Hay rumores sobre…
... una bestia enorme y terrible atemoriza a cualquier infeliz que se acerque a la Isla Momobami.
[Autonarrada] [T2 - Auto] El Naufragio
Fon Due
Dancing Dragon
Día 15 de Invierno, Año 724.
A la orilla del mar cerca de la ciudad de Orange.
Isla Organ, East Blue.
 

 
El cielo era un tapiz gris uniforme, extendido hasta donde la vista alcanzaba, como si alguien hubiese teñido el mundo con un único trazo de melancolía. La brisa marina soplaba suave, llevando consigo un tenue aroma a salitre mezclado con algo más antiguo y agrio, quizás el olor del tiempo detenido. La playa era una franja de arena húmeda, sembrada de restos de conchas y trozos de madera desgastados por el agua. Y allí estaba el barco, encallado en la orilla como un cadáver olvidado, su silueta oscura y amenazante recortada contra el horizonte. Fon Due avanzó con cautela, sintiendo cómo cada paso hacía crujir la arena bajo sus pies.
 
"Hay algo en este lugar, hmm," pensó, mientras sus ojos recorrían las líneas angulosas del casco del navío, chupando una pastilla de menta recién sacada de su envoltorio. "Algo que no quiere ser descubierto."
 
La madera del barco estaba resquebrajada y ennegrecida por los años, como si el tiempo y el agua hubiesen librado una guerra interminable contra su estructura. Una gaviota solitaria graznó desde lo alto de un mástil roto, su chillido resonando en el aire y arrancándole a Fon un leve escalofrío. "Es curioso cómo un sonido tan común puede parecer siniestro en el lugar adecuado, hmmm," pensó, permitiendo que sus pasos lo guiasen hacia la abertura del casco.
 
El aire salado golpeaba con fuerza cuando Fon alcanzó la entrada al interior del barco. La puerta estaba cerrada por una pesada cadena que brillaba bajo la luz gris del día, oxidada pero aún resistente. Al inspeccionar más de cerca, notó que un candado de diseño intrincado bloqueaba la cadena. Su superficie estaba decorada con símbolos náuticos: un timón, un ancla y una sirena tallados con precisión.
 
"Esto no es un candado común, hmm," murmuró Fon, pasando un dedo sobre los grabados. Luego, su mirada se dirigió a los alrededores de la cubierta. Entre las tablas rotas, vio algo que parecía sobresalir: una pequeña caja de madera semienterrada bajo el peso de un barril caído. Se acercó y, con esfuerzo, logró sacar la caja. Dentro encontró un diario parcialmente destruido por la humedad, con letras borrosas y páginas desgastadas. Algunas palabras aún eran legibles: la sirena... guía... el ancla... por último, el timón.
 
Fon volvió al candado, entendiendo ahora el orden en que debía manipular los símbolos. Con manos cuidadosas, giró los grabados siguiendo la secuencia descrita en el diario: la sirena primero, luego el ancla y, finalmente, el timón. Al escuchar el chasquido del candado al abrirse, una sensación de logro y ligera inquietud lo invadió. "Esto no es sólo un mecanismo; es un mensaje, ¿hmm?," pensó, apartando la cadena y abriendo la puerta con un leve crujido.
 
Al cruzar la entrada, la oscuridad del almacén lo envolvió como un manto. La tenue luz del día se colaba a través de pequeñas grietas en las paredes, proyectando haces de luz que parecían cuchillos cortando la penumbra. El aire era denso, cargado de humedad y un olor penetrante a madera podrida mezclado con algo más indefinible, como el hedor a carne pasada. Fon frunció el ceño, sus ojos adaptándose lentamente al entorno.
 
Cajas apiladas de forma descuidada se alzaban como torres torcidas, sus bordes mordidos por las ratas. De una de ellas sobresalía un trozo de tela, ajado y descolorido. Fon se acercó y lo tocó con cautela. "¿Qué habrán almacenado aquí? ¿Provisiones? ¿Algo más valioso? ¿Quizás pastillas de menta, hmm?" Su mente empezó a girar, imaginando historias de contrabandistas y tesoros perdidos.
 
En una esquina, algo metálico brilló débilmente bajo el rayo de luz. Fon se agachó y encontró una lámpara de aceite, su estructura oxidada pero aún funcional. La encendió, llenando la sala de un resplandor cálido y titilante. "Esto debería bastar, hmm," murmuró, sintiendo una ligera calma al tener algo más de control sobre la oscuridad. Pero la sensación de ser observado no desapareció. ¿Es paranoia o algo realmente acecha aquí?
 
El camarote era un caos de mobiliario destrozado y papeles dispersos. Sin embargo, el objeto más llamativo era un gran cofre colocado en el centro de la habitación. El cofre estaba cerrado con una cerradura de combinación, sus números desgastados pero aún legibles. Fon se agachó frente al cofre, notando que tenía cuatro dígitos, y su mente comenzó a trabajar en busca de pistas.
 
En el escritorio cercano, encontró un mapa enrollado y un compás roto. El mapa tenía marcas de tinta que señalaban varias rutas, pero lo que más le llamó la atención fue una anotación escrita en los márgenes: "El último viaje: 1827." Fon murmuró el número para sí mismo, pero dudó. "Demasiado obvio," pensó, mirando alrededor del camarote en busca de más información.
 
Sobre una estantería derribada, encontró una botella de vidrio con un trozo de papel en su interior. Tras romper cuidadosamente la botella, desplegó el papel y leyó: "Multiplica el mes por el día." Entonces recordó el diario encontrado antes, que mencionaba una fecha clave: 11 de abril. Hizo el cálculo mentalmente: "11 por 4… 44."
 
Fon volvió al cofre e introdujo 1844, pero no se abrió. Frunció el ceño, revisando de nuevo el diario. Finalmente, cayó en cuenta de otro detalle en la anotación: "Suma la primera y última cifra del año." Así lo hizo: 1 + 7 = 8. El código era 1848. Esta vez, el cofre cedió, revelando dentro un anillo con el símbolo de un tridente grabado. "Esto debe ser importante," pensó Fon, guardándolo con cuidado antes de continuar.
 
La escalera que conducía al camarote del capitán parecía querer resistirse a su avance. Cada peldaño crujía bajo su peso, emitiendo quejidos largos y lastimeros que resonaban en la estructura del barco. Fon se detuvo a mitad de camino, su oído atento a cualquier otro sonido que no proviniese de él. "Es un lugar demasiado callado para estar completamente vacío, casi pareciera que la vida no puede existir aquí, hmm," reflexionó, su pulso acelerándose por un instante.
 
Cuando finalmente alcanzó la puerta del camarote, notó que estaba entreabierta, como una boca que aguardaba para devorar a quien se atreviera a cruzarla. Empujó con cautela, el chirrido de las bisagras siendo como un grito ahogado. El interior era un caos. Papeles amarillentos cubrían el suelo, escritos con una letra apretada y nerviosa que parecía gritar desesperación desde la página.
 
En el centro de la habitación, un cofre permanecía cerrado, con un candado oxidado que lo protegía. Fon inspeccionó los papeles, buscando algo que le diera pistas. Uno de ellos contenía un mapa de rutas comerciales, marcado con líneas caóticas que parecían no llevar a ninguna parte. El capitán no estaba en su sano juicio al final, concluyó, levantando un diario con tapas de cuero desgastadas. Cada página contenía una mezcla de registros de navegación y extrañas notas sobre ‘voces en el mar’ y ‘una sombra que acecha desde las profundidades’.
 
"Este hombre estaba perdiendo la cabeza, espero que su pobre alma descanse en paz y no haya quedado vagando en el barco o los alrededores, hmm," pensó Fon, pero no pudo evitar sentir un escalofrío. ¿Y si no eran delirios? ¿Y si el capitán realmente había visto algo que lo había llevado a su perdición?
 
Los pasillos del barco se extendían como un laberinto, y el aire pesado parecía oprimir los sentidos. Fon avanzó lentamente, notando las marcas en el suelo y las paredes, como si alguien hubiera arañado la madera con desesperación. En uno de los camarotes, descubrió un tablero en la pared cubierto de símbolos geométricos, algunos de los cuales reconoció como constelaciones.
 
"Esto no está aquí por casualidad," pensó, repasando los símbolos con la yema de los dedos. Recordó los dibujos del diario que había encontrado en la cubierta, que mostraban un patrón similar de estrellas. Con la lámpara en una mano, trató de alinear los dibujos del diario con los símbolos en el tablero.
 
Un detalle en particular llamó su atención: tres constelaciones estaban conectadas por líneas que formaban una flecha, apuntando hacia una esquina del camarote. Al acercarse, vio un panel de madera ligeramente sobresalido. Usando su daga, lo abrió con cuidado, revelando un compartimento oculto. Dentro, encontró una brújula antigua que aún funcionaba, y junto a ella, un trozo de papel con las palabras: "Hacia el norte yace la respuesta."
 
Fon giró la brújula en sus manos y vio cómo la aguja apuntaba hacia una dirección clara. "El barco aún tiene secretos que revelar," murmuró, mientras seguía la indicación.
 
Con el diario bajo el brazo, Fon dejó atrás el camarote y avanzó hacia los pasillos que conectaban las áreas inferiores del barco. La lámpara de aceite en su mano proyectaba sombras alargadas sobre las paredes de madera, creando figuras que parecían bailar con cada movimiento del barco. Un goteo constante resonaba desde alguna parte, marcando un ritmo monótono que se metía en su mente. "Un barco abandonado, pero sigue vivo de alguna manera," pensó, mientras el eco de sus propios pasos parecía responderle desde las profundidades.
 
El pasillo era estrecho, y la madera estaba húmeda al tacto. Pequeñas gotas de agua resbalaban por las paredes, como si el barco estuviera sudando en un esfuerzo por no desmoronarse. Fon se detuvo al pasar frente a una puerta apenas entornada. Al empujarla, descubrió una diminuta estancia que alguna vez había servido como camarote para la tripulación. Una hamaca destrozada colgaba de las esquinas, y sobre el suelo había una botella rota con el olor agrio de un licor rancio.
Fon examinó una mesa pequeña donde yacían dados desgastados y un mazo de cartas dispersas. "La tripulación debió pasar sus ratos libres aquí, aunque dudo que encontraran mucha alegría en un lugar como este," pensó, pasando un dedo por una de las cartas. Estaba manchada, no sólo por la humedad, sino por algo más oscuro y reseco.
 
A medida que avanzaba, otros camarotes aparecían, cada uno con sus propias historias ocultas. Una cama aún tenía las marcas de un cuerpo que debió haber descansado allí hace décadas, y en una esquina, Fon encontró un pequeño cuaderno. Lo abrió con cuidado, descubriendo garabatos infantiles y dibujos de barcos enfrentándose a tormentas gigantes. "¿Un hijo de alguien de la tripulación? ¿Qué habrá sido de él?" se preguntó, cerrando el cuaderno con un nudo en el estómago.
 
El goteo constante parecía más fuerte ahora, y Fon no podía evitar sentir que algo se movía en los rincones más oscuros, justo fuera del alcance de la luz. "El barco guarda sus secretos, pero parece que no quiere compartirlos fácilmente," reflexionó, mientras seguía adelante.
 
El aire se volvió más denso al descender a la bodega. Aquí, la penumbra era casi total, y el tenue brillo de la lámpara apenas bastaba para iluminar el espacio frente a él. Las paredes parecían cerrarse alrededor, y el olor era más intenso, una mezcla de humedad estancada, moho y algo metálico. Fon se obligó a respirar por la boca, aunque eso no hacía que el sabor del aire fuera menos desagradable.
 
Al llegar a la bodega, el aire se volvió más frío, y una sensación de opresión lo envolvió. Los barriles y cajas parecían colocados al azar, pero Fon notó que algunas de las marcas en las cajas coincidían con los símbolos del anillo que había encontrado en el cofre. "Es un patrón," pensó, moviendo los barriles para revelar un mosaico de madera en el suelo.
 
Al fondo de la bodega, una pila de barriles estaba inclinada peligrosamente, como si el más leve temblor los hiciera caer. Fon se acercó con cuidado, moviendo la lámpara para inspeccionar lo que había más allá. Una serie de marcas talladas en la madera del suelo llamó su atención: líneas entrecruzadas que formaban un patrón geométrico extraño, como un mapa o un símbolo. "Esto no fue hecho al azar," pensó, inclinándose para rozar las marcas con la yema de los dedos. "Pero, ¿por qué aquí? ¿Y por quién? ¿hmm?"
 
El silencio era tan opresivo que incluso el crujir ocasional del barco parecía un grito. El mosaico estaba tallado con símbolos similares a los del anillo y la brújula. Al colocar ambos objetos sobre el mosaico, una ligera vibración recorrió el suelo, y un panel se deslizó hacia un lado, revelando una trampilla. Tenía un cerrojo simple, pero al abrirla, el aire que emergió desde abajo era frío y cargado con un olor que hizo que retrocediera instintivamente. Al abrirla, Fon descubrió una pequeña cavidad con el esqueleto de un hombre abrazado a un cofre más pequeño. Dentro del cofre había pergaminos y documentos que relataban la última travesía del barco: un viaje fallido para recuperar un tesoro mítico que resultó ser una trampa mortal. La luz de la lámpara reveló que aquel esqueleto que yacía encogido, con los restos de una chaqueta naval aún aferrados a sus huesos, tenía entre los dedos de la figura había una daga oxidada, y en el suelo frente a él, una frase estaba grabada con torpes letras: ‘No se puede escapar de las profundidades.’
 
Fon sintió un escalofrío recorrerle la espalda. "Este lugar guarda más que historias de naufragios," pensó, retrocediendo mientras la sensación de ser observado volvía, más fuerte que nunca. "¿Qué fue lo que sucedió aquí? ¿Qué horror enfrentó esta tripulación para terminar así?"
 
Mientras Fon observaba los pergaminos y el esqueleto abrazado al cofre, un leve sonido reverberó por la bodega: un crujido bajo y ominoso que resonaba como un lamento en las entrañas del barco. "No me gusta esto," murmuró mientras levantaba la mirada hacia las vigas del techo, que comenzaban a emitir un crujido más insistente. Entonces lo sintió: un temblor sutil bajo sus pies, seguido por el inconfundible sonido de agua filtrándose.
 
La trampilla abierta a sus pies vibraba, y de repente el mosaico que la rodeaba se resquebrajó. De su interior comenzó a brotar agua a presión. Fon reaccionó de inmediato, tomando los pergaminos, el anillo y la brújula antes de girar sobre sus talones para dirigirse hacia la salida. "Este maldito barco está vivo o condenado, hmm," pensó, sintiendo cómo la humedad comenzaba a enfriar sus pies. La bodega se estaba llenando rápidamente, y el agua salada subía por las paredes como si el océano reclamara lo que era suyo.
 
Cuando alcanzó la escalera que lo llevaba a los pasillos superiores, el aire se volvió más pesado. Las tablas del barco crujían y temblaban con cada paso, como si estuvieran a punto de ceder. "Sigue, Fon. Cada paso cuenta," se dijo a sí mismo, su corazón latiendo con fuerza mientras subía los peldaños mojados. Detrás de él, el agua avanzaba, empujando cajas y barriles que chocaban con estrépito contra las paredes, creando un caos de sonidos y movimiento.
 
Llegó al pasillo principal, pero lo que antes era un simple corredor ahora era una trampa mortal. El agua había alcanzado esta sección, y las antorchas que aún chisporroteaban en las paredes comenzaban a apagarse, dejando la zona en penumbras. Avanzó con cuidado, buscando puntos de apoyo entre los tablones que flotaban. En ese momento, un fuerte estruendo sacudió todo el barco: el camarote del capitán colapsó parcialmente, bloqueando el pasillo hacia la cubierta superior con un amasijo de madera y escombros.
 
Fon se detuvo, respirando con dificultad mientras evaluaba sus opciones. "Si no puedo salir por aquí, tendré que buscar otra ruta," pensó, mientras el nivel del agua seguía subiendo, rozando ya sus rodillas. Entonces recordó algo: la trampilla de carga que había visto al explorar la cubierta inferior. "Debe haber una salida en la bodega de provisiones, hmm," se dijo, girando rápidamente y volviendo sobre sus pasos.
 
El regreso era más complicado. El agua ahora llegaba a su cintura, y el peso añadido dificultaba cada movimiento. Las sombras danzaban en las paredes, y el constante crujido de la madera amenazaba con derrumbar todo el barco. Finalmente llegó a la bodega de provisiones, donde la trampilla de carga se encontraba medio atascada. Fon tiró de ella con todas sus fuerzas, utilizando un trozo de madera como palanca para abrirla lo suficiente como para pasar.
 
Una ráfaga de aire fresco lo golpeó en el rostro al abrir la trampilla, pero el alivio fue momentáneo. Desde el exterior, las olas comenzaban a inundar la entrada, como si el océano estuviera determinado a tragarse el barco de una vez por todas. Fon se impulsó hacia arriba, trepando por el marco de la trampilla mientras el agua seguía subiendo detrás de él. Al llegar a la superficie, la cubierta del barco estaba inclinada peligrosamente, y cada paso era un desafío para no resbalar.
 
Las olas grises rompían contra el casco, salpicándolo con agua salada mientras la tormenta comenzaba a tomar forma. "Un día tranquilo, decían," masculló con sarcasmo, mientras corría hacia la borda. Sin pensarlo dos veces, se lanzó al agua justo cuando un rugido final resonó detrás de él: el barco se partió en dos con un estruendo ensordecedor.
 
Fon nadó con todas sus fuerzas, alejándose del naufragio que ahora desaparecía en el océano. Al girarse para mirar por última vez, vio cómo la cubierta se hundía lentamente, llevándose consigo los últimos vestigios de un pasado envuelto en misterio y tragedia. "El barco ha contado su historia," pensó mientras se dejaba flotar por un momento, observando cómo las olas lo llevaban de vuelta a la orilla.
 
Al alcanzar la playa, se desplomó sobre la arena húmeda, jadeando por el esfuerzo. Las olas acariciaban sus pies, como si el océano le ofreciera una tregua tras su frenética escapatoria. Mientras recuperaba el aliento, sacó el anillo, la brújula y los pergaminos, sin embargo, como si se tratara de una maldición, sintió que no pertenecían fuera del océano por lo que decidió regresarlos al mar. La historia del barco aún estaba incompleta, pero no sería Fon quien la desentrañara por completo.
 
"Todo esto por una búsqueda ciega, hmm," reflexionó Fon. La brújula, el anillo y los pergaminos se convirtieron en las piezas finales de este rompecabezas que hablaba de avaricia y desolación, razón por la cual decidió regresarlos a las profundidades del mar. Mientras caminaba por la orilla de la playa, no pudo evitar mirar hacia atrás una última vez, pensando en cómo los restos de la tripulación seguían allí, atrapados en una historia que nadie más había contado.
 

 
Resumen
#1
Moderadora Lola
La Despechada
Recompensas entregadas
Usuario: Fon Due (198)
ID del tema: 3216
Berries: 48700000 -> 49000000 (+300.000 * 1)
Experiencia: 2212.11 -> 2242.11 (+30)
Nikas: 13 -> 15 (+2)
Reputación: 55 -> 65 (+10)
Reputación Positiva: 55 -> 65 (+10)
#2


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