Hay rumores sobre…
... que en una isla del East Blue, hay un prometedor bardo tratando de forjarse una reputación. ¿Hasta dónde llegará?
[Autonarrada] Operación de emergencia [Auto T2]
Horus
El Sol
5 de Invierno, Noche
Colinas de Hueso, Isla Tortuga

La llegada a la isla Tortuga había sido muy accidentada; la tormenta que nos trajo hasta ella fue atroz y terrible, y la supervivencia fue, sin duda, un milagro. No obstante, si logramos alcanzar tierra con vida fue gracias al pulpo globo de la nueva compañía de viajes, cuyo nombre no soy capaz de recordar en lo más mínimo. Un inicio muy accidentado y trágico para dicha empresa, pero era imposible predecir una tormenta de tal magnitud y violencia. Muchos de los barcos que estaban sobrevolando la tormenta se perdieron en su interior, siendo su destino final un completo misterio. Algunos se encontraron fácilmente estampados contra alguna isla o el océano, tras ceder su pulpo. Y, por nuestra fortuna, logramos aferrarnos al pulpo hasta alcanzar tierra firme, aunque a costa de grandes daños en el cuerpo del octópodo, que intentó aferrarse al navío hasta casi desgarrarse las extremidades.

Nos costó un poco asentarnos en la isla, casi todo el día. Pero era algo normal; cuando finalmente logré encontrar una ciudad para buscar recursos y ayuda, resultó ser una ciudad poblada única y exclusivamente por piratas y criminales. Aunque estos de piratas tenían poco, a mi criterio, puesto que habían perdido todos sus sueños y solo se regocijaban en sus crímenes y en el alcohol, en una frenesí decadente y deprimente sobre cómo los sueños mueren en aquella ciudad, donde los que se han rendido se esconden. Tuve que andar con mucho cuidado cuando fui por la ciudad en busca de algunos recursos y suministros básicos; más no pude conseguir ayuda para el tratamiento del pulpo gigante, puesto que no me fiaba de que los piratas se acercaran a Anaka. Las sirenas eran muy tentadoras para los piratas y criminales de todo el mundo.

Pero aunque el día fue malo, no todo fue negativo; también encontré una Akuma no Mi. No obstante, aún no había averiguado qué poderes otorgaba y no había comprobado si había perdido la habilidad de nadar. Igual podría ser una Akuma no Mi falsa o simplemente una fruta en mal estado, puesto que mi único indicio para pensar que lo era fue su mal sabor y forma peculiar. Pero no quería gastar tiempo en descubrir cosas sobre la fruta del diablo hasta que nos hubiéramos podido asentar en algún lugar fijo para pasar la noche y ayudar al pulpo gigante.

Y en eso nos encontrábamos. Logramos, entre Anaka, Isis, Anubis y yo, arrastrar con cuerdas y telas del naufragio hasta los acantilados de huesos, conformados por lo que ahora sé que son restos del esqueleto de una tortuga gigantesca que ejerce de cimiento de toda la isla; por eso se llama isla Tortuga. No fue una tarea fácil; aunque el pulpo no era tan pesado como su tamaño podía parecer, estaba biológicamente diseñado para ser bastante ligero, con el fin de poder absorber todo el aire que pudiera, calentarlo y flotar gracias a ello. De hecho, había reducido considerablemente su tamaño al perder todo el aire de su interior tras naufragar.

Anaka iba hablando con él mientras lo movíamos con el fin de calmarlo y buscar que se dejara ayudar. Gracias a todos, pudimos arrastrarlo hasta una pequeña formación cavernaria formada en los acantilados de huesos y oculta entre la maleza y vegetación. No era una cueva como tal, puesto que apenas daba una profundidad de unos cuatro metros y tenía una apertura muy amplia. De hecho, estaba seguro de que, frente a una lluvia o nevada, nos costaría estar a cubierto. Pero, por fortuna, no era el caso y pudimos cobijarnos muy bien en su interior gracias a la nueva ropa de abrigo que había conseguido. Me habría gustado poder llevar a Anaka a una posada para que durmiera más cómodamente, pero teníamos que conformarnos con sacos de dormir para no exponerla a los piratas.

Pero antes de eso, nos centramos un poco en el pulpo gigante antes de que la luz del atardecer finalizara. Aunque ni Anaka ni yo teníamos conocimientos en medicina o veterinaria, había leído múltiples libros sobre medicina, aunque más bien eran sobre supervivencia en la naturaleza, para utilizar algunas plantas y recursos naturales como fuente de alimento o sanación. Empezamos reuniendo con Anaka algunas plantas medicinales que pude identificar en la zona. Nos tomó un rato con las últimas luces del día, pero logramos recopilar unas cuantas. Aunque no era el mejor para identificarlas, me centré en quedarme con las que tenía seguridad de cuáles eran y descarté las que me generaban dudas por no parecerse al cien por cien.

Lo que pudimos hacer con las plantas fueron unos ungüentos, tras machacarlos y mezclarlos con un poco de aceite, logrando improvisar unos analgésicos para aplicar en las zonas que se contemplaban más dañadas de las extremidades del pulpo, utilizando las velas del barco con el fin de asegurarle las extremidades y poder dejar fijada y bien aplicada la mezcla medicinal que habíamos hecho. Con alguna otra planta se logró hacer otro mejunge con propiedades cicatrizantes, y gracias a eso pudimos aplicarle también, con la ayuda de algunas telas, en las zonas más afectadas por la fuerza desgarradora que tuvo que hacer para intentar sostener el barco en la tormenta. No podríamos decir que fuera una operación muy ortodoxa y eficiente, pero era lo mejor que teníamos para estabilizar a ese pobre animal que nos salvó la vida. Sin duda, ahora todo quedaba en manos de su resistencia y voluntad para curarse.

Ahora que todo quedaba en el azar, solo nos quedaba ponernos a descansar por turnos, intentando no tener en ningún momento a todos dormidos. Era imperativo hacer guardia entre los cuatro, incluyendo a Anubis e Isis, para poder descansar sin tener riesgo de que nos asaltaran algunos de los piratas o criminales que había en la ciudad de Champa. Esta no estaba muy lejos, aunque intentamos alejarnos lo más posible de ella dentro de lo que pudimos arrastrar al pulpo de forma segura. No podíamos descartar que alguno de esos maleantes hiciera rondas nocturnas por la isla o me hubiera intentado seguir a escondidas, aunque Isis no notó que nadie me siguiera cuando abandonamos la ciudad. No podíamos descartar que algún delincuente fuera más hábil que el ojo del cielo. Pero, por fortuna, la noche concluyó con éxito y no hubo ningún incidente. Con la promesa de un nuevo día, tocaría centrar los esfuerzos en buscar a los Tribulantes.
#1
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