Rengetsu D. Tenji
Príncipe Ciego
27-07-2024, 11:48 AM
Hace 2 años...
Los rayos del sol cruzaban sin problemas a través de un cielo azul despejado de nubes, más que unas escasas pinceladas en el horizonte. La exposición prolongada al astro rey causaría una rápida serie de molestias en cualquiera, por eso el muchacho estaba descansando bajo la sombra de la copa de un árbol, mientras disfrutaba del sonido del arroyo fluyendo.
Su postura era relajada, denotando una cierta somnolencia en el joven que postrado apoyando su cabeza sobre la corteza del árbol mantenía uno de sus pies descalzo firmemente apoyado sobre la tierra firme notando la tierra y césped entre sus dedos; mientras su otra pierna se cruzaba por encima de la primera mostrando como con su pie sujetaba el mango de una caña de pescar, ligeramente sujeto entre su pulgar e índice del pie.
Un pequeño tiempo de contemplación y somnolencia que aquel chico estaba tomándose para eludir el sol, cerca de ese arroyo aquel era el único rastro de flora lo bastante elevado como para cubrirlo de la sombra, el resto de matorrales o escuálidos troncos que se encontraban por la zona eran demasiado pobres y no quería alejarse del rio y sus presas.
La pesca solo era una mala forma de matar el tiempo tentando a la suerte, aunque no podía soltar la misma porque sino no vería si se comenzaba a agitar. Pero no tenia ningún interés realmente en tomar algún pobre pececillo del riachuelo, aunque bueno según cuanto rato más estuviera ahí no seria descabellado asar un buen botín que llegara en el momento oportuno. El decidiría conforme evolucionaran los acontecimientos.
Pero como decíamos todo esto era una fútil y poco productiva forma de pasar el tiempo hasta que pasara el día, puesto que el barco que esperaba no partía del puerto hasta el día siguiente al amanecer. Un viaje que lo conduciría hacia una isla llamada Kilombo por lo que le dijeron, no conocía el lugar pero le estaba bien. En esta época de su vida Tenji tan solo permanecía expectante por lo que pudiera pasar y sin un rumbo fijo o claro en su destino.
Aunque se relajo demasiado y realmente comenzó a ser abordado por una somnolencia equiparable a un infante expuesto a una canción de cuna. La cálida brisa, el sonido del agua fluyendo, los pájaros cantando y ningún alma que le hubiera molestado en todo ese rato; simplemente un entorno idílico que invitaba al descanso.
Los rayos del sol cruzaban sin problemas a través de un cielo azul despejado de nubes, más que unas escasas pinceladas en el horizonte. La exposición prolongada al astro rey causaría una rápida serie de molestias en cualquiera, por eso el muchacho estaba descansando bajo la sombra de la copa de un árbol, mientras disfrutaba del sonido del arroyo fluyendo.
Su postura era relajada, denotando una cierta somnolencia en el joven que postrado apoyando su cabeza sobre la corteza del árbol mantenía uno de sus pies descalzo firmemente apoyado sobre la tierra firme notando la tierra y césped entre sus dedos; mientras su otra pierna se cruzaba por encima de la primera mostrando como con su pie sujetaba el mango de una caña de pescar, ligeramente sujeto entre su pulgar e índice del pie.
Un pequeño tiempo de contemplación y somnolencia que aquel chico estaba tomándose para eludir el sol, cerca de ese arroyo aquel era el único rastro de flora lo bastante elevado como para cubrirlo de la sombra, el resto de matorrales o escuálidos troncos que se encontraban por la zona eran demasiado pobres y no quería alejarse del rio y sus presas.
La pesca solo era una mala forma de matar el tiempo tentando a la suerte, aunque no podía soltar la misma porque sino no vería si se comenzaba a agitar. Pero no tenia ningún interés realmente en tomar algún pobre pececillo del riachuelo, aunque bueno según cuanto rato más estuviera ahí no seria descabellado asar un buen botín que llegara en el momento oportuno. El decidiría conforme evolucionaran los acontecimientos.
Pero como decíamos todo esto era una fútil y poco productiva forma de pasar el tiempo hasta que pasara el día, puesto que el barco que esperaba no partía del puerto hasta el día siguiente al amanecer. Un viaje que lo conduciría hacia una isla llamada Kilombo por lo que le dijeron, no conocía el lugar pero le estaba bien. En esta época de su vida Tenji tan solo permanecía expectante por lo que pudiera pasar y sin un rumbo fijo o claro en su destino.
Aunque se relajo demasiado y realmente comenzó a ser abordado por una somnolencia equiparable a un infante expuesto a una canción de cuna. La cálida brisa, el sonido del agua fluyendo, los pájaros cantando y ningún alma que le hubiera molestado en todo ese rato; simplemente un entorno idílico que invitaba al descanso.