
Arthur Soriz
Gramps
08-01-2025, 05:36 PM
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5 de Invierno
Año 724
Año 724
El sol aún no había alcanzado lo alto del cielo cuando mis pasos me llevaron a las puertas de Parker's and Co. La sede de distribución de correspondencia de Swallow era un bullicio de actividad con trabajadores corriendo de un lado a otro, sus rostros marcados por la preocupación. La tormenta de hace unos días había causado estragos, y las consecuencias eran evidentes en los montones de sacos de correspondencia que se apilaban desordenadamente en el vestíbulo.
Crucé la puerta principal, el sonido de las campanas de viento anunciando mi llegada... y me encontré con una escena de caos absoluto. Me acerqué al mostrador donde una joven de expresión ansiosa revisaba una lista interminable de nombres y direcciones. Parecía ser trabajo para mi, prestar mano a alguien que lo necesita era mi especialidad y no podía quedarme cruzado de brazos cuando los empleados iban a mil por hora intentando solucionar esta tardanza que podía costarles mucha reputación a la compañía.
— Disculpe —dije, inclinándome ligeramente hacia adelante—, soy Arthur Soriz, de la Marina. ¿Necesitan ayuda?
Sus ojos se llenaron de alivio cuando hablé, me miró de pies a cabeza rápidamente antes de asentir.
— Sí, señor Soriz. La tormenta retrasó nuestros envíos y tenemos más correspondencia de la que podemos manejar. Hay algunos marines de bajo rango ayudando, pero más manos nunca vienen mal no le mentiré.
Con un gesto de que le siguiera me guió hasta el almacén donde estaban tratando de poner todo en orden para que dicha correspondencia llegase en hora y día aceptables. Allí entre un mar de papeles y paquetes se encontraba un grupo de marines, reclutas por su aspecto juvenil y sus uniformes recién estrenados, trataban de organizar el caos pero sin mucha experiencia.
— ¡Soldados! —llamé, atrayendo su atención. — Suboficial Arthur Soriz, para ayudarlos.
Los marines se cuadraron al instante, sus rostros reflejando una mezcla de alivio y respeto. Con una breve explicación por parte de la joven, comenzamos a trabajar juntos para clasificar los paquetes y cartas por rutas siendo asistidos obviamente por los que ya de por si trabajaban en ese lugar. Cada uno se ocupó de una tarea y yo supervisé el proceso asegurándome de que se hiciera de manera eficiente. La tarea parecía simple a primera vista pero pronto comprendí que requería una atención meticulosa. Algunos llevaban marcas especiales, indicativos de mensajes urgentes mientras que otros estaban destinados a lugares remotos de lugares que ni conocía.
Otros incluso eran más confidenciales.
Mientras organizaba la correspondencia junto con los reclutas, escuché fragmentos de conversaciones a mi alrededor. Los trabajadores hablaban de un misterioso vigilante que había ayudado en ocasiones a la gente de Swallow, alguien a quien el director del News Coo aparentemente no tenía en mucha estima; lo detestaba. El nombre Peter D. Parker surgió más de una vez, siempre en en susurros para no ser escuchados pero se notaba que lo hacían a modo de respeto, estaban agradecidos con él a diferencia. Tendría que investigar más al respecto.
Llevaba bolsas y cajas enormes con correspondencia a lugares donde los empleados me indicaran. Los reclutas viendo el progreso me lanzaban miradas de aprobación y gratitud porque seguramente llevaban toda la madrugada trabajando.
— Están haciendo un buen trabajo, muchachos —dije, intentando animarlos. —. Con hombres como ustedes, Swallow seguirá siendo un lugar donde la gente puede confiar en que sus necesidades serán atendidas.
Mis palabras parecieron revivir las ganas de esos Marines, más aún teniendo en cuenta que el cansancio ya empezaba a asentarse en sus músculos jóvenes, sin experiencia. Sabía que el día apenas comenzaba y que habría más oportunidades para servir y proteger a esta isla. Mientras las horas avanzaban el caos inicial comenzó a ceder, reemplazado por un ritmo constante y eficiente. La satisfacción de ver los paquetes salir, cada uno en su camino hacia su destino final, me llenó de una calma que solo el deber cumplido podía ofrecer.
Eran poco más de las dos de la tarde cuando el último carro partía cargado de correspondencia. Por suerte todavía quedaba el resto del día para seguir ayudando, y eso es justamente lo que haría por lo que me dirigí raudo al mercado.
Cuando llegué a este, inhalé profundo dejando que las fragancias invadieran mis sentidos. El aire estaba cargado con el aroma de frutas frescas, especias exóticas y otras delicias. Caminaba por entre la multitud cuando un altercado en uno de los puestos atrajo mi atención. Dos comerciantes, uno un hombre robusto de mediana edad y el otro un joven con una mirada desafiante discutían acaloradamente mientras los clientes curiosos comenzaban a congregarse a su alrededor.
— ¡Esto es un abuso! —gritaba el hombre más joven, señalando un grupo de cestas llenas de productos.— ¡No puedes bajar los precios de esta manera y acaparar el espacio!
El hombre mayor cruzó los brazos sobre su amplio pecho y replicó con frialdad.
— He estado aquí más tiempo que tú, muchacho. Si no puedes competir, quizás deberías buscar otro lugar para vender.
Decidí intervenir antes de que la situación escalara a algo más que una discusión verbal. Avancé con paso firme y me coloqué entre ambos, levantando una mano para pedir calma.
— Caballeros, detengámonos un momento —dije en un tono autoritario pero calmado.— Son una comunidad aquí en Swallow. Los desacuerdos son naturales, pero no debemos dejar que arruinen el espíritu de cooperación que hace de este lugar algo especial.
Ambos hombres se miraron, sus expresiones todavía con enfado. Me volví hacia el joven primero.
— Entiendo tu preocupación. Los precios deben ser justos para todos, especialmente para aquellos que luchan por abrirse camino. ¿Has considerado hablar con los otros comerciantes para establecer precios justos y uniformes?
El joven asintió lentamente, pareciendo considerar mis palabras. Luego me volteé hacia el hombre mayor.
— Y usted, señor, seguramente comprendes el valor de dar una oportunidad a los nuevos comerciantes. Todos comenzaron en algún momento. ¿Quizás podrías ofrecerle algunos consejos sobre cómo manejar mejor su negocio en lugar de verlo como una competencia?
El hombre mayor soltó un suspiro pesado y relajó su postura.
— Supongo que podríamos encontrar una manera de trabajar juntos. —admitió.
Sonreí ante el progreso.
— Eso es lo que me gusta escuchar. Ahora, ¿qué les parece si lo hablan como adultos? Aquí todos tienen las mismas necesidades... llegar a fin de mes, no sean hienas buscando carroña.
Con el problema poco a poco disipándose, los dos hombres accedieron a reunirse más tarde para discutir los detalles. Mientras la multitud de gente a nuestro alrededor se dispersaba, sentí una oleada de satisfacción. Había evitado que una pequeña disputa creciera y en el proceso, quizás incluso formado una pequeña alianza. Sí, sonaba ensayado y hasta un poco forzado, pero a veces la gente necesita un mediador en vez de dejar que su propio orgullo y enojo los controle.
Mientras me alejaba escuché a algunos de los espectadores murmurar sobre cómo alguien más había resuelto un conflicto similar en el pasado, mencionando una vez más el nombre de Peter D. Parker. La figura del vigilante seguía surgiendo y con cada nueva historia mi curiosidad crecía. ¿Quién era realmente este hombre que era tan elusivo incluso para la Marina?
La tarde avanzaba, por lo que decidí regresar al cuartel de la Marina. Mi trabajo por el día de hoy ya estaba hecho y aunque no buscaba reconocimiento público por parte de la gente, la sensación de haber evitado un conflicto innecesario me reconfortaba. Sin embargo algo me inquietaba. El nombre de Peter D. Parker seguía rondando mi mente. Las menciones no parecían casuales... había algo en sus actos que resonaba con el sentimiento de justicia que tanto defendía. No podía simplemente dejarlo pasar.
El sonido de mis botas al pisar firme el suelo de piedra del cuartel fue mi única compañía en el camino de regreso. La oscuridad ya se había asentado sobre Swallow cuando llegué pero en lugar de retirarme a descansar me dirigí al despacho de uno de mis superiores, un teniente en este caso. Un buen marine sabe que el deber no termina al caer la noche y alguien de mayor rango que yo seguramente tenía información que podría ayudarme.
El teniente se veía como un hombre serio y meticuloso. Su oficina llena de papeles y mapas siempre tenía una sensación de control total. Al ver mi entrada levantó la vista de sus informes reconociendo rápidamente mi presencia.
— Suboficial Soriz, ¿qué le trae por aquí a esta hora? —preguntó con una sonrisa, aunque su tono denotaba cierto cansancio.
— Tengo una pregunta sobre alguien, teniente. Peter D. Parker. He oído su nombre varias veces hoy. Hablan de él como si fuera un héroe, pero es... un desconocido. ¿Sabe algo sobre él?
Se quedó en silencio por un momento mencioné ese nombre, como si estuviera evaluando si debía compartir la información. Finalmente, dejó escapar un suspiro.
— Ah, el vigilante. Es complicado. Ha hecho su parte por Swallow, no lo dudo. Ha rescatado a varias personas, ayudado a resolver problemas que a nosotros se nos han pasado ocasionalmente. Pero… no es alguien que haga las cosas a la manera de la ley. Tiene su propio código, sus propios métodos.
Me acerqué un poco más al escritorio, intrigado.
— ¿Y por qué la Marina no lo respalda?
El teniente se recostó en su silla, entrelazando las manos detrás de su cabeza.
— La cuestión es que Parker no es fácil de controlar. Ayuda, sí, pero lo hace a su manera. No sigue órdenes, no acepta supervisión. Para nosotros eso es un problema. No es que no apreciemos lo que hace por la isla, pero hasta que no se ajuste a los principios de la Marina seguirá siendo un problema a largo plazo.
Sus palabras me dejaron pensativo. La situación era más compleja de lo que parecía. Peter D. Parker aunque no estuviera bajo el ala de la Marina, parecía ser de alguna forma crucial para Swallow, como una sombra protectora. Quizás no todo el mundo veía la justicia con los mismos ojos, pero el fin al parecer justificaba los medios. O al menos yo lo veía así.
Mientras me daba la vuelta para salir me detuve en la puerta.
— ¿Hay alguna manera de contactarlo?
El teniente soltó una risa breve, como si la pregunta fuera una broma.
— Si lo averiguas, me avisas que nosotros también queremos saber lo mismo.
Contestó con una carcajada. Cerré la puerta detrás de mi luego de sonreírle ligeramente al teniente y mientras caminaba de vuelta a mi habitación, la idea de ese vigilante se volvía más y más intrigante. Quizás algún día nuestras rutas se cruzaran de forma inevitable.
Crucé la puerta principal, el sonido de las campanas de viento anunciando mi llegada... y me encontré con una escena de caos absoluto. Me acerqué al mostrador donde una joven de expresión ansiosa revisaba una lista interminable de nombres y direcciones. Parecía ser trabajo para mi, prestar mano a alguien que lo necesita era mi especialidad y no podía quedarme cruzado de brazos cuando los empleados iban a mil por hora intentando solucionar esta tardanza que podía costarles mucha reputación a la compañía.
— Disculpe —dije, inclinándome ligeramente hacia adelante—, soy Arthur Soriz, de la Marina. ¿Necesitan ayuda?
Sus ojos se llenaron de alivio cuando hablé, me miró de pies a cabeza rápidamente antes de asentir.
— Sí, señor Soriz. La tormenta retrasó nuestros envíos y tenemos más correspondencia de la que podemos manejar. Hay algunos marines de bajo rango ayudando, pero más manos nunca vienen mal no le mentiré.
Con un gesto de que le siguiera me guió hasta el almacén donde estaban tratando de poner todo en orden para que dicha correspondencia llegase en hora y día aceptables. Allí entre un mar de papeles y paquetes se encontraba un grupo de marines, reclutas por su aspecto juvenil y sus uniformes recién estrenados, trataban de organizar el caos pero sin mucha experiencia.
— ¡Soldados! —llamé, atrayendo su atención. — Suboficial Arthur Soriz, para ayudarlos.
Los marines se cuadraron al instante, sus rostros reflejando una mezcla de alivio y respeto. Con una breve explicación por parte de la joven, comenzamos a trabajar juntos para clasificar los paquetes y cartas por rutas siendo asistidos obviamente por los que ya de por si trabajaban en ese lugar. Cada uno se ocupó de una tarea y yo supervisé el proceso asegurándome de que se hiciera de manera eficiente. La tarea parecía simple a primera vista pero pronto comprendí que requería una atención meticulosa. Algunos llevaban marcas especiales, indicativos de mensajes urgentes mientras que otros estaban destinados a lugares remotos de lugares que ni conocía.
Otros incluso eran más confidenciales.
Mientras organizaba la correspondencia junto con los reclutas, escuché fragmentos de conversaciones a mi alrededor. Los trabajadores hablaban de un misterioso vigilante que había ayudado en ocasiones a la gente de Swallow, alguien a quien el director del News Coo aparentemente no tenía en mucha estima; lo detestaba. El nombre Peter D. Parker surgió más de una vez, siempre en en susurros para no ser escuchados pero se notaba que lo hacían a modo de respeto, estaban agradecidos con él a diferencia. Tendría que investigar más al respecto.
Llevaba bolsas y cajas enormes con correspondencia a lugares donde los empleados me indicaran. Los reclutas viendo el progreso me lanzaban miradas de aprobación y gratitud porque seguramente llevaban toda la madrugada trabajando.
— Están haciendo un buen trabajo, muchachos —dije, intentando animarlos. —. Con hombres como ustedes, Swallow seguirá siendo un lugar donde la gente puede confiar en que sus necesidades serán atendidas.
Mis palabras parecieron revivir las ganas de esos Marines, más aún teniendo en cuenta que el cansancio ya empezaba a asentarse en sus músculos jóvenes, sin experiencia. Sabía que el día apenas comenzaba y que habría más oportunidades para servir y proteger a esta isla. Mientras las horas avanzaban el caos inicial comenzó a ceder, reemplazado por un ritmo constante y eficiente. La satisfacción de ver los paquetes salir, cada uno en su camino hacia su destino final, me llenó de una calma que solo el deber cumplido podía ofrecer.
Eran poco más de las dos de la tarde cuando el último carro partía cargado de correspondencia. Por suerte todavía quedaba el resto del día para seguir ayudando, y eso es justamente lo que haría por lo que me dirigí raudo al mercado.
Cuando llegué a este, inhalé profundo dejando que las fragancias invadieran mis sentidos. El aire estaba cargado con el aroma de frutas frescas, especias exóticas y otras delicias. Caminaba por entre la multitud cuando un altercado en uno de los puestos atrajo mi atención. Dos comerciantes, uno un hombre robusto de mediana edad y el otro un joven con una mirada desafiante discutían acaloradamente mientras los clientes curiosos comenzaban a congregarse a su alrededor.
— ¡Esto es un abuso! —gritaba el hombre más joven, señalando un grupo de cestas llenas de productos.— ¡No puedes bajar los precios de esta manera y acaparar el espacio!
El hombre mayor cruzó los brazos sobre su amplio pecho y replicó con frialdad.
— He estado aquí más tiempo que tú, muchacho. Si no puedes competir, quizás deberías buscar otro lugar para vender.
Decidí intervenir antes de que la situación escalara a algo más que una discusión verbal. Avancé con paso firme y me coloqué entre ambos, levantando una mano para pedir calma.
— Caballeros, detengámonos un momento —dije en un tono autoritario pero calmado.— Son una comunidad aquí en Swallow. Los desacuerdos son naturales, pero no debemos dejar que arruinen el espíritu de cooperación que hace de este lugar algo especial.
Ambos hombres se miraron, sus expresiones todavía con enfado. Me volví hacia el joven primero.
— Entiendo tu preocupación. Los precios deben ser justos para todos, especialmente para aquellos que luchan por abrirse camino. ¿Has considerado hablar con los otros comerciantes para establecer precios justos y uniformes?
El joven asintió lentamente, pareciendo considerar mis palabras. Luego me volteé hacia el hombre mayor.
— Y usted, señor, seguramente comprendes el valor de dar una oportunidad a los nuevos comerciantes. Todos comenzaron en algún momento. ¿Quizás podrías ofrecerle algunos consejos sobre cómo manejar mejor su negocio en lugar de verlo como una competencia?
El hombre mayor soltó un suspiro pesado y relajó su postura.
— Supongo que podríamos encontrar una manera de trabajar juntos. —admitió.
Sonreí ante el progreso.
— Eso es lo que me gusta escuchar. Ahora, ¿qué les parece si lo hablan como adultos? Aquí todos tienen las mismas necesidades... llegar a fin de mes, no sean hienas buscando carroña.
Con el problema poco a poco disipándose, los dos hombres accedieron a reunirse más tarde para discutir los detalles. Mientras la multitud de gente a nuestro alrededor se dispersaba, sentí una oleada de satisfacción. Había evitado que una pequeña disputa creciera y en el proceso, quizás incluso formado una pequeña alianza. Sí, sonaba ensayado y hasta un poco forzado, pero a veces la gente necesita un mediador en vez de dejar que su propio orgullo y enojo los controle.
Mientras me alejaba escuché a algunos de los espectadores murmurar sobre cómo alguien más había resuelto un conflicto similar en el pasado, mencionando una vez más el nombre de Peter D. Parker. La figura del vigilante seguía surgiendo y con cada nueva historia mi curiosidad crecía. ¿Quién era realmente este hombre que era tan elusivo incluso para la Marina?
La tarde avanzaba, por lo que decidí regresar al cuartel de la Marina. Mi trabajo por el día de hoy ya estaba hecho y aunque no buscaba reconocimiento público por parte de la gente, la sensación de haber evitado un conflicto innecesario me reconfortaba. Sin embargo algo me inquietaba. El nombre de Peter D. Parker seguía rondando mi mente. Las menciones no parecían casuales... había algo en sus actos que resonaba con el sentimiento de justicia que tanto defendía. No podía simplemente dejarlo pasar.
El sonido de mis botas al pisar firme el suelo de piedra del cuartel fue mi única compañía en el camino de regreso. La oscuridad ya se había asentado sobre Swallow cuando llegué pero en lugar de retirarme a descansar me dirigí al despacho de uno de mis superiores, un teniente en este caso. Un buen marine sabe que el deber no termina al caer la noche y alguien de mayor rango que yo seguramente tenía información que podría ayudarme.
El teniente se veía como un hombre serio y meticuloso. Su oficina llena de papeles y mapas siempre tenía una sensación de control total. Al ver mi entrada levantó la vista de sus informes reconociendo rápidamente mi presencia.
— Suboficial Soriz, ¿qué le trae por aquí a esta hora? —preguntó con una sonrisa, aunque su tono denotaba cierto cansancio.
— Tengo una pregunta sobre alguien, teniente. Peter D. Parker. He oído su nombre varias veces hoy. Hablan de él como si fuera un héroe, pero es... un desconocido. ¿Sabe algo sobre él?
Se quedó en silencio por un momento mencioné ese nombre, como si estuviera evaluando si debía compartir la información. Finalmente, dejó escapar un suspiro.
— Ah, el vigilante. Es complicado. Ha hecho su parte por Swallow, no lo dudo. Ha rescatado a varias personas, ayudado a resolver problemas que a nosotros se nos han pasado ocasionalmente. Pero… no es alguien que haga las cosas a la manera de la ley. Tiene su propio código, sus propios métodos.
Me acerqué un poco más al escritorio, intrigado.
— ¿Y por qué la Marina no lo respalda?
El teniente se recostó en su silla, entrelazando las manos detrás de su cabeza.
— La cuestión es que Parker no es fácil de controlar. Ayuda, sí, pero lo hace a su manera. No sigue órdenes, no acepta supervisión. Para nosotros eso es un problema. No es que no apreciemos lo que hace por la isla, pero hasta que no se ajuste a los principios de la Marina seguirá siendo un problema a largo plazo.
Sus palabras me dejaron pensativo. La situación era más compleja de lo que parecía. Peter D. Parker aunque no estuviera bajo el ala de la Marina, parecía ser de alguna forma crucial para Swallow, como una sombra protectora. Quizás no todo el mundo veía la justicia con los mismos ojos, pero el fin al parecer justificaba los medios. O al menos yo lo veía así.
Mientras me daba la vuelta para salir me detuve en la puerta.
— ¿Hay alguna manera de contactarlo?
El teniente soltó una risa breve, como si la pregunta fuera una broma.
— Si lo averiguas, me avisas que nosotros también queremos saber lo mismo.
Contestó con una carcajada. Cerré la puerta detrás de mi luego de sonreírle ligeramente al teniente y mientras caminaba de vuelta a mi habitación, la idea de ese vigilante se volvía más y más intrigante. Quizás algún día nuestras rutas se cruzaran de forma inevitable.