¿Sabías que…?
... el autor de One Piece, Eichiro Oda, hay semanas en las que apenas duerme 3 horas al día para poder alcanzar la entrega del capitulo a tiempo.
[Autonarrada] [T3] Ron, rumores y rencores (Parte 4)
Silver D. Syxel
-
Loguetown
Otoño del año 724

El viento marino soplaba con intensidad en el puerto de Loguetown cuando Silver regresó al almacén de Keller. El eco de sus pasos sobre los adoquines resonaba en la silenciosa madrugada, un contraste con el bullicio habitual del día. A esas horas, la mayoría de los trabajadores del puerto ya habían desaparecido, dejando solo a unos pocos estibadores nocturnos y guardias dispersos vigilando la mercancía.

Al llegar al edificio, los hombres apostados en la entrada lo reconocieron de inmediato y le permitieron pasar, esta vez sin objeciones. No hizo falta anunciarse; empujó la puerta con su característico aire despreocupado y entró, dejando que el peso del barril de ron que llevaba consigo golpeara el suelo con un ruido seco.

Keller, inclinado sobre su escritorio, levantó la vista con expresión tensa. La luz de las lámparas de aceite proyectaba sombras duras en su rostro, acentuando sus arrugas y la cicatriz que le cruzaba la mejilla.

Espero que vengas con buenas noticias.

Silver se cruzó de brazos y sonrió con suficiencia.

Eso depende de cómo lo veas. —Señaló el barril con un leve movimiento de la cabeza—. Solo quedaban unos pocos en el astillero. Pero el resto, por lo que he podido descubrir, aún no ha salido de la isla.

El contrabandista frunció el ceño, empujando los papeles a un lado para centrarse en la conversación.

¿Dónde lo tienen?

Syxel sacó el documento que había encontrado entre los restos del astillero y lo arrojó sobre la mesa. Keller lo tomó y, tras leerlo, apretó la mandíbula.

Hay que joderse. Si esto es cierto, significa que los Blackscale han asegurado un barco para transportarlo. No es un simple robo, es una operación bien planeada.

Y eso implica que alguien más está metido en esto. Dudo que un grupo de piratas de poca monta tenga los recursos para mover un cargamento así sin apoyo.

El contrabandista se frotó la barbilla en silencio, procesando la información. Silver, por su parte, tomó asiento y apoyó los pies sobre una de las cajas cercanas, disfrutando por un momento la sensación de controlar la situación.

Si el ron aún está en la isla, no han podido cargarlo todo en el barco. —Se inclinó hacia adelante—. Eso significa que todavía tenemos tiempo.

Keller lo miró con ojos afilados.

¿Qué sugieres?

Silver sonrió con una confianza peligrosa.

Ir directo a la fuente del problema. Necesitamos encontrar ese barco antes de que parta. Alguien en el puerto debe saber algo.



La noche avanzaba mientras Syxel se movía entre las sombras del puerto, deteniéndose en las tabernas y muelles donde los marineros y contrabandistas solían reunirse. En lugares como Loguetown, los secretos no se guardaban bien, y un movimiento tan grande como la carga de un barco con tantos barriles de ron llamaría la atención de más de uno.

No tardó en encontrar una pista en una taberna de dudosa reputación, escuchó fragmentos de una conversación que le confirmaron lo que ya sospechaba. Un grupo de hombres con pañuelos rojos en la cabeza había estado contratando estibadores esa misma tarde para cargar mercancía en un barco en uno de los muelles secundarios.

Syxel no perdió tiempo. Se dirigió al sector menos concurrido del puerto, donde los muelles estaban en su mayoría desiertos a esas horas. La brisa marina arrastraba el olor a salitre y pescado viejo mientras avanzaba con cautela entre los almacenes. Finalmente, lo vio. Atracado en el muelle diecisiete, un barco de tamaño mediano se mantenía en la penumbra, con unas pocas lámparas iluminando la cubierta. Varias siluetas se movían con rapidez, descargando barriles de un carro y transportándolos a bordo.

Parece que he encontrado a nuestros amigos.

Se agazapó tras unas cajas y observó la operación. Contó al menos ocho hombres en la cubierta y otros tres en el muelle, organizando la carga. Entre ellos, un hombre más corpulento daba órdenes con voz autoritaria, señalando hacia los barriles y gesticulando con impaciencia.

El cargamento aún no estaba completo. Había varios barriles apilados en el muelle, esperando ser transportados a la bodega del barco. Si dejaba que terminaran, el ron desaparecería de la isla y la oportunidad se esfumaría. Pero atacar de frente no era una opción sensata. Demasiados hombres, y un barco que, en caso de emergencia, podría zarpar antes de que él pudiera hacer algo. Necesitaba una distracción.

Se movió con sigilo hasta un almacén cercano, donde algunas redes de pesca y barriles de aceite estaban apilados contra la pared. Una idea cruzó su mente y no pudo evitar sonreír.

Un pequeño incendio debería llamar su atención.

Tomando una de las lámparas de aceite que colgaban cerca, la dejó caer intencionadamente sobre los barriles. El cristal se rompió al impactar contra la madera, y el aceite se esparció rápidamente. Con un rápido chasquido de dedos prendió una chispa. Las llamas se encendieron al instante, envolviendo la madera con furia.

El grito de alarma no tardó en llegar.

¡Fuego!

Los hombres en el muelle giraron la cabeza y varios corrieron hacia el almacén, dejando el cargamento desprotegido.

Silver aprovechó el caos. Deslizándose entre las sombras, se acercó al que parecía estar a cargo, que observaba la escena con el ceño fruncido, tratando de dar órdenes a sus hombres. Fue entonces cuando Syxel sacó su espada y, con rapidez, lo atrapó por la espalda, apoyando el filo contra su cuello.

Tengo un par de preguntas sobre este cargamento.

El hombre se tensó, pero no intentó moverse.

¿Quién cojones eres?

Alguien a quien no le gusta que le roben el ron.

El caos seguía extendiéndose a su alrededor, y Silver supo que el tiempo jugaba en su contra. Si quería respuestas, debía obtenerlas rápido.
#1


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