¿Sabías que…?
... Garp declaró que se había comido 842 donas sin dormir ni descansar porque estaba tratando de batir un récord mundial. ¿Podrás superarlo?
[Aventura] [T1] Un nuevo comienzo
Raiga Gin Ebra
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Llegas al muelle de Loguetown. Hoy parece un buen día. Parece, veremos a ver cómo queda. El viaje ha sido bastante tranquilo, nada fuera de lo normal. El mar estaba calmado y los navegantes han podido tener un gran descanso, que tampoco les viene mal. Por tu parte, has tenido bastantes horas libres... ¿En qué las has dedicado?

Cuando pisas tierra en Loguetown, el sol ilumina con calma la bahía y el aire fresco tiene un toque salado que resulta extrañamente relajante. Joder, pero no estás aquí de vacaciones, ¿no? Aunque el ambiente te lo está recomendando. Los sonidos de las olas y las voces de los trabajadores del puerto son lo único que perturba el ambiente. Apenas bajas de la embarcación, un recluta aparece frente a ti, casi saltando de la emoción. Es un tipo simpático, pero enseguida notas que tiene la lengua un poco suelta.

—¡Jack Silver! Nos han hablado de ti, ya sabes, aunque, si te soy sincero… no muy bien —te suelta, sin rodeos, esbozando una sonrisa nerviosa—. Bueno, la capitana Montpellier te espera en su despacho. Siempre le gusta dar la bienvenida a los nuevos. Es una pasada lo bien que organiza todo. Yo quiero llegar a ser como ella en el futuro, pero mis padres dicen que no valgo para mandar. Bueno ni para pelear. Ni para tener a nadie a cargo. También dicen que soy malo en casi todo lo que hago, pero qué sabrán ellos. Conseguí entrar en la marina después de veinte intentos y aquí estoy, pasándomelo genial cuando vengo a por gente al muelle, o limpiando los baños, o cuando me dicen que lleve cafés y tés a las reuniones. La verdad es que es muy divertido. Y dime, ¿qué tal el viaje? ¿Has visto algún rey marino? ¿Alguna tormenta que no te ha dejado dormir?

Joder, qué pesadilla de tío. Conforme lo estaba escribiendo me estaba imaginando cómo le golpeabas. Pero no harías eso en tu primer día en Loguetown, ¿no? No creo...

Bueno, en fin. El tipo te guía por las calles tranquilas de Loguetown, donde, sorprendentemente, la gente parece bastante acostumbrada a ver marines por todas partes. No te cuesta demasiado llegar hasta la imponente base del G-31. En cuanto cruzas el patio principal, los marines te saludan como si fueras uno más, y el recluta parlanchín te sigue hablando sin parar sobre las normas, el ambiente en el cuartel y, especialmente, sobre la capitana. Si desconectas y no le haces ni puto caso te entendería perfectamente.

Llegáis al despacho de la capitana Montpellier y, sin pensarlo dos veces, tu acompañante golpea la puerta con dos golpes secos y contundentes, demasiado fuertes para una simple llamada. Abre la puerta de inmediato, y en el interior ves a Montpellier, con la mirada fija en la entrada y cara de muy pocos amigos.

—¿Quién ha llamado así de fuerte a la puerta? ¿Tú otra vez, Swen? —dice, con un tono de exasperación contenida—. Anda, márchate.

El recluta asiente, avergonzado, y te deja solo en la sala. Montpellier se sienta en su silla y, con un leve movimiento de la mano, te señala la silla frente a ella.

—Jack, ¿verdad? No he tenido muy buenas referencias tuyas —comienza, con un tono directo, mirándote fijamente—. Te voy a ser sincera, estoy cansada de malas influencias por aquí, de que nos manden a la gente que la lía por ahí a que la metamos en vereda. Así que no me hagas perder el tiempo y respóndeme con franqueza. ¿Por qué te han destinado aquí? ¿Qué buscas en la Marina?

Se queda en silencio, observándote con una intensidad que hace sentir que tu respuesta marcará la dirección de tu futuro en Loguetown.
#1
Jack Silver
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Personaje

Inventario

Información Adicional



G-31 Base de la Marina, Loguetown
Día 3, Verano del año 724

Jack dejó escapar un suspiro de satisfacción apenas bajó del barco, estirando sus músculos adormecidos después del viaje. Había aprovechado las horas libres en el barco para mantenerse en forma: flexiones, abdominales y un rato de improvisación con su único brazo, como de costumbre. No tenía intención de perder su disciplina, ni siquiera durante el viaje. Pero ahora que ya había llegado, los sonidos del puerto y el aire fresco lo llenaban de una energía renovada. Estaba listo para dar comienzo a una nueva etapa en Loguetown.

Sin embargo, sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando otro recluta se acercó a él, hablando a toda velocidad y sin apenas tomar aire. Su expresión pasó de la sorpresa a una ligera exasperación en cuestión de segundos, mientras el recluta seguía soltando una retahíla interminable sobre la capitana Montpellier, la vida en la Marina, y hasta sus propios fracasos.

Vale, demasiada información de golpe... Con esa actitud, seguro que eres el alma de la base —dijo Jack con una media sonrisa, medio en broma y medio con intención de que se calmara un poco. El joven, sin embargo, no pareció captar la indirecta y siguió a lo suyo, mientras él solo asentía de vez en cuando, sin realmente escuchar demasiado. "Vaya recibimiento…", pensó, aguantando la charla con más paciencia de la que esperaba tener.

Por fin, llegaron al cuartel, y el joven guía le hizo una seña para entrar al despacho de la capitana. Apenas pudo mentalizarse cuando el chico golpeó la puerta con fuerza. "¿Pero quién se cree que es?", se preguntó divertido, mientras entraba tras él. La capitana Montpellier los observaba con una mirada severa, despidiendo al recluta con una expresión de pocos amigos. Jack evitó reírse mientras el chico se retiraba, claramente avergonzado.

Montpellier lo invitó a sentarse con un gesto, pero él decidió permanecer de pie... quizás por respeto, quizás por orgullo. Sin más rodeos, la capitana le lanzó las preguntas que seguramente llevaba semanas esperando hacer: ¿qué hacía un tipo como él en Loguetown? ¿Qué buscaba en la Marina?

Jack permaneció en su sitio, observando a la capitana directamente a los ojos, manteniendo su usual sonrisa confiada, aunque algo menos desenfadada. No había llegado hasta ahí para andar con rodeos.

Sí, Jack Silver, señora —comenzó—. Y, mire, sé que no tengo la mejor reputación... Pero estoy aquí porque creo en la justicia. Reconozco que no siempre soy el tipo más disciplinado, ni de los que siguen las reglas a rajatabla, pero estoy aquí porque quiero marcar la diferencia.

Se encogió de hombros, con un gesto despreocupado pero sincero.

Sé que mi expediente hablará de problemas de "conducta", pero nunca he hecho nada que considere mal o injusto. Solo necesito que me den una oportunidad para demostrarlo, capitana.

Terminó su breve discurso y se quedó en silencio, sin apartar la vista de Montpellier, esperando su respuesta. Era posible que su sinceridad no fuera lo que ella esperaba escuchar, pero era lo único que estaba dispuesto a ofrecer.



Resumen
#2
Raiga Gin Ebra
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La capitana Montpellier te observa en silencio tras tu pequeño discurso, sus ojos parecen analizar cada palabra que has dicho, cada gesto que haces. Finalmente, se levanta de su asiento con calma y se dirige a un archivador junto a la pared. Busca entre los papeles mientras sus dedos recorren las pestañas de las carpetas con precisión. Encuentra lo que busca, toma un expediente y regresa a su escritorio, sentándose de nuevo con la misma serenidad.

Abre el expediente y comienza a leer, lanzándote miradas fugaces de vez en cuando, como si quisiera comprobar si sigues allí o si tus gestos traicionan algo de lo que has dicho. No hay reproche en su rostro, pero tampoco simpatía. Después de unos segundos que parecen estirarse interminablemente, alza la vista.

—Te seré sincera, Silver —comienza, con un tono directo—. Creo que tenemos un gran problema a la hora de evaluar a la gente. No digo que se hayan equivocado en tu caso, pero tal vez aún no has encontrado tu sitio.

Vuelve a bajar la mirada al expediente y lo cierra con un movimiento decidido. Toma una pluma y empieza a firmar algunos documentos del traslado, mientras continúa hablando sin apartar la vista de su tarea.

—Voy a terminar de gestionar todo este papeleo, y te lo digo desde ya: si lo haces bien, pasarás aquí bastante tiempo. Pero, Silver —dice, levantando brevemente la mirada para que entiendas el peso de sus palabras—, si lo haces mal, no será Loguetown quien decida tu futuro.

Tras unos segundos más, estira la mano y coge su Den Den Mushi. Aprieta un botón para hacer una llamada, mientras continúa escribiendo con la otra mano.

—Teniente Shawn, venga a mi despacho.

Nooo, no me jodas. El teniente Shawn... Lo siento mucho. Es el tipo más odiado por la L-42, que me imagino que sabrás que es la mejor brigada del mundo mundial. Pero bueno, tampoco te voy a hacer spoilers, ya verás por qué.

El tono de la capitana es autoritario pero tranquilo, sin un ápice de duda. Pasan un par de minutos que se te hacen eternos, con el silencio roto únicamente por el sonido de la pluma sobre el papel. Finalmente, alguien golpea la puerta con un ritmo firme y controlado. La capitana ni siquiera levanta la vista mientras da la orden de entrada.

Un hombre alto, de constitución robusta, calvo y con una mandíbula que parece tallada en piedra, atraviesa la puerta. El teniente Shawn te observa con un gesto neutral antes de cuadrarse frente a la capitana.

—Teniente Shawn, quiero que enseñe las instalaciones al nuevo recluta. Que se familiarice con todo antes de empezar su entrenamiento.

El hombre asiente con un movimiento corto y decidido. Luego se gira hacia ti y extiende su mano.

—Bienvenido a Loguetown, Jack Silver. Tenía ganas de que llegaras. Ven conmigo.

Sigues al teniente mientras él comienza a mostrarte las instalaciones con una profesionalidad impecable. Primero, te lleva al patio de entrenamiento, donde un grupo de reclutas practica bajo la supervisión de un instructor que no deja de gritar correcciones. Te explica que es el lugar principal para las prácticas de combate cuerpo a cuerpo y pruebas físicas.

Después, pasáis por los dormitorios de los reclutas, un espacio sencillo pero ordenado, con literas alineadas y baúles de almacenamiento a los pies de cada cama. Algunas habitaciones son individuales, quizá para los cargos de mayor rango. Continúa hacia la cantina, un lugar amplio y ruidoso donde algunos marines charlan animadamente mientras terminan su almuerzo.

Te muestra también el arsenal, un lugar vigilado donde se guardan armas de todo tipo, desde sables hasta rifles. Aquí el teniente se detiene unos segundos, observándote como si evaluara algo antes de continuar hacia la sala de estrategia, un espacio más formal con mapas y tableros donde se planean operativos. Y, por último, llegáis al almacén de datos, una sala que luce la mar de aburrida. Multitud de archivadores, estantes y papeles, en resumidas cuentas. Custodiada por un hombre en la entrada y una mujer en una silla que escribe algo en un papel. Seguramente pienses que es quien lleva un registro de lo que salga de allí.

Finalmente, llegáis a la torre de vigilancia, desde donde puedes ver toda la ciudad. Las calles de Loguetown se extienden tranquilas ante tus ojos, y por un momento, el silencio te da una pausa para reflexionar.

Shawn cruza los brazos y asiente hacia ti.

—A grandes rasgos, este es nuestro cuartel. Espero que encuentres tu lugar aquí, Silver. ¿Alguna pregunta? ¿Quieres empezar por algún sitio en concreto?

Qué cabrón el Shawn, parece hasta amable. Aunque... Claro, esto es el 3 de verano. Aún no nos conocía a la mayoría de la L-42, así que aún tiene paciencia. Aprovecha.
#3
Jack Silver
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Jack mantuvo la mirada fija en la capitana Montpellier mientras esta lo analizaba en silencio. Aunque su sonrisa confiada seguía ahí, no podía evitar preguntarse si las palabras de su presentación habían causado algún efecto. Al verla levantarse y dirigirse al archivador, aprovechó para repasar mentalmente lo que había dicho. No era su estilo dudar o retractarse, pero tampoco le era indiferente la opinión de quien ahora era su superior directa.

Mientras la capitana revisaba su expediente, él permaneció inmóvil, sin apartar la vista. No tenía intención de mostrar inseguridad. Cada cruce de miradas fugaces que le lanzaba era recibido con su mejor semblante sereno. Cuando finalmente habló, escuchó con atención, captando el peso de cada palabra. Había algo en su tono que no dejaba lugar a dudas: este no era un lugar para errores, pero tampoco para las excusas. No podía volver a cagarla...

Cuando la capitana llamó al teniente Shawn, Silver inclinó ligeramente la cabeza. No sabía nada de ese hombre, pero entendía que probablemente sería uno de sus superiores directos. Una curiosidad natural lo invadió mientras esperaba su llegada, preguntándose qué clase de oficial le esperaba para guiarlo en esta nueva etapa.

La llegada de Shawn al despacho no decepcionó. Su imponente presencia llenó el espacio de inmediato, y su saludo neutral, aunque cortés, le pareció una buena señal. Jack aceptó la mano que le tendía con firmeza y respondió al saludo con el gesto habitual.

Un placer, señor. Estoy listo para lo que sea.

El recorrido por las instalaciones fue una mezcla de interés genuino y una discreta evaluación de todo lo que veía. El patio de entrenamiento captó su atención al instante; el sonido de los golpes, los gritos del instructor y el esfuerzo de los reclutas era música para sus oídos. Cada rincón del cuartel le hablaba de las posibilidades que le aguardaban en esta nueva etapa: desde los dormitorios hasta el arsenal, pasando por la sala de estrategia y la torre de vigilancia, todo tenía un propósito claro y definido.

Cuando finalmente llegaron a lo alto de la torre, se permitió un momento para observar la vista de la ciudad. Loguetown se extendía ante sus ojos como un lugar lleno de vida y posibilidades. Por un instante, el silencio y la brisa le ofrecieron una pausa para reflexionar.

El teniente cruzó los brazos y rompió el momento con su pregunta. La profesionalidad en su tono contrastaba con el aire amable que parecía transmitir, algo que Jack no esperaba pero, en cierto modo, agradecía.

No tengo preguntas, señor. Estoy listo para dejar mi petate donde me indiquen y empezar con lo que haga falta. Si hay trabajo, estoy preparado para ello. Y si no, me gustaría comenzar el entrenamiento.

Su respuesta fue directa, cargada con la misma determinación que había mostrado desde su llegada. Era importante dar una buena primera impresión. Pero más allá de eso, era solo el comienzo. Y no iba a desperdiciar ni un minuto de la oportunidad que se le había dado.



Resumen
#4
Raiga Gin Ebra
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Shawn asiente lentamente ante tu comentario, con una expresión que mezcla aprobación y neutralidad. Es difícil leerlo por completo, pero sus ojos parecen evaluar cada palabra que dices, cada gesto que haces.

—Bien —responde al fin, con su tono grave y directo—. Puedes dejar tus cosas en la sala junto al almacén. Es donde guardamos las pertenencias de los que aún no tienen habitación asignada. Sígueme.

Empiezas a caminar junto a él por los pasillos del cuartel. Su paso es firme, pero relajado, y por primera vez parece dispuesto a hablar más allá de lo estrictamente necesario. Observas cómo mide meticulosamente todo lo que hace, y observa cada desperfecto en las instalaciones chasqueando con la lengua. Desde una papelera rota, un cuadro torcido... Cosas que a priori no tienen mucha importancia, pero él parece dársela.

—Hasta que el papeleo de tu traslado no esté completado, no podrán asignarte ninguna misión oficial —te explica, sin girarse hacia ti—. Pero eso no significa que tengas que quedarte de brazos cruzados. Si quieres entrenar, te doy luz verde. De hecho, prefiero ver cómo te mueves antes de que te metan en algo serio.

La caminata hasta la sala no es demasiado larga, pero te permite observar el ir y venir de otros marines. Algunos te lanzan miradas curiosas, pero la mayoría está demasiado concentrada en sus tareas para prestar atención al "nuevo". Cuando llegáis, Shawn abre la puerta de una sala pequeña y sencilla. Dentro, ves una fila de taquillas metálicas, todas numeradas, y un par de bancos para sentarse.

—Elige una taquilla y deja tus cosas ahí. Esto es temporal, pero suficiente por ahora.

Si sigues sus instrucciones, verás que cada taquilla tiene una llave. Asegúrate de que todo está en orden, comprueba bien que has cerrado la taquilla, y no habrá ningún problema. Tras ello, Shawn da por hecho que le seguirás y sigue caminando.

El recorrido continúa hacia el patio de entrenamiento, y al llegar, tus oídos se llenan con los sonidos familiares de golpes, órdenes y el impacto de cuerpos en combate. Shawn señala uno de los rings de boxeo, un cuadrilátero sencillo pero bien mantenido que está libre en ese momento.

—Sube ahí —te dice, señalando con la cabeza—. Quiero ver de lo que eres capaz.

Me imagino que es una orden. Mientras tanto, llama a alguien desde el borde del cuadrilátero.

—¡Tyler! Ven aquí.

Un joven delgado pero claramente atlético, con una altura que te saca media cabeza, se acerca desde uno de los sacos de entrenamiento. Lleva los tobillos y las muñecas vendados, y su andar es ágil, casi despreocupado. Está visiblemente cansado y sudando bastante, debe llevar un rato entrenando. Hay algo en su postura que sugiere experiencia, aunque sin ostentación. Shawn le habla en voz baja, demasiado bajo para que lo escuches, pero puedes ver cómo Tyler asiente con una leve sonrisa antes de subir al ring. Por los gestos de Shawn parece que le está diciendo que vaya a bajo ritmo.

El joven se acerca a ti con la mano extendida.

—Tyler. Un gusto. ¿Preparado para sudar un poco? Shawn ha dicho que intentemos darle un asalto de dos minutos.

La forma relajada en la que habla y su tono amistoso no te engañan: este tipo sabe lo que hace. El ambiente en el ring cambia, y puedes sentir que estos dos minutos serán más intensos de lo que parecen.

cosis
#5
Jack Silver
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Jack escuchó con atención las instrucciones del teniente Shawn, sin perder detalle de su tono metódico y directo. La mirada evaluadora del oficial le resultaba familiar; había visto ese tipo de expresión antes en quienes buscaban descubrir el potencial detrás de las apariencias. Asintió con firmeza al oír que podría entrenar mientras resolvían los detalles de su traslado. La oportunidad de demostrar lo que podía hacer era justo lo que necesitaba.

Perfecto, señor. No me gustaría quedarme quieto.

Mientras caminaban hacia la sala de almacenamiento, el teniente parecía fijarse en cada pequeño detalle a su paso. Jack observó con cierta curiosidad cómo Shawn marcaba con chasquidos de lengua los desperfectos más insignificantes: una papelera fuera de lugar, un cuadro torcido... "Atención al detalle, supongo", pensó, reconociendo en silencio que aquella minuciosidad decía mucho del hombre que tenía frente a él.

Al llegar a la sala, Jack inspeccionó el espacio rápidamente. Era sencillo, funcional, sin nada demasiado llamativo. Eligió una de las taquillas metálicas, dejando su petate en el interior y asegurándose de cerrarla bien. Sería algo temporal, pero suficiente para alguien acostumbrado a adaptarse.

Siguió al teniente al patio de entrenamiento, donde los sonidos de golpes, órdenes y gritos le resultaron casi reconfortantes. Observó con interés el cuadrilátero vacío al que Shawn señaló. Apenas escuchó la orden de subir, ya estaba ajustando las vendas en su brazo derecho, un reflejo casi automático antes de cualquier pelea. ¿Cómo las ajustaba? Con los dientes, está claro.

Entendido, señor.

Mientras subía al ring, sus ojos se fijaron en el joven que Shawn había llamado: Tyler. Su postura relajada y sus movimientos fluidos lo delataban como alguien con experiencia. La primera impresión le arrancó una ligera sonrisa; sería un buen desafío. Estrechó la mano del chico con firmeza, notando la fuerza controlada en su apretón.

Jack Silver, encantado. Y sí, siempre estoy listo para sudar un poco.

Mientras retrocedía hacia su esquina del cuadrilátero, comenzó a ajustar su postura, flexionando ligeramente las rodillas y levantando su único brazo en guardia. Podía sentir la energía del ambiente cambiar, el aire cargado de una anticipación silenciosa. Tyler no parecía subestimarlo, algo que Jack agradeció. En esos dos minutos no se trataba solo de medir habilidades físicas; era una oportunidad para demostrar su determinación y, quizás, ganarse un poco de respeto. Por un instante todo ruido externo desapareció. Solo quedaban ellos dos y el cuadrilátero. "Dos minutos, ¿eh?", pensó, esbozando una pequeña sonrisa confiada. "Hagámoslo interesante."



Resumen
#6
Raiga Gin Ebra
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El combate comienza apenas suena la voz de Shawn indicando que ya os podéis calentar un poco las caras. Tyler no pierde un segundo; da un par de pasos ligeros hacia un costado, midiendo la distancia con rapidez. Sin previo aviso, lanza una patada alta directa hacia tu pecho. Su pierna se eleva con una velocidad sorprendente, buscando imponerse desde el primer golpe y obligarte a retroceder. Sus patadas van con bastante fuerza, la verdad, y su agilidad y rapidez con esos movimientos de piernas probablemente sean un problema.

Sin darte tiempo a acomodarte, Tyler pivota sobre su pierna de apoyo y gira con fluidez, lanzando una segunda patada, esta vez más alta, dirigida directamente hacia tu rostro. Parece que va incrementando sus ofensivas. La precisión en su movimiento es casi impecable, y aunque parece contener algo de su fuerza, no hay dudas de que no pretende tomárselo a la ligera.

Mantiene la distancia entre ambos, moviéndose con agilidad para evitar cualquier intento de reducir el espacio. Sus ojos se fijan en cada movimiento que haces, y su cuerpo parece responder de inmediato, como si estuviera acostumbrado a analizar cada pequeño cambio en la postura de un oponente. Sin duda su principal virtud debe ser esa agilidad y movimientos de pies que hace. Parece dispuesto a reaccionar al momento a cualquier estímulo que le generes. Después de un instante de evaluación, su estrategia parece clara: mantenerte a raya con golpes de largo alcance.

Tyler lanza otra patada frontal, esta vez con la intención de empujar y desestabilizarte. Pero no se detiene ahí. Tan pronto como su pie toca el suelo, su cuerpo se inclina ligeramente hacia un lado a gran velocidad, buscando tu flanco izquierdo, ese lado donde falta tu brazo. Uhhh, algunos lo llamarán estratega, otros guarro... El caso es que parece que va a explotar ese bug. Un destello de comprensión pasa por su mirada, como si se diera cuenta de que allí podría encontrar una brecha en tu defensa.

Sin dudarlo, se aproxima con un par de pasos rápidos y lanza un combo directo: un golpe corto con su pierna izquierda, dirigido a la altura de tus costillas, seguido de un gancho con la derecha que busca tu rostro. Ambos movimientos son rápidos y precisos, destinados a probar la efectividad de tu guardia en esa área. Sin duda sabe por dónde hará más daño. O eso cree, claro.

Los dos minutos parecen alargarse, y Tyler no muestra señales de cansancio. Su agresividad calculada se combina con movimientos fluidos que también son vistosos desde fuera, demostrando una habilidad que claramente ha sido pulida con práctica y entrenamiento. Quizá en el futuro seáis buenos amigos, pero en ese momento parece que no hay ninguna posibilidad de ello. En cualquier caso, este tipo sabe lo que hace y ha sido capaz de establecer una estrategia rápidamente. Quizá no es la más vistosa, ni la más elegante, pero sí que parece la más efectiva. No hay espacio para la duda en sus ataques, y aunque Shawn le dijo que fuera suave, Tyler parece decidido a ponerte a prueba. Una prueba que no sabemos si podrás superar.
#7
Jack Silver
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Jack apretó su único puño al notar cómo Tyler se movía con fluidez, midiendo cada paso y sin dar tregua. El primer golpe llegó rápido, una patada al pecho que apenas logró esquivar con un paso hacia atrás, sintiendo cómo el aire cortado pasaba a centímetros de su torso. "Este tío no pierde el tiempo", pensó, ajustando su guardia al instante. Pero la siguiente patada no fue tan sencilla de evitar: vio el movimiento de su oponente, pero la velocidad fue suficiente para alcanzarlo. El impacto rozó su mejilla, haciendo que girara ligeramente el rostro por la fuerza, aunque rápidamente recuperó su posición. "Esto será interesante".

No había margen para relajarse. Tyler lanzó otra patada, de nuevo frontal, que logró bloquear al alzar su único brazo justo a tiempo. Sin embargo, el impacto lo hizo retroceder un paso, notando la fuerza detrás de cada ataque del joven marine. Su mente trabajaba rápido, analizando los movimientos del rival. Era ágil, tenía un buen control del rango y claramente estaba intentando mantenerlo a distancia. "Muy bien, Tyler, juguemos a tu ritmo por ahora", pensó mientras dejaba escapar una exhalación controlada.

Cuando Tyler se desplazó hacia su flanco izquierdo, Jack supo enseguida que intentaría aprovechar la falta de su brazo. No pudo reaccionar a tiempo para bloquear el primer golpe a sus costillas, gruñendo al sentir el impacto. El gancho que le siguió fue más fácil de prever: inclinó su torso hacia atrás, permitiendo que el puño de Tyler pasara de largo, y rápidamente cerró la distancia con un paso adelante, buscando acabar con su estrategia de mantenerlo a raya.

Yo también se jugar...

Con esa declaración, lanzó un jab rápido hacia el rostro del joven, seguido de un gancho descendente que buscaba atacar su zona media. No se trataba de golpes excesivamente fuertes, sino de medir las reacciones de Tyler, de entender cómo respondía bajo presión. Jack confiaba en encontrar un ritmo propio y aprovechar cada oportunidad.

La segunda vez que Tyler intentó explotar su flanco izquierdo, Jack lo dejó actuar. Retrocedió ligeramente, dando la impresión de que no podría defenderse. Cuando el golpe llegó, giró su torso hacia el lado opuesto, dejando que el ataque fallara por unos centímetros, y aprovechó la cercanía para lanzarse hacia él. Con un movimiento rápido, sujetó la pierna que había quedado extendida con su único brazo, girando su propio cuerpo para buscar desequilibrarlo y llevarlo al suelo.

Si el movimiento funcionaba, buscaría inmovilizarlo con una llave básica, usando el peso de su cuerpo para limitar los movimientos de Tyler y demostrar que incluso con desventajas físicas podía encontrar una apertura. Pero no asumió el resultado; la intensidad del combate lo mantenía concentrado, listo para adaptarse a cualquier respuesta que Tyler pudiera darle.

No está mal para empezar, ¿no? —exclamó con una sonrisa confiada, manteniendo la guardia alta, listo para el siguiente movimiento.



Resumen
#8
Raiga Gin Ebra
-
Tyler cae al suelo con un golpe seco, sorprendido por la rapidez de tu movimiento. Quizá se ha confiado demasiado al impactar un par de golpes, pero si hay algo que debemos saber en un combate, es que todo puede girar en un segundo, ¿verdad?

Sientes la resistencia de su cuerpo mientras aplicas la llave, usando tu peso para mantenerlo bajo control. Por un instante, parece que el combate podría inclinarse a tu favor. Pero Tyler no se rinde tan fácilmente. No creo que creyeses lo mismo. Y si lo creías, lo siento, no ha pasado así.

Desde su posición, empieza a lanzar golpes hacia tu cabeza, buscando liberarse con agresividad. La verdad es que lanza un montón, pero solo cinco impactan en ti, los demás se pierden en el aire. Dos van dirigidos a tu mejilla, mientras que tres a tu mandíbula. Durante cada golpe, Tyler se mueve con fuerza, intentando soltarse. Quizá por ello erra tantos.

Finalmente, logra encontrar un resquicio en tu llave para poder girar y liberarse. Se le ve visiblemente cansado. Salir de tu llave le ha gastado mucha más energía que a ti hacerla. Tyler aprovecha la oportunidad para rodar hacia atrás, creando algo de espacio entre ambos. Se levanta con rapidez, limpiándose el sudor de la frente y evaluando la situación. Su respiración es elevada, y el pecho se hace grande y pequeño a gran velocidad.

Mientras la pausa parece ser su estrategia, Tyler te estudia por un momento, calculando su próximo movimiento. El tiempo de pausa no dura mucho. Tyler, con un destello de determinación en los ojos, corre hacia ti y salta, lanzando una patada voladora directa a tu pecho. El aire se corta con el impulso de su movimiento, y puedes sentir la fuerza y velocidad detrás de la maniobra, una clara intención de derribarte de forma contundente y lanzada con una gran energía.

El impacto, si alcanza, promete ser devastador. Tyler cae con gracia tras ejecutar la patada, aterrizando a unos pasos de distancia, respirando algo más agitado aún ahora. Sus manos se acercan a su frente, y lo ves tocarse la cabeza. Es entonces cuando notas algo que antes no habías percibido: un leve rastro de sangre en sus dedos.

—Vaya... —murmura, casi para sí mismo, mientras evalúa la herida. Su rostro no muestra enfado ni frustración, más bien una mezcla de sorpresa y respeto. Sin embargo, no parece dispuesto a dar por terminado el combate, manteniéndose en guardia mientras retrocede un poco más, dándose unos segundos para decidir su próximo movimiento. Si es que lo hay.

El ambiente en el cuadrilátero está cargado de tensión, y aunque el ritmo de la pelea parece haberse ralentizado, ambos saben que el enfrentamiento aún está lejos de terminar.
#9
Jack Silver
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Mientras mantenía la llave en Tyler, Jack sintió el impacto de los golpes. Los primeros puñetazos hacia su cabeza lo hicieron gruñir, forzándolo a mantener la presión con su único brazo mientras buscaba aguantar el asalto. Los impactos en su mandíbula y mejilla comenzaron a acumularse; el ardor y el leve sabor metálico en su boca confirmaron que había terminado con el labio partido. Apretó los dientes, tratando de no perder la concentración, pero Tyler, con fuerza y determinación, logró girar su cuerpo lo suficiente como para liberarse.

Cuando su oponente rodó hacia atrás, Jack se levantó rápidamente, limpiándose con el dorso de la mano el rastro de sangre en el labio inferior. Su respiración era pesada, y los músculos de su cuerpo comenzaban a quejarse por el esfuerzo explosivo. A pesar de ello, mantuvo su postura en guardia, observando cada movimiento de Tyler. "No va a ser fácil, pero nada que valga la pena lo es."

El aire pareció detenerse por un segundo cuando Tyler tomó impulso y lanzó una patada voladora. Jack no retrocedió; en cambio, alzó su antebrazo derecho en un ángulo defensivo, bloqueando el impacto antes de que alcanzara su pecho de lleno. El golpe aún tuvo fuerza suficiente para hacerle retroceder y clavar la rodilla en el suelo, pero evitó un daño mayor. El ardor en el antebrazo era evidente, pero también lo era su voluntad de no ceder terreno.

Mientras Tyler se tocaba la frente, notando su propia herida, Jack aprovechó para ajustar su posición. Flexionó ligeramente las rodillas y mantuvo la guardia alta, con la mirada fija en los ojos de su compañero marine. No era momento de mostrar debilidad, aunque la fatiga ya era palpable. El sudor le caía por el rostro, mezclándose con la sangre de su labio partido. Su pecho subía y bajaba con rapidez, pero en su expresión aún se podía ver el mismo destello de confianza.

Nada mal, colega. Pero espero que no estés pensando en rendirte tan pronto. —dijo, esbozando una sonrisa que, a pesar de todo, mantenía su determinación.

Con pasos firmes, avanzó nuevamente para retomar la iniciativa. Lanzó un directo rápido hacia el rostro de su oponente, seguido de un golpe con la rodilla hacia la zona media —sí, la rodilla del muñón—. Sus movimientos, aunque un poco más lentos por el cansancio, seguían siendo precisos, buscando mantener la presión sobre Tyler y obligarlo a gastar más energía.

Buscando una pequeña apertura, pivotó sobre su pierna izquierda y lanzó una patada baja con la derecha, apuntando a la pierna de apoyo de su oponente. Utilizar la prótesis como apoyo en un ataque como ese era una jugada muy arriesgada, pero había entrenado duro para ser capaz de ese tipo de movimientos. Y aunque no era un ataque particularmente fuerte, su intención era desequilibrarlo y ganar algo de control en el cuadrilátero. Apenas lo hizo, avanzó nuevamente, intentando atrapar a Tyler en un agarre lateral.

Sin embargo, los latidos acelerados en su pecho y el peso acumulado del combate eran innegables. Cada paso, cada golpe, se sentía más pesado que el anterior. El calor en su rostro y la tensión en sus músculos le recordaban que el combate también estaba pasando factura en él. Pero su orgullo y voluntad lo mantenían en pie. Aunque sus movimientos no eran tan fluidos como al inicio, su mirada seguía siendo la misma: decidida y desafiante.

¿Qué tal va mi evaluación? —preguntó con una media sonrisa.



Resumen
#10


Salto de foro:


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