
Shaelia D. Flamme
La Salamandra
16-01-2025, 09:17 PM
Petición
¿Cómo podía ser así de aburrida una isla que se llamaba Isla Tortuga y que estaba erigida sobre unos huesos de animal gigante muerto? Bueno, pues a veces la vida te sorprendía siendo completamente rutinaria y monótona, pero no por mucho tiempo.
Era ya de noche, rondando las once, cuando Shaelia se adentró en una de las tabernas de Champa. Si la isla ya era peligrosa por el día, pues imagínate por la noche, cuando un montón de traficantes, mercenarios, sicarios y estafadores se ponían en plena calle a hacer sus mierdas. Ugh, qué desagradable, menuda imagen daba esa gente de los piratas. Aunque la verdad es que la de Shaelia tampoco era mucho mejor. El local apestaba a alcohol, madera vieja y un poco a pis, se trataba de un sitio que rápidamente entendías que solo albergaba a la peor de las calañas, pero eso a la demonia no le importaba demasiado, y es que sabía moverse por ese tipo de entornos.
Pero los planes en solitario a veces podían resultar muy aburridos, que es lo que le pasó a Shaelia cuando ya llevaba veinte minutos sentada, bebiendo, sin interactuar con nadie. Eso sí, se había dedicado a observar bien a la gente que estaba en el interior de la taberna con ella, y a escuchar algunas de las conversaciones más cercanas. Abundaban los grupos de tíos, unos más pequeños, otros más grandes, y la mayoría de mujeres que había, aparte de que eran pocas, eran señoritas de la noche. Putas, vaya. Y escuchó en la mesa más cercana a la suya, que uno de los tíos allí sentado se estaba liando con una tal "Mary". Puede que al final si que encontrara algo de diversión.
Con dicha información en su cabeza, se levantó de la mesa y buscó un grupo al que arrimarse. — ¿Alguno sale con una tía llamada Mary? — La miraron como si se tratara de un extraterrestre, más centrados en los cuernos de su cabeza que en su pregunta. "Supongo que no, siguiente grupo". Por suerte, Mary era un nombre bastante corriente y normalito, así que esperaba que por pura casualidad del destino, poder encontrar la oportunidad que buscaba. Así pasó de un grupo a otro, hasta que finalmente se acercó a uno especialmente multitudinario. Eran ruidosos, estaban borrachos, y daban un poco de asco, y se emocionaron al ver a Shaelia llegar. Como si lo hiciera por gusto, vaya, como pensándose que habían ligado. — ¿Conocéis a una tal Mary? — Preguntó ella, ignorando las babosas miradas que algunos le dedicaban, centrada en las reacciones, hasta que vio como la cara de uno de ellos se iluminaba. Perfecto. — ¿Ehh? Mi hermana se llama Mary. — Así que una hermana... le servía. — Pues yo que tú le diría algo al tío ese de ahí. —Dijo, señalando al hombre de la conversación anterior. — Está soltando todo tipo de guarradas de ella, que si la pone a cuatro, que si le gusta atarla, que le va el rollo duro, sabes. — Lo cierto es que no se cortó un pelo con las exageraciones, y el rostro del tipo enseguida se tornó rojo como un tomate. — ¿¡CÓMO!? ¿¡DE MI HERMANA!? — No necesitaba nada más. El hombre salió pitando al encuentro del que osaba decir tales cosas de su familia.
El resto es historia. La chispa encendida por Shaelia prendió estupendamente en un entorno lleno de orgullo y testosterona intensificada por la presencia del alcohol, y la mujer se sentó a disfrutar del espectáculo de su manipulado caos mientras se comía unas patatas que no le pertenecían. Qué bonitas eran las peleas, incluso le había apetecido apostar por su caballo ganador. Pero el combate escaló rápidamente, extendiéndose tanto que las hostias comenzaron a escaparse, a llegarle a gente que no tenía nada que ver con la disputa. Y ahí fue cuando se lió de verdad, pues todo el mundo comenzó a sumarse sin saber muy bien por qué. Simplemente porque sí, porque a quién no le gustaba pegarse cuando ibas un poco bebido. Al final se desembocó una verdadera batalla campal en la que incluso Shaelia tuvo que participar con tal de defender su honor, claro. Las sillas volaron de una esquina de la taberna a la otra, se rompieron vasos, se derramaron cervezas, se estrellaron las mesas... un auténtico cuadro del renacimiento, incluso las lámparas bailaban mientras las putas huían de la escena y los camareros intentaban calmar la situación.
Shaelia acabó la noche con unos moratones nuevos, pero también con la boca llena de sangre, y no precisamente suya. Había logrado hincarle un buen bocado a uno de ellos, dejándole una bonita marca digna de un tiburón que tardaría bastante en curarse. La demonia se relamió los labios, saboreando las gotas que manchaban sus labios y caían por su barbilla. No se molestó en limpiarse más que eso.
Día 6 de Invierno
¿Cómo podía ser así de aburrida una isla que se llamaba Isla Tortuga y que estaba erigida sobre unos huesos de animal gigante muerto? Bueno, pues a veces la vida te sorprendía siendo completamente rutinaria y monótona, pero no por mucho tiempo.
Era ya de noche, rondando las once, cuando Shaelia se adentró en una de las tabernas de Champa. Si la isla ya era peligrosa por el día, pues imagínate por la noche, cuando un montón de traficantes, mercenarios, sicarios y estafadores se ponían en plena calle a hacer sus mierdas. Ugh, qué desagradable, menuda imagen daba esa gente de los piratas. Aunque la verdad es que la de Shaelia tampoco era mucho mejor. El local apestaba a alcohol, madera vieja y un poco a pis, se trataba de un sitio que rápidamente entendías que solo albergaba a la peor de las calañas, pero eso a la demonia no le importaba demasiado, y es que sabía moverse por ese tipo de entornos.
Pero los planes en solitario a veces podían resultar muy aburridos, que es lo que le pasó a Shaelia cuando ya llevaba veinte minutos sentada, bebiendo, sin interactuar con nadie. Eso sí, se había dedicado a observar bien a la gente que estaba en el interior de la taberna con ella, y a escuchar algunas de las conversaciones más cercanas. Abundaban los grupos de tíos, unos más pequeños, otros más grandes, y la mayoría de mujeres que había, aparte de que eran pocas, eran señoritas de la noche. Putas, vaya. Y escuchó en la mesa más cercana a la suya, que uno de los tíos allí sentado se estaba liando con una tal "Mary". Puede que al final si que encontrara algo de diversión.
Con dicha información en su cabeza, se levantó de la mesa y buscó un grupo al que arrimarse. — ¿Alguno sale con una tía llamada Mary? — La miraron como si se tratara de un extraterrestre, más centrados en los cuernos de su cabeza que en su pregunta. "Supongo que no, siguiente grupo". Por suerte, Mary era un nombre bastante corriente y normalito, así que esperaba que por pura casualidad del destino, poder encontrar la oportunidad que buscaba. Así pasó de un grupo a otro, hasta que finalmente se acercó a uno especialmente multitudinario. Eran ruidosos, estaban borrachos, y daban un poco de asco, y se emocionaron al ver a Shaelia llegar. Como si lo hiciera por gusto, vaya, como pensándose que habían ligado. — ¿Conocéis a una tal Mary? — Preguntó ella, ignorando las babosas miradas que algunos le dedicaban, centrada en las reacciones, hasta que vio como la cara de uno de ellos se iluminaba. Perfecto. — ¿Ehh? Mi hermana se llama Mary. — Así que una hermana... le servía. — Pues yo que tú le diría algo al tío ese de ahí. —Dijo, señalando al hombre de la conversación anterior. — Está soltando todo tipo de guarradas de ella, que si la pone a cuatro, que si le gusta atarla, que le va el rollo duro, sabes. — Lo cierto es que no se cortó un pelo con las exageraciones, y el rostro del tipo enseguida se tornó rojo como un tomate. — ¿¡CÓMO!? ¿¡DE MI HERMANA!? — No necesitaba nada más. El hombre salió pitando al encuentro del que osaba decir tales cosas de su familia.
El resto es historia. La chispa encendida por Shaelia prendió estupendamente en un entorno lleno de orgullo y testosterona intensificada por la presencia del alcohol, y la mujer se sentó a disfrutar del espectáculo de su manipulado caos mientras se comía unas patatas que no le pertenecían. Qué bonitas eran las peleas, incluso le había apetecido apostar por su caballo ganador. Pero el combate escaló rápidamente, extendiéndose tanto que las hostias comenzaron a escaparse, a llegarle a gente que no tenía nada que ver con la disputa. Y ahí fue cuando se lió de verdad, pues todo el mundo comenzó a sumarse sin saber muy bien por qué. Simplemente porque sí, porque a quién no le gustaba pegarse cuando ibas un poco bebido. Al final se desembocó una verdadera batalla campal en la que incluso Shaelia tuvo que participar con tal de defender su honor, claro. Las sillas volaron de una esquina de la taberna a la otra, se rompieron vasos, se derramaron cervezas, se estrellaron las mesas... un auténtico cuadro del renacimiento, incluso las lámparas bailaban mientras las putas huían de la escena y los camareros intentaban calmar la situación.
Shaelia acabó la noche con unos moratones nuevos, pero también con la boca llena de sangre, y no precisamente suya. Había logrado hincarle un buen bocado a uno de ellos, dejándole una bonita marca digna de un tiburón que tardaría bastante en curarse. La demonia se relamió los labios, saboreando las gotas que manchaban sus labios y caían por su barbilla. No se molestó en limpiarse más que eso.