Alguien dijo una vez...
Monkey D. Luffy
Digamos que hay un pedazo de carne. Los piratas tendrían un banquete y se lo comerían, pero los héroes lo compartirían con otras personas. ¡Yo quiero toda la carne!
[Autonarrada] [T2 Autonarrada] Operación fatídica
Kael
El Fantasma del Mar
Loguetown
Del 1 al 2 de Invierno, año 724

El puerto de Loguetown se encontraba envuelto en una densa humedad al principio de la noche cuando subía a bordo de un barco que se encontraba amarrado en medio del mismo. Drake me había enviado aquí en busca de una persona en concreto porque el día anterior, a través de sus contactos, consiguió encontrar a una persona, no me quedó claro si era un doctor especializado en cirugías, un ingeniero de componentes cyborgs que últimamente estaba muy de moda o ambas cosas, pero eso no es lo importante ahora mismo. Lo realmente importante es que me comentó que tenía mejoras de sobra y hueco para hoy así que el muy sin vergüenza va y me pilla cita también para mí.

Así que ahí estaba y si no me equivocaba de barco estaba a minutos de someterme a una delicada operación quirúrgica que me haría recuperar un ojo que, desde el ataque en el pasado, me habían quitado ya hace 5 años. Sin embargo, esto no fue lo único que le esperaba ese día.

El invierno estaba ya en Loguetown, y por suerte hacía el suficiente frío como para que ir con una capa negra con capucha no llamara tanto la atención como en otros momentos del año. Así que con la capa bien atada y la capucha por encima empecé a recorrer las calles de Loguetown, haciendo un camino extraño por si me seguía alguien conseguir hacer que me pierda la pista hasta finalmente llegar al punto de encuentro, un pequeño barco que según Drake fue el lugar donde tuvo su encuentro el día anterior.

Como precaución ante una trampa, activé mi haki de observación antes de poner un pie en la barca, pero sólo detecté a un individuo en ella, el doctor, suponía. Así que al quedarme más tranquilo finalmente subí a la barca.

Tras unos segundos esperando, una figura apareció de entre las sombras. Un hombre, más bajito de lo que esperaba aunque era cierto que Drake nunca me llegó a hablar de la apariencia de la persona, de aspecto cansado por las horas que eran con una bata. Su mirada, sin embargo, parecía más despierta que lo que mostraba su aspecto. No me sorprendió que fuera el cirujano del que me había hablado Drake, y si tenía razón en lo que decía, la fama de sus habilidades era algo que merecía la pena dejarse una buena cantidad de Berries.

El médico que me operaría era una figura bastante menos convencional de lo que esperaba, con una bata blanca manchada de sangre seca y unas pinzas manchadas de sangre. Pronto dialogamos los términos de la operación y tras pagarle por adelantado empezamos el trabajo.

La operación iba a ser compleja. El ojo que me faltaba había sido arrancado a la fuerza y tenía cicatrizado toda la unión al cerebro por donde se había separado. Sin duda al cirujano le iba a costar volver hacer que pudiera ver y esperaba que eso no le hiciera a la larga tener problemas relacionados con la visión.
El módulo de autocuración sin embargo interferiría con la primera parte de la operación si me empezaba a curar mientras el cirujano cortaba así que teníamos que empezar primero por el ojo. Ahora, mientras el cirujano trabajaba con precisión maniática, yo sentía por dentro una mezcla de alivio y pánico. La anestesia que utilizaba el doctor me afectó hasta el punto de relajar el cuerpo y no poder moverlo, pero no me durmió del todo. Podía seguir sintiendo todo pero no controlar nada de mi cuerpo. Y la operación empezó.

El cirujano comenzó cortando con un bisturí, y el dolor se propagó como una corriente eléctrica por todo mi cuerpo. Era un dolor intenso, mucho más terrible que cualquier cosa a lo que me hubiera enfrentado recientemente. Cuando perdí el ojo estaba casi inconsciente por los golpes, pero aquí estaba bien y sano, y podía sentir todo el dolor perfectamente. Mi mandíbula se hubiera cerrado con fuerza si pudiera moverla, y tendría que tener esposas puestas para poder retenerme inmóvil y no moverme, pero la anestesia no me dejaba escapar ni hablar. En mi mente gemía y los gritos de mi cabeza querían salir, mientras el cirujano sin darse cuenta de todo esto procedía con su trabajo.

El cirujano trabajó durante lo que pareció una eternidad. Yo, por otro lado, no podía hacer nada más que intentar gemir sin éxito y luchar contra la necesidad de moverme, intentar recuperar el control de mi cuerpo cada segundo que pasaba aunque sabía que cualquier movimiento podría poner en peligro mi vida. Ya me daba igual, tenía que salir de ahí. Sentía cada corte, cada movimiento de piel, cada nervio reaccionando al dolor en la cuenca de mi ojo.

Durante la instalación del ojo robótico, sentí a través del ojo cerrado como las luces parpadearon en el quirófano. El cirujano, con una expresión de preocupación en su rostro, dejó caer el bisturí y se inclinó sobre mí para hacerme un último reconocimiento. En ese momento, mientras sentía con horror cómo la sangre se escurría de mis heridas, empecé a notar cómo me instalaba el ojo.

Con el tejido removido, el cirujano procedió a instalar el ojo robótico en la cuenca vacía. El dispositivo artificial fue insertado con cuidadosa precisión, asegurando que las conexiones ópticas y nerviosas estuvieran funcionales, mientras que yo sentía en todo momento un intenso dolor al notar cada movimiento del cirujano.
Una vez instalado, el cirujano fue a mi abdomen, ahora expuesto, para empezar la segunda parte de tortura. Notaba mi ojo sangrando a mares pese a no estar inyectándome sangre para recuperar la sangre perdida.

En el abdomen no fue nada mejor que en procedimiento anterior. En el lado izquierdo de mi abdomen el cirujano cogió el bisturí y empezó a abrirme por completo ese lado. La sangre no dejaba de salir, y el hueco era mucho más grande de lo necesario para instalar el módulo de autocuración. Tardó minutos que fueron otra eternidad por dentro del dolor que me producía cada movimiento del cirujano.

El módulo, diseñado para salvar vidas, ya no podía detener una operación que ya estaba tan avanzada. Sin embargo, al poco tiempo algo en su interior se activaba. El cirujano había activado el mecanismo de autodefensa del aparato y este que buscaba compensar la pérdida irremediable del ojo y curar mi cuerpo. El dispositivo liberó una inyección de nutrientes que, aunque agresiva, comenzó a sanar las heridas más profundas.

Pero con cada gota de nutrientes que entraba en su cuerpo, mi dolor se intensificaba. El módulo funcionaba con un eficiencia que horrorizaba al propio cirujano, mientras que en mi interior luchaba por no desmayarme en la camilla. Mi sistema comenzó a alterarse por el contraste, y notaba como el corazón aceleraba cada vez más y de repente notar como se paraba. A través del párpado, notaba como la luz del quirógrafo cambiaban mientras que mis pupilas se dilataron de un modo que no era posible con tan poca luz.

El cirujano, cada vez más asustado, intentó detener el proceso pero fue demasiado tarde. El módulo continuó inyectando nutrientes, y aunque yo ya no sentía las manos ni los pies, mi cerebro seguía funcionando con una lucidez sobrenatural pero poco a poco notaba como iba apagándome. Podía oír los gritos del cirujano pidiendo ayuda y notaba que había gente que se acercaba, los pasos precipitados del cirujano y el sonido de su propio cuerpo que se estaba apagando. Notaba como, ya demasiado tarde, intentaba inyectarme una bolsa de sangre, y dar descargas eléctricas en el pecho para intentar animarme.

El módulo de auto curación no tenía consideración por el dolor, ni tampoco por las consecuencias. Su único propósito era salvar la vida del paciente, y para eso estaba dispuesto a hacer cualquier cosa, incluyendo el sacrificio de las partes sanas de su cuerpo para permitir que las heridas tuvieran  una cura más rápida.
El cirujano, viéndose incapaz de detener el proceso, se apoyó en la pared de la habitación. Se escuchaba al cirujano mientras lloraba, cómo se escurría contra la pared y trataba de contener el pánico con palabras inútiles. Mientras tanto, el módulo continuó trabajando, y aunque el cuerpo mi cuerpo comenzó a llenarse de sangre y pus, él seguía vivo.

El cirujano volvió a mi cuerpo, viendo que el módulo de auto curación seguía funcionando no se rindió. Volvió a aplicarme descargas eléctricas para reanimar mi corazón y desde que empezó a escuchar latidos, trajo consigo un sedante que inyectó directamente en la vena de mi brazo.. El efecto del gas se manifestó rápidamente, y por primera vez desde que el módulo se había activado, el dolor empezó a disminuir. Después de tantos minutos de sufrimiento por fin sentía una paz relativa que me permitió descansar un poco.

Cuando intenté abrirlos de nuevo, todo lo que veía era una habitación casi completamente oscura y silenciosa. La cama en la que se encontraba era una cama básica y no reconocía en absoluto. Con la poca luz que había podía intentar distinguir que habían cuadros en las paredes que habían delante de mí, pero por la poca luz apenas podía distinguir nada sobre ellos.

Intenté reincorporarme y aunque el dolor había disminuido, mi cuerpo comenzó a notar una serie de cambios físicos que no deberían haber sucedido. La parte del abdomen izquierdo se encontraba en un estado alarmante. El módulo de auto curación se había activado tan intensamente que parte de los órganos internos cercanos estaban siendo devorados por la misma energía que lo mantenía vivo.

Aterrorizado, intenté gritar y pedir ayuda al cirujano, pero mi voz no era más que un susurro. El sedante había reducido mi conciencia, pero no podía evitar sentir el terrible dolor de lo que le estaba ocurriendo. Mientras las horas pasaban y al ver que no mejoraba, comencé a entender que su única salida era soportar hasta que todo esto terminara.

A la mañana siguiente, mientras el barco se mecía en las aguas puerto, el cirujano volvió la habitación en la que estaba. El módulo de auto curación había completado su trabajo, y aunque mi cuerpo estaba destrozado, seguía vivo.

El cirujano, horrorizado por lo que veía, intentó ayudarme a despertarme, pero mi cuerpo negó. Sabía que era mejor que permaneciera en el sueño que me había otorgado la ilusión de la curación a despertarme y volver a notar todo. Mientras tanto, el módulo de auto curación se quedó sin combustible y dejó de funcionar, por lo que el cirujano volvió a llenarlo de combustible para que siguiera curándome.

Horas después, finalmente desperté. Observé mi entorno y veía como en mi cama se encontraba un montón de vendajes y vendajes que habían sido colocados con cuidado, pero la mayoría estaban colocados para ocultar la terrible realidad de lo que me había ocurrido.

El cirujano al ver que estaba despierto se acercó a su cama, con expresión de alivio en sus rostros. El módulo de auto curación había funcionado tan bien que, en contra de las expectativas de todos, seguía vivo y estaba completamente sano, incluso reparando todo aquello que había dañado.

En ese momento, abrí los ojos y vi la habitación de camarote, intacto y luminoso. Estaba en el barco de mi tripulación y no en un barco del puerto. ¿Me habían trasladado aquí o…?. Me miré enseguida delante del espejo y todavía no me habían operado.

Toda la operación había sido una pesadilla y era ese día cuando tenía que operarse. En ese momento no podía evitar sentir una mezcla de alivio y alegría al mismo tiempo. Lo que le había pasado había sido terrible, pero realmente nada de eso había pasado.

Mientras me miraba en el espejo empecé a mirar las partes donde me habían operado por si acaso. Miré la parte izquierda del abdomen y no tenía ninguna cicatriz, aunque en mi mente todavía seguía notando con claridad el dolor como si la tuviera.

Mientras los rayos de sol entraban por la ventana y llenaba la habitación de luz, sonreí levemente. Sabía que el cirujano era de fiar, y Drake no tuvo ninguna secuela tras su operación. Seguramente todo este sueño fue parte de mi ansiedad a las operaciones y al no tener control sobre la situación más que otra cosa.

Cuando volví a mirarme en el espejo, vi un rostro marcado por el trauma pero al ser todo un sueño estaba contento. Sabía que el recuerdo de aquel sueño le duraría el resto del día y posiblemente estuviera nervioso con la operación real, pero también sabía que él podía superarlo, al menos si Drake podía soportarlo sabía que él también, y que si él no había sentido nada lo más probable es que él tampoco.

Tras un día de trabajo ocultándome en el barco de la tripulación por fin  había llegado el anochecer y era hora de poder salir del barco. Había estado previamente en Loguetown, meses atrás y muy brevemente por desgracia. Pero ahora los marines habían vuelto a complicar todo y los nuevos carteles con sus recompensas actualizadas no hacían más que complicar las cosas. Sin embargo, si lo que decía mi compañero Drake era cierto el intercambio de hoy valdría mucho, mucho la pena el riesgo.  Y al menos con suerte esta vez, todo saldría sin ningún problema.

En el puerto se escuchaban ecos de risas y conversaciones lejanas de las tabernas y lugares de reunión cercanos, pero también silencios de advertencia. Sabía que cada paso que daba podía ser el último si no tenía cuidado, después de todo tenía un cartel de Se Busca en mi cabeza desde hacía mucho tiempo. En mis pensamientos, la imagen del cirujano seguía muy presente, como una advertencia que me recordaba lo frágil que podía ser realmente y la delgada línea que separa la salud de la muerte.

Mientras caminaba, recordé la historia que me contaron hace mucho tiempo mientras trabajaba en la ciudad. Iba sobre un antiguo pirata que había encontrado su fin en esta misma ciudad. Se decía que su espíritu vagabundeaba por el puerto, buscando venganza contra aquellos que habían osado cruzar su camino, pese haber muerto mucho antes de si quiera haber yo nacido. Aunque era cierto que la idea de que los fantasmas del pasado eran historias que aún se difunden por todos lados independientemente de la ciudad a la que vayas. Pero no podía permitirme el lujo de dejarme distraer con historias del pasado, tenía un objetivo claro y el tiempo que desperdiciaba fuera era tiempo que podían hacer que me encarcelen.

Las luces del puerto brillaban con intensidad, iluminando el camino hacia el barco que me habían descrito. Cuando llegué vi una embarcación de diseño robusto y veloz, mucho más grande de lo que esperaba, pero sí tenía un quirófano dentro precisamente no podía ser muy pequeño. 

Al acercarme, escuchaba el sonido del agua golpeando contra el casco del barco. El olor a sal y a madera mojada también llenaba el aire mientras subía al barco. El cirujano tendría que estar en la cubierta pero para cuando llegué no había nadie. Tras preguntar en alto un hombrecillo apareció por la puerta, pudiendo ver su rostro iluminado por la luz tenue de una lámpara del barco. Su mirada reflejaba una mezcla de preocupación, como si esperase a alguien que no era yo y al mismo tiempo como si él también sintiera la presión del momento. 

Las primeras palabras que pronuncié fueron sobre mi compañero y su recomendación para venir y eso le hizo estar mucho más relajado. Ahora que sabíamos que no eramos peligrosos para el otro y tampoco éramos de las autoridades el ambiente se calmó considerablemente. 

Mientras el hombre exponía los detalles del intercambio, me encontré recordando parte del sueño y lo muy distinto que estaba siendo todo. En ese momento, el doctor me miró de arriba a abajo, como si estuviera evaluando no solo mi apariencia, sino también la veracidad de mi historia. Después de un momento su expresión cambió a una más relajada. Seguí al doctor hasta la sala de operaciones, bastante más amplia y limpia de lo que me esperaba pese a las condiciones del encuentro. Observé la sala y me acerqué a la mesa donde el doctor iba mostrando las diferentes partes con las que contaba para proceder a la operación.

- Si, Drake me había comentado lo del pago -le comenté mientras de mi capa sacaba una bolsa y la ponía sobre la mesa- Creo... -dije mirando las prótesis- que igual esto -digo señalándome el parche en el ojo- ha llegado el momento de avanzar y hay que ir solucionándolo cuanto antes. Y... -dije mirando un aparato que no identificaba hasta que me acerqué y vi el nombre debajo- Creo que esto también me podrá venir bastante bien -dije sacando otra bolsa y poniéndola sobre la mesa.- No, si te lo preguntas el brazo de momento no me corre prisa, dejemoslo en que tengo maneras de compensarlo de momento, pero mostrárselo podría romper la limpieza de la sala y creo que ambos no queremos eso. Me tumbé sobre la mesa de operaciones y comenté seguido: - No tengo alergias, enfermedades o adicciones. Tampoco estoy bajo ninguna medicación ni sustancias actualmente-.

Momentos después la operación empezaba, y a diferencia de la operación anterior esta vez la anestesia sí hizo efecto del todo y pude respirar mucho más tranquilo. La operación duró menos de media hora, y para cuando me reincorporaba lentamente siguiendo las instrucciones del cirujano empecé a experimentar con mi nuevo ojo, tapándome el ojo bueno con la mano y siguiendo las instrucciones para calibrarlo y no perder el foco de lo que quería ver. Me haría falta entrenamiento y, sobretodo, volver a acostumbrarme a tener dos ojos, pero eso me daría una ventaja que había perdido hacía mucho tiempo y practicar en ver no sería ningún problema realmente, especialmente porque era una tarea que iba a hacer todos los días.

Para cuando me levanté, observé mi costado izquierdo en busca de una cicatriz enorme y mal cosida como tenía en el sueño y sin embargo me encontraba con una delicada línea blanquecina con unos puntos de suturación muy finos. Según palabras del propio cirujano, con suerte podría incluso no llegar a quedar cicatriz de la operación.

Volvía al barco de mi tripulación por el mismo camino que vine, enfocando y desenfocando el nuevo ojo para hacerme a él. Para cuando llegué al barco no pude evitar ver a mis compañeros, sonreir, y preguntarles en broma: - ¿A que no adivináis cuántos ojos tengo? -.
#1


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