Jack Silver
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28-11-2024, 11:09 PM
El cuartel de la Marina hervía con actividad. Los gritos de los instructores resonaban como ecos autoritarios, mezclándose con el ruido de botas sobre el suelo de gravilla y el constante golpeteo de puños contra sacos de entrenamiento. Era un caos organizado, diseñado para poner a prueba los límites de cada aspirante. Para el joven aspirante, el ambiente se había convertido en algo casi familiar, aunque no por eso menos desafiante.
Después de las agotadoras pruebas físicas, ahora el reclutamiento cambiaba de enfoque. En esta fase, los instructores buscaban algo más que fuerza o resistencia: querían medir la capacidad táctica de los reclutas y, quizá lo más difícil para muchos, su habilidad para trabajar en equipo. Para alguien acostumbrado a confiar solo en sí mismo, aquello suponía un reto distinto, uno que pondría a prueba tanto su paciencia como su capacidad de adaptarse.
—¡Reclutas! —gritó uno de los oficiales al mando, un hombre corpulento con un rostro severo y una cicatriz que cruzaba su mejilla izquierda—. A partir de ahora, vamos a evaluar vuestra capacidad para trabajar juntos. Aquí no importa lo fuerte o rápido que seas. Si no puedes colaborar, no eres útil para la Marina.
El oficial señaló un mapa desplegado sobre una mesa cercana. Representaba una versión simplificada del cuartel y sus alrededores, con varios puntos marcados en rojo.
—Vuestra misión es sencilla. Formaremos equipos, y cada uno deberá localizar y recuperar un objeto en una de estas ubicaciones. No os vamos a decir qué es lo que buscáis ni cómo lo encontraréis. Tendréis que usar vuestra cabeza y trabajar juntos para completar la tarea. Y recordad, el tiempo corre.
Cuando su nombre fue llamado, Jack se adelantó con paso firme. Observó cómo seleccionaban a los reclutas, agrupándolos en tríos. Los dos compañeros que le asignaron llamaron su atención de inmediato: un joven alto y nervioso que no paraba de moverse y un recluta corpulento que parecía más interesado en presumir de fuerza que en prestar atención a las instrucciones.
—Silver, Kruger, Lannister, sois el equipo tres —indicó el oficial con tono autoritario, señalando una de las zonas del mapa—. Este será vuestro punto de inicio. Y os lo advierto, si no sois capaces de encontrar el objeto y trabajar juntos, seréis descartados del proceso.
Observó a sus compañeros mientras caminaban hacia el punto designado. Kruger, el nervioso, parecía a punto de explotar por la presión, mientras que Lannister no dejaba de flexionar los brazos y sonreír con autosuficiencia. "Genial, el equipo perfecto" pensó con una mezcla de sarcasmo y resignación.
—Vale, chicos —comenzó finalmente, deteniéndose y señalando el mapa que les habían entregado—. Esto será fácil si nos organizamos. Así que dejemos claro algo desde el principio: no importa quién sea el más fuerte o el más rápido. Aquí lo importante es cómo trabajamos juntos.
Kruger asintió rápidamente, aunque su mirada seguía llena de inseguridad. El corpulento, por otro lado, bufó, cruzando los brazos.
—¿Quién te ha puesto al mando? ¿Y tú qué vas a hacer con un solo brazo?
Jack se giró lentamente hacia él, dirigiéndole una mirada fija y penetrante.
—¿Crees que puedes dirigirnos? Adelante. Pero si fallamos, será tu culpa. ¿O prefieres que trabajemos como un equipo y consigamos superar esta prueba?
Lannister lo miró en silencio durante unos segundos antes de soltar un gruñido y asentir. La respuesta era suficiente para seguir adelante. Trazando una ruta en el mapa, Silver explicó cómo avanzarían hacia el primer punto señalado.
El recorrido hasta la primera ubicación estuvo cargado de tensiones, como un campo minado que amenazaba con explotar en cualquier momento. Kruger, con su nerviosismo palpable, tropezaba cada pocos pasos, lanzando murmullos de disculpa que no hacían más que añadir a la incomodidad del momento. Por su parte, Lannister seguía con su retahíla de comentarios arrogantes, proclamando lo sencillo que sería si le dejaban resolver todo a su manera. El contraste entre ambos era tan evidente que casi parecía un ejercicio diseñado para medir la paciencia de quien estuviera a su alrededor.
Jack avanzaba en silencio, reprimiendo un suspiro mientras intentaba mantener la calma. Su ojo se movía constantemente, evaluando el terreno y buscando cualquier señal de que se acercaban al objetivo. Mantener la compostura era crucial, tanto para encontrar el objeto como para evitar que el equipo se desmoronara por completo.
Cuando llegaron al primer punto, un pequeño almacén en desuso, el ambiente cambió. El interior estaba impregnado de calor y un silencio opresivo, solo roto por el eco de sus pasos. Las cajas apiladas formaban sombras alargadas que parecían observarles, como si el lugar pretendiese ponerles nerviosos. Fue Silver quien tomó la delantera, recorriendo con la mirada cada rincón mientras sus compañeros empezaban a explorar a su manera.
—¡Aquí no hay nada! —gruñó Lannister, golpeando una caja con frustración, como si el ruido fuera a hacer aparecer mágicamente el objeto perdido.
El tuerto se detuvo en seco y respiró profundamente antes de girarse hacia él, manteniendo un tono calmado, aunque firme.
—¿Y si dejamos de quejarnos y usamos la cabeza? Buscad algo que parezca fuera de lugar.
La sugerencia surtió efecto, al menos en parte. Kruger comenzó a revisar con más detenimiento. Su expresión cambió repentinamente cuando, tras mover un montón de sacos, descubrió una pequeña caja metálica. Las manos le temblaban al abrirla, revelando en su interior una llave de aspecto antiguo y algo desgastado. Jack la tomó con cuidado, levantándola para que los demás pudieran verla. Una breve sonrisa cruzó su rostro.
—Buen trabajo, colega. Sigamos, el siguiente punto nos espera.
El segundo destino era un pequeño claro en las afueras del cuartel, y desde el momento en que llegaron, entendieron que sería más complicado. Les aguardaba un grupo de marines, armados con armas de práctica. La misión era clara: recuperar el siguiente objeto sin ser "eliminados". El ambiente era tenso, y cada paso que daban parecía amplificar esa sensación.
Silver reaccionó rápidamente y, con palabras directas, explicó su plan: dividir al equipo para flanquear a los oponentes mientras él servía de distracción. Lannister bufó, pero siguió las instrucciones a regañadientes, mientras que Kruger, aunque visiblemente inseguro, respiró hondo y asintió.
Avanzó con pasos calculados, moviéndose con agilidad entre los arbustos y atrayendo la atención de los "enemigos". Su velocidad y reflejos le permitieron mantenerse fuera del alcance de los ataques, forzando a los marines a concentrarse en él mientras sus compañeros se deslizaban hacia el objetivo. Kruger logró mantener la compostura el tiempo suficiente para moverse con sigilo. Lannister, por su parte, usó su fuerza para proteger la retirada una vez alcanzaron la bandera roja, clavada en el suelo como un trofeo esperando ser tomado.
El equipo se reunió al pie de la bandera, jadeantes pero triunfantes. El orgullo que sintió Jack no era desmesurado, pero sí sincero. A pesar de sus diferencias y los roces iniciales, habían logrado superar juntos un desafío que exigía algo más que fuerza bruta.
De vuelta al cuartel, el oficial les observaba desde la distancia, con su mirada analítica revisando cada detalle de los objetos recuperados. Finalmente, se acercó con una expresión que mezclaba sorpresa y aprobación.
—Nada mal, equipo tres. Puede que tengáis un futuro aquí después de todo.
Cubierto de sudor y con los músculos ardiendo por el esfuerzo y el cansancio acumulado, Silver esbozó una ligera sonrisa.
Después de las agotadoras pruebas físicas, ahora el reclutamiento cambiaba de enfoque. En esta fase, los instructores buscaban algo más que fuerza o resistencia: querían medir la capacidad táctica de los reclutas y, quizá lo más difícil para muchos, su habilidad para trabajar en equipo. Para alguien acostumbrado a confiar solo en sí mismo, aquello suponía un reto distinto, uno que pondría a prueba tanto su paciencia como su capacidad de adaptarse.
—¡Reclutas! —gritó uno de los oficiales al mando, un hombre corpulento con un rostro severo y una cicatriz que cruzaba su mejilla izquierda—. A partir de ahora, vamos a evaluar vuestra capacidad para trabajar juntos. Aquí no importa lo fuerte o rápido que seas. Si no puedes colaborar, no eres útil para la Marina.
El oficial señaló un mapa desplegado sobre una mesa cercana. Representaba una versión simplificada del cuartel y sus alrededores, con varios puntos marcados en rojo.
—Vuestra misión es sencilla. Formaremos equipos, y cada uno deberá localizar y recuperar un objeto en una de estas ubicaciones. No os vamos a decir qué es lo que buscáis ni cómo lo encontraréis. Tendréis que usar vuestra cabeza y trabajar juntos para completar la tarea. Y recordad, el tiempo corre.
Cuando su nombre fue llamado, Jack se adelantó con paso firme. Observó cómo seleccionaban a los reclutas, agrupándolos en tríos. Los dos compañeros que le asignaron llamaron su atención de inmediato: un joven alto y nervioso que no paraba de moverse y un recluta corpulento que parecía más interesado en presumir de fuerza que en prestar atención a las instrucciones.
—Silver, Kruger, Lannister, sois el equipo tres —indicó el oficial con tono autoritario, señalando una de las zonas del mapa—. Este será vuestro punto de inicio. Y os lo advierto, si no sois capaces de encontrar el objeto y trabajar juntos, seréis descartados del proceso.
Observó a sus compañeros mientras caminaban hacia el punto designado. Kruger, el nervioso, parecía a punto de explotar por la presión, mientras que Lannister no dejaba de flexionar los brazos y sonreír con autosuficiencia. "Genial, el equipo perfecto" pensó con una mezcla de sarcasmo y resignación.
—Vale, chicos —comenzó finalmente, deteniéndose y señalando el mapa que les habían entregado—. Esto será fácil si nos organizamos. Así que dejemos claro algo desde el principio: no importa quién sea el más fuerte o el más rápido. Aquí lo importante es cómo trabajamos juntos.
Kruger asintió rápidamente, aunque su mirada seguía llena de inseguridad. El corpulento, por otro lado, bufó, cruzando los brazos.
—¿Quién te ha puesto al mando? ¿Y tú qué vas a hacer con un solo brazo?
Jack se giró lentamente hacia él, dirigiéndole una mirada fija y penetrante.
—¿Crees que puedes dirigirnos? Adelante. Pero si fallamos, será tu culpa. ¿O prefieres que trabajemos como un equipo y consigamos superar esta prueba?
Lannister lo miró en silencio durante unos segundos antes de soltar un gruñido y asentir. La respuesta era suficiente para seguir adelante. Trazando una ruta en el mapa, Silver explicó cómo avanzarían hacia el primer punto señalado.
El recorrido hasta la primera ubicación estuvo cargado de tensiones, como un campo minado que amenazaba con explotar en cualquier momento. Kruger, con su nerviosismo palpable, tropezaba cada pocos pasos, lanzando murmullos de disculpa que no hacían más que añadir a la incomodidad del momento. Por su parte, Lannister seguía con su retahíla de comentarios arrogantes, proclamando lo sencillo que sería si le dejaban resolver todo a su manera. El contraste entre ambos era tan evidente que casi parecía un ejercicio diseñado para medir la paciencia de quien estuviera a su alrededor.
Jack avanzaba en silencio, reprimiendo un suspiro mientras intentaba mantener la calma. Su ojo se movía constantemente, evaluando el terreno y buscando cualquier señal de que se acercaban al objetivo. Mantener la compostura era crucial, tanto para encontrar el objeto como para evitar que el equipo se desmoronara por completo.
Cuando llegaron al primer punto, un pequeño almacén en desuso, el ambiente cambió. El interior estaba impregnado de calor y un silencio opresivo, solo roto por el eco de sus pasos. Las cajas apiladas formaban sombras alargadas que parecían observarles, como si el lugar pretendiese ponerles nerviosos. Fue Silver quien tomó la delantera, recorriendo con la mirada cada rincón mientras sus compañeros empezaban a explorar a su manera.
—¡Aquí no hay nada! —gruñó Lannister, golpeando una caja con frustración, como si el ruido fuera a hacer aparecer mágicamente el objeto perdido.
El tuerto se detuvo en seco y respiró profundamente antes de girarse hacia él, manteniendo un tono calmado, aunque firme.
—¿Y si dejamos de quejarnos y usamos la cabeza? Buscad algo que parezca fuera de lugar.
La sugerencia surtió efecto, al menos en parte. Kruger comenzó a revisar con más detenimiento. Su expresión cambió repentinamente cuando, tras mover un montón de sacos, descubrió una pequeña caja metálica. Las manos le temblaban al abrirla, revelando en su interior una llave de aspecto antiguo y algo desgastado. Jack la tomó con cuidado, levantándola para que los demás pudieran verla. Una breve sonrisa cruzó su rostro.
—Buen trabajo, colega. Sigamos, el siguiente punto nos espera.
El segundo destino era un pequeño claro en las afueras del cuartel, y desde el momento en que llegaron, entendieron que sería más complicado. Les aguardaba un grupo de marines, armados con armas de práctica. La misión era clara: recuperar el siguiente objeto sin ser "eliminados". El ambiente era tenso, y cada paso que daban parecía amplificar esa sensación.
Silver reaccionó rápidamente y, con palabras directas, explicó su plan: dividir al equipo para flanquear a los oponentes mientras él servía de distracción. Lannister bufó, pero siguió las instrucciones a regañadientes, mientras que Kruger, aunque visiblemente inseguro, respiró hondo y asintió.
Avanzó con pasos calculados, moviéndose con agilidad entre los arbustos y atrayendo la atención de los "enemigos". Su velocidad y reflejos le permitieron mantenerse fuera del alcance de los ataques, forzando a los marines a concentrarse en él mientras sus compañeros se deslizaban hacia el objetivo. Kruger logró mantener la compostura el tiempo suficiente para moverse con sigilo. Lannister, por su parte, usó su fuerza para proteger la retirada una vez alcanzaron la bandera roja, clavada en el suelo como un trofeo esperando ser tomado.
El equipo se reunió al pie de la bandera, jadeantes pero triunfantes. El orgullo que sintió Jack no era desmesurado, pero sí sincero. A pesar de sus diferencias y los roces iniciales, habían logrado superar juntos un desafío que exigía algo más que fuerza bruta.
De vuelta al cuartel, el oficial les observaba desde la distancia, con su mirada analítica revisando cada detalle de los objetos recuperados. Finalmente, se acercó con una expresión que mezclaba sorpresa y aprobación.
—Nada mal, equipo tres. Puede que tengáis un futuro aquí después de todo.
Cubierto de sudor y con los músculos ardiendo por el esfuerzo y el cansancio acumulado, Silver esbozó una ligera sonrisa.