Takezo D. Ryuu
Musashi Miyamoto
18-01-2025, 09:21 PM
~ En la basta historia del mundo, sus guerras y amplias civilizaciones existieron sujetos capaces de subyugar a sus enemigos con su pura presencia en el terreno de combate. Una habilidad única, un destello del dominio de su alma, de una voluntad inquebrantable basada en el deseo del usuario y siendo capaz de brindarle la capacidad de no retroceder, de anteponerse al terror, la ansiedad y a la misma mano de sus enemigos. Un conquistador, un guerrero puro, el próximo emperador, digno de una dinastía y merecedor de una corona, esas son tan solo maneras de nombrar a aquellos que poseen esa capacidad aterradora de poder cambiar el mundo, transformarlo y dominarlo. Por suerte personas con esa capacidad son escasas, casi no existen... Casi. ~
La vida con mi padre era totalmente aburrida por lo rutinaria que se había vuelto, sus entrenamientos ya apenas y podían agotarme y realmente llegaba hacerlos por puro gusto o inclusive solamente me los saltaba y me iba por ahí a modo de escapada, aún así me sentía encerrado y seguía ideando un plan para poder escapar de la isla e iniciar mi carrera como pirata, es mi sueño; viajar por el mundo mientras aprendes sobre culturas, lugares y personas, obtienes vivencias y experiencias basadas en grandes aventuras que pudieses tener, sin duda una idea totalmente atractiva a mi ojos sin sumarle todos esos combates en medio de mi viaje que solo tendrán la tarea avivar la llama del combate dentro de mí sino que también podrán afirmar mi único y real objetivo: volverme el espadachín más grande y fuerte de la historia.
Sin embargo para ese momento (y ciertamente aún en la actualidad) no había avanzado nada en mi objetivo más que tan solo algunas peleas con mi padre y encuentros con locales, necesitaba probarme con un reto real, algo que me asegurase que estaba listo para zarpar al mar y por eso estaba donde estaba. Viajé directamente al Este de Okyot, la zona de clase baja de la isla, un lugar poco amigable y lleno de maleantes y cazadores de ballena. Tenía como único objetivo encontrar un combate emocionante y que fuese aquel reto que me hiciese entender que estaba listo y que podía iniciar el plan de escape que tanto había preparado.
— Joder... Pero aquí huele tan mal como suponía — Diría mientras caminaba a un paso totalmente confiado incluso colocando mi manos en mi nuca y observando a los locales directamente a los ojos, desafiante y hasta burlón, tenía mi objetivo claro pero ningún habitante parecía interesado en corresponder mi invitación. — El olor a ballena mientras se descompone y ese extraño sudor de marineros son insoportables... Creo que iré a beber algo, capaz así puedo refrescarme — Observé no muy lejos el letrero desgastado de una taberna y sin nada que perder más que un par de berries en bebida me movilice directamente al al lugar.
— Hola sí, porfa podría darme del sake tradicional — Me apoyaba en la barra con cierto aburrimiento por no estar cerca de lograr mi objetivo al no encontrar a alguien que acepte mi desafío— No eres muy pequeño para estar bebiendo? — Decía el cantinero mientras limpiaba uno de los jarrones de cristal con aquél característico paño blanco — Tsk venga — Golpeé fuertemente la barra con el dinero para pagar — Tu solo sirve — No obtuve más que silencio y una pequeña sonrisa en señal de aprobación mientras se marchaba por mi bebida — Si, no eres muy chico para andar bebiendo mariquita? — Añadía un marinero del otro lado de la barra, su apariencia encajaba con lo que esperaba del lugar, no tenía un ojo, se veía totalmente sucio y además era lo suficientemente pequeño como para que su pies estuviesen a un rascacielos de distancia del suelo — A ti que carajos te importa pequeñin? — No había terminado mi frase y el pequeño malnacido ya tenía un revólver más grande que él apuntando mi cabeza.
— A quién carajos le dijiste pequeñin? — Enojado, su mirada de odio solo hacían temblar su dedo en el gatillo dispuesto a volarme los sesos — Seguro que tienes tus calzones talla extra pequeños bien puestos para disparar? — Lo tomé como un payaso, lejos del reto que buscaba podría servir para quitar el notable aburrimiento que tenía por lo menos un rato.
~ BANG!!!!!!! ~
El sonido del disparo inicio la espectativa en los transeúntes que deseaban saber que estaba sucediendo dentro de esa taberna. El secreto duró poco, era evidente o por lo menos lo fue al ver al enano salir disparado por la ventana del local — Tsk... — Un herido marinero intentaba levantarse sin éxito. Salí del local con botella de sake en mano izquierda y con el revólver dando vueltas en el índice de mi mano derecha — Pobre... Realmente pudiste haberte quedado callado y en tus asuntos, si hubieses sido menos ya sabes, tú, todo esto se hubiese evitado — Le dije para lanzar el revólver directamente a su frente — Desgraciado niño de mierda... No sabes con quién te estás metiendo — Intentaba levantarse pero el impacto y la conmoción eran mayores — Con quién pequeñín? Con el líder de la pandilla “los mini demonios de Okyot” o algo así? — Seguía con mufa, a mi ojos el dominio del combate era obvio y no tenía intención natural de cambiar.
— Ves a estas personas? — Levanté mi mirada observando como muchos transeúntes con palos, espadas y rastrillos hacían acto de presencia en el lugar rodeando por completo — Me deben muchos favores; sus barcos, anzuelos, y parte de su tripulaciones, todo eso se los brindé — Saqué mi Kanata mientras observaba el gran problema en el que me había metido — Te metiste con el pez equivocado, pequeñín — La gente como avalancha se lanzó sobre mí, sus armas solo buscaban hacerme daño y la mía iba a responder de la misma manera; un tajo horizontal logro despejar el frente por momentos sin embargo volvió a llenarse casi al instante, los bloqueos y ataques eran constantes y aunque podía evitar la mayoría me veía afectado por distintos golpes e impactos que por números no podía evitar, fui acumulando daño en conjunto de una dosis de estrés tan solo controlada por la adrenalina del momento, transeúntes iban cayendo y a cambio de eso yo era severamente lastimado hasta hacer mi sangre saltar de mi cuerpo.
— Carajo, me necesito reposicionar o esto va a acabar jodidamente mal — Grave error, intenté dar un salto a uno de los techos en busca de una mejor perspectiva así como para idear una estrategia, sin embargo mi pié fue alcanzado y fui devuelto al suelo al ser golpeado con dureza contra el asfalto del lugar, pude reponerme rápido pero no lo suficiente como para evitar el golpe de aquel gran pescador y así fui apaleado uno a uno, intentaba bloquear el mayor daño posible pero mi inexperiencia en batalla para ese momento era un factor que había decidido el combate en una balanza muy desigual ahora.
La presión forma los diamantes. Mi cuerpo se estaba rindiendo pero mi alma estaba lejos de eso, mi espada ya no podía ayudarme pero el filo de mi voluntad se había preparado para ocasiones en donde la guerra requiere más que solo armamento físico ~ No puedo morir aquí... Y-yo debo conocer el mar, sus islas y misterios... debo convertirme en el mejor espadachin de la historia ~ mi deseo era claro y mi voluntad estaba dispuesta a cortar a quién sea para lograrlo — YO NO PUEDO MORIR AQUÍ!!!!! — Mi grito fue seguido de una extraña aura, un empuje y el desmayo de todos los cercanos a mí. Me levanté lleno de sangre y ante la mirada aterrada de todos aquellos que no se desmayaron — Mi nombre es Takezo D. Ryuu y me volveré el espadachín más grande de la historia, no dejaré de lucha incluso después de muerto así que si alguno quiere condenarse a ser enviado al inframundo por mí que pase ahora adelante — Ni una sola voz refutó a mi cuerpo tembloroso, guardé mi espada y me moví entre la multitud hasta desparecer, no entendí lo que sucedió ese día pero comprendí que desde el día de mi nacimiento estaba preparado para zarpar al mar.
La vida con mi padre era totalmente aburrida por lo rutinaria que se había vuelto, sus entrenamientos ya apenas y podían agotarme y realmente llegaba hacerlos por puro gusto o inclusive solamente me los saltaba y me iba por ahí a modo de escapada, aún así me sentía encerrado y seguía ideando un plan para poder escapar de la isla e iniciar mi carrera como pirata, es mi sueño; viajar por el mundo mientras aprendes sobre culturas, lugares y personas, obtienes vivencias y experiencias basadas en grandes aventuras que pudieses tener, sin duda una idea totalmente atractiva a mi ojos sin sumarle todos esos combates en medio de mi viaje que solo tendrán la tarea avivar la llama del combate dentro de mí sino que también podrán afirmar mi único y real objetivo: volverme el espadachín más grande y fuerte de la historia.
Sin embargo para ese momento (y ciertamente aún en la actualidad) no había avanzado nada en mi objetivo más que tan solo algunas peleas con mi padre y encuentros con locales, necesitaba probarme con un reto real, algo que me asegurase que estaba listo para zarpar al mar y por eso estaba donde estaba. Viajé directamente al Este de Okyot, la zona de clase baja de la isla, un lugar poco amigable y lleno de maleantes y cazadores de ballena. Tenía como único objetivo encontrar un combate emocionante y que fuese aquel reto que me hiciese entender que estaba listo y que podía iniciar el plan de escape que tanto había preparado.
— Joder... Pero aquí huele tan mal como suponía — Diría mientras caminaba a un paso totalmente confiado incluso colocando mi manos en mi nuca y observando a los locales directamente a los ojos, desafiante y hasta burlón, tenía mi objetivo claro pero ningún habitante parecía interesado en corresponder mi invitación. — El olor a ballena mientras se descompone y ese extraño sudor de marineros son insoportables... Creo que iré a beber algo, capaz así puedo refrescarme — Observé no muy lejos el letrero desgastado de una taberna y sin nada que perder más que un par de berries en bebida me movilice directamente al al lugar.
— Hola sí, porfa podría darme del sake tradicional — Me apoyaba en la barra con cierto aburrimiento por no estar cerca de lograr mi objetivo al no encontrar a alguien que acepte mi desafío— No eres muy pequeño para estar bebiendo? — Decía el cantinero mientras limpiaba uno de los jarrones de cristal con aquél característico paño blanco — Tsk venga — Golpeé fuertemente la barra con el dinero para pagar — Tu solo sirve — No obtuve más que silencio y una pequeña sonrisa en señal de aprobación mientras se marchaba por mi bebida — Si, no eres muy chico para andar bebiendo mariquita? — Añadía un marinero del otro lado de la barra, su apariencia encajaba con lo que esperaba del lugar, no tenía un ojo, se veía totalmente sucio y además era lo suficientemente pequeño como para que su pies estuviesen a un rascacielos de distancia del suelo — A ti que carajos te importa pequeñin? — No había terminado mi frase y el pequeño malnacido ya tenía un revólver más grande que él apuntando mi cabeza.
— A quién carajos le dijiste pequeñin? — Enojado, su mirada de odio solo hacían temblar su dedo en el gatillo dispuesto a volarme los sesos — Seguro que tienes tus calzones talla extra pequeños bien puestos para disparar? — Lo tomé como un payaso, lejos del reto que buscaba podría servir para quitar el notable aburrimiento que tenía por lo menos un rato.
~ BANG!!!!!!! ~
El sonido del disparo inicio la espectativa en los transeúntes que deseaban saber que estaba sucediendo dentro de esa taberna. El secreto duró poco, era evidente o por lo menos lo fue al ver al enano salir disparado por la ventana del local — Tsk... — Un herido marinero intentaba levantarse sin éxito. Salí del local con botella de sake en mano izquierda y con el revólver dando vueltas en el índice de mi mano derecha — Pobre... Realmente pudiste haberte quedado callado y en tus asuntos, si hubieses sido menos ya sabes, tú, todo esto se hubiese evitado — Le dije para lanzar el revólver directamente a su frente — Desgraciado niño de mierda... No sabes con quién te estás metiendo — Intentaba levantarse pero el impacto y la conmoción eran mayores — Con quién pequeñín? Con el líder de la pandilla “los mini demonios de Okyot” o algo así? — Seguía con mufa, a mi ojos el dominio del combate era obvio y no tenía intención natural de cambiar.
— Ves a estas personas? — Levanté mi mirada observando como muchos transeúntes con palos, espadas y rastrillos hacían acto de presencia en el lugar rodeando por completo — Me deben muchos favores; sus barcos, anzuelos, y parte de su tripulaciones, todo eso se los brindé — Saqué mi Kanata mientras observaba el gran problema en el que me había metido — Te metiste con el pez equivocado, pequeñín — La gente como avalancha se lanzó sobre mí, sus armas solo buscaban hacerme daño y la mía iba a responder de la misma manera; un tajo horizontal logro despejar el frente por momentos sin embargo volvió a llenarse casi al instante, los bloqueos y ataques eran constantes y aunque podía evitar la mayoría me veía afectado por distintos golpes e impactos que por números no podía evitar, fui acumulando daño en conjunto de una dosis de estrés tan solo controlada por la adrenalina del momento, transeúntes iban cayendo y a cambio de eso yo era severamente lastimado hasta hacer mi sangre saltar de mi cuerpo.
— Carajo, me necesito reposicionar o esto va a acabar jodidamente mal — Grave error, intenté dar un salto a uno de los techos en busca de una mejor perspectiva así como para idear una estrategia, sin embargo mi pié fue alcanzado y fui devuelto al suelo al ser golpeado con dureza contra el asfalto del lugar, pude reponerme rápido pero no lo suficiente como para evitar el golpe de aquel gran pescador y así fui apaleado uno a uno, intentaba bloquear el mayor daño posible pero mi inexperiencia en batalla para ese momento era un factor que había decidido el combate en una balanza muy desigual ahora.
La presión forma los diamantes. Mi cuerpo se estaba rindiendo pero mi alma estaba lejos de eso, mi espada ya no podía ayudarme pero el filo de mi voluntad se había preparado para ocasiones en donde la guerra requiere más que solo armamento físico ~ No puedo morir aquí... Y-yo debo conocer el mar, sus islas y misterios... debo convertirme en el mejor espadachin de la historia ~ mi deseo era claro y mi voluntad estaba dispuesta a cortar a quién sea para lograrlo — YO NO PUEDO MORIR AQUÍ!!!!! — Mi grito fue seguido de una extraña aura, un empuje y el desmayo de todos los cercanos a mí. Me levanté lleno de sangre y ante la mirada aterrada de todos aquellos que no se desmayaron — Mi nombre es Takezo D. Ryuu y me volveré el espadachín más grande de la historia, no dejaré de lucha incluso después de muerto así que si alguno quiere condenarse a ser enviado al inframundo por mí que pase ahora adelante — Ni una sola voz refutó a mi cuerpo tembloroso, guardé mi espada y me moví entre la multitud hasta desparecer, no entendí lo que sucedió ese día pero comprendí que desde el día de mi nacimiento estaba preparado para zarpar al mar.
