Aspirante
345 Reputación
Perfil
238.800.448
1179 / 1179
855 / 855
475 / 475
Asradi
Völva
29-01-2025, 07:41 PM
(Última modificación: 02-02-2025, 12:27 PM por Asradi.)
12 de Invierno del 724
Hacía años que no se asomaba a las costas de Skjoldheim y en invierno eran especialmente hermosas. Al menos para ella. El Jörmungandr Fjord no estaba demasiado lejos y era terriblemente tentador. ¿Seguiría el clan viviendo y creciendo en las inmediaciones? ¿Estarían bien? La aurora boreal se reflejaba en sus ojos celestes, las estrellas destellando, lejanas, en el cielo plagado de colores fantasmagóricos. Las almas les vigilaban, a todos los habitantes de ese lugar. Asradi bajó un segundo la cabeza, en señal de respeto. Siempre había estado ligada a estas cosas y el volver, de una manera u otra, a casa, hacía que su corazón temblase de la emoción.
A las costas que la habían visto nacer y crecer, como quien dice.
Pero no se encontraba ahí solo por eso. Sino a encontrarse con alguien a quien hacía tiempo que no veía. Alguien que se había convertido en un amigo para ella, a pesar del poco trato que habían tenido en el pasado. Pero la ayuda y la colaboración en Oykot, con ellos, habían sido cruciales para derrocar a la monarquía que allí se apostaba.
El Sindicato. O, más bien, era con Lobo Jackson con quien se habia citado en ese lugar. Era irónico. Un viejo amigo y el regreso a sus raíces. En el amplio manto nocturno, las estelas de un color verde fantasmagórico de las auroras boreales danzaron al compás del suave viento invernal. Un viento gélido que hacía arremolinar sus cabellos de manera hipnónica, como un oscuro manto. Ataviada con algunas cuentas tribales en el cabello oscuro, y un manto de pieles sobre los hombros, que cubría la fisonomia superior de su cuerpo, Asradi disfrutaba de esa ligera espera. Su cola estaba al descubierto, y ella apoyada en ella, como un humano normal lo haría sobre sus piernas. La luz de la luna se reflejaba en las escamas plateadas de su cola de tiburón, arrancando delicados brillos. En una imagen que resultaba casi irreal, como sacada de otro mundo.
Los ojos celestes de Asradi viajaron suavemente por los alrededores. Estaba segura de que ese era el punto de encuentro. Revisó entre sus cosas, en la mochila que siempre llevaba consigo y donde traía, mayoritariamente, sus enseres médicos, hierbas y otros utiles, y comprobó que los documentos que Lobo le había solicitado estuviesen allí.
— Parece que está todo en orden. — Sonrió ligeramente para si al pasar un par de páginas y ver que, efectivamente, todo estaba correcto. Tras eso, volvió a resguardarlos dentro del sobre y, posteriormente, en la mochila que ahora recolocó a su espalda.
Ahora solo restaba esperar.
Forajido
230 Reputación
Perfil
17.777.750
1130 / 1130
560 / 560
600 / 600
Lobo Jackson
Moonwalker
01-02-2025, 07:26 PM
(Última modificación: 01-02-2025, 07:31 PM por Lobo Jackson.
Razón: Detalles
)
La mullida nieve recién caída amortiguaba las pisadas de Lobo Jackson, quien vestía un enorme abrigo de pelo blanco similar al de un oso polar. Había salido del submarino de "El Sindicato" a primera hora de la mañana, con la intención de dar un breve paseo que terminó convirtiéndose en una larga excursión que se prolongó hasta bien entrado el atardecer.
Deambulaba a lo largo de la costa de Skjoldheim mientras que el suave romper de las olas contra la playa sosegaba sus pensamientos. No dejaba de darle vueltas a la misteriosa sensación que había sentido desde que el "The Peace" fondeara en la isla, como si el viento del norte quisiera acariciar el poderoso espíritu del mink.
Levantó la vista y se dejó maravillar nuevamente por el espectáculo de luces multicolor que recorría la bóveda celeste, una carretera arcoíris capaz de dejarle boquiabierto. Deseaba hacer descender ese brillo multicolor hasta su escenario, donde quería dar el mejor concierto jamás presenciado por los habitantes de los cuatro mares. ¿Qué mejor forma de lograr el título de Rey del Pop que moldeando los cielos a su voluntad?
Un suave murmullo que parecía susurrar su nombre hizo que Jackson bajase la mirada en dirección a un bosque de árboles cuya hoja oscura y perenne cubierta de nieve le hacía pensar en tartas glaseadas. El fugaz brillo de una silueta etérea parecía moverse entre los troncos de color adobe, traspasando con suavidad su corteza hacia el lado más frondoso del bosque.
- ¿Un fantasma? - Pensó el mink, ladeando el rostro cual perro samoyedo que intenta comprender las palabras de su amo. - ¿Hay de esos por aquí? -
Dando un pequeño giro de 360º sobre sí mismo, acabó inclinándose hacia el bosque con un ademán respetuoso colmado de estilo con el que pretendía saludar a lo que fuera que se moviera en la lejanía. Espíritu o no, Jackson no discriminaba a quienes podían terminar siendo sus futuros fans.
El brillo parpadeó levemente antes de desvanecerse con la misma fugacidad con la que había aparecido. Desde luego, las islas del mar del norte parecían más interesantes que las del este.
Pero tampoco podía quedarse demasiado tiempo contemplando el bosque. Sabía que la hora de su encuentro se acercaba, por lo que retomó la marcha y se dirigió hacia el norte, donde había quedado para encontrarse con una vieja amiga y cantante, la hermosa sirena cuya voz colmó de esperanza los oprimidos corazones de los balleneros de Oykot.
- ¿Qué habrá sido de ella? - Pensaba el mink mientras caminaba. - Estoy seguro de que se ha hecho más fuerte, al fin y al cabo es una artista tan dedicada a la música como yo. ¿Habrá aprendido nuevas canciones? ¿Compuesto nuevas piezas? Seguro que tiene varias historias que contarme y ritmos que enseñarme, ¡qué emoción! Espero que este pequeño detalle que le he preparado sea de su agrado. -
A espaldas del mink colgaba una enorme caja plateada con varias inscripciones, entre ellas su autógrafo, donde guardaba una armadura confeccionada a mano por el mismo Jackson. Un elegante trabajo de artesanía que mezclaba la comodidad y la protección con una capa de estilo tan impresionante como llamativo.
- Debe de ser por aquí cerca... Quizás tras este montículo de nieve... - Sus pensamientos se vieron interrumpidos en cuanto sus ojos captaron el brillo argénteo de la hermosa silueta que reposaba sentada sobre una roca. Parecía una aparición divina del espíritu de la nieve, con un aura nívea tan pura e inmaculada que el mismísimo Lobo Jackson quedó estupefacto frente a alguien capaz de eclipsar su presencia.
Parpadeó como si una tormenta de arena quisiera entrar en sus ojos y luego enfocó con mayor determinación su mirada.
- ¡Es ella! - Pensó con alegría.
Dejando que la emoción que sentía se apoderase de su cuerpo, se lanzó de cabeza por aquel pequeño montículo de nieve para deslizarse con gracia hasta el lugar donde le esperaba la sirena. Desde la perspectiva de Asradi sería difícil de ver, pero cualquier ave que les sobrevolara podría ver cómo las huellas sobre la nieve formaban el nombre de Lobo Jackson, quien utilizó su cuerpo cual pluma estilográfica sobre el suelo nevado.
Terminó su recorrido justo de espaldas a ella, con la mano derecha ocultando su rostro mientras inclinaba el cuerpo hacia atrás. Era igual que ver un tallo de bambú cediendo ante un fuerte viento.
- ¡Hola-gara! ¿Me has estado esperando mucho rato-gara? - Saludó mientras la observaba del revés. Su sonrisa lupina de dientes afilados irradiando un carisma sin igual.
Aspirante
345 Reputación
Perfil
238.800.448
1179 / 1179
855 / 855
475 / 475
Asradi
Völva
02-02-2025, 03:47 PM
Los bosques de Skjoldheim, tan teñidos de historias, de leyendas y de cuentos populares. Y a pesar de todo ese aire de misticismo, había un punto también de realidad. Las luces del norte danzaban en el cielo, dando un espectáculo maravilloso y una bienvenida no solo a aquellos que eran la primera vez que las veían, sino también a los oriundos del lugar. Asradi recordaba esas noches, desde asomándose a la superficie desde el Jörmungandr Fjord, contemplando las auroras boreales. El trayecto que hacían las almas desde que abandonaban el mundo terrenal y se unían al espiritual. Los que se unían, eternamente, en la gloria de los dorados salones.
Al cabo de un rato, se había sentado sobre una roca, tras un montículo de nieve. El linde del bosque no estaba lejos y las hojas perennes de los árboles, sacudiéndose suavemente con la brisa gélida e invernal, traía susurros inquietantes y familiares al mismo tiempo. Unas risillas, casi infantiles, parecieron brotar de lo profundo de la espesura, haciendo que la sirena fijase su mirada hacia dicho lugar. Más concretamente hacia donde algunas pequeñas luces comenzaron a aparecer. Danzantes, juguetonas. Con un sonido fantasmagóricos concreto que ella recordaba.
— Lyktemann... — Murmuró para sí, deando que la tenue iluminación de los mismos se reflejase ligeramente en sus ojos azules.
Asradi no se acercó. Los fuegos fatuos eran parte de la historia y de la realidad de Skjoldheim y de otras zonas. Las almas de los muertos que se habían quedado varadas en la tierra y que buscaban atraer a los más incautos. La sirena no les temía, pero sí había un profundo respeto. De la misma manera que hacia los espíritus que se perdían en el mar.
Alrededor, alrededor, por un lado y por el otro
Los fuegos de la muerte bailaban a la noche;
El agua, como óleos de una bruja
Ardía verde, y azul, y blanco.
El susurro en forma de comedido cántico salió de entre sus labios mientras que, efectivamente, los fuegos pequeños, pero notorios, danzaban en verde y azul, hasta volver a perderse en la inmensidad y la oscuridad del bosque. Asradi se quedó mirando hacia ese mismo lugar durante unos momentos más. Pensativa, tranquila. Volviendo a embeberse de esa sensación de que había vuelto a casa, de esa familiaridad de la que había estado separada durante tanto tiempo. Le gustaba el East Blue, había descubierto lugares y personas maravillosas. Y todavía quería seguir surcando los mares, descubriendo más sitios desconocidos. Pero el North Blue, esas aguas gélidas y salvajes, siempre estaban en su corazón.
Una suave sonrisa apareció en el rostro de la habitante del mar. Esperaba que Lobo Jackson no se perdiese por el lugar. Los bosques y los senderos nevados de Skjoldheim podían ser peligrosos y engañosos. Más todavía si te dejabas guiar por los fuegos fatuos. Muchos viajeros habían caído embelesados por el embrujo que éstes representaban de por sí. Un ruido sobre la nieve, concretamente hacia el montículo, llamó su atención y dirigió su mirada y atención hacia dicho lugar.
Tuvo que entornar ligeramente los ojos, pero no tardó en reconocer aquella figura lupina de pelaje azulado. Era inconfundible.
¿Cómo olvidarse de él? Lobo tenía un estilo peculiar, aunque habían tenido poco trato en Oykot, tenía que reconocer que sabía cómo llamar la atención de la mejor manera. Se le escapó una ligera risa cuando lo vió descender por la pequeña ladera nevada. ¿Estaba escribiendo su nombre en la nieve? No podía distinguirlo bien desde su perspectiva.
La sonrisa de la sirena se amplió cuando, segundos después, el mink lupino se detuvo justo dándole la espalda e inclinándose hacia atrás en el proceso, con esa sonrisa enseñando los dientes propios de un cánido. Pero al ver la sonrisa al revés, la situación era todavía más cómica.
— Sigues igual que la última vez que nos vimos. — Eso era un completo halago. Asradi sonrió un poco más, entretenida por la situación. — No he esperado demasiado, aunque este es un buen lugar para relajarse.
Se puso en pie, sobre la cola, por educación. Había un brillo cándido en sus ojos.
— Me alegro volver a verte, Lobo. — Iba a extender una de sus manos, a modo de saludo, pero al final la utilizó para sacudir algunos restos de nieve que habían caído en el pelaje del rostro contrario. — ¿Cómo has estado? — Preguntó, antes de separar dicha mano.
Forajido
230 Reputación
Perfil
17.777.750
1130 / 1130
560 / 560
600 / 600
Lobo Jackson
Moonwalker
03-02-2025, 07:41 PM
- ¡Hola sirenita bonita-gara! - Exclamó el mink con alegría. - He estado fe-no-me-nal-gara. -
Queriendo dar énfasis a la felicidad de sus palabras, el cuerpo de Jackson se dejó llevar por esa energía tan característica de su ritmo musical, que le daba ganas de girar y girar cual peonza desbocada. Riendo, el mink se convirtió en un pequeño torbellino azulado por la estática generada con su abrigo de pelo blanco, relampagueando como un pequeño árbol navideño en medio de la nieve.
Cuando por fin se detuvo, la nieve que se había acumulado sobre su abrigo salió despedida con tal fuerza que se transformó en neblina, dando un aura de magnificencia al mink bailarín.
- Te traje un pequeño regalito, ¿has visto-gara? - Le dijo mientras dejaba la caja en el suelo, junto a la roca donde estaba sentada la sirena. - La he hecho con todo mi cariño y dedicación-gara. -
Acarició la superficie metálica de la caja con orgullo y luego miró a la sirena de cautivadores ojos celestes, lo que le recordó al misterioso encuentro con el ente etérico del bosque.
- ¿Sabes que he visto un espíritu-gara? Por el bosque que está aquí detrás-gara, como una lucecita azulada-gara. - El lobo extendió el brazo hacia la espesura mientras que su dedo índice apuntaba con energía. - ¿Será que quieren que vaya a visitarles-gara? Nunca he tocado música para un fantasma-gara, ¿qué opinas-gara? -
Tras dedicar una mirada ligeramente perdida entre los árboles de copa oscura y nevada, su atención lo atrajo irremediablemente hacia la hermosa habitante de las aguas, quien le observaba divertida. ¿Siempre había sido tan bonita? El lobo no pudo evitar pensar en la última vez que la había visto, rodeada de centenares de hombres fornidos que empuñaban arpones y tridentes mientras cantaban a su alrededor con toda la fuerza de sus pulmones.
Aquel día tan lleno de emociones apenas les había permitido interactuar. Los festejos de Oykot, seguidos del inevitable papeleo y comunicaciones de rigor con el Alto Mando del Ejército Revolucionario ocuparon la mayor parte del tiempo del mink, quien también se convirtió en la vanguardia de la fiesta más alocada que había tenido el honor de presidir durante más de dos días seguidos. Para cuando el licor abandonó su sangre y la resaca cesó de martillear su mente, el gran escuadrón revolucionario había decidido partir en dirección al barco restaurante.
- ¿Sabes-gara? La última vez que estuvimos juntos casi me muero desangrado-gara. - Dijo el mink con una extraña añoranza. - Pero me tapaste los agujeros de bala y ahora estoy como nuevo-gara. -
Forajido
200 Reputación
Perfil
679.205.000
899 / 899
665 / 665
250 / 250
Rocket Raccoon
Rocket
04-02-2025, 02:20 AM
La escarcha cubría los bordes de la pequeña ventana de la habitación, distorsionando la vista del gélido paisaje exterior. Más allá del cristal empañado, la nieve caía sin prisa, acumulándose en los tejados inclinados de estructuras rudimentarias y formando un manto crujiente sobre el suelo. El viento helado se filtraba por cada rendija, como si intentara reclamar su territorio dentro del cuarto. Pero aquí adentro, el ambiente era distinto. El calor de la estufa apenas lograba vencer al frío persistente, pero lo que realmente definía el espacio era aquel inconfundible aroma: una mezcla de aceite, metal y pólvora que me resultaba más familiar que el aire mismo. No importaba qué tan lejos estuviera o qué tanto cambiará el entorno, siempre encontraba la manera de rodearme de mi propio caos mecánico.
Por supuesto, el clima helado no era excusa para aflojar. Mis armas, mis herramientas y cada una de mis trampas tenían que estar en perfecto estado. No iba a dejar que un poco de nieve o el paso del tiempo las volviera inútiles. Ajustando una tuerca aquí, calibrando un resorte allá, me aseguraba de que todo estuviera listo. Después de todo, uno nunca sabe cuándo va a necesitar un buen truco bajo la manga. Como bien saben los que me han leído hasta ahora, Rocket nunca deja nada al azar. Pero era hora de salir de este taller improvisado. Lobo me había pedido para un asunto algo privado, y al capitán no se le dice que no.
Exhalé, viendo cómo el vaho se disipaba en el aire mientras terminaba de ajustar la chaqueta gruesa sobre mis hombros. No era fanático de tanta ropa encima, pero maldita sea, este lugar tenía un clima hecho para osos polares, no para mapaches con estilo. Por suerte, mi gran camarada mink me había confeccionado un atuendo de lo más increíble, y llevaba todo el flow característico de ese Rey bailarín. Acomodé el cuello de la prenda y me aseguré de que la cremallera subiera hasta donde debía. Tomé un frasquito de perfume y eché un par de rociadas rápidas. No porque quisiera impresionar a nadie, sino porque pasé demasiado tiempo entre motores y pólvora, y no quería oler como si acabara de salir de una fundición.
Di un último vistazo a la habitación antes de salir. El submarino seguía en reparación y, por lo visto, todavía quedaban un par de días antes de que estuviera listo para zarpar de nuevo. Hasta entonces, había trabajo que hacer. Y el primero de la lista era encontrarme con mi capitán y quién sabe que más. Ajusté los guantes, me encogí de hombros y me adentré en el frío, con la nieve golpeando mi rostro y una ligera sonrisa en el hocico. 'Veamos que tienes, oh capitán mi capitán. Espero no sea un curso de baile y canto joder...'.
'No te vendrían mal un par de esos...' Comentaba una vocecita ahí en mi mente, como siempre, con cierto grado de ironía en su tonito.
'¿Ni a estas horas de la noche me das paz no?' Anda, ve a dormir coño. No sé qué quiere Lobo esta vez y no sé si estés invitada también.' Luego de la petición, Cortana se apagaba y ya dejaba que mi mente fuese sola mía.
El camino me llevaba a través de un bosque que se alzaba en sombras, con troncos nudosos cubiertos de escarcha y ramas desnudas que parecían extenderse como dedos huesudos hacia el cielo. Pero arriba, mucho más arriba de esas formas retorcidas, la noche era un espectáculo completamente distinto. La aurora boreal danzaba en lo alto, desplegando cortinas de luz verdosa con destellos azulados y púrpuras que parecían respirar con vida propia. 'Bueno, un punto para este maldito lugar. De esto sí que no hay allá en el East.' Era el tipo de vista que podría dejar boquiabierto a cualquiera… bueno, cualquiera que no estuviera demasiado ocupado asegurándose de no pisar una trampa oculta bajo la nieve.
Por el rabillo del ojo, una tenue luz azulada parpadeó entre los árboles. Luego, otra violeta. Un reflejo extraño, como si algo se moviera entre las sombras. Fruncí el ceño, pero no giré la cabeza. 'Bah, solo juegos de luces. Algo estará reflejando esas luces en el cielo' pensé, quitándole importancia. El bosque estaba oscuro y la aurora hacía que los colores rebotaran de formas raras. No era nada. No tenía por qué ser nada. Ojalá no fuese nada. ¿Coño, y si es algo? Maldito lugar.
Seguí avanzando con paso firme, los dedos fríos apretando el borde de mi chaqueta mientras el viento me azotaba el rostro. A lo lejos, finalmente distinguí el lugar del encuentro: una pequeña explanada cubierta de nieve, con dos siluetas junto a un par de rocas salpicadas de hielo. Estaban charlando entre ellos, las voces amortiguadas por la distancia, pero se notaba que llevaban un rato ahí. Una de ellas obviamente era mi camarada y mi capitán, era inconfundible verle con sus ropas y también con sus extremos movimientos de pelvis. La otra figura, no la reconocía del todo al estar lejos, pero acercándome si la recordé. 'Anda tú, es Asradi. ¿Lobo y Asra? ¿Quieren hacer un concierto aquí o qué?' Mi mente, como siempre, empezaba a divagar entre una cosa y la otra.
No sé si alguno de los dos se habría percatado sobre la presencia de este pequeño mapache que se acercaba a ellos. Pero por si no era así, decidí hacer un ligero silbido para llamar la atención de ambos. -¿Soy el único que ha llegado al concierto o qué? ¡Joder he!-
Aspirante
345 Reputación
Perfil
238.800.448
1179 / 1179
855 / 855
475 / 475
Asradi
Völva
04-02-2025, 06:44 PM
El pelaje azulado de Lobo Jackson se veía increíble, todo sea dicho, bajo las luces fantasmagóricas y hermosas de las auroras boreales, que seguían tiñendo el cielo de colores verdes, azules y algún que otro rojizo o morado. Pocas veces había tratado con minks, y Lobo había sido el primero como tal. Eso sin contar con la mafia de Chettony en Kilombo, claro, pero esa era otra historia aparte. Los movimientos exagerados o, más bien, fluidos y danzarines del mink lupino también le llamaban la atención. Era como si el ritmo de la música siempre estuviese presente en su cuerpo y en todas y cada una de las acciones que realizaba. Era algo llamativo, sí, pero era también disfrutable, así como el carácter afable del varón.
La sonrisa de la sirena se amplió con aquel despliegue coqueto y natural del mink.
— Qué casualidad, yo también traje algo para ti. — Le guiñó un ojo, con confianza y una sana diversión. Aunque fue Lobo quien primero entregó dicho regalo, la mirada de Asradi fue directamente hacia la hermosa caja metálica que le mink justo acababa de dejar en el suelo. — ¿Puedo?
Pidió permiso antes de actuar. No sabía lo que había todavía en el interior, pero la caja era hermosa, trabajada y pulida. Era, realmente, preciosa. Y luego abrió la tapa, contemplando el interior. Lo que realmente había ahí la dejó totalmente sin palabras. Pero extendió una mano para acariciar la tela y no dudó, posteriormente, en tomar la prenda y alzarla entre sus manos.
— ¿En serio esto es para mi? ¡ES PERFECTA! Y es preciosa. — La sonrisa que, ahora, esgrimía la habitante del mar pareciese que se le fuese a salir del rostro mientras miraba e inspeccionaba la chaqueta que Lobo le había confeccionado. Sin dudarlo ni tan solo un ápice, se quitó la que le cubría hasta ahora y se la puso.
Se la acomodó con ambas manos, sintiendo y notando que le quedaba perfecta y como un guante. Justo de su talla. Era cómoda y abrigada, y también tenía bolsillos. Eso era un punto a favor muy grande. Solo de forma juguetona, dió un par de vueltas sobre sí misma.
— ¿Qué tal me queda? — Preguntó, sonriéndole de manera esplendorosa.
Aunque se detuvo casi de repente cuando el mink comentó lo de la lucecita azulada. A Asradi se le encogió un momento el estómago. No por miedo, pero sí con cautela dirigida directamente hacia Lobo Jackson.
Justo iba a responderle cuando un silbido la sacó de sus pensamientos e intenciones. Miró a su alrededor e, inicialmente, no distinguió nada. Solo cuando la figura peluda avanzó, fue que Asradi le reconoció.
— ¿Rocket? — Murmuró, más para sí. Sí, era el pequeño mink mapache. Lo recordaba de Oykot, aunque luego los grupos se habían separado. Acto seguido, le sonrió de manera afable. — Me alegra verte, ¿habéis venido todos a Skjoldheim? — Les preguntó.
Luego se acordó de la advertencia que iba a hacerle a Lobo, por lo que alzó levemente el dedo índice.
— Si veis lucecitas en el bosque, no vayáis. No las sigáis. — Asradi comenzó a explicar, mirando hacia la linde del bosque un par de segundos, antes de volver a prestar atención a ambos mink. — Son espíritus, almas que buscan atraer a los vivos hacia las profundidades del bosque. Se les conoce como fuegos fatuos o “Lyktemann”. No creo que quieran un concierto. — Lo último lo dijo con una sonrisa suave hacia Lobo.
Y hablando de él, se acordó que traía el regalo para el mink. Y no solo eso.
— Quizás deberíamos buscar un lugar más adecuado para hablar. A no ser que soportéis bien el frío. — A ella le encantaba, y ya estaba habituada. Además, esa chaqueta que Lobo le había regalado era la mar de calentita. — No sé yo si es sitio para un concierto, no hay mucha gente. — Asradi le guiñó un ojo a Rocket, aunque la idea tampoco era tan mala, pero era mejor en un lugar más concurrido. — Yo también os he traído alguna cosita que, espero, os sea útil.
Miró a uno y a otro mientras sacaba un libro de su mochila por un lado. Y una carpetilla con ciertos documentos por el otro. Le dió el primero a Rocket, consistente en varias páginas con datos confidenciales. Asradi le guiñó un ojo al mink mapache, con cierto grado de travesura. Se había esmerado por conseguir esa información.
Y la que le entregó a Lobo Jackson era también similar, aunque parecía, más bien, varios documentos casi perfectamente falsificados por si el mink lobo los deseaba utilizar en algún momento.
— Me alegro que aquellas heridas no hubiesen ido a más. Aunque Alistair también me ayudó mucho a tratar a los heridos en ese momento. — Su querido lunarian. Le tenía un gran aprecio.
Forajido
230 Reputación
Perfil
17.777.750
1130 / 1130
560 / 560
600 / 600
Lobo Jackson
Moonwalker
06-02-2025, 12:39 AM
Lobo Jackson era, principalmente, un artista dedicado a su pasión musical. El baile, el ritmo y el espectáculo eran tan vitales para él como respirar. Todo ello exacerbado por un espíritu que derrocha energía y carisma allá por donde pasa, creando el cóctel perfecto que hace que el mink rebose de vida.
Pero incluso un manojo de nervios como Jackson tiene hobbies que le ayudan entretenerse y a mantener la mente sana. No todo es una orgía musical repleta de bailes y canciones; a veces, el acto de tener las manos ocupadas en una tarea silenciosa y metódica es lo que un músico de prometedora carrera necesita para dejar que la inspiración llegue de forma natural.
Cuando el mink era pequeño, sus padres le ofrecieron varias opciones hacia las que encauzar su energía desbordante. Hartos de los conciertos diarios de su hijo, Jirafa y Binturong Jackson le llevaron a practicar deportes, a coleccionar sellos e incluso a jugar al ajedrez. Buscaban algo, lo que fuera, que mantuviera quieta y callada a su bendición durante más de cinco minutos.
Pero todas estas opciones fallaron una tras otra, carentes de la chispa capaz de encender la curiosidad del pequeño mink bailarín. No fue hasta que un día, cuando Lobo estaba al cuidado de su abuela, que el destino trajo ante sí el objeto de su futura obsesión. Sobre una mesa reposaban ovillos de lana de distintos colores, enrollados alrededor de unas grandes agujas de macramé que la abuela había estado utilizando para confeccionar un mantel.
Los ojos del pequeño mink se abrieron de par en par mientras que la emoción encendía la bombilla de su mente creativa. Por fin había descubierto la forma de crear los trajes que tanto había deseado, los que usaría durante sus futuros conciertos.
Diecisiete años después, Lobo Jackson sonreía con satisfacción mientras que deleitaba su mirada con la figura femenina y esbelta de Asradi, quien lucía con belleza la chaqueta que tanto trabajo le había costado confeccionar. La bella sirena parecía una auténtica modelo, girando con alegría sobre la nívea alfombra nevada de la pasarela de Skjoldheim.
- Te queda perfecta-gara. - Afirmó Jackson, mirándola de arriba a abajo y deteniendo su mirada en las curvas más llamativas. - No podría haberla hecho mejor-gara. -
De pronto, el fino oído del lobo captó los pequeños y apresurados pasos de ritmo familiar a los que se había acostumbrado durante días y días a bordo del submarino. El ingeniero jefe de "El Sindicato", quien había dedicado incontables horas a la perfección y reparación del "The Peace", apareció por la misma colina por la que había descendido Jackson momentos antes.
- ¡Rocket-gara! ¡Me alegro de verte-gara! - Saludó en voz alta. Con el mapache presente, podría comentarle la intención subyacente de esa pequeña reunión de camaradas revolucionarios.
Pero antes de que Lobo pudiera continuar, el suave pero firme gesto de atención de Asradi silenció sus palabras. Escuchó con atención la advertencia de la sirena, quien habló de los peligros de aquellas luces tan misteriosas.
- Conque se llaman "Lyktemann"... - El mink se frotó la barbilla, pensativo. - Rocket... ¿Crees que serías capaz de crear algo capaz de verlos con claridad-gara? Un sensor quizás... - La idea de poder ver fantasmas le intrigaba.
- Y sí-gara. - Continuó hablando el mink, esta vez dirigiéndose a la sirena. - Llegamos precipitadamente después de que un fallo en nuestro sistema de transporte cefalopódeo se fuera a la reverenda puta-gara. -
El aire desenfadado del mink iba a juego con el jolgorio de sus palabras, pero había un deje enfadado que ni siquiera él podía ocultar. Ciertamente se salvaron de convertirse en comida enlatada para peces gracias a la resistencia del submarino y la magistral mano de la navegante Hato, que supo hacer navegar al "The Peace" con la misma presteza que un atún.
A continuación, y tras escuchar la sugerencia de dirigirse hacia otro lugar, el Lobo observó con alegría el desempaquetado de curiosidades que Asradi traía en la mochila. Ansioso, el mink tomó los documentos falsificados y se puso a ojearlos.
- Alferez Morelli-gara... Grandioso trabajo-gara. - Comentó el Lobo con gran admiración. - Un perfil perfecto para hacerme pasar por familiar del vicealmirante de la marina-gara. - Lobo le enseño a Rocket la foto que venía con el documento falso, donde aparecía un mink lupino con pelaje color alga marina que usaba gafas de sol. - Fíjate, soy yo pero con pelo verde-gara. -
Tras guardar los documentos en el bolsillo interior de su abrigo, Lobo Jackson se estiró con los brazos apuntando hacia el firmamento y luego contorsionó su cuerpo como una gran S.
- ¿Dónde nos recomiendas ir, camarada Asradi-gara? Tengo curiosidad de ver los lugares que ofrece esta bonita isla-gara. - Dijo el Lobo, ofreciéndose a seguirla. - ¿Y sabes-gara? Alistair también está con nosotros-gara. Debería unirse a nosotros de un momento a otro-gara. -
220.895.000
1000 / 1000
635 / 635
380 / 380
John Joestar
Jojo
07-02-2025, 05:14 PM
El viento me entumecia la cara, era más frio y pesado que de donde yo vengo, y las nubes parecen brillar, cubiertas de cristales de hielo posadas sobre la humareda con la que están formadas, el oxígeno en cambio, era como más puro, más limpio, mi nariz se aclaraba con cada inhalación, era fresco y suave, daba mucho gusto tener el privilegio de sentir aquel viento contra mi.
Mis llamas se mantuvieron encendidas todo el viaje, el chaquetón que me habia dado Lobo era fuerte y aguantaba bien, pero lamentablemente no era suficiente en las alturas, menos mal que puedo manipular el fuego a voluntad, si no, seguramente habria muerto de hipotermia a los cinco minutos de haber despegado desde el camino.
Mi cabeza daba vueltas, en poco tiempo tendriamos que darnos de leches con unos ladrones, y, por mi experiencia cercana, no iba a ser coser y cantar, y menos si esos piratas eran igual o más grandes que los nativos de estas islas, al menos, del astillero donde estabamos Rocket y yo, que hablando de eso, ¿Donde se habia metido Rocket?, se habia ido sin decir nada, o al menos, nada que yo haya entendido, a veces es complicado hablar con él sin arquear las cejas de vez en cuando, sobretodo con lo malhablado que es, pero bueno, se le acaba cogiendo cariño.
Mientras volaba, me pareció ver al enano peludo corriendo hacia lo que parecia una mancha azul moviendose de lado a lado, y...¿Moviendo la cadera? quizá me estuviera volviendo loco o aquella manchita era Lobo haciendo de las suyas, asi que, sin pensarmelo demasiado, me lancé en picado hacia él suelo. El aire empezó a enfriarse más a medida que aumentaba la velocidad, pero empezó a quemarme levemente, o al menos esa era mi sensación, pero seguí para no perder el tiempo- A los pocos metros, aterricé.
-Supongo que no estais planeando nada divertido ¿No?, como destruir a la Marina y derrocar al gobierno mundial o algo por el estilo- dije mientras me acercaba al grupo. Allí estaban Lobo y Rocket, y una especie de...¿Mujer pez?, habia leido sobre ellas pero nunca habia visto una, mi hogar era apartado y habia visto pocas razas distintas a la mia, y en mis viajes nunca pude conocer ninguna. -Hola...ehhh, mujer pez, me llamo John Joestar, creo que no nos conocemos- dije posando dos dedos sobre mi frente y moviendolos hacia ella, parecido a un saludo militar informal. De este encuentro, solo esperaba que esa mujer no fuera una gritona más, odio a ese tipo de gente.
Forajido
200 Reputación
Perfil
679.205.000
899 / 899
665 / 665
250 / 250
Rocket Raccoon
Rocket
08-02-2025, 03:20 AM
¿Y qué les puedo decir, eh? ¡Era obvio! La imponente, inigualable, y jodidamente espectacular presencia del mejor mapache de todos los tiempos -pasados, presentes y futuros- no iba a pasar desapercibida para mis dos camaradas. Este rincón perdido en medio de la nada les había parecido un buen punto de reunión, aunque para mí… meh. Prefiero el ajetreo de la ciudad, donde la gente va y viene en un constante caos que hace sentir que todo está vivo. No este sitio, tan lejos de cualquier cosa remotamente interesante. Pero bueno, qué iba a hacerle. Por no decir o culpar, a aquellas luces extrañas en mitad del espeso bosque. Quería seguir creyendo fuertemente que eran reflejos de algún hielo que había en la zona, y reflejaba los colores que había sobre nuestras cabezas.
Lo cierto es que había aprendido a moverme en cualquier entorno gracias al mejor, Lobo. ¿Quién más, si no? Un tipo con la presencia de un maldito alfa en donde sea que se plantara. Y junto a él, otro faro de atención: la bellísima Asradi. Se la veía más que cómoda, luciendo con orgullo su deslumbrante cola marina. ¿De qué era exactamente? ¿De pez? ¿De ballena? ¿De atún? No sé, del mar pues. Ese hermoso y vasto océano que nos rodea a todos y que a ella le quedaba como anillo al dedo.
El primero en percatarse de mi gloriosa presencia fue la bella Asra, quien no perdió tiempo en acercarse y soltarme un saludo con pregunta incluida, la cual obviamente respondí amablemente. -Lo mismo digo, Asra. Y no, joder que no… "Venir" no es la palabra correcta, jaja. Joder, eh. Más bien... "Llegamos aquí," sí. Traídos a la fuerza por la ventisca y la tormenta. Fue una locura, joder, una auténtica maldita locura.-
Tras mi elegante introducción, la sirena comenzó a relatar los terrores que esta isla podía provocar incluso en los más valientes. Y claro, justo tenía que mencionar aquellas malditas luces que había visto antes. 'Patrañas', pensé. O eso quería pensar. Quien si se creyo al mil por cien esas palabras, fue quien si no, Lobo. Pero para espantar los pensamientos cagones de mi cabeza, decidí ponerme técnico. Así que abrí la bocota. -A ver… actually…- me aclaré la garganta, listo para soltar mi increíble conocimiento. -No creas todo eso Lobo, esos "Lyktemann," mi querido camarada, no son más que reflejos provocados por la hermosa aurora boreal que baila sobre nuestras cabezotas. La luz se refracta en los cristales de hielo en lo profundo del bosque, creando esa ilusión óptica. Joder, eh.- Y obvio, no podía faltar la maldita muletilla que arruinaba toda mi hermosa explicación científica.
-Si si, mejor vámonos de aquí. Joder eh- Me estaba salvando la vida, aguantar en este frío no era para mí. Por mucha prenda bonita y calurosa que me haya confeccionado Lobo. Pero antes de partir, Asradi había traído consigo algunos pedidos que cada uno de los dos le había hecho con anterioridad. Para lobo le había traído unos documentos que le hacían parecer otra persona, un Lobo pero con pelaje verde. -¿Te infiltraras en la marina y no invitaras a tu amigo Rocket? Joder eh...- Y para mí, pues había logrado conseguir cierta información de lugares y personas interesantes y relevantes. Planeaba usar esto de buena manera, y sabía que con Asra, esta información era cien por cien confiable. -¡Ja, perfecto! Muchas gracias Asra, sabía que podía confiar en ti para estas cosas... haces más fácil mi trabajo, joder eh-.
Casi casi que nos poníamos a caminar hacia el nuevo destino que nos tenia preparado Asradi. Cuando en eso, unas enormes alas negras sobrevolaron sobre nosotros. Había tres posibilidades. Alistair, John o bueno, alguien más. Pero al ir acercándose, noté que se trataba del ya no tan novato de la tripulación. -¡Eh John, baja aquí! Joder eh.- Apenas puso su par de pies sobre el hielo, di un gran salto hacia su hombro y le di unas palmaditas en el mismo. Vamos, sabía que tenia que prender su fueguito. -Siempre estamos derrocando al gobierno hehe. Pero hoy, hoy descansamos mi compa. Joder eh-
Aspirante
345 Reputación
Perfil
238.800.448
1179 / 1179
855 / 855
475 / 475
Asradi
Völva
08-02-2025, 07:41 PM
Y ahí estaba la parte más racional del Sindicato, al menos según estaba viendo ahora, a juzgar por como Rocket intentaba buscarle alguna explicación científica a los fuegos fatuos que moraban en lo profundo de los bosques de Skjoldheim. Una sonrisa suave se formó, un tanto divertida, en los labios de la sirena, mientras permanecía “en pie” sobre su cola de tiburón. Entendía y sabía que había muchos que pensarían como el mapache revolucionario, así que tampoco le moletaba o le ofendía. Pero era entretenido ver el contraste entre ambos mink.
— Bueno, puedes pensar así. Es válido también, Rocket. — Indicó, llevándose el índice al mentón, un poco pensativa, antes de volver a sonreírle. — ¿Qué parte será fábula y qué parte será verdad? Aún así, yo no os recomendaría meteros en el bosque si no conocéis el lugar. — Aunque ella sí creyese en esas historias, prefería recomendarles y mantenerlos alejados del bosque solo por protección.
Obviamente, ellos después ya decidían si seguir su consejo o no.
Posteriormente, Asradi les hizo entrega de los documentos en los que había estado trabajando, específicamente, para cada uno, e infló un poquito el pecho, con orgullo propio, al ver que había hecho un buen trabajo, a juzgar por las expresiones de Rocket y Lobo.
— Llevó algo de tiempo recabar la información y hacer que resultase verídica. No es cien por cien infalible, pero creo que servirá si no os metéis en demasiados líos. — Por supuesto, sabía que sería para armar algún tipo de caos en alguna base marina o del Gobierno.
Eran de la Armada Revolucionaria, al fin y al cabo. Estaban para derrocarles, para volver a entregarles a la gente la libertad que les pertenecía.
Una brisa helada se agitó en torno a ellos, lo que hizo que la sirena se arrebujase un poco más en su abrigo y, por ende, en la chaqueta que Lobo le había confeccionado. Era abrigada y protegía de las inclemencias del tiempo. Y era super cómoda. Pero entendía que allí, en la intemperie, hacía demasiado frío para ellos, si no estaban habituados a ese clima.
— El pueblo está cerca. — Señaló con su mano a la lejanía, a un par de kilómetros escasos donde se erigían las casas de madera, con los tejados cubiertos de algo de nieve y las fogatas típicas para iluminar el camino y calentar a los caminantes. — Podemos refugiarnos en el salón del lugar. Está cerca del Mjodhall, aunque éste está reservado para el jefe y su gente. No tiene pérdida. ¿Habéis probado la hidromiel especiada? — Preguntó, con una amplia sonrisa. — Os ayudará a entrar en calor, yo os invito.
Era lo menos que podía hacer. Ahora bien, la mención de Alistair provocó que la mirada de Asradi se iluminase, y una sonrisa se ampliase en consecuencia.
— ¿Ha venido con vosotros? — Se notaba a leguas el cariño que tenía por el lunarian, con el que había compartido momentos y charlas cercanas. Incluso de cosas que nadie más sabía.
Casi como si lo hubiese invocado, de repente se escuchó un aleteo en el cielo. Podía ser un cuervo, pero el sonido había sido demasiado fuerte para las alas ligeras de dichas aves. Ahora bien, el avistar aquel plumaje negro y de tal envergadura hizo que sonriese un poco más.
— ¡Alist-! — Y se calló de repente.
Porque en cuanto aquella presencia descendió, se percató de que no era Alistair, sino otra persona completamente diferente. Asradi parpadeó de manera ligera cuanod se fijó en que, efectivamente, era un lunarian también, aunque no era el rubio que ella conocía. Sonrió de manera un poco más tímida.
— Perdón, creí que eras otra persona. — Se disculpó abiertamente. Y asintió cuando el lunarian se presentó. — Yo soy Asradi, es un placer. — Sonrió un tanto al presentarse ella en consecuencia. Luego miró al resto del grupo. — ¿Vamos entonces?
Tras eso, les guió hacia el interior del pueblo y, específicamente, hacia el lugar al que ella les había mencionado momentos atrás. La taberna les acogió con el aroma de comida especiada, caliente y también la calidez agradable del brasero interior, que caldeaba el ambiente y resguardaba del frío del exterior y de cualquier tormenta. La música sonaba animada y el ambiente era también festivo. La gente que ahora se encontraba, disfrutando de bebidas calientes y copiosa comida, eran la mayoría hombres y marineros fornidos, habituados a la dura vida de aquellas tierras. Las mujeres, también de porte fuerte y digno, eran atrevidas y para nada sumisas.
— Creo que este es un buen lugar. — Les dijo, mientras se acomodaban en una mesa que estaba cerca de un brasero más pequeño, pero totalmente acogedor y donde podrían calentarse. Estaba en un lugar un poco apartado, perfecto para tener un poco de intimidad si así lo deseaban.
Asradi pidió, prontamente, una ronda de hidromiel especiado que no tardarían en servirles en generosas jarras.
|