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Odinson D. Shizu
Asesina de Espadas
09-12-2024, 04:10 AM
La base G-23 se encontraba en pleno ajetreo aquella mañana. El sol comenzaba a elevarse sobre el horizonte, tiñendo de naranja las aguas del mar, y las órdenes de patrullas y misiones ya se hacían escuchar en los pasillos de los cuarteles. Sin embargo, entre todo el bullicio, una figura destacaba por su inmenso tamaño, sobresaliendo como una montaña en medio de un valle de hombres y mujeres de estatura común. Era Odinson D. Shizu, alférez de la Marina, y miembro de la imponente tribu de gigantes. Con sus treinta y siete metros y medio de altura, Shizu era una de las más grandes de su raza, y esa magnitud se volvía tanto un beneficio como una maldición en su vida diaria.
A pesar de su naturaleza enérgica y risueña, Shizu tenía que lidiar con varios problemas derivados de su tamaño. Había aprendido a caminar con cuidado, siempre atento a no aplastar nada o a alguien sin querer. Las aceras de la base eran estrechas y el espacio no estaba diseñado para alguien de su tamaño, por lo que a menudo encontraba dificultades para moverse con agilidad. Su altura también traía complicaciones cuando intentaba interactuar con los demás. Cada vez que pasaba cerca del Pueblo Rostock, un pequeño asentamiento cercano a la base, los habitantes se apartaban a su paso, algunos aterrados por la sola presencia de una gigante. Para ellos, Shizu era una especie de ser mitológico, un monstruo de gran tamaño.
- ¡Lo siento! ¡Perdón! - Se escuchaba a menudo salir de sus labios, cada vez que accidentalmente causaba algún estruendo o rompía algo por su torpeza. Intentaba ser amable y comprensiva, pero su tamaño y fuerza natural le jugaban malas pasadas. Además, había algo que la incomodaba profundamente, el cuartel de la Marina. Aunque era alférez, no todas las instalaciones eran accesibles para ella. Las puertas eran demasiado pequeñas, los pasillos estaban diseñados para humanos comunes, y las sillas... bueno, las sillas eran un completo desastre. Durante sus reuniones, Shizu simplemente se tumbaba en el suelo, resignada a no poder sentarse de forma adecuada. A veces, la vergüenza se apoderaba de ella, sobre todo cuando sus compañeros no podían evitar mirarla en su inusual posición.
Pero lo peor, por supuesto, eran los barcos. Como miembro de la Marina, las misiones en el mar eran parte de su trabajo. Sin embargo, debido a su enorme tamaño, se encontraba en una constante lucha contra la infraestructura de los barcos. Los barcos de la Marina no estaban diseñados para soportar a una gigante, y siempre terminaba siendo un problema en las misiones. Con cada paso que daba, la madera crujía, las cubiertas temblaban, y su sola presencia ponía en peligro la estabilidad de la nave. Aunque intentaba ser cuidadosa, a menudo sentía que era más una carga que una ayuda.
Una tarde, tras regresar de una misión particularmente complicada, Shizu se sentó en la parte trasera del cuartel, mirando el cielo abierto mientras reflexionaba “Esto no puede seguir así” Pensaba, meditativa “Soy una gran guerrera, pero mi tamaño… me hace un estorbo. Soy una gigante, pero a veces siento que soy un error de la naturaleza. Todo lo que hago acaba siendo complicado” En su mente comenzaba a surgir una idea, algo que podría ser la solución a todos sus problemas.
Shizu era usuaria de la Suna Suna no Mi, la fruta de la arena, lo que le otorgaba la capacidad de transformarse en arena, generar arena y controlarla con una destreza impresionante. ¿Y si pudiera usar su Akuma no Mi para adaptarse mejor a su entorno? Pensó durante un momento, trazando en su mente un plan audaz “Podría reducir mi volumen, condensar mi cuerpo usando la arena y compactarme de forma que no ocupe tanto espacio. Si logro controlar bien esta técnica, podré mantener mi aspecto humano, pero en una forma más pequeña y sólida. No más problemas con las puertas, los barcos o las personas. Podré ser más ágil y efectiva, sin perder mi fuerza y habilidade”.
Con esa idea en mente, decidió comenzar a entrenar. Tenía que hacer algo al respecto, y si alguien podía lograrlo, esa era ella. Así que, durante los siete días siguientes, Shizu se dedicó a practicar en sus ratos libres. Fuera de las formaciones, las patrullas y las misiones, aprovechaba cualquier oportunidad para entrenar. Durante el día, cuando las tareas de la Marina la mantenían ocupada, se dedicaba a perfeccionar su técnica en el poco tiempo que quedaba. Cada tarde, al caer el sol, se retiraba a una zona aislada de la base, donde podía concentrarse sin distracciones.
El primer día fue, sin duda, el más difícil. Shizu comenzó a transformar su cuerpo en arena, disolviéndose lentamente hasta convertirse en una masa de gránulos dorados. Intentó compactarse, como había imaginado, pero pronto se dio cuenta de lo complicado que era controlar su propio cuerpo. A medida que comprimía la arena, su forma comenzaba a desmoronarse, perdiendo su estructura humana. Era como si estuviera construyendo algo muy frágil, que se deshizo con solo un pequeño error en el proceso.
“Esto es más difícil de lo que pensaba…” murmuró mientras intentaba recomponerse. Su cuerpo de arena se disolvió una vez más en una nube dorada, dejando a la gigante nuevamente en su forma original “No puedo dejarme vencer tan fácilmente. ¡Voy a conseguirlo!” A medida que pasaban los días, Shizu fue perfeccionando su técnica. Poco a poco, comenzó a comprender cómo comprimir su cuerpo de arena sin perder la forma ni el control. Al tercer día, ya era capaz de reducir su tamaño considerablemente, pero aún no podía mantener la forma durante mucho tiempo. Su cuerpo de arena se comprimía, pero cuando trataba de mantener la postura, empezaba a sentirse como si fuera a desmoronarse. Sabía que necesitaba más práctica.
En el cuarto día, Shizu aumentó la dificultad, intentando comprimir su cuerpo mientras se mantenía en movimiento. Caminó con cautela, asegurándose de no perder el control de su forma. Sus pies, en lugar de ser gigantescos, se volvieron compactos, casi del tamaño de los de un ser humano promedio. Pero la presión de mantener esa forma reducida comenzó a ser palpable. Su mente y cuerpo estaban sobrecargados de esfuerzo, pero la perseverancia de Shizu era inquebrantable.
El quinto día fue el más desafiante de todos. Mientras intentaba comprimir su torso, sintió que su cuerpo se estaba tornando inestable. En lugar de ceder a la frustración, Shizu respiró profundamente y centró su energía. Utilizó su habilidad de arena para estabilizar su estructura, manteniendo la forma sin perder la cohesión “Esto es lo que debo hacer. No solo quiero ser más pequeña, quiero ser más fuerte” Al sexto día, el resultado de su esfuerzo comenzó a dar frutos. Shizu ya podía reducir considerablemente su tamaño sin perder la estabilidad. Su cuerpo se volvió compacto, sin perder fuerza ni elasticidad. El proceso no era perfecto, pero se estaba acercando a la solución. Su volumen se había reducido de forma significativa, pero aún no era lo suficientemente sólida para mantenerse mucho tiempo en esa forma.
El séptimo día, la mañana del último entrenamiento, Shizu se encontraba lista. Su cuerpo estaba más comprimido que nunca, y aunque su figura seguía siendo grande, había logrado reducir su volumen en una proporción sorprendente. Se veía más ágil y mucho más flexible, como un gigante con la capacidad de moverse como una persona común. El proceso de compresión había tenido éxito “¡Lo logré!” Exclamó, sin poder contener una enorme sonrisa. Mientras veía sus manos, observando cómo la arena que las componía se mantenía firme, Shizu sintió una satisfacción indescriptible. Su idea había funcionado. Ahora, con la capacidad de reducir su tamaño y mantenerse firme en su forma compactada, podía moverse con mayor facilidad, acceder a espacios más pequeños y, sobre todo, ser mucho más eficaz en sus misiones.
En los días siguientes, Shizu continuó perfeccionando la técnica. Aunque había logrado un gran avance, sabía que aún quedaba mucho por aprender. Aún así, el cambio era evidente. Ya no era la gigante torpe que tropezaba por todos lados. Ahora, con su habilidad de arena, podía ser una aliada mucho más efectiva, sin importar las circunstancias. Con una renovada confianza, Shizu se sintió lista para enfrentar cualquier desafío que se presentara. Aunque su tamaño seguía siendo imponente, ahora tenía el control total de su cuerpo. Y eso, para una guerrera como ella, era todo lo que necesitaba.
A pesar de su naturaleza enérgica y risueña, Shizu tenía que lidiar con varios problemas derivados de su tamaño. Había aprendido a caminar con cuidado, siempre atento a no aplastar nada o a alguien sin querer. Las aceras de la base eran estrechas y el espacio no estaba diseñado para alguien de su tamaño, por lo que a menudo encontraba dificultades para moverse con agilidad. Su altura también traía complicaciones cuando intentaba interactuar con los demás. Cada vez que pasaba cerca del Pueblo Rostock, un pequeño asentamiento cercano a la base, los habitantes se apartaban a su paso, algunos aterrados por la sola presencia de una gigante. Para ellos, Shizu era una especie de ser mitológico, un monstruo de gran tamaño.
- ¡Lo siento! ¡Perdón! - Se escuchaba a menudo salir de sus labios, cada vez que accidentalmente causaba algún estruendo o rompía algo por su torpeza. Intentaba ser amable y comprensiva, pero su tamaño y fuerza natural le jugaban malas pasadas. Además, había algo que la incomodaba profundamente, el cuartel de la Marina. Aunque era alférez, no todas las instalaciones eran accesibles para ella. Las puertas eran demasiado pequeñas, los pasillos estaban diseñados para humanos comunes, y las sillas... bueno, las sillas eran un completo desastre. Durante sus reuniones, Shizu simplemente se tumbaba en el suelo, resignada a no poder sentarse de forma adecuada. A veces, la vergüenza se apoderaba de ella, sobre todo cuando sus compañeros no podían evitar mirarla en su inusual posición.
Pero lo peor, por supuesto, eran los barcos. Como miembro de la Marina, las misiones en el mar eran parte de su trabajo. Sin embargo, debido a su enorme tamaño, se encontraba en una constante lucha contra la infraestructura de los barcos. Los barcos de la Marina no estaban diseñados para soportar a una gigante, y siempre terminaba siendo un problema en las misiones. Con cada paso que daba, la madera crujía, las cubiertas temblaban, y su sola presencia ponía en peligro la estabilidad de la nave. Aunque intentaba ser cuidadosa, a menudo sentía que era más una carga que una ayuda.
Una tarde, tras regresar de una misión particularmente complicada, Shizu se sentó en la parte trasera del cuartel, mirando el cielo abierto mientras reflexionaba “Esto no puede seguir así” Pensaba, meditativa “Soy una gran guerrera, pero mi tamaño… me hace un estorbo. Soy una gigante, pero a veces siento que soy un error de la naturaleza. Todo lo que hago acaba siendo complicado” En su mente comenzaba a surgir una idea, algo que podría ser la solución a todos sus problemas.
Shizu era usuaria de la Suna Suna no Mi, la fruta de la arena, lo que le otorgaba la capacidad de transformarse en arena, generar arena y controlarla con una destreza impresionante. ¿Y si pudiera usar su Akuma no Mi para adaptarse mejor a su entorno? Pensó durante un momento, trazando en su mente un plan audaz “Podría reducir mi volumen, condensar mi cuerpo usando la arena y compactarme de forma que no ocupe tanto espacio. Si logro controlar bien esta técnica, podré mantener mi aspecto humano, pero en una forma más pequeña y sólida. No más problemas con las puertas, los barcos o las personas. Podré ser más ágil y efectiva, sin perder mi fuerza y habilidade”.
Con esa idea en mente, decidió comenzar a entrenar. Tenía que hacer algo al respecto, y si alguien podía lograrlo, esa era ella. Así que, durante los siete días siguientes, Shizu se dedicó a practicar en sus ratos libres. Fuera de las formaciones, las patrullas y las misiones, aprovechaba cualquier oportunidad para entrenar. Durante el día, cuando las tareas de la Marina la mantenían ocupada, se dedicaba a perfeccionar su técnica en el poco tiempo que quedaba. Cada tarde, al caer el sol, se retiraba a una zona aislada de la base, donde podía concentrarse sin distracciones.
El primer día fue, sin duda, el más difícil. Shizu comenzó a transformar su cuerpo en arena, disolviéndose lentamente hasta convertirse en una masa de gránulos dorados. Intentó compactarse, como había imaginado, pero pronto se dio cuenta de lo complicado que era controlar su propio cuerpo. A medida que comprimía la arena, su forma comenzaba a desmoronarse, perdiendo su estructura humana. Era como si estuviera construyendo algo muy frágil, que se deshizo con solo un pequeño error en el proceso.
“Esto es más difícil de lo que pensaba…” murmuró mientras intentaba recomponerse. Su cuerpo de arena se disolvió una vez más en una nube dorada, dejando a la gigante nuevamente en su forma original “No puedo dejarme vencer tan fácilmente. ¡Voy a conseguirlo!” A medida que pasaban los días, Shizu fue perfeccionando su técnica. Poco a poco, comenzó a comprender cómo comprimir su cuerpo de arena sin perder la forma ni el control. Al tercer día, ya era capaz de reducir su tamaño considerablemente, pero aún no podía mantener la forma durante mucho tiempo. Su cuerpo de arena se comprimía, pero cuando trataba de mantener la postura, empezaba a sentirse como si fuera a desmoronarse. Sabía que necesitaba más práctica.
En el cuarto día, Shizu aumentó la dificultad, intentando comprimir su cuerpo mientras se mantenía en movimiento. Caminó con cautela, asegurándose de no perder el control de su forma. Sus pies, en lugar de ser gigantescos, se volvieron compactos, casi del tamaño de los de un ser humano promedio. Pero la presión de mantener esa forma reducida comenzó a ser palpable. Su mente y cuerpo estaban sobrecargados de esfuerzo, pero la perseverancia de Shizu era inquebrantable.
El quinto día fue el más desafiante de todos. Mientras intentaba comprimir su torso, sintió que su cuerpo se estaba tornando inestable. En lugar de ceder a la frustración, Shizu respiró profundamente y centró su energía. Utilizó su habilidad de arena para estabilizar su estructura, manteniendo la forma sin perder la cohesión “Esto es lo que debo hacer. No solo quiero ser más pequeña, quiero ser más fuerte” Al sexto día, el resultado de su esfuerzo comenzó a dar frutos. Shizu ya podía reducir considerablemente su tamaño sin perder la estabilidad. Su cuerpo se volvió compacto, sin perder fuerza ni elasticidad. El proceso no era perfecto, pero se estaba acercando a la solución. Su volumen se había reducido de forma significativa, pero aún no era lo suficientemente sólida para mantenerse mucho tiempo en esa forma.
El séptimo día, la mañana del último entrenamiento, Shizu se encontraba lista. Su cuerpo estaba más comprimido que nunca, y aunque su figura seguía siendo grande, había logrado reducir su volumen en una proporción sorprendente. Se veía más ágil y mucho más flexible, como un gigante con la capacidad de moverse como una persona común. El proceso de compresión había tenido éxito “¡Lo logré!” Exclamó, sin poder contener una enorme sonrisa. Mientras veía sus manos, observando cómo la arena que las componía se mantenía firme, Shizu sintió una satisfacción indescriptible. Su idea había funcionado. Ahora, con la capacidad de reducir su tamaño y mantenerse firme en su forma compactada, podía moverse con mayor facilidad, acceder a espacios más pequeños y, sobre todo, ser mucho más eficaz en sus misiones.
En los días siguientes, Shizu continuó perfeccionando la técnica. Aunque había logrado un gran avance, sabía que aún quedaba mucho por aprender. Aún así, el cambio era evidente. Ya no era la gigante torpe que tropezaba por todos lados. Ahora, con su habilidad de arena, podía ser una aliada mucho más efectiva, sin importar las circunstancias. Con una renovada confianza, Shizu se sintió lista para enfrentar cualquier desafío que se presentara. Aunque su tamaño seguía siendo imponente, ahora tenía el control total de su cuerpo. Y eso, para una guerrera como ella, era todo lo que necesitaba.