Alguien dijo una vez...
Bon Clay
Incluso en las profundidades del infierno.. la semilla de la amistad florece.. dejando volar pétalos sobre las olas del mar como si fueran recuerdos.. Y algún día volverá a florecer.. ¡Okama Way!
Tema cerrado 
[Aventura] [T2] Hormonas descontroladas
Raiga Gin Ebra
-
El aire en Champa está impregnado de sal, humo y ese inconfundible hedor a humanidad que solo una ciudad pirata puede ofrecer. Caminas entre el caos habitual: tabernas desbordadas, gritos de mercaderes vendiendo mercancías ilegales y algún que otro borracho tambaleándose hasta caer en el barro. La luz del sol se filtra apenas entre los tejados desparejos, creando sombras inquietantes que se mueven con vida propia. Champa tiene una energía salvaje, un pulso que parece resonar hasta en los huesos de la isla.

Tus ojos amarillos, intensos como un par de faroles, captan las miradas fugaces de quienes te cruzas. No eres fácil de ignorar, y lo sabes. Sin embargo, nadie parece dispuesto a enfrentarse a tus cuernos ni a la sonrisa afilada que llevas en los labios. Aquí, en esta ciudad donde el peligro es moneda corriente, el respeto se mide en quién puede mirar más tiempo sin pestañear. ¿Crees que puedes ganar?

Caminas sin rumbo fijo, disfrutando del bullicio, hasta que algo llama tu atención. Una conversación a medias, un susurro disfrazado de secreto que no tarda en propagarse por las calles como una chispa sobre pólvora.

—Dicen que será algo único esta vez, ¿sabes? Muy… refinado. —La voz pertenece a un hombre de barba gris, sentado en un barril junto a una de las tabernas. Junto a él, una mujer de cabello trenzado responde en un tono ciertamente conspiranoico.

—¿Refinado? Por favor, Arnold. Aquí no hay nada refinado. Seguro es otro intento barato de aparentar.

Pero él niega con la cabeza, bajando la voz hasta casi un susurro.

—No, no. Esto es diferente. ¿Has oído de la mansión de los Oglethorpe?

—¿Qué tiene que ver eso? —responde la mujer, arqueando una ceja.

El hombre lanza una mirada rápida alrededor, como si temiera que alguien más estuviera escuchando. Y tras unos segundos de pausa, continúa hablando.

—Empieza al caer la noche —continúa el hombre, casi inaudible.

Antes de que la mujer pueda responder, alguien se les acerca, y ambos cambian abruptamente de tema.

Vaya, interesante, ¿no? No tienes idea de qué es ese “espectáculo”, pero el misterio te intriga. Más adelante, frente a una tienda de especias, escuchas a un par de jóvenes intercambiar risas nerviosas.

—Dicen que esta vez habrá algo… distinto. Que han traído ropas de época, auténticas, desde el Grand Line.

—¿De época? ¿Qué tiene eso de especial? —pregunta el otro, cruzando los brazos.

—¡No lo entiendes! Todo es clandestino. Es como si volvieras atrás en el tiempo —El primero baja la voz y mira a su alrededor—. Pero no es un lugar para cualquiera.

—¿Y cómo se entra?

—Eso no lo sé —responde el primero, encogiéndose de hombros—. Solo sé que es en una casa, cerca del centro.

“Una casa cerca del centro, ropa de época, y empieza al caer la noche”. ¿No tienes curiosidad? A mi me la daría, vaya.

Más adelante, cerca de un puesto de frutas exóticas, escuchas a dos mujeres mayores susurrar algo también.

—¿Lo del espectáculo? ¿Esta noche? —dice una, gesticulando con las manos.

—Claro, pero no entiendo el alboroto. ¿Qué tiene de especial?

—¿Que qué tiene de especial? Todo. Es como… una obra, pero para entendidos. Muy selecto.

Una obra clandestina, exclusiva, en una casa escondida. Suena a un imán para problemas, y donde hay problemas, suele haber oportunidades. Interesante…

El sol comienza a descender, pintando el cielo con tonos naranjas y púrpuras. Las calles de Champa, ya bulliciosas de por sí, parecen encenderse con una energía renovada. Los rumores sobre el espectáculo se multiplican, pero todos parecen compartir la misma incertidumbre: nadie menciona exactamente dónde es ni cómo se consigue la entrada.

Sin embargo, sabes que en un lugar como este, la información siempre está disponible… al precio adecuado. ¿Será oro, fuerza o persuasión lo que necesites? Por ahora no tienes muchas cosas claras, solo el tema de que es un espectáculo que puede ser de época.

¿Dónde será? ¿Como se accede? Sea lo que sea ese “espectáculo”, yo diría que estás lista para descubrirlo.

Bienvenida
#1
Shaelia D. Flamme
La Salamandra
Personaje


~ Champa, Isla Tortuga, 6 de Invierno del año 724

Se supone que una isla como isla Tortuga tenía que ser un lugar perfecto para una delincuente buscada como yo, ¿no? Que debería sentirme como un pez en el agua, a salvo entre el resto de carroña de este puto mundo. Pero no, la verdad es que es un asco. Esta isla da asco, su gente da asco, todos con un aire prepotente cuando en realidad son camellitos de tres al cuarto. ¡Nada que ver conmigo! ¡Soy una putísima oni, el mísero pedo de uno de mis ancestros sería capaz de ventilarse medio barrio de este sitio! ... Lo cierto es que empiezo a estar harta de esta isla, nunca ocurre nada interesante a no ser que lo busque yo de forma activa, y eso es... cansado incluso para mí.

Caminaba por la calle, arañándome la piel de los dedos por la puta frustración que me ocasiona este sitio monótono y cliché cuando de repente, una vocecilla se me cuela por el oído, como un gusano buscandome el cerebro. ¿Refinado? ¿Mansión de los Oglethorpe qué? ¿Por la noche? Me quedé quieta en el sitio, como un conejillo al escuchar un ruido extraño, y giré la cabeza instintivamente hacia el cielo. Empezaba a oscurecer. ¿A qué coño se referían? Los tipos se callan de repente, dejándome con toda la miel en los labios y sin poder saborearla siquiera. Y es que esas palabras me llaman la atención, más que nada porque suenan a tooodo lo contrario de lo que es la Isla Tortuga. Una. Mansión. ¿Sería real? ¿Existe eso siquiera en un lugar como este, lleno de macarras y de ladrones? ¿Nadie la había desvalijado por completo y se había llevado todas esas cositas refinadas? Se me dibujó una sonrisa nerviosa en la cara. ¿Y si me las llevaba yo? Ah, sí, antes tenía que descubrir de qué coño hablaban. Sin mucho tiempo por delante, por cierto, porque ya casi que se está haciendo de noche.

Me sigo moviendo por las calles, y los rumores sobre ese puto espectáculo me bombardean los oídos, ¿es que todo el mundo sabía de eso menos YO? ¿Cómo se atreven a no incluirme? Nada, no lo soporto más, escucho a las dos abuelas susurrando y diciendo no se qué de selecto justo cuando me acerco a ellas, con una sonrisa enorme, enseñando todos mis dientes afilados. Mis ojos amarillos brillan como faroles en medio de las sombras de Champa, y mi actitud, como siempre, es tan sutil como un martillo cayendo sobre una porcelana. — ¡Oye, abuelas! ¿Se puede saber de qué habláis? ¿Eh? Ese... "espectáculo selecto"... suena increíble. ¿Cómo se entra? — En ese mismo momento soy consciente de mi propia apariencia. Desaliñada, los cabellos alborotados, ropa ancha y vieja, zapatillas llenas de mierda... — No penséis que siempre voy así, eh, tengo un vestido de... época, esperando en casa. No me lo he puesto aún por no mancharlo y tal. — ¿Había sonado creíble? Espera, tengo otra cosa más bajo la manga. — Y... porque lo está planchando el mayordomo, y eso. — La gente refinada tenía esas cosas en casa, lo sé, lo he escuchado decir alguna vez. La verdad es que creo que lo he hecho de puta madre, creíble de la hostia, y qué coño, son dos abuelitas adorables que compran fruta, seguro que me dicen algo.



Resumen

Inventario

VYD
#2
Raiga Gin Ebra
-
Qué bonito es Champa, ¿eh? Es como si cada rincón de esta ciudad pirata se hubiera puesto de acuerdo para competir por el aroma más repelente. Caminas con tu paso despreocupado, pero por dentro te consumes de frustración. Nada emocionante ha pasado en días, y esta isla, que debería ser un paraíso para alguien como tú, empieza a parecerte un auténtico vertedero de mediocridad. A veces las apariencias engañan, y esas son las mayores hostias que nos podemos llevar...

Mientras arañas con fuerza la piel de tus dedos —un hábito que ya te ha dejado marcas en las manos—, un par de murmullos logran abrirse paso entre el bullicio general.

Avanzas por las calles con un nuevo propósito, mientras los rumores flotan en el aire como un rastro que sigues con instinto depredador. La curiosidad te consume, y cuando tus oídos captan a dos ancianas cuchicheando en una esquina, sabes que has encontrado a tus nuevas fuentes de información.

Te acercas a ellas con tu mejor sonrisa. Bueno, no la "mejor" en el sentido convencional. Es más bien una mezcla de desafío, descaro y dientes afilados que tiende a causar más pavor que confianza. Las mujeres se sobresaltan al verte, echándose hacia atrás como si acabaran de toparse con un demonio salido de una pesadilla. ¿Cómo te atreves a darle ese susto a las pobres ancianitas?

Las mujeres se miran entre ellas, intercambiando gestos nerviosos. Finalmente, la más alta de las dos, con un moño gris apretado como un nudo de cuerda, murmura algo que, por supuesto, captas al vuelo. No es que sea muy discreta, desde luego.

—Esta no tiene pinta de tener ni un berri.

—¡Cállate, Juani! —la reprende la otra, abochornada— Que estás hablando muy alto. 

Aunque bajan el tono, no dejan de cuchichear. Sus ojos no se apartan de ti, examinándote de arriba abajo con una mezcla de miedo y desconcierto. Expertas en el arte del cotilleo, pero pésimas para disimularlo. Creo que ante este espectáculo, lo mejor es que te cruces de brazos y las dejes actuar. O que tus dedos empiecen a hacer de las suyas. En cualquier caso, no hay mucho que se pueda hacer mientras siguen ahí, susurrando sus cosas y sin quitarte ojo.

Finalmente, Juani te lanza una mirada de superioridad acompañada de un gesto de pasotismo exagerado. 

—Bueno, señorita. No tiene usted pinta de tener mucho glamour que digamos. Pero tampoco te podemos ayudar mucho.

La mujer da un paso al frente y se lleva la mano al bolso. Como si lo estuviera protegiendo.

—Solo sabemos que habrá una fiesta —añade con una sonrisa astuta—. Para entrar hay que llevar un vestido en condiciones, ir arreglada y esas cosas —Hace un ademán vago hacia ti, como si examinara tus prendas hechas polvo —. Pero bueno, eso ya lo tienes... ¿no? 

La carcajada que sueltan ambas te pone los nervios de punta. Miran tus zapatillas sucias y tu ropa desaliñada y, aunque lo intentaras cuatro veces más, en ninguna te creerían. Quizá sientas un pequeño pinchazo de incomodidad ante esta situación, pero seguro que sabes lidiar con ello. Y tampoco es que tengas tiempo para muchos líos, ¿no?

Justo cuando crees que se largarán sin más, Juani se detiene y te lanza un último detalle, acompañado de una risita burlona.

—La mansión está aquí al lado. Giras allí a la derecha, luego a la izquierda, y es la casa que está haciendo esquina, al lado del taller de motos. 

Antes de que puedas decir algo, ambas mujeres se alejan, retomando su conversación en un susurro que no alcanza tus oídos. 

—Majareta, pero graciosa —alcanzas a oír que dice una de ellas. 

Las observas desaparecer entre la multitud. ¿Pero acaso esta isla es apta para ancianas? En fin, al menos tienes algo de información. Así que un vestido en condiciones eh... ¿Y dónde consigues eso? Por cierto, perdona el atrevimiento. Pero habrá que hacer algo con ese pelo también.

En fin, tú decides dónde ir y qué hacer. Si estas viejas cotorras tienen razón, lo que sea que te espera en esa mansión podría ser mucho más divertido de lo que imaginabas.
#3
Shaelia D. Flamme
La Salamandra
¿Pero estas viejas que coño se creen? ¿Que viven en un palacio? ¡Tías, estáis en un puto vertedero como es Isla Tortuga! Que sí, que la fiesta esa es muy pija y tal, pero por favor, ¿podemos no perder el contexto de la situación? ¿De que esta isla está llena de mercenarios, sicarios, drogatas y ladrones? Soy la tía más maja que os podríais haber cruzado en este día de mierda y me lo pagáis así, si es que... cada vez estoy más convencida de que no sirve de un coño ser amable con la gente.

Cuchichean como si no estuviera a menos de un metro de ellas, como si fuera tal saco de basura que no podía escucharlas, o entenderlas. Mencionan algo del glamour, momento en el que una de mis uñas se me incrusta en la piel del dedo, rasgando la carne, sacando la sangre del interior. Como una uva cuando le pinchas y derrama su jugo. O una fresa, mejor dicho, sí, las fresas son rojas, y están casi igual de ricas que la sangre. Solo casi. — Oye, vieja, soy la oni más glamurosa que vas a conocer en la puta vida, sois los humanos los que os retocáis demasiado. ¡Hay que sudar un poco más! — Los humanos eran demasiado... limpios para los estándares de los demonios. Y fui incapaz de contener mi lengua, porque lo cierto es que las señoras me estaban empezando a tocar los pelos de ahí abajo, pero a ver, tampoco soy un monstruo, no les iba a pegar ni nada a dos viejas... quizás si cagarme un poco en ellas, pero nada más.

Tanta crítica acabó llegando a algo interesante: la mansión estaba cerca, al lado de un taller de motos. La vieja hasta me dio las indicaciones y todo. Entonces se empiezan a alejar, pero antes de que se vayan del todo... — ¡Os veré allí, y os vais a cagar en los pañales de vieja que lleváis cuando veais mi vestido super humano! — Acto seguido me descojoné, ¿pensaban que no les iba a devolver el insulto solo porque eran mayores! ¡JÁ! ¡A Shaelia no la vacila ni Dios! Y sí, era bastante probable que las tías fueran a la fiesta de la mansión también, así que las volvería a ver y les metería sus palabras y sus miradas juzgonas por la raja del culo.

Estoy contenta con mi actuación, todo ha salido a pediiir de boca. Tengo la info, por fin vería algo interesante en aquella isla, más que delincuentuchos saca cuartos que se creían dioses o algo así. Me tratarían como me merezco, como a una puta reina oni ante la que el resto de mortales deberían arrodillarse, deleitados por mi poder, mi fuerza, mi belleza... y mi vestido. Es verdad, el vestido. ¿Dónde coño consigo un vestido? La fiesta empezaría dentro de poco, necesito algo DESPAMPANANTE, ARROLLADOR, INCREÍBLE. Algo que diga "sí, joder, esa tía es la puta reina del mundo". Quizás hacerme un peinado diferente también...

Miro a mi alrededor, buscando algo, LO QUE SEA. Una tienda, a poder ser, una de ropa bonita y elegante... aunque lo cierto es que he estado escuchando muchos rumores todo el rato, por todos lados, parece que va a acudir mucha gente a la fiesta... ¿y si le robo el vestido a alguna zorrilla? La sonrisa en mi cara aparece de repente, y es que, ¿a quién no le gusta robarse algo de vez en cuando? Total, que con esas dos posibilidades en mi cabeza, voy dándome una vuelta por las calles cercanas. La mansión no quedaba lejos, y no quería alejarme demasiado como para no acordarme de las indicaciones de la vieja pelleja, así que tenía que andarme con cuidado de no perderme por ahí, pero a la vez, estar atenta a cualquier situación de la que me pudiera aprovechar. Si encontraba una tienda de ropa, no tenía dinero suficiente encima ni de coña, fijo, pero... podría robarlo también, ponérmelo y salir corriendo. No sería la primera vez, te lo digo. Una vez solucionase el tema del vestido, el peinado vendría rodado, soy increíble haciendo tocados, lo juro.



Resumen

VYD
#4
Raiga Gin Ebra
-
Las palabras de las ancianas resuenan en tu cabeza mientras caminas por las caóticas calles de Champa. "Glamour", dicen. ¿Qué coño significa glamour en un sitio como este? Isla Tortuga es básicamente un cubo de basura en el que la gente se da de hostias por migajas de poder. Y ahora resulta que necesitas un vestido para entrar en una fiesta. Estupendo. ¿Por qué no echaste uno en la maleta, Shaelia? Oh, espera, es porque no llevas maleta. ¿Y por qué no llevas maleta? Porque eres una oni increíble que no necesita esos lujos humanos… hasta que los necesitas.

Te rascas la cabeza mientras avanzas —y, francamente, te recomiendo este nuevo toc en vez de reventarte las manos— mientras la frustración se va acumulando en tus hombros. No hay ni una sola tienda que grite "elegancia" en este agujero. Cada rincón está lleno de puestos improvisados con mercancías de contrabando, armas oxidadas y ropa que parece haber sido arrancada del cadáver de alguien. Intentas mantener la calma, pero cada paso que das hace que tu paciencia se desgaste un poco más.

El tiempo pasa, y tu humor se hunde mientras los rumores siguen flotando en el aire como moscas en un cadáver. Para colmo, empiezas a notar algo curioso: algunas personas van mucho mejor vestidas que el promedio de esta isla. ¿Dónde coño han conseguido esa ropa? Mujeres con vestidos ajustados y hombres con camisas que, bueno, al menos parecen limpias. El rumor de la fiesta parece estar tomando forma frente a tus ojos, y aunque eso te anima un poco, también te topas con un problema obvio.

Te miras de reojo en el reflejo de una ventana sucia. Con tus más de dos metros de altura y esos cuernos que te delatan como una oni, ¿crees realmente que podrías robarle un vestido a alguna de esas tipas? Vamos, Shaelia, no seas ridícula. Si lo intentaras, parecerías un jamón mal envuelto. Los vestidos están hechos para cuerpos humanos… y tú estás lejos de eso. Claro que podrías "lucir" algo más ajustado y enseñar algo de cacho, pero sinceramente, ya enseñas bastante con tu actitud. Aunque bueno, tampoco negarías una oportunidad de dejar a alguien sin habla. Este humilde narrador tampoco se va a negar a eso: Domingas libres, forever.

Suspiras y sigues caminando. La emoción inicial se disipa poco a poco, reemplazada por el aburrimiento. Las calles se vuelven un escenario monótono, y empiezas a maldecir internamente a las viejas que te mandaron a esta misión imposible. Hasta que… ¿en serio? ¿Eso es una tienda de ropa de fiesta? Tus ojos se iluminan como un faro al divisar un pequeño local con un cartel que dice "MODAS LUXE", aunque el nombre parece demasiado optimista para lo que ofrece. Desde fuera, la calidad de los vestidos se ve... cuestionable. Pero, oye, algo es algo.

Si decides entrar, el olor a humedad te golpeará en la cara. Dentro, la tienda es un desastre. Percheros con vestidos colgando de forma caótica, zapatos apilados en un rincón y bolsas de plástico que parecen tener más años que tú. Pero el detalle más interesante es el dependiente: un hombre con barriga prominente, cabeza calva y gafas torcidas que está profundamente dormido detrás del mostrador. Su ronquido suena como un barco encallado.

Parece demasiado fácil, ¿no? Puedes ir ojeando los vestidos mientras caminas por los pasillos. Hay de todo: vestidos largos, cortos, algunos tan apretados que parecen hechos de papel maché, y otros que, bueno… probablemente alguien los usó en un entierro. Entre miradas, encuentras algunos complementos como zapatos, bolsos e incluso un par de guantes de satén que podrían añadir un toque dramático. Todo es cutre, pero si sabes combinarlo, podría funcionar.

Hay incluso una especie de probador que podrías visitar si así lo deseas. Tienes algo de tiempo, así que elige sabiamente la ropa que quieras llevar. Ah, y piensa en ese par de ancianas... Te han retado, así que es la hora de darles donde más les duela. Y creo que, si no les quieres dar literalmente, tendrás que ir lo mejor vestida que puedas para que, al verte, se queden de piedra. Yo confío en ti...

Si miras de reojo al dependiente, verás que sigue dormido, ajeno a tu pequeña "compra".

Sin embargo, antes de salir de la tienda, cuando ya hayas cargado, cabe una pequeña posibilidad de que se despierte. Sobre todo porque te será difícil sortear todos los objetos que hay por el suelo.

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#5
Shaelia D. Flamme
La Salamandra
Un vestido... un vestido... ¿¡dónde hay un vestido!? Todas las tiendas que veo son de mierda, no hay nada de ropa, ¡y nada elegante! Claro, es normal también, que parezco tonta... este lugar no tiene clase alguna, era imposible que encontrara nada tan rápido, pero joder, veo pasar por mi lado a tías que van monísimas de la muerte, ¿de dónde coño habrán sacado ese modelito? Concretamente, hay una rubia que llevaba lo que podría ser el vestido más bonito que había visto jamás, pero... ¿cuánto mide? ¿Metro y medio? ¡En ese vestido no cabe toda mi grandeza! Ni aunque se lo robase me quedaría bien... putas enanas que son las humanas, bah.

En fin, que cada vez me desanimo más, al final van a tener razón las viejas, diciendo que no tengo glamour y no se qué más... cuando lo veo. ¡Lo veo! No entiendo un coño de lo que pone en el cartel, pero parece llamativo, ¿no? ¡Y tiene vestidos! — ¡Sí, joder! — Celebro para mí misma antes de salir corriendo y entrar en la tienda, con la brutalidad que me caracteriza. Estaba a punto de seguir pegando gritos, completamente emocionada por la cantidad de oportunidades que se presentaban ante mí, pero... hostia, el tío está dormido, sí, sí, el de la tienda. El que se supone que tiene que cobrarme... si esto fueran unos dibujitos animados, ahora se me habría encendido una bombillita encima de la cabeza. Pero en lugar de eso, solo sonrío maliciosamente, me rechupeteo la sangre del dedo y comienzo a investigar la tienda, haciendo alarde de mi gran sigilo, mi enorme capacidad de pasar desapercibida. Al fin y al cabo, soy una cazadora experta, soy una superviviente, sé cómo no hacer ruido... aunque no lo parezca.

Tengo que ser la más guapa de la fiesta, la más deslumbrante, dejarlos a todos con la boca abierta, especialmente a ese par de viejas chungas que me habían retado, ¡já! Se iban a enterar... las mujeres se morirán de envidia, los tíos estarán todos desesperados por tener un poquito de mi, pero enseguida se darán cuenta de que soy jodidamente inalcanzable. Hay muchos vestidos que descarto, demasiado pequeños para una tía buena como yo, pero eso sí, voy tomando todos los accesorios que me encuentro, todos los que me parecen mínimamente bonitos y... ¡brillantes! Cuanto más brillo mejor, más destacaré. Unos guantes, un par de pulseras, un collar de perlas... incluso encuentro unos lacitos monísimos y unos zapatos que -sorprendentemente- me quedan de lujo. Bueno, no son zapatos, son tacones, yo que sé, no entiendo de estas mierdas, pero vosotros me entendéis a mi, así que todo solucionado, ¿a que sí? Solo falta el vestido, la pieza más importante del conjunto...

Y entonces lo encuentro. Es p e r f e c t o. Quizás me queda un pelín corto, porque soy alta y esas mierdas, pero mira, al verme en el espejo del probador tampoco me desagrada. — Ahí, ahí, enseñando un poco de carne fresca. — Me susurro a mí misma mientras observo mis interminables piernas. Joder, estoy buenísima, ¿no? Aprovecho que estoy en el espejo y termino de colocármelo todo. Pillo los lacitos negros que he visto antes y comienzo a peinarme, ¿qué, pensábais que me había olvidado del pelo? Vale que estaba un poco despeinado, pero lo tengo suave y precioso, así que en un momento lo tengo listo y me hago un par de dulces coletitas, una a cada lado de la cabeza. Me echo un último vistazo, asegurándome de que todo esté en su sitio, y me doy cuenta de que... con los guantes no voy a poder lamerme bien la sangre de los dedos... bueno, no pasa nada, siempre puedo encontrar a un buen mozo en la fiesta que no le importe llevarse un mordisquito a su casa, je.

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Voy divina, voy espectacular, soy una absoluta rompe-cuellos ahora mismo. Solo quedaba salir despacito de la tienda, que no me pillase el tío ceporro que se había quedado dormido, y salir corriendo para la fiesta. Me cuesta un poco caminar con los tacones, he de admitirlo, pero soy una guerrera, entrenada para adaptarme a cualquier entorno y situación, así que ya les pillaré el truco, no me preocupa en absoluto. Y mi confianza es tal que logro salir de la tienda sin problemas, llegando a la calle. ¡Otra misión realizada con éxito! Si es que soy la mejor, coño. La mejor coño. Perdón, que desvarío. Ahora sí que sí, salgo corriendo hacia la PUTA FIESTA. Sigo las indicaciones que me dieron las viejas pellejas. Enseguida estaré ahí, gracias a las enormes zancadas que pego. ¿Que se me levanta un poco la falda? Pues que disfruten los de detrás, nada me frena, nada me para. Esto era lo más emocionante que pasaba en la isla desde... yo que sé, mucho tiempo, y no me lo iba a perder.



Resumen

VYD
#6
Raiga Gin Ebra
-
Llegas al lugar siguiendo las indicaciones de las viejas cotorras, y vaya, al final no era tan difícil dar con la dichosa fiesta. Frente a ti, lo que parece ser la entrada de un evento clandestino se despliega con todo su "glamour". Una alfombra roja, o mejor dicho, rojo manchado, se extiende desde la entrada hasta la calle, con algunos bordes deshilachados y manchas que parecen testigos de batallas pasadas. Vamos, que alguien ha puesto esfuerzo en el montaje… aunque no tanto.

Dos armarios empotrados custodian la entrada, con listas en mano, revisando a cada persona que intenta colarse en lo que promete ser la fiesta del año. A medida que te acercas, ves a hombres y mujeres elegantemente vestidos pasando con una actitud digna, casi teatral. Tías enfundadas en vestidos ceñidos que apenas dejan espacio para respirar y tipos con trajes que probablemente habrán alquilado, porque no parecen pertenecer a nadie de Isla Tortuga. De todos modos, ¿qué hace esa gente ahí?

Te plantas frente a todo ese espectáculo, con tu vestido corto y accesorios brillantes que has saqueado de la tienda, y por un momento sientes que encajas. Mejor dicho, sabes que encajas. Te ajustas los guantes con dramatismo, colocas tus coletas con un toque coqueto y avanzas con la seguridad de una reina. Porque, vamos, ¿quién podría ignorar tu presencia? En mi narración ya te adelanto que nadie.

Uno de los armarios te clava la mirada. Es un tipo enorme, de brazos como troncos, gafas de sol oscuras y un aparto electrónico escondido en la oreja. Su expresión es impasible al principio, pero cuando sus ojos te recorren de arriba a abajo, un destello de interés aparece. Te guiña un ojo.

Oh, sí, Shaelia, lo has conseguido. Estás tan impresionante como creías, y este tipo acaba de confirmarlo. En ese momento, seguramente sientas que el mundo entero debería detenerse para admirarte. Y es que, en cierta medida, deberían hacerlo. De echo, yo lo estoy haciendo, que lo sepas.

Sin embargo, un pequeño obstáculo surge: la cola. Se forma un grupo de diez o doce personas porque alguien está teniendo problemas con su identificación. La fila avanza lentamente, y puedes ver a los invitados murmurando entre ellos, algunos impacientes, otros simplemente resignados, y los típicos acusicas señalando al pobre que está teniendo el problema. Pero el tipo que te guiñó el ojo vuelve a mirarte. Esta vez, te hace una seña con la mano, indicándote que te acerques.

Eso seguramente no haga otra cosa que reforzar tu ego, ¿no? Ya no hace falta ni cola para una diva como tú. Si es que vales millones. El hombre se quita las gafas de sol, revelando unos ojos oscuros que te observan con cierta intensidad.

—Sabíamos que era una broma que no podrías venir —dice con un tono serio pero cordial—. Menos mal, casi cancelamos la fiesta. Recuerda, tu actuación es la cuarta, justo después de la sirena. Y tu camerino es el segundo a la derecha, pero bueno, no tiene pérdida, tu nombre está estampado en él. Por aquí. 

Te señala un camino lateral mientras te invita a pasar, ignorando la fila de gente que te mira como quien observa una flamante moto o quien ve un gol de su equipo en el último minuto. Bueno, perdón por este exceso de testosterona, te prometo que no habrá mucho más de aquí en adelante.

En fin, que si te decides a seguirle el rollo, te llevará hacia una zona que está algo lejos de la entrada principal, y parece estar reservado para gente importante. Así que de momento tienes algunas claves... Actuación, camerino, nombre estampado… ¿qué mierda está pasando, Shaelia? Pero el hombre parece completamente convencido de que eres alguien importante, así que, ¿por qué no seguirle el juego? ¿Y quién demonios es la sirena? En fin, sigue caminando que esto promete.

Avanzas por el pasillo que te señala, esquivando algunas miradas curiosas de otros asistentes, hasta llegar a una puerta con un letrero que te deja sin palabras: "Sheila Boom-Boom".

Joder, casi lo clavan eh. Sheila Boom-Boom. ¿Quién diablos es Sheila Boom-Boom? Y, sobre todo, ¿qué tiene que ver contigo? Joder, cuantas preguntas. En fin, la puerta del camerino está ligeramente abierta, puedes entrar. Si lo haces, lo que encuentras dentro es un pequeño paraíso de plumas, lentejuelas y accesorios. Hay un perchero móvil cargado de ropa extravagante, desde vestidos llenos de adornos hasta sombreros que parecen salidos de otro mundo. Todo perfectamente organizado, y para tu sorpresa, todo parece de una talla que te quedará bastante bien.

En el tocador, un gran espejo rodeado de luces ilumina una foto de quien debe ser la auténtica Sheila Boom-Boom. La similitud contigo es notable: una oni joven, con cabello algo más corto y un pecho que, bueno, hace honor al nombre "Boom-Boom". Joder, dame un segundo que no puedo dejar de mirarlo. Me da que se pasaron un poco con el relleno, dudo mucho que eso sea natural. Pero bueno, creo que no puedes negar que la confusión tiene sentido. Quitando ese pequeño detalle que hace evidente que no sois la misma persona.

Un golpe en la puerta interrumpe tu inspección, y un hombre elegante entra con una sonrisa educada pero algo incrédula. Se le ve ligeramente dubitativo.

—Un placer tenerte con nosotros, Sheila. Tienes diez minutos para ponerte lo que quieras y prepararte. Después, podemos ir a ver el resto de actuaciones antes de la tuya. O, si lo prefieres, puedes quedarte aquí hasta tu turno.
#7
Shaelia D. Flamme
La Salamandra
Llegar a la fiesta ha sido prácticamente un paseo. Incluso aunque me hubiera olvidado de las indicaciones de las viejas, cuando veía a un tío o a una tía especialmente bien vestidos, sabía que se dirigían al mismo sitio que yo y que solo necesitaría seguirles en caso de perderme. Pero eso ni siquiera ocurrió. Ante la mansión han desplegado una laaaarga alfombra roja, que está un poco sucia, pero mira, estando en la isla en la que estamos, ya demasiado me parece, la verdad.

Y... cómo no, hay seguridad en la puerta. A todo esto, ni siquiera de qué va la fiesta, y es ese misterio el que lo vuelve todo más emocionante, más divertido. Pero si tengo que esperar... la verdad es que la diversión se convierte en coñazo muy rápidamente. La cola es larguísima, así que tengo tiempo para analizar visualmente a la peña que se dirige a la fiesta. Sí... hay tías que van monas... pero demasiado ceñidas, ¡eso no tiene nada de clase! Mi corsé negro también es ceñido, pero a diferencia de ellas, añade un toque clásico al conjunto que no entenderíais. Miro hacia delante, miro hacia atrás. Soy la más guapa de la cola, está claro, no hay duda, mi collar de perlitas reluce con cada uno de mis movimientos y soy consciente de que nadie brilla más que yo. Y claro, los demás también se dan cuenta.

Uno de los de seguridad, que es incluso más grande que yo, me mira de arriba abajo y resulta tan evidente que me doy cuenta, un análisis completo antes de guiñarme un ojo. ¿Qué le pasa? ¿Le pica o algo? ¿Le ha entrado alguna mierda dentro? Aaah, no, espera, creo que es un ritual de seducción humano o alguna mierda así, alguna que otra vez lo he visto hacer, pero me resulta tan extraño que ya ni me acordaba del todo. Es que los humanos ligan de una manera muy rara. ¿Qué demuestra un guiño? ¿Que eres capaz de desincronizar uno de tus músculos? Si de verdad quieres conquistar a alguien tienes que, no sé, ofrecerle a tu amada la armadura con la que derrotaste a tu enemigo en un duelo a muerte. Eso sí que es romántico.

Pero entonces veo que también me hace un gestito con la mano, para que me acerque, así que con curiosidad le hago caso, todo menos tener que esperar en esa cola infinita. Antes de que sea capaz de decir nada, el tío se quita las gafas de sol y me mira con ojos serios, y un tono que acompañaba la misma mirada. Y seguro que mi mirada, en cambio, debía ser un cuadro. ¿Qué dice de qué? ¿De actuación de qué? Uy, creo que me han confundido con otra, pero... — ¡Claro que era una broma! ¿No me conocéis o qué? — Le sigo el rollo, qué coño. ¡Tengo un puto camerino! ¡Soy una estrella! Me señala el camino, pero antes de irme, le devuelvo el guiño del ojo en un gesto un pelín exagerado. — ¡Gracias, guapo! — No sé quién cojones se cree que soy, pero me la suda, me dirigo al camino que me ha indicado y busco el camerino que me ha dicho. Menos mal que solo es el segundo, porque no sé contar mucho más allá y porque tampoco sé leer, já, no entiendo lo que pone en el cartel, pero ha dicho que es el segundo a la derecha así que... entro, con toda la confianza del mundo.

El camerino es una FANTASÍA. ¿¡Hola!? ¡Está lleno de... cosas brillantes! Ropa por todos lados, abrigos de plumas, bufandas de plumas, pulseras con plumas... ¡Tacones con plumas! Enfrente está el espejo, rodeado de bombillitas blancas y con una foto colgando que supongo que es la tía con la que me han confundido. Me paro después de flipar en colores para ver bien a esa tipa, y a ver, lo cierto es que nos damos un aire... también es una oni, tiene el pelo corto, y... unos pedazo de melones que se escapan de toda lógica anatómica. ¿Cómo puede moverse con eso? Bajo la mirada, observando mi propio escote que ahora mismo parece el pecho de un bebé en comparación. Vaya bajona... ¡No, de bajona nada! Espabila Shaelia, ¡eres mucho más guapa que ella! De cara, al menos...

La puerta se abre de repente y entra un TÍO. Me giro rápidamente y estoy a punto de cantarle las cuarenta, ¿qué confianzas son esas? ¡Podía haberme pillado en bragas! Pero él habla antes que yo, y va tan elegante que intuyo que gritarle no sería una opción muy buena. Aunque... soy una estrella, y las estrellas hacen eso, ¿no? La lían por cualquier cosa, gritan, se ponen insoportables, pero luego salen al escenario y son encantadoras y maravillosas. Así que diez minutos para prepararme. Uf, hay tanto donde elegir, ojalá tuviera un poco más de tiempo, pero la verdad es que lo que más me preocupa es eso de la "actuación". ¿Qué actuación se supone que tengo que hacer, exactamente? Igual puedo sacarle algo de info al pringao este. — ¿Te puedes dar la vuelta mientras me cambio o te vas a quedar mirando? — Tenía que ser formal, pero un poco insoportable, como eran las famosas. Esperando que me hubiera hecho caso, comienzo a rebuscar entre aquel mar de plumas, pero aprovecho que el tío sigue ahí para preguntarle un par de cositas. — Sí, sí, quiero ver las demás actuaciones. — Eso me daría algo de contexto sobre la fiesta, supongo. — He tenido un día... ocupadísimo, ¿me recuerdas que actuación tenía que hacer? — La excusa parece lógica, las tías como yo no parábamos en todo el día y a veces se nos iba el santo al cielo. Y ese tío parece que me conoce, ¿no? Está claro que no voy a saber hacerlo como esa tal SHEILA, que por cierto, vaya nombre de mierda, pero lo haré a mi manera y seguro que MUCHO mejor. Estoy dispuesta a ir hasta el final.

He de decir que podría ser el mejor día de mi vida. Todos los vestidos son preciosos, y aunque me encantaba el vestido que había mangado de la tienda, creo que no puedo dejar pasar esta oportunidad. El nuevo vestido es negro completamente, con escote de corazón y un corsé que termina con una falda corta de volantes. Llevo las piernas al descubierto, terminando con un par de taconcitos del mismo color y con perlas, ¿se nota que me gustan las perlas? Pero lo mejor, lo mejor, es el abrigo que llevo por encima. Es como... una capa, ¡toda de plumas rosas! Combina con mi pelo, combina con mi piel, combina con el vestido... ¡Es perfecto! Y larguísimo, tanto que incluso arrastra por el suelo, pero supongo que esa es la intención. Por supuesto, no me he quitado ni el collar ni los guantes, dan un toque que no quiero perder. Y el último detalle: me he metido relleno en las perolas como para poder amortiguar una caída. Tengo que dar el pego, ¿no? Me miro al espejo una última vez, solo por corroborar lo que ya sé: parezco una diosa. — ¿¡Qué, cómo estoy!? ¡Espectacular, ya lo sé! ¿Vamos o qué? — Le digo al tío de la puerta. Aún no sé su nombre, pero qué más da, soy la estrella, no tengo que conocer el nombre de nadie: ellos conocerán el mío.



Resumen

VYD
#8
Raiga Gin Ebra
-
La verdad es que no es una mala opción el seguir el rollo a la gente. Generalmente los humanos hacen eso, ¿no? Vivir siguiendo a la corriente. ¿Qué mi vecino se compra un escudo? Yo otro. ¿Qué mi compañero de trabajo se va al East Blue de vacaciones? Pues yo también.

En fin, que le sigues el rollo al tipo y llegas al camerino, te pones la ropa que te flipa y, cuando le preguntas que qué es lo que tienes que hacer, el tipo que hasta ahora era serio y su semblante no dejaba lugar a un simple centímetro de sonrisa, se echa a reír. Pero ríe con ganas, de verdad. Y entonces, te suelta un —Eres una bromista de categoría — tras lo cual se quita las gafas y se pasa el dedo índice por los ojos, retirándose las lágrimas que le han salido de la carcajada. —Pues lo que llevas toda tu vida haciendo, Sheila.

Bueno pues entonces pan comido, ¿no? Lo que se supone que llevas toda la vida haciendo te debe salir solo... El tipo te lleva hacia una zona donde no hay nadie. Es un palco, en el cual ahora mismo estás completamente sola. ¿El resto de participantes no ven a sus compañeros? Vaya tela... Pero bueno, tú si que quieres compartir tu éxito con los tuyos.

Cuando llegas al palco VIP, todo parece sacado de un mundo completamente diferente al de Isla Tortuga. Desde arriba, tienes una vista privilegiada de un pequeño patio decorado con bombillas cálidas que cuelgan del techo, iluminando las aproximadamente cincuenta sillas que ocupan la planta baja. La gente va entrando y tomando asiento con una calma inesperada para lo que esperabas de esta isla. Cada uno luce más elegante que el anterior, con vestidos brillantes, trajes perfectamente entallados y joyas que seguramente sean más falsas que las promesas de un político. 

Te sientas en una butaca acolchada, sintiéndote toda una reina mientras miras cómo la sala se llena. Pasan unos minutos, y entonces ocurre: las luces se apagan.

De repente, el lugar se sume en la oscuridad, salvo por un tenue resplandor en el escenario. El saxofón comienza a sonar, marcando un ritmo que es imposible ignorar. El telón, que parecía más un trapo de cocina gigante, se sube lentamente, tan lentamente que casi te hace querer levantarte y tirarlo tú misma. Pero cuando finalmente se sube del todo, entiendes por qué la espera. 

Una mujer aparece en el centro del escenario, envuelta en un vestido de tachuelas que refleja cada pequeño destello de luz. Tacones dorados elevan su figura, y el brilli brilli la hace parecer una estrella andante. A pesar de sus movimientos algo rígidos, hay algo en su presencia que acapara la atención de todos. La mujer desciende del escenario y camina entre el público, acariciando a los hombres sentados, pasándoles una bufanda por la cara como si estuviera encantándolos. 

El espectáculo dura apenas cinco minutos, pero la ovación que recibe al final es enorme. La mujer regresa al escenario, se queda inmóvil en el centro, y el público la despide con aplausos que casi te hacen olvidar que estás en una isla llena de macarras. 

Un hombre anuncia por megafonía que habrá un cambio en el orden de las actuaciones. Ahora es el turno de la sirena Helena. Diez minutos pasan mientras el escenario se prepara, y tú seguro que no puedes evitar impacientarte. Hasta que el telón vuelve a subir, y lo que ves te deja sin palabras. 

Han transformado todo el escenario en un fondo marino. Arrecifes, estrellas de mar y un enorme recipiente de cristal lleno de agua ocupan el centro. Pues ahí va el presupuesto del espectáculo, seguro. Y entonces, puedes ver cómo una figura aparece de la nada y salta al agua. 

La sirena Helena se mueve con una gracia que parece antinatural. Cada movimiento suyo es fluido, hipnótico, y la música de jazz que la acompaña añade un toque sensual que hace que todo el público quede embelesado. Durante un par de minutos, ella nada, salta y se desliza por el agua, hasta que finalmente sale del recipiente y comienza a interactuar con el público. Su forma de moverse sigue siendo provocativa, y aunque algunos tipos no pueden evitar aprovechar la oportunidad de tocarla, su mirada de desdén los hace recular casi al instante. 

Cuando termina, los aplausos son ensordecedores. Helena recibe su ovación con elegancia y desaparece tras el telón. Pero espera, ¿no te tocaba a ti después de la sirena? Juraría que sí. Ah, mira, el tipo que te había llevado al camerino llega corriendo, con la cara más blanca que el culo de un fantasma.

—Es tu turno, Sheila. Perdón, estaba convencido de que te tocaba la cuarta, pero... bueno, ha habido algún que otro cambio, ¡vamos! 

Antes de que puedas protestar o preguntar qué demonios tienes que hacer, te lleva casi arrastrando hasta el lateral del escenario. Apenas tienes tiempo para procesar lo que ocurre cuando ves que los técnicos ya están subiendo el telón. Han tapado la decoración marina con unas placas donde se ve... ¿Qué es eso? Parece como si fuera un fondo de... ¿Una ciudad? Sí, parece una ciudad de noche.

El foco se enciende, apuntando directamente al centro del escenario y la música comienza a sonar. 

Es tu momento. ¿Qué tienes pensado hacer, Shaelia?
#9
Shaelia D. Flamme
La Salamandra
¿Es que el tío no va a darme ni una pista? — Jaja, sí, me meo. — Hago como que me río, él se está descojonando, así que le sigo el juego también por ahí. Soy una bromista, una cachonda de categoría. ¿Pero qué coño tengo que hacer? En fin, voy a ver la actuación de los demás, igual así me hago una idea de que va todo el rollo y... ¡seguro que algo se me ocurre! Porque soy así, soy la hostia, soy avispada, soy rápida... ¿dónde me he metido?

Me meten en el palco donde no hay nadie más, y lo prefiero, la verdad, tener que fingir todo el rato es difícil. En la tranquilidad de aquella zona exclusiva y super elegante puedo observar con detenimiento a la gente que va entrando, pillando sitio alrededor del escenario. Madre, no sé quién se ha dedicado a organizar todo esto, pero es un putísimo genio. Ojalá pudiera conocerlo, hacerme súper amiga suya, tengo algunas ideas para mejorarlo un poco más, si cabe... las luces se apagan: el espectáculo va a comenzar. Sentadita en mi butaca acolchada, es como si el mundo fuera ya mío.

El telón se levanta, revelando a una mujer súper brillante que empieza a contonearse por el escenario. Se mueve de un lado a otro, tratando de parecer sensual, supongo, incluso baja por un momento para regodearse entre los hombres. — ¿Es puta? — Me pregunté en voz baja, y no lo decía como un insulto, sino como una pregunta de verdad. No pasaría nada, conste, alguna amiga me he echado que es puta. Fuera como fuese, lo cierto es que se ha ganado una enorme ovación del público, no solo de parte de los hombres, las mujeres también aplauden entusiasmadas... qué raras. A ver, ha sido bonito, ¿eso tengo que hacer yo?

La siguiente es la sirena de la que ya había oído hablar, y cuando vuelven a subir el telón, han cambiado toda la decoración para que parezca como un fondo marino, lleno de estrellitas de mar, corales, y esas cosas. Pero lo más llamativo de todo es la piscina que han colocado en el centro, llena de agua y hecha de cristal. Siento al público esperar con anticipación, y la verdad es que para qué negarlo, se me pega un poco el entusiasmo, hasta que finalmente aparece la tía y salta al agua. Vale, creo que empiezo a pillar un poco de qué va todo esto: hay que demostrar tu talento, lo que se te da bien. La tía anterior tenía un don para ganarse a los tíos, la sirena hace movimientos imposibles para cualquier otro que no sea de su misma raza, y lo hace con encanto y sensualidad, también. Parece que hay un deje en ser sensual, lo estoy captando, sí.

La sirena termina, recibiendo otra oleada de aplausos, y entonces aparece el mismo tipo de antes a decirme que es mi turno. Se supone que iba la cuarta, pero eso ya se me había olvidado y la verdad, tampoco parecía importar mucho, porque seguiría yendo igual de ciega ahora que diez minutos más tarde. PERO, tengo un hilo del que tirar, ver las actuaciones anteriores me ha dado un poco de contexto. — Que empiece el espectáculo. — Sueno confiada, tengo que ser confiada. Es ahora o nunca, la actitud es lo más importante de todo y cuando hay que improvisar, una buena seguridad es la diferencia entre ganar o perder.

Estoy en el escenario, se sube el telón. Las luces me iluminan y los ojos expectantes de los cientos de invitados se clavan en mi. He de decir que intimida un poco, pero la música empieza a sonar. No hay sitio para las dudas, tengo que actuar, que enseñarles todo mi talento.

CANCIÓN


¿Estoy improvisando? Sí, un poco, y por otro lado, recuerdo la canción de una noche de demadre con mi amiga que justo me viene que ni pintada para esta ocasión. — Mocatriz: modelo, cantante y actriz. — Repito el estribillo, a la vez que me invento una coreografía sobre la marcha, sacando a relucir uno de mis fuertes: la agilidad. Soy como un gato sobre el escenario, saltando de un lado a otro. Pero no solo eso, he aprendido de mis compañeras anteriores que hay que ser un poco... provocativa, así que de vez en cuando guiño un ojo, mando un besito, se me levanta la falda sin querer... — Yo no tengo estudios, ni soy instruída, yo estoy licenciada en la escuela de la vida. — El abrigo de plumas acompaña cada uno de mis movimientos, exagerándolos, dándoles fuerza y poder. — ¡Soy mocatriz! — ¡PAM! Salto y me abro de piernas, ahora una voltereta hacia mi izquierda, que vean lo que es saber moverse de verdad. — ¡Me abri camino como pude dentro de un mundo hostil! — Cada vez me lo creo más, soy una reina, una diosa, nadie canta como yo, nadie ha bailado como yo. Me aprovecho del pedazo de relleno que me he puesto en el escote y hago bailar a las gemelas mientras sigo demostrando la flexibilidad que tengo, contorsionando mi cuerpo, adoptando posturas imposibles para alguien no tan entrenado como yo. — ¡Con mis tacones y mi rimel para qué quiero más! Tarde o temprano sé que voy a triunfar. — Y extrañamente, la música también acompaña un poco, o quizás son los propios músicos los que están siguiendo mi improvisación y siguen mi marcha como pueden.

La canción va terminando, se acerca el final, lo he dado todo. — ¡Moooooo caaaaaa triiiiiiz! — El último movimiento: lanzo mi abrigo hacia arriba con fuerza, doy una voltereta hacia atrás, y una patada al aire sobre la que me dejo caer, acabando de piernas abiertas sobre el suelo del escenario. El abrigo de plumas rosas cae entonces sobre mis hombros, como si todo hubiera estado perfectamente planeado. Y le dedico mi mejor sonrisa al público, aguantando la pose, esperando su reacción. No sé qué pensarán, pero yo sé que lo he hecho genial. ¡Y en tacones!



Resumen

VYD
#10
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