¿Sabías que…?
... Garp declaró que se había comido 842 donas sin dormir ni descansar porque estaba tratando de batir un récord mundial. ¿Podrás superarlo?
Rumbo Tequila Wolf
Picollo
Daimaku
Vodka Shore a Tequila Wolf: Se puede viajar entre sus islas de manera instantánea pagando 25.000 Berries o hacer un viaje de un medio día on-rol gratuito.
Verano 2, 724

 Tras finalizar dos meses arduos de labor como carpintero en el Esmeralda, Picollo volvía a su hogar, Tequila Wolf. Desde Vodka Shore solo lo separaba un puente comunicado por ferrocarriles asique aprovecho la oportunidad y tomo uno de ellos junto a su compañero de viaje Grog. Ambos estaban exhaustos y no veían la hora de llegar a casa. El retorno demoraría no más de medio día, por lo que aprovecharía a tomar una larga siesta hasta su destino.

 Al llegar a su destino ambos decidieron dar unas vueltas por el Puerto, allí, donde habían dedicado tanto tiempo de sus vidas en sus oficios, especialmente Picollo que poco a poco iba tomándole el gusto a la carpintería Naval, la idea de ejercer su oficio mientras recorría los mares era más que tentadora, pero sabía que solo no podría ser, debía buscar un equipo, un desafió importante para El, ya que pocos amigos tendría allí más que Grog y su padre adoptivo.

Casi puesta la tardecita ambos se dirigieron a la oficina de contrataciones para dar el visto bueno y entregar la cuota correspondiente por su labor, así es, su jefe y padre adoptivo, Bilis, se encargaba de buscarles empleo pero a cambio se quedaba con un porcentaje de su paga, no era lo mejor, pero gracias a El había conseguido sobrevivir en este ciudad tan prejuiciosa, nadie quería a un Hafugyo en sus filas, asique Bilis se encargaba de convencer a los capitanes y en ocasiones a los mandamases de la familia Blackmore, insistiendo en las prodigiosas habilidades del viejo Picolllo. Gracias a ello es que después de tantos años de oficio ya era reconocido como uno más de los trabajadores, uno más de los civiles que rondaban el puerto y astilleros, inclusive algunos llegaron a llamarlo por Daimaku, o viejo demonio, en un principio en tono despectivo pero con el pasar de los años se convirtió casi en un apodo amable.

 Al finalizar el pago de su cuota, ambos se despidieron con un gesto cómplice, luego Picollo fue directo hacía su pequeña choza, era momento de descansar y de prepararse para el día siguiente, quizá era momento de empezar la construcción de su propia nave, claro que le llevaría tiempo, pero podría aprovechar aquellos entretiempos que su jefe le daba para empezar a conseguir las piezas. -¿Como podre llamarla? Primero debo conseguir un capitán...- Pensaba mientras se recostaba en su humilde cama de paja.
#1


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