Alguien dijo una vez...
Iro
Luego os escribo que ahora no os puedo escribir.
Tema cerrado 
[Diario] Ron, rumores y rencores
Silver D. Syxel
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Loguetown
Otoño del año 724

La luz del sol se desvanecía lentamente detrás de los edificios de piedra y madera de Loguetown, bañando la ciudad en una paleta de tonos cálidos que contrastaban con la actividad frenética del puerto. Las olas golpeaban suavemente contra los muelles mientras los marineros descargaban mercancías, entremezclando el crujir de las cajas con las órdenes gritadas por capataces irritados. En las calles, el bullicio era constante: vendedores pregonaban sus productos en las plazas cercanas, niños corrían entre los transeúntes, y ladrones oportunistas aprovechaban cualquier descuido para aumentar sus ganancias.

Silver D. Syxel avanzaba con paso relajado, observando el caos organizado que tanto caracterizaba a la ciudad. Había estado en Loguetown varias veces antes, pero cada visita parecía tener su propia dosis de problemas y oportunidades.

Loguetown nunca decepciona... pero tampoco perdona —murmuró mientras veía cómo un comerciante gritaba enfurecido tras descubrir que le habían robado una bolsa de monedas.

El capitán dejó que sus pasos lo llevaran hasta el puerto, donde buscó una taberna para saciar su sed y quizás, con suerte, escuchar algo interesante. Fue así como terminó frente a un establecimiento modesto que destacaba más por su letrero torcido y el ruido que escapaba de su interior que por cualquier signo de calidad.

El interior estaba abarrotado. Hombres y mujeres, la mayoría marineros y comerciantes, llenaban las mesas mientras charlaban, reían y cantaban canciones desafinadas acompañadas por el sonido metálico de vasos chocando. El olor a ron barato mezclado con el de tabaco impregnaba el aire. Syxel avanzó hasta la barra, sorteando a un par de parroquianos que discutían a gritos sobre algún agravio olvidado.

Un vaso de lo mejor que tengas... o de lo menos malo —pidió, dejando caer unas monedas sobre la madera pegajosa de la barra.

El tabernero, un hombre calvo con mirada cansada, le sirvió sin decir palabra. Silver tomó el vaso y dio un sorbo, permitiendo que el líquido ardiera en su garganta mientras su mirada recorría el lugar. No tardó mucho en captar algo interesante.

—...el viejo Keller está que echa humo —decía un hombre robusto en una mesa cercana—. Ese cargamento era su mayor apuesta este mes, y ahora nadie sabe dónde está.

Silver aguzó el oído. Aquel comentario era mucho más interesante que las discusiones habituales sobre apuestas o mercancías rotas. Decidió acercarse, vaso en mano, dejando que su presencia se sintiera pero sin parecer amenazante.

Perdonad la interrupción —interrumpió con tono amistoso—. No he podido evitar escuchar algo sobre un cargamento perdido. Quizás pueda ser de ayuda... si merece la pena.
#1
Silver D. Syxel
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Los hombres, dos tipos de aspecto áspero, se miraron con desconfianza. Uno de ellos, un sujeto robusto con barba espesa, fue el primero en hablar.

—¿Y tú quién demonios eres para andar preguntando? Aquí no se habla con extraños.

Syxel sonrió, dejando caer otro puñado de monedas sobre la mesa.

Solo soy un curioso. Y un curioso con dinero. Tal vez podamos ayudarnos mutuamente.

El brillo de las monedas pareció disipar las dudas de los hombres. El barbudo las tomó y las inspeccionó antes de asentir.

—El ron pertenecía a Keller, un viejo conocido del puerto. Controla parte del contrabando por aquí, y ese cargamento era especial. Se supone que iba a salir hacia Micqueot, pero desapareció antes de zarpar.

Silver se inclinó ligeramente, dejando que su interés fuera evidente.

¿Cómo que desapareció? ¿Alguien lo robó?

El otro hombre, más delgado y con cicatrices en las manos, intervino.

—Eso es lo que no sabemos. Algunos dicen que fueron los piratas de Blackscale, otros piensan que alguien de la Marina lo confiscó antes de que saliera del puerto. Pero si quieres más detalles, deberías hablar con el mismo Keller. Está en un almacén cerca del muelle tres. Aunque te advierto, no es alguien fácil de tratar.

Silver dejó escapar una risa baja, terminando su bebida de un trago.

Nunca lo son —comentó, dejando una última moneda en la mesa antes de salir de la taberna.

El aire fresco del puerto lo recibió con fuerza, dispersando el olor a alcohol y tabaco que había impregnado su ropa. Syxel caminó hacia el muelle tres, permitiéndose un momento para observar el ir y venir de los barcos. En la distancia, un buque de la Marina destacaba por su impecable orden, un recordatorio de que siempre había ojos vigilando, incluso en lugares como ese.

A medida que se acercaba al almacén mencionado, notó que la actividad en esa zona era inusualmente tranquila. El edificio en cuestión era grande, con paredes de madera oscura y pocas ventanas, la mayoría cubiertas por tablones. Dos hombres armados estaban apostados en la entrada, charlando en voz baja mientras fumaban. No era la primera vez que el pirata veía una escena así. Ese tipo de lugares solía guardar secretos mucho más interesantes que un simple cargamento perdido.

Bueno, Keller, veamos qué tienes para mí —murmuró, ajustándose la chaqueta antes de acercarse al lugar con la confianza de quien sabe que siempre tiene una mano ganadora en la manga.

Había algo en el aire, una sensación de que aquello era solo el comienzo de una intriga mucho más grande. Pero para Syxel, esa era precisamente la parte más divertida.
#2
Moderador y señor Pink
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#3
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