Mayura Pavone
El Pavo Real del Oceano
Hace 6 horas
Pueblo de Rostock, Isla Kilombo, Día 32 de Verano del Año 724…
La noche comenzaba a descender lentamente sobre el pueblo de Rostock, envolviéndolo en un velo de penumbra que intensificaba las luces amarillentas de las lámparas en las calles. Mayura, el autodenominado Pavo Real del Océano, caminaba con gracia por las adoquinadas calles del pueblo, vistiendo sus mejores galas después de un día aparentemente tranquilo. Su elegancia contrastaba con la sencillez del ambiente, y su presencia, como siempre, atraía algunas miradas curiosas de los lugareños.
En su paseo nocturno, sus oídos atentos captaron fragmentos de una conversación que llamaron su atención. Dos pescadores hablaban en voz baja, mirando constantemente a su alrededor como si temieran ser escuchados. — La criatura apareció de nuevo anoche. Otro cuerpo sin sangre. — murmuró uno de ellos con una mezcla de temor y asombro. — ¿Y qué hizo el alcalde? Nada, como siempre. — respondió el otro, bajando aún más la voz. Mayura, intrigado por la mención de la "criatura" y el misterio que la rodeaba, dejó escapar una leve sonrisa. La curiosidad siempre había sido uno de sus mayores defectos, o cualidades, según su perspectiva. Le era imposible resistirse a la idea de un enigma que sacudiera al pueblo, era algo demasiado tentador como para ignorarlo. Decidido a indagar más, ajustó su chaleco y avanzó hacia una de las tabernas más concurridas del pueblo, una donde su nombre ya había quedado manchado con anterioridad.
Al entrar, el bullicio de conversaciones y risas disminuyó ligeramente. Mayura no pasó desapercibido; su presencia destacaba entre los rostros curtidos de los pescadores, mercaderes y demás presentes. Con una sonrisa confiada, se dirigió al tabernero, apoyando una mano en la barra. — Buenas noches, querido. Escuché rumores sobre… algo fascinante... perdón digo inquietante. Una criatura, que según dicen, se alimenta de sangre. — Su tono era calmado, casi casual, como si estuviera hablando del clima, aunque su sonrisa reflejaba un poco de entusiasmo. El tabernero, un hombre robusto y calvo, le lanzó una mirada desconfiada antes de responder. — Aquí no nos gustan los rumores, forastero. Pero si insistes, han encontrado cuerpos vacíos de sangre en los últimos días. Siempre ocurre de noche, y nadie ha visto nada. — Dijo en voz baja, como si temiera que alguien escuchara.
Mayura, satisfecho con la respuesta, agradeció al hombre con una ligera inclinación de cabeza y se giró hacia el resto de la taberna. Observó los rostros de los presentes, buscando a alguien que pareciera dispuesto a hablar. Finalmente, se acercó a un grupo de hombres sentados cerca de la chimenea. — Caballeros, no pude evitar escuchar sobre esta criatura. ¿Qué saben de ella? — Preguntó, inclinándose ligeramente hacia ellos con su característica sonrisa intrigante.
Uno de los hombres, un joven de aspecto nervioso se inclinó hacia adelante. — Dicen que es una bestia que solo sale de noche. Ataca en silencio y deja a sus víctimas vacías… como si fueran sacos de piel. — Sus palabras causaron un murmullo entre los presentes, algunos asentían con temor, mientras otros se limitaban a murmurar entre sí. Sin embargo, no todos compartían el mismo entusiasmo por el misterio. Tres hombres corpulentos, que habían estado observando a Mayura desde que entró, se levantaron de su mesa. El más grande de ellos, un hombre de barba espesa y mirada feroz se acercó a él con pasos firmes. — ¿Y tú quién eres para venir aquí a asustar a nuestra gente con esas tonterías? — comentó con un tono grave y lleno de enojo, cruzándose de brazos mientras los otros dos se posicionaban a su lado, formando una barrera intimidante. Mayura, lejos de intimidarse, mantuvo su porte elegante y su sonrisa irónica. — ¿Asustar? Querido, solo estoy buscando respuestas. ¿O acaso eres tú quien se siente asustado? — Respondió con un tono que combinaba burla y desafío.
Las palabras de Mayura fueron suficientes para encender la chispa del conflicto. El hombre de la barba dio un paso más cerca, apuntando un dedo acusador hacia el pecho de Mayura. — Lo que haces aquí es divulgar mentiras. No necesitamos a alguien como tú causando problemas. ¿Por qué no tomas tu traje y tus tonterías y te largas? — Las palabras eran amenazantes, pero la calma en los ojos grises de Mayura dejó claro que no pensaba ceder. — Oh, querido, lamento profundamente que mi búsqueda de la verdad le incomode. Pero, si desea que me marche, tendrá que hacer algo más que simplemente hablar. — Declaró con un tono afilado como el filo de una de sus katanas, posando una de sus manos sobre el mango de una de estas.
Los hombres no necesitaron más provocación. Uno de ellos intentó lanzar un golpe hacia Mayura, pero el pirata, siempre ágil y preparado, esquivó con gracia, dejando que el puño del hombre impactara contra el respaldo de una silla. — Qué predecibles. — Murmuró Mayura antes de desenvainar dos de sus katanas con movimientos fluidos, su postura elegante pero lista para el combate.
La taberna estalló en caos, los otros dos hombres cargaron hacia él, pero Mayura giró sobre la punta de sus pies con una destreza impresionante, utilizando las katanas para desarmar a uno de ellos, dejando caer su arma al suelo. El segundo recibió un golpe contundente con el mango de una de las espadas, cayendo al suelo con un quejido de dolor. Finalmente, el hombre de la barba intentó abalanzarse sobre él, pero Mayura lo esquivó con facilidad, propinándole un golpe con la parte plana de una katana que lo dejó inconsciente al instante.
Los presentes en la taberna miraban con una mezcla de asombro y miedo mientras el Pavo Real del Océano se mantenía en pie, sus ropas impecables a pesar del enfrentamiento. Envainando sus katanas con un movimiento teatral, miró a los hombres inconscientes y luego al resto de los presentes. — Espero que esto les sirva de lección, queridos. Nunca subestimen a alguien que busca la verdad… ni mucho menos a alguien con mi porte. — Declaró antes de abandonar la taberna con pasos firmes, dejando tras de sí un silencio que solo fue roto por el susurro del viento nocturno, reanudando su búsqueda sobre aquella criatura de la que se hablaba.
La noche comenzaba a descender lentamente sobre el pueblo de Rostock, envolviéndolo en un velo de penumbra que intensificaba las luces amarillentas de las lámparas en las calles. Mayura, el autodenominado Pavo Real del Océano, caminaba con gracia por las adoquinadas calles del pueblo, vistiendo sus mejores galas después de un día aparentemente tranquilo. Su elegancia contrastaba con la sencillez del ambiente, y su presencia, como siempre, atraía algunas miradas curiosas de los lugareños.
En su paseo nocturno, sus oídos atentos captaron fragmentos de una conversación que llamaron su atención. Dos pescadores hablaban en voz baja, mirando constantemente a su alrededor como si temieran ser escuchados. — La criatura apareció de nuevo anoche. Otro cuerpo sin sangre. — murmuró uno de ellos con una mezcla de temor y asombro. — ¿Y qué hizo el alcalde? Nada, como siempre. — respondió el otro, bajando aún más la voz. Mayura, intrigado por la mención de la "criatura" y el misterio que la rodeaba, dejó escapar una leve sonrisa. La curiosidad siempre había sido uno de sus mayores defectos, o cualidades, según su perspectiva. Le era imposible resistirse a la idea de un enigma que sacudiera al pueblo, era algo demasiado tentador como para ignorarlo. Decidido a indagar más, ajustó su chaleco y avanzó hacia una de las tabernas más concurridas del pueblo, una donde su nombre ya había quedado manchado con anterioridad.
Al entrar, el bullicio de conversaciones y risas disminuyó ligeramente. Mayura no pasó desapercibido; su presencia destacaba entre los rostros curtidos de los pescadores, mercaderes y demás presentes. Con una sonrisa confiada, se dirigió al tabernero, apoyando una mano en la barra. — Buenas noches, querido. Escuché rumores sobre… algo fascinante... perdón digo inquietante. Una criatura, que según dicen, se alimenta de sangre. — Su tono era calmado, casi casual, como si estuviera hablando del clima, aunque su sonrisa reflejaba un poco de entusiasmo. El tabernero, un hombre robusto y calvo, le lanzó una mirada desconfiada antes de responder. — Aquí no nos gustan los rumores, forastero. Pero si insistes, han encontrado cuerpos vacíos de sangre en los últimos días. Siempre ocurre de noche, y nadie ha visto nada. — Dijo en voz baja, como si temiera que alguien escuchara.
Mayura, satisfecho con la respuesta, agradeció al hombre con una ligera inclinación de cabeza y se giró hacia el resto de la taberna. Observó los rostros de los presentes, buscando a alguien que pareciera dispuesto a hablar. Finalmente, se acercó a un grupo de hombres sentados cerca de la chimenea. — Caballeros, no pude evitar escuchar sobre esta criatura. ¿Qué saben de ella? — Preguntó, inclinándose ligeramente hacia ellos con su característica sonrisa intrigante.
Uno de los hombres, un joven de aspecto nervioso se inclinó hacia adelante. — Dicen que es una bestia que solo sale de noche. Ataca en silencio y deja a sus víctimas vacías… como si fueran sacos de piel. — Sus palabras causaron un murmullo entre los presentes, algunos asentían con temor, mientras otros se limitaban a murmurar entre sí. Sin embargo, no todos compartían el mismo entusiasmo por el misterio. Tres hombres corpulentos, que habían estado observando a Mayura desde que entró, se levantaron de su mesa. El más grande de ellos, un hombre de barba espesa y mirada feroz se acercó a él con pasos firmes. — ¿Y tú quién eres para venir aquí a asustar a nuestra gente con esas tonterías? — comentó con un tono grave y lleno de enojo, cruzándose de brazos mientras los otros dos se posicionaban a su lado, formando una barrera intimidante. Mayura, lejos de intimidarse, mantuvo su porte elegante y su sonrisa irónica. — ¿Asustar? Querido, solo estoy buscando respuestas. ¿O acaso eres tú quien se siente asustado? — Respondió con un tono que combinaba burla y desafío.
Las palabras de Mayura fueron suficientes para encender la chispa del conflicto. El hombre de la barba dio un paso más cerca, apuntando un dedo acusador hacia el pecho de Mayura. — Lo que haces aquí es divulgar mentiras. No necesitamos a alguien como tú causando problemas. ¿Por qué no tomas tu traje y tus tonterías y te largas? — Las palabras eran amenazantes, pero la calma en los ojos grises de Mayura dejó claro que no pensaba ceder. — Oh, querido, lamento profundamente que mi búsqueda de la verdad le incomode. Pero, si desea que me marche, tendrá que hacer algo más que simplemente hablar. — Declaró con un tono afilado como el filo de una de sus katanas, posando una de sus manos sobre el mango de una de estas.
Los hombres no necesitaron más provocación. Uno de ellos intentó lanzar un golpe hacia Mayura, pero el pirata, siempre ágil y preparado, esquivó con gracia, dejando que el puño del hombre impactara contra el respaldo de una silla. — Qué predecibles. — Murmuró Mayura antes de desenvainar dos de sus katanas con movimientos fluidos, su postura elegante pero lista para el combate.
La taberna estalló en caos, los otros dos hombres cargaron hacia él, pero Mayura giró sobre la punta de sus pies con una destreza impresionante, utilizando las katanas para desarmar a uno de ellos, dejando caer su arma al suelo. El segundo recibió un golpe contundente con el mango de una de las espadas, cayendo al suelo con un quejido de dolor. Finalmente, el hombre de la barba intentó abalanzarse sobre él, pero Mayura lo esquivó con facilidad, propinándole un golpe con la parte plana de una katana que lo dejó inconsciente al instante.
Los presentes en la taberna miraban con una mezcla de asombro y miedo mientras el Pavo Real del Océano se mantenía en pie, sus ropas impecables a pesar del enfrentamiento. Envainando sus katanas con un movimiento teatral, miró a los hombres inconscientes y luego al resto de los presentes. — Espero que esto les sirva de lección, queridos. Nunca subestimen a alguien que busca la verdad… ni mucho menos a alguien con mi porte. — Declaró antes de abandonar la taberna con pasos firmes, dejando tras de sí un silencio que solo fue roto por el susurro del viento nocturno, reanudando su búsqueda sobre aquella criatura de la que se hablaba.