Alguien dijo una vez...
Rizzo, el Bardo
No es que cante mal, es que no saben escuchar.
[Aventura] Una figura ejemplar [T2]
Horus
El Sol
6 de Invierno, Mañana
Plaza Central de Sparrowshade

La ciudad de Sparrowshade es un lugar idílico y tranquilo, pero ¿quién podría esperar menos de un lugar protegido por el mayor cuartel de la Marina en todo el hemisferio, conformado por el North Blue y el East Blue? Una ciudad que vive bajo la luz radiante de la justicia más absoluta de esos mares y cuenta con la protección de las alas de aquellas gaviotas que juraron servir y proteger al pueblo ante la adversidad y las dificultades. Es el núcleo neurálgico de su lucha contra la piratería en un mar tan corrupto como lo era el North Blue, donde los piratas se extendían como una enfermedad desde Isla Tortuga y otros lugares conflictivos.

Pero, como dicen los sabios, cuanto más brillante es la luz, mayor es la sombra que proyecta. La ciudad de Sparrowshade, a pesar de estar bajo la protección de la Marina, no era ajena a problemas, intrigas ocultas y delincuencia. Para los criminales, atentar contra la ciudad que estaba bajo la bandera de aquella división de la Marina era como un desafío, una rebelión máxima y declaración de guerra, diciéndoles que incluso en su propio territorio no tenían miedo a las capas blancas con los kanji de justicia bien grabados en su espalda. Tras años de tira y afloja, los criminales que actuaban en la ciudad lo hacían bajo una buena red de contactos y con métodos efectivos. Los torpes eran fácilmente atrapados por la Marina, mientras que los que lograban sobrevivir y seguir jugando a ese peligroso juego se volvían auténticas amenazas. Al fin y al cabo, la Marina cuidaba de la ciudad, pero tenía sus límites, puesto que debía cubrir casi la totalidad del North Blue, y era probable que ni en el interior del cuartel las manos de todos los oficiales estuvieran limpias.

El balance entre el bien y el mal dio un giro repentino en aquella ciudad cuando apareció un individuo. Su nombre era Peter D. Parker, un justiciero enmascarado que enfrentaba todos los problemas que asolaban la ciudad, fueran pequeños o grandes, incidentes fortuitos o crímenes bien organizados. En todos los líos y problemas de la ciudad, acababa apareciendo esa figura, como alguien que dedicaba la totalidad de su tiempo a vigilar la ciudad desde las sombras. Sin embargo, no todo lo que brilla es oro. Era un justiciero para muchos, sin duda, pero en algunas ocasiones se había tomado la justicia por su cuenta, y se pasaba de la raya con algunos criminales. Actuaba en lugares o causas que aparentemente no eran ilegales, como si intentara liberarse de la competencia de alguna compañía mercantil o algo así. Dado que no se reportaba ni rendía cuentas ante nadie, muchos de sus actos eran, en ocasiones, confusos, y no quedaba claro si realmente había hecho algún bien con ellos. Esto daba, en algunos círculos, una imagen más neutral de él. La Marina no tenía claro cómo tratarlo, pero sin duda los altos cargos querían dar con él. Si era para reclutarlo o detenerlo, era un misterio. Sin embargo, una figura de la prensa local tenía clara su posición hacia él: lo consideraba una amenaza terrible que debía ser capturada a toda costa y cuanto antes.

Y eso nos conduce hasta ti, un Marine con un fuerte sentido del deber, pero cuya justicia personal, que guiaba tu vida, era: "Todo el mundo es inocente hasta que se demuestre lo contrario". Con esto en mente, ante la moneda al aire que suponía ese tal Peter D. Parker, no querías prejuzgarlo como algunos hacían, considerándolo una amenaza, pero quizás era muy pronto también para elevarlo como un héroe. Necesitabas respuestas y por eso habías venido hasta la ciudad, para buscar la verdad. Empaparte de las experiencias de la gente sobre ese sujeto, buscar testimonios de primera mano y, con suerte, verlo en persona.

En la plaza central de Sparrowshade se notaba el clásico ajetreo de buena mañana, con la gente deambulando de un lado a otro por ese punto de enlace entre tres zonas clave de la ciudad. Ese nexo era un lugar ideal desde el cual partir en busca de información y poder así medir con tu propia balanza moral los actos de ese enmascarado. El primer enclave sería la zona residencial, de la que fluían muchas personas y se podían escuchar las risas de los niños jugando. A estas horas, casi todo el mundo parecía proceder de ese lugar más que dirigirse a él. Esto se debía al movimiento hacia el segundo sector, colindante a la plaza: el mercado, un lugar muy animado y concurrido a estas horas, con la presencia de multitudes en busca de los productos más frescos para la hora de comer. Se podía sentir el furor y el clamor de las voces de múltiples comerciantes buscando captar a los clientes, sumado a la charla coloquial de muchos de ellos. Y finalmente, el tercer anexo a este punto en el que te encuentras sería la zona portuaria, ahora más tranquila y calmada que el bullicio que había tenido hace unas horas en el amanecer, cuando las lonjas abrían sus puestos para vender el pescado recién llegado a primera hora de la mañana, donde los mercaderes y restaurantes competían por las piezas de mayor calidad. Ahora, sin embargo, solo era un lugar sereno, con algunos barcos cargando mercancías para exportarlas de la ciudad.

Pero el camino que tomarás estaba en tus manos, Arthur. Tú sabías mejor que nadie lo que buscabas averiguar sobre Peter D. Parker. Cómo procedas en esa labor depende de tu justicia personal y tus decisiones...
#1
Arthur Soriz
Gramps
Eran no más de las diez de la mañana en Swallow, el día estaba perfecto para salir un poco de la base y disfrutar de la frescura invernal que soplaba por la isla. Llegó cierto punto en el que me senté en un banco del parque central de Sparrowshade, sosteniendo en mis manos un ejemplar reciente del News Coo, ese renombrado diario que llegaba a todos los rincones del mundo. Las páginas crujían suavemente al pasarlas entre mis dedos, el olor a tinta fresca impregnando el aire matutino. En una de las secciones más leídas dedicada a los rumores y sucesos locales encontré el artículo que estaba buscando.

"Día 3 de Invierno del año 724" Parece ser que había sido realmente reciente según leía en el reporte. Fruncí el ceño al leer sobre Peter D. Parker, conocido como "La Araña"... un justiciero enmascarado que había frustrado un intento de robo en el puesto de frutas de una anciana llamada Melora. La descripción del acto heroico junto con el mensaje que Parker había dejado... "No son los únicos ojos vigilando esta isla. La justicia no siempre usa uniforme". El contraste entre la percepción pública de Parker como protector del inocente y la frustración de la organización para la que trabajaba por no poder atraparlo me pareció algo que merecía mi atención.

Doblé el periódico con cuidado y lo sostuve bajo mi brazo antes de levantarme. Decidido a averiguar la verdad detrás de estas historias me dirigí hacia el mercado, con la clara intención de averiguar aunque fuera un poco más acerca de este individuo, sus acciones y verdaderos motivos detrás de esta actividad Vigilante.. El mercado a estas alturas ya estaba repleto de actividad. Pero no me dejé distraer. Tenía un objetivo claro... encontrar a la anciana Melora. Caminé con paso firme entre los puestos, saludando a algunos vendedores y ciudadanos buscando a alguien que pudiera indicarme el paradero de la anciana. No pasó mucho tiempo antes de que un joven pescador al escuchar mi pregunta señalara hacia un puesto al final de una fila de tenderetes.

Ahí está la señora Melora —dijo el joven con una sonrisa—. Siempre está ahí por las mañanas, vendiendo sus frutas. Buena mujer, aunque ha tenido mala suerte últimamente con esos bandidos.

Agradecí al joven y me dirigí hacia el puesto señalado. Este se encontraba muy bien ordenado, con una variedad de frutas coloridas y detrás del mostrador una mujer de cabello plateado y rostro amable atendía a sus clientes con una sonrisa cálida. Esperé pacientemente hasta que el último cliente se retiró, luego me acerqué a la anciana sonriendo de manera respetuosa

Buenos días, señora Melora —la saludé asintiendo ligeramente con mi cabeza—. Soy el suboficial Arthur Soriz, de la Marina. He escuchado sobre el incidente reciente en su puesto y me gustaría hablar con usted sobre ello si no le molesta.

Personaje

virtudes y defectos

inventario
#2
Horus
El Sol
Optaste por empezar tu búsqueda de la verdad en el mercado. Una sabia decisión por tu parte, Arthur, puesto que en esos momentos era una zona muy concurrida y sería fácil encontrar testimonios sobre los actos del misterioso Peter D. Parker, de quien tanto ansiabas conocer sus auténticas intenciones. Formar por ti mismo una opinión sobre ese sujeto, en base a los actos reales que hubiera realizado y no simplemente intentar pintar un cuadro mental de él con las historias sesgadas, distorsionadas y contradictorias que cada persona te relataba, era lo más sensato. Estaba claro que todos tenían su opinión sobre él, pero ¿quién estaría más próximo a la verdad y quién estaría alterando la misma por algún tipo de animadversión hacia su persona? O quizás, solo unos pocos habían logrado vislumbrar las auténticas y macabras intenciones de ese sujeto tras una máscara de falsa bondad.

Y claro, ¿cómo no empezar con el mercado? Es bien sabido por las noticias que apenas ayer Peter D. Parker actuó en ese lugar, salvando el puesto de fruta de la señora Melora de unos maleantes que trataron de robarle lo poco que ganaba con sus frutas. Era el mejor lugar para comenzar a buscar e indagar, en especial porque no sería muy complicado dar con la mujer si tenía un puesto fijo en el mercado de forma habitual. Y de paso, seguro que podrías encontrar a más personas que tuvieran alguna historia que contar sobre el hombre enmascarado.

Por fortuna para ti, no tuviste que preguntar mucho. El pequeño pescador Timmy, que recientemente había vendido todo su pescado al pescadero Antonio Regio del mercado, pasó cerca de ti y te indicó dónde quedaba el puesto de fruta de Melora. Desde vuestra posición, fue fácil identificar dicho lugar a simple vista con sus indicaciones, y pudiste dar con ella sin mucho esfuerzo. Cuando llegaste al puesto, la mujer intentó atenderte en una primera instancia, pensando que querías comprar algo de fruta. De hecho, te ofreció unos buenos precios por ser un hombre tan apuesto; la mujer es aproximadamente de tu edad y entre alguna oferta te resaltó que te lanzaría algún piropo. Pero cuando comprendió a qué viniste, su tono cambió un poco a uno más serio, quitando su aparente fachada animada y jovial de cara al público.

— Lo cierto es que esos maleantes parece que la tienen tomada conmigo. No es la primera vez que vienen intentando llevarse todo lo que he recaudado y algo de fruta. Al principio intentaba negarme, pero me amedrentan fácil cuando comienzan a insinuar que me harán daño y ya las últimas veces simplemente les doy lo que quieren — se notaba una gran aflicción en sus palabras — Intenté reportarlo a la Marina varias veces, pero siempre se cuadran para venir cuando las patrullas ya han pasado por aquí y, al tratarse de algo menor, no tienen tiempo para investigarlo como corresponde — sin duda, unas palabras que le pesan en el corazón — O por lo menos, fue así hasta su intento de cobro de ayer, cuando ese jovencito enmascarado apareció dándoles una lección de las que dejan marca; los dejó bien atados como un regalo para cuando llegó la Marina y aparentemente me ha librado de ellos. Hasta se tomó la molestia de preguntarme si me encontraba bien o necesitaba algo; era muy amable ese jovencito — al mencionar esa parte, se la notaba más animada.

Sus palabras hacia el misterioso Peter D. Parker se sentían muy sinceras y agradecidas. Era muy notable cómo lo trataba de "jovencito", aunque a su edad era algo normal que casi todo el mundo fuera más joven; era más el trato que una abuela tendría por un nieto. Quizá lo intuyó así por la voz del joven, puesto que se sabe que siempre porta una máscara y nadie le ha visto la cara como tal.

— Y de hecho, no solo me ayudó a mí; al pescador Antonio le dio una mano una vez que tuvo un incidente en la lonja y casi se le caen una multitud de cajas encima. Se libró por poco gracias a que ese joven lo apartó. Habló toda la semana de él. Y el panadero Pantheon nos contó cómo una vez el niño le causó un pequeño incendio en el horno que se les fue de las manos. Entró sin dudar a sacar del lugar al niño y su esposa, salvándoles la vida. Sin duda le debe toda su vida, pero aun así nunca nos pide nada; solo acepta nuestros agradecimientos y desaparece en un parpadeo — lo describía a todas luces como un héroe local.

Por lo menos para múltiples personas en ese mercado, aquel chico era sin lugar a dudas un héroe, y no había forma de dudar de ello.
#3
Arthur Soriz
Gramps
Mientras la señora Melora hablaba, su gratitud hacia el joven enmascarado quedaba clara y en cierto modo esa calidez se transmitía también a mí. Me alegré de que alguien, aunque actuara fuera del sistema oficial, estuviera ayudando a los más necesitados. Aunque por supuesto ese tipo de acciones siempre complicaban las cosas desde el punto de vista de la Marina. No debía olvidarlo. Este joven estaba sin duda operando fuera de los límites que se consideran legales.

Sin embargo me resultaba difícil ver su ayuda como un inconveniente. Más manos ayudando a la gente nunca venían mal, ¿no? Es más, parecía ser que este chico por lo que me contaba Melora, estaba muy comprometido con proteger a la gente vulnerable de su comunidad. Quizás su método no fuera el más adecuado desde la perspectiva de la ley pero la necesidad de su acción era evidente.

Me incliné ligeramente hacia adelante, dejando que mi mirada recorriera el puesto de frutas pero sin perder ni un atisbo de atención a las palabras de la señora. Un suspiro escapó de mis labios. Las acciones de ese joven me habían llegado al corazón. Lo que más me intrigaba no era su habilidad para desaparecer sino el porqué lo hacía. ¿Qué lo motivaba? ¿Realmente buscaba justicia, o simplemente se complacía en ser admirado como un héroe? Tenía que saberlo.

Me alegra escuchar que el muchacho la ha ayudado. —dije sonriendo de manera comprensiva. — Aunque claro, su actuar fuera de las leyes podría ser problemático. No cabe duda que los métodos del joven se salen de lo que se considera "legal" dentro de la Marina... pero, ¿sabe? Yo lo veo como una gran ventaja cuando muchas veces los Marines no pueden actuar tan rápido como podrían... o deberían.

Dejé que mis palabras dejaran en claro que yo me excluía de esos que prefieren agrandarse en hazañas de gran importancia, prefería ayudar a la gente común y humilde de las islas... no a aquellos que están por encima de todo. Si el joven tenía intenciones genuinas de hacer el bien eso para mi valía mucho más que su desobediencia a la autoridad.

¿Lo ha visto en más ocasiones? — le pregunté, manteniendo mi tono respetuoso pero curioso. — Me imagino que con tanta rapidez siempre debe tomar una ruta o tener ciertos lugares donde suele aparecer. Si me pudiera dar alguna pista sobre eso... De verdad me causa curiosidad saber cómo es él en persona, cómo se desenvuelve entre las multitudes, y sobre todas las cosas saber cuales son sus verdaderas intenciones haciendo este tipo de hazañas.

Mientras esperaba su respuesta, analizaba en mi cabeza cada detalle que ella me ofrecía. De alguna manera las palabras de la señora Melora me hacían pensar que este joven no era un vigilante que culpa a la justicia por su ineficiencia y ataca a aquellos que le lleven la contraria. Su descripción de él como alguien amable, alguien dispuesto a ofrecer su ayuda sin pedir nada a cambio, contrastaba con lo que normalmente pensaba de aquellos que actuaban fuera de la ley.

Y... sé que este joven no va a hablar conmigo fácilmente, no así sin más — dije en un principio, como si fuera una reflexión para mí mismo. —. Pero si pudiera saber de alguien más que lo haya visto o incluso haya tenido alguna experiencia con él... Sería de gran ayuda. Lo que quiero es entender sus motivaciones. No es que quiera arrestarlo o algo por el estilo. Solo quiero tener una conversación, aunque esté con su máscara puesta.

No era algo común para un miembro de la Marina pensar así pero había algo en este chico que me intrigaba lo suficiente como para hacer un esfuerzo por comprenderlo mejor. Sin importar cómo terminara, lo que me importaba era saber quién estaba detrás de esa máscara y si sus acciones se basaban en un principio noble o si solo era otro individuo buscando protagonismo.
#4
Horus
El Sol
Pareces completamente decidido a conocer más información sobre el misterioso Peter D. Parker. No es de extrañar que, cuanto más averiguas sobre él, más intrigas y dudas surjan. Todo lo que te había contado hasta ese momento la buena frutera eran, sin lugar a dudas, los actos de un ciudadano ejemplar que velaba y ayudaba a sus vecinos. Algunas pequeñas acciones que, si bien no salvaban al mundo de las injusticias y la maldad, eran indispensables para que el ciudadano de a pie pudiera vivir su vida con paz y tranquilidad en su corazón. Una labor encomiable que ablandaría el corazón de hasta el más rudo defensor de la justicia. No obstante, si ese era el caso, ¿por qué buscaba actuar a espaldas de la Marina y el Gobierno? ¿Cómo es que oculta su identidad y evita tener contacto o hablar con las fuerzas de la justicia? Aparentemente, él y tú estabais del mismo lado, pero no encontrabas la forma efectiva de entender por qué tanto misterio y secretismo en sus acciones, lo cual podía resultar un poco frustrante. Si te encontrabas en ese estado, felicidades: a pesar de tu poco tiempo en la isla, ya tenías la misma confusión mental que asolaba a tantos marines de esa división naval, todo girando alrededor de Peter D. Parker.

— Sin duda, joven. No es que pensemos que la Marina no está allí cuando la necesitamos; sabemos que su presencia y patrullas reducen drásticamente la criminalidad y evitan que piratas intenten atacar nuestra costa de forma descarada. Pero tiene razón: la Marina no puede estar permanentemente activa y disponible. Allí es donde creo yo que Peter está buscando actuar, en los momentos en que la Marina no podría llegar a tiempo — la mujer era sincera y abierta a conversar.

Las frutas de su mostrador eran bastante frescas; se notaba que las debía haber traído recientemente de algún campo de la isla, puesto que un viaje por mar no las habría dejado conservarse en tan buen estado. Pero, sin duda alguna, lo que podías sacar en claro mirando ese puesto humilde y ordenado es que hoy no se encontraría allí si no hubiera sido por las acciones de Peter D. Parker. Seguramente, la mujer habría tenido que cerrar el negocio debido a los abusos de los maleantes que intentan esconderse en la ciudad como ratas.

— A ver, si claro, lo he visto algunas veces de pasada, como casi todo el mundo en la ciudad. No es raro verlo de repente pasar por encima tuyo mientras salta algunos tejados, o observando la plaza desde lo alto de la fuente. En ocasiones, se ha pasado con toda la calma del mundo a comprar algo de comer en algún puesto o tienda de la ciudad unos momentos, casi como un ciudadano más — le diría como si nada.

Sin duda, su actuar parecía esquivo solo con la autoridad. Era una persona más de la ciudad en cuanto a su integración en la misma y con su gente. No daba mucho pie a que te llevaras una mala imagen de él; ni siquiera intenta cobrar o tomar cosas gratis de la gente a la que ayuda. Hasta si quiere tomar un bollo relleno de pollo triturado, lo paga humildemente como un ciudadano más. Pero las palabras de la mujer no eran muy precisas en cuanto a un sitio o una rutina fácil de seguir.

— Pues... verlo de pasada seguramente lo han hecho mucha gente, aunque no sé a quiénes con exactitud, pero seguramente en el mercado hay más personas que hayan interactuado con él. Pero te aseguro que hace unos días ese hombre ayudó a mi nieto y sus amigos en una riña con otros niños mayores. El pequeño estaba que no cabía en sí de la emoción; habló toda la semana de eso, súper eufórico. Es muy fanático de Peter — diría la mujer, sonriendo al recordar la imagen de su nieto emocionado.

Ahora también debías sumar a tus indagaciones que era un ídolo entre la juventud, algo que no sería fácil de pasar desapercibido o ignorar. Porque, aunque los niños tienden a exagerar las historias y en ocasiones fantasear un poco, está en su naturaleza ser sinceros o filtrar la verdad entre sus fantasías. Ya se sabe que los niños y los borrachos siempre acaban diciendo la verdad, así que tal vez era un buen caso para que siguieras el hilo conductor del asunto un poco más.

— Si quieres preguntarle, mi nieto siempre suele jugar con sus amigos a la pelota por la calle que se adentra hacia la zona residencial, que suele ser menos transitada hasta que se acerca la hora de comer. Y si no está por allí, no andará muy lejos el pequeño — te diría Melora amablemente.

Una nueva pista se formaba frente a ti. Es tu decisión seguirla y ver a dónde te llevaba, o si, por el contrario, tenías otras ideas con las cuales buscar un poco de información útil sobre el tema. Como te dijo la mujer, en el mercado debían haber más personas que lo habían visto o hablado con él.
#5
Arthur Soriz
Gramps
Prestaba minuciosa atención a cada palabra que la señora Melora me decía. La forma en la que hablaba de este tal Peter estaba cargada de una admiración y gratitud genuinas, lo cual solamente dejaba en claro que al menos ya se había ganado los corazones de la gente común. Estaba claro que Peter no era un buscapleitos que solo quiere reconocimiento por apalizar a algunos malhechores. La descripción que ofrecía la señora dibujaba a un joven altruista, comprometido por su comunidad. Pero sabía bien que las apariencias podían ser engañosas, y antes de sacar conclusiones definitivas, honestamente necesitaba más información.

La mención de su nieto como otro posible testigo hizo que me detuviera a considerar opciones. Dudé por un momento, preguntándome si debía seguir esta pista o explorar otras posibles fuentes en el mercado o alrededor en la ciudad. Sin embargo, la posibilidad de escuchar la historia de Peter contada a través de los ojos de un niño emocionado me convenció de que podría ser buena idea intentar escucharlo. Los niños, con su entusiasmo sincero a menudo revelan verdades que los adultos podrían pasar por alto o minimizar.

¿Cómo se llama tu nieto? ¿Podrías describirme cómo se ve? —pregunté yo, buscando asegurarme el poder identificar al muchacho entre los demás niños que seguramente jugaban por esa zona.

Melora me proporcionó una descripción sencilla pero suficiente... Un niño de cabello castaño, siempre vestido con una camiseta roja desgastada y una sonrisa perpetua de oreja a oreja que delataba su entusiasmo por la vida, y su juventud.

Con esa imagen en mente me dirigí a la zona residencial. Avanzaba sin prisa pero sin pausa. Caminaba entre las calles de la ciudad, observando ocasionalmente el bullicio de la vida cotidiana, saludando a aquellos que me dedicaban una mirada aunque fuera fugaz. Siempre con una sonrisa plasmada en mi rostro. Poco a poco el mercado quedaba atrás, acercándome cada vez más al lugar que me había indicado Melora podría andar su nieto y compañía.

Al llegar a la zona residencial, me tomó unos minutos encontrar al niño. Pregunté a algunos vecinos, mencionando a Melora y pronto las indicaciones me llevaron al pequeño grupo de niños jugando a la pelota y correteando. Me acerqué con una sonrisa amplia y cálida, ajustando mi tono de voz como para no intimidarlos.

Hola, chicos —saludé aclarando mi garganta la garganta ligeramente—. ¿Cuál de ustedes es el nieto de Melora?

Uno de los niños levantó la mano con una sonrisa amplia. Me dirigí hacia él, poniéndome de cuclillas para que mi colosal altura no lo opacara tanto en la sombra.

Oye, muchacho... —comencé con un tono amigable— ¿podrías contarme un poco sobre tu amigo Peter D. Parker? Me parece una persona maravillosa, pero hay mucha gente hablando mal de él... así que me gustaría ayudarlo a limpiar su buen nombre, ¿podrías ayudarme?

Parecía que la simple mención de su héroe era suficiente para que sus ojos brillaran, aparentemente emocionado de poder hablar sobre este conmigo. Me preparé para escuchar atentamente, sabiendo que las palabras del niño podrían ofrecerme las pistas necesarias para no solamente entender quién era realmente Peter D. Parker y sus verdaderas motivaciones pero también tal vez encontrar una manera de hablar con él cara a cara, incluso quizás hallar dónde se escondía.
#6
Horus
El Sol
La mujer era, sin duda, una persona muy amable, pero no tenía problemas en hablar por los codos. Ahí se notaban bien los genes de vendedora de mercado, bien acostumbrada al trato con el cliente, a escuchar y difundir rumores y cotilleos, así como a hablar con buena voz y un cierto carisma a la gente que pasaba cerca para poder atraerlos hasta su parada. Sus palabras no parecían transmitir ninguna sensación de mentira o falsedad ante ti; era, sin duda, una persona muy agradecida con aquel misterioso Peter D. Parker. No había otra forma de definirlo: su tono y expresión al hablar sobre él eran de la más sincera y absoluta gratitud.

Aunque en el mercado había aún algunas personas que podrían ser potenciales testigos de aquel misterioso justiciero enmascarado, tú tenías tu objetivo muy claro y en la mira: el nieto de la mujer. Aunque si lo digo así suena un poco agresivo, es la verdad. La mujer te habló sobre su nieto y cómo fue ayudado por el misterioso Peter D. Parker, pero eso no tenía tanta importancia realmente como el hecho de que podría ser la opinión sincera de un niño. Tal vez, al hombre se le escapó alguna pista o bajó de alguna forma la guardia al estar tratando con niños. Es bien sabido que la gente baja la guardia ante los infantes, o incluso los niños que son muy observadores podrían haberse percatado de algo.

Con la descripción del niño, te dirigiste hacia la zona residencial de la ciudad. Una zona mucho más calmada y menos concurrida que el agitado mercado. En aquel lugar apenas veías unas pocas personas pasando por la calle tranquilamente, disfrutando del día o dirigiéndose con algo de apuro hacia algún lugar, probablemente su puesto de trabajo. También te cruzaste con algunos niños y niñas que jugaban por allí, pero ninguno encajaba con la descripción del infante que buscabas, aunque te sirvieron para guiarte.

— ¿El nieto de Melora? Ah... quiere decir Maximiliano. Estaba jugando a dos calles de aquí con Constantino y Prudencio — te diría una de las niñas.

Avanzarías por las calles como te indicaron y, finalmente, diste con un trío de niños muy animados. Aunque uno coincidía en el momento con la descripción que te dieron, optaste por preguntar amablemente para mostrarte más cordial y amable con ellos, sin ninguna doble intención o intimidación. Dado que un hombre fornido como tú podría asustar a un niño, según con el humor que tuvieras al levantarte por la mañana, aunque no era el caso en el día de hoy. Los niños se mostraron calmados ante ti, aunque algo sorprendidos e ingenuos de no saber muy bien a qué se debía tu presencia. Sin embargo, su rostro cambió cuando les hablaste de Peter D. Parker; su mirada se iluminó de golpe con sus ojitos brillantes y refulgentes de ilusión. En especial, la del niño que ya te habían dicho que era el nieto de Melora, el pequeño Maximiliano, quien deslizaría de su espalda una máscara de papel que tenía colgada del cuello, pasándola de nuevo por su cabeza hasta posicionarla frente a su rostro. Se trataba de una máscara de papel con agujeros en los ojos que emulaba la máscara de Peter D. Parker, aunque claramente garabateada por un niño.

— ¡Peter D. Parker es nuestro héroe! — exclamó el niño, haciendo una pose de héroe.

— ¡Es el mejor de todos, yo quiero ser como él! — gritaría otro niño.

— ¡Y yo también, el otro día nos ayudó mucho! — exclamaría el último.

— ¡Es verdad! Unos niños mayores nos quisieron quitar el balón y, cuando estuvimos a punto de pegarnos, él apareció y frenó la pelea, convenció a los mayores de que no nos molestaran y jugáramos todos juntos, dado que a ellos también les encantaba, ¡y hasta jugó un rato con nosotros, era muy genial! — volvería a emocionarse Maximiliano.

— ¡Hasta mi padre lo admira, dice que le salvó volviendo del trabajo de un atracador! — volvería a decir el tercer niño, este era Prudencio.

— ¡Mi hermana mayor dice que se quiere casar con un hombre como él! — ahora el segundo, Constantino.

Sin duda, todos estaban muy emocionados, bombardeándote con las cosas que había hecho Peter D. Parker de las que se hubieran enterado, y todas parecían buenas. Incluso era como una metralleta de gente que conocían que lo admiraban. Sin duda, estos niños no eran los mejores para guardar un secreto, por lo menos no sobre su héroe.
#7
Arthur Soriz
Gramps
Me dejé caer suavemente sobre el borde de la vereda, mis rodillas crujieron con el peso de los años mientras me ponía en una posición cómoda. Sentado crucé mis piernas, pareciendo más un abuelo relajado que un Marine endurecido por la experiencia. Esperé a que se pusieran a mi alrededor, ojalá que dispuestos a contar más de sus relatos y justamente eso fue lo que hicieron. Cada niño competía por ser el primero en contar su versión de los hechos sobre Peter D. Parker y sus hazañas.

Yo los escuchaba con una pequeña sonrisa serena plasmada en mi rostro, inclinándome ligeramente hacia adelante cada vez que uno de los pequeños elevaba su voz en una exclamación dramática o gesticulaba con más énfasis. Las historias eran coloridas, llenas de detalles exagerados que pintaban a Peter como un héroe que podía estar en múltiples lugares a la vez, derrotar a una docena de villanos sin cansarse e incluso volar. Aunque sabía que mucho de lo que me estaban diciendo estaba adornado con la imaginación infantil, no podía evitar disfrutar de la manera en que lo contaban. De vez en cuando una carcajada profunda escapaba de mi pecho, resonando en el aire tranquilo de la tarde. Una demostración de que honestamente apreciaba el entusiasmo de esos niños.

¡Y entonces, Peter saltó desde el tejado más alto y aterrizó justo frente a nosotros! —exclamó Maximiliano, levantando los brazos como si él mismo fuera el héroe aterrizando—. ¡Fue increíble!

Yo aplaudí suavemente, animando a los niños a seguir con su relato.

No me digas, ¿desde el tejado más alto, eh? —pregunté con una ceja arqueada, mis ojos brillando con diversión—. ¿Y no tuvo miedo?

¡Claro que no! —respondió Constantino rápidamente— ¡Peter nunca tiene miedo, él siempre sabe qué hacer!

Asentí cruzándome de brazos. Había algo reconfortante en escuchar sus historias, en ver cómo este joven enmascarado se había convertido en un símbolo de esperanza y admiración para estos niños. Pero al mismo tiempo sabía que detrás de cada mito, cada historia, había una verdad más sombría, más humana, y necesitaba desentrañar esa parte... si es que acaso había una que descubrir. Solamente esperaba estar equivocándome, que de verdad este tal Peter fuese una persona que prefiere actuar por fuera de los Marines pero seguir ayudando a cuanta gente sea posible.

Después de un rato, cuando el fervor de los relatos comenzó a decaer, vi una oportunidad para profundizar un poco más con los niños.

Chicos —dije en un comienzo, cambiando de postura para estar un poco más cerca de ellos—, realmente veo que Peter es alguien muy especial para ustedes. Me encantaría poder hablar con él...

Después de un rato, cuando el fervor de los relatos comenzó a decaer, Arthur vio una oportunidad para profundizar un poco más.

Los niños se miraban entre sí, con duda y una chispa de precaución. Maximiliano bajó la vista por un momento mientras Prudencio fruncía un poco el ceño como si estuviera evaluando la seriedad de mi voz, cuán sincero estaba siendo con ellos porque sabían que la Marina lo estaba buscando y no querían meterlo en problemas. Pero antes de que el silencio pudiera alargarse incómodamente, sonreí y me puse de pie sacudiéndome el polvo de las manos y la ropa.

¿Qué les parece si jugamos un poco a la pelota? —propuse, frotándome las manos como si estuviera preparándome para un desafío monumental—. ¿Me dejan ser el arquero? Aunque les advierto que soy muy bueno.

Las risas de los niños rompieron la tensión. El cambio de tema parecía haber sido suficiente para devolver la ligereza al grupo y pronto todos se pusieron de pie buscando la pelota entre sus cosas. Yo caminé hacia la portería improvisada con tachos de basura, tomando posición con un aire de seriedad exagerada, como si me estuviera tomando muy en serio esto. El juego comencé y, para hacerles sentir mejor, me dejé meter goles con regularidad. Cada vez que un niño lograba anotar, me lanzaba al suelo dramáticamente, simulando una caída aparatosa mientras exclamaba.

¡Ah, me han vencido! ¡Juegan demasiado bien!

Los niños se reían, saltando y celebrando cada gol con mucho entusiasmo. El juego no era solo una diversión para ellos, sino también una forma de establecer una conexión, de mostrarles que no era un extraño... sino que me vieran como un amigo. Mientras el balón volaba de un lado al otro, aprovechaba esos momentos de descanso momentáneo para retomar la conversación.

Entonces, chicos —dije entre risas y respiraciones profundas fingiendo que estaba comenzando a cansarme—. ¿Saben cómo encontrar a Peter, algún lugar donde tiene su base de operaciones desde donde vigila la isla para luchar contra los malhechores?

Intentaba que las preguntas fueran sutiles, integradas en el contexto infantil para no parecer demasiado inquisitivo. Sabía que mi éxito dependía de mantener el ambiente relajado y divertido. Cuanto más cómodos estuvieran los niños más probable sería que compartieran algo valioso. Pero incluso si no lo hacían, el tiempo que pasaba con ellos ya valía la pena porque al menos confiarían un poco más en mi para la próxima vez. En sus corazones, Peter D. Parker era un héroe, y en el fondo... yo deseaba que esas historias fueran tan reales y puras como lo contaban ellos.
#8
Horus
El Sol
Los niños estaban eufóricos hablando de aquel misterioso y agradable sujeto; no cabían en sí de la emoción. Por sus gestos exagerados y dramáticos se notaba cómo fluía toda su energía juvenil e infantil en aquellas historias. Desde su punto de vista y las palabras que te transmitían, no había ni la más remota duda de que Peter D. Parker era un buen tipo y una persona amable, como te dijo Melora. Aún quizás podías albergar alguna duda en tu interior por el hecho de no querer hablar con la Marina o tratar con vosotros, pero tampoco había absolutamente nada que indicara que estaba haciendo algo malo. Aunque ya dicen que cuanto más brillante es la luz, mayor es la sombra que proyecta, quién sabe si realmente toda esa fachada pública era una máscara que ocultaba terribles intenciones. Quizás el tal Peter D. Parker estaba buscando ganarse el favor de la gente para iniciar un futuro golpe de estado y derrocar el gobierno de la isla con el fin de hacerse con algún tesoro ancestral, solo accesible para los gobernadores de la isla. Pero bueno, supongo que eso último es una fantasía del todo imposible en la vida real.

Ante tu mínimo cambio de tono a una mayor seriedad en el ambiente, los niños se mostraron más callados e inquietos. No era para menos; tu porte sin duda daba lugar a una mayor intimidación y presencia cuando parecías adoptar un tono de voz serio. Era un rasgo común entre toda la gente poderosa con un buen porte físico: cuando hablan en serio, suenan mucho más serios de lo que en un origen son. Pero lograste reconducir la situación con la oferta de un partido amistoso con el balón, una propuesta que fue bien recibida por todos los niños. No dejaban de ser infantes, al fin y al cabo; no querían hablar de cosas serias o complicadas, buscaban la simpleza de golpear un balón con el pie y disfrutar de su juventud. Tus caídas dramáticas, fingiendo que ellos eran muy buenos incluso para un hombre tan imponente como tú, elevaron muchísimo la autoestima de esos niños en el día de hoy. Seguramente se llevarán un chasco cuando jueguen con otros niños y no logren marcarles tantos goles, o quizás piensen que el portero del barrio de al lado es infinitamente bueno. En cualquier caso, el ambiente se había tornado relajado y distendido, ideal para poder charlar un poco con ellos.

— Pues... no lo sabemos, señor; él simplemente aparece — diría Maximiliano.

— Siempre está cuando se le necesita, pero cuando nos damos cuenta, ya se ha ido — acompañaría Constantino.

— Muchas veces lo veo por los tejados, corriendo por ellos o saltando de un lado a otro, pero nunca me pareció que entrara en ninguno — concluiría Prudencio.

Bueno, no era de extrañar. Aunque los niños fueran muy avispados, si la identidad de su persona o la ubicación de su refugio fuera tan fácil de averiguar, a estas alturas ya la Marina lo tendría más que fichado. Al fin y al cabo, es muy fácil que a un niño se le escape esa información o se le llegue a presionar para alardear. De hecho, no es un escenario extraño el de unos niños mayores tachando de mentiroso al pequeño porque este intenta guardar un secreto y, de la frustración, al final explota confesándolo todo. Sin duda alguna, si esos niños tenían alguna ubicación valiosa del paradero de Peter D. Parker, a estas alturas era algo que toda la isla Swallow sabía ya.

— Y nosotros lo vemos mucho por aquí, pero porque es donde jugamos; sin embargo, sé que lo ven por toda la ciudad, así que no puedo decirle mucho, señor. Lo siento —Maximiliano se sentía algo triste.

Es verdad, no sabemos na... — Prudencio sería interrumpido.

Un fuerte estruendo parece haberse producido en el puerto; no está muy lejos de tu zona actual, por lo tanto, has podido escuchar perfectamente el brusco sonido y el retumbar posterior que se había producido. Si te acercas a escuchar, verías a señoras de mediana edad saliendo corriendo despavoridas del puerto, gritando. Si no estás interesado en avanzar hacia el puerto, allí podrías contemplar de primera mano cómo un accidente al fijar los contenedores que transportaban carga había causado que uno de ellos se soltara, cayendo sobre el muelle y aplastando todo a su paso, sin parecer haber hallado ninguna víctima mortal entre los escombros generados.

¿Pero la auténtica cuestión es... qué harás tú?
#9
Arthur Soriz
Gramps
Escuché el retumbar en el suelo antes de que el eco del estruendo alcanzara mis oídos por completo. Me levanté con una prontitud que desmentía mi edad, el peso del deber y la necesidad de ayudar empujándome hacia la acción de inmediato. Miré a los niños que me rodeaban, sus rostros iluminados por la emoción del juego reciente y las historias compartidas. Sonreí con calidez y les hablé.

¡Gracias por todo, chicos! ¡Me han ayudado más de lo que creen! —dije, inclinándome levemente como muestra de gratitud—. ¡Les prometo que volveré a jugar con ustedes muy pronto, es una promesa de caballeros!

Los niños respondieron saludándome de forma animada como si estuvieran viendo a otro héroe entrando en acción. Mientras yo les dedicaba un último gesto de despedida antes de girar sobre mis talones y comenzar a correr a toda velocidad en dirección al puerto. Mi paso era firma, cada zancada resonando con la urgencia de alguien que sabe que cada segundo cuenta. El caos del puerto se hizo más claro a medida que me acercaba, tomando forma en gritos y el crujir de madera rota.

Al llegar la escena frente a mi era de un desastre apenas contenido por la mismísima suerte. Un enorme contenedor había caído aplastando parte del muelle bajo su peso. A su alrededor, varios trabajadores del puerto miraban lo sucedido junto a algunas miradas curiosas que expresaban horror. Algunos intentando organizar un esfuerzo de rescate mientras otros simplemente se mantenían al margen, demasiado impactados como para actuar. Evalué rápidamente la situación... aunque no veía cuerpos entre los escombros, la posibilidad de heridos o atrapados no podía ser descartada.

Sin perder ni un segundo me sumé a los esfuerzos de ayuda. Mi voz, autoritaria pero calmada, cortó el ruido ambiental mientras coordinaba a los presentes.

¡Necesito a todos los que puedan ayudarme a mover este contenedor! ¡Aquellos que no puedan asegúrense de que nadie más se acerque demasiado!

Con una fuerza sobrehumana que sorprendía a los más jóvenes, me puse a trabajar. Junto a otros hombres del puerto, empujamos y levantamos el contenedor, logrando al fin moverlo lo suficiente como para liberar el camino a más manos que estuvieran dispuestas a ayudar. Una vez asegurada el área inmediata, me acaché para inspeccionar los escombros restantes. Con conocimientos arraigados en años de trabajo manual del puerto, comencé a quitar los fragmentos de madera y metal, atento a cualquier signo de vida entre los restos. Además, revisaba las sogas que habían estado moviendo dicho contenedor... en búsqueda de alguna señal que pudiera decirme si habían saboteado el sistema de poleas o simplemente fue un accidente desafortunado.

A medida que el panorama se despejaba un poco, me ocupé de otro problema visible... la reparación del puerto. Me hice con herramientas de carpintería de uno de los almacenes cercanos y sin dudarlo comencé a trabajar en las partes dañadas de la estructura. Mi experiencia en carpintería y en los astilleros de Rostock junto a mi padre se hizo evidente mientras medía, cortaba y ensamblaba, logrando estabilizar las áreas más críticas en poco tiempo.

Mientras trabajaba, no pude evitar preguntar a algunos de los presentes.

¿Han visto a Peter D. Parker por aquí? ¿Alguien lo vio ayudando antes de que yo llegara?

Sonreí para mi mismo mientras aseguraba una última viga, expectante... queriendo creer que este muchacho de nuevo había hecho un acto de bien. Aunque eran demasiadas las coincidencias ya, siempre parecía estar en el momento justo, cuando más se le necesitaba.
#10


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