hacia el este-noreste. Van a una velocidad endiablada, tanto que podría asegurarte que ya han abandonado los límites de la aldea y seguramente estén en medio de la naturaleza. Deben ser la Sargento Dashida y el misterioso asaltante.
#7
Yoshi
Yoshi
Uno de los sabios de la isla había sido atacado por quien sabe quién, por suerte un hombre capaz de repeler el ataque a tiempo. El problema es que el pánico se disparó rápidamente tras el grito del sujeto enmascarado que también hacía drama frente al anciano.

Yoshiro aprovecharía esto para acercarse al arma y olerla, quería intentar encontrar algún olor distintivo pero no había rastro, aquel que usó aquella arma había sido precavido y había tomado precauciones para evitar que su olor e incluso posiblemente sus huellas quedarán en lo que intentó ser un arma homicida.

Pero el muchacho también había desplegado su capacidad sensorial para encontrar algún tipo de actividad extraña o sentimiento de odio entre la multitud, destacando únicamente dos presencias de gran energía huyendo al noreste. La velocidad que llevan era demasiado elevada y el muchacho desconocía si lograría alcanzarlos pero si no empezaba ahora podría perderlos de su área sensorial.

Así que el muchacho salió corriendo hasta el noreste y trataría de ir saltando en árbol en árbol para moverse mucho más rápido, solo debía mantener su área sensorial activa para no perder "de vista" a ese dúo.
Lo único malo es que dejaba atrás al sabio de la aldea con ese grupo tan misterioso, que por cierto ya estaban empezando a tirar acusaciones entre ellos mismos, si en verdad alguno de ellos tramaba algo entre manos, esperaba que ese anciano fuese tan hábil como dicen algunos y pudiera defenderse... Aunque también es verdad que casi lo matan hace escasos minutos... ¿Donde estaba la Marina cuando se les necesita? Ojalá al menos los maestros de los dojos se dignen a ayudar está vez.
Percepción II
kenb401
KENBUNSHOKU
Haki básico
Tier 4
21/10/2024
7
Costo de Haki por Turno
2
Enfriamiento
Permite al usuario percibir con precisión la presencia de otros seres vivos en un área, siendo capaz de apreciar las emociones muy fuertes que exterioricen como un sufrimiento fuerte o un gran instinto asesino, etc. Si lo activa puede anticiparse a un ataque obteniendo para ello un bono de +5 [Reflejos].
Área: [VOLx12] metros. +5 [REF]

792 metros.
Personaje

Haki: 330 / 330
-5 +12
#8
Lemon Stone
MVP
El abuelo estaba bien, era lo que importaba. Que hubiera un asesino suelto en la apacible aldea de Shimotsuki… Bueno, eso no estaba bien, para nada bien. ¡Había pasado el susto de su vida! Y encima unos tontos se acusaban los unos a los otros, si es que era para zarandearlos y zurrarles una buena paliza por tontos. En primer lugar, Lemon no obedecía órdenes de nadie más que de la voz de la Causa, y a veces de Perrito, pero ¿qué se pensaba el Oficial Matisse? ¿Que le haría caso solo por tener un cargo aparentemente más alto que el de Lemon? ¡Jamás! ¡Era un revolucionario! ¡Era un insubordinado! ¡Desobedecer era la esencia de la existencia misma! Ni siquiera le había pedido por favor…
 
-¡¡¡AAAAAAGGGGHHHHHH!!! -gritó Lemon, más fuerte que los dos tontos que se estaban gritando antes, y seguramente llamando la atención de todos-. ¡¿Quieren callarse un momento y preocuparse del abuelo?! ¡Acaba de sufrir un intento de asesinato y ustedes, malditos tragaflautas, se acusan los unos a los otros sin siquiera tener pruebas! ¡Y encima nos han arruinado el puesto! ¡¿Quién se hará cargo de las pérdidas de hoy?! ¡La fruta tiene fecha de caducidad, idiotas! ¡FECHA DE CADUCIDAD!
 
Puede que la gente le considerase tonto, puede que le considerasen estrafalario, pero cuando se enfadaba sí que daba miedo. Muchísimo miedo. Y aún más considerando que llevaba encima una máscara de corazón anatómicamente correcta vaya a saber Dios de qué está hecha. Miró como una fiera rabiosa a cada uno de los protagonistas de la discusión, sus ojos azules soltando chispas detrás de la máscara. Por un momento, parecía que se había hecho más grandes y que la chaqueta negra que siempre llevaba puesta estaba a punto de estallar por culpa de sus corpulentos músculos.
 
-Ahora que todos nos hemos calmado -asumió- iremos al dojo, haremos una sesión de yoga colectiva y pensaremos mejor las cosas. ¿Hay un asesino suelto? Sí, lo hay. ¿Es uno de nosotros? Quién sabe. ¿Hay manera de solucionarlo? ¡Por supuesto! Les rompo las piernas y los brazos a cada uno y, si el abuelo vuelve a sufrir un atentado, sabremos que no han sido ustedes, tragaflautas. Si no les gusta el camino del dolor y desean conservar sus extremidades, usemos la cabeza. No para darnos cabezazos entre nosotros, que no somos tontos, sino para pensar.
 
Lemon se cruzó de brazos y dirigió miradas inquisitivas a cada uno de los presentes, menos al abuelo porque seguro que tenía mucho miedo, y ocultó su nerviosismo. ¿Y ahora qué haría para resolver el misterio? Prefería romper cráneos, la verdad, no ir armando rompecabezas. ¿Y si enviaba por la fuerza a Azkaban a todos sus compañeros menos a la Sargento porque parecía linda, fuera lo que fuera eso, pero qué bonito sonaba? Lo dejaría como última opción, primero intentaría resolver el misterio utilizando sus grandes e inequívocas habilidades intelectuales.
 
-Bien, Oficial Mattise, este es un caso para el Detective Stone -le dijo a quien afirmaba ser su jefe, pero que en realidad no lo era. Jefe había solo uno-. Sugiero que, luego de la sesión de yoga, nos reunamos todos y conversemos pacíficamente. Tengo unas preguntas que hacerles a todos ustedes.

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#9
Atlas
Nowhere | Fénix
Bueno, pues vayamos por partes. El joven cazador herrero afincado en Demon Tooth decide incorporarse a la búsqueda y potencial captura o asesinato de quien ha intentado acabar con el sabio Ryoji Saito. Tras el mismo sujeto va nada más y nada menos que una sargento del Ejército Revolucionario, aunque él no tiene ni la menor idea —hasta donde yo sé al menos— de la identidad real de esa mujer. Mucho menos del asesino, claro, si no el intrépido Detective Stone no tendría que hacerse cargo de la situación en el pueblo.

Sea como sea, Yoshiro, corres siguiendo el recorrido que las presencias de ambos van dejando por delante de ti. Parece ser que se están encaminando en dirección al lugar en el que se erige desde tiempos inmemoriales el Diente Oeste. Corren y corren como alma que lleva el diablo, y tú detrás de ellos. No obstante, llega un momento en que parece que al fin se detienen. Tras varios minutos en los que continúas avanzando finalmente alcanzas un claro en la base del Colmillo. El área se encuentra rodeada de frondosos y robustos árboles de no menos de seis metros de altura. En un día despejado como hoy, el viento mece las hojas en las copas y crea una sinfonía que sirve de banda sonora para el enfrentamiento que está teniendo lugar ante ti.

En el momento de tu llegada, divisas a ambos combatientes en extremos opuestos del claro. Ambos jadean notablemente y lucen heridas en diversos puntos de su anatomía. Ninguna parece ser del todo incapacitante, pero la fatiga y los daños van haciendo mella en ellos. Parece ser que justo cuando apareces se están dando un pequeño descanso para recuperar el aliento y volver a la carga.
Apariencia aproximada del asaltante


Volviendo a la villa, el reputado Detective Stone ha sacado a relucir su carisma para intimidar al resto y meterles las cabras en el corral a los niños. El oficial Matisse se queda un poco sorprendido ante tu reacción inicialmente, Lemon, aunque después te taladra con la mirada en un claro gesto de que probablemente te caiga una buena reprimenda en algún momento. ¿Quién se creerá que es para reñir al adalid de la Causa?

Sea como sea, lo cierto es que tanto Koku como el Mori callado —Kaito de ahora en adelante, que ya era hora de ponerles nombres— finalmente cierran el pico, aunque ambos se miran con claro gesto de odio en el rostro. No tengo ni idea de si eso que dicen haber visto es una impresión errónea producto de la tensión del momento —en realidad sí lo sé— o si verdaderamente alguno lleva razón. En caso de ser así, desde luego tenéis un pequeño gran problema entre manos, ¿no te parece?

Con los ánimos un poco más calmados, aunque no demasiado, Koku se asegura de que su maestro está bien y decide dar una vuelta por los alrededores para asegurarse de que no haya más enemigos ocultos en las cercanías. No parece que esté demasiado interesado en tu sesión de yoga. Del mismo modo, Kaito decide marcharse porque, cito textualmente: "No soporta a ese gilipollas de las gafas". Su hermano intenta convencerle de que se quede y calmarle con ese buen ánimo que es tan característico en él, pero el pobre Taiko no consigue hacer que entre en razón.

—¡Que me dejes! —estalla Kaito mientras se aleja de vosotros seguido por su hermano—. De verdad, no te soporto cuando te pones así. ¿De qué guindo te has caído? Tanto optimismo y buen humor me ponen de una mala hostia que no te puedes ni imaginar. Si no fueses mi hermano y exactamente igual que yo te juro por mamá que ya te habría tirado al mar con una piedra bien grande atada a los pies.

El hastiado discurso de Kaito se pierde en la distancia y os quedáis el oficial Matisse, el sabio y tú. Bueno, y las decenas y decenas de personas que se han quedado en la zona para ver qué pasaba. Inicialmente habían comenzado a huir, pero una vez han visto que las aguas volvían a su cauce han vuelto para intentar enterarse de qué demonios está pasando. No obstante, Ryoji Saito no tarda en comenzar a exhibir de nuevo su buen talante y comienza a dispersar a las masas al tiempo que aplaca los ánimos. No se le ve muy asustado, desde luego.

—Yo sí estaría interesado en esa sesión de yoga —os dice a ti y a Matisse una vez os habéis quedado más o menos solos, tras lo cual os conduce al interior del dojo central. Una vez dentro, retira unas sillas situadas a la derecha y enciende incienso para iniciar la sesión.



Una vez concluida la sesión, si es que finalmente decides llevarla a cabo, los gemelos Mori y Koku regresarán con el grupo. Koku asegura que no ha visto ningún desconocido ni a nadie con aspecto sospechoso en la zona durante su reconocimiento. Kaito simplemente se mantiene en silencio y os mira a todos alternativamente.

—Os juro por lo que más quiero, que es mi hermano, que os he dicho la verdad y he visto lo que he visto.

No obstante, en esta ocasión no insiste ni comienza a gritar en tono beligerante como había hecho anteriormente. ¿Quién sabe? A lo mejor ese optimista empedernido de su hermano sí que tiene la llave para llegar a su corazoncito y calmarle. Yo diría que ha sido la señora Celeste con la cuerda en el vestíbulo..., pero ¿qué opina el célebre Detective Stone?
Nota para Yoshiro
Cómputo de virtudes y defectos que podrían aplicar

#10


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